jueves, 25 de febrero de 2021

LA VACA MACHORRA. UN MANJAR DE REYES.

    La carne de vacuno adulto es cada vez más consumida y demanda por el consumidor, especialmente por el que busca un producto de calidad excepcional. En numerosas ocasiones, tendemos a pensar que la carne de animales jóvenes es de mejor calidad, más tierna y con mejor sabor pero nos equivocamos totalmente pues como bien han dicho siempre los viejos carniceros, es carne que aún "no está hecha".
Esto quiere decir que el animal no ha desarrollado plenamente su potencial cárnico. 


MELLIZA, vaca machorra de raza Casina.
(C) Fotografía: Carlos Fidel Vejo.

Curiosamente, el pueblo judío ya sabía muy bien cuál era el mejor momento para sacrificar el cordero o el cabrito como se nos dice en el libro del Éxodo en el capítulo 12:

Dios dijo a Moisés y a Aarón en el país de Egipto. "Este mes será para vosotros el primero de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la comunidad de Israel: El día diez de este mes cada uno tomará una res por familia, una res por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comer la res, que la comparta con el vecino más próximo, teniendo en cuenta el número de personas y la ración que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año. Lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.

Podríamos terminar este pasaje, para uno de los más bellos de la Escritura, pero es suficiente con lo que se lee hasta aquí. Con un año, los corderos y cabritos adquieren ya prácticamente su tamaño adulto y la calidad de su carne es insuperable. A partir de ese momento, la carne adquiere un sabor un tanto fuerte que no es del agrado de muchos consumidores.
Lo mismo podríamos decir del ternero, aunque en este caso, la plenitud se alcanza a una edad algo mayor.
Animal sin defecto y macho, quiere decir que se debía buscar un animal entero, es decir, sin castrar. Aunque ya a esa edad tanto corderos como cabritos son sexualmente maduros y pueden cubrir a las hembras, se recomienda esperar hasta esa edad para que adquieran el desarrollo fisiológico correcto. Por tanto, se trataba de animales "vírgenes" que simbolizarían de alguna manera la pureza.

Un animal sin defecto, macho, de un año escogido entre los cabritos.
(C) Fotografía: Silvestre de la Calle García

Pero lógicamente, todas las especies ganaderas tienen un peso determinado en función del manejo y sobre todo de la raza a la que pertenezcan. Existe en el mundo animal lo que denominamos "dimorfismo sexual" que es más acusado en tanto y cuanto la raza sea más primitiva puesto que por efecto de la domesticación, dicho carácter se fue seleccionando para obtener animales más manejables. Actualmente, cuando disponemos de razas muy dóciles, podemos reinvertir el proceso.

Con respecto a la calidad de la carne, las hembras suelen tener carne más tierna y jugosa que los machos, que suelen ser más musculosos. Una hembra joven, de cualquier especie ganadera, tendrá una carne de mejor sabor que la de un macho de su misma edad, pero el peso será inferior.
Por el contrario, en los animales adultos, el macho será más pesado pero su carne seguirá siendo más musculosa y fibrosa que la de la hembra. Sin embargo, las viejas hembras reproductoras presentan una carne "fatigada" por el constante trabajo: puesta de huevos en el caso de las aves, crianza y lactación en el caso de todos los mamíferos, producción lechera elevada en las hembras destinadas a tal fin.

Por efecto de las hormonas masculinas, todo macho que haya alcanzado la pubertad, tendrá una carne de gusto más fuerte y sabor más recio que la carne de hembra. Es lo que en el norte de Extremadura, se designa popularmente como "sabor a cojúo".
Para la elaboración de ciertos productos como los tasajos (carne adobada y secada) es incluso mejor la carne de un macho entero que la de cualquier animal porque es fibrosa, seca y carece de grasa o sebo pero para elaborar embutidos o para comer, es una carne poco adecuada.


BESTIARIUM, macho de cabra Verata. Un animal de estas características es ideal para tasajos pero no para comer en fresco.
(C) Fotografía: Silvestre de la Calle García.

¿Cuáles son las posibles soluciones a todos estos problemas?
Podemos fácilmente conseguir un macho cuya carne tenga las características de una hembra. Para ello utilizaremos un procedimiento sencillo y conocido ya en la más remota antigüedad: la castración.
Este método consiste en la inutilidad o extirpación de los testículos de cualquier animal macho doméstico, sea mamífero o ave.
En el caso de los mamíferos, los testículos se encuentran en el exterior del organismo por lo que el proceso es sumamente sencillo. Existen multitud de formas de hacerlo sin tener que recurrir a la cirugía. De hecho, durante miles de años, esta práctica se ha realizado con métodos absolutamente indoloros para el animal.

Conviene realizar la castración a edades tempranas por ser más fácil de manejar el animal que se desee castrar. Generalmente, es recomendable hacerlo antes de la pubertad.

Los machos castrados, son animales mucho más dóciles que los machos enteros e incluso que las hembras. Su aspecto externo, recuerda más al de una hembra que al de un macho, al haberse anulado la acción de las hormonas sexuales y del crecimiento. El tamaño, es mayor incluso que el de un macho aunque con la particularidad de que apenas afecta al tamaño de la mayor parte del cuerpo, sino que afecta a los radios distales (patas) y a los cuernos en el caso de presentarse.


Buey de raza Avileña-Negra Ibérica de la variedad bardina, de la ganadería de Juan Manuel Yuste e Isabel López.
Nótese el aspecto "afeminado" o "avacado" de este macho castrado.
(C) Fotografía: Miguel Alba.

En principio, la castración no se realizaría con vistas a la producción de carne sino con el objetivo de obtener unos machos dóciles y manejables para poder utilizarlos en diversos trabajos. Al carecer de impulsos sexuales, los animales se mantenían siempre tranquilos.
Así, todo equino utilizado para la montura, la carga o el tiro, era normalmente castrado y lo mismo se hacía con los bovinos dando lugar a bueyes y cabestros. Con los ovinos y caprinos, el objetivo era obtener animales altos y más grandes que el resto del rebaño para colocarles cencerros y que sirviesen de guía al resto de ejemplares.

Aclaremos la diferencia de buey y cabestro. 
Un buey es un bovino macho castrado generalmente cuando ya es sexualmente maduro, a los 12-14 meses. Su aspecto cuando sea plenamente adulto, será semejante al de un toro de gran tamaño. Su aspecto físico no cambiará tanto.
El cabestro es un bovino castrado antes de la pubertad y por lo tanto, su aspecto recordará al de una vaca enorme, patilarga y con cuernos larguísimos.

