miércoles, 3 de noviembre de 2021

LA PARIDERA

Si hay una época especial dentro del año ganadero, es sin lugar a dudas LA PARIDERA. 
Se trata de la época en la que paren las hembras y en la que el ganadero debe estar más pendiente de los animales, pues de una buena paridera depende la economía de una casa ganadera.

Cabra Verata con cabritillos recién nacidos.
(c) Jesús Carreras.

En la naturaleza, los animales tienen por regla general una única época de celo que dura unos breves días al año, aunque hay excepciones como nuestra propia especie o ciertas especies de roedores y pequeños mamíferos como el mítico conejo.
Los machos cubren a las hembras y tras el tiempo pertinente de gestación, que varía ampliamente en cada especie, las hembras paren a las crías.
La paridera en los animales salvajes tiene lugar en la época más idónea del año para el correcto desarrollo de las crías.

Cabra montés ibérica con su cabritillo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, en las especies domésticas no ocurre lo mismo debido a la selección artificial y al manejo al que son sometidas por el hombre.
Las hembras de la mayoría de especies domésticas son poliéstricas, palabreja que quiere decir que presentan varios celos a lo largo del año. En ocasiones, dependiendo de la raza o del manejo, hablamos de razas poliéstricas permanentes que pueden entrar en celo en cualquier época del año.

Cabra Azpi Gorri con su cabrito.
(c) Leire Amundarain.

Esto permite al ganadero obtener crías en diferentes épocas según sus intereses. 
Para controlar la reproducción, basta con mantener machos y hembras separados durante determinadas épocas y juntarlos cuando el ganadero estima oportuno para que las hembras sean cubiertas y los partos tengan lugar en la época deseada.
Los sementales, sean de la especie que sean, deben recibir unos cuidados tan esmerados como las hembras para que llegado el momento de la cubrición, gocen de buena salud para cumplir con su cometido.

Carneros separados de las ovejas.
(c) Jesús Carreras.

El ganadero cuida a sus animales durante todo el año, pero en la época de la paridera debe estar especialmente atento y ver si las hembras de su ganadería necesitan ayuda en el parto y durante los primeros días de la crianza, evaluando en todo momento el estado sanitario de madres y crías y el adecuado crecimiento de éstas. 

El cabrero siempre pendiente de sus cabras.
(c) Isidro Pérez.


Veremos en este artículo la paridera en diversas especies domésticas.

1. LA CABRA.

Las cabras salvajes tienen su época de celo en otoño-invierno y tras unos 5 meses de gestación, paren en primavera. Por lo general, tienen una cría aunque eventualmente pueden tener dos.

Cabras monteses en época de celo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Las cabras domésticas son poliéstricas y en zonas cálidas y secas pueden entrar en gestación en cualquier época del año.
Si al ganadero le interesa que las cabras no se queden preñadas en un determinado momento, mantiene separados a los machos cabríos. 

Machos Veratos separados de las hembras.
(c) Silvestre de la Calle García.

En el pasado y aún hoy cuando no es posiblemente separar machos y hembras, se colocaba al macho un "mandil" de tela, cuero e incluso esparto que impide que cubran a las hembras.
Esta práctica, cada vez es menos frecuente debido a que entraña algunos riesgos para la salud del macho.

Macho con el tradicional mandil para impedir la cubrición.
(c) Silvestre de la Calle García.

Cuando el ganadero estima que ha llegado el momento oportuno, deja al macho o machos sueltos con las cabras para que las cubran.
Los machos son muy agresivos entre ellos durante la época de celo, por lo que no conviene tener demasiados juntos si se tienen pocas cabras o si deben estar en recintos pequeños.

Cabras Azpigorri en época de cubrición.
(c) Ibai Menoyo.

Pasados cinco meses, llega el momento del parto. Por regla general, las cabras y las demás hembras de mamíferos domésticos, paren solas y sin ningún tipo de problema pero conviene que el ganadero esté pendiente por si el cabritillo viene mal colocado y la cabra necesita ayuda.

