miércoles, 30 de marzo de 2022

LA GANADERÍA EN GUIJO DE SANTA BÁRBARA

Guijo de Santa Bárbara es un pueblecito situado a 876 metros de altitud en el centro de la comarca cacereña de La Vera, en la vertiente sur de la Sierra de Gredos. Su término municipal de unas 3500 hectáreas es muy abrupto con altitudes comprendidas entre los 650 y los 2250 metros sobre el nivel del mar.
El pilar básico de la economía guijeña ha sido siempre la ganadería.

La cabra Verata, símbolo de la ganadería guijeña.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tradicionalmente, la especie ganadera más importante fue la cabra por adaptarse mejor que ningún otro animal a los terrenos montañosos pero siempre tuvo importancia también el ganado vacuno, siendo hoy la vaca la principal especie ganadera.
Ovejas, equinos, cerdos, aves y conejos también han tenido gran importancia a lo largo del tiempo.
Veremos en este artículo la importancia de cada especie ganadera a lo largo del tiempo y las producciones generadas.

Vaca Avileña, raza autóctona de la zona.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


1. CABRA.
La cabra doméstica procede de la llamada Cabra de bezoar, especie de caprino silvestre que habita en las montañas de Asia Menor, aunque también otras especies tuvieron importancia en su formación como el Markjor. 
Domesticada hacia el año 10.000 antes de Cristo, llegó a la Península Ibérica hacia el V Milenio antes de Cristo.

Cabra Verata revolá.
Las primeras cabras domésticas debieron ser muy semejantes.
(c) Silvestre de la Calle García.

Casi con total seguridad, los vettones, pueblo prerromano que habitó de lo que hoy es Guijo de Santa Bárbara en época prerromana, fuesen cabreros. 
Al principio se trataría de cabreros trashumantes o trasterminantes que ascenderían en verano a estas montañas buscando pastos frescos para sus ganados, estableciéndose con el paso del tiempo de forma definitiva y habitando en las tradicionales chozas con muro circular de piedra y techumbre de madera y escoba como las que aún se conservan diseminadas por la sierra del municipio.

Choza en la sierra de Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Lamentablemente, no encontramos testimonios escritos de la presencia de cabras hasta el año 1791.
No obstante, ya en 1468 los ganaderos de Guijo, que en su mayoría serían sin duda alguna cabreros, pidieron al Señor de Jarandilla que les señalase un coto de pastos independiente para sus ganados del de los vecinos de Jarandilla, villa a la que pertenecía entonces el llamado Barrio del Guijo.

Piara de cabras en la sierra guijeña.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1667 el historiador Jarandillano Gabriel Azedo de la Berrueza y Porras en su obra Amenidades, recreos y florestas de la Vera, no menciona expresamente a las cabras pero al hablar del Barrio del Guijo, dice lo siguiente:

Es el lugar del Guijo de hasta 70 vecinos. Es muy ameno y recreable. Hácense en el muy buenas mantequillas y el mejor queso fresco y mantecoso que se conoce.

Aunque no se especifique la especie de la que se obtenía la leche para hacer el queso, sabemos que el queso fresco de cabra de Guijo ha gozado siempre de gran fama en toda la comarca.

Juan Antonio Rodríguez Vidal ordeñando una cabra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1791, en el Interrogatorio realizado por el geógrafo Tomás López que envió una carta a todos los párrocos para que respondiesen a una serie de preguntas sobre cada pueblo, D. Pedro Rosado, sacerdote natural de Casas de Millán (Cáceres) y párroco del entonces lugar del Guijo de Jarandilla, escribió al tratar las producciones del pueblo:

De queso de cabra como trescientas fanegas.

La fanega es una medida de peso que equivale aproximadamente a 46 kilogramos actuales, por lo que la producción de queso de cabra de Guijo sería de unos 13.800 kilogramos.

Quesos de cabra recién hechos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1816, Guijo se independiza de manera definitiva de Jarandilla de la Vera y toma el nombre de Guijo de Santa Bárbara. En la Carta de Villazgo o de Independencia, se menciona la abundancia de ganado caprino en el recién creado municipio. Sin embargo, no será hasta 1845 cuando en el Manuscrito del Seminario de Plasencia cuando se realice el primer censo de ganado del municipio y que es el siguiente:

- Cabras: 1000 cabezas.
- Vacas: 80 cabezas.
- Jumentos (burros): 10 cabezas.
- Mulas: 6 cabezas.
- Jacas (caballos): 5 cabezas.


Piara de cabras Veratas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1872 había 36 piaras (rebaños) de cabras. Aunque desconocemos el censo exacto, por testimonios orales que nos han llegado, sabemos que las piaras de cabras en esa época estaban compuestas por 70 u 80 cabezas lo que supondría un censo aproximado de entre 2520 y 2880 cabras.

