lunes, 25 de septiembre de 2023

ENTRE SUIZAS Y TABACO. HOMENAJE A ÁNGEL DE LA CALLE VICENTE "CANICHE".

Hablar de la ganadería y la agricultura en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) durante la segunda mitad del siglo XX y primeros años del siglo XXI, es hablar de ÁNGEL DE LA CALLE VICENTE (n. 26 de septiembre 1938).
Pero en los pueblos, es más común conocer a la gente por el apodo o mote que fue ser familiar o propio. Nuestro protagonista de hoy ha sido conocido siempre como CANICHE.


Caniche es, lo que se llama en El Guijo, un auténtico "rejeteje" (pequeño e inquieto pajarillo conocido en castellano como herrerillo) o, como en otros sitios dice, un rabo de lagartija.
Ha sido siempre un hombre muy alegre, trabajador y sumamente activo que, según todos los que conocieron a ambos, es igual que su padre Ángel de la Calle Jiménez, conocido como Tío Angelillo "El Senagüillas".

Caniche.
17 de septiembre de 2023.

Ángel de la Calle Vicente nació el 26 de septiembre de 1938 en el seno de una numerosa familia de ganaderos y agricultores.
Sus padres Ángel de la Calle Jiménez (1896-1975) y Justina Vicente Burcio (1902-1971) se había casado en 1920 y ya habían tenido 9 hijos:
Martina (1921-1923), Martina (1924-2023), Daniel (1926-1926), Daniel (n.1927), Marcelina (1930-2009), Andrés (n.1931), Custodia (1931-1933), Felisa (n. 1935) y Justino (1936-2011).
De esta forma, Ángel era ya el décimo hijo nacido y el séptimo de los que sobrevivieron.
A Ángel le siguieron Felipe (n.1940), Jesús (1942-2020) y Agapito (n. 1948).

Familia de la Calle Vicente. 1942
De izquierda a derecha y de arriba a abajo:
Martina, Andrés, Marcelina y Daniel
Justino, Justina con Jesús en brazos, ÁNGEL, Ángel (padre) con Felipe y Felisa.
(c) Colección Familia De la Calle.

Ángel y Justina eran cabreros y vaqueros además de tener un próspero negocio hostelero que contaba con bar, sala de café, salón de baile, cine y fábrica de gaseosas.
Unas 60-70 cabras componían el rebaño, piara como se dice en Guijo, de la familia. Se trataba de cabras de la raza entonces conocida como "del país" y cuyas características eran similares a la de la actual cabra Verata: cabras de perfil cefálico recto o subcóncavo, tamaño mediano a pequeño y proporciones acortadas. Presentaban coloraciones muy variables con predominio de las oscuras y ambos sexos presentaban grandes cuernos en forma de espiral alargada y más rara vez en forma de arco.
Se criaban para la producción de carne y leche.

Cabras Veratas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las vacas eran de raza Frisona, conocidas en Guijo al igual que en muchas zonas del centro y sur peninsular como Suizas.
Se trata de vacas de perfil ligeramente cóncavo, tamaño medio a grande y morfología alargada, con escasa masa y hueso proporcionado, si bien en épocas pasadas eran animales más pequeños y de formas más recogidas, dando un aspecto más potente. La coloración está formada por manchas blancas y negras o rojas de extensión muy variable. Aunque ambos sexos presentan cuernos poco desarrollados, es habitual suprimirlos.
La principal aptitud es la producción lechera.

Vaca Suiza.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Estas vacas, originarias de los Países Bajos, y no de Suiza como mucha gente piensa, fueron introducidas en España a mediados del siglo XIX pero a Guijo de Santa Bárbara no llegaron hasta unos años de nacer nuestro protagonista de hoy, siendo precisamente Ángel de la Calle Jiménez, el padre de Caniche, el propietario de la primera pareja de vacas vacas suizas que hubo en el pueblo.

Vaca Suiza.
(c) Silvestre de la Calle García.

En Guijo de Santa Bárbara los niños empezaban a trabajar en el campo con 6-7 años aunque asistían también a la escuela.
Caniche fue uno de esos niños que tuvieron que trabajar en el campo y el ganado pues aunque tenían un cabrero contratado, muchos días le tocaba ir a por la leche con las bestias hasta el corral de El Toril o llevar y recoger a las vacas de los prados.
Con el fin de que pudiese ir al colegio, Ángel y Justina organizaban perfectamente a sus hijos de forma que los que eran de edades similares como Ángel y Felipe, se alternaban en el cuidado de las cabras y las vacas para poder asistir a la escuela con cierta regularidad.