Cabra Verata con dos cabritillos recién nacidos.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

Muchas veces, las cabras paren en el campo sin ningún tipo de ayuda. Durante el pastoreo, el ganadero debe estar atento a los movimientos de las cabras y si ve que alguna se pone de parto, debe estar cerca por si surge algún problema.


Arriba: Cabra comenzando a parir en el campo.
Abajo: Cabra recién parida.
(c) Isidro Pérez.

Cuando las cabras paren en el campo, el ganadero debe asegurarse que la cría o crías maman y después deberá cargarlos para llevarlos hasta la majada o nave, ya que aunque puedan ponerse en pie, aún son incapaces de desplazarse largas distancias.
Tradicionalmente, en época de paridera, los cabreros siempre llevaban unas alforjas para cargar a los cabritillos.

Juan Antonio Rodríguez con un cabritillo en las alforjas
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal

La imagen del cabrero regresando del campo con dos o tres cabritillos en las alforjas es cada vez menos común. Si alguna cabra pare en el campo, los cabritos se cargan ya en modernas mochilas.

Juan Antonio Rodríguez Vidal con un cabrito en la mochilla.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

No obstante, para evitar este trabajo, el ganadero suele revisar cada mañana las cabras para ver si alguna está a punto de parir, en cuyo caso la deja en la majada. 

Cabra parida en la majada.
(c) Jesús Carreras.
Muchas veces, durante la época de la paridera, es necesaria la ayuda de varias personas para que unos se encarguen del pastoreo y otros atiendan los partos.
Aunque como hemos dicho antes las cabras suelen parir solas y sin ningún tipo de problema, en ocasiones necesitan ayuda al igual que otras hembras de mamíferos domésticas, siendo necesario incluso realizar cesáreas. 






Maravillosas fotografías del parto de mellizos de una cabra Azpi Gorri.
(c) Ibai Menoyo.

Respecto al número de crías por parto, la cabra es un animal prolífico. En las razas más rústicas y de manejo extensivo, así como en las cabras de primer parto, suele nacer una sola cría aunque en ocasiones pueden nacer dos.

Cabra Azpi Gorri con un cabritillo recién nacido.
(c) Ibai Menoyo.

En un gran número de razas, bien sea por la propia genética o por el buen manejo al que se encuentran sometidas las hembras, el parto doble es muy frecuente, hasta el punto de ser la norma en las cabras de segundo y sucesivos partos.

Cabra Azpi gorri con dos cabritillos.
(c) Leire Amundarain.

El parto triple, aunque raro, es bastante frecuente en ciertas razas de aptitud eminentemente lechera aunque también puede tener lugar en otras razas.

Cabra con tres cabritillos.
(c) Isidro Pérez.

Los partos de cuatro o más cabritos, son generalmente más raros aunque de vez en cuando ocurren. Estos partos, entrañan ciertos riesgos debido a que la posibilidad de que se presenten complicaciones, aumenta ostensiblemente.
Además, si no se trata de razas con una elevada producción lechera, es difícil que pueden amamantar a todos los cabritos.

Cabra Verata con cuatro cabritos.
En esta raza, los partos cuádruples son muy raros.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los cabritos pueden mantenerse en pie a los pocos minutos de nacer y a las pocas horas ya son incluso capaces de corretear.
Durante los primeros días, los cabritillos deben permanecer en un lugar cálido y seco. 
En las antiguas majadas, se construían pequeños apartados denominados chiveros para mantener a los chivos separados de las cabras y que no pasasen frío.

Los cabritos deben estar en un lugar cálido y seco.
(c) Ganadería Caprina San Adrián T.C.

Si el tiempo es frío y lluvioso, es aconsejable dejar a los cabritos en el interior de la majada o la nave, pudiendo salir a tomar el sol cuando tienen unos días, siempre en cuando estén en un recinto seguro donde no puedan ser atacados por lobos o zorros.

Cabritillos tomando el sol.
(c) Isidro Pérez.

