martes, 30 de agosto de 2022

LA VACA PAJUNA

España cuenta con un rico patrimonio bovino poco conocido. Razas como el singular toro de Lidia, las andadora Avileñas, las apacibles Rubias Gallegas o las avispadas Tudancas, son conocidas y queridas por el público general.
Pero otras razas como la PAJUNA, autóctona de Andalucía, sólo son conocidas por un puñado de expertos y aficionados a la ganadería y por sus criadores, verdadero ejemplo de lucha por conservar esta raza de la cual conoceremos hoy un poco más.

Vaca Pajuna.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.


DENOMINACIÓN.
El nombre de PAJUNA se utilizaba tradicionalmente en tono despectivo para diferenciar al ganado poco seleccionado o sin casta del ganado de Lidia.
También se usaba el término "palurdo" para designar a todos los bovinos que no eran de Lidia, pero esto planteaba serios problemas dada la gran diversidad de razas de la zona donde habita la Pajuna.

Vaca Pajuna.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.

Algunos autores la denominaron raza "Serrana" por asentarse en las serranías del sur peninsular, pero esto planteaba un problema puesto que en el norte también había razas conocidas como Serranas e incluso hoy en el Sistema Ibérico encontramos dos razas conocidas oficialmente como Serranas: la Serrana Negra y la Serrana de Teruel.

Vaca Serrana Negra.
(c) Iván Urueta.

El nombre de Castellana, designa a unos bovinos muy semejantes a la Pajuna, ¿acaso la misma raza?, que habitan en la comarca malagueña de La Axarquía y de los que luego hablaremos.
Sea como fuere, el nombre con el que la raza aparece en el Catálogo Nacional de Razas de Ganado de España, es el de RAZA PAJUNA.

Vacas Castellanas de la Axarquía.
(c) Francisco Porras.

CARACTERÍSTICAS.
Agrupa animales de perfil recto, eumétricos con tendencia a la elipometría suave, longilíneos, de poca masa y buen hueso.
La capa es castaña con las variantes propias de la misma.
Presenta un gran dimorfismo sexual como corresponde a todo bovino primitivo.
Las vacas presentan cabeza larga y estrecha con cuernos largos y finos que nacen en la línea de prolongación de la nuca para dirigirse hacia los lados, adelante y arriba, pudiendo presentar una ligera torsión en vacas viejas.
Cuello fino y delgado, tronco largo y con costillares poco arqueados, extremidades con buenos aplomos y sistema mamario rudimentario.

Vaca Pajuna.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.

En el caso de los machos, la cabeza es más corta y ancha, con cuernos cortos, gruesos y en forma de gancho.
Cuello corto y fuerte, tronco largo y profundo con costillares planos, extremidades con buenos aplomos y testículos normalmente desarrollados.

Semental Pajuno.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.

La capa es castaña oscilando entre trigueño en las vacas al negro peceño en los toros presentando como características complementarias el oscurecimiento en las zonas distales del cuerpo, las caras ahumadas y la orla blanca o clara que circunda el hocico.

Vaca Pajuna.
Obsérvense las particularidades de la capa.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.

Respecto al formato, se trata de una raza eumétrica con pesos de 350-400 kilos en las vacas y 600 kilogramos en el caso de los toros, si bien estos pesos pueden variar en función del manejo aplicado.

Toro de gran formato.
(c) Francisco Porras.

ORIGEN E HISTORIA.
Existen diferentes teorías para explicar el origen de la raza Pajuna.
La más aceptada considera a esta raza como perteneciente al llamado Tronco Africano, llegado a la península Ibérica durante la dominación musulmana y asentándose en las agrestes serranías del sur peninsular dando lugar a las actuales razas Pajuna y Murciana-Levantina.

Vaca Pajuna.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.

Otra teoría, supone que estas vacas pertenecen al Tronco del Mediterráneo Occidental, al que pertenecen razas que guardan gran parecido con la Pajuna como la Mallorquina.
Realmente, este tronco sería una variante del Tronco Ibérico al que pertenecen otras razas como la Avileña, la Morucha, la Sayaguesa o las ya mencionadas Serranas.