Corral de El Toril
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, las cabras de Ángel y Justina fueron vendidas a finales de 1951 pues siempre había dicho que si el hijo o hija que se casase primero no quería quedarse con las cabras, las venderían y se quedarían sólo con el negocio hostelero y las vacas.
En 1952, Marcelina contrajo matrimonio con Juan García García (1927-2012), borreguero y tabaco. Al tener borregas (ovejas), no podían quedarse con las cabras y por eso fueron vendidas.

Marcelina de la Calle Vicente. 1951.
(c) Colección Familia De la Calle.

Caniche y sus hermanos fueron creciendo durante las décadas de los 40 y 50 convirtiéndose en buenos mozos vestidos impecablemente gracias a que su hermana Martina, que era soltera y seguía viviendo en la gran casa familiar, lavaba y planchaba con gran cuidado pantalones y camisas y mantenía en perfecto estado los zapatos.

Martina de la Calle Vicente.
(c) Colección Familia De la Calle.

En el baile, se encargaba de la música tío Jacinto "El Pintamonas", sacristán del pueblo y compadre de Ángel, que tocaba con un rústico organillo.
Ángel, al tanto de los avances que había en los bailes de pueblos cercanos, decidió forman una orquesta de categoría con sus hijos.
Felipe tocaba la batería mientras que Andrés y Ángel tocaban el saxofón. Justino por su parte, fue el más virtuoso de todos los hermanos pues además de tocar con maestría el saxofón, tocaba también el acordeón, el laúd...y hasta el armonio de la iglesia puesto que fue sacristán después del tío Pintamonas.
La ORQUESTA DE LA CALLE que empezó a tocar en el salón de baile familiar que posteriormente fue propiedad de Justino, acabó siendo una renombrada charanga que animó las fiestas guijeñas y de los pueblos de La Vera hasta comienzos del presente siglo.

Felipe, Andrés, Justino y Ángel. 1959.
(c) Colección Familia de la Calle.

Ángel de la Calle Vicente contrajo matrimonio el 9 de abril de 1964 con Antonia Santos Vaquero (n. 6 de Abril de 1944) de Guijo de Santa Bárbara con quien tuvo dos hijos llamados José Antonio (n. 28 de enero de 1965) y Olga (8 de febrero de 1970)

Ángel y Antonia con los padrinos de su boda Visitación Hidalgo y Antonio Leandro de la Calle.
9 de abril de 1962.
(c) Colección Familia De la Calle.

Desde ese momento, Caniche tuvo que empezar a trabajar para mantener a su nueva familia y pese a estar en plena época en la que muchos emigraban del pueblo en busca de una vida mejor en Madrid, País Vasco, Francia...decidió quedarse y mantenerse fiel a la tradición de sus antepasados siendo ganadero y agricultor hasta su jubilación en 2003, sin abandonar la actividad hasta hoy aunque ya de forma diferente.

Caniche entre el tabaco.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Caniche fue ganadero como sus hermanos Marcelina, Justino, Felipe y Jesús, dedicándose enteramente al ganado vacuno de raza Suiza.
Como la inmensa mayoría de los ganaderos guijeños dedicados al vacuno lechero, incluyendo a su propio padre, nunca tuvo muchas vacas.
En Guijo, las ganaderías de vacas lecheras contaban con una media de 4-6 reproductoras más los animales de reposición y algún añojo de cebo que actuaba como semental. Las explotaciones de más de 10 reproductoras eran raras y las que superaban la veintena, excepcionales.

Vaca Suiza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La principal producción de estas vacas era la leche. Los terneros se vendían a los pocos días o semanas de nacer, dejándose únicamente alguna ternera para reponer las vacas viejas que se iban vendiendo y ocasionalmente algún ternero para venderlo ya como añojo y que de esa forma pudiera ser utilizado como semental.
El ordeño se realizaba de forma manual dos veces al día: por la mañana antes de que las vacas fuesen llevadas a los prados y por la tarde cuando regresaban al corral.
Vacas suizas en un prado.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En los años 80, Caniche y otros ganaderos se pusieron de acuerdo para llevar la electricidad hasta sus explotaciones e instalar ordeñadoras mecánicas.
La leche producida por las vacas de Caniche, como la de las demás vacas del pueblo, era entregada a la industria salvo una pequeña parte que se destinaba a la venta directa en casa.

