miércoles, 6 de septiembre de 2023

EL DÍA DEL TORO

Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) es un pequeño pueblo de montaña que ha basado su economía durante siglos en la ganadería complementada con la agricultura, siendo el ganado caprino el principal sustento de sus habitantes, si bien el ganado vacuno siempre ha tenido una gran importancia económica, social y cultural que se reflejó incluso en las festividades locales hasta el punto de que la fiesta de Nuestra Señora de las Angustias, celebrada el 9 de septiembre, era conocida popularmente como "EL DÍA DEL TORO".

Toro Avileño "beciblanco".
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

La presencia de ganado vacuno es muy antigua en Guijo de Santa Bárbara, existiendo documentos en el Archivo Parroquial donde se refleja la cría de este tipo de ganado en el año 1828, cuando Santiago de la Calle (1801-1895) vendió por 440 reales una vaca a la Cofradía de Santa Bárbara.
Sobre la tradición antiquísima de LA VACA DE SANTA BÁRBARA, que aparece ya reflejada en las Ordenanzas de la Cofradía de Santa Bárbara redactadas en 1762, se publicó un artículo en este mismo blog que el lector que lo desee puede consultar (ver enlace al final).

Vacas Avileñas en Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El documento más antiguo en el que se menciona de manera especifica la cría de vacas en Guijo de Santa Bárbara, es el llamado Manuscrito del Seminario escrito hacia 1845.
Al describir la llamada Dehesa de Propios, extenso terreno de pastos perteneciente al Ayuntamiento y con cuyo arriendo se sufragaban gran parte de los gastos municipales, se dice lo siguiente:

"La citada dehesa comprende la sierra del pueblo, nominada de Jaranda, salvo una porción de cosa de 20 fanegadas que pertenece aún a la Comunidad de pueblos de Plasencia. Comprende unas 500 fanegas, las 100 de roble y matarraña infructífera y las 400 de canchales y despeñaderos donde perece más ganado que por ninguna otra causa.
Los pastos que crecen entre las peñas son de mucho apruebo produciendo exquisito queso de cabras, carnes muy sólidas y GANADO VACUNO FINO PARA EL TRABAJO".

El mismo documento al tratar sobre las producciones del pueblo, dice que hay "1000 cabras y 80 vacas cuyo producto de queso, leche y carne se consume en los pueblos inmediatos".

Arando con yunta de vacas y arado romano.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Por tradición oral y una magnífica fotografía conservada por una familia vaquera del municipio, sabemos que hasta bien entrado el siglo XX todo el ganado vacuno criado en Guijo de Santa Bárbara respondía a un tipo similar a la actual raza Avileña-Negra Ibérica y en concreto a la variedad bociblanca o "beciblanca".

Toro de Cipriano Jiménez Pérez.
Fotografía de 1925.
(c) Colección Familia De la Calle.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez (1924-2022), vaquero de Guijo de Santa Bárbara durante varias décadas, nos contaba lo siguiente:

"Todas las vacas eran de las que aquí se llamaban negras. Eran medianas y con patas fuertes para poder andar bien por la sierra. Tenían cabeza grande y cuernos largos y fuertes para poder sujetar bien los yugos. 
Todas eran negras, muchas con el hocico blanco y algunas tenían reflejos rojizos y se las llamaba mulatas. Había alguna jarda pero pocas.
Se utilizaban para criar becerros que se vendían al destete con 6 ó 7 meses. Algunas se ordeñaban para tener leche y queso para casa. 
También se utilizaban para trabajar según contaban los antiguos, pero cuando yo era chico ya sólo quedaba una yunta que desapareció antes de la Guerra.
Eran vacas mansas, aunque algunas salían bastante recias y había que tener cuidado cuando estaban recién paridas o cuando se veían acorraladas".

Vaca idéntica a las descritas más arriba.
(c) Silvestre de la Calle García.

Lo que nos interesa a nosotros es esa última descripción: las vacas recias.
Aunque los ganaderos tenían a las vacas para criar terneros y ordeñarlas eventualmente, además de trabajar con ellas en épocas pasadas, y por lo tanto debían ser animales dóciles. Sin embargo, al compartir las sierra con los abundantes lobos, las vacas tenían que tener cierta "bravura" para poder defender a los terneros y defenderse ellas mismas característica que, lógicamente, también tenían los toros nacidos de estas vacas y que era aprovechada por los guijeños para celebrar el DÍA DEL TORO como acto final de las fiestas en honor a Nuestra Señora de las Angustias. 

Vaca Avileña con su ternero.
(c) Silvestre de la Calle García.