Toro Castellano de la Axarquía.
Su parecido con los bovinos Ibéricos es muy manifiesto.
(c) Francisco Porras.

También hay que considera que se trataría de una rama bastardeada del tronco Rojo Convexo que gracias a una rigurosa selección habría dado lugar a la raza Retinta actual mientras que los bovinos asentados en las zonas más inhóspitas, habrían permanecido aislados y sin selección alguna cruzándose durante siglos tanto con ganado africano como con ganado ibérico introducido en la zona por sus superiores cualidades motoras.

Toro Castellano de la Axarquía.
Su parecido con los bovinos rojos es muy evidente.
(c) Francisco Porras.

La Pajuna ha permanecido durante siglos aislada en terrenos sumamente duros y en cierta medida impropios para la cría de bovinos al ser montañas de clima seco y caluroso más aptas para la cría de ganado menor.
Asentada en estas zonas, donde ningún bovino podía competir con ella, la raza prosperó y los ganaderos mantuvieron un intenso comercio de animales con los agricultores de las zonas bajas así como con los de las tierras cerealistas del sur de Castilla, pues los bovinos Pajunos fueron siempre apreciados como motor animal.

Vaca Pajuna.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.

IMPORTANCIA Y EXTENSIÓN.
La raza Pajuna tiene una gran importancia como reserva genética al tratarse de un bovino muy primitivo.
Su rusticidad, le permite vivir y producir en regiones inhóspitas lo cual tendrá mucha importancia en un futuro reciente.
La raza Pajuna ocupaba en otros tiempos las zonas montañosas de toda Andalucía, quedando hoy reducida a pequeños núcleos en las Sierra de Cazorla, Sierra Morena, Sierra Nevada, Serranía de Ronda, Sierra de Grazalema y la comarca de la Axarquía.

Toro Castellano de la Axarquía.
(c) Francisco Porras.

SISTEMAS DE EXPLOTACIÓN.
La Pajuna ha sido explotada tradicionalmente de forma totalmente extensiva, permaneciendo en los pastaderos durante todo el año y aprovechando los recursos que la naturaleza ofrecía en cada momento.
Muchas vacas seguían un sistema trashumante peculiar, realizando la llamada trashumancia horizontal pasando el verano en Sierra Nevada y el invierno en Sierra Morena.

Vacas Pajunas abrevando.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.

El ganado domado, es decir, aquel utilizado en las faenas agrícolas, llevaba un manejo más esmerado, permaneciendo durante las horas y periodos de descanso en praderas cercanas a las zonas de cultivo y recluyéndose por la noche en cobertizos donde recibía una generosa ración complementaria.

Toros domados.
(c) José Molina.

PRODUCCIONES.
La Pajuna ha sido considerada tradicionalmente como una raza de doble aptitud trabajo-carne si bien hoy en día es una raza de aptitud eminentemente cárnica.

Carne.
Aunque sea una raza de aptitud cárnica, la Pajuna está lejos de la especialización puesto que presenta lentos crecimientos y una canal mal conformada.
Sin embargo, su carne es de una gran calidad como la de otros bovinos primitivos.

Vaca Pajuna con ternero.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.

Tradicionalmente, el principal tipo comercial era el ternero pastenco, animal de 5-7 meses y peso inferior a 150 kilos que acompañaba a la madre durante el pastoreo. Por lo general, los terneros nacían en primavera y se vendían en otoño.
Se trataba de aquellos terneros que no podían ser recriados para venderlos como novillos de labor y aquellas terneras que no se dejaban como reproductoras y que tampoco podían recriarse para venderse del mismo modo que los machos.
El ganado domado, producía mayor diversidad de tipos, desde terneros lechales hasta novillos, según los precios y la posibilidad de alimentar a los animales.

Vaca domada con su ternero.
(c) Francisco Porras.

Actualmente, se producen añojos que tiene su origen en los terneros pastencos de 5-7 meses y pesos vivos de unos 170 kilos. Tras un periodo de engorde a base de piensos y paja, son ofertados al mercado con pesos vivos de unos 500 kilogramos entre los 12 y los 18 meses.
La Pajuna cuenta con el logotipo RAZA AUTÓCTONA 100% que avala la calidad de su carne y asegura su procedencia al consumidor.