Caniche ordeñando a mano a su última vaca en 2004.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como agricultor, Caniche se dedicó fundamentalmente al cultivo del tabaco aunque también cultivo frambuesas y por supuesto el huerto o vergel para el consumo familiar de verduras y hortalizas.
Además de eso sembraba panizos (maíz) para los animales.

Caniche trabajando.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El tabaco que cultivaba Caniche era de tipo negro. Se trata de un cultivo que requiere muchísimo trabajo desde que la pequeña semilla se siembra en las eras o desde que las plantas son trasplantadas de las eras a las fincas hasta que estaban listas para su corte y acarreo a los secaderos donde una vez secas se deshojaban.

Regando los surcos para poner el tabaco.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una vez plantado, el tabaco debía binarse primero con la azada y después pasando el cultivador, un apero arrastrado por una caballería.
También había que regarlo con frecuencia pues al ser una planta de clima tropical requiere mucha humedad y temperaturas relativamente elevadas.
Cuando crece la flor, es preciso cortarla para que la planta termine de desarrollarse correctamente.

Caniche cortando la flor del tabaco.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando el tabaco comienza a amarillear, se corta la planta entera y se lleva a los secaderos, locales donde el tabaco permanecerá bajo techo pero con una buena ventilación que habrá que controlar diariamente durante varias semanas para que la planta se seque correctamente.
Había varias formas para colgar el tabaco consistiendo la más antigua en atar la planta por la base con una correa obtenida de la corteza fresca de las mimbres.

Caniche y su consuegra Juana atando el tabaco con las correas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una vez atada la tabaquera, se colgaba de los cuartones del techo del secadero que tenían clavadas pequeñas púas.
Este sistema, bastante engorroso, sería sustituido posteriormente por el atado con cuerdas y finalmente con el clavado de una pequeña púa en cada tabaquera que se colgaba en líneas de alambre que atravesaban el propio secadero.

Caniche colgando tabaco.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando el tabaco estaba completamente seco, se deshojaba y se enfardaba para que quedase listo para enviarlo al centro de fermentación.
Aunque daba mucho trabajo, el cultivo de tabaco negro generaba importantes ingresos a los agricultores guijeños que con eso y lo que sacaban de las vacas suizas, vivían y sacaban adelante a sus familias.

Caniche y su consuegro Emilio enfardando el tabaco.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Caniche nunca tuvo coche ni utilizó maquinaria moderna para las tareas de su explotación agropecuaria a excepción de la ordeñadora para ordeñar las vacas. 
Para realizar diferentes labores del campo siempre utilizó bestias, tanto cuando era joven como después de jubilarse cuando siguió trabajando en el campo para entretenerse.
Aunque tuvo mulos y burros, prefirió siempre los primeros y todos los guijeños le recuerdan con el mulo que tuvo durante muchísimos años.

Caniche con su mulo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Utilizaba el mulo para subir la leche desde su finca de La Fuentefría, en la que tenía las vacas, hasta el pueblo todos los días. También lo utilizaba para arar la tierra, acarrear el estiércol o rastrear las olivas.
Esta última tarea consistía en recorrer los olivares con el mulo que llevaba enganchado un apero de madera conocido como "rastra" sobre el que se colocaban piedras para que pesase más. El objetivo de hacer esto era mantener limpios los olivares sin necesidad de realizar costosos tratamientos fitosanitarios o desbrozarlos, de forma que el suelo estuviese limpio a la hora de cosechar las aceitunas.

Caniche rastreando las olivas con el mulo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A finales de primavera y comienzos del verano, la tarea más importante que realizaba Caniche con su mulo, era pasar el cultivador (especie de arado) al tabaco para mantener los surcos limpios de hierba, permitiendo el correcto desarrollo de la planta, y al mismo tiempo subir la tierra que caía al fondo del surco, protegiendo así la raíz de las pequeñas tabaqueras.
Esto podía realizarse con una azada, pero era tremendamente trabajoso y si se disponía de un mulo, era mejor utilizarlo.

Pasando el cultivador al tabaco con el mulo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando empezaba a hacer calor, tenía lugar la siega de los prados para almacenar el heno necesario para alimentar a las vacas durante el invierno cuando la hierba no crecía lo suficiente. La hierba se segaba con la guadaña y se dejaba secar durante 2 ó 3 días, dándole la vuelta con horcas para que se secase de forma homogénea. Una vez seco, se llevaba hasta los corrales con los mulos.
Pero a veces, cuando se tenía poco ganado y la hierba crecía mucho, también se segaba y transportaba fresca a los corrales para dársela a los animales en el pesebre y que no la pateasen en el prado.

Caniche con el mulo cargado de hierba.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Llegado el momento de la cosecha del tabaco, cuando las plantas comenzaban a amarillear a finales de agosto o principios de septiembre, se cortaban para ser llevadas a los secaderos.
Para acarrear el tabaco a menudo por estrechas callejas y caminos por los que era imposible circular con coches o sacarlo desde aquellas fincas que tenían difícil acceso, era imprescindible el uso del mulo.

Caniche y su consuegro Emilio (al fondo) cargando tabaco en las bestias.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En otoño e invierno, cuando había poco trabajo en el campo, se aprovechaba para realizar otros trabajos con los mulos como por ejemplo arrastrar madera.
Una vez cortados los árboles, se retiraban las ramas y se enganchaban con una cadena para ser arrastrados con el mulo. 

Caniche arrastrando madera con su mulo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Todavía queda algún mulo en Guijo de Santa Bárbara pero el mulo de Caniche siempre será recordado por haber sido una de las últimas bestias utilizadas diariamente para el trabajo.
Cuando Caniche se jubiló en 2003, el mulo ya era bastante viejo pero aún lo mantuvo varios años más hasta que tuvo que sacrificarlo por su avanzada edad.
Quien esto escribe, puede dar fe que fue uno de los días más duros de la vida de Caniche.

El mulo de Caniche.
(c) Silvestre de la Calle García.

Pero jubilado y sin mulo, Caniche no podía estar porque seguía siendo un hombre muy activo así es que se decidió a comprar una burra.
Durante varios años tuvo una preciosa burra Zamorana que utilizaba para realizar los mismos trabajos que hasta entonces había realizado con el mulo y para ayudar a su yerno Miguel y su hija Olga, que son vaqueros, con labores como la recogida del heno.

Caniche arrastrando heno con su burra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tuvo después un burro blanco de gran tamaño y bastante recio con el que era complicado trabajar pero aún así lo hacía. 
Era habitual ver a Caniche con su burro bien atado y al que tenía colocados dos "perrillos" en el cabezón para dominarle mejor, realizando trabajos como el acarreo del estiércol.

Caniche acarreando estiércol con el burro.
(c) Olga de la Calle Santos.

A la hora de realizar todos los trabajos del campo, Caniche ha contado con la inestimable ayuda de su esposa Toñi. Cualquier mujer del medio rural ha trabajado siempre mucho al tener que hacerse cargo de la casa, del cuidado de los hijos y de los abuelos y de ayudar en las labores del campo cuando era necesario.
Pero Toñi realizaba muchas tareas sola y a diario. Cuando Caniche tenía que ir con la charanga a tocar en las fiestas de los pueblos vecinos, Toñi se encargaba del ordeño de las suizas y de subir la leche al pueblo.

Toñi deshojando tabaco.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Para trabajar tan duramente como lo han hecho Caniche y Toñi y para mantener a la familia, es imprescindible comer bien. Además de contar con la leche de sus vacas, los huevos de sus gallinas y lo que cultivaban en su huerto, Caniche y Toñi hacían todos los años una buena matanza, comprando para ello un cerdo o cochino que engordaban desde pequeño o que compraban ya cebado en los últimos años.
Los preparativos de la matanza comenzaban con el pelado, picado y cocido de la calabaza para elaborar las tradicionales morcillas.

Caniche y Toñi pelando y picando la calabaza para las morcillas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La matanza en casa de Caniche era una auténtica fiesta como en cualquier casa del medio rural español y a ella asistían sus hijos y nietos, sus hermanos, sobrinos, amigos...
Todo terminaba cuando con gran satisfacción Caniche colgaba los chorizos y las morcillas a secar en la cocina de lumbre de su casa.

Caniche con la matanza ya colgada.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hoy en día, Caniche ya no tiene vacas ni bestias y tampoco cultiva tabaco, pero sigue cultivando su huerto para tener verduras para el consumo familiar y tiene unas cuantas gallinas.
A sus 85 años, ya lleva una vida más tranquila en compañía de su esposa Toñi, de sus hijos José Antonio y Olga y de sus nietos Raquel, Sergio, Miguel y Saray.

Ángel y Toñi.
(c) Olga de la Calle Santos.

Ángel de la Calle Vicente, Caniche, es uno de esos sabios de nuestros pueblos que han sabido mantener vivas la cultura y tradiciones que heredaron de sus antepasados y de transmitirla a las generaciones futuras justamente en el momento más complicado de la historia pues cuando muchos decidieron abandonar el campo y cambiar de vida, él decidió quedarse en el pueblo y demostró que se podía sacar adelante a una familia tal y como lo habían hecho sus antepasados.
Los guijeños tenemos la suerte de poder disfrutar todavía de él y de sus muchas anécdotas y vivencias.