¿Cuándo y cómo llegó la devoción de Nuestra Señora de las Angustias al pueblo de Guijo de Santa Bárbara?
Estamos ante una devoción relativamente reciente en este municipio, pues data de 1881 cuando se construyó una pequeña capilla junto al cementerio y que posteriormente fue ampliada en 1894 dando lugar a la ermita que conocemos actualmente.

La ermita de Nuestra Señora de las Angustias. 1894.
(c) Colección Familia De la Calle.

Sobre todo esto hablamos detalladamente en otro artículo del blog que lleva por título LA ERMITA DEL PASTOR que se puede consultar (ver enlace al final).
El título de dicho artículo se debe a que la ermita fue construida por D. Antonio Jiménez García (1810-1898), más conocido como "El Abuelo Viejo" y que, aunque fue escribiente, secretario municipal, alcalde, diputado provincial y Caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, fue algún tiempo pastor tal y como él mismo decía y como quiso que apareciese reflejado en su lápida.

Antonio Jiménez García y su esposa Josefa Santos García (1890).
(c) Colección Familia De la Calle.

Don Antonio Jiménez García era un hombre profundamente religioso y regaló al pueblo del Guijo la preciosa imagen de Nuestra Señora de las Angustias, si bien en la novena que se reza antes de la fiesta se dice que la imagen fue un regalo concedido por Dios en premio por su fe al pueblo del Guijo y que fue fabricada por los ángeles y traída misteriosamente por ellos.
Fue este ganadero guijeño el que se encargó de costear en gran parte las obras de la primitiva capilla, aunque otros feligreses del pueblo también colaboraron en ello y fue el que decidió que el reducido templo debía ampliarse.

Imagen de Nuestra Señora de las Angustias.
(c) Prado Rodríguez Vergara.

Pero hablemos del famoso DÍA DEL TORO pues, como ya hemos dicho, todo lo relativo a la devoción de Nuestra Señora de las Angustias ya se trató en el artículo citado más arriba.
Situada hoy en la parte alta del casco urbano de Guijo de Santa Bárbara ( antaño estaba fuera del pueblo) se encuentra la Plaza Los Toros, antiquísimo recinto de altos muros de piedra seca y de forma ligeramente elíptica que tiene adosado un pequeño recinto circular de menores dimensiones llamado toril. 

Plaza Los Toros de Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Desde tiempo inmemorial, se ha utilizado para realizar diversas actividades relacionadas con el manejo del ganado vacuno extensivo como separar animales para llevarlos a distintas zonas, cambiar cencerros o campanillos, herrar a las chotas, curar a algún animal...y más modernamente para pesar y embarcar terneros para la venta.

Apartando vacas en la Plaza.
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, su nombre viene dado por el festejo al que estamos aludiendo a lo largo del artículo y que pasamos a explicar.
El día 9 de septiembre por la tarde, como acto final de las fiestas en honor a Nuestra Señora de las Angustias y también a las de Nuestra Señora del Socorro (8 de septiembre), tenía lugar un festejo consistente en una corrida de toros pero totalmente distinta a las habituales ya que el toro no era picado ni matado.

Día del Toro. 1925.
(c) Colección Familia de la Calle.

Los vaqueros guijeños que, por ser los "ricos" del pueblo, solían tener cargos en el gobierno local además de contar con tiempo libre para fiestas frente a los cabreros que tenían que estar todo el día en la sierra con las cabras, se reunían y valoraban cuál era el toro más bravo del pueblo.
Normalmente cada vaquero tenía a finales del siglo XIX y comienzos del XX 10 ó 12 vacas, siendo muy raro el que tenía más de 20, manteniendo además un toro para utilizarlo como semental y que las vacas quedasen preñadas y pariesen buenos terneros.

Una vaca "de las de antes".
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

Los toros eran siempre de la misma raza que las vacas citadas al comienzo de este artículo, criándose a menudo de terneros de la misma ganadería aunque de vez en cuando se compraban chotos o añojos a otros ganaderos con el fin de "renovar la sangre"  y evitar así los efectos de la consanguinidad.
Hasta la década de 1930 no se conoció otro tipo de toro que el descrito: medianos, negros o mulatos y generalmente bociblancos.
Tras la Guerra Civil, comenzaron a introducirse toros de nuevas razas como Suizos (Frisones) y un tipo de toro negro de mayor tamaño que hoy llamaríamos "Avileño mejorado" fruto del cruce entre las Avileñas antiguas y sementales de raza Negra Campiñesa o Negra Andaluza.
Varias décadas después se introdujeron toros de razas cárnicas como la Charolesa o la Limusina que son hoy en día los mayoritarios.