Vaca Pajuna con su ternero.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.

Trabajo.

Cada vez son menos los bovinos Pajunos utilizados para el trabajo agrícola. En épocas pasadas, los machos eran vendidos como novillos a las llanuras cerealistas del sur de Castilla-La Mancha. Generalmente, se vendían sin castrar debido a su gran nobleza y a menudo ya domados o semidomados.
Las hembras, eran vendidas con 2 ó 3 años a los labradores de las zonas bajas del área de distribución, cerriles o ya semidomadas.

Novillo.
(c) José Molina.

Actualmente, el uso como animales de trabajo, se ha reducido mucho.
Es relativamente frecuente todavía el empleo de machos enteros o sin castrar para tirar de las carretas en las populares romerías andaluzas, donde junto a otros bovinos como los enormes bueyes de las razas Berrendas, pueden verse los "pequeños" toros pajunos de aire salvaje y primitivo.

Toro junto a una carreta.
(c) Francisco Porras.

Las vacas son empleadas para la realización de pequeñas labores agrícolas a menudo por propietarios que luchan por conservar las antiguas costumbres.
Es el caso de Francisco Porras quien mantiene vacas Castellanas en la localidad de Cártama (Málaga), utilizándolas para realizar todo tipo de trabajos agrícolas.

Vacas Castellanas.
(c) Francisco Porras.

SITUACIÓN ACTUAL Y PERSPECTIVAS FUTURAS.
La raza Pajuna se encuentra en grave peligro de extinción, existiendo tan sólo unos cuantos centenares de reproductoras, muchas de las cuales son cubiertas por toros de otras razas intentando conseguir así terneros más pesados y precoces.
Desde mediados del siglo XX, este ha sido el gran problema de la vaca Pajuna. Al ser una raza rústica, sobria y buena criadora era ideal para el cruzamiento primero con razas de formato reducido como la Aberdeen Angus y posteriormente con todo tipo de razas desde la Frisona en zonas bajas a la Charolesa o la Limusina en zonas adehesadas y serranas.

Foto antigua de bovinos Castellanos.
Nótese la presencia de un ternero cruzado.
(c) Francisco Porras.

Esta raza debe ser conservada por sus peculiares características morfológicas que recuerdan mucho a los bovinos primitivos así como por la gran capacidad para vivir en terrenos inhóspitos y producir carne de gran calidad.

Toro Pajuno.
(c) Ganadería Hermanos Chinchilla.

PAJUNAS Y CASTELLANAS. ETERNO DEBATE.
No podemos terminar este artículo sin tratar este tema, aunque ya hace varios meses escribimos en este mismo blog un artículo sobre el tema al que se puede acceder pinchando en el enlace que aparece al final de este texto.
Tradicionalmente, los labradores de las zonas costeras y bajas de Andalucía tenían yuntas de vacas que compraban a los vaqueros de zonas serranas. Normalmente, no realizaban la recría de los terneros y cuando necesitaban animales de reposición, acudían a los vaqueros serranos por lo que no había diferencia alguna entre ambos tipos salvo el mayor tamaño.

Vacas Castellanas de la Axarquía.
(c) Francisco Porras.

Con el paso del tiempo, los labradores con mayor número de vacas comenzaron a cruzar sus vacas con toros puros, a menudo con los añojos nacidos en la propia explotación y que se estaban cebando para ser vendidos.
De esta forma el comercio de vacunos desapareció y en la zona de La Axarquía comenzó a diferenciarse un tipo particular de bovino conocido como raza Castellana, aunque actualmente no cuenta con reconocimiento oficial.
Animamos pues al lector, a consultar el tema en el siguiente enlace


Agradecimientos:
- A Paco Castellano Romero, ganadero y gran aficionado y defensor de las razas autóctonas.
- A los hermanos José y Juan Antonio Chinchilla Morcillo, ganaderos de Santiago Pontones (Jaén).
- A Francisco Porras, ganadero de Cártama.
- A José Molina.