Ángel de la Calle Vicente, CANICHE.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

NOTA FINAL DEL AUTOR.
Se preguntarán muchos lectores qué vínculo me une a Caniche para escribir este artículo.
Ángel de la Calle Vicente era uno de los hermanos de mi abuela materna Marcelina de la Calle Vicente. Mis abuelos Juan y Marcelina siempre estuvieron muy unidos a mis tío Caniche y Toñi motivo por el cual en mi familia seguimos manteniendo una muy buena relación con él.
Quiero que este artículo sea un sencillo pero sincero homenaje para mi tío que este año cumple 85 años.

Con mi tío Caniche.
17 de septiembre de 2023.

ENLACES DE INTERÉS:

- LOS SENAGÜILLAS: UNA FAMILIA GANADERA.


- LA VACA SUIZA.


- EL TABACO EN GUIJO DE SANTA BÁRBARA.


- LA MATANZA.

miércoles, 20 de septiembre de 2023

EL ORDEÑO TRADICIONAL

El ordeño es una práctica ganadera muy antigua que consiste en extraer la leche de la ubre de las hembras de ciertas especies de mamíferos domésticos con el fin de utilizarla para el consumo humano tanto en forma líquida como transformada en diversos derivados lácteos.

Julia Cuesta Gómez ordeñando una cabra.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Familia Gargantilla Cuesta.

En el mundo hay varias especies de mamíferos dedicados a la producción lechera pero en España los más importantes son la vaca, la oveja y la cabra. Nos centraremos por ello en estas tres especies cuyo aprovechamiento lechero está ya documentado en época grecorromana pues escritores como Estrabón o Columela ya hablaron de la producción de leche y productos lácteos tanto por parte de los pueblos indígenas como por los griegos y romanos que se asentaron en la península Ibérica.

Jesús García Sánchez ordeñando una vaca.
Aldeanueva de la Vera (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El ordeño tradicional se realizaba, y aún hoy se realiza aunque con mucha menos frecuencia, de manera totalmente manual utilizando para contener la leche recipientes diversos desde los más primitivos fabricados con cuernos de vaca a los modernos cubos metálicos o de plástico pasando por infinidad de recipientes y vasijas de madera o barro cuyos nombres sería imposible enumerar aquí.

Ordeñando a una cabra en una "cuerna".
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo,

Actualmente, el ordeño se realiza mayoritariamente con ordeñadoras mecánicas que reducen mucho el tiempo y el trabajo realizado, permitiendo hacerlo de una manera cómoda e higiénica que asegura también una mayor calidad de la leche al pasar directamente de la ubre del animal, previamente lavada y desinfectada, al tanque de refrigeración donde permanecerá hasta su recogida por parte de la industria transformadora.

Sala de ordeño mecánico.
Karrantza (Bizkaia)
(c) Ganadería Hermanos Arríen.

Prácticamente en todas las explotaciones de ganado vacuno lechero de España y en la gran mayoría de las de ovino y caprino, se ordeña de forma mecánica en salas de ordeño más o menos sofisticadas dependiendo de diversos factores como la antigüedad de las instalaciones, la accesibilidad de camiones y la presencia o no de fluido eléctrico que en caso de no existir, obliga a la utilización de motores de gasoil. 

David Bonilla Martín ordeñando ovejas.
La Pueblanueva (Toledo)
(c) Familia Bonilla Martín.

En algunas explotaciones de ganado vacuno, se ha dado un paso más y se utilizan robots de ordeño con un sofisticado sistema informático que permite llevar a cabo un riguroso control del proceso incluso desde el teléfono móvil, aunque esto no supone que el ganadero no deba estar presente y pendiente de los animales.

Ordeño con robot.
Karrantza (Bizkaia)
(c) Ganadería Ametsleku

Pero lo que nos interesa a nosotros hoy es el ordeño tradicional a mano como se hizo "de toda la vida" en las ganadería españolas de vacas, cabras y ovejas, una práctica que es cada vez más inusual pero que se mantiene aún en el caso de pequeñas explotaciones familiares destinadas a menudo al autoconsumo o en aquellas que se encuentran en zonas desfavorecidas donde la introducción del ordeño mecánico es muy complicada cuando no imposible.