Al finalizar la vida productiva de estos animales, los ganaderos se dieron cuenta de que proporcionaban una carne de gusto exquisito, mejor que la de una hembra y que por supuesto no tenía nada que ver con la de un macho de la misma especie.

Se comenzó entonces a realizar la castración de todo animal doméstico macho dedicado a la producción de carne. Cerdos, bueyes, carneros, machos cabríos...e incluso aves, surgiendo así el capón o gallo castrado cuya castración requiere un proceso complicado pero que da lugar a un producto exquisito.

    Sin embargo en toda especie ganadera, existe un tipo muy especial de animal cuya carne es superior a la de todos los demás animales de su especie. Nos referimos a las MACHORRAS, hembras improductivas cuya carne incluso de mayor calidad que la de cualquier hembra o macho castrado de su especie. Como dice un viejo dicho:

La machorra supera al capón ya sea buey, carnero o castrón.

Explicamos esto un poquito para aclarar los diversos términos:
- Machorra: hembra estéril.
- Capón: Macho de cualquier especie castrado.
- Buey: Bovino castrado. (El macho entero es el toro)
- Carnero: Ovino castrado. (El macho entero es el morueco).
- Castrón: Caprino castrado. (El macho entero es el macho cabrío).

En la Edad Media y la Edad Moderna, la carne más apreciada era la de carnero. Ya lo leemos en EL QUIJOTE. En esa época, la carne de vaca procedía de animales de desvieje y era seca y dura por lo que era consumida por los más "pobres" mientras que el carnero era una carne "aristocrática".

El refrán de la época decía: DE LA MAR EL MERO Y DE LA TIERRA EL CARNERO.

Hoy decimos cordero en lugar de carnero.

Pero ¿es rentable mantener una hembra que no da producción hasta que está en su sazón para ser sacrificada? Depende. 
En una ganadería pequeña, desde luego que esto es algo impensable y en una ganadería grande, tal y como están los precios del ganado, es cuestionable. Sin embargo, siempre hubo caprichosos que hicieron esto y hoy, es frecuente en tres especies: la vaca, la gallina y la cochina.
De la vaca hablaremos luego.


MELLIZA, vaca machorra de raza Casina.
(C) Fotografía: Carlos Fidel Vejo.

La gallina comienza su vida productiva, dependiendo de la raza, a partir de las 20 semanas aproximadamente. Comienzan a poner huevos y dedican toda su energía a eso, por lo que el resultado es que su carne se va volviendo cada vez más dura hasta que, al final de su vida productiva es prácticamente incomible según muchos aunque a quien esto escribe, le encanta la carne de gallina. Sin embargo, la gallina es un animal cuya producción de forma natural está ligada a los ciclos solares y climatológicos. Las gallinas silvestres, que aún se pueden encontrar en el sudeste asiático, ponen un reducido número de huevos a comienzos de la primavera cuando los días son más largos y hay más horas de sol.
Controlando esto, es decir, manteniendo a las pollas o gallinas inmaduras en instalaciones oscuras, se puede alargar el proceso "improductivo" hasta los 6 u 8 meses, tiempo suficiente para que el animal engorde y produzca una carne exquisita. Estas aves, reciben el nombre de pulardas.

Sobre las cochinas capadas, ya hemos hablado en otros artículos de este mismo blog. Animamos al lector curioso a leer el artículo de LA MATANZA.


Después de esta necesaria, aunque quizás un tanto pesada introducción, centrémonos en el tema del bovino adulto y su carne. Tendríamos 4 categorías básicas:

- Vaca.
- Toro.
- Buey.
- Machorra.

1. VACA.
Se trata de la hembra adulta de la especie bovina (mayor de 2 años) y que haya parido al menos una vez. La calidad de la carne varía mucho en función de la raza del animal.
Las vacas lecheras especializadas, agotadas tras una vida productiva de 4-5 años y una edad de 6-7 años, producen una canal con una mala conformación y su carne es seca y poco apta para el consumo directo, aunque puede valer para charcutería. Gran parte de las hamburguesas que consumimos, aunque nos digan lo contrario, proceden de viejas vacas lecheras.
Las vacas de aptitud cárnica, tienen una mejor conformación y si no son excesivamente viejas y se las somete a un adecuado proceso de engorde, pueden proporcionar un carne de muy buena calidad.

Vieja vaca Tudanca. La carne de un animal de este tipo, debidamente cebado, es un producto realmente exquisito que necesita poca preparación para degustarlo.
(C) Fotografía: Miguel Alba.

2. TORO.
Macho adulto entero, es decir, sin castrar. Puede haber sido utilizado como semental o no. En este último caso estarían los toros de lidia.
La carne de toro, si el animal no es muy viejo, es de buena calidad aunque suele ser algo seca. 
En cuanto al toro de lidia, si se le sacrifica en matadero, proporciona una carne de gran calidad pero si procede de animales lidiados, será una carne de calidad cuestionable al estar mal sangrada y fatigada por lo que su sabor será cuestionable aunque en una buena caldereta, es exquisita.


BENJAMÍN, toro de raza Charolesa aún en plenitud y en activo. Cuando termine su carrera productiva, proporcionará una exquisita carne roja de gran calid.
(C) Fotografía: Miguel Alba.

3. BUEY
Aquí podemos hacer varias subdivisiones.
3.1. Cebón. Se trata del macho bovino castrado y adulto menor de 4 años.
3.2. Buey propiamente dicho. Macho bovino mayor de 4 años castrado después de la pubertad y que ha sido utilizado para el trabajo.
3.3. Cabestro. Macho bovino mayor de 4 años castrado a edades tempranas y utilizado para la guía y manejo de ganado bravo o extensivo.

Actualmente, se utilizan las designaciones de cebón para los animales menores de 4 años y buey para los mayores de esa edad sean bueyes auténticos o cabestros y hayan sido utilizados o no para el trabajo.

Sería bueno exigir una denominación exhaustiva.

La carne de todos estos animales es exquisita. Roja, jugosa, con grasa infiltrada. Constituye uno de los mejores manjares que conoce la especie humana. Un buen chuletón de buey asado a la brasa y simplemente con unos granos de sal gorda, es algo sublime.


Bueyes Tudancos. Cualquier macho bovino castrado a la edad adecuada, puede ser un buey pero pocas razas superan a la Tudanca en este campo en cuanto a la exquisitez de su carne que es sencillamente sublime.
(C) Fotografía: Miguel Alba.

4. MACHORRA
 
¡Por fin! Después de dar vueltas y vueltas cual borrica en una era, llegamos a la famosa VACA MACHORRA que da título a este artículo.

