lunes, 27 de febrero de 2023

LA CABRA GALANA

La palabra GALANA se utiliza en la Sierra de Gredos y zonas cercanas, para designar a las reses bovinas, caprinas e incluso ovinos que presentan capa o coloración con grandes machas blancas sobre otro color como el negro o el colorado.
Aparece con relativa frecuencia en los bovinos autóctonos de estas serranías y ocasionalmente en los ovinos pero sin lugar a dudas adquiere una mayor importancia en el ganado caprino, conociéndose desde tiempo inmemorial en el seno de las razas Verata, Guisandera y Del Guadarrama.

Cabra galana.
Castro de El Freíllo.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Veamos detenidamente esta particularidad cromática en las distintas razas caprinas citadas.

- VERATA.
Recibe su nombre de la comarca cacereña de La Vera, situada al sur de la Sierra de Gredos aunque se extendió siempre desde Candeleda hasta el valle del Jerte, estando también presente en algunos pueblos de la vertiente norte de la Sierra como Navalonguilla.

Cabras Veratas.
Navalonguilla (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Tradicionalmente considerada como una raza con gran variedad de capas, hoy se aceptan tres capas básicas que son la negra, la castaña y la cárdena con diversas particularidades que dan lugar a una rica semántica.
La capa galana aparece desde tiempo inmemorial afectando a cabras negras, castañas, cárdenas e incluso rubias, estas últimas ya muy difíciles de encontrar.

Cabra Verata galana.
Castro de El Freíllo.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La disposición de las manchas blancas es muy variable, desde animales que presenta únicamente algunas manchas de pequeño tamaño a otros que son prácticamente blancos.
Cuando predomina el color blanco salpicado por pequeñas manchas de otro color es habitual utilizar el término "piñana" en lugar de galana.

Piara de cabras de tío Paulino Gargantilla Serrano.
Obsérvese la gran variedad de capas y la presencia de galanas.
El Melocotón.  Tornavacas (Cáceres).

Tradicionalmente, las cabras galanas no formaban piaras completas sino que cada cabrero seleccionaba su piara en base a dos o tres capas, coloraciones o pelos distintos aunque siempre se dejaba por capricho alguna cabra galana.
A menudo, eran las cabras que el cabrero reservaba para los niños que desde pequeñitos las distinguían fácilmente entre las demás y comenzaban así a cuidarlas y a aprender el oficio de cabrero primero como si de un juego se tratase para poco a poco realizar todas las tareas de la explotación.

Cabras Veratas negras o moruchas y en el centro una galana.
Piornal (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


Pese a seleccionar las piaras en base a capas como por ejemplo la negra, denominada popularmente morucha, con particularidades como el oriscano (hocico y orejas de color blanco) o la carillera (mancha rojiza en los carrillos), el nacimiento de cabritos galanos es inevitable y de vez en cuando nace alguno aunque sus padres, abuelos o bisabuelos sean de color negro, lo que demuestra que es una capa imposible de eliminar a no ser que se realice una selección rigurosa durante décadas.

El autor con un cabrito galano.
Ganadería de Alejandro Torralvo Gutiérrez.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

- GUISANDERA.
Denominada también por algunos autores como Guisandesa, recibe su nombre de la localidad abulense de Guisando, principal centro de cría de la raza, aunque en el pasado se extendía también por los pueblos vecinos, siendo habitual su presencia también en el Alto Tormes, donde los cabreros acudían trashumando en verano.

Cabras Guisanderas.
Guisando (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La capa principal de esta raza es la colorada, que oscila entre el rubio y el retinto e incluso el caoba, siendo generalizado el oriscano (hocico y orejas blancas). Aunque es minoritaria, aparece también la capa negra con el mismo patrón que la colorada.
La presencia de cabras con manchada es bastante frecuente conociéndose como piñanas si bien se podría distinguir entre galanas y piñanas.

- Galanas:
Cabras coloradas o negras con grandes manchas blancas en distintas regiones del cuerpo.

Macho Guisandero Galano.
Guisando (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

- Piñanas:
Cabras coloradas o negras con pequeños mechones blancos por todo el cuerpo. 

Cabra Guisandera Piñana.
Guisando (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

- DEL GUADARRAMA.
Recibe su nombre de la Sierra de Guadarrama por ser el área donde actualmente se concentra la mayor parte del censo, pero en épocas pasadas estuvo ampliamente extendida por la zona oriental de Ávila, siendo popularmente conocida como cabra Churra por su pelaje largo.

Cabras de Guadarrama.
Muñogalindo (Ávila)
(c) Jonatan Rodríguez Seara.

Si como muchos geógrafos dicen, la Sierra de Gredos comienza en el Cerro de Guisando (El Tiemblo, Ávila) y se extiende hasta el Puerto de Tornavacas, la cabra del Guadarrama puede considerarse como plenamente gredense al ocupar antiguamente y con gran intensidad el macizo oriental de esta serranía, comprendido entre el citado Cerro y el Puerto del Pico.
Así nos lo cuenta Mons. José Luis Retana Gozalo, obispo de Ciudad Rodrigo y Salamanca, natural de la villa de Pedro Bernardo (Ávila) y gran conocedor de la ganadería caprina, la cultura y las costumbres del Valle del Tiétar.

Chivato del Guadarrama.
Muñogalindo (Ávila)
(c) Jonatan Rodríguez Seara.

Aunque oficialmente se aceptan únicamente cuatro capas denominadas negra, vegata, jardasca y cáderna, existen muchas más entre las que destaca por ejemplo la "tejona" por recordar al color de los tejones y, que en cierta medida, entraría dentro de la capa galana que estamos describiendo.