Los cabritos son muy vivarachos y con unos pocos días ya corretean, salta y pasan el día jugando mientras sus madres están en el campo.
Pese a ser ya muy veloces, tienen poca defensa ante depredadores como zorros, lobos y águilas.

Cabritos Veratos en la majada.
(c) Cristofer Flores Ovejero.

Los cabritos maman durante aproximadamente un mes si se van a destinar a la venta o durante más tiempo si el ganadero pretende dejarlos como futuros reproductores.
Si se trata de cabritos de cabras lecheras de alta producción, los cabritos maman solamente 2-3 días y posteriormente son criados con leche reconstituida con el fin de poder ordeñar a las cabras.

Cabrito mamando.
(c) Silvestre de la Calle García.

Cuando el ganadero estima que los cabritos que ha dejado para reposición de cabras viejas o simplemente para aumentar la piara no deben mamar, los separa de las madres o les coloca el tradicional bozo o "betijo" que les impide mamar pero les permite comer y beber.

Chiva Guisandera con bozo para que no pueda mamar.
(c) Silvestre de la Calle García.

2. LA OVEJA.

La oveja tiene un manejo reproductivo muy similar a la cabra por lo que gran parte de lo dicho antes, nos sirve ahora.
Las ovejas salvajes, tienen la época de celo en otoño y paren en primavera, pero las ovejas domésticas pueden parir en cualquier época del año.

Oveja con corderillo.
(c) Jesús Carreras.

La práctica del "enmandilado" o colocación de mandiles a los carneros, también ha sido una práctica muy habitual, especialmente en rebaños de pequeñas dimensiones, aunque cada vez se realiza con menor frecuencia.

Carnero "enmandilado".
(c) Víctor Manuel Carretero.

Cuando el ganadero considera que es el momento adecuado, reúne a los carneros con las ovejas. Lo mismo que se dijo con las cabras, sirve también para las ovejas. Los carneros son tremendamente agresivos entre ellos y pelean frecuentemente por el control de las hembras.

Rebaño de ovejas y carneros.
(c) Jesús Carreras.

Tras la cubrición, la oveja está preñada cinco meses. El parto en las ovejas es igual que en las cabras. 
Si el ganadero saca todas las ovejas al campo, debe estar pendiente si alguna se pone de parto para recoger a los corderillos y llevarlos hasta la majada.

El ganadero divisa desde su caballo una oveja parida entre la maleza.
(c) Deme González.

Si el parto se produce en la majada, el ganadero deberá estar pendiente por si las ovejas necesitan ayuda.


Ovejas pariendo.
(c) Jesús Carreras.

Lo dicho a la hora de describir la prolificidad en las cabras, sirve para las ovejas. Dependiendo de la raza y el manejo, pueden nacer más o menos corderos.
Los partos en los que sólo nace una única cría, tienen lugar en casos de hembras de primer parto o en ovejas de razas primitivas y rústicas.

Oveja Castellana Negra con un cordero.
(c) Cristina Martín.

El parto doble es muy común cuando las ovejas reciben un esmerado manejo, sobre todo en lo relativo a la alimentación. 

Oveja Castellana con dos corderos, uno blanco y otro negro, nacidos en el mismo parto.
(c) Deme González.

Los partos triples, cuádruples o de más corderos, son más infrecuentes pero de vez en cuando tienen lugar. Razas españolas como la Menorquina o la mítica Gallega, paren 3 ó 4 corderos con relativa frecuencia. Existen algunas razas extranjeras como la Finesa en la que tampoco son raros este tipo de partos aunque destaca sobre cualquier otra raza ovina la rusa Romanov en la que se han registrado asombrosos partos de hasta 9 crías.

Oveja con tres corderos.
(c) Deme González.

Los corderos maman durante aproximadamente un mes antes de la venta o más tiempo si van a dejarse para vida.
En el caso de las ovejas de alta producción lechera, los corderillos maman el calostro durante 2-3 días y luego son criados con leche reconstituida. 

Oveja amamantando a su cordero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Durante la lactancia, los corderos suelen permanecer en las naves o majadas para protegerlos de los depredadores. Las ovejas pueden salir a pastar durante el día o permanecer durante todo el tiempo con los corderillos.

Ovejas con sus corderos en la majada.
(c) Jesús Carreras.

Las ovejas y las cabras al tener una gestación de sólo 5 meses, pueden parir 2 veces al año cuando están sometidas a un buen manejo aunque esto desgasta excesivamente a las hembras y reduce su longevidad.
Tradicionalmente, el intervalo entre partos era de un año y así sigue siendo en las ganaderías de cabras u ovejas de alta producción lechera mientras que en las ganaderías de carne tiende a reducirse el intervalo tratando de conseguir 3 partos en 2 años, siendo el intervalo entre partos de unos 8 meses.

Oveja con su cordero.
(c) Deme González.


3. LA VACA.
Las hembras de Uro, bovino salvaje hoy extinguido del que descienden las vacas actuales, tenían la época de celo a finales del verano y parían 9 meses después.
Las vacas domésticas pueden parir en cualquier época del año tras 9 meses de gestación.

Vaca Avileña-Negra Ibérica con su ternero.
(c) Juan Manuel Yuste.

El ganadero establece la época en la que más le interesa que se cubran y paran las vacas. Para ello, separa al toro o toros cuando no le interesa que cubran a las hembras.
Al contrario que ocurría tradicionalmente con machos cabríos o carneros, nunca se colocaban mandiles a los toros debido a su gran tamaño y temperamento.
Se les mantenía separados en cuadras o en prados convenientemente cercados y lejos de las vacas.

Toro Pirenaico.
(c) Leire Amundarain.

Cuando el ganadero considera que es oportuno, suelta al toro con las vacas para que las cubra.
No es conveniente juntar muchos toros en un prado, pues en época de celo tienden a ser muy territoriales y a pelear por el control de las hembras.

Vaca y toro de raza Tudanca en época de cubrición.
(c) Miguel Alba.

En el caso de las vacas, la prolificidad es muy inferior a la de cabras y ovejas, naciendo generalmente un solo ternero. 

En la mayoría de los casos, las vacas paren una sola cría.
(c) Olga de la Calle Santos.

Ocasionalmente, pueden nacer dos terneros. Esto es cada vez más frecuente en los casos de inseminación artificial y en razas que reciben un manejo muy esmerado.
Los partos de 3 o más crías son sumamente raros, aunque suceden de vez en cuando.

Vaca con dos terneros.
(c) Miguel Alba.

Sin embargo, es poco deseable para la mayoría de los ganaderos, pues las hembras nacidas en un parto múltiple junto con uno o más machos, generalmente es estéril, dando lugar a las populares "vacas machorras" de las que hemos hablado en alguna ocasión.

Vaca machorra de raza Casina, nacida en un parto doble con un macho.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Las vacas de razas rústicas, paren solas en el campo sin ningún tipo de problema. Durante siglos, se han seleccionado vacas capaces de parir sin ningún tipo de ayuda debido a que el mayor tamaño y el fuerte temperamento de las vacas cuando están recién paridas, dificulta la ayuda por parte del hombre.

Vaca Casina recién parida.
(c) Carlos Fidel Vejo.

No obstante, ciertas razas suelen precisar ayuda, especialmente en los casos de partos múltiples. 

Algunas razas pueden necesitar ayuda para parir cuando tienen 2 ó más terneros
Sin embargo, la vaca de la foto parió mellizos en tres ocasiones sin necesitar ningún tipo de ayuda.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pese a que muchas vacas son capaces de parir solas en el campo, cada día son más los ganaderos que controlan la reproducción para que la paridera tenga lugar durante el invierno, cuando las vacas permanecen en muchos lugares estabuladas en naves y cuadras. Esto permite que las crías crezcan a salvo de depredadores como el lobo.

Vaca Tudanca recién parida en una cuadra tradicional.
(c) Miguel Alba.

A los pocos minutos de nacer, los terneros ya se pueden poner de pie y comienzan a mamar. Es imprescindible que mamen durante los 2-3 primeros días para consumir el calostro. 