¿Qué es una vaca machorra?

Ni más ni menos que una vaca que hasta el momento de su sacrificio, no ha parido NUNCA. Recalco este último vocablo. Si tenemos una vaca que ha parido uno o varios años y que luego ha estado x años sin volver a hacerlo, por mucho que digamos que es machorra, no lo es. Hablaríamos de una vaca horra, que pudiendo reproducirse y habiendo estado en contacto con el toro, no se ha vuelto a quedar preñada por el motivo que sea. Es frecuente que en ocasiones, vacas que han parido varias veces, se "machorreen" y no vuelvan a parir por diversos factores. Si estas vacas se engordan, producirán buena carne pero NO SERÁN MACHORRAS.

Una vaca machorra como tal es una hembra que no ha parido nunca pero no por capricho del ganadero, sino porque es estéril y no podrá jamás ser fecundada ni por monta natural del semental ni por prácticas de reproducción asistida.


Vista trasera de una vaca machorra. Obsérvese su aspecto claramente "boyuno".
(C) Fotografía: Carlos Fidel Vejo.

Pero ¿nacen vacas con esta peculiar característica?

SÍ. Se trata de hembras que son mellizas de uno o varios machos. 
En los bovinos, el parto doble o múltiple es más raro que en otras especies ganaderas. Varía en función de la raza y en función del sistema de manejo, así como si se trata de reproducción natural o artificial, aumentando en este último caso el porcentaje. Si se producen partos de más de 1 ternero, suelen nacer 2 pero los de 3 son más raros y los de 4 extraordinarios. Si se producen embarazos de más de 4 fetos, suelen terminar en abortos.

Las ovejas, por ejemplo, paren dos o más corderos con relativa frecuencia e incluso hay razas como la mítica Romanov que han llegado a parir 9 corderos vivos y viables. En España tenemos razas como la Gallega o la Menorquina en las que el parto doble es la norma y los partos múltiples (3 ó más crías) son muy frecuentes, reduciéndose el parto de una sola cría a las primíparas y no a todas.
En la cabra, el parto múltiple es aún más frecuente, hasta el punto de que en muchas razas lo raro es el parto simple. Casos como el de la graciosa cabra enana que tanto vemos en los zoos y que paren siempre 2 ó 3 cabritillos, son frecuentes en muchas razas.

En los equinos, el parto doble puede ser fatal. Suele terminar en abortos espontáneos aunque a veces la gestación llega a término pero no es conveniente ni para las crías ni para la madre por lo que lo más recomendable, es extraer uno de los fetos.

Respecto a la cerda, ya se sabe que los partos son siempre múltiples y pueden nacer muchísimas crías. Los partos de 10-11 lechones son frecuentes mientras que en las razas del sudeste asiático, se han registrado casos de hasta 40 lechones en un sólo parto.


Cochina Ibérica con sus lechones. Dentro de las razas porcinas, la Ibérica es de las menos prolíficas aunque la calidad de su carne, compensa cualquier otra falta.
(C) Fotografía: Javier Bernal.


Pero volvamos a las vacas.
¿Qué ocurre si en un parto nacen 2 terneros de distinto sexo? 
Si son dicigóticos, es decir, si proceden de dos óvulos diferentes, no hay ningún problema. Se desarrollarán en el útero de manera independiente y si son macho y hembra, serán totalmente normales y podrán reproducirse sin problema.

Sin embargo, si son monocigóticos, es decir, si se originan a partir de un sólo óvulo y son de distinto sexo, la ternera será estéril. Este fenómeno es conocido como freemartinismo o quimerismo.

No es EL CUADERNO DE SILVESTRE un blog dedicado a la explicación pormenorizada de ciertos aspectos que podrían resultar aburridos para el lector, sobre todo si es ajeno al mundo ganadero.

Además de eso, sabéis que soy simple y llanamente un sacristán de pueblo que nació en una familia vaquera pero que carezco de los conocimientos veterinarios exhaustivos para explicar este asunto adecuadamente.


"Pa muestra un botón". Aquí estoy con mi abuelo Juan García García en 1999.
Lo que sé de vacas, lo aprendí de él, pero jamás dominaré tanto el tema como lo dominó él, que fue vaquero durante 40 años y no digamos mi abuela Marcelina de la Calle Vicente que fue vaquera durante 70 años.
Ellos me inculcaron la afición que tengo al mundo ganadero y que hoy es en gran parte responsable de que podáis leer EL CUADERNO DE SILVESTRE.
(C) Fotografía: Alonso de la Calle Hidalgo.


El caso, es que estas hembras mellizas de macho procedentes del mismo óvulo, son las auténticas VACAS MACHORRAS.
Al nacer son una ternera normal y corriente que poco se diferencia de otra ternera normal.

Al ir creciendo ya se irán notando características particulares. En muchos casos, las machorras presentan un claro infantilismo genital externo pero realmente como se ve bien la morfología del aparato reproductor es realizando un tacto rectal al animal.
En ocasiones, estas vacas presentan un aparato reproductor prácticamente normal con vagina, útero y ovarios, aunque no sean funcionales, presentando también un sistema mamario poco desarrollado pero evidente.
En otros casos, si la diferenciación sexual se produjo en una etapa muy temprana del desarrollo dentro del útero materno, el aparato reproductor de la hembra machorra es casi inexistente, reduciéndose a pequeñas vaginas ciegas y a la ausencia de sistema mamario, pudiendo llegar a aparecer un "bolsa escrotal".

Si el grado de freemartinisno es bajo, aunque el animal sea estéril, cuando crezca se parecerá a una vaca normal lo cual es realmente peligroso porque algún becerro o toro enredando, puede llegar a montarla y si la vagina está poco desarrollada, el animal puede terminar con una perforación de la misma y ocasionarle la muerte.

Otras veces, las machorras tienen tal grado de masculinidad que recuerdan a un macho castrado y al llegar a la edad adulta, parecerán un auténtico y verdadero buey aunque sean una hembra.

¡ESA ES LA BUENA MACHORRA!

Una machorra de este tipo, proporcionará una carne exquisita, mejor que la de cualquier buey. Sin embargo, no es muy fácil encontrar estos animales. En ganado lechero, al que se le realizan inseminaciones, fecundaciones in vitro y demás, es relativamente frecuente encontrarlas pero en razas de carne con reproducción natural y sobre todo en razas autóctonas rústicas, a veces es como encontrar una aguja en un pajar.

No obstante, de todo hay en la viña del Señor y ocasionalmente, un ganadero recibe esta bendición del Cielo.