Julián Leal, "Tío Culebrero", con sus cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1931 había 40 piaras de cabras. Si aplicásemos la misma cifra de cabras como media por piara que en 1872, habría entre 2800 y 3200 cabras. Sin embargo, en estas fechas ya había varias piaras que superaban el centenar de reproductoras por lo que la media podía de ser 80 a 90 cabras, lo que supondría un total de entre 3200 y 3600 cabras, cifras que en años posteriores pudieron ser bastante superiores.
En 1936 la mayor piara de cabras de Guijo de Santa Bárbara y la mayor registrada hasta la fecha, fue la de Vicenta García Díaz (Tía Jambrina) que llegó a tener 714 cabras reproductoras.

Vicenta García Díaz, "Tía Jambrina".
(c) Colección Familia de la Calle.

En 1957 se censaron un total de 3777 cabras aunque según algunos cabreros de aquel momento como Crisantos Sánchez Vicente (Tío Zorrita) o Ildefonso Rodríguez Romero (Tío Fuelle) a principios de los años 40 hubo incluso más cabras, pasando posiblemente de 4000 e incluso 4500 cabezas.
Había por entonces más de 40 piaras de cabras. Además de los cabreros que tenían piaras de cabras, mucha gente tenía solamente 1 ó 2 cabras para el abastecimiento familiar de leche y cabritos. Dichas cabras eran conocidas como cabras caseras.

Ildefonso Rodríguez, "Tío Fuelle", uno de los cabreros más emblemáticos del Guijo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Posteriormente, con la intensa emigración, el número de cabras descendió progresivamente aunque a comienzos de la década de los 80 todavía había más de 2000 cabezas. 
En esa época, los cabreros manejaban sus piaras aún de manera extensiva tradicional, permaneciendo en invierno en las zonas bajas del término municipal y subiendo en verano a las zonas más altas, donde se trasladaban las familias al completo con todos sus animales, viviendo en las chozas entre San Juan y San Miguel.

Pimesaíllo, poblado de chozas al que subían muchos cabreros guijeños en verano.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A finales del siglo XX aún había más de 1500 cabezas. En la década de los 90, la mayor piara fue la de los hermanos Ángel y Florián Torralvo, superando las 500 cabezas.
Actualmente, el censo de cabras es inferior a 500 cabezas repartidas en 4 explotaciones aunque sólo 3 superan las 25 cabezas. De ellas, 1 supera cuenta con alrededor de 100 reproductoras y otra supera las 250. 

Alejandro Torralvo Gutiérrez, uno de los cabreros actuales.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Respecto a las producciones, no han variado a lo largo del tiempo. El ganado caprino en Guijo de Santa Bárbara ha sido siempre de aptitud mixta leche-carne.
La producción lechera se dedicaba tradicionalmente a la elaboración de queso de manera artesanal. Las cabreras elaboraban y vendían el queso en sus casas durante la mayor parte del año mientras que durante el verano lo elaboraban en la sierra y bajaban a venderlo al pueblo una vez por semana.
Actualmente, la leche es entregada a industrias queseras de la zona.

Los quesos frescos y curados de cabra Verata son exquisitos.
(c) Silvestre de la Calle García.

La producción cárnica sí que ha variado un poco. Aunque el cabrito lechal fue y sigue siendo el principal tipo comercial, en el pasado tenía gran aprecio la carne de las cabras viejas. De hecho, la carne fresca más consumida era la de cabra.
Ni más ni menos que 500 cabras y cabritos se consumieron en Guijo de Santa Bárbara en 1899.

La carne de cabrito es un auténtico manjar.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Importancia tenían también el estiércol para utilizarlo como abono y las pieles de los cabritos y cabras que sacrificaban los propios cabreros o los carniceros. La piel de cabra era utilizada para fabricar los tradicionales pellejos para el transporte de vino y aceite así como para la confección de chalecos y para la fabricación de parches para tamboriles y rabeles, instrumento musical este último muy popular en la zona.

Los danzantes de Santa Bárbara.
El tamboril con su parche de piel de cabra, resuena en esta fiesta.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nos contaba brevemente la historia de la ganadería caprina en Guijo de Santa Bárbara, Crisantos Sánchez Vicente (1908-2010) conocido como "Tío Zorrita":

Había muchas cabras y muchos cabreros. Antes no había piaras grandes. 80 ó 90 cabras, a lo más un ciento y de ahí para arriba poco.
La sierra estaba llena de lobos y había muchas fincas puestas de centeno, así es que era difícil guardar muchas cabras.
En invierno estaban en sitio bajo y en verano se las subía a la sierra y nos íbamos los cabreros con toda la familia a las chozas. Mi mujer y yo estábamos en Pimesaíllo. Allí se hacía el queso y se bajaba a venderlo al pueblo una vez en semana y se compraba el pan y lo que hiciera falta.
Desde los 7 años estuve yo en la sierra con las cabras.
De las cabras se sacaba dinero de vender el queso fresco, los chivos y las cabras viejas.