Bibliografía y fuentes consultadas:
- Sánchez Belda, A. (1984) Razas Bovinas Españolas.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.



viernes, 26 de agosto de 2022

LA VILLA DE LOS CABREROS

Guijo de Santa Bárbara es un municipio situado en la comarca cacereña de La Vera, al noreste de Extremadura y en la vertiente sur de la Sierra de Gredos.
Desde tiempo inmemorial, sus habitantes han vivido dedicados a la ganadería y a la agricultura, teniendo la ganadería caprina una gran importancia hasta el punto de que podíamos llamar a este pueblo, LA VILLA DE LOS CABREROS.

Piara de cabras. Al fondo, Guijo de Santa Bárbara.
(c) Silvestre de la Calle García.

La abrupta topografía del término municipal de Guijo de Santa Bárbara, así como las condiciones climáticas y botánicas, hacen que la cabra sea el animal que mejor se adapta a estos terrenos siendo capaz de prosperar y producir donde otros animales ni siquiera conseguirían sobrevivir.

Las cabras de Los Pivos en la Sierra del Guijo.
Animales ágiles y adaptados a la vida en la sierra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las cabras han proporcionado siempre a los guijeños carne, leche, pieles y estiércol, siendo la leche un elemento indispensable en la dieta guijeña y la materia prima base para la elaboración del exquisito queso fresco que tanta fama dio a este pueblo en épocas pasadas y que se convirtió en uno de los principales productos de exportación del municipio.

Juan Antonio Rodríguez Vidal ordeñando una cabra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, no fue siempre El Guijo una villa independiente con su rollo o picota y su horca, sino que durante gran parte de su historia fue un lugar o barrio dependiente de la Villa de Jarandilla que goza de tal título desde 1369.
Fue en 1468 cuando los ganaderos del Guijo, cabreros con total seguridad aunque el documento no lo diga, pidieron al Señor de Jarandilla don Fernando Álvarez de Toledo y Zúñiga que les señalase un coto de pastos para sus ganados independiente del de los vecinos de Jarandilla.
Dicho coto coincidiría aproximadamente con el actual término municipal de Guijo.

Aquellos cabreros del siglo XV comenzaron a luchar por sus derechos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La sierra del Guijo pertenecía casi en su totalidad a la jurisdicción de Jarandilla, a excepción de la zona más alta que era conocida como Baldío de Jaranda y pertenecía a la Comunidad de Pueblos de Plasencia, quien sería su propietaria hasta bien entrado del siglo XIX.

Piara de cabras de Los Pivos.
Al fondo, el agreste Baldío de Jaranda.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, el tener un coto de pastos independiente no significaba gran cosa, pues los guijeños dependían civil, judicial y religiosamente de la Villa de Jarandilla.
Al carecer de iglesia o ermita y de cementerio, los guijeños pertenecían a la Parroquia de Santa María de la Torre de Jarandilla y tenían que ir hasta ella para bautizar a los niños, casarse y dar sepultura a sus difuntos.
En 1560 construyeron una ermita dedicada a Santa Bárbara y en 1674 dicha ermita fue erigida en parroquia, por lo que aunque en lo civil perteneciesen a Jarandilla, en lo religioso ya eran independientes aunque no tuvieron cura propio hasta 1695 por oposición de Jarandilla, no pudiendo el cura tomar posesión efectiva y real hasta 1698.

Pila bautismal colocada en la por entonces Parroquia de Santa Bárbara.
(c) Silvestre de la Calle García.

Todo esto sirvió para que el 27 de junio de 1708, los guijeños pudiesen recibir su ansiada independencia, adquiriendo el nombre de Guijo de la Vera en lugar de Guijo de Jarandilla como hasta ese momento.
Para poder ser independientes, los 52 vecinos o familias que componían la población, debían pagar la cantidad de 390.000 maravedíes.
Pagaron la mitad de esa cantidad, comprometiéndose a pagar el resto en dos plazos. Sin embargo, fueron incapaces de conseguirlo y al año siguiente, se les retiró el título de Villa y volvieron a ser un barrio de Jarandilla.

Las cabras de Juan Antonio.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1812, con la Constitución promulgada por las Cortes de Cádiz, El Guijo disfrutó fugazmente de independencia pero no sería hasta el 27 DE AGOSTO DE 1816 cuando se convirtiese de manera definitiva en villa independiente, título que aún mantiene hoy.
Esta vez, en honor a su patrona, decidieron denominar al pueblo GUIJO DE SANTA BÁRBARA.
Pero la independencia no fue gratuita, teniendo que abonar entre todos los vecinos la cantidad de 56.207 reales.

