Guijo de Santa Bárbara es un pequeño de la comarca cacereña de La Vera, al noreste de Extremadura y en las estribaciones occidentales de la vertiente sur de la Sierra de Gredos. Sus habitantes han vivido dedicados durante siglos a la ganadería complementada con la agricultura, teniendo especial importancia el ganado caprino lechero, constituyendo la leche junto al pan, las castañas, las patatas y los productos de la matanza, un alimento básico para la población y especialmente para los niños, los ancianos y los enfermos.
Juan Anntonio Rodríguez Vidal ordeñando una cabra Verata.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Cuando las familias tenían hatajos bastante grandes formados por unas 70 u 80 cabras adultas e incluso más, el consumo de leche no planteaba problema alguno durante la mayor parte del año aunque cuando éstas estaban próximas a parir o recién paridas, la producción era realmente escasa. Para evitar quedarse sin nada de leche, solían hacerse dos parideras al año, una en otoño y otra en primavera, garantizando así la obtención del preciado alimento.
Ordeñando en una cuerna.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Al ser la leche el ingrediente básico para la elaboración del queso, cuya venta constituía la principal fuente de ingresos para las familias cabreras, se daba prioridad a la elaboración de este producto respecto al consumo de la leche fresca. También una parte de la leche se vendía a los vecinos, pocos, que no tenían cabras.
Correspondía a las mujeres decidir la cantidad de leche que se destinaba a la elaboración de queso, a la venta directa y al consumo familiar.
Elaboración artesanal del queso.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Generalmente, se consumía poca leche fresca bebida. Lo habitual era reservar un puchero para preparar algunas noches las tradicionales sopas canas y salir así de la monotonía de las sopas de patatas que se consumían prácticamente en todas las casas guijeñas para cenar y desayunar al día siguiente si sobraban. No era raro sin embargo que en las casas cabreras se preparasen las sopas de patatas con leche, mezcla entre ambos tipos de sopas.
También se consumía, sobre todo en verano, la leche migada como postre y algunos domingos, días de fiesta, en las matanzas....las cabreras preparaban postres como los sapillos con leche.
Sapillos con leche.
(c) Eugenio Monesma.
Si la leche escaseaba o las familias eran muy numerosas, cosa habitual en el pasado, la leche se destinaba a la alimentación de los niños más pequeños aunque muy pronto comían sopas de pan con caldo del cocido. También se reservaba leche para los ancianos y de manera especial para los enfermos por considerarse que era de "mucho alimento".
Los Senagüillas, típica familia guijeña de décadas pasadas.
(c) Familia de la Calle.
Cabrero con sus cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Cabras en la Dehesa Sierra de Jaranda.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.
Hoy en día, cada ganadero realiza el arriendo de los pastos de manera independiente firmando la denominada papeleta de pastoreo en la que se hacen constar datos como el número de cabezas que posee, la especie, el precio por estación...
Sin embargo en la primera mitad del siglo XX el arriendo se hacía de forma conjunta entre varios ganaderos que a su vez podían subarrendar los pastos a otros ganaderos. Uno de los arriendos más curiosos tuvo lugar en 1915.
Cabras en la Dehesa Sierra de Jaranda.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
El 3 de mayo de 1915 se realizó el primer acuerdo de Arriendo de Pastos y Bellotas entre los accionistas de la Dehesa Sierra de Jaranda y los ganaderos de Guijo de Santa Bárbara.
Como arrendadores figuraban en representación del resto de accionistas, Lope de la Calle, Simón Jiménez, Ventura Bermejo, Miguel García, Gregorio María Cruz, César Sánchez, Cipriano Jiménez, José de la Calle, Alberto Esteban, León Rodríguez, Manuel Bermejo, María Jiménez, Francisca Jiménez, Modesto Jiménez, Modesto de la Calle y Juan Burcio.
Como arrendatarios figuraban Benito García, Andrés de la Calle, Martín Santos e Hipólito Hernández teniendo como fiadores a Lázaro García, Vidal González, Nicolás Pérez, León Rodríguez, Celestino Jiménez, Valentín Vicente, Adrián Pérez, Antonio Bermejo, Lorenza Sánchez y Cristina Naranjo.
Fotografía de don César Sánchez Mariscal.
Aparecida en la Revista Nuevo Mundo. 1902.
- Duración del arriendo: 4 años.
- El precio del arriendo será de 12.500 pesetas anuales.
- Los pagos se realizarán la primera quincena de julio (4.500 pesetas) y el resto en la primera quincena de noviembre.
- No se podrá quemar en la finca sin consentimiento de los dueños.
- Queda prohibida la entrada de cerdos. La bellota podrá ser aprovechada por vacas o cabras.
- No se podrán cortar robles ni ramajes de hoja sin permiso.
- Los dueños de la Dehesa podrán aclarar y abrir nuevas regaderas.
