jueves, 3 de noviembre de 2022

EL HERRADERO

Desde tiempo inmemorial, la manera más eficaz de identificar al ganado era el marcado a fuego empleando un hierro caliente, operación que se conoce como herrado. Esta práctica se complementa con la realización de la señal de oreja que, posiblemente, fuese el primer método utilizado por el hombre para marcar a los animales.
El día en el que se realiza esta operación a todos los animales nacidos en una misma ganadería a lo largo del último año, es conocido como herradero.

Herrando una ternera.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

Aunque tradicionalmente se marcaba a todo tipo de ganado, hoy en día es una práctica más habitual en el ganado vacuno y equino, siendo ya prácticamente anecdótica en el ovino donde se sustituye el herrado por el empegado. 
En otros tiempos, las ovejas eran marcadas con un hierro caliente aplicado en la trenca o frente pero esta práctica ha desaparecido ya casi por completo y se opta por marcar a los animales con pez caliente en el costado cuando están recién esquilados.

Ovejas "empegadas"
(c) Silvestre de la Calle García.

En el vacuno y el equino, el herrado a fuego sigue realizándose tanto por tradición como por necesidad a la hora de manejar el ganado.
Tanto el empegado de las ovejas como el herrado de vacas y equinos, se complementa con la señal de oreja, consistente en realizar determinados cortes en las orejas del animal.

Vaca Avileña-Negra Ibérica bociblanca herrada y señalada.
(c) Miguel Alba Vegas.

El nombre de esta operación proviene de la palabra HIERRO que, en este caso no designa específicamente al metal, sino a la marca identificativa de la ganadería y que tradicionalmente estaba constituida por una pieza de hierro forjado que una vez calentada al fuego imprime en la piel del animal la marca deseada.

Hierro tradicional.
Forjado por orden de Antonio Marcos de la Calle Rosado (1825-1914)
(c) Silvestre de la Calle García.

El Hierro de una ganadería pasa de padres a hijos. 
Tradicionalmente pasaba de una forma muy curiosa pues no era heredado por el hijo mayor sino que pasaba junto con el ganado paterno al hijo más pequeño o al último que siguiese con el oficio.
Cuando un hijo se independizaba, el padre le regalaba unas cabezas de ganado que podía mantener dentro de la ganadería paterna pero con diferente hierro y señal. Esto se repetía con todos los hijos hasta que el último se quedaba con el hierro, el ganado y en ocasiones incluso la casa del padre por ser el último en vivir en ella.
Actualmente, en no pocos lugares, se mantiene esta tradición al heredar el hierro.

Antonio Marcos de la Calle Rosado (1825_1914)
Ganadero de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
Su ganado, hierro y señal fueron heredados por su hijo menor Andrés de la Calle y García de Aguilar (1866-1943).
(c) Colección Familia De la Calle.

Dependiendo de las zonas y las costumbres locales, se coloca uno o más hierros a cada animal.
1. Hierro de la ganadería: El mismo para todos los animales de la explotación. Se coloca en la parte superior del anca, derecha o izquierda, del animal.

2. Guarismo del año de nacimiento: Colocado más abajo que el anterior y asignado a todos los animales nacidos en un año determinado que no corresponde al año natural sino al año ganadero que, dependiendo de las zonas varía de fecha aunque suele ser de San Juan a San Juan (24 de junio).

3. Número en la ganadería: Del 1 al 100. Colocado en el costado. Expresa el número que ocupa el animal dentro de los terneros nacidos en el año o dentro del total de reses de la ganadería.
Este tipo de marca es exclusivo de las ganaderías de Lidia o de aquellas de gran efectivo.

Vaca con los distintos hierros.
(c) Silvestre de la Calle García.

La señal de oreja, como su propio nombre indica, se realiza en las orejas del animal practicando diferentes cortes con una navaja para formar una determinada figura.
Puede ser igual en ambas orejas o diferente.
Existen una gran variedad de tipos cuyo nombre varía de unas regiones a otras e incluso entre pueblos vecinos:
"jendía", "partía", "jorcá", "cercellá" "remisaco" o "rabisaco", puerta, hoja de higuera, "espuntá", "orejisana"....
Al poder combinarse dos señales, las posibilidades son infinitas.

Ternera ya señalada.
(c) Silvestre de la Calle García.

El herradero de las terneras, que es el que vamos a tomar como ejemplo, se practica cuando todas las terneras de la explotación ya han sido destetadas. Hasta ese momento, se las identifica como hija de tal o cual vaca. Por ejemplo:
"la chota de la Cachorra", "la chota de la Corza"...