Vaca Parda de Montaña amantando a su ternero recién nacido.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pasado ese tiempo, la crianza varía en función de la raza y del tipo de explotación. Así, mientras que los terneros de las vacas lecheras de gran producción consumen los calostros y luego son criados a partir de leche reconstituida, los terneros de vacas de carne maman libremente durante un periodo de 5 a 7 meses e incluso más si la vaca no ha quedado preñada nuevamente.

Vaca Casina amantando a su ternero.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Unos días después de su nacimiento, los terneros son ya muy "independientes" aunque no se alejan de sus madres que los protegen de los depredadores. Durante el periodo de crianza los terneros maman muchas veces al día durante las primeras semanas para poco a poco comenzar a alimentarse de hierba y piensos especiales.

Ternerillo en un prado.
(c) David Bernaldo de Quirós.

En algunos casos, se recurre a la crianza con nodrizas o madres adoptivas. Suele tratarse de razas lecheras que son mantenidas en algunas explotaciones para criar terneros huérfanos o mellizos que no pueden ser amantados por sus madres.

"Sofía" amantando a tres terneros.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Para destetar a los terneros, en otros tiempos se utilizaban diversos procedimientos pero lo mejor es separarlos de las madres en una cuadra o prado donde ni se vean ni se oigan.

Terneras en periodo de destete.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

El intervalo entre partos en las vacas es de unos 12-14 meses, si bien no es raro que con un esmerado manejo el intervalo se reduzca a 10-11 meses.

Familia de vacas Avileñas Bardinas.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.



4. YEGUAS Y BURRAS.

La reproducción en las yeguas y burras difiere un poco de las especies anteriores, ya que la época de paridera y cubrición tiene lugar a la vez debido a la larguísima gestación de estas especies que es de unos 11 meses en la yegua y de 12 en la burra, tanto en el caso de las especies salvajes como en las domésticas.
Burra con su cría.
(c) Víctor Manuel Carretero.

Burras y yeguas salen en celo 9 días después del parto por lo que los ganaderos suelen dejar que se cubran y garantizar así el nacimiento de una cría anualmente.
Sin embargo, en otro tiempo, era habitual practicar el llamado sistema de "año y vez" o "año en blanco", consistente en dejar que las hembras pariesen un año sí y otro no con el objetivo de darles descanso.

Yegua con su potrillo.
(c)Jesús Carreras.

Actualmente, debido a las mejoras de manejo, suele dejarse al semental permanentemente con las yeguas y/o burras para que las cubra a los pocos días del parto.
Aunque poliéstricas, las yeguas y burras suelen parir en primavera y verano.

Caballo con yeguas en celo.
(c) Miguel Alba.

Suele nacer una sola cría por parto, siendo rarísimos los partos dobles. En ocasiones, las yeguas y burras que tienen gestaciones dobles, abortan.

Los partos de una sola cría son los más frecuentes en las yeguas y burras.
(c) Silvestre de la Calle García.

Sabido es por todos, que estas dos especies pueden reproducirse entre sí sin ninguna dificultad.
No obstante, si conviven juntas y sin la intervención humana, es más fácil que el burro cubra a una yegua a que un caballo cubra a una burra.

Yegua con una pequeña mula.
(c) Isidro Pérez.

Como las crías de los demás mamíferos domésticos, los potros, buches (burros pequeños) y muletos (mulos pequeños) maman durante varios meses. Si la yegua ha quedado nuevamente preñada, ella misma se encarga de destetar a las crías no dejándolas mamar, pero es mejor separarlas para evitar que las lastime.

Potrillo mamando.
(c) Jesús Carreras.

5. ¿LA MULA?

¿El parto de la mula? ¡Si las mulas no paren!
Efectivamente, siempre se nos ha dicho que por ser un animal híbrido, la mula es estéril.
Bueno, realmente en mi pueblo se contaba que las mulas no parían porque la mula se comió la paja del pesebre del Portal del Belén.

Mulas.
(c) Silvestre de la Calle García.