Juan Antonio Rodríguez Vidal ordeñando una cabra.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A la hora de realizar el ordeño de forma manual hay que tener en cuenta que cada una de las tres especies lecheras "clásicas" españolas (vaca, oveja y cabra) presentan características morfológicas diferentes si bien las diferencias entre ovejas y cabras son escasas sobre todo si se las compara con las vacas.

Ovejas y cabras.
Guisando (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Mientras que ovejas y cabras presentan un tamaño pequeño o mediano y una ubre similar con una cisterna mamaria y dos pezones colocados simétricamente uno junto al otro, cuyas formas varía ligeramente en función de la raza, la selección y otros factores, las vacas son animales de gran tamaño con una ubre que presenta una cisterna mamaria y cuatro pezones (dos delante y dos detrás) de tamaño pequeño o mediano y dirigidos siempre hacia abajo.
El tamaño corporal y la morfología o disposición de la ubre, condicionan la postura que debe adaptar la que persona que va a ordeñar para poder hacerlo cómodamente.

Vaca Frisona.
Brozas (Cáceres)
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Además, debe tenerse en cuenta la producción diaria de leche del animal que en las ovejas y cabras oscila entre 0,25-0,5 litros hasta 5 litros o más en casos excepcionales mientras que en las vacas puede superar los 50-60 litros en algunos momentos.
La producción influye por un lado en las veces que los animales deberán ser ordeñados a lo largo del día, generalmente 1 o 2 aunque en los animales de alta producción puede que sea necesario realizar un tercer ordeño para evitar sobrecarga de la ubre.
También influye en el tiempo que se tarda en realizar el ordeño.

Vaca Pasiega de alto rendimiento.
Riaño, Solórzano (Cantabria)
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

Veamos cómo se realiza el ordeño de las principales especies lecheras españolas.

- Ordeño de cabras y ovejas.
Al ser animales de tamaño pequeño o mediano, la persona que ordeña debe colocarse agachada y detrás del animal para acceder con facilidad a la ubre debido el animal abrir ligeramente las patas traseras para ello.
Como la producción lechera de cabras y ovejas es relativamente baja, el ordeño manual de cada animal se realiza en muy pocos minutos.

Eva y David Bonilla Martín ordeñando una oveja.
La Pueblanueva (Toledo)
(c) Familia Bonilla Martín.

Normalmente, los animales se encierran en algún recinto como puede ser una nave u otra edificación más antigua y tradicional o en un cercado de piedra o materia vegetal, utilizándose también en ocasiones rediles o corrales de cancillas o teleras de madera o metálicas.
De esta forma, se pueden ir sacando los animales ya ordeñados para que no estorben a la hora de continuar con la tarea del ordeño.

Gonzalo Lorenzo Gómez ordeñando una cabra.
Acehúche (Cáceres)
(c) Familia Lorenzo Gómez.

La posición más correcta para ordeñar a una cabra o una oveja y realizarlo a la vez de forma rápida y eficiente, consiste en colocarse tras el animal con una rodilla apoyada en el suelo y la otra pierna flexionada con el pie firmemente apoyado en el suelo sujetando el cubo entre las piernas. De esta forma, quedan las dos manos totalmente libres para agarrar las dos tetas o pezones del animal.

Paulino Gargantilla Serrano ordeñando una cabra.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

También hay gente que prefiere ordeñar en cuclillas en cuyo caso hay que dejar el cubo apoyado en el suelo. Esto sólo puede hacer si las cabras u ovejas son muy mansas pues en caso contrario pueden tirar el cubo de una patada o meter la pata dentro del mismo.

Puri Castañares Vidal ordeñando una cabra.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Familia Pérez Castañares.


- Ordeño de vacas.
Las vacas son mucho más grandes que las ovejas o las cabras por lo que si dan muy poca leche, pueden ordeñarse incluso de pie utilizando algún recipiente que pueda agarrarse con una mano para poder sujetar la teta con la otra mano y repetir el proceso con el resto de tetas. Esto es algo muy poco habitual hoy en día.

Ordeñando una vaca de pie.
Quintanar de la Sierra (Burgos)
(c) Iván Ureta.

No obstante, cuando las vacas producen bastante leche, lo más normal es sentarse para ordeñarlas utilizando una banqueta o taburete que se coloca junto al animal que, para evitar que se mueva, suele atarse en una cuadra al pesebre con una cuerda pasada alrededor de los cuernos o con una cadena sujetada al cuello.