Terneros con la madre.
Vaca Avileña Negra Ibérica bociblanca con terneros bardinos.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

Sin embargo, desde el momento en el que son herradas y señaladas, se les asigna también un nombre para distinguirlas y que suele estar relacionado con el de la madre o con alguna característica especial del animal.

Terneras separadas ya de las madres.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La fecha elegida para el herradero va condicionada por el manejo que se lleve a cabo en la explotación.
En explotaciones extensivas de gran efectivo, se practica muy pronto ya que los terneros una vez destetados, son trasladados a otros cercados o fincas y deben estar perfectamente identificados.
Cuando el ganado no se mueve de la finca, se espera un poco más pues es más fácil marcar correctamente cuando los animales están más desarrollados.
También influye el modo de hacer el herrado dependiendo de si los animales se tumban en el suelo o si son herrados en potros inmovilizadores o en cajones, pues si se realiza en el suelo, que es el sistema tradicional, los animales grandes son más difíciles de manejar.

Terneras Avileñas de distintas capas (bardina, bociblanca y negra)
Navarredonda de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Se espera normalmente al otoño o invierno para evitar las moscas y otros parásitos que pueden causar infecciones en las heridas antes de su cicatrización, pero al mismo tiempo no conviene que haya mucha humedad o que el tiempo sea excesivamente frío.

Los soleados días de finales de otoño son ideales para el herradero.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Elegido el día, se reúnen el propietario de los animales y otros vaqueros y familiares para llevar a cabo la tarea pues, si realiza a la antigua usanza, es necesaria la participación de hombres fuertes para sujetar a los indómitos animales que, al verse encerrados en un espacio reducido, se pueden volver verdaderamente peligrosos.

Conduciendo las terneras hasta el lugar del herradero.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Una vez que las terneras están en el lugar elegido, se las deja tranquilas para que se calmen un poco.
Conviene elegir un recinto pequeño y del que el ganado no pueda escapar de ningún modo. Si el suelo es de tierra y no está excesivamente duro, no es necesario realizar nada más, pero si hay piedras o si la tierra está muy dura, conviene esparcir una buena capa de paja para que tanto los animales como los vaqueros no sufran ningún accidente.

Terneras avileñas en el interior de una nave con paja en el suelo.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

En ocasiones, el herradero se realiza en los tradicionales toriles, cercados circulares con muro de piedra de 1,5 a 2 metros de altura y 5-10 metros de diámetro.
Los toriles pueden ser de propiedad particular aunque es frecuente en muchos pueblos ganaderos que existan construcciones de este tipo de propiedad municipal o comunal situadas a las afueras de la población y que han sido utilizadas desde tiempo inmemorial para realizar esta y otras operaciones de manejo del ganado.

Toril en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las terneras son llevadas al toril y cuando están dentro, se cierra la puerta para impedir que se escapen.
No es tarea fácil conseguir que unos animales poco acostumbrados todavía al contacto con el hombre, entre en el toril. El ganadero se vale entonces de trucos como dar pienso a alguna de las reses más mansas para que entre la primera y atraiga a las demás tras de sí.

Encerrando las terneras en el toril.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

Mientras tanto, cerca del lugar, se prepara el fuego para calentar los hierros. Una persona deberá estar pendiente todo el rato de que la llama sea la adecuada y para dar a la persona que está herrando el hierro demandado en cada momento en función de los que se coloquen en la explotación.

Hierros calentándose al fuego.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Cuando los hierros están listos, los vaqueros empiezan a agarrar y tumbar al primer animal para aplicarle los hierros.
Un hombre con suficiente fuerza y que sepa manejar a los animales, es capaz de tumbar a una ternera sin problema alguno pero tan pronto como ésta esté en el suelo, varios hombres deberán sujetarla para que no se mueva, atando las patas del animal y sujetando la cola y la cabeza.

Inmovilizando una ternera.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

A lo hora de colocar el hierro, es preciso tener buen pulso para que el hierro quede en el punto justo y bien marcado, de forma que al crecer el animal no quede desviado y que cuando en invierno le crezca el pelo, se vea suficientemente bien.

Colocando el hierro.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

Una vez colocados los hierros, se realiza la señal de oreja con una navaja bien afilada. También se requería muy buen pulso para esta tarea y, al igual que para colocar el hierro, el animal debía estar perfectamente inmovilizado.
La realización de la señal de oreja podía realizarse mucho antes del herradero pues si nacía alguna ternera que gustaba especialmente al ganadero, se realizaba la señal cuando aún era pequeña.