La mula es un animal "semiestéril". Los machos son absolutamente estériles aunque producen testosterona a niveles normales, por lo cual tienen que ser castrados para el trabajo.
Sin embargo, las mulas tienen un aparato reproductivo perfectamente desarrollado. Pueden llegar a producir óvulos viables y si son cubiertas y se quedan preñadas, la gestación pueden llegar a término aunque suele nacer un animal débil y enfermizo.

Las mulas se emplean para trabajar o como animales de montura.
(c) Silvestre de la Calle García.

Es más fácil que una mula lleve a término la gestación si se cubre de su especie paterna. Esto quiere decir que si el padre de la mula es un burro, será más fácil que se quede preñada si la cubre un burro.
En cualquier caso, el que una mula para de forma natural es sumamente raro aunque con las modernas técnicas de reproducción asistida todo es posible hasta el punto de que ya se emplean con gran éxito las mulas como "vientres de alquiler" gestando potros mediante transferencia de embriones.

Las mulas de gran tamaño son utilizadas cada vez con más frecuencia como "vientres de alquiler".
(c) Silvestre de la Calle García.

6. LA CERDA.

El cerdo doméstico procede del jabalí, animal que tiene su época de celo en invierno y pare en primavera, pudiendo nacer numerosas crías en un solo parto.

El jabalí basa su éxito en sus cualidades reproductivas.
(c) Silvestre de la Calle García.

Las cerdas domésticas tienen una gestación de 3 meses, 3 semanas y 3 días. En cada parto pueden nacer muchas crías dependiendo de la raza desde los 5-6 de ciertas estirpes del cerdo Ibérico a más de 20 en ciertas razas asiáticas llegando a conocerse casos excepcionales de más de 40 crías en un solo parto.
Estas cerdas asiáticas fueron cruzadas con cerdas europeas para obtener las modernas razas de cerdos blancos de elevada prolificidad (10-11 lechones por parto), rápido crecimiento y producción de carne magra.

Cerda de capa blanca con sus lechones.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Suelen parir solas y sin ayuda, aunque conviene que el ganadero esté pendiente si la cerda para en un espacio amplio, pues puede aplastar a algún cochinillo. Para evitar esto, suele confinarse a las cerdas en parideras especiales.
Los lechones maman durante un mínimo de 21 días antes de su venta para carne.

Cerda Ibérica con sus lechones.
(c) Javier Bernal.

Al tener una gestación tan corta, las cerdas pueden parir sin ningún problema 2 veces al año. Pueden llegar a parir 3 veces al año pero en este caso, la vida de la cerda se reduce mucho.

Cerda Ibérica con lechones ya bastante crecidos.
(c) Javier Bernal.

En el caso de los cerdos, la paridera no tenía que estar tan controlada, pues estos animales no dependen solamente de los pastos y son capaces de subsistir en todo tipo de condiciones.

Cerditos en un pinar.
(c) Miguel Alba.

7. LA CONEJA.

El conejo salvaje, animal autóctono de la península Ibérica, puede parir varias veces al año y tener muchas crías por parto, características heredadas por el conejo doméstico.

El antiguo conejo pardo español, raza similar al conejo de campo.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

Las conejas domésticas tienen una gestación de 30 días y pueden cubrirse el mismo día que paren, por lo que pueden parir hasta 12 veces al año y tener camadas que superan las 10 ó 12 crías por parto.
Conviene, no obstante, evitar que las conejas críen los meses más calurosos y más fríos porque las crías pueden morir a causa de las temperaturas extremas.
No requieren ningún tipo de ayuda para parir, básicamente porque es imposible ayudar a un animal tan pequeño.

Conejillos en el nido.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

Las conejas amamantan a sus crías durante 21 días aunque si no van a parir a los 30 días, se puede dejar que los conejillos mamen durante más tiempo.
Para destetarlos, basta con separarlos a una jaula nueva. 

Coneja con sus conejillos.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.


