miércoles, 28 de junio de 2023

EL AJUSTE DE LOS PASTORES

El ajuste consiste en la contratación de los pastores asalariados para trabajar en una determinada ganadería y con una serie de condiciones que deben ser cumplidas por ambas partes: el dueño de la ganadería o amo y el pastor.
Tradicionalmente, tenía una duración de un año y se realizaba en una fecha determinada que coincidía con alguna de las grandes festividades religiosas que regían el calendario pastoril, siendo la fecha elegida en muchos lugares el día de San Pedro (29 de junio).

Cabrero, cabras y perro.
Guisando (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Por pastor asalariado se entiende a aquel que cuida ganado ajeno percibiendo un salario por su trabajo, variando aquel en función de la categoría y las tareas que deba realizar el pastor.
Es preciso señalar que mientras en el medio urbano se conoce como pastor a cualquiera que cuida ganado, en el medio rural se distingue claramente entre pastores que son aquellos que cuidan ovejas, cabreros, vaqueros, porqueros, yegüeros...y hasta paveros.

Vaquero.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No obstante, los ajustes se realizaban de forma similar en todos los casos, variando en función de la especie que se debía cuidar, el tamaño de la ganadería y la existencia de un único pastor o más.
Veremos a continuación dos ejemplos fundamentales: los pastores de las Cabañas merinas trashumantes y los pastores de fuera de las Cabañas.

Ovejas merinas trashumantes.
Madrid.
(c) Miguel Alba Vegas.

PASTORES DE LAS CABAÑAS.
Las grandes ganaderías de ovejas trashumantes que durante siglos tuvieron una gran importancia en España, era auténticas empresas de gran importancia en las que podían trabajar varios cientos de pastores.
Estas cabañas solían pertenecer a nobles, ricos ganaderos, Monasterios (antes de la Desamortización de Mendizábal) ... que vivían en grandes ciudades y rara vez visitaban su ganadería, limitándose a recibir al mayoral un par de veces al año para que les hablase de la marcha del rebaño y les entregase las cuentas y el dinero.
Los pastores, solían ser naturales de las localidades en las que pastaba el ganado durante los meses de verano, normalmente en la montaña leonesa.

Ovejas en la montaña.
(c) Miguel Alba Vegas.

Estas ganaderías o Cabañas trashumantes, formadas por varios Rebaños de 1200-1300 cabezas que eran cuidados por 6 pastores, estando todos los Rebaños de una misma cabaña a cargo del Mayoral,  experimentado pastor que llevaba las cuentas de la ganadería.
Cada Rebaño era cuidado por 6 pastores con una jerarquía fijada, comenzando por el Rabadán que era el más experto de todos y, por consiguiente el que más cobraba.
Le seguía en orden decreciente de importancia y salario el Compañero, el Ayudador, el Persona, el Sobrao y el Zagal, siendo este último el más inexperto.

Zagal con un cordero.
Jarandilla de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cada uno cobraba un sueldo acorde a su puesto. El sueldo se componía de dos partes: la soldada y la escusa.

SOLDADA.
Dinero en metálico que recibían los pastores por su trabajo, cobrándolo una vez al año, cuando terminaba o se renovaba su ajuste.
Como ejemplo, pondremos el sueldo de los pastores de la Cabaña del Marqués de Perales en el año 1940.

- Mayoral: 3.000 pesetas.
- Compañero: 730 pesetas.
- Ayudador: 587,5 pesetas.
- Persona: 422,5 pesetas.
- Sobrao: 422, 5 pesetas.
- Zagal: 260 pesetas.

Moneda de 1 peseta. 1939.
(c) Silvestre de la Calle García.

ESCUSA.
Se trataba de una terminada cantidad de ganado que el amo mantenía a cada pastor.
Por seguir con la Cabaña del Marqués de Perales como ejemplo, hasta los años 30 del siglo XX, los pastores tenían derecho a que el amo les mantuviese ovejas, cabras, yeguas y cerdos, además de tener libertad para mantener entre todos los pastores de un Rebaño unas cuantas gallinas.

Cabras y ovejas trashumantes.
Madrid.
(c) Miguel Alba Vegas.

Las ovejas proporcionaban lana y corderos por lo que generar dos productos diferentes el dueño se quedaba con la lana como compensación económica y el pastor con el cordero. En algunas ganaderías, sin embargo, tanto la lana como el cordero eran para el pastor.
Sin embargo, para evitar que los pastores cuidasen mejor a sus ovejas que a las del amo, se vendían todos los corderos en común y después se obtenía el valor medio de cada cordero vendido y se pagaba en función de las ovejas que cada pastor tuviese como escusa según su categoría y según los estipulado en el ajuste.

Ovejas con sus corderos.
Martiago (Salamanca)
(c) Deme González Calvo.

Las cabras, que no agradaban mucho a los amos por ser "muy destructivas", eran importantes para los pastores por proporcionarles leche para su sustento y para la elaboración de quesos que podían vender o llevarlos a casa. Además, criaban cabritos que podían ser vendidos libremente sin autorización del amo.
Los pastores siempre argumentaban que las cabras eran muy necesarias para guiar al ganado durante la trashumancia al colocarles cencerros y sobre todo zumbas a los machos castrados y además tenían unos sentidos más "avispados" para detectar a los depredadores.

Cabras Veratas.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1940 la escusa de los pastores de la Cabaña de Perales era la siguiente:

- Mayoral: 150 ovejas.
- Rabadán: 53 ovejas y 13 cabras.
- Compañero: 44 ovejas y 11 cabras.
- Ayudador: 40 ovejas y 11 cabras.
- Persona: 38 ovejas y 9 cabras.
- Sobrao: 38 ovejas y 9 cabras.
- Zagal: 18 ovejas y 6 cabras.

Ovejas y cabras.
Guisando (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Hasta los años 30, los pastores podían tener algunas yeguas que criaban valiosos potros que también eran vendidos libremente por los pastores, siendo el caballo reproductor propiedad del amo.
Podían tener 5 yeguas (mayoral), 4 el compañero, 3 el ayudador, persona y sobrao y una el zagal.
Al suprimir las yeguas de la escusa, se aumentó la soldada de los pastores en 30 duros anuales (150 pesetas).
En los años 70, igual que fueron suprimidas las yeguas años antes, se retiraron también las cabras de las escusas..

Yeguas con sus potrillos.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Jesús Lucas Sánchez.
 

Los cerdos eran criados por los pastores para luego llevarlos a sus pueblos y que cada familia los engordase para así hacer la tradicional matanza.
El rabadán podía tener 3 cerdos, mientras que los demás pastores tenían 2 y el zagal solamente 1.

Cerdos.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fuera ya de la escusa, es necesario hablar de la manutención de los pastores que, en las grandes Cabañas corría a cuenta del amo que proporcionaba el pan y los cundidos (aceite, pimentón, ajos y sal). 
La alimentación de los pastores se basaba en sopas y migas y si querían comer otras cosas, debían comprarlo con su propio dinero.
Ocasionalmente, si el rabadán lo permitía, se aprovechaba la carne de alguna oveja muerta por causas naturales para hacer caldereta.

Haciendo la caldereta.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Además, los pastores recibían alojamiento aunque no en casas sino en otro tipo de construcciones.
En tiempos antiguos, dormían en los tradicionales chozos que podían ser enteramente de materia vegetal formando un gran cono con palos de madera que se cubrían con escobas y otras plantas o construcciones más sofisticadas formadas por un muro circular de piedra seca y cubierta cónica de palos y escobas o bien formada por una falsa cúpula por aproximación de las hiladas de piedra.
Algunos pastores dormían en "chozuelos", pequeños chozos portátiles de madera y escobas.

Cabrero junto a un chozo.
El Raso, Candeleda (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


AJUSTE.
En el caso de estas ganaderías, el ajuste se realizaba siempre por San Miguel y su duración era de un año.
El Mayoral reunía a los Rabadanes y se veía si era necesario contratar o ajustar nuevos pastores.
Para entrar en las cabañas, se necesitaba experiencia y normalmente se comenzaba siendo zagal y poco a poco se iba ascendiendo hasta llegar con suerte a ocupar el puesto de Rabadán.
Normalmente, un pastor permanecía toda su vida laboral en el mismo Rebaño o como mucho en distintos rebaños de la Cabaña si había que cubrir bajas aunque como en cualquier empresa, podían irse si encontraban un trabajo mejor.
Era raro que los pastores fuesen despedidos por falta de profesionalidad.
Los contratos se hacían verbalmente pero la palabra entre mayorales y pastores era siempre respetada.