Ordeñando una vaca en cuadra tradicional.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como las vacas tienen cuatro pezones o tetas, primero se ordeñan dos y luego las otras dos. Pueden ordeñarse las dos del mismo lado y luego las del contrario o bien ordeñar primero las dos delanteras y después las dos traseras.
El cubo puede apoyarse en el suelo y sujetarse entre los pies pero si la vaca se mueve puede tirarlo, por lo que es mejor sujetarlo entre las rodillas. 
En ocasiones, para evitar sobresaltos, se inmoviliza a la vaca atándole las patas traseras y también la cola para que no moleste a quien ordeña. También se la puede inmovilizar con un hierro especial colocado desde la ubre a la cadera impidiendo la flexión de la pata.

Jesús García Sánchez ordeñando una vaca.
Aldeanueva de la Vera (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Existen dos formas fundamentales de ordeñar a mano en función de la posición a la hora de colocar las manos: "a pellizco" y "a puñao".

- Ordeño "a pellizco".
Es la forma más habitual de ordeñar y la más efectiva. Consiste en colocar los cuatro dedos en posición perpendicular a la teta o pezón y apretar contra el pulgar que se coloca doblado hacia abajo. De esta forma, la teta es oprimida por los cinco dedos.
Esta forma de ordeñar semeja mucho la boca del recién nacido saliendo de la leche de manera rápida y apurando o extrayendo perfectamente toda la leche contenida en la ubre.
La principal desventaja es que la última falange del dedo pulgar sufre paulatinamente una deformación que en aquellas personas que han ordeñado a mano durante muchos años, termina provocando artrosis.

Ordeño de una vaca "a pellizco".
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

- Ordeño "a puñao".
Es una forma menos habitual de ordeñar.
Para llevarla a cabo se colocan los cuatro dedos en posición perpendicular a la teta y se aprieta esta contra la mano, permaneciendo el dedo pulgar en posición horizontal o levemente inclinado hacia arriba, de forma que no oprime el pezón sino que simplemente lo sujeta.
Ordeñando de esta forma se extrae peor la leche y de una manera más lenta, quedando siempre un pequeño resto de leche en la ubre. Como ventaja, la mano no se deforma.

Ordeñando una cabra "a puñao".
Robledillo de la Vera (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El ordeño de cualquier animal, se haga de forma manual o mecánica, tiene tres fases fundamentales: apoyado, ordeño y apurado.

- Apoyado.
Consiste en la baja de la leche de la cisterna mamaria a los pezones. Para ello debe darse un suave masaje a la ubre durante unos minutos para que la hembra piense que es su propia cría la que quiere mamar.
En ocasiones, sobre todo en el caso de las vacas menos seleccionadas, es preciso que el ternero haga este proceso y mame un poco, retirándole luego para así poder ordeñar a la vaca.

Ayudándose del ternero para el apoyado.
Quintanar de la Sierra (Burgos).
(c) Iván Ureta.



- Ordeño.
Es la extracción de la leche con un movimiento que trata de imitar la succión de la boca de la cría. A las hembras de primera lactación, es decir, aquellas que son ordeñadas por primera vez, les cuesta acostumbrarse un poco pero con el paso del tiempo lo hacen.
Hay razas e incluso individuos dentro de cada raza que presentan mayor "ordeñabilididad" o facilidad para ser ordeñados debido a una mejor bajada de la leche y a un comportamiento más dócil.

Fidel García Blázquez ordeñando una cabra.
Guisando (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

- Apurado.
Consiste en la extracción de la última parte de la leche contenida en la ubre para lo cual es mejor o casi imprescindible hacerlo "a pellizco" (ver más arriba).
Otras veces, se deja esa parte de la leche para que sea consumida por las crías, lo que se conoce como sistema de lactancia "a media leche" y que era muy común en el pasado.
También se conoce como apurado al ordeño que se realiza cuando las crías maman pero no pueden consumir toda la leche debido a que son pequeñas o a que la madre produce demasiada leche, siendo necesario descargar la ubre para evitar a la hembra problemas de mamitis por retención de la leche.

Juan Antonio Rodríguez López ordeñando una cabra.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

Independientemente del animal y de la forma de realizar el ordeño manual o tradicional, la leche se destina siempre al consumo como ya se dijo en la introducción.
Siempre ha sido muy común entre los ganaderos ordeñar directamente en un pequeño recipiente para beber la leche fresca en el mismo momento cuando aún está caliente y los microorganismos que pueden contaminar la leche y transmitir enfermedades, no tienen tiempo para actuar.

