viernes, 9 de septiembre de 2022

EL VAQUERO CARTERO. HOMENAJE A ANTONIO LEANDRO DE LA CALLE JIMÉNEZ.

Hoy en EL CUADERNO DE SILVESTRE nos toca despedir a Antonio Leandro de la Calle Jiménez (13 de septiembre de 1924 - 7 de septiembre de 2022), vaquero y cartero rural de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) donde ha sido conocido siempre como TÍO ANTONIO "EL CORREO".
Era sin lugar a dudas el principal colaborar de este blog y por ello tenemos que dedicarle un sencillo pero sentido homenaje, relatando brevemente su vida.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez.
Vaquero y cartero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez, nació en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), el 13 de septiembre de 1924, siendo hijo de Alonso de la Calle Jiménez (1892-1950) y de Marceliana Jiménez Esteban (1893-1985). Alonso era por aquel entonces vaquero trashumante y labrador por lo que toda la vida familiar giraba en torno a esas dos actividades.

Marceliana y Alonso con sus hijos Antonio (izquierda) y Marcelino.
(c) Colección Familia de la Calle.

Alonso de la Calle Jiménez (1892-1950) era hijo de Andrés de la Calle García y Aguilar (1866-1942) y de Marcelina Jiménez Pobre (1871-1899), perteneciendo por lo tanto a algunas de las familias más poderosas del pueblo y destacadas por su gran cabaña ganadera, especialmente vacas.
La familia DE LA CALLE, originarios de Palacios de Becedas (Ávila), llegó a Guijo en 1744 ocupando desde el principio importantes cargos en el gobierno local y en la parroquia, habiendo pertenecido a ella a lo largo del tiempo numerosos alcaldes, sacerdotes y sacristanes.

Antonio de la Calle Rosado, abuelo de Alonso.
(c) Colección Familia de la Calle.

Marceliana Jiménez Esteban (1893-1985) era hija de Cipriano Jiménez Pérez (1864-1927) y de Josefa Esteban Jiménez (1869-1951), siendo bisnieta de Antonio Jiménez García "El Abuelo Viejo", personaje más trascendental de la historia de Guijo de Santa Bárbara y del que Marceliana habló mucho a su hijo quien a su vez transmitió esos conocimientos a sus hijos y nietos.
Por el apellido JIMÉNEZ, tanto Marceliana como su esposo, pertenecían al linaje de los OVEJERO, importante familia originaria de la noble villa abulense de Becedas

Antonio Jiménez García.
Retrato pintado por Francisco Martín Rivera.

Antonio Leandro fue el tercero de los hijos de Alonso y Marceliana, después de Benjamín (1919-2004) y Marcelino (1922-1996). A Antonio le seguiría en 1931, Eva, la única hija del matrimonio y que falleció en 1932 a la edad de 18 meses.

Eva de la Calle Jiménez
Retrato pintado por Francisco Martín Rivera.

En 1928, Alonso de la Calle Jiménez se convirtió en el cartero rural de Guijo de Santa Bárbara, actividad que compaginó con la ganadería y la agricultura. Para ello contaba con la ayuda de sus hijos aunque Antonio, por ser aún pequeño, solía permanecer en el pueblo con su madre a la que ayudaba en las tareas domésticas.

Marceliana y Alonso.
(c) Colección Familia de la Calle.

En 1930, al cumplir los 6 años, Antonio empezó a ir a la escuela con el maestro Don Andrés, destacando como dibujante y por su gran afición a la geografía.
Durante esa época, ya iba al campo con su padre y sus hermanos cuando era necesario pero una de las tareas que le tenían asignada y que era muy sencilla y común para cualquier niño de la época, era ordeñar la cabra que tenían en la casilla del Lavadero y que abastecía de leche fresca todos los días a la familia.

Cabra Verata.
(c) Silvestre de la Calle García.

Alonso tenía unas 30 vacas negras, similares a las actuales Avileñas, que pasaban el verano en la sierra, el otoño en los prados cercanos al pueblo, el invierno en los corrales y "matones" (cercados con arbolado) y la primavera en las dehesas del Campo Arañuelo. Entre Alonso y sus hijos, se ocupaban de ellas, además de cultivar todo lo necesario para vivir en las fincas que poseían.

Vacas Avileñas.
(c) Silvestre de la Calle García.

A los 14 años, Antonio terminó la escuela. Eran los duros años de la guerra civil y su hermano Benjamín estaban realizando el servicio militar, por lo que Antonio y su hermano Marcelino se tenían que ocupar de ayudar a su padre con las tareas del campo.

Benjamín de la Calle Jiménez.
(c) Colección Familia de la Calle.

En 1944 Antonio se marchó a realizar el servicio militar a Valladolid. Como todos los hombres de la época, guardaba muy buenos recuerdos y una serie de interminables anécdotas de aquellos 3 años de "mili".

Antonio (izda) en Valladolid. 1945.
(c) Colección Familia de la Calle.

Sin embargo, una cierta tristeza invadía el corazón de Antonio cuando estaba en Valladolid pues en el pueblo estaba Visitación Hidalgo Burcio (n.1929), una joven llegada años antes al Guijo desde Navalmoral de la Mata y que se había convertido en el amor de su vida.
Antonio y Visita mantenían una fluida comunicación mediante bellísimas cartas que Antonio escribía casi a diario.

Antonio y Visita. 1950.
(c) Colección Familia de la Calle.

Tras su vuelta de la mili, empezaron a hablar de boda pero por circunstancias de la vida, tuvieron que retrasar un poco tal momento, debido a que el 26 de junio de 1950 falleció bruscamente el padre de Antonio.
Automáticamente, Antonio se convirtió en el cartero del Guijