lunes, 9 de octubre de 2023

EL ZAGAL

Con el nombre de ZAGAL se conocía, y aún se conoce, en muchas zonas de España al joven menor de 18 años dedicado al pastoreo, percibiendo un salario por su trabajo y adquiriendo poco a poco la experiencia necesaria para convertirse llegado el momento en pastor profesional.

Zagal con cabritillo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

ORIGEN DEL NOMBRE.
La palabra zagal hace referencia a zaga, ya que durante el pastoreo diario o careo y durante los recorridos trashumantes, estos jóvenes caminaban en la parte posterior del rebaño mientras que los pastores más experimentados se colocaban a en la cabeza o parte delantera y a los lados del rebaño.

Zagal tras las cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El zagal debía estar pendiente de vigilar que  ningún animal se quedase atrás pues de lo contrario podría ser presa de los osos, lobos y otros depredadores.
Era frecuente ver a los zagales llevando sobre los hombros algún cordero incapaz de seguir la marcha o cabritillos y corderillos recién nacidos en las alforjas.

Zagal con cordero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Normalmente, se consideraba a un joven como zagal entre los 14 años, edad a la que acaban la escuela, y los 18-19 años, edad a la que tenían que marchar a realizar el Servicio Militar o "La Mili" puesto que a partir de ese momento, eran considerados como adultos aunque la mayoría de edad en épocas pasadas no se alcanzaba hasta los 23 ó 25 años dependiendo de la época.

Juan García García.
Zagal de Guijo de Santa Bárbara realizando "La Mili" en Melilla.
(c) Familia De la Calle.

TRABAJO DEL ZAGAL.
Al ser jóvenes con poca experiencia y no tener la fortaleza física de los adultos, los zagales solían realizar tareas menores. El careo o pastoreo del ganado podía ser realizado por cualquier persona, siempre y cuando tuviese unos conocimientos mínimos de ganadería, hasta el punto de que incluso las mujeres, los niños y los ancianos desempeñaban dicha actividad en muchos lugares.

Zagal con las cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En las ganaderías de cierta importancia se contrataban zagales, lo cual era un signo de distinción social entre los ganaderos pues el poder costear la manutención y soldada de un zagal, suponía que un ganadero y su familia gozaban de una buena situación económica.

Zagal con las vacas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En ocasiones, generalmente en aquellas familias que tenían una economía agropecuaria diversificada, los jóvenes trabajadores desempeñaban todo tipo de tareas y no sólo aquellas relacionadas con el pastoreo. Cuando esto ocurría, no se hablaba de zagales sino de criados.

Criado con yunta de vacas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando un zagal comenzaba a trabajar o "servir" en casa de una familia ganadera, tenía asegurados el alojamiento, la manutención, la soldada y la denominada "escusa", cantidad de ganado que era propiedad del zagal pero cuyos gastos eran sufragados por el amo.
De todo esto hablamos con detalle en la entrada de este blog titulada 

Zagal con cabras y perro.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

TIPOS DE ZAGALES.
Debemos hacer una distinción entre los zagales ordinarios, los zagales de La Mesta y lo que podríamos llamar zagales familiares.

1. ZAGALES ORDINARIOS.
Trabajaban en cualquier ganadería y con cualquier clase de ganado a menudo bajo las órdenes directas del amo o de un pastor más experimentado que le indicaba lo que debía hacer en todo momento hasta que poco a poco el joven iba aprendiendo por imitación lo que debía hacer en cada momento.

Cabrero y zagal.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Durante el pastoreo o careo, estos zagales se ocupaban de vigilar que ningún animal rebasase los límites establecidos, invadiese fincas privadas, se quedase atrás, corriendo para ello tras los animales al principio a las órdenes del pastor y posteriormente por iniciativa propia.
Muchos lectores se darán cuenta que estas tareas son las que desempeñan hoy en día los perros pastores, pero en España hasta finales del siglo XVIII e incluso bien avanzado el XIX, dichos perros fueron totalmente desconocidos ya que el ganado pastoreaba en inmensas extensiones donde no había cultivos y donde se precisaban perros de gran tamaño como los mastines para defender al ganado de los depredadores pero no para conducirlo.

Careas Castellano-Manchegos.
(c) Javier Bernal Corral.