Bebiendo leche recién ordeñada.
Robledillo de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando se trata de mayores cantidades de leche, esta se va vertiendo de los cubos en cántaros de diversos tamaños, colándola previamente con un colador fino para  eliminar cualquier impureza visible.
Después, los cántaros son trasladados hasta el coche y llevados al punto de entrega establecido por la industria.

Fidel García Blázquez transportando una cántara de leche.
Guisando (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Tradicionalmente, si la leche debía ser transportada a distancias relativamente largas, se vertía en cántaros de diversas formas y medidas para ser llevados directamente por los ganaderos si era poca cantidad o utilizando bestias de carga para mayores cantidades.

Alonso de la Calle Hidalgo transportando los cántaros en el burro.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Familia De la Calle.

En el pasado era muy habitual que la leche fuese transformada en productos lácteos como queso y mantequilla por lo que se trasladaba directamente desde la majada, cuadra o lugar donde estaban los animales y se realizaba el ordeño hasta la vivienda del ganadero que, en ocasiones estaba en el mismo edificio o muy cerca del mismo.

Paulino Gargantilla Serrano llevando la leche al chozo.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tras dejar enfriar o no la leche, según las costumbres locales, se procedía a la elaboración del queso utilizando cuajo vegetal o animal para dejarlo actuar durante un tiempo conveniente y luego cortar la cuajada y echarla en moldes para su posterior salado o prensado y salado.
La elaboración de la mantequilla era diferente pues había que dejar enfriar la leche para poder obtener la nata.
Esto lo trataremos en otro artículo.

Benigna Blázquez Garro haciendo el queso.
Guisando (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque el ordeño manual se realice de manera sumamente cuidadosa, el grado de higiene siempre va a ser menor que cuando se realiza de manera mecánica o robótica por lo que la industria favorece y a veces exige la instalación de sistemas mecánicos de ordeño.
Además, con el ordeño mecánico la leche pasa directamente de la ubre del animal previamente lavada y desinfectada al tanque de refrigeración por lo que cualquier tipo de contaminación del producto es prácticamente imposible.

María Isabel Sánchez Vadillo ordeñando las cabras.
Candeleda (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La implantación del ordeño mecánico es una buena medida desde el punto de vista sanitario pero presenta el gran inconveniente de no poder realizarse en todos los lugares obligando muchas veces a los ganaderos a abandonar áreas que tradicionalmente eran aprovechadas por el ganado lechero y que hoy en día están infrautilizadas.

Cabras lecheras pastando en alta montaña.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La progresiva desaparición de la práctica del ordeño manual tradicional supone una pérdida de parte de la cultura ganadera, quedando en el olvido una serie de conocimientos transmitidos durante siglos o milenios de padres a hijos.
En las familias ganaderas, los niños aprendía a ordeñar desde pequeños y en esta tarea no había discriminación sexual alguna pues todos los miembros útiles de la familia desde los niños y niñas hasta los abuelos, ordeñaban al ganado si era necesario.

Neizan Mazo (5 años) ordeñando una vaca Pasiega a mano.
Riaño, Solórzano (Cantabria)
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

Con este artículo no pretendemos decir, ni muchísimo menos, que haya que volver a los tiempos antiguos puesto que la tarea del ordeño tradicional a mano es sumamente ardua.
El objetivo de este artículo es dar a conocer esta tradición del medio rural para que nunca sea olvidada y quienes desciendan de familia ganadera valoren el gran sacrificio que hicieron sus antepasados.

Paulino Gargantilla Serrano ordeñando una cabra.
Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En la memoria de todos los que nos hemos criado en el medio rural y pertenecemos a familias ganaderas están grabadas imágenes de nuestros padres y abuelos ordeñando las vacas, las cabras o las ovejas y el sonido rítmico de los chorros de leche cayendo en el cubo de hojalata que poco a poco se iba llenando de leche tibia y espumosa que tanto nos gustaba beber directamente del propio cubo...
Recuerdos de cuando nuestros abuelos nos sentaban en el pequeño tajo de tres patas y nos enseñaban a ordeñar con aquella dócil vaca llamada por ejemplo Paloma...y recuerdos de volver desde la finca al pueblo con los cántaros de leche cargados en las caballerías o llevados en la mano cuando eran poca cantidad y una vez en casa, ver y aprender cómo se hacían el queso o las natillas...
Todos estos recuerdos, los tiene muy presentes quien escribe estas líneas...

Jorge Antonio Becerril ordeñando su vaca Pompa.
El Tiemblo (Ávila)

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

ENLACES DE INTERÉS:

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