Crisantos Sánchez Vicente, "Tío Zorrita".
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

VACA.
La vaca doméstica desciende del uro o toro salvaje que habitó en toda Europa, gran parte de Asia y en el norte de África. El último ejemplar de esta especie murió en Polonia en 1627.
El uro fue domesticado en diversas regiones como el noreste África (9000 antes de Cristo), Oriente Medio (8000 antes de Cristo) y la India (7500 antes de Cristo), dando lugar a poblaciones bovinas bastante diferentes entre sí.

Las primeras vacas domésticas eran similares a esta.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los vettones, pueblo prerromano que ya habitó en lo que hoy es Guijo de Santa Bárbara hace más de 2000 años, dieron gran importancia a las vacas. Por ello, sus famosas esculturas conocidas como "verracos", representaban toros y también cerdos. 
Cuenta la leyenda, que Viriato nació en Guijo. ¿Quién sabe si anduvo con sus vacas por estas sierras?

Vacas camino de la dehesa.
La estatua de Viriato despide al ganado trashumante.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No encontraremos dato escrito de vacas en Guijo hasta 1762 en las Ordenanzas de la Cofradía de Santa Bárbara, donde se explica que cada año se mataba una vaca con motivo de las fiestas de Santa Bárbara.
Se conserva una lista de ganaderos que entre 1828 y 1866 vendieron a la Cofradía de Santa Bárbara vacas para la fiesta. 

Santa Bárbara, Virgen y Mártir, patrona de Guijo desde 1560.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En la Carta de Villazgo de 1816 se da un dato muy curioso y que, personalmente, me parece un poco exagerado.
Se dice que a comienzos del siglo XIX había en Guijo una gran cantidad de ganado y que entre vacas, equinos y cerdos, sumaban más de 3000 cabezas que a causa de la Guerra de la Independencia, habían quedado reducidas a 900 entre las tres especies.
Estas cifras parecen altísimas. Posiblemente se trate de un error de transcripción. Podrían ser 300 cabezas entre vacas, equinos y cerdos y haber quedado reducidas a 90, aunque como digo es una apreciación personal.

Vacas Avileñas en la Plaza de Toros de Guijo.
Esta imagen la vieron los guijeños de 1816.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En el censo ganadero de 1850 que vimos más arriba, había tan sólo 80 cabezas en el municipio. Por tradición oral, sabemos que había bastantes vaqueros en esa época, por lo que cada uno tenía muy pocas cabezas.

Antonio Modesto Jiménez Santos, vaquero a mediados del siglo XIX.
(c) Retrato de Francisco Martín Rivera fotografiado por Alonso de la Calle Hidalgo.

A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, el número de vacas y el tamaño de las piaras iría aumentando poco a poco aunque manteniéndose en límites bajos.
En la década de 1920 la mayor piara era la de Juan Burcio García que contaba con unas 40 reproductoras.
Hasta entonces, todas las vacas eran similares a la actual raza Avileña, dedicándose a la crianza de terneros para carne y al trabajo en el campo,, desapareciendo las últimas yuntas de vacas a comienzos de los años 30.
Algunas vacas eran ordeñadas para el consumo familiar de leche fresca y para la elaboración de queso.

Toro Avileño en 1925, propiedad de Cipriano Jiménez Pérez.
(c) Colección Antonio Leandro de la Calle Jiménez.

En la década siguiente, el ganadero Ángel de la Calle Jiménez (Tío Senagüillas) introdujo las primeras vacas Frisonas, conocidas en Guijo como Suizas. Se trata de vacas de aptitud lechera que eran explotadas en los prados particulares y en las zonas bajas de la sierra.

Ángel de la Calle Jiménez "Tío Senagüillas" y su esposa Justina.
(c) Colección Familia de la Calle.

En los años 50 había unas 450 vacas que se repartían desigualmente entre unos 40 ganaderos. 
Poco a poco fueron cobrando importancia las vacas Frisonas o Suizas llegando a alcanzarse el censo máximo a finales de los años 70 cuando algunos ganaderos como Jesús Jiménez superaron las 20 cabezas. La principal producción de estas vacas era la leche.
Las vacas lecheras fueron la principal fuente de ingresos de numerosas familias guijeñas durante más de 20 años.

Ángel de la Calle Vicente ordeñando una de las últimas suizas que hubo en Guijo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las ganaderías dedicadas a la producción de carne comenzaron a realizar cruzamientos de la vaca Avileña o Negra autóctona con toros de razas cárnicas especializadas como la Charolesa o la Limusina con el fin de obtener terneros de rápido crecimiento y mayor peso al destete.

Máximo Pobre con un toro de raza Charolesa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En la década de los 80, las vacas lecheras comenzaron a desaparecer. A finales del siglo XX había más de 800 vacas en Guijo, de las cuales menos de 20 eran lecheras.
En la primera década del presente siglo, las vacas lecheras desaparecieron por completo.
Actualmente, todo el ganado vacuno guijeño es de aptitud cárnica, explotándose de manera trashumante. Las vacas pasan el verano y el otoño en la sierra, siendo llevadas posteriormente a las dehesas de zonas más bajas hasta principios de verano.
Algunas vacas pasan todo el año en el pueblo pastando en la sierra y en los prados.

Vacas en un prado durante la primavera.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hay actualmente más de 1000 cabezas repartidas en unas 20 ganaderías, la mayoría de las cuales superan las 50 reproductoras e incluso las 100. Se trata en su mayoría de vacas mestizas o cruzadas aunque hay dos excelentes ganaderías de raza Avileña-Negra Ibérica.
También existen algunas explotaciones dedicadas exclusivamente al cebo de terneros.

José Miguel Jiménez Díaz, uno de los principales vaqueros actuales.
(c) Olga de la Calle Santos.

Las producciones han cambiado poco a lo largo de la historia. Hasta comienzos del siglo XX, las vacas eran principalmente utilizadas para la crianza de terneros destinados a la producción carne y para el trabajo en el campo, siendo ordeñados sólo para el consumo familiar. También tenía importancia capital, la producción de estiércol para abonar los cultivos.
Hasta los años 30 y 40 del siglo XX era común ir a vender los terneros a la importante feria de Octubre de El Barco de Ávila.
Todas las vacas hasta ese momento eran Avileñas de capa negra o "mulata" (negra con tonos rojizos)

Vaca Avileña.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

Posteriormente, se introdujeron las vacas de raza Frisona o Suizas, dedicadas principalmente a la producción de leche, aunque también se vendían los terneros que no tenían carne de tanta calidad como los de las Avileñas o Negras. También hubo algunas vacas lecheras de raza Parda o Alpina.

Una de las últimas vacas Pardas de Guijo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, gran parte de las vacas se siguieron dedicando a la producción de carne, primero en pureza y después cruzadas con toros Frisones primero y posteriormente con Charoleses, Limusines, Asturianos...con el fin de obtener terneros de rápido crecimiento.

Vaca Avileña y cruzadas junto a toro Limusín.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nos cuenta brevemente la historia del ganado bovino o vacuno en Guijo de Santa Bárbara, Antonio Leandro de la Calle Jiménez (nacido en 1924), conocido como "Tío Correo":

Antiguamente, todas las vacas eran negras. Se tenían para criar los chotos y venderlos y se ordeñaba alguna para casa. De muy antiguo se usaban para trabajar pero yo ya conocí pocas yuntas. En verano estaban en la sierra y en el otoño se las bajaba y se las tenía en los prados. En invierno se las cerraba en los corrales y cuando se acababa el heno que se había recogido en el verano, se las llevaba a las dehesas hasta San Juan.
Luego ya se trajeron las Suizas de leche. Casi en todas las casas las había. También hubo algunas Pardas.
Después ya se empezaron a cruzar todas las vacas Avileñas y Suizas con toros de carne para sacar becerros de más peso.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez "Tío Correo".
Vaquero de negras, suizas y cartero rural.
(c) Rosa María Rodríguez Leal.

3. OVEJA.
Las ovejas domésticas descienden de ovinos salvajes que aún viven en las montañas de Asia Menor. Fueron domesticadas hacia el año 8500 antes de Cristo y llegaron a la península Ibérica hacia el V Milenio antes de Cristo.
Los vettones que habitaron en la zona sur de Gredos, ya criaban ovejas pues se han encontrado tijeras de esquilar y pesas de telar en las excavaciones realizadas en el castro candeledano de El Raso.

Las primeras ovejas domésticas, fueron pardas o negras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque nunca llegaron a tener la importancia de cabras y vacas, las ovejas también formaron parte de la ganadería guijeña en el pasado.
No se menciona la presencia de ninguna oveja en el censo de 1850 cosa que nos parece muy rara pues siempre era costumbre que cabreros y vaqueros tuviesen alguna oveja.

Primitivo Torralvo García "Tío Pivo" con su piara de cabras en la que pueden verse algunas ovejas, imagen muy típica en Guijo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A partir de 1867 con la creación de la Dehesa Sierra de Jaranda, sí que se menciona la presencia casi constante de ovejas en Guijo de Santa Bárbara así como la presencia de las llamadas ovejas "forasteras", propiedad de vecinos de poblaciones como Cuacos y especialmente Jarandilla, que pastaban durante la primavera en la sierra o que la cruzaban camino de la tornavaqueña dehesa de La Serrá para pasar allí el verano.

Oveja comiendo flores de carabón.
(c) Silvestre de la Calle García.

Sabemos que en 1872, Antonio Jiménez García (1810-1898), conocido como "El Agüelo Viejo" era propietario de una piara de alrededor de un centenar de ovejas reproductoras.
Este ganadero tenía su piara durante gran parte del año en la finca de Las Dueñas, situada a gran altitud y donde tenía un buen corral para encerrarlas.
En invierno, las trasladaba a zonas más bajas del término para pasar el invierno.

Antonio Jiménez García, conocido como "El Agüelo Viejo", junto a su esposa Josefa.
(c) Colección Familia De la Calle.

Los cabreros y vaqueros sentían "poca simpatía" hacia las ovejas por considerarlas dañinas para los pastizales, hasta el punto de que en algún momento llegó a prohibirse que pastasen en la sierra, viéndose los ganaderos obligados a tenerlas en sus fincas.
Sin embargo, en la década de 1940, algunos cabreros se deciden a comprar ovejas ante la subida del precio de la lana. Unas 7 u 8 familias tuvieron piaras de ovejas, habiendo a finales de los años 50 unas 1000 ovejas en total. 

Piara de ovejas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A partir de 1960, el precio de la lana descendió muchísimo y los ganaderos vendieron las piaras de ovejas. 
Desde entonces y hasta la actualidad, apenas han tenido importancia. Algunos cabreros tenían 4 ó 5 ovejas por capricho con las cabras. También ha habido a veces pequeños hatajos de hasta 20-30 ovejas mantenidas en prados particulares para mantenerlos limpios.
Actualmente tan sólo hay una pequeña piara de 10 ó 12 cabezas.

Ovejas con sus corderos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Siempre se criaron ovejas de tipo "entrefino" ya que las Merinas puras soportan mal el invierno en esta zona. En los últimos años no era raro ver algún ejemplar puro o mestizo de raza Assaf, destacada por su enorme producción lechera, pero su presencia era realmente anecdótica.

Ovejas "entrefinas".
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las producciones de las ovejas guijeñas a lo largo del tiempo han variado bastante. En el pasado, la lana tenía un gran significado pues servía, además de para la venta, para el relleno de colchones. No tenemos referencias sobre el hilado de la lana en Guijo, aunque es probable que se realizase en épocas remotas.
La producción cárnica, se basaba fundamentalmente en el cordero aunque era menos apreciado que el cabrito. Hoy, la única producción de las pocas ovejas que quedan, es la de algún cordero para el consumo familiar.

Oveja con su cordero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, en los años 40 y 50 del pasado siglo, la producción principal de las ovejas era el estiércol para ser utilizado como abono. Cuando las ovejas estercolaban las fincas eran encerradas durante la noche en corrales de red que se iban cambiando de sitio cada 1-2 días. Al lado de la red, se colocaba la "mampara", caseta portátil de madera en la que dormía el pastor.

Mampara utilizada por los pastores o borregueros guijeños para dormir.
(c) Silvestre de la Calle García.

De la ganadería ovina en Guijo de Santa Bárbara, nos hablaba Juan García García (1927-2012), conocido como "Tío Peseta":

Aquí siempre hubo más cabras que ovejas o borregas, pero siempre había algunas en las piaras de cabras o los vaqueros tenían alguna en los prados.
En los años 40 y 50 sí que las tuvimos en varias casas porque la lana se pagaba muy bien en esos años. Además, todos los que teníamos borregas, teníamos fincas grandes que poníamos de tabaco, patatas o centeno y las ovejas eran lo mejor para estercolarlas porque se las llevaba por las noches y se las cerraba en corrales de red que se iban moviendo por la finca y así no había que llevar el estiércol con las bestias desde los corrales.
Pero cuando dejó de valer dinero la lana, las fuimos quitando todos. Luego ya ha habido siempre alguna en las piaras de cabras o algún hatajillo en los prados.

Juan García García, "Tío Peseta".
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


4. EQUINOS.
Los caballos fueron domesticados en la estepas euroasiáticas, al norte del Mar Negro hacia el año 6.500 antes de Cristo mientras que los asnos o burros se domesticaron aproximadamente en la misma época en el noroeste de África.
Los mulos, como es bien sabido, son híbridos de caballo y burro por lo que aparecieron ya después de la domesticación de ambas especies.
En la Península Ibérica los caballos domésticos aparecen hacia el II Milenio antes de Cristo mientras que los burros fueron traídos por los fenicios hacia el año 1000 antes de Cristo.
Los caballos ya fueron criados y apreciados por los vettones para utilizarlos como animales de montura y para la guerra.

Mulo.
(c) Silvestre de la Calle García.