Este el caso de MELLIZA una preciosa machorra de raza Casina perteneciente al gran ganadero Carlos Fidel Vejo, del pueblo cántabro de Caloca.


MELLIZA al poco rato de nacer.
(C) Fotografía: Carlos Fidel Vejo

El día 26 de febrero de 2015, al visitar a algunas vacas Casinas de su explotación, observó que una había parido 2 terneros. Como se hace siempre que pare una vaca, Carlos miró a los terneros para ver si estaban bien y vio que uno era macho y otro hembra.
En la mayoría de los casos, cualquier ganadero reguñe y dice:
- ¡Vaya por Dios! ¡Una machorra!

Pero otros como Carlos, prefieren ser pacientes. Lo más probable es que cuando esto pasa, la hembra, efectivamente sea machorra.

Yo mismo he vivido esto en mi casa precisamente en un momento en el que era imperioso el nacimiento de una ternera para reposición. Pero mi abuelo, nada más ver a la ternerilla machorra dijo:
- Firmada tienes la sentencia.

Lo cierto es que mi abuelo sabía muy bien lo que decía y al cabo de pocos meses, era más que evidente que aquella ternera era machorra pero machorra, hasta el punto de ser la más masculina de todos los terneros que aquel año nacieron en la explotación. Era la capitana y ningún otro ternero se atrevía a acercarse a ella. A los 6 meses, mi abuelo dijo:

- Dios te guarde, machorrilla.

Y se la vendió a un tratante del pueblo para que la cebase y la vendiese luego al matadero. Este suele ser el destino de cualquier ternera machorra. El ganadero la vende al destete o la sacrifica para el consumo doméstico.

BLANCA, vaca Charolesa de mi abuelo Juan García García con sus dos terneros. En primer plano, la Machorrilla y echado su hermano.
(C) Fotografía: Alonso de la Calle Hidalgo. Febrero de 1996.


Este no fue el caso de Carlos y su MELLIZA a la cual dejó en la explotación. Cuando ya iba un poco crecidita, bien se veía que iba tomando el aspecto de un precioso buey. Carlos la dejó con el resto de sus vacas, colocándola un campano para que sirviese de guía a las demás en su subida a los puertos.
Esta es otra cualidad importante de las machorras que también tienen las vacas horras de cualquier vacada extensiva. Vamos, vacas, ovejas, cabras... y cualquier mamífera que no esté criando. Tienen mucha fortaleza y a la hora de caminar, van siempre en cabeza por lo que son buenas para guiar a las demás. Un gran cencerro o campano que sea pesado, como las zumbas que usamos en Gredos, sirve además para ralentizar el paso de la machorra o la horra.



En ambas fotografías vemos a MELLIZA guiando a sus compañeras camino del Puerto. En grandes ganaderías, no es infrecuente ver alguna machorra empleada para este fin aunque comen tanto como un buey o un toro y no generan beneficio económico hasta su venta.
(C) Fotografías: Carlos Fidel Vejo.


El 15 de febrero de 2018, poco antes de cumplir los 3 años, Carlos vendió a MELLIZA a otro ganadero. Una vaca machorra adquiere pronto un gran tamaño y come en función del tamaño que tiene. 
Su producción va a ser nula por lo que es un gasto tener un animal así y lo mejor es venderla a un ganadero dedicado al cebo para que la engorde adecuadamente.

Desde entonces, MELLIZA fue engordando poco a poco hasta alcanzar un tamaño descomunal para su raza. Mientras que una vaca Casina pesa entre 450 y 500 kilogramos, ella llegó a pesar entre 700 y 730 kilogramos, peso semejante e incluso superior al de muchos toros de esta singular raza bovina. Su aspecto era imponente, con una cornamenta enorme, propia de un buey y no de una vaca.



MELLIZA poco antes de su sacrificio. Véase su gran tamaño y su descomunal cornamenta.
(C) Fotografías: Carlos Fidel Vejo.

Por ello, el pasado 23 de febrero de 2021, MELLIZA ha sido sacrificada por haber llegado a su plenitud. Ha proporcionado una canal con un 56% de rendimiento.

Para los que no comprendáis esto de las canales, cuando un animal se sacrifica, se dice que pesa tantos kilos en vivo y tantos kilos en canal. La canal consiste en el cuerpo del animal desprovisto ya de la piel, las vísceras, la cabeza, la cola y la parte inferior de las patas.
¡Ojo! No quiere decir que todo esto no sea aprovechable. Es lo que se llama "quinto cuarto" de la canal de un animal:
- Cuarto delantero derecho.
-Cuarto delantero izquierdo.
-Cuarto trasero derecho.
- Cuatro trasero izquierdo.
- Quinto cuarto.

En los bovinos "modernos" las piezas "nobles" o de mayor calidad se localizan en los cuartos traseros mientras que en los antiguos bovinos de trabajo, estos cuartos presentan una morfología muy deficiente, ya que estos animales "cargan" de adelante lo cual era vital para animales usados antaño para el trabajo.
Con "EL QUINTO CUARTO", salvo la piel que es utilizable pero no consumible, se pueden preparar muchísimos platos exquisitos e incluso extraordinarios embutidos. Platos como el rabo de toro, entomatadas con las patas, callos, riñones, hígado...

No quiere decir que la canal sea totalmente aprovechable, pues de ella habrá que descontar cuando se despiece, el porcentaje correspondiente a la grasa (elevado en bueyes y machorras) y a los huesos.



Canal de Melliza y etiqueta de la misma. Es importante observar la etiqueta de la carne pues muchas veces nos venden gato por liebre.
Aquí tenemos una vaca adulta nacida, criada y engordaba en España.
(C) Fotografías: Carlos Fidel Vejo.

¿Puede entonces ser consumida ya la carne de MELLIZA? No, aún no. Tras el sacrificio, es conveniente que la carne madure unos días para que sea más tierna y jugosa.

Este proceso de maduración de la carne es lo que da realmente su exquisito sabor a la carne del vacuno adulto. Puede durar días, semanas e incluso meses en una cámara donde son exhaustivamente controladas la humedad y la temperatura para evitar la descomposición de la carne.

Una vez que esté adecuadamente madurada, la carne de MELLIZA será un auténtico manjar. Sus grandes chuletones, asados a la brasa y con un poco de sal gorda, serán disfrutados por gente con mucha suerte.

La carne madurada de vacuno adulto, especialmente de buey y no digamos de machorra, es muy cotizada en el mercado y muy demanda por los consumidores de alto nivel adquisitivo. Sin embargo, hay mucha picaresca en este aspecto y muchas veces se vende como buey, carne de vaca. Y no digamos ya en cuanto al tema de las machorras ya que como decimos las genuinas y auténticas VACAS MACHORRAS de razas rústicas, son muy difíciles de encontrar.