Gregorio Pobre García con un magnífico toro.
(c) Colección Belén Pobre Pobre.

Una vez que se había decidido cuál era el toro más bravo, se le llevaba a la Plaza Los Toros para el festejo.
Normalmente, el animal quedaba encerrado en la casilla de Cipriano Jiménez Pérez (1863-1927) juez de paz de municipio y también vaquero. De hecho, durante bastantes años, los toros más bravos fueron los del propio Cipriano y su hermano Simón destacando también años más tarde los toros de Gregorio Pobre García.
Como curiosidad, diremos que Cipriano Jiménez Pérez era nieto político del Abuelo Viejo, al estar casado con Josefa Esteban Jiménez (1869-1951), nieta de tan insigne personaje.

Cipriano Jiménez Pérez. 1925.
(c) Colección Familia de la Calle.

A las cinco de la tarde, todo el pueblo se concentraba en la Plaza, sentándose en la pared. Un rato antes, los vaqueros habían llevado el toro desde la casilla hasta la Plaza, recorriendo una distancia de poco más de 20 metros puesto que la Plaza tenía entonces la entrada justo al lado contrario de donde la tiene actualmente y mirando hacia el norte, al lado de la fuente y lavadero de El Llano.
Conforme iba llegando la gente, el animal se ponía nervioso y daba vueltas tratando de buscar una salida. Cuando el Reloj de la Villa daba las cinco, comenzaba el festejo.

Reloj de la Villa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Algún valiente se metía a la plaza y con algún rudimentario capote, que solía ser un simple trapo o una camisa vieja, trataba de dar algún pase al toro, el cual hacía poco caso al engaño.
El animal continuaba dando vueltas y mugiendo (berreando en terminología local) llamando a las vacas con las que solía estar.
Cuando el animal daba muestras de cansancio y aburrimiento y se negaba a correr, se daba por terminado el festejo.
La gente se marchaba a casa y los vaqueros recogían al toro en la casilla o se limitaban a abrir la puerta de la plaza para que el animal fuese solo a la sierra con las vacas.

Toro pastando.
(c) Silvestre de la Calle García.

Este festejo tenía gran importancia para los vaqueros guijeños pues era una forma de lucir a su toro y poder presumir de él ante todo el pueblo.
Con el paso del tiempo, la tradición del DÍA DEL TORO desapareció debido a que las nuevas razas vacunas introducidas en el pueblo se prestaban menos a ser "toreadas" y también a la emigración.
En vista de que durante los meses de verano había mucha gente en el pueblo pero que en septiembre marchaban a sus nuevas residencias, se decidió recuperar la tradición taurina realizando capeas de vaquillas en las Fiestas de Verano celebradas en torno al día 15 de agosto. 
Desde 2019 los guijeños han recuperado en esta fecha la celebración de Nuestra Señora del Socorro.

Capea de vaquillas el 15 de agosto.
(c) Prado Rodríguez Vergara.

Sin embargo, dada la gran devoción de los guijeños hacia Nuestra Señora de las Angustias, cuya fiesta se sigue celebrando con gran solemnidad el día 9 de septiembre y con diversos actos además de la celebración litúrgica propiamente dicha, bien podía recuperarse el DÍA DEL TORO con algún acto como la celebración de una muestra o concurso de sementales en la Plaza de Toros sobre todo teniendo en cuenta la gran importancia que tiene hoy la ganadería vacuna de aptitud cárnica en Guijo de Santa Bárbara al ser uno de los pilares básicos de la economía local.
Dejamos esta idea en manos de los ganaderos y el gobierno local...

Toro Avileño junto a la Plaza Los Toros.
(c) Silvestre de la Calle García.

NOTA FINAL DEL AUTOR.
Escribir este artículo tiene un significado especial para mí, pues la maravillosa fotografía del DÍA DEL TORO de 1925 la conservaba mi abuelo Antonio Leandro de la Calle Jiménez en el álbum familiar que Cipriano Jiménez Pérez era su abuelo.
Siempre me encantó ver esa foto y fue precisamente mi abuelo el que me habló muchas veces del Día del Toro por lo que si hoy puedo escribir este artículo es gracias a él.
Lamentablemente, ya no podrá verlo porque justo hace un año, el 7 de septiembre de 2022, nos dejó días antes de cumplir los 98 años.
A su memoria dedico este artículo.

Con mis abuelos Antonio y Visitación.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García. 

ENLACES DE INTERÉS:

- LA VACA DE SANTA BÁRBARA.


- LA ERMITA DEL PASTOR.

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