Realizando la señal de oreja.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

El mismo proceso se repite hasta que todos los animales están herrados y señalados. Tras dejarles un rato en el recinto donde han sido herrados, se les suelta para que pasten tranquilamente.
En ocasiones, varios ganaderos con escaso número de animales, juntaban sus animales para hacer el herradero marcando cada uno con su hierro a sus terneras.

Terneras ya herradas.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

La práctica del herrado de los bovinos, está especialmente arraigada en las zonas adehesadas el suroeste de España donde tradicionalmente el ganado formaba grandes vacadas explotadas de forma extensiva en terrenos que, hasta hace unas décadas estaban completamente abiertos.
También en todas las zonas donde hay ganado de Lidia, se lleva a cabo la práctica del herrado y en regiones donde se mantiene ganado vacuno en régimen de semilibertad.

Vaca Avileña-Negra Ibérica con ternero bardino en una dehesa extrmeña.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

Además, la milenaria práctica de la trashumancia, hacía que dos veces al año el ganado recorriese las cañadas, cordeles y veredas.
Por todo ello, era fundamental que el ganado estuviese marcado para poder ser reconocido en caso de pérdida o robo y en el caso de que causase algún daño en una propiedad.

Vaca Avileña-Negra Ibérica trashumante.
Cuevas del Valle (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

El hierro y la señal de oreja son complementarios. Si el animal muestra el costado opuesto al hierro o éste no se ve bien por el pelo largo del invierno, la señal de oreja permite diferenciar claramente al animal.
En caso de robo, la señal de oreja puede modificarse pero el hierro no puede cambiarse de ninguna forma.
Por ello, el uso de ambas señales es totalmente necesario.

Vaca Avileña-Negra Ibérica herrada y señalada.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

En cuanto a los equinos, especialmente los caballos, es válido todo lo dicho para los bovinos.
El herrado a fuego es una práctica muy común en aquellos lugares donde se mantienen yeguadas colectivas en régimen extensivo o semisalvaje en zonas montañosas, siendo recogidas una vez al año para retirar el desvieje o los animales destinados para la venta y para elegir los futuros reproductores que serán herrados y señalados.
También es práctica habitual marcar con el Hierro del Estado a aquellos caballos y mulos hijos de caballos de las Yeguadas Militares lo que indica su calidad.

Yegua con el Hierro del Estado.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Puede parecer que en estos tiempos en los que el ganado está identificado perfectamente con los crotales termoplásticos en el caso de los bovinos y la colocación de microchips en el caso de los equinos, sea algo innecesario, pero se trata de una antiquísima tradición y además sigue siendo necesario cuando el ganado es mantenido en grandes espacios abiertos y a menudo junto a animales de otros propietarios, donde es necesario que todo el mundo reconozcan al ganado de los vecinos.

Vacas Avileñas herradas y señaladas.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tradicionalmente, el herradero constituía una fiesta más dentro del calendario familiar como el esquileo de las ovejas o la matanza y a ella se invitaba a otros ganaderos, familiares y amigos. 
Todos los vaqueros de un mismo pueblo se ayudaban unos a otros en los herraderos, turnándose para realizar esta tarea.
Los dueños del ganado ofrecían una comida a los asistentes. Esta costumbre, se conserva en muchos pueblos.
Podía ofrecerse una comida "a seco" a base de embutidos de la matanza y queso todo regado con buen vino o bien asarse carne o hacer un cocido o una caldereta.

Preparando caldereta y café a la antigua usanza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hoy en día, en muchos pueblos de gran tradición vaquera, el herradero se ha convertido en una fiesta popular en la que colaboran vaqueros y vecinos para dar a conocer esta antiquísima tradición tanto a los jóvenes del pueblo y a los que en su día marcharon a la ciudad como a los visitantes que atraídos por tan singular evento, acuden a los pueblos.
Muy común es esto en los pueblos cercanos a la sierra de Gredos, cuna de la gran raza bovina Avileña-Negra Ibérica.

Herradero tradicional.
San Martín de la Vega del Alberche (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Esperemos que la antiquísima tradición del herrado y señalado del ganado no se pierda nunca y que año tras año se realicen herraderos en nuestros pueblos y dehesas para que los viejos recuerden los momentos vividos y los jóvenes puedan saber de dónde vienen.

Ternera herrada.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

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