No encontramos datos escritos sobre los equinos en Guijo hasta 1816 cuando se menciona la abundancia de equinos en la Carta de Villazgo.
En el censo de 1850 ya mencionado, aparecen censados 21 equinos de los cuales 10 eran jumentos (burros), 6 mulos y 5 jacas.
Aclaremos lo que es una jaca ya que no es exactamente lo mismo que un caballo. Realmente estamos ante la misma especie, pero la palabra jaca designa a caballos de altura inferior a 7 cuartas. Una cuarta equivale a 20 cm actuales por lo que las jacas miden 140 cm.

Caballos Pottokas, clasificados como "jacas" por su pequeño tamaño.
(c) Ana Belén Bermejo Pérez.

Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, los equinos se dedicaban fundamentalmente al trabajo de carga y al transporte. Para arar, se utilizaban yuntas de vacas aunque poco a poco fueron sustituidas por los equinos.

Antonio Leandro de la Calle acarreando leña con la burra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A mediados del siglo XX, los equinos de las tres especies eran muy numerosos. En cada casa había por lo menos una "bestia" (equino) habiendo en algunas 2 ó 3.
Los cabreros solían preferir los burros por su mayor docilidad, sobriedad y capacidad para moverse por las estrechas trochas de la sierra cuando bajaban al pueblo cargados de queso y regresaban con las provisiones para la semana.
También eran utilizados para trabajar en el campo.

Ángel de la Calle Vicente arrastrando heno con la burra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los vaqueros preferían las yeguas para utilizarlas como montura y también para la cría de potros y muletos que hasta los años 30 y 40 del pasado siglo se llevaban a vender a la feria de Octubre de El Barco de Ávila.

Emilio de la Calle montado en el caballo delante de las vacas trashumantes.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Para el trabajo en el campo, el arrastre de maderas y la arriería, se preferían los fuertes mulos.
Durante mucho tiempo, a Guijo sólo se podía llegar por caminos de herradura y los mulos fueron fundamentales para desplazarse a otros pueblos y realizar operaciones comerciales.
Eran frecuentes los viajes con los mulos cargados de aceite y vino para venderlo en los pueblos del Aravalle (Ávila) y regresar con patatas para la siembra o harina de trigo comprada en El Barco de Ávila.

Ángel de la Calle Vicente, arrastrando madera con su mulo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Con la progresiva llegada de los coches y la construcción de carriles (pistas forestales) que llegan a casi todas las fincas, así como con la aparición de motocultores y tractores para las labores agrícolas, los equinos fueron desapareciendo.
Actualmente quedan menos de 20 caballos y los mulos y burros prácticamente han desaparecido.
Las pocas "bestias" que quedan se utilizan como animales de montura y para llevar pienso a las vacas cuando están en la sierra en sitios a los que no llegan los coches. Aún quedan algunas yeguas dedicadas a la crianza.

Yegua con su potrillo.
(c) Silvestre de la Calle García.

De la importancia del ganado equino, nos habló muchas veces Nicolasa Sánchez García (1922-2012):

Las bestias eran muy importantes en el Guijo. No faltaban en ninguna casa y muchas veces se tenían 2 ó 3.
Los cabreros solían tener burros que eran más fáciles de manejar para las mujeres y los niños, que tenían que cargar en ellos la leche o el queso para bajar al pueblo y subir a la sierra.
Los vaqueros preferían las yeguas para montar y para criar potros y mulos que se llevaban a vender a las ferias de El Barco de Ávila y valían mucho dinero.
Aunque burros y yeguas se utilizaban para arar y otras cosas del campo, se preferían los mulos porque eran más fuertes y rápidos.
Ahora ya con los coches, hacen falta poco las bestias pero hay quien las sigue utilizando para trabajar.

Nicolasa Sánchez García.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

5. CERDOS.
El cerdo doméstico desciende del jabalí, animal de sobra conocido y abundantísimo en todos sitios. Fue domesticado en diversos puntos del mundo desde China a Europa desde el año 9000 antes de Cristo.
Los vettones, a los que ya hemos aludido en reiteradas ocasiones, criaban ya cerdos en régimen de semilibertad por lo que se cruzaban con los jabalíes. De la importancia que tuvieron para ellos, dan prueba las esculturas conocidas como "verracos", tratadas ya al hablar de las vacas.

Los primitivos cerdos eran similares a los jabalíes.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En el censo de 1850 inexplicablemente no se menciona la presencia de cerdos cuando por tradición oral sabemos que se realizaban las tradicionales matanzas.
Es más, se sabe que ganaderos como Antonio Jiménez García, se dedicaban en esa fecha a la producción y venta de jamones.
Sí que se mencionan en numerosas ocasiones los cerdos en los archivos de la Dehesa Sierra de Jaranda desde 1867. En aquella época, era común que los cerdos se llevasen a los robledales para aprovechar las bellotas.

Colgando la matanza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1899 el médico D. José González Castro, escritor, publicista y periodista con el seudónimo "Crotontilo", escribió la que es considerada la obra cumbre sobre las costumbres guijeñas: ESTUDIO CLÍNICO DE LA EPIDEMIA DE FIEBRE TIFOIDEA.
En este libro, se habla de la orografía, climatología, hidrografía, fauna, flora, producciones y costumbres del Guijo. 
Al hablar del consumo de carne, D. José dice que:

Se sacrifican anualmente 300 cabezas de ganado de cerda y 500 cabras y cabritos.

Cerda Ibérica con sus cochinillos.
(c) Javier Bernal Corral.

A lo largo del siglo XX, la cría y engorde de cerdos para la realización de las tradicionales matanzas fue costumbre generalizada en Guijo.
Todas las familias compraban y cebaban 1 ó 2 cerdos o cochinos. Algunas familias tenían cerdas reproductoras y vendían los cochinillos al destete o ya cebados a otros vecinos.

Cerda blanca con sus cochinillos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los cerdos autóctonos eran de tipo ibérico, pero fueron paulatinamente sustituidos por los blancos, de rápido engorde y canales más magras.
Actualmente, ninguna familia se dedica a la cría de cerdos sino que se compran los animales cuando son cochinillos o ya un poco más grandes y se ceban hasta la matanza.
Se realizan solamente unas 10 ó 12 matanzas anualmente.

Matanza en casa de Puri Castañares. Diciembre de 2021.
(c) Puri Castañares Vidal.

La principal producción de los cerdos fue y sigue siendo la carne para consumirla transformada en embutidos, jamones y adobada. En la época en la que se tenían cochinas de cría, era frecuente sacrificar también cochinillos y algún cochino de unas pocas arrobas para comer su carne en fresco.

Elaboración tradicional de embutidos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

De la ganadería porcina nos habla Visitación Hidalgo Burcio (nacida en 1929):

Antes se tenían cochinos en todas las casas. Abajo estaba la cuadra para las caballerías, los cochinos, la cabra y las gallinas. Por las mañanas se los llevaba al Corral de los Cochinos, donde hoy está el Parque de la Mata, para que pasaran el día allí bañándose en el arroyo.
Había quien tenía cochina y criaba los cochinillos para venderlos pero la mayoría de la gente compraba 1 ó 2 y los engordaba para la matanza. Había que caparlos para que engordaran más y tuvieran mejor carne.
Se los daba de comer el brebajo que se hacía cociendo las mondajas o peladuras de las patatas, las patatas "menúas" y unos puñados de centeno. También se les echaba el suero del queso.
Cuando estaban ya gordos, se hacía la matanza que en cada casa se hacía de su manera porque a unas familias les gustaban más unas cosas que otras.

Visitación Hidalgo Burcio.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


6. AVES.
Realmente, podríamos haber titulado este apartado como GALLINAS pues ha sido esta especie la más numerosa e importante dentro de las aves domésticas criadas en Guijo.
La gallina doméstica procede las gallinas salvajes que aún habitan en las selvas del sudeste asiático. Fueron domesticadas hacia el año 7500 antes de Cristo en lo que hoy es China y hace 5000 años en La India.
Como los burros, fueron introducidas por los Fenicios hacia el año 1000 antes de Cristo y se han encontrado restos óseos en toda la Península datados en fechas anteriores al cambio de Era por lo que casi con total seguridad, los vettones ya las criaron.

Aspecto que debieron presentar las primeras gallinas domésticas.
(c) Javier Bernal Corral.

No será hasta 1899 en la obra de D. José Gonzalez Castro, cuando encontremos los primeros testimonios de gallinas diciendo este autor que se criaban bastantes variedades.
Es dificilísimo saber las gallinas que podía haber en esa época aunque teniendo en cuenta que prácticamente todas las familias tenían 8 ó 10 gallinas como mínimo y que en el pueblo había unas 300 familias, podemos hablar de entre 2400 y 3000 gallinas cifra que se habría mantenido bastante constante hasta épocas recientes.
Todavía quedan bastantes gallineros aunque cada vez menos.

Gallinas Castellanas Negras.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

En cuanto a las "variedades" a las que alude D. José González, por tradición oral se sabe que había gallinas negras semejantes a la actual raza Castellana Negra, "empedradas", "coloradas" y piñanas" semejantes a la actual raza Pintarazada y muchos tipos indefinidos racialmente como las de cuello pelado, las "culonas" o sin cola....
Posteriormente, se introdujeron las gallinas ponedoras híbridas de diversos tipos, predominando actualmente las coloradas.

Gallinas "colorás", muy típicas actualmente en Guijo.
(c) Silvestre de la Calle García.