Cabra tejona.
Muñogalindo (Ávila).
(c) Jonatan Rodríguez Seara.

Sin embargo, existen ejemplares que pueden ser considerados plenamente como galanos por presentar una capa compuesta por manchas desiguales blancas y negras. Sin embargo, conforme nos alejamos de la Sierra de Gredos, estos caprinos son denominados berrendos.

Cuatro cabritos. El primero es berrendo o galano y los otros vegatos.
Muñogalindo (Ávila).
(c) Jonatan Rodríguez Seara.


VACAS Y OVEJAS MANCHADAS EN GREDOS.

En el caso de las vacas, el patrón cromático en la capa galana adquiere un patrón fijo de modo que la cabeza, los costados y la parte inferior de las extremidades son de color negro mientras que el espinazo, la cola y la parte inferior del tronco son de color blanco.
Dentro de la raza Avileña-Negra Ibérica la capa galana se conoce desde siempre pero no está oficialmente reconocida aunque gracias al gran esfuerzo realizado por los ganaderos de la Sierra de Gredos, será oficialmente aceptada constituyendo así la Galana una variedad más de la raza citada.
En la comarca cacereña de La Vera, estas vacas son denominadas "jardas".


Vaca Avileña-Negra Ibérica galana.
San Martín de la Vega del Alberche (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Cuando el patrón cromático cambia, especialmente si predomina uno de los dos colores y el otro aparece en forma de pequeñas manchas o lunares, se suele utilizar la palabra "piñana", como se dijo al hablar de las cabras Guisanderas.

Vaca Piñana.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Olga de la Calle Santos.

A este grupo de bovinos manchados pertenecen las vacas Frisonas, conocidas en la zona, al igual que en el sur de España, como vacas suizas. 
No se trata de vacas autóctonas, sino que fueron introducidas en España a mediados del siglo XIX procedentes de Holanda, aunque por confundirlas con las vacas Friburguesas originarias de Suiza, comenzaron a ser denominadas como suizas, extendiéndose por la Sierra de Gredos y comarcas cercanas en los años 30 del siglo XX.
Presentan un capa con manchas blancas y negras (o rojas), distribuidas desigualmente pero no se las llama nunca galanas, jardas ni piñanas. Simplemente se dice que son suizas.

Vacas Frisonas o suizas.
Aldeanueva de la Vera (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tradicionalmente, la palabra galana, así como jarda, se ha reservado en Gredos para designar a las vacas blancas y negras con el patrón descrito y aún hoy se sigue utilizando mientras que las vacas manchadas de otro color, son conocidas como berrendas, término que cada vez es más común en Gredos y acabará por eliminar la palabra ancestral si no lo evitamos.

Vaca Berrenda en colorado con su ternero.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Respecto a las ovejas, no son únicamente blancas o negras como mucha gente piensa, sino que existen multitud de coloraciones.
En la Sierra de Gredos siempre se criaron ovinos mestizos procedentes del cruzamiento secular entre las razas Merina, que puede ser blanca o negra, y diversas razas entrefinas como la Castellana, la Manchega o la Talaverana.
No es infrecuente el nacimiento de corderos manchados que, al crecer y cuando tienen lana, pueden ser prácticamente blancos o negros pero cuyo colorido se mantiene tras el esquileo.
Las ovejas manchadas son conocidas indistintamente como galanas, piñanas e incluso berrendas.

Cordero galano.
El Raso, Candeleda (Ávila)
(c) Jesús Carreras Delgado.

En el caso de los ovinos, la capa galana o berrenda aparece con gran frecuencia cuando se cruzan sin control animales blancos con animales negros.
Este hecho es conocido en todo el mundo desde épocas remotas, apareciendo incluso reseñado en La Biblia cuando en el libro del Génesis, capítulo 30, versículos del 25 al 43, se nos habla de la prosperidad de Jacob que se debió precisamente a la obtención de cabras y ovejas manchadas dentro del rebaño de su suegro Labán que quería tener sólo ovejas blancas y cabras negras.
Este pasaje bíblico sirvió en Inglaterra para dar nombre a la peculiar raza ovina Jacob sheep y que, según algunos expertos, provendría de ovejas españolas introducidas en el siglo XVI.

Rebaño de ovejas de Jesús Carreras Delgado.
Obsérvse la presencia de animales blancos, negros, galanos, ojalados...
El Raso, Candeleda (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

CABALLOS "GALANOS".

La presencia de caballos manchados en la Sierra de Gredos es muy antigua pero nunca fueron conocidos como caballos galanos sino que eran denominados píos.
Hoy son relativamente frecuentes en Gredos por su bonito colorido tanto como caballos de montura como para la producción de carne, encontrándose preciosas yeguas Hispano-Bretonas con esta capa.

Yegua pía.
Navarredonda de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

CABRAS GALANAS FUERA DE GREDOS.

La palabra Galana, es empleada con gran frecuencia en los municipios cercanos a la Sierra de Gredos así como en otro lugares de las provincias de Ávila, Salamanca o Cáceres.
El insigne poeta José María Gabriel y Galán (Frades de la Sierra, Salamanca. 1870 - Guijo de Granadilla, Cáceres. 1905) en su obra Nuevas Castellanas incluye un bellísimo poema que lleva por título LA GALANA y en el cual una cabra galana es la protagonista de la historia.

El autor con una cabra galana.
Robledillo de la Vera (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, fuera de la zona citada, estas cabras no reciben la denominación de galanas, conociéndose en la mayor parte de España, incluidas las Islas Canarias, como berrendas al igual que ocurre con las vacas.
Aparece la capa berrenda en caprinos de las razas Pirenaica, de las Mesetas, Pitiusa o Ibicenca, Majorera, la Jurdana (oficialmente extinguida) ... así como en la raza Enana que es habitual en muchos parques zoológicos.