- Las caballerías de los vecinos del Guijo no pagarán en invierno si se acogen por la noche. Las cabras carniceras respetarán la raya señalada.
- Los accionistas se obligan a pagar daños y perjuicios que a cualquier ganadero le sobrevinieran por denuncias puestas en esta jurisdicción.
- Los arrendatarios aceptan la corta de traviesas.
- El depositario está obligado a recibir los pagos del precio determinado.
- Los arrendatarios deberán permitir que pasten de balde 30 cabras de los accionistas.
- Los ganaderos de cabras se obligan a suministrar leche si algún enfermo hubiera siempre que la tuvieran.
Cabrero con las cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Sin duda alguna, la última cláusula de este contrato llama poderosamente la atención pues debemos recordar que estamos hablando de una finca privada y que sus propietarios o accionistas podían arrendar libremente su propiedad sin tener en cuenta nada más pero en una época en la que los recursos eran escasos, quisieron velar por los más desfavorecidos cosa que aún hoy en día se sigue haciendo donando dinero anualmente para diversas causas sociales.
Guijo de Santa Bárbara en 1900.
(c) Acuarela de Francisco Martín Rivera.
Como decíamos antes, los cabreros solían organizar dos parideras anuales. La más importante tenía lugar en otoño con el fin de vender los cabritos en Nochebuena siendo conocida como paridera temprana y la otra tenía lugar a finales del invierno o primavera coincidiendo con la época de mayor disponibilidad de pasto, siendo conocida como paridera tardía.
Cabra con sus dos cabritos recién nacidos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Los cabritos solían venderse con 1 ó 2 meses, ordeñándose después a las cabras durante 4 ó 5 meses. Así, las cabras tempranas comenzaban a ordeñarse a finales de diciembre y se ordeñaban hasta abril o mayo e incluso más si la primavera era buena y abundaba la hierba, mientras que las cabras tardías comenzaban a ordeñarse en abril y se ordeñaban durante todo el verano permitiendo de esta forma a los cabreros asegurar la producción de leche y queso durante gran parte del año.
Únicamente en los meses otoñales la producción de leche descendía significativamente y de ahí la expresión del acuerdo "siempre que la tuvieran".
No obstante, siempre había cabras especialmente lecheras o que parían fuera de temporada y que proporcionaban leche para el consumo de la familia y la elaboración de algún queso durante esos meses, pudiendo, además, dársela los cabreros a los enfermos que hubiese en el pueblo.
La mayoría de las familias tenían cabras, como ya dijimos anteriormente, pero siempre había familias muy humildes y con pocos recursos o que por diversas circunstancias no disponían de leche para alimentar a los enfermos siendo en esas ocasiones cuando podían conseguir tan preciado alimento por mediación de los accionistas mencionados en el acuerdo y entre los que, como curiosidad, figuraban don César Sánchez Mariscal el maestro de niños y don Gregorio María Cruz Aparicio el cura párroco del pueblo que, en aquel momento, era muy respetado por todos los vecinos y más aún por los ganaderos por ser un experto cazador de lobos. Tanto don César como don Gregorio se preocupaban por la salud de sus convecinos y eran conscientes de que la alimentación era muy importante para mantenerse sanos.
Don Gregorio.
(c) Familia Cruz.
Pero los tiempos empezaron a cambiar. El acuerdo realizado en 1919 se renovó con las mismas condiciones que en 1915 pero en posteriores acuerdos ya no se incluyó la cláusula de la leche para los enfermos. En los años 30 los acuerdos dejaron de realizarse y además, con la introducción de las vacas suizas, la leche podía conseguirse durante todo el año y aunque no fuese tan adecuada para los enfermos como la leche de cabra que es más fácil de digerir y a la vez más nutritiva, era fácil de conseguir.
Vaca Suiza.
Pilar Domínguez Castellano.
Ordeñando una vaca.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Hoy en día, no quedan vacas que sean ordeñadas de manera sistemática en Guijo y quedan pocas cabras lecheras pero la gente ya no depende de la leche de estos animales para cubrir sus necesidades y compran la riquísima leche de cartón....
En fin, los tiempos cambian pero merece que lo que vivieron nuestros mayores sea recordado.
NOTA FINAL DEL AUTOR.
Puede parecer que todo lo que se cuenta en este artículo es un bonito cuento, pero es una historia real que quedó recogida en 2018 en el libro LA DEHESA SIERRA DE JARANDA, escrito por Silvestre de la Calle García y Alonso de la Calle Hidalgo. Esta obra, magnífico documento de la historia guijeña, fue editada por la Dehesa Sierra de Jaranda S.L. para regalar a sus accionistas por lo que no salió a la venta.
Por ello, desde EL CUADERNO DE SILVESTRE nos hemos propuesto publicar de vez en cuando algunos artículos con detalles curiosos recogidos en la mencionada obra, esperando que sean del agrado del lector.
Cronista Oficial de Guijo de Santa Bárbara.