96 AÑOS DEDICADA A SUS LABORES
Visitación Hidalgo Burcio nació el 14 de diciembre de 1929 en la localidad cacereña de Navalmoral de la Mata, pueblo de su padre, pero desde 1937 reside en Guijo de Santa Bárbara, población situada también en la provincia de Cáceres y de la que era natural su madre. Como la gran mayoría de las mujeres de su época, Visitación "no trabajó" nunca sino que se dedicó a sus labores como si atender la casa, cuidar a niños y a mayores y ayudar en las faenas del campo no fuese un trabajo...
Hija de Constantino Hidalgo del Monte (1896-1966) y Benigna Burcio de la Calle (1904-1992), Visitación vivó en Navalmoral de la Mata hasta que los bombardeos sufridos en dicha población durante la Guerra Civil obligaron a muchas familias a marchar al campo o a otras poblaciones.
En Navalmoral, Constantino regentaba una carnicería y compraba los corderos, cabritos y cabras que sacrificaba para vender luego su carne. En aquella época, la única carne fresca que se comercializaba en la mayoría de carnicerías era la de ganado ovino y caprino debido a que al ser animales pequeños, la carne podía ser vendida con rapidez y antes de que se estropease al no haber sistemas de refrigeración.
Cuando la familia decidió trasladarse a Guijo, Constantino decidió dedicarse a la cría de sus propias cabras, aunque con el tiempo volvería tener su propia carnicería.
Algunas primaveras, toda la familia trashumó con las cabras a dehesas del Campo Arañuelo. La propia Visitación nos ha contado en repetidas ocasiones lo dura que era la vida de los cabreros trashumantes en la posguerra.
Visitación creció ayudando a sus padres en todo lo relacionado con la casa y la carnicería pero asistiendo siempre a la escuela, algo a lo que sus padres, ambos personas de gran cultura, dieron siempre gran importancia.
La carnicería daba bastante trabajo a la familia pues mientras Constantino sacrificaba y despiezaba las cabras para luego vender la carne, Benigna elaboraba morcillas con la sangre de las cabras para lo cual Visitación tenía que lavar los vientres de las cabras en el Cauce de Buenos Ajos con la ayuda de tía Eduarda, esposa de tío Cipriano, matrimonio con el que Constante tuvo las cabras a medias varios años.
Posteriormente, Constantino vendió las cabras y dejó la carnicería dedicándose, como gran parte de los guijeños de la época, a la cría de vacas suizas. Por su parte, Benigna fue cocinera durante más de medio siglo encargándose de preparar la comida en acontecimientos como las bodas y los dulces en fiesta como la de Santa Bárbara. Visitación ayudaba a sus padres en tales tareas.
Tras media docena de años de noviazgo, Visitación se casó en 1951 con Antonio Leandro de la Calle Jiménez (1924-2022), hijo de Alonso de la Calle Jiménez (1892-1950) y de Marceliana Jiménez Esteban (1893-1985), cartero rural de Guijo de Santa Bárbara además de ser vaquero y agricultor. Fueron padres de 4 hijos llamados Alonso, Inmaculada, María Antonia y Raquel.
Visitación, como la mayoría de las mujeres del pueblo y tal y como se ha dicho en la introducción del presente artículo, se dedicaba a las labores domésticas, algo verdaderamente duro en aquella época en la que las casas carecían de cualquier tipo de comodidad. Solamente el tener que ir a por agua a la fuente por carecer de agua corriente en las casas, era ya una tarea verdaderamente dura para las mujeres que tenían que ir con los cantaros sin importar que lloviese o nevase, estando embarazadas...
Preparar la comida, lavar la ropa en el lavadero o la garganta, encargarse de los niños y los mayores de la familia, ocuparse de los pequeños animales como cerdos y gallinas y un sinfín más de tareas más entraban en esas labores que las mujeres debían realizar por ser "labores propias de su sexo".
A eso había que sumar las tareas del campo que requerían toda la mano de obra disponible en la familia como la recogida del heno, los trabajos relacionados con el cultivo y cosecha del tabaco, la cosecha de las castañas, de las patatas, de las aceitunas, la vendimia e incluso el ordeño y cuidado del ganado.
Tarea de las mujeres era también la transformación y conservación o venta de los diversos productos agrícolas como la elaboración del queso y la mantequilla, el secado de frutos y, por supuesto, la matanza del cerdo donde las labores y la sabiduría de las mujeres, transmitida de madres a hijas, era fundamental para elaborar los ricos embutidos como las morcillas de calabaza, los chorizos y salchichones, los chofes....
Así transcurrió la vida de Visitación, como la de tantas y tantas mujeres del medio rural español hasta que, cuando sus hijos se independizaron y los ancianos de la familia fallecieron, tuvo que encargarse del cuidado de los nietos durante años y finalmente del cuidado de su esposo.
Visitación y Antonio Leandro.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Esto no significa que Visitación se haya dedicado toda la vida a "no trabajar" pues también ha disfrutado mucho de sus dos grandes aficiones que han sido siempre las labores de costura y la lectura. Hace sólo unos días a terminado de leer El Conde de Montecristo y ahora está releyendo las obras de José María Gabriel y Galán pues, aunque se sabe de memoria esas poesías, le gusta releerlas.
También ha sido una mujer que, junto a su marido, ha viajado mucho por toda España durante las vacaciones quedándose con la espinita de no haber viajado a Roma y a Jerusalén...
Goza de excelente estado de salud, "salvo el oído que ya falla" como ella misma dice, teniendo una prodigiosa memoria. Mantiene sus costumbres de toda la vida comiendo sopas, patatas, tocino, pan, queso y mucha fruta. No sabe qué es eso del colesterol y del azúcar habiendo ido al médico sólo dos veces en su vida: a los 80 años porque un gallo le picó en una mano y a los 90 años cuando fue operada de la rotura de una cadera, operación de la que se recuperó de tal manera que a los tres meses de salir del quirófano estaba ya comulgando de rodillas en la iglesia de Nuestra Señora del Socorro de Guijo de Santa Bárbara.
Es, gracias a su prodigiosa memoria, una de las principales colaboradoras de EL CUADERNO DE SILVESTRE puesto que es un auténtico libro abierto que lleva escribiéndose casi un siglo y recopilando los saberes tradicionales de la cultura extremeña.
En definitiva, la suya ha sido la vida propia de una mujer sencilla de pueblo que sonríe al recordar cuando siendo novia de Antonio Leandro, una mujer comentó a los padres de éste: "De poco os va a servir esta porque es mu señorita".
Con el tiempo, Marceliana, la madre de Antonio dijo: ¡Cuánto me gustaría que tío Alonso hubiera visto que mujeres como tú hay pocas!
También sonríe cuando otra mujer del pueblo que tiene algún año menos que ella y no goza ya de tan buena salud dice: "Visita está así de bien porque no ha trabajado"...
Esperemos que en 2029 podamos reeditar este artículo y titularlo UN SIGLO DEDICADA A SUS LABORES.
Nota final del autor:
Aunque los lectores habituales de EL CUADERNO DE SILVESTRE ya lo saben de sobra, Visitación Hidalgo Burcio es la abuela paterna del autor.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Cronista Oficial de la Villa de Guijo de Santa Bárbara.





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