Cabras Majoreras.
Talavera de la Reina (Toledo)
(c) Silvestre de la Calle García.

En el norte de España, las cabras y vacas con capa manchada son conocidas como pintas, llegando a utilizarse esta palabra como sinónimo para referirse a la raza Frisona en lugares como Cantabria.
Ha sido esta capa muy frecuente en los caprinos norteños hasta el punto de que grandes etnólogos como Gumersindo Aparicio Sánchez definió en 1960 la llamada raza caprina Alpina española que se caracterizaba por su capa berrenda y que él señalaba como presente en la cornisa Cantábrica y en las montañas andaluzas.
En las llamadas cabras tradicionalmente serranas o "del país" de la provincia de León, esta capa fue siempre relativamente frecuente.

Cabra Pinta.
Vegapujín, Murias de Paredes (León).
(c) Ángel Santamarta García.


LA "EXTINCIÓN" DE LAS CABRAS GALANAS.

Si hoy en día visitamos una explotación de cabras de cualquier raza, es posible que no veamos ni una sola cabra galana, berrenda o pinta.
¿A qué se debe esto?
Cuando a lo largo del siglo XX y lo que va del siglo XXI se redactaron los patrones raciales y se crearon los libros genealógicos y las asociaciones de criadores de cada raza, se fijó una única capa o un reducido número de ellas con el fin de que los rebaños presentasen un aspecto más homogéneo.
Esta práctica, realmente es muy antigua y existía entre muchos ganaderos el deseo de tener rebaños "apelados" en los que todos los animales presentaran el mismo pelo o color.

Rebaño de cabras Veratas.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al ser la capa galana, berrenda, pinta... muy variable en cuanto al diseño cromático, muchas asociaciones de criadores de razas caprinas españolas, decidieron que lo mejor era eliminar a tales ejemplares, salvo en algunas razas como la Blanca de Raquera en la que es la capa mayoritaria o en otras que como la Payoya, la Ibicencia o la Majorera presenta una gran variabilidad de capas.

Cabras Blancas de Rasquera.
Raza que puede considerarse como principalmente "galana".
Esta capa es conocida como "platjada" por los criadores de la raza.
(c) Santiago Álvarez Bartolomé.

En otras razas, la presencia de cabras con esta capa, es considerada como un defecto que puede ser objetable o descalificable para la inclusión del animal en el Libro Genealógico correspondiente. 
No obstante, los ganaderos que no forman parte de tales asociaciones o aquellas que mantienen cabras mestizas, pueden tener las cabras que deseen sin que nadie pueda oponerse.

Gonzalo Lorenzo Gómez ordeñando una cabra berrenda.
Acehúche (Cáceres).

CABRAS GALANAS Y VIEJOS CABREROS.

Para conocer la presencia histórica de cabras galanas en la Sierra de Gredos, que es la zona en la que se centra fundamentalmente este artículo, lo mejor es conocer el testimonio de dos viejos cabreros, ya fallecidos, que conocieron perfectamente todo lo relacionado con el mundo de la cabra.

- Primitivo Torralvo García (1927-2020).
Este ganadero de Guijo de Santa Bárbara fue cabrero toda su vida, oficio que posteriormente heredaron sus hijos Florián, Jacinto y Ángel, encargándose actualmente de la explotación familiar Alejandro Torralvo Gutiérrez, hijo de Florián, y que ha apostado por recuperar y conservar la raza Verata.

Florián, Alejandro y Primitivo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En la piara de la familia Torralvo, siempre ha habido cabras galanas y las sigue habiendo hoy en día. Tío Pivo, como era conocido popularmente por todos los guijeños, nos contaba lo siguiente sobre las cabras galanas:

"En vida mía, siempre las ha habido en este pueblo. No había piaras con todas las cabras galanas, pero siempre había alguna en todas las piaras porque hacen bonito. Se dejaban muchas veces por capricho aunque se tuvieran cabras de otro pelo.
Ahora vienen algunos diciendo que no son Veratas y que hay que quitarlas. Yo no sé, pero ya digo que 90 años tengo y las he visto siempre y antes no se conocían aquí cabras de otra clase. Eran las cabras del país como se decía y las había de todos los pelos".

Tío Pivo con las cabras en 2017.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En cualquier visita a la ganadería de la familia Torralvo en la finca guijeña de Santonuncio, pueden verse chivos y cabras de capa galana pese a que la inmensa mayoría de cabras de la explotación y casi todos los sementales son de capas oscuras.

El autor con una cabra galana de Alejandro Torralvo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

- PAULINO GARGANTILLA SERRANO.
Ganadero de la localidad cacereña de Jerte, Paulino Gargantilla Serrano (1929-2014) fue famoso en toda la zona por su gran piara de cabras que en algún momento llegó a rondar las 1000 cabezas.
Ya a comienzos del siglo XXI, su piara era mucho más reducida pero destacaba por la gran variedad de capas que presentaban las cabras.

Cabras de tío Paulino junto al chozo.
El Melocotón. Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nos contaba tío Paulino lo siguiente al hablar del pelo de sus cabras:

Todas estas cabras vienen de Veratas y son como las que ha habido aquí desde siempre. Yo nunca he comprado machos porque crío los chivos míos. Tengo cabras de muchos pelos y siempre las ha habido galanas en esta piara y en otras de por aquí.