Algunos os estaréis preguntando que si MELLIZA  podría haber vivido más años. En condiciones normales, una vaca lechera tiene una vida productiva de 4-5 partos mientras que las de carne pueden parir hasta 10-12 veces. 
En el caso concreto de la raza Casina, la vida productiva es aún más larga y la longevidad o edad total, puede superar con facilidad los 20 años.


La REGALINA, madre de MELLIZA, un excelente ejemplar de pura raza Casina. Raza longeva, rústica y muy resistente.
(C) Foto: Carlos Fidel Vejo.

Sin embargo, MELLIZA había alcanzado ya un tamaño muy grande y un peso elevado y límite para su sistema esquelético. Si se la hubiese dejado vivir más tiempo, pronto podría haber empezado a sufrir problemas de salud.
Su vida ha sido excelente y todo gracias al empeño de Carlos Fidel Vejo pues otros ganaderos la hubieran vendido al matadero tras el destete con 5-6 meses para su sacrificio e incluso y dado que ya se sabía que su producción iba a ser nula en el plano reproductivo, podría haber sido vendida con 15 días a un cebadero en el que hubiese vivido durante pocas semanas para luego ser sacrificada.

Sirva este artículo de homenaje a este insigne ganadero del pueblo cántabro de Caloca: CARLOS FIDEL VEJO.

Terminamos con un vídeo de la canal de MELLIZA.
(C) Vídeo: Carlos Fidel Vejo.


Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico forestal.
Guijo de Santa Bárbara.

miércoles, 24 de febrero de 2021

LA CABRA MONTÉS DE GREDOS

Hoy en EL CUADERNO DE SILVESTRE, hablaremos de la que posiblemente sea la especie animal más icónica de la Sierra de Gredos y que la ha hecho famosa en el mundo entero. Nos referimos a la cabra montés. 

Machos monteses en Gredos Central. Al fondo, el Almanzor, cumbre más alta de la Cordillera Carpetovetónica (Sistema Central).
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

La cabra montés ibérica (Capra pyrenaica), es un mamífero artiodáctilo (de pezuña partida) perteneciente a la familia de los bóvidos y a la subfamilia de los caprinos. 
Se trata de un mamífero de tamaño medio alcanzando las hembras un peso variable entre 35-45 kilos mientras que los machos alcanzan los 80-90 kilos, pudiendo superar los 100.
El pelaje es pardo homogéneo en la hembra, presentando en el caso de los machos manchas negras características.
Sin duda alguna, la característica más sobresaliente de la especie, son sus cuernos. Las hembras presentan unos pequeños cuernos finos y rectos que con el paso de la edad se van curvando levemente hacia atrás. Rara vez superan los 20 cm de longitud.
En los machos, los cuernos son mucho más grandes y gruesos, adquiriendo formas variables según la zona, aunque el macho montés de Gredos, presenta una preciosa cuerna en forma de lira con un perímetro en la base de unos 25 cm y una longitud que puede llegar al metro.

Macho montés de Gredos occidental.
Sierra de Guijo de Santa Bárbara.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

La especie ocupa generalmente zonas montañosas por encima del límite arbóreo, aunque en invierno suele descender a cotas bajas en busca de pastos.
Machos y hembras forman rebaños (piaras en la Sierra de Gredos) independientes durante la mayor parte del año, juntándose sólo en la época de celo que tiene lugar a finales de otoño y principios de invierno. Tras el celo, vuelven a separarse.


En la época de celo, los machos pelean por el control de las hembras. En este caso, dos jóvenes machos pelean jugando para entrenarse para las auténticas peleas.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tras unos 5 meses de gestación, la hembra pare generalmente un sólo chivo, aunque ocasionalmente se observan partos dobles en algunas ocasiones. A los pocos minutos de nacer, la cría se sostiene en pie y comienza a mamar. En unos días, es capaz de seguir a la madre y saltar por los canchales con increíble agilidad.
Los cabritos maman hasta los 6 meses aproximadamente y permanecen con la madre hasta el año de vida. Los machos abandonan los rebaños de cabras a los 2 ó 3 años mientras que las hembras permanecen toda la vida en el mismo rebaño.


Cabra y chivillo. La foto nos sirve para ver dos de las principales plantas que sirven de alimento a las monteses de Gredos: el piorno serrano (con flores amarillas) y el enebro rastrero (parte inferior izquierda de la imagen)
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los enemigos naturales de esta especie son el lobo, el oso y ocasionalmente el zorro. Sin embargo, el más peligroso es el águila real, que en ciertas zonas basa su dieta en los chivos monteses haciendo coincidir el nacimiento de su polluelo con la época de paridera de las cabras.

A comienzos del siglo XX, el naturalista Ángel Cabrera, describió las siguientes subespecies:

1. Capra pyrenaica pyrenaica. Conocida popularmente como bucardo, habitaba en Los Pirineos. Se extinguió en el año 2000.

2. Capra pyrenaica lusitanica. Habitaba en la cordillera Cantábrica y el norte de Portugal. Se extinguió a finales del siglo XIX.

3. Capra pyrenaica hispanica. Habita en las sierras del sur y levante peninsular. Era abundante en aquella época y lo sigue siendo aún hoy.

4. Capra pyrenaica victoriae. La cabra montés de Gredos. Recibió el nombre de victoriae en honor a la Reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII.
Aunque en el momento en el fue estudiada ya sólo habitaba en la Sierra de Gredos, apenas 50 años antes, se la podía encontrar en los Montes de Toledo, en la Peña de Francia y en la Sierra de Béjar, donde los últimos ejemplares subsistieron hasta finales del siglo XIX.

Tío Isidoro Blázquez, Guarda Mayor, con un macho y una cabra que fueron cazados para llevarlos a Madrid y que sirvieron al naturalista Ángel Cabrera para estudiar a estos singulares animales.
(C) Fotografía cedida por Eusebio.

Cabrera basó sus estudios en la forma de la cornamenta y sobre todo en la distribución de las marcas del pelaje.

Sin embargo, los modernos autores ponen en duda esta teoría y hoy se consideraría que la cabra montés ibérica (Capra pyrenaica) carecería de subespecies propiamente dichas.
Algunos autores opinan que la segunda de las subespecies citadas sería una especie independiente.

Sea como fuere, hablaremos hoy de la cabra montés de Gredos y de su larga historia.
Esta cabra habitó la Sierra de Gredos desde tiempos inmemoriales pero también todo el Sistema Central y los Montes de Toledo.