La principal producción de las gallinas fueron y siguen siendo los huevos, aunque también se sacrificaban para el consumo los pollos que no se destinaban a la reposición de los gallos viejos y las gallinas al final de su vida útil.
Huevos y pollos se vendían en ocasiones y eran un complemento importante para la economía familiar.

Cesta de huevos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Otras aves como patos, pavos, gansos, gallinas de Guinea, palomas... han sido criados de forma anecdótica aunque podemos destacar al párroco Don Ascensio Gorostidi Altuna que en su granja tenía numerosas gallinas y patos, animales estos últimos que jamás había criado nadie en el pueblo.

Don Ascensio Gorostidi (centro).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

De las gallinas nos hablaba Marcelina de la Calle Vicente (1930-2009):

Había gallinas en todas las casas. Los gallineros estaban en las cuadras o en el patio debajo de las escaleras.
Las gallinas estaban sueltas por la calle y entraban a poner al gallinero por la gatera, un agujero que había en las puertas de las casas. Después hubo que empezar a encerrarlas en granjas, que son corrales de tela metálica.
Se las echaba un puñado de panizos o de cebada y algunas sobras de la comida. Lo demás, lo buscaban ellas en la calle.
Había muchísimas gallinas porque en todas las casas había como diez o doce. Las había de muchísimas clases.
Se tenían para tener huevos para casa y para vender. Todos los años en la primavera cuando se ponía "cuecla" alguna gallina, se la echaban 10 ó 12 huevos para sacar pollas para renovar las gallinas viejas. Los pollos se mataban para casa o se vendían, menos uno que se dejaba para reponer el gallo viejo que se tuviera.

Marcelina de la Calle Vicente.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

7. CONEJO.
Terminamos con el que es uno de los animales más genuinos de la fauna salvaje y doméstica española. El abundantísimo conejo fue domesticado en la Península Ibérica posiblemente por los romanos aunque los distintos autores no se ponen de acuerdo en este detalle.

Conejo pardo español, muy similar a los conejos salvajes.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

Los conejos eran abundantísimos en el campo guijeño hasta bien entrado el siglo XX por lo que era rarísimo que alguien los criara.
En los años 60 el Plantel de Extensión Agraria fomentó entre los jóvenes guijeños la cría de pollos de engorde y conejos.
Desde entonces, no ha sido raro criar conejos para el abastecimiento familiar de carne e incluso para la venta.
Respecto a la raza, puede decirse que se ha prestado poco interés por dedicarse a un tipo concreto habiendo quienes preferían el típico conejo pardo español mientras que otros optaban por razas como la Neocelandesa, la Californiana o cruces muy diversos. 

Coneja con sus conejillos.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

De la cría de conejos, no hay mejor testimonio que el mío propio, que los crié hace tiempo. 
Los conejos son animales fáciles de criar. Con una buena pareja puede abastecerse sobradamente una familia, ya que estos animales crían.....como conejos.
Desde los años 60, bastante gente los ha tenido, sobre todo niños y jóvenes que se sacaban un dinerillo vendiendo los conejos en el pueblo.

Pareja de conejos.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

NOTA FINAL DEL AUTOR.
Pido perdón a los lectores por si les he aburrido con este extensísimo artículo sobre la ganadería en Guijo de Santa Bárbara, mi pueblo.
Como recomendación personal, os diré que tanto este artículo como todos los que escribo, no son para leerlos "de un tirón", sino para disfrutar con la lectura y viendo con detenimiento las fotografías, volviendo al artículo las veces que sea necesario.

Piara de cabras.
Al fondo, Guijo de Santa Bárbara, mi pueblo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Respecto a la importancia que tiene para mí la ganadería en general y la ganadería de Guijo de Santa Bárbara en particular, diré que mis abuelos y mis bisabuelos fueron todos ganaderos en este pueblo. A partir de ahí, ya hay muchos antepasados míos que eran de distintos lugares de España donde fueron ganaderos y también se dedicaron a otras actividades.
Las pequeños testimonios de ganaderos que aparecen en el artículo, son de ganaderos de mi familia:
- Tía Crisantos "El Zorrita", primo hermano de mi bisabuela.
- Tío Antonio "El Correo", mi abuelo paterno.
- Tío Juan "El Peseta", mi abuelo materno.
- Tía Nicolasa, prima de mi abuelo Juan.
- Tía Visita Hidalgo, mi abuela paterna.
- Tía Marce, mi abuela materna.

A ellos les debo en gran parte mi conocimiento sobre la ganadería y la cultura guijeña.
Baste simplemente con ver la siguiente fotografía que lo expresa todo.

Con mi abuelo Juan y sus terneros en 1999.
A él le dedico este artículo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal. 

GUIJO DE SANTA BÁRBARA. EL PUEBLO DE VIRIATO.

Guijo de Santa Bárbara es un pequeño pueblo situado en la comarca de La Vera, al noreste de la provincia de Cáceres y en las estribaciones o...