Cabras galanas de tío Paulino.
El Melocotón. Tornavacas (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Alguna gente viene y al ver estas cabras galanas o de otros colores dicen que son cruzadas porque las Veratas son negras, pero las Veratas siempre han sido de todos los pelos. Cada cabrero tenía las que más le gustaban aunque como decían muchos, el pelo y los cuernos no dan leche y lo importante en una cabra y más aquí arriba en la sierra es que sea dura y que críe buenos chivos para vender y dé buena leche para hacer queso porque las cabras no se tienen porque sean bonitas. Se tienen para vivir de ellas.

Tío Paulino ordeñando una cabra galana.
El Melocotón. Tornavacas (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A MODO DE EPÍLOGO.

Aunque en los patrones de muchas razas no se admita la capa galana, berrenda, pinta... fue siempre una capa popular dentro de los caprinos ibéricos y actualmente es muy común en aquellas ganaderías que realizan cruzamientos con sementales de raza Florida y cabras de otras razas con capa homogénea.
Aunque sólo sea a modo de curiosidad, nos ha parecido oportuno dedicar un artículo a estas singulares cabras esperando que sea del agrado de los lectores de EL CUADERNO DE SILVESTRE.

Cabras Veratas.
Castro de El Freíllo.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

jueves, 23 de febrero de 2023

LA PARIDERA DE LAS OVEJAS

La paridera es la época en la que las ovejas paren y crían a sus corderos. 
Si durante todo el año el ganadero debe cuidar a sus animales, en esta época debe esmerarse aún más puesto que de una buena paridera depende la correcta marcha de la explotación puesto que aunque las ovejas proporcionen también leche y/o lana, la producción de carne de cordero tiene una gran importancia.

Oveja Castellana con su cordero.
Martiago (Salamanca).
(c) Deme González Calvo.

Las ovejas domésticas descienden de diversas especies de ovinos salvajes que aún habitan en las montañas de Asia Menor aunque existe una gran controversia entre los expertos sobre cuál es la especie original y cuáles fueron las que se cruzaron con ella para dar lugar a los ovinos domésticos.
Dichas ovejas salvajes entran en celo en el otoño y, tras 5 meses de gestación, dan a luz a su cría o crías a finales del invierno o principios de la primavera con el fin de disponer de suficientes pastos.
Este comportamiento reproductivo ha cambiado poco en aquellas razas más primitivas o en las que habitan en regiones con clima frío y lluvioso como Europa Central y del norte, así como en ovejas de manejo absolutamente extensivo.

Oveja Latxa.
Raza más primitiva de España.
Ruente (Cantabria).
(c) Miguel Alba Vegas.

A las ovejas que aún mantienen este comportamiento reproductivo, se las denomina "animales poliéstricos de días cortos" pues presentan su época de celo en desde el final del verano hasta el principio del invierno, cuando los días se acortan sensiblemente. Parirán de esa forma a finales del invierno y en la primavera.
A este comportamiento podemos denominarlo también "ley natural".
No debe achacarse este comportamiento únicamente a factores genéticos sino a factores medioambientales ya que conforme la latitud desciende y las horas de sol aumentan, el periodo de cubriciones se alarga ostensiblemente sin necesidad de que el hombre actúe para modificar este hecho.

Carnero y ovejas de raza Latxa.
(c) Antonio Uriarte.

Tras una rigurosa selección unida a una mejora de las condiciones de manejo, especialmente en lo referente a la alimentación, se ha conseguido modificar absolutamente ese comportamiento y en países como España, todas las ovejas pueden ser consideradas animales poliéstricos permanentes presentar celos durante todo el año, aunque la fertilidad es mucho más elevada en otoño que en primavera, llegando en el caso de algunas razas a presentarse un leve anoestro o periodo en el que no entran en celo de forma natural en invierno y primavera.

Ovejas con sus corderos.
Jarandilla de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tradicionalmente, las ovejas españolas realizaban un parto anual, variando la paridera o época de partos de todas las ovejas de la explotación en función de factores como el clima, el manejo o los propios intereses del ganadero.
Cuando las ovejas eran manejadas de forma extensiva sin recibir alimentación complementaria en la mayoría de los casos, el parto tenía lugar en los meses de febrero y marzo, por lo que las cubriciones se habían producido en el otoño.

Ovejas Castellana Negra con sus corderos.
Martiago (Salamanca)
(c) Deme González Calvo.

De esta forma, los corderos se criaban en una época en la que los pastos de las zonas bajas eran abundantes y las ovejas producían suficiente leche para criarlos, estando listos para la venta como lechales en fechas próximas a la Pascua, ya que en España la costumbre judía de consumir cordero en estas fechas, se conservó durante siglos, si bien los judíos consumían corderos pesados nacidos justamente un año antes.

Oveja con su cordero.
Jarandilla de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tras la retirada del cordero hacia el mes de abril, se comenzaba en muchas zonas de España a ordeñar las ovejas durante un breve periodo, surgiendo así el popularísimo dicho pastoril:

El queso de abril pa mí, el de mayo pa mi amo y el de junio pa tol mundo.

Sin embargo, si la primavera era excesivamente seca y el pasto comenzaba a escasear, la última parte se cambiaba ya que en junio no se ordeñaba:

...y el de junio pa ninguno.


Queso artesano.
Guisando (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, se vio que mejorando el manejo y la alimentación de las ovejas, se podía alargar el periodo fértil y adelantar las cubriciones con el fin de obtener corderos que estuviesen listos para sacrificar en Navidad, fecha en la que había gran demanda de carne fresca.
Así por ejemplo, los famosos rebaños de ovejas Merinas trashumantes, realizaban la cubrición en junio al llegar a los fértiles pastos de la montaña, teniendo lugar la paridera en el otoño cuando las ovejas volvían a las dehesas de invernada.

Ovejas en primavera.
Nava del Barco (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Este sistema, complicado de llevar a cabo con los rebaños estantes (aquellos que no trashuman), se fue generalizando poco a poco pero fue necesario mejorar el sistema de manejo en gran medida ya que en ocasiones las ovejas pasaban el verano alimentándose en las rastrojeras de cereal, lo que hacía que estuviesen en mal estado de carne y no saliesen en celo.
En tales casos, era fundamental alimentarlas bien para que pudiesen cubrirse a finales de la primavera y parir así en otoño.

Ovejas en una rastrojera.
Hijosa de Boedo (Palencia).
(c) Miguel Alba Vegas.

No obstante, como ya dijimos antes, la fertilidad de las ovejas es mayor en otoño que en otras épocas del año, por lo que la mayoría de las explotaciones realizaban dos parideras:

- Temprana: Otoño.
- Tardía: Finales de Invierno y principios de Primavera.

De esta forma, se aseguraba que todas o casi todas las ovejas del rebaño pariesen por lo menos una vez al año e incluso las ovejas que seguían un esmerado manejo, eran capaces de parir dos veces en menos de 12 meses.

Corderos de paridera temprana.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aún así, era necesario controlar la reproducción para que no naciesen corderos en épocas inconvenientes: durante la trashumancia, en la época del esquileo, en pleno verano....
Para ello, era preciso mantener a los carneros separados de las ovejas, lo que en muchas ocasiones no era tarea fácil al no disponer de instalaciones adecuadas o de fincas para llevar a los carneros. Si tenían que permanecer obligatoriamente con las ovejas, se les colocaba un mandil de tela, esparto o cuero que impedía que cubriesen a las ovejas.

Carnero enmandilado.
(c) Víctor Manuel Carretero.

En pequeños rebaños en los que los carneros no se separaban de las ovejas ni se les colocaba mandiles, los partos tenían lugar en cualquier época del año pero las ovejas seguían siendo más o menos fieles a la ley natural y los partos se concentraban en los meses de diciembre a marzo.

Carnero con las ovejas y los corderos en un pequeño rebaño.
Lagartera (Toledo)
(c) Javier Bernal Corral.

Hoy en día, las prácticas anteriores son poco frecuentes y se mantiene a los carneros en cercados separados de las ovejas donde semanas antes de la cubrición, se complementa su alimentación para que estén fuertes a la hora de realizar su cometido ya que durante el periodo de cubrición, los carneros prácticamente no comen.
Esta práctica favorece además el denominado efecto macho por el que las ovejas al entrar en contacto con los carneros salen en celo rápidamente y en pocos días todo el lote queda cubierto lo que permite concentrar la paridera en un brevísimo periodo.

Carneros separados de las ovejas.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Jesús Carreras Delgado.

Actualmente, no se presenta problemas de fertilidad en ninguna época del año y en el caso de las ovejas manejadas en sistemas extensivos y de forma estante, a menudo se recurre a sencillos tratamientos hormonales que permiten obtener corderos en cualquier época del año.
En las explotaciones con manejo más esmerado, especialmente en aquellas dedicadas a la producción lechera, se organizan varias parideras al año con el fin de poder disponer de una cantidad estable de leche para entregar a la industria quesera o para la producción de quesos artesanos en la propia explotación.

Ovejas Castellanas lecheras.
Zamora.
(c) Silvestre de la Calle García.

Con la organización de dos o más parideras en la explotación se consigue mejorar por un lado la rentabilidad y por otro reducir el intervalo entre partos siendo frecuente que las ovejas realicen tres partos en dos años, lo que supone un intervalo entre partos de unos 8 meses, llegando en el caso de ovejas con un esmerado manejo a realizar partos con un intervalo de 6 meses aunque esto no es lo más conveniente.
Sin embargo, ante el elevado precio del cordero lechal, muchas veces las ovejas son cubiertas hacia el tercer mes tras el parto que coincide justamente con el máximo de producción de leche. De esa forma, la oveja dejará de ser ordeñada a las 150 días tras el parto y dispondrá de unos 90 días de descanso hasta el nuevo parto.

Oveja con su cordero recién nacido.
Jarandilla de la Vera (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las ovejas lecheras de elevada producción, siguen realizando a menudo un parto anual con el fin de que tengan el suficiente descanso entre lactación y lactación.
Normalmente la lactación de las ovejas dura 150 días, pudiendo amamantar al cordero durante los 30 primeros días y ser ordeñada posteriormente aunque si la producción es elevada, se deja al cordero mamar el calostro durante 2 ó 3 días y después se ordeña a la oveja con normalidad.
Con el fin de evitar la bajada de la producción de leche debido a la preñez, estas ovejas de alto rendimiento no son cubiertas hasta que dejan de ordeñarse.

Ovejas Castellanas con sus corderos.
Zamora.
(c) Silvestre de la Calle García.

No sólo en las ovejas de aptitud lechera se realiza esta intensifica la reproducción reduciendo el intervalo entre partos a 8 meses, sino que en muchas explotaciones extensivas dedicadas exclusivamente a la producción de carne, se lleva a cabo también este proceso con el fin de obtener mayor número de corderos por oveja y año.

Oveja con sus dos corderos.
Montehermoso (Cáceres).
(c) Alexis Ávila Pulido.

Respecto a la madurez sexual, tradicionalmente las ovejas que seguían un sistema de explotación netamente extensivo con una alimentación basada casi exclusivamente en el pasto, realizaban su primer parto entre los 18 y los 24 meses de vida. 
Sin embargo, si se complementaba su alimentación y alcanzaban suficiente desarrollo, podrían realizar el primer parto entre los 12 y los 15 meses de vida.

Oveja de primer parto.
Casar de Cáceres.
(c) David Mahíllo González.

Actualmente, en muchas explotaciones extensivas sigue ocurriendo algo parecido y el primer parto tiene lugar entre los 12 y lo 18 meses.
Las corderas nacidas en la paridera temprana o de otoño pueden parir fácilmente con 12 meses mientras que las de la paridera tardía, si no se han desarrollado lo suficiente, no parirán en ocasiones hasta la paridera temprana del año siguiente al de su nacimiento, es decir, cuando cuenten con alrededor de 18 meses.

Castellana Negra con cordero recién nacido.
Villatoro (Ávila).
(c) Cristina Martín Peral/ Javier Gañán.

En explotaciones con un esmerado manejo, no es infrecuente que las corderas entren en gestación por primera vez con tan sólo 5 meses de vida, produciéndose el parto a los 10 meses sin que tengan problemas ni la madre ni la cría.
No obstante, para que esto sea posible, las corderas tienen que estar suficientemente desarrolladas pues no es recomendable que se cubran antes de haber alcanzado por lo menos el 60% del peso estimado que deberán tener cuando sean adultas ya que durante la gestación, especialmente al final de la misma, el crecimiento de la cordera se ralentiza.

Ovejas Talaveranas de primer parto.
Lagartera (Toledo)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una vez comenzada la vida reproductiva y con los intervalos entre partos ya citados, las ovejas pueden reproducirse hasta los 10 años o incluso más. 
Todo dependerá del estado físico, el desgaste dentario en las ovejas de cría extensiva y cualquier otro tipo de problema reproductivo o mamario.

Oveja con su cordero recién nacido.
Montehermoso (Cáceres).
(c) Alexis Ávila Pulido.

Los corderos son sexualmente maduros a los 6 ó 7 meses pero dado que el mayor desarrollo testicular se produce entre los 7 y los 12 meses, no conviene que comiencen a cubrir o al menos con asiduidad hasta que cumplan el año de edad.
Comenzada su vida reproductiva, podrán utilizarse también durante varios años aunque en los rebaños más pequeños es frecuente retirarlos antes para evitar que puedan cubrir a sus hijas y nietas y aparecer así problemas de consanguinidad.

Semental de raza Castellana Negra.
Villatoro (Ávila)
(c) Cristina Martín Peral y Javier Gañán.

La prolificidad o número de corderos nacidos por parto es, en líneas generales, inferior en las ovejas que en las cabras.
Se expresa en % de corderos nacidos por cada 100 partos. Por ejemplo, una tasa de prolificidad del 150% significa que cada oveja ha tenido 1,5 corderos por parto lo que significa que más de la mitad de los partos han sido dobles o múltiples.

Oveja Castellana Negra con dos corderos.
Martiago (Salamanca).
(c) Deme González Calvo.

Existen razas que baten récords como la Finesa de Finlandia con partos de 3 ó 4 corderos y la Romanov de Rusia raza en la que se conocen partos de hasta 9 corderos.
En España, las razas más prolíficas son la Gallega, la Menorquina y la Salz, esta última creada a partir del cruzamiento de la raza Romanov ya citada y la Rasa Aragonesa. En estas tres razas, el parto doble es el más normal siendo los triples habituales y los cuádruples frecuentes mientras que los partos de un solo cordero suelen corresponder a algunas hembras de primer parto.
No obstante, cualquier raza autóctona española con un manejo adecuado puede tener partos de dos o más corderos con cierta frecuencia siendo las tasas de prolificidad de 150-170% relativamente frecuentes ascendiendo a 185% para la Gallega y a 194% para la Menorquina. En el caso de la Salz, puede superar el 200%.

Oveja Castellana con sus tres corderos.
Martiago (Salamanca).
(c) Deme González Calvo.

Teniendo en cuenta las elevadas tasas de prolificidad de algunas ovejas autóctonas españolas y el intervalo entre partos, es frecuente que en muchas explotaciones, especialmente en aquellas dedicadas a la producción de leche, se consigan destetar 2 o más corderos por oveja y año, lo que supone una fuente importantísima de ingresos para la explotación.
Para conseguir esto, es fundamental programar correctamente las parideras y atender adecuadamente al ganado reproductor, tanto ovejas como sementales.

Oveja Castellana Negra con dos corderos.
Martiago (Salamanca).
Deme González Calvo.

La prolificidad en las ovejas es un carácter hereditario y fácilmente seleccionable. De esta forma, las ovejas y carneros nacidos en partos gemelares o múltiples, tienen mucha posibilidad de tener partos múltiples en el caso de las hembras o que las ovejas que cubren tengan partos múltiples en el caso de las machos.
Curiosamente, con una de nuestras razas más emblemáticas, la Merina, se ejerció durante siglos una selección negativa de la prolificidad. No se dejaban nunca animales, sobre todo machos, procedentes de partos dobles puesto que las ovejas Merinas producían poca leche y al depender exclusivamente del pasto, en ocasiones eran incapaces de criar ni siquiera a un cordero, recurriendo los ganaderos a la práctica del "doblado" que consistía en sacrificar a la mitad de los corderos nada más nacer para que los corderos supervivientes fuesen amamantados por dos ovejas.