    En 1667, el historiador jarandillano Gabriel Azedo de la Berrueza y Porras en su obra Amenidades, recreos y florestas de la provincia de la Vera alta y baja en la Extremadura nos dice al hablar de la caza:

Abundan estos montes de muchos jabalíes, corzos, cabras monteses, liebres, conejos y famosas perdices grandes y buenas.

Por ello, sabemos que en los montes de La Vera, esta especie estaba presente y que sería objeto de caza por parte de los lugareños utilizando rudimentarios métodos entre los que ni por asomo figuraban las armas de fuego. 

LOS MACHOS MONTESES. 
Óleo del pintor guijeño José Luis Hidalgo Burcio.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Algo más de un siglo más tarde, en 1798, el sacerdote Pedro Rosado, natural de Casas de Millán pero párroco del entonces barrio del Guijo de Jarandilla, hoy villa de Guijo de Santa Bárbara, escribió respondiendo a las preguntas del Interrogatorio del geógrafo Tomás López lo siguiente:

Respuesta 13.
Las enfermedades que más comúnmente se padecen son algunas tercianas, dolores reumáticos, de tarde en tarde algunos dolores de costado, para los que hay el remedio más singular en esta sierra, la sangre de los machos monteses o silvestres que en lo más inculto y agrio de esta sierra se crían, cuia sangre es el disolvente más específico que tiene el arte de la medicina, que si en otras naciones la tuvieran fuera tan ponderada, que sacaran a los españoles un doblón de a ocho por cada onza.

En otras muchas regiones se encuentran testimonios parecidos sobre la sangre de estos animales. Desconocemos si esto tiene alguna base de verdad o si era uno más de los habituales y extraños remedios populares que se aplicaban en el medio rural español para curar las más diversas enfermedades.

Pero lo que nos interesa a nosotros es que en esa fecha, la especie estaba presente en esta zona occidental de la Sierra de Gredos.


Grupo de machos monteses adultos.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

A mediados del siglo XIX, se escribe el Manuscrito del Seminario de Plasencia y al hablar de la caza en Guijo de Santa Bárbara, se dice lo siguiente:

Hay caza de perdices, corzas lobos, zorras, jabalíes y cabras monteses. 

    En 1876 tiene lugar un hecho histórico de importancia trascendental, que fue recogido por Isidoro Muñoz en su obra Riquezas Patrias (1918)
El citado año, un grupo de Príncipes de Baviera llegaron hasta la Sierra de Gredos, concretamente a la villa de Bohoyo, con el objetivo de conseguir abatir algún macho montés.
Podríamos considerar que éste fue el inicio de la caza "profesional" en Gredos, pues a esta cacería, le seguirían muchísimas más.

    En 1899, el médico de Guijo de Santa Bárbara don José González Castro, escribió una magnífica obra titulada Estudio clínico de la epidemia de fiebre tifoidea acaecida en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) en 1899. 
Esta obra fue premiada en público certamen por las Reales Academias de medicina de Madrid y Barcelona.
El estudio iba precedido de lo que el Dr. Castro denominó Topografía médica de esta villa. 

Realizó un exhaustivo estudio en cual, entre otras muchas cosas, analizó la fauna del pueblo y dice lo siguiente acerca de la cabra montés:

En grandes piaras se les ve cruzar la sierra en vertiginosa carrera saltando de roca en roca con agilidad y seguridad pasmosas. Su carne es exquisita y no tiene rival en su clase.

Nos sirve esto para demostrar la presencia de la especie en esta parte occidental de la Sierra de Gredos.

Isidoro Blázquez, primer Guarda Mayor del Coto Real de Gredos. 1905.
(C) Fotografía cedida por Eusebio.

En 1905, la situación de la cabra montés en el macizo central de Gredos, es decir, en el Almanzor y zonas aledañas, era absolutamente dramática. Muchos eran los cazadores que tras estar días y días en la sierra buscando a las cabras, no consideraban dar con ellas. La especie estaba prácticamente extinguida en la zona.
Por ello, los Marqueses de Viana, Villaviciosa de Asturias y don Manuel González de Amezúa, experto montañero, pusieron en alerta al rey Alfonso XIII para que tomase medidas.

Se decidió crear un Coto Real para proteger a los últimos ejemplares de toda la Sierra de Gredos, según creían los señores citados. Para ello, se realizaron las gestiones pertinentes para acotar los siguientes terrenos:

Vertiente Norte:
- Las Hoyuelas: Propiedad de la Sra. Viuda de Sánchez de la Peña.
- Gredos: Propiedad de D. Emilio Martín Blázquez.
- Prao Puerto, La Covacha, El Jabalí, Zalduero, y El Hecho: Propiedad de la Sra. Marquesa de Valdeolmos.

Vertiente sur del macizo central de Gredos.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Vertiente Sur:
Terrenos municipales de Candeleda, Arenas de San Pedro, Guisando y El Hornillo. 

Los propietarios de los terrenos cedieron en 1905 los derechos de caza de sus fincas al rey Alfonso. 

El Rey Alfonso XIII, responsable fundamental de la conservación de la cabra montés de Gredos

Para vigilar el Coto Real, se creó un cuerpo de guardas poniendo como Guarda Mayor a don Isidoro Blázquez, natural de Guisando. Tío Isidoro era experto cazador de monteses y era el que más conocía la especie, por lo que era el más apto para conservarla.
La familia Blázquez ha estado vinculada desde entonces a la guardería del Coto Real, después del Coto Nacional y después de la Reserva Nacional de Caza. 
Nombres como Domingo Blázquez o el gran Isidoro Blázquez, cabrero y guarda, han estado vinculados a las monteses y sin ellos no hubiese sido posible su conservación.
Como muy bien nos cuenta Eusebio, yerno de Mauricio, para ellos la cabra montés es algo más que un simple animal. Es parte de la historia familiar porque han luchado por ella para que hoy siga en esas sierras.

Tío Mauricio Blázquez, guarda y cabrero.
(C) Fotografía cedida por Eusebio.

Como el Coto era muy grande, se decidió que Isidoro y sus hijos y nietos se encargasen de la guardería en la vertiente sur mientras que en la norte de se nombró Guarda Mayor a Antonio Núñez de Navacepeda de Tormes quien con el pasó de los años sería sucedido primero por su hijo José y posteriormente por su nieto Ricardo.