Santa Bárbara virgen y mártir.
Patrona del pueblo que lleva su nombre.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El rey Fernando VII concedió la independencia al Guijo por la gran colaboración prestada al ejército nacional durante la Guerra de la Independencia aportando numerosas cabezas de ganado de cerda, vacuno y caballerías para abastecimiento del ejército.
También quiso ayudarles por la gran pérdida que el ejército enemigo causó en la cabaña ganadera local.
Entre unas cosas y otras, el Guijo pasó de tener 3003 cabezas entre cerdos, vacas y caballerías a 963, salvándose según parece las cabras que no debieron interesar a los soldados de uno y otro bando o que fueron escondidas por los cabreros en la sierra.

Nunca faltaron las vacas en El Guijo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los 63 vecinos, 11 viudas y 4 menores con los que contaba la población (unos 300 habitantes en total) tuvieron que hacer un enorme sacrificio para pagar la compensación exigida por Jarandilla.
Al ser villa independiente, los guijeños tenía que colocar rollo o picota y horca como símbolos jurisdiccional y de justicia respectivamente por lo que decidieron colocar el primero junto a la casa-horno de la viuda de Francisco Jiménez, doña María Gómez, situada junto a la Fuente (actual plaza de la Fuente), mientras que la horca fue colocada en el Huerto de la Olivilla, propiedad de la Cofradía del Santísimo y situado junto al Camino Real en lo que entonces era la entrada del pueblo (actual Fuente del Pueblo).

Plaza de La Fuente. 1970.
En 1816, la plaza no existía sino que formaba parte de la Calle de La Mata.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El pueblo se dividía en 7 calles:

- Calle del Rincón.
- Calle del Rollo.
- Calle de la Fuente.
- Calle de la Mata.
- Calle de la Iglesia.
- Calle del Monje.
- Calle del Lavadero.

Las más pobladas eran las de La Mata y El Monje, siendo la del Rincón la menos poblada pero según la tradición oral es la más antigua de todas, pues la leyenda dice que en una casa de esta calle nació Viriato en el siglo II a.C., motivo por el cual desde finales del siglo XIX, esta calle es conocida como Calle Viriato.

Antigua Calle del Rincón.
(c) Silvestre de la Calle García.

El pueblo estaba conformado por casas pequeñas con planta baja de piedra y planta superior o superiores de entramado de madera y adobes.
Sólo se conserva, aunque muy reformada, una casa que con total seguridad ya existía en esa época pues en su dintel vemos cuidadosamente cincelada la fecha 1807. Dicha casa se encuentra en lo que por entonces era la Calle del Lavadero y que hoy en día es la Plazuela de Santa Bárbara o "La Plazolilla".

Casa de 1807.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque conocemos se conserva una lista con todos los vecinos del pueblo, no la incluiremos aquí para no alargarnos en exceso.
No obstante, sí que pondremos el nombre de los primeros representantes de la nueva Villa.

Alcaldes: Felipe Ovejero y Melchor Castañares.

Regidores: Pedro Martín y Lorenzo Jiménez.

Procurador Síndico General: Santiago de la Calle.

Alcaldes de la Hermandad: Valentín Martín y Bernardo Sánchez.

Alguacil: Evaristo Sánchez.

Secretario: Felipe Sánchez Yañez.

Don Antonio de la Calle Rosado, nieto de Santiago de la Calle.
(c) Colección Familia de la Calle.

¿A qué se dedicaban los guijeños en esa época? Lamentablemente no disponemos de datos concretos de 1816 salvo el censo de ganado antes expresado.
Podemos retroceder hasta 1791, cuando el geógrafo Tomás López realiza su famoso Interrogatorio, dirigiendo cartas a los curas de cada población para que contesten a una serie de preguntas entre las que figuraba cuáles eran los principales frutos o productos del lugar.
En el caso del por entonces Guijo de Jarandilla, el cura párroco Don Pedro Rosado, se encargó de hacer tal tarea diciendo:

Se cogerán como 200 arrobas de cerezas y como 800 arrobas de manzanas de todas las especies, de centeno como 1000 fanegas, de patatas como 1500 arrobas, de granos o judías 150 fanegas , de queso de cabra como 300 fanegas.