Pastor con las ovejas.
Jarandilla de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


PASTORES FUERA DE LAS CABAÑAS.
Existían fuera de las Cabañas ya citadas, una gran variedad de pastores, si cuidaban ovejas, o de cabreros, vaqueros, yegüeros...
Sin embargo, el ajuste de todos ellos venía a ser similar al descrito aunque mucho más simplificado al tratarse generalmente de ganaderías de menor efectivo.

Cabrero con las cabras.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En muchos casos, el propietario del ganado hacían funciones semejantes a las de un Rabadán de Cabaña y contrataba uno o varios pastores pudiendo tener una organización similar a la descrita antes o bien cobrando todos el mismo sueldo y teniendo la misma escusa, recibiendo también la manutención que en muchos casos era más completa que en las grandes Cabañas.

Rebaño de ovejas.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Otras veces, un "pequeño" ganadero contrataba únicamente un sólo pastor que se encargaba de todo el trabajo, ayudado a veces por alguno de los miembros de la familia o por un zagal que recibía únicamente manutención y alojamiento en casa del amo.
En algunos sitios, estos zagales sin sueldo eran conocidos como motriles y en otros como criados. Eran chavales de 7 a 14 años, miembros a menudos de familias muy numerosas que no podían mantenerlos y con tal de que estuviesen comidos, se daban por satisfechos.

Zagal con un cabrito.
Robledillo de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La manutención variaba mucho, desde 1 pan de un kilo al día y un litro de aceite a la semana hasta pastores que trabajaban "a gasto abierto", comiendo siempre en casa del amo o llevándose al campo el morral con la comida preparada en la casa (pan, tocino, embutido...) y recibiendo un sueldo ligeramente inferior o reduciendo el número de cabezas de la escusa.

Cabrero con el morral.
Cuacos de Yuste (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque lo normal era ajustar con los pastores soldada, escusa y manutención, algunos trabajaban "a seco", consistiendo esto no recibir manutención alguna pero cobrando el doble de soldada, lo que solía ser especialmente interesante para los pastores que estaban casados.
Por su puesto, estos pastores gozaban de la escusa correspondiente.

Ovejas en la sierra.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Existían también los denominados pastores concejiles o comunales que cuidaban el ganado de todos los vecinos del pueblo, pagando estos una determinada cantidad de dinero (en tiempos muy antiguos en especie) según las cabezas que aportaban al rebaño comunal.
En algunos lugares, existía la costumbre de mantener por turnos al pastor que podía llevar con el rebaño comunal unas cuantas cabezas como escusa.

Rebaño comunal de cabras.
Piara de las cabras caseras.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) 1960.
(c) Colección Guadalupe Sánchez.

Unos trabajadores muy importantes y habituales en las casas donde se tenía una economía muy diversificada combinando la ganadería con la agricultura, eran los denominados criados, que podríamos definir como "trabajadores de servicios múltiples".
Lo mismo pastoreaban las cabras o las ovejas que araban las tierras con las yuntas y realizaban cualquier tarea que el amo les mandase: cortar y acarrear leña, ir a por agua, recoger el heno, trabajar en el huerto...
Generalmente cobraban más que los pastores y también solían contratarse con manutención e incluso alojamiento si estaban solteros.

Criado con yunta de vacas.
Navacepeda de Tormes (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los pastores, criados y zagales podían recibir también alojamiento en la propia casa de los amos, ocupando en tales casos las tradicionales alcobas que tenían desde los primitivos camastros de tarima y jergón relleno de paja de centeno u hojas de las mazorcas de maíz hasta camas de forja con colchón de lana en las casas más ricas.

Alcoba en una casa tradicional.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En otras ocasiones, debían permanecer en el campo, especialmente los pastores, alojándose en casillas o en los ya mencionados chozos o chozas cuando estaban con el ganado en la sierra o la dehesa, acudiendo alguien de la casa al menos una vez por semana para llevarle provisiones.
En algunos lugares pasaban algunas noches en chozuelos como se describió antes o en "mamparas", pequeñas casetas móviles de madera.