José Núñez y Julio Chamorro
(C) Fotografía cedida por Julio Chamorro

Durante los primeros seis años y con el objetivo de que la especie se recuperase, pues en el primer censo que se realizó quedaban una docena de animales en todo el Coto (es posible que hubiese más pero no muchos), no se realizó ninguna cacería.
Los días 6, 7 y 8 de julio de 1911, se realizó la primera Cacería Real. En ella, el Rey mató 4 machos. El infante D. Carlos mató otros 2 y los marqueses de Viana y Villaviciosa, uno cada uno.

Julio Chamorro González (1904-2010), fue posiblemente el mayor conocedor de la cabra montés de Gredos y en su libro Gredos, un siglo entre piornales y roquedos, recogió de manera exhaustiva todas y cada una de las grandes cacerías realizadas en los primeros años de existencia del Coto Nacional.

Lógicamente, en la primera cacería y dado que contaba con tan sólo 7 años, no participó. Sin embargo conservaba recuerdos de aquellos días. El Rey subió a la Sierra desde Candeleda y bajó por Hoyos del Espino para regresar a Madrid.

En la siguiente cacería, que tuvo lugar en 1916, sí que participó ya de manera activa. Se encargó junto a su padre de construir la calzada de Las Escaleruelas, para poder subir con carros tirados por vacas hasta el campamento de la cacería. 
Tenía que bajar todos los días hasta el pueblo para reparar las herramientas, realizando el recorrido en burro. Además, se llevó una vaca al campamento para abastecer al Rey de leche fresca y Julio era quien la ordeñaba. 

Hubo nuevas cacerías en 1919 y 1920 en las que Julio Chamorro también trabajó. En 1926 se realizó otra a la que Julio no asistió por encontrarse en África realizando el servicio militar.


La Guardería del Coto Real en 1929
(C) Fotografía cedida por Eusebio.

En 1929 se organizó una gran cacería, pero debido a la convulsa situación política, el Rey no asistió, cediendo su puesto al infante Don Alfonso de Borbón. Esta cacería fue organizada por el excelentísimo Marques de Valdueza Don Alonso Álvarez de Toledo y Samaniego, a cuyas órdenes trabajó Julio Chamorro y con el que entabló una gran amistad.
Participaron en dicha cacería personalidades como el Príncipe Rainiero de Mónaco, el Conde de Belcreck, el Duque de Airón, el Conde de Villa Gonzalo, don Manuel González de Amezúa, el Vizconde de Armería y el propio Marqués de Valdueza, cobrándose en total unas 115 reses.

Durante la convulsa década de los años 30, el Coto Real pasó a denominarse Coto Nacional. Según me contaba Julio Chamorro, esta época fue complicada para el Coto pues la gente se vio obligada a cazar de manera furtiva para poder subsistir.

En 1940, se realizó una nueva cacería, bajo el mandato de Francisco Franco. Fue una cacería enorme. Según Julio Chamorro, el primer día se abatieron 105 reses y él, preocupado por la situación dijo:
- Mi general, a este paso nos cargamos el Coto.
Franco no dijo nada, pero al día siguiente dijo que quien hubiese cazado ya, sólo podría abatir un ejemplar y quien no lo hubiese hecho, podría matar dos.

La gran cacería de 1940. Francisco Franco posa con Julio Chamorro, los guardes del Coto y algunos de los ojeadores de la cacería.
(C) Fotografía cedida por Eusebio.

Durante unos años más, continuarían las grandes cacerías. Pero Julio Chamorro, cansado ya de organizar aquellas enormes cacerías que requerían la participación de mucha gente para que todo saliese bien, sugirió a Franco que probase a cazar en la Sierra de Cazorla, que tenía gran abundancia de caza y era más cómoda. Así en 1956, Francisco Franco dejó Gredos y comenzó a cazar en Cazorla.

Con el paso del tiempo, el Coto Nacional pasó a convertirse en Reserva Nacional de Caza siendo eficientemente gestionado por la Junta de Castilla y León. Hoy por hoy, es uno de los principales espacios cinegéticos de España y del mundo. El binomio Gredos-Cabra Montés es sinónimo de calidad cinegética.

Tío Julio Chamorro siempre cazó con grandes personalidades, incluyendo al por entonces Príncipe Juan Carlos de Borbón, con quien mantuvo hasta su muerte una relación de estrecha amistad.
(C) Fotografía cedida por Julio Chamorro.

Pero ¿Qué pasa fuera de los límites del Coto? ¿Acaso se extinguió la cabra montés?
No. Afortunadamente, aunque en corto número, la especie se ha conseguido mantener desde el Puerto de Mijares por el Este hasta el Puerto de Tornavacas al Oste.

Entre los puertos del Pico y Serranillos, se localizan los célebres Riscos de Villarejo, gestionados eficientemente por los Marqueses de Valdueza, que consiguieron mantener una población estable y viable de la especie en esta zona de la vertiente sur de Gredos.

Hay que reconocer a don Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo, actual Marqués de Villanueva de Valdueza, la conservación de la cabra montés en esta zona y también en la vertiente norte en los terrenos cinegéticos que gestiona en las Sierras de Navalonguilla y Nava del Barco. 
La verdad es que de don Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo se podrían escribir muchísimos artículos de los temas que abordamos habitualmente en este Blog de EL CUADERNO DE SILVESTRE.
Además de cazador y conservador de la cabra montés, en la Sierra de San Pedro es propietario de la Encomienda de Azagala, finca que sirvió de refugio a los venados plenamente salvajes cuando en muchas zonas de España estaba extinguidos o eran mantenidos ya en grandes fincas cercadas.
A eso hay que añadir la selección del recientemente reconocido PERRO VALDUEZA, precioso perro de caza seleccionado por esta familia de monteros.
¿Y qué decir de la raza Avileña-Negra Ibérica? Como bien dice mi buen amigo Máximo Rollán de San Martín de la Vega del Alberche, "las Valduezas están entre las mejores vacas de raza Avileña".

Gran reconocimiento por su labor cinegética, conservacionista y ganadera merece sin duda alguna don Alonso Álvarez de Toledo.

Su Majestad el Rey Juan Carlos I y don Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo.

En la zona extremeña de la vertiente sur de Gredos, encontramos numerosos cotos privados en los que la cabra montés ha sido celosamente preservada por sus propietarios y donde a día de hoy, se cobran excelentes trofeos.
En una de estas fincas, ha sido guarda durante muchísimos años Ángel Galán Fraile, de la mítica familia de "Los Guáchares", expertos cabreros y excelentes guitarreros. Para Ángel, sobrino del mítico tío Mauricio Blázquez antes citado. Ángel es un perfecto conocedor de la cabra montés y de la naturaleza de Gredos en general.
A pocas personas he oído hablar con tantísimo respeto y cariño de la sierra. A él le dedicaremos otro día algún artículo exclusivo puesto que es una persona que tiene muchas historias que contar.