Queso fresco de cabra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No debía de haber cambiado mucho la situación en 1816.  
Como vemos, la ganadería caprina tenía una gran importancia. Debemos tener en cuenta que para elaborar 300 fanegas de queso fresco de cabra (alrededor de 13800 kilogramos) se necesitaban unos 69000 litros de leche y hay que tener en cuenta, que en el pasado las cabras daban muchísima menos leche que hoy en día con cifras que podían oscilar entre 30 y 75 litros anuales dependiendo de las condiciones del año, lo que supondría un censo que oscilaría entre las 2300 y las 920 cabras.
Posiblemente la cifra se acercase más a esta última cifra, que aún así, era destacada.

Cabra Verata.
Raza autóctona de la zona.
(c) Silvestre de la Calle García.

Aunque se conserva una detallada lista de los vecinos del pueblo según la calle en la que vivían, no se especifica a qué se dedicaban aunque en documentos posteriores se dice que eran todos jornaleros y pequeños propietarios.
Sí que tenemos la certeza de que Alonso Jiménez Ovejero (1788-1821), que vivía en la casa construida en 1807 que citamos anteriormente, era cabrero puesto que su hijo Antonio Jiménez García (1810-1898) contaba a sus descendientes cómo con tan sólo 6 años, precisamente cuando el Guijo consiguió su independencia, ya ayudaba a su padre con las cabras y sacaba a los chivos y cabras viejas cerca del corral y como unos años más tarde ya iba con toda la piara de cabras a la sierra hasta que en 1821, al morir Alonso, tuvo que hacerse cargo permanentemente de ellas.

Antonio Jiménez García (1810-1898)
Hijo de Alonso Jiménez y Francisca García.
(c) Colección Familia de la Calle.

Antonio Jiménez García, fue posteriormente escribiente, secretario municipal, alcalde y diputado provincial aunque profesionalmente se dedicó toda la vida a la ganadería siendo vaquero a mediados del siglo XIX y también borreguero al menos hasta 1872.
Antes de morir en 1898, mandó a sus hijos que pusiesen en su lápida que FUE ALGÚN TIEMPO PASTOR.

Detalle de la lápida de Antonio Jiménez García.
(El cantero cometió un error al poner el apellido)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


La cabra ayudó al hombre a establecerse y prosperar en estas sierras. Aquella pequeña aldea cuyos ganaderos ya solicitaron en 1468 un coto de pastos para sus ganados, creció gracias a las cabras.
Desde que Guijo se convirtió en pueblo independiente, la principal fuente de ingresos de sus habitantes fueron la venta de cabritos y quesos.
En 1850, había censadas 1000 cabras en Guijo de Santa Bárbara, desconociendo el número de piaras o hatajos que es como aquí se conoce a los rebaños.
En 1872, había en el pueblo 36 piaras de cabras que sumaban más de 2000 cabras aumentando hasta las 40 piaras en 1931 y superando ya las 3000 cabezas que años más tarde llegarían a superar las 4000.

José Jiménez con sus cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1957, cuando ya había comenzado el éxodo rural, aún había 3777 cabras pero su número empezó a disminuir paulatinamente aunque en 1980 todavía quedaban más de 2000 que se redujeron a 1300 repartidas en 17 piaras en 1998.
Desde este momento, las cabras descendieron rápidamente censándose en 2006 tan sólo 267 cabezas repartidas entre 3 ganaderos.
Actualmente, hay unas 400 cabezas repartidas en 4 ganaderías.

Alejandro Torralvo Gutiérrez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque hoy el censo de cabras sea tan reducido y sólo 4 familias vivan directamente de ellas, la ganadería caprina ha tenido una grandísima importancia histórica en Guijo de Santa Bárbara que fue clave para permitir que los antiguos pobladores del lugar consiguiesen mantenerse durante siglos hasta conseguir su ansiada independencia aquel 27 de agosto de 1816.
Por ello podemos decir que Guijo de Santa Bárbara, fue, es y seguirá siendo LA VILLA DE LOS CABREROS.