8. GATAS Y PERRAS.

Aunque se trata de especies importantísimas para la ganadería al ser valiosos ayudantes, los gatos y los perros suelen reproducirse sin mucho control.
Los gatos de campo permanecen sueltos en las majadas y se cubren y paren cuando quieren.
En época de celo, los gatos son sumamente escandalosos, especialmente durante las frías noches invernales, pues aunque pueden parir en cualquier época, las gatas suelen parir en primavera que es cuando más roedores y pajarillos hay a su alcance.

Gata con gatitos.
(c) Mariano Martín Ayuso.

En el caso de los perros, sí que se llevaba un control reproductivo más exhaustivo, especialmente cuando se trataba de perros de raza empleados para el pastoreo o la caza.
Los ganaderos o cazadores que tenían una buena perra y querían criar cachorros, vigilaban al animal y cuando estaba en celo, la juntaban con el perro de otro ganadero o cazador asegurándose que tuviese buena morfología y que fuese bueno en su campo de trabajo. De esa forma, se seleccionaba, mejoraba y conservaba la raza deseada.

Perra de raza Carea Castellano Manchego con sus cachorros.
(c) Javier Bernal.

Los pastores solían preferir siempre perras por ser más fieles al rebaño y a la majada, ya que los perros suelen marcharse en época de celo en busca de las perras, metiéndose a veces en peleas con otros perros que ponen en peligro su vida.

Los perros son fieles al ganado, pero en época de celo suelen abandonarlo.
(c) Silvestre de la Calle García.


9. LA "PARIDERA" DE LAS AVES.
Las aves no paren ni tienen épocas de celo. Cuando los machos están con las hembras y estas ponen huevos, serán huevos fértiles que podrán ser incubados artificialmente en cualquier época del año.

Cuando los gallos conviven con las gallinas, los huevos serán fértiles y podrán incubarse siempre que se quiera.
(c) Javier Bernal.

Sin embargo, tradicionalmente, se dejaba que las aves criasen por sí solas durante la primavera, época en la que las hembras de todas las aves tienden a quedarse cluecas aunque por selección artificial, esta característica aparece poco en las razas de aves ponedoras.

Gallina con sus pollitos recién nacidos.
(c) Javier Bernal.

Aunque cualquier ave doméstica puede incubar sus propios huevos, lo habitual es utilizar ciertas aves que son valiosísimas nodrizas como las gallinas enanas y de pelea o las pavas.
Las gallinas enanas y de pelea incubar cualquier tipo de huevos: propios, de gallinas grandes, de pata, de oca, de pava, de perdiz, de faisana, de codorniz...
Cuando nacen los pollitos cuidan de ellos con un gran celo y los defienden de cualquier amenaza.

Gallina de pelea con pollitos de raza Pinrarazada.
(c) Javier Bernal

Las pavas, por regla general más pesadas que las gallinas, no pueden incubar huevos de pequeñas aves como la codorniz o la perdiz, pero pueden incubar huevos propios, de gallina, de pata, de oca, de pava real...
Pueden incubar mayor número de huevos que las gallinas y son unas madres extraordinarias.

Pava incubando.
(c) Mariano Martín Ayuso.

Queridos lectores, espero que este extenso pero interesante artículo haya sido de vuestro agrado.
Aprovecho para dar las gracias a todos los que han colaborado en la realización de este bonito artículo:

- Jesús Carreras.
- Leire Amundarain.
- Ibai Menoyo.
- Isidro Pérez (Padre e hijo).
- Juan Antonio Rodríguez.
- Cristofer Flores.
- Ganadería Caprina San Andrián T.C.
- Víctor Manuel Carretero.
- Deme González.
- Cristina Martín.
- Juan Manuel Yuste e Isabel López.
- Miguel Alba.
- Alonso de la Calle Hidalgo.
- Olga de la Calle.
- David Bernaldo de Quirós.
- Pilar Domínguez.
- Carlos Sánchez.
- Javier Bernal.
- Mariano Martín.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

2 comentarios:

  1. maravillado y sorprendido por lo de las mulas...no lo sabía mil gracias por estas maravillas que nos enseñas

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  2. De las publicaciones que más me ha gustado, un saludo.

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