Mampara o chozuelo de madera.
El Torno (Cáceres).
(c) Silvestre de la Calle García.

Esta estrecha convivencia con los amos hacía que el pastor se convirtiese en un miembro más de la familia y cuando dejaba de alojarse en la casa porque contraía matrimonio o bien porque dejaba el trabajo para establecerse por su cuenta, seguía manteniendo una estrecha relación de auténtico cariño familiar con los amos, acudiendo a las matanzas y a los acontecimientos familiares.


El criado y los amos en la cocina.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Existían unos peculiares pastores o criados que eran los hijos de los propios amos en el caso de que estos últimos no tuviesen un gran acomodo económico y no pudiesen entregar a los hijos que se casaban una hijuela suficiente para que se independizasen o "empezasen a vivir".
En tal caso, el padre entregaba al hijo o hija una escusa y le otorgaba una soldada determinada, viviendo en la casa de los padres e incluso de los abuelos "a gasto abierto" o comiendo todo lo que necesitasen.
El ajuste se hacía igualmente por un año, pudiendo renovarse si el hijo consideraba que aún no podía establecerse por su cuenta.

Abuelo y nieto junto a la choza.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Respecto a las soldadas, fueron variando a lo largo del tiempo así como las escusas, quedando la manutención más o menos igual durante muchas décadas.
 Veamos algunos ejemplos.

En 1925, D. Nicolás de la Fuente Arrimadas nos cuenta en su obra Fisiografía e historia del Barco de Ávila que:
 "Al pastor se le dan 200 pesetas al año, 1 kilo de pan al día y 2/4 de litro de aceite a la semana. Tiene escusa de meter 20 cabezas de ganado ovejuno y 5 más el mayoral."

"Los criados se ajustan por años, ganando de 500 a 600 pesetas anuales, mantenidos pero no con ropa limpia; porque el remudo se lava y cuida por la familia del sirviente. Este cuida el ganado, acarrea el agua, hace la limpieza y trabaja en las huertas y prados y en todos los menesteres que pueda desempeñar.

Cabrero con sus cabras.
El Barco de Ávila (Ávila)
(c) Óscar Martín.

Años más tarde, Albert Klemn, en su maravillosa obra La cultura popular de la provincia de Ávila, en el capítulo dedicado a El Pastoreo y la ganadería, reseña lo siguiente:

"Cada pastor establecido por su propia cuenta tiene a su servicio uno o varios ayudantes o ganaderos, que en 1932 cobraban 25 pesetas con manutención completa y 50 pesetas sin manutención.

Pastor.
El Raso, Candeleda (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En su obra Costumbres para el recuerdo, Julián Sánchez García, que fue pastor trashumante en su juventud, cuenta las costumbres tradicionales de su pueblo natal, El Tremedal, anejo de Solana de Ávila (Ávila).
En el capítulo titulado La Trashumancia, podemos leer esto:

"En El Tremedal el 70-75% de los hombres hacía vida en la trashumancia, pero la mayoría de las veces no con ganado propio sino del amo, que así se decía. Estos eran unos señores que tenían rebaños de ovejas y se ajustaban con ellos el día de la fiesta de San Pedro, que era el día que se acostumbraba a contratar los pastores con los amos.
Siempre se hacía el ajuste de San Pedro a San Pedro.
Si estaban a gusto unos y otros, se prorrogaba el ajuste, y si no a buscar los pastores otro amo y los amos otro pastor. Por eso se decía: "El día de San Pedro cuántos pastorcitos cambiarán de pan, unos para bien y otros para mal".

Rebaño de ovejas en la dehesa.
Martiago (Salamanca)
(c) Deme González Calvo.

El ajuste que se venía haciendo económicamente, situándonos en los años 1940-50, eran 30 ovejas de escusa, eso quiere decir que el amo le mantiene este número de animales y la producción es para el pastor, dándole también un pan de un kilo por día y un litro de aceite a la semana o bien a gasto abierto que no es ni más ni menos que comer todo el pan y el aceite que necesites, y por último 300 pesetas de sueldo anual. 

El Tremedal.
(c) Silvestre de la Calle García.


PASTORES ASALARIADOS  HOY EN DÍA.
La ganadería española ha sufrido grandes cambios en las últimas décadas, sobre todo con lo relacionado al pastoreo del ganado.
Muchas fincas están cercadas y permiten a los propietarios o pastores dejar al ganado solo y acudiendo periódicamente para complementar su alimentación si es necesario y para desarrollar las labores de vigilancia y manejo propias de toda explotación ganadera.

Vacas con sus terneros en una parcela cercada.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Quedan sin embargo, muchas ganaderías en las que se sigue realizando pastoreo tradicional en terrenos abiertos, donde los pastores siguen trabajando de manera similar a como lo hicieron antaño aunque con mejores condiciones.

Jacinto Torralvo con sus cabras.
Lo antiguo y lo nuevo se mezclan en esta imagen.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El uso de tractores y maquinaria para distribuir la comida al ganado y la estabulación total o parcial del ganado, permiten que una sola persona o a lo sumo dos en momentos eventuales, puedan manejar sin problemas ganaderías de varios cientos de vacas u ovejas de aptitud cárnica.
En el caso del ganado de aptitud lechera, puede que sea necesario el trabajo de varias personas a la hora de ordeñar aunque esta tarea se realice ya de manera totalmente mecanizada salvo en casos muy excepcionales.

María Isabel Sánchez Vadillo.
El Raso, Candeleda (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Normalmente, hoy en día con excepción de grandes ganaderías o de razas particulares como el ganado de Lidia, los propietarios trabajan directamente en la explotación, contratando en ocasiones algún pastor de manera fija o eventual. Los contratos ya se realizan como en cualquier empresa de otros sectores cobrando los empleados su correspondiente nómina, sus pagas extras y estando dados de alta en la Seguridad Social.
Aún en algunas ganadería tradicionales, se mantienen las escusas pero el ganado es propiedad del dueño que paga el valor correspondiente a la producción de las cabezas especificadas en la escusa del pastor en el contrato.
La manutención e incluso el alojamiento son frecuentes.

Vaqueros en una dehesa extremeña.
(c) Isabel López Arrabé.

La dureza del oficio de pastor y los múltiples conocimientos y experiencia que se requieren hace que cada vez haya menos personas que quieran desempeñar este trabajo por lo que son muchos los ganaderos, llamados antiguamente como hemos visto amos, los que tienen que realizar todo el trabajo convirtiéndose así en pastores-propietarios.

María Isabel Sánchez Vadillo pastoreando sus cabras.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

A MODO DE EPÍLOGO.
Podemos resumir el artículo diciendo que el ajuste era la contratación de los pastores u otros empleados de las explotaciones agropecuarias cobrando un salario por la actividad que desempeñaban y que estaba compuesto en el caso de los que cuidaban ganado por dos conceptos denominados soldada y escusa, siendo el primero el dinero en metálico que cobraba al mes o al año y el segundo un determinado número de cabezas de ganado que eran mantenidas por el dueño o amo pero cuya producción era para el pastor.
Además, en la mayoría de los casos, los trabajadores recibían manutención e incluso alojamiento.
El ajuste o contrato tenía siempre una duración de un año.

Cabrero con cabra y cabrito.´
Robledillo de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nota final del autor:
Habrá observado el lector, que en gran parte de las fotografías del presente artículo aparece el mismo personaje. No es ni más ni menos que el autor de estas líneas.
La desaparición de muchos trabajos tradicionales y de muchas escenas que aquí se describen, han tenido que ser recreadas por Alonso de la Calle Hidalgo (padre del autor), maestro, fotógrafo e investigador de la cultura tradicional con el objetivo de inmortalizarlas para siempre.

Silvestre de la Calle García, autor de este artículo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Bibliografía:
- De la Fuente Arrimadas, N. (1925) Fisiografía e historia del Barco de Ávila.
- Klemm, A. La cultura popular de Ávila. Edición de Pedro Tomé (2008)
- Rodríguez Pascual, M. (2004) La trashumancia. Cultura, cañadas y viajes (5ª  edición) Ed. Edilesa.
- Sánchez García, J. (2000) Costumbres para el recuerdo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

6 comentarios:

  1. Buen artículo con abundante información y bien documentado.

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  2. Muy interesante. Bien explicado y entretenido de leer para los que lo llevamos en la sangre. 👍

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  3. Simplemente un buen extrato de la vida pastoreo de antaño....y lo mejor...resumudo en un excelente articulo

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