La villa de los cabreros.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.







miércoles, 24 de agosto de 2022

VISITA GUIADA POR GUIJO DE SANTA BÁRBARA

El pasado viernes 19 de agosto de 2022 a las 22:00 tuvo lugar la visita nocturna por las calles de Guijo de Santa Bárbara, actividad que desde hace algunos años causa gran expectación entre vecinos y visitantes y a la que en esta ocasión asistieron unas 120 personas.


Este tipo de visitas suelen realizarlas en los pueblos algún guía turístico o un cronista oficial del municipio pero como Guijo de Santa Bárbara carece de este tipo de figura, me encargué yo, Silvestre de la Calle García, de guiar la visita en calidad de Animador Sociocultural del Ayuntamiento.
En otras ocasiones, he realizado esta visita como sacristán de la Parroquia de Nuestra Señora del Socorro o simplemente como un vecino apasionado por la historia de su pueblo y del de sus antepasados.


Aunque este año no estaba prevista la realización de la visita y por ello no se anunció en el programa de actividades culturales del verano, a petición de algunas personas del pueblo, se decidió realizarla antes de que finalizase el mes de agosto para que así pudiesen asistir no sólo los vecinos del pueblo sino también los que pasan sus vacaciones en nuestro bello municipio.
La visita comenzó en el Monumento a Viriato, donde se habló de Viriato como personaje histórico según las fuentes escritas y también legendario según la vieja tradición oral que asegura que nació en lo que hoy es nuestro pueblo.


Continuamos el recorrido por la Barrera del Egido hasta la casa de Aurora Santos García, frente a la cual se hizo una parada para hablar del médico e insigne escritor Don José González Castro (Crotontilo) que vivió en ella a finales del siglo XIX y principios del XX.


Por la Calle del Monje (Monge en los documentos antiguos), llegamos a la siguiente parada junto a la Fuente de Tía Josefa, uno de los monumentos más representativos de nuestro pueblo pese a su pequeño tamaño.


Desde aquí y por la Calle de Portugal, nos dirigimos a la siguiente parada frente a la casa que perteneció a Antonia Vidal y junto a la casa de Alonso Jiménez Ovejero, donde en 1810 vino al mundo El Abuelo Viejo, personaje más importante de la historia local.
Tras una breve parada en frente a la Casa de Ramón Pobre en La Plazolilla, hicimos una nueva parada junto a la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Socorro, centro de la vida para los guijeños durante siglos.


Continuamos el recorrido hasta la Plaza de la Fuente, donde se localizaba el ayuntamiento viejo y donde en 1816 cuando el antiguo barrio del Guijo de Jarandilla pasó a ser villa independiente con el nombre de Guijo de Santa Bárbara, se colocó el rollo o picota que era el símbolo jurisdiccional de toda villa de la época.


La siguiente parada tuvo lugar en el Lavadero de Abajo para explicar la importancia del agua ayer y hoy en un municipio de economía esencialmente agropecuaria como es el nuestro.


Continuando por la mítica calle del Tejar o "calle del oro" como decían a modo de chascarrillo los antiguos guijeños, llegamos a la casa que actualmente es propiedad de Aurora de la Calle García y que fue construida por orden del poderoso ganadero Alonso Jiménez Esteban en 1866.


La última parada de la visita tuvo lugar en la Plaza de don Antonio junto a la placa que recuerda a don Antonio Jiménez García (1810-1898), donde se habló brevemente de la vida de este gran benefactor de nuestro municipio.


La visita fue del agrado de todos los asistentes que manifestaron su interés para que esta visita o similares se realicen todos los años.
Quiero agradecer públicamente a todas las personas que participaron en la actividad demostrando un gran interés y permaneciendo en el más absoluto silencio.
¡GRACIAS PUEBLO DEL GUIJO!

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Fotografías: Alonso de la Calle Hidalgo.

GUIJO DE SANTA BÁRBARA. EL PUEBLO DE VIRIATO.

Guijo de Santa Bárbara es un pequeño pueblo situado en la comarca de La Vera, al noreste de la provincia de Cáceres y en las estribaciones o...