Además del pastoreo o careo en el campo, los zagales realizaban todo tipo de tareas: ordeño, cuidado de las crías y animales débiles, limpieza de corrales, cambio de redes, transporte de la leche o el queso desde la majada o el chozo hasta el pueblo...
También cumplían funciones de recaderos o de "rancheros" llevando y/o preparando la comida para el amo, si bien estas tareas solían ser realizadas en muchas ganaderías por mozas contratadas al efecto.

Zagal ordeñando una cabra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


2. ZAGALES DE LA MESTA O TRASHUMANTES.
Los zagales que trabajaban en los rebaños y cabañas que formaban parte del Honrado Concejo de La Mesta (1273-1836) y que posteriormente fueron simplemente explotaciones trashumantes, ocupaban el último puesto de una rigurosa jerarquía siendo el mayoral el máximo responsable de la ganadería mientras que bajo él estaban los rabadanes, los compañeros, los ayudadores, los personas y los sobrados por debajo de los cuales estaban los zagales que siempre cumplían las órdenes del mayoral.

Rebaño de ovejas trashumantes.
(c) Miguel Alba Vegas.

El zagal seguía siempre las órdenes del rabadán, puesto que el mayoral se encargaba de llevar las cuentas pero no vivía junto al ganado como los demás pastores.
Los zagales tenían la ventaja de poder dormir en el chozo junto al rabadán, mientras que otros pastores se veían obligados a dormir en los rústicos "chozuelos" o chozos portátiles que se iban desplazando por la dehesa a la hora de colocar la red para que durmiesen las ovejas y abonase el terreno.

Zagal junto al chozo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En el chozo, el zagal tenía que hacerse cargo de la limpieza, de encender el fuego, de preparar la comida o la cena para los demás pastores, preparar la comida de los mastines, de ir a recoger leña, de ir al pozo, fuente o río más cercano a por el agua con los cántaros....
Además de eso, iba al pueblo más próximo a comprar provisiones cuando el rabadán lo estimaba oportuno.
Por tales motivos, los zagales eran conocidos también en las ganaderías trashumantes como "recaderos" y "pinches".

Preparando caldereta y café de puchero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Durante el día, el zagal se encargaba del pastoreo o careo de los animales que necesitaban menos atenciones como las borras u ovejas jóvenes y las machorras o estériles, llevándolas a pastar a las zonas más pobres, agrestes e inhóspitas de la finca donde a menudo se encontraba con zagales de las fincas colindantes, mitigando así su soledad diurna.
Para comer, se llevaba el morral con pan, tocino, embutido, cecina, queso...

El zagal con el morral.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

3. ZAGALES FAMILIARES.
Se trataba de jóvenes, de menor edad incluso que los zagales ordinarios, que empezaban a trabajar muy pronto con el ganado familiar a menudo con edades comprendidas entre los 7 y los 9 años y, por lo tanto sin posibilidad de asistir a la escuela o al menos de hacerlo con regularidad. 

José Luis Hidalgo Burcio.
Zagalillo con un carnero manso.
(c) Familia De la Calle.

Muchas veces, los zagales trabajaban cuidando el ganado de sus padres o abuelos por lo que no recibían sueldo alguno.
En estos casos, el padre o abuelo del joven podía ir señalando cada año una o varias chivas o corderas que iban conformando la escusa del zagal y que llegado el momento servirían para que el joven formase su propia ganadería.

Chivas.
(c) Silvestre de la Calle García.

En otras ocasiones, jóvenes pertenecientes a familias muy numerosas o con escasos recursos económicos, comenzaban a trabajar a muy temprana edad en casa de algún ganadero pero sólo recibían alojamiento y comida, siendo considerados auténticos miembros de la familia comiendo en la misma mesa que los amos y disponiendo de una buena alcoba para dormir.
De esta forma, se "aligeraba" la carga de la familia del zagal y los amos tenían mano de obra prácticamente sin gasto alguno.

Alcoba en una casa tradicional.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

LA VIDA DEL ZAGAL.
La vida de los zagales era realmente dura y más aún sin la comparamos desde la perspectiva actual.
Ciertamente, hace 5 ó 6 décadas, los jóvenes maduraban mucho antes y los 10 ó 12 años de entonces equivalían a los 18 ó 20 de hoy. 
Desde pequeños eran muy conscientes de las necesidades familiares y de que era preciso comenzar a trabajar y llevar dinero a casa lo antes posible.

El zagal junto al morral y el berrendo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, no dejaba de ser duro para un muchacho de esa edad abandonar su casa y su familia para irse a vivir con gente extraña aunque solían ser recibidos como verdaderos hijos y en pocos años se llegaba a forjar una relación de auténtica familia con los amos, no siendo raro, especialmente en el caso de las ganaderías más modestas, que el zagal al llegar a la edad adulta llegase a casarse con alguna hija de los amos.

El zagal y los amos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando los zagales comenzaban a trabajar o a "servir" en una casa, como aún eran muy jóvenes, el padre o algún otro hombre de la familia, acordaba el contrato o "ajuste" del joven con el amo, especificando aspectos como la soldada o dinero en metálico que recibiría mensualmente, la manutención, la escusa...
Los amos tenían especial consideración con los zagales para que estuviesen bien en la casa pero desde el primer momento marcaban su autoridad, como es lógico, aunque en una sociedad donde se tenía gran respeto a los mayores esto no había que recalcarlo mucho porque el joven ya lo sabía.

Zagal con cabritillo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como se ha explicado antes, la vida diaria del zagal era muy distinta según el "tipo" al que perteneciese, pero en cualquier caso, su trabajo era similar.
Madrugaba, desayunaba  e incluso preparaba el fuego y el desayuno para los compañeros, pasaba el día en el campo con el ganado sin importar si hacía, sol, frío, calor, si llovía, si nevaba... y al caer la tarde regresaba al chozo, a la majada o a casa, no acabando ahí sus tareas en muchas ocasiones puesto que tenía que hacer labores de cocina, limpieza y demás siempre y cuando estuviese en el chozo y no en una casa.

Zagal regresando a casa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En lo referente a la soldada (sueldo en metálico) y a la escusa (ganado mantenido por el amo pero cuya producción era para el zagal) no había grandes diferencias entre los zagales, pero en cuanto a la manutención sí que era muy diferente.
Los zagales ordinarios y los familiares vivían con la familia del amo y estaban generalmente "a gasto abierto" comiendo lo mismo que los amos y recibiendo cada día el morral con la comida para ir al campo.

Patatas revolconas con torreznos y pimientos secos fritos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los zagales trashumantes disfrutaban de una dieta más sencilla al igual que sus demás compañeros, aportando el amo sólo el pan y escasos ingredientes más (aceite, sal, ajos y pimentón), motivo por el cual los pastores trashumantes comían básicamente sopas y migas, debiendo comprar o llevarse de casa cecina, embutidos, queso...

Zagal con el morral.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El zagal solía servir, como ya dijimos antes, hasta que "entraba en quinta" y era requerido para realizar el Servicio Militar. Los demás pastores en el caso de los zagales trashumantes y el amo en el caso de los zagales ordinarios o familiares
, vivían su marcha con tanta tristeza como la propia familia del mozo, pagándole la soldada debida y entregándole una gratificación para los gastos que tuviese o para su familia.
En ocasiones, los amos tanto de grandes como de pequeñas ganaderías, llegaban a guardar el puesto al zagal para que se reincorporase al regresar al pueblo tras aquellos antaño tres largos años de Servicio Militar.

Adrián Pérez Fraile.
Quinto de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al regresar del Servicio Militar hacia los 23 años de edad, el joven que había sido zagal, buscaba trabajo como pastor demostrando su experiencia previa aunque como hemos dicho, muchas veces seguía trabajando en la misma ganadería pero ya en una categoría superior y con mayores responsabilidades.

Cabrero junto al chozo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

ZAGALES Y MOTRILES.
En muchos lugares de España, como por ejemplo la Montaña Leonesa, existían unos jovencísimos aprendices que contaban con 7 u 8 años y que durante el verano subían a los puertos con los pastores para darles compañía e irse acostumbrando a la vida lejos del hogar y para realizar algunas tareas sumamente sencillas.
A estos jóvenes, no se les solía pagar nada aunque se les daba de comer diariamente y cuando el zagal o algún pastor bajaba hasta el pueblo a vender el queso, daba algún queso a la familia del joven aprendiz.

Cabras junto a un chozo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

LOS ZAGALES HOY EN DÍA.
Actualmente, la Enseñanza Secundaria Obligatoria no termina hasta los 16 años por lo que antes de esa edad, ningún joven puede trabajar ni como zagal ni en ningún otro oficio.
Pasada esa edad, ya pueden trabajar si no desean seguir estudiando, pero cada vez son menos los jóvenes que quieren seguir con el duro oficio del pastoreo tradicional e incluso trabajar en modernas ganaderías donde ya encuentran mejores condiciones laborales.

Alejandro Torralvo.
Joven cabrero de Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

EL ZAGAL Y LA HIJA DEL AMO.
Un caso real que nos permite ver la buena relación que llegaba a darse entre los zagales y los amos es el de Tomás Bermejo Chaparro (Casas del Puerto de Tornavacas, Ávila, 1833 - Guijo de Santa Bárbara, Cáceres, 1907).
A los 17 años comenzó a trabajar como zagal en casa del gran vaquero y labrador Eugenio Jiménez Ovejero (1792-1892) recibiendo alojamiento y manutención pero no soldada, algo común en la época como ya dijimos. 
Al cabo de 4 años comenzó a trabajar ya como vaquero "ajustado" o con sueldo y el 7 de octubre de 1854 contrajo matrimonio con Isabel Jiménez Castañares (1830-1905) siendo padres de 6 hijos llamados Cipriano, Antonio, Dolores, Manuel, Silvestre y Catalina.
Así, al que zagal serrano pasó a ser amo y dueño de una importante ganadería y una considerable fortuna, siendo además un hombre muy querido y respetado por sus vecinos llegando a ser alcalde del pueblo y juez de paz.

Tomás Bermejo Jiménez con su esposa Isabel y su hija Catalina.
(c) Familia De la Calle.

Muchos descendientes de Tomás Bermejo Chaparro y su esposa Isabel Jiménez Castañares, viven hoy en día en Guijo de Santa Bárbara siendo dueños de importantes ganaderías de vacuno de carne y de algún hatajillo de cabras o agricultores dedicados al cultivo de cerezos, higueras, castaños o arándanos.
Al igual que su antepasado, algunos desempeñan o han desempeñado a lo largo del tiempo importantes cargos en el gobierno local o en la administración de la Dehesa Sierra de Jaranda, principal finca del municipio.

Carlos Jiménez Hidalgo con sus vacas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

MEMORIAS DE UN ZAGALILLO.
Quien escribe estas líneas, puede presumir de haber sido "zagalillo" hace ya más de dos décadas cuando mis abuelos Juan García García (1927-2012) y Marcelina de la Calle Vicente (1930-2009) tenían algunas vacas, una yegua y unas cuantas gallinas.
Yo iba al colegio todos los días por la mañana y por la tarde, pero al salir cada tarde me iba a la finca de La Huerta y ayudaba a mi abuelo con el ganado en tareas relativamente sencillas y que no requerían peligro: apartar y echar de comer a los chotos, recoger los huevos, encerrar las gallinas, preparar los cubos de pienso para cada vaca, subir la leche y los huevos al pueblo...
Recuerdo aquellos días con gran cariño y nostalgia en los que mis abuelos decían que yo eran "su zagalillo".

Con una chota de mi abuelo en 1999.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

ACLARACIÓN A LAS FOTOGRAFÍAS.
Si el lector se fija, en bastantes fotografías de este artículo salgo yo. Esto se debe a que cuando yo tenía 17-18 años, ya en el límite superior de lo que antaño era un zagal, mi padre Alonso de la Calle Hidalgo, maestro, fotógrafo e investigador se propuso recopilar toda la información posible sobre la vida de los cabreros, recreando para ello numerosas escenas con la ayuda de ganaderos, agricultores, viejos de nuestro pueblo...siendo improvisados actores en muchas ocasiones mi abuelo Antonio Leandro de la Calle Jiménez (1924-2023) y yo.

Mi abuelo y yo a la puerta de una choza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Bibliografía y fuentes consultadas:
- Archivo parroquial de Nuestra Señora del Socorro. Guijo de Santa Bárbara.
- Carta manuscrita de Tomás Bermejo Chaparro.
- De la Calle García, S y De la Calle Hidalgo, A. (2018) La Dehesa Sierra de Jaranda. 
- Echevarría Sesé, G. (2020) España a través de sus razas caninas. Ministerio de Agricultura.
- Rodríguez Pascual, M. (2001). La trashumancia. Cultura, cañadas y viajes. Ed: Edilesa.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.
Cronista Oficial de la Villa de Guijo de Santa Bárbara.

4 comentarios:

  1. Excelente 👏👏😍😍

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  2. Por fin puedo, pero sólo como anónimo, si me identifico no me deja. Me da error.
    Lo que más me gusta siempre, sin faltar a tus palabras, son las fotos jijiu.

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  3. Luciano Hernández de la Calle, de Piedrahita, Ávila.

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