Ángel Galán Fraile, guarda de caza. Una de las personas que mejor conocen a la cabra montés y que más aman a la Sierra de Gredos.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Por último, nos encontramos con la parte occidental de la vertiente sur de la Sierra de Gredos, donde se ha conservado una excelente población de monteses en los terrenos ocupados hoy por la Reserva de Caza La Sierra, que abarca parte de los términos municipales de Viandar de la Vera, Losar de la Vera, Jarandilla de la Vera y Tornavacas, así como todo el término municipal de Guijo de Santa Bárbara.

En esta zona, a lo largo del siglo XX, nunca faltaron las monteses, tal y como nos contaba el centenario cabrero guijeño Crisantos Sánchez Vicente (1908-2010):

En vida mía, siempre he conocido monteses y desde los 7 años he estado en la sierra con las cabras y las he visto muchas veces aunque había pocas. 
No eran fáciles de ver si tenías mala vista, porque son de color de las piedras y si se quedan quietas no se las ve así como así. Además, pocos bichos hay tan listos. Sabía los careos de todas las piaras de cabras y se estaban en los peores sitios, donde sabía que los cabreros no íbamos mucho. En Las Baldosillas, en el Galayo y sitios así como muchos chaparros. De día se estaban echadas en esos sitios y de noche salían a comer a los regajos.
Los lobos y las águilas chiveras las castigan mucho y encima se las cazaba. Me acuerdo yo de aquellas escopetas que se cargaban con la pólvora por arriba pero claro, había que estar cerca para no fallar el tiro.

Crisantos Sánchez Vicente, tío Zorrita, cabrero de Guijo de Santa Bárbara.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1985 se realizó un censo en los terrenos de la Reserva antes citada, y se vio que sólo quedaban unos 35 ejemplares, por lo que siguiendo el ejemplo llevado a cabo en Gredos Central, se acotó la zona y se creó una Zona de Caza Controlada para poder cazar otras especies pero no las monteses que lograron recuperarse muy bien.
A comienzos del siglo XXI, dado que el censo de la especie rondaba los 3000 ejemplares, se declaró la zona Reserva de Caza y se comenzó a realizar el aprovechamiento cinegético de la especie, siendo a día de hoy uno de los mejores cazaderos de la especie, donde se obtienen trofeos de gran calidad, belleza y elevada puntuación.

Macho montés a comienzos del verano, cuando la sierra se viste de amarillo con la flor del piorno.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Esta Reserva, que es un espacio natural de primer orden al encontrarse dentro del Lugar de Importancia Comunitaria de la Sierra de Gredos y Valle del Tiétar, cuenta además con el reconocimiento WILDLIFE ESTATES/COTO FAUNÍSTICO por la combinación de los valores naturales con la caza y conservación de la cabra montés.

Para conocer detalladamente la cabra montés de Gredos, lo mejor es visitar el Centro de Interpretación de la Reserva de Caza La Sierra, situado en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), magnífico museo de la naturaleza en el que este altivo mamífero es el protagonista.

Detalle del interior del Centro de Interpretación de Caza de la Reserva de Caza La Sierra, donde además de encontrar un macho disecado, encontramos una magnífica colección de fotografías de Alonso de la Calle Hidalgo y paneles con textos explicativos sobre la cultura tradicional escritos por Silvestre de la Calle García.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Terminaremos hablando de los diferentes métodos de caza a lo largo de la historia. 
Posiblemente, los primeros cazadores de monteses en la zona, fuesen grupos nómadas de cazadores-recolectores, no necesariamente humanos modernos, que atraídos por la riqueza cinegética, piscícola y forestal, llegarían a estas sierras buscando las codiciadas monteses de preciada carne y valiosas pieles. Poco o nada les importarían los cuernos aunque a lo mejor valoraban de alguna manera la caza de los grandes machos.

Cazarían seguramente con lanzas de madera y flechas con punta de sílex puesto que de cuando en cuando se encuentran estas pequeñas puntas pulimentadas que los cabreros conocen con el nombre popular de piedras rayo y las conservan como valiosos amuletos para protegerse de los rayos durante las temibles tormentas.

Hasta el reinado de Felipe II no se autorizó a utilizar armas de fuego para cazar pero aún así, como bien decía Julio Chamorro, aquellos antiguos trabucos fallaban cuando el blanco estaba a más de 10 ó 15 metros, por lo que era muy difícil cazar así a las monteses.
Poco a poco irían apareciendo armas más sofisticadas hasta llegar a los modernos rifles.

Morralito de caza para guardar la pólvora. 
La medida, para echar la pólvora (cuerno pequeñito de la izquierda) está hecha de cuerno de chivo montés.
(C) Fotografía: Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, posiblemente haya un método de caza más antiguo que haya llegado hasta el siglo XX y que aunque ya no se practique, era sorprendentemente efectivo. Nos lo relata el guarda Ángel Galán Fraile de la siguiente manera:

En Madrigal de la Vera vivía tío Manco. Posiblemente haya sido uno de los hombres más brutos de estas sierras. Cazaba monteses " a lancha".
Se hacía gorros con pieles de cabra montés que representaban a la perfección la cabeza de un chivo. Acercándose pacientemente a gatas entre las escobas y las piedras, medio arrastrándose por el suelo, conseguía situarse muy cerca de las monteses, que al ver la piel, pensaban que era realmente un chivo.
Entonces, tío Manco lanzaba con gran habilidad una lancha o piedra grande y desde una considerable distancia, lograba abatir a las monteses.

Métodos semejantes eran utilizados en Guijo de Santa Bárbara donde en ocasiones entre unos cuantos cabreros, lograban acorralar a alguna montés y obligarla a saltar por algún precipicio. Incluso en ocasiones, llegaron algunos guijeños a capturar cabras vivas que sufrían alguna enfermedad como la popularmente conocida como "modorra", una encefalopatía que ocasionaba al animal grandes dificultades de movimiento.

Cabra montés capturada viva en los años 80 por el ganadero guijeño Basilio Santos
(C) Fotografía: Alonso de la Calle Hidalgo.

Quiero dedicar este artículo a la memoria del gran Julio Chamorro González (1904-2009) con el que tuve la suerte de compartir animadas charlas sobre nuestra querida Sierra de Gredos y sobre la especie reina de nuestras montañas:
LA CABRA MONTÉS.

El autor junto a Julio Chamorro en 2008.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico forestal.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).






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