Ovejas Merinas Negras.
Trujillo (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

La mayoría de las razas ovinas autóctonas españolas presentan sin embargo un problema relacionado con la producción cárnica.
Pese a proporcionar carne de gran calidad, la conformación de la canal de los corderos es deficiente en la mayoría de los casos y su crecimiento es relativamente lento por lo que se recurre al cruzamiento industrial buscando razas que presenten canales mejor conformadas, rápido crecimiento y que a la vez sean bastante prolíficas.

Cordero Ojalado.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Razas como la Berrichon du Cher, la Charmoise, la Fleischschaf, la Ile de France, la Landaschaf o el Merino precoz, todas ellas derivadas en mayor o menor medida de nuestra raza Merina autóctona, han sido intensamente utilizadas durante las últimas décadas para cruzarlas con nuestras razas autóctonas eligiendo una u otra según los intereses del ganadero.
Además, existen núcleos de cría en pureza para producir sementales de cruzamiento y explotaciones convencionales de estas razas para la producción de corderos pesados.

Carnero Ile de France.
Brozas (Cáceres)
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Actualmente, se están incorporando también nuevas razas como la Suffolk caracterizada por su gran tamaño (100 kilos las ovejas y 140 los carneros), pelaje negro y lana blanca, excelente conformación de la canal, rápido crecimiento de los corderos y una prolificidad media de las ovejas de 1,71 corderos por parto.

Oveja Suffolk con su cordero.
Brozas (Cáceres)
(c) Pilar Domínguez Castellano.

En el caso de las ovejas lecheras autóctonas como la Churra o la Castellana, ha sido frecuente realizar cruzamientos con razas lecheras extranjeras como la Assaf o la Lacaune.
Tradicionalmente, la producción lechera de las ovejas autóctonas era relativamente baja debido al deficiente manejo alimentación y a la ausencia de selección, pero al mejorarse el sistema de manejo y llevarse a cabo una rigurosa selección, esto ha cambiado bastante por lo que el cruzamiento con razas extranjeras es cada vez menos común.

Ovejas de raza Assaf.
Candeleda (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Normalmente, todos los corderos nacidos de estos cruces, son destinados a sacrificio pero en ocasiones, las hembras cruzadas de primera generación son recriadas para utilizarlas como reproductoras ya que combinan la extraordinaria rusticidad de las razas autóctonas con las cualidades productivas de la raza paternal.
Estas ovejas cruzadas, son cubiertas por carneros especializados en la producción cárnica para obtener unos rendimientos realmente difíciles de superar tanto por los ovinos autóctonos como por los ovinos extranjeros que para que sean productivos han de explotarse de forma menos intensiva en nuestros medios ganaderos.

Oveja con su cordero.
Acehúche (Cáceres)
(c)Gonzalo Lorenzo Gómez.

Normalmente, las ovejas realizan el parto como cualquier mamífero sin dificultad alguna y de manera totalmente natural. En ocasiones, especialmente cuando se trata de ovejas de cría extensiva, lo realizan en el campo como si de animales salvajes se tratase aunque conviene que el ganadero esté pendiente para llevar a los corderillos hasta el aprisco ya que no pueden caminar largas distancias cuando sólo cuentan con unas horas de vida.

Oveja con su cordero recién nacido en el campo.
(c) Jaime González Llamazares.

Muchos ganaderos prefieren estabular a las ovejas durante la paridera por si es necesario ayudar a alguna en los partos. Esto es relativamente frecuente en el caso de ovejas que realizan partos múltiples o cuando se realizan cruzamientos con los sementales de las razas citadas anteriormente que suelen ser de gran tamaño, siendo en ocasiones necesaria la ayuda del ganadero si alguno de los corderos viene mal colocado.

Gonzalo Lorenzo Gómez ayudando a parir a una oveja.
Acehúche (Cáceres)
(c) Gonzalo Lorenzo Gómez.

Puede mantenerse a las ovejas estabuladas en amplias naves y aislarlas en pequeños corrales justo antes del parto, dejándolas allí durante algunos días para que los corderillos se fortalezcan y para que las madres los acepten y nos los rechacen, cosa que pasa en ocasiones.

Oveja con sus corderos en un corral individual.
Casar de Cáceres (Cáceres).
(c) David Mahíllo González.

Tras el nacimiento, salvo en el caso de las razas lecheras de gran producción, las ovejas amamantarán a sus corderos durante un periodo mínimo de 30-45 días habiendo ganaderos que estabulan a ovejas y corderos durante este periodo mientras que otros sacan a las ovejas al campo durante el día y las juntan con los corderos por la noche para que estos puedan mamar.

Corderos con las madres en la nave para pasar la noche.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Jesús Carreras Delgado.

También hay ganaderos que dejan los corderos con las ovejas al aire libre en praderas debidamente cercadas. Esto no presenta ningún problema si el clima no es excesivamente riguroso y si no hay depredadores como carnívoros o grandes rapaces.
También pueden permanecer así durante el día y encerrarse por la noche en naves.

Ovejas con sus corderos en una pradera.
Casar de Cáceres (Cáceres).
(c) David Mahíllo González.

Durante todo este periodo, el ganadero debe vigilar en todo momento el estado de las ovejas y de los corderos, procurando que las ovejas coman abundantemente para producir la leche necesaria para las crías y asegurándose que éstas maman la cantidad adecuada pues si consumen poca leche no se desarrollarán y si consumen demasiada pueden sufrir trastornos intestinales.

Oveja amamantando a su cordero.
Acehúche (Cáceres)
(c) Gonzalo Lorenzo Gómez.

Finalmente, cumplidos los 30-45 días los corderos serán generalmente destetados para ser sacrificados como lechales o para cebarse y sacrificarse a partir de los 70-90 días como corderos pascuales.
Tradicionalmente, era corriente que los corderos permaneciesen hasta los 4-5 meses con las madres e incluso más, pero esto no se realiza actualmente en casi ninguna explotación para poder reducir el intervalo entre partos como ya dijimos.

Corderos en periodo de cebo.
Brozas (Cáceres).
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Naturalmente, no todos los corderos, y muy especialmente las corderas, se destinan al sacrificio para la producción de carne sino que un porcentaje variable que oscila entre el 20 y el 30% dependiendo de las necesidades del ganadero, son recriados para reposición o renuevo de los ejemplares adultos que mueren, son vendidos por diversas causas o simplemente terminan su vida reproductiva.
Se eligen para ello los animales de mejores características morfológicas, los hijos de las ovejas más productivas y, en ocasiones, también algunos ejemplares que por su particular coloración son criados por simple capricho.

Preciosa oveja de capa manchada.
Acehúche (Cáceres)
(c) Gonzalo Lorenzo Gómez.

En el caso de los corderos machos, muchos ganaderos no los recrían, especialmente en las ganaderías más pequeñas, para evitar problemas de consanguinidad como apuntamos anteriormente.
Se recurre en tales casos a la compra de corderos o sementales ya adultos procedentes de otras explotaciones, pero procurando siempre conocer las características de los padres del animal.

Cordero de raza Fleischschaf.
Montehermoso (Cáceres).
(c) Alexis Ávila Pulido.

Como podemos ver, la paridera de las ovejas exige una serie de conocimientos milenarios transmitidos de generación en generación que, unidos a los conocimientos técnico-científicos actuales permiten mejorar la reproducción del ganado ovino aumentando así la rentabilidad de las explotaciones.

Ovejas con sus corderos.
Casar de Cáceres (Cáceres)
(c) David Mahíllo González.

A MODO DE EPÍLOGO.
España ha sido siempre un país ovejero hasta el punto de ser las ovejas Merinas, protegidas por el Honrado Concejo de La Mesta (1273-1836), productoras de finísima lana, la mayor riqueza del país durante siglos, permitiendo que España fuese la primera potencia mundial.
Todo eso se debió al buen hacer de los ganaderos que eran los encargados de mantener la raza Merina y producir la lana fina que después, gracias a los carreteros con sus yuntas de bueyes, sería llevada a los puertos del Cantábrico para ser exportada a Flandes desde donde se reimportaban maravillosos tejidos, si bien con el tiempo floreció en España una importante industria textil.

Ovejas Merinas trashumantes.
Madrid.
(c) Silvestre de la Calle García.

Hoy en día, aunque la lana no tiene tanta importancia como en épocas pretéritas, España sigue siendo un país ovejero donde la carne y la leche de oveja son dos productos importantísimos dentro del sector primario nacional contando la carne de cordero y los quesos que numerosas Indicaciones Protegidas y Denominaciones de Origen.

Ovejas Castellanas.
Martiago (Salamanca)
(c) Deme González Calvo.

Además de esto, las ovejas se crían a menudo en regiones que por el clima, la orografía o las condiciones del suelo, son poco aptas para realizar aprovechamientos agrícolas o para la cría de otro tipo de ganado en extensivo por lo que la cría de ovejas permite la fijación de población en el medio rural, permitiendo a muchos jóvenes ganaderos quedarse en sus pueblos y evitando así la despoblación total de esa famosa y mal llamada por muchos "España vaciada".

Rebaño de ovejas.
Tabuyo del Monte (León)
(c) Fred Río.

El pastoreo de ovejas genera grandes beneficios medioambientales. Las ovejas trasportan gran cantidad de semillas y con sus excrementos abonan los pastizales generando suelos fértiles. Al mismo tiempo, mantienen libres de maleza y bosque extensas superficies de nuestros montes reduciendo el riesgo de los temibles incendios forestales que todos los años calcinan una gran número de hectáreas en zonas donde precisamente la presencia de ganado es escasa ya que donde hay ganado, aunque se produzcan incendios, estos serán de poca magnitud y fáciles de extinguir.

Rebaño de ovejas a los pies del Almanzor.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Jesús Carreras Delgado.

Valoremos en su justa medida a nuestros ganaderos de ovino como Demetrio González Calvo, José Antonio Uriarte, Javier Gañán Almohalla, Jesús Carreras Delgado, Jaime González Llamazares, Fred Río, Pilar Domínguez Castellano, Gonzalo Lorenzo Gómez, David Mahíllo González, Alexis Ávila Pulido...  para que niños como David Ávila Pulido pueda cumplir su sueño de ser ganadero como su hermano Alexis y manejar adecuadamente su ganado para que las ovejas tengan una buena paridera.

David y Alexis con las ovejas.
(c) Alexis Ávila Pulido.

Agradecimientos:
A todos los ganaderos y fotógrafos que han colaborado desinteresadamente para realizar este artículo.

Bibliografía y fuentes consultadas:
- Esteban Muñoz, C. (2003) Razas ganaderas españolas ovinas. Colección FEAGAS.
- Ministerio de Agricultura (2019) Razas de ganado del catálogo oficial de España.
- Rodríguez Pascual, Manuel (2004) La trashumancia. Cultura, cañadas y viajes. Ed. Edilesa.
- Sañudo Astiz, C. (2011) Atlas mundial de etnología zootécnica. Ed. Servet.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

GUIJO DE SANTA BÁRBARA. EL PUEBLO DE VIRIATO.

Guijo de Santa Bárbara es un pequeño pueblo situado en la comarca de La Vera, al noreste de la provincia de Cáceres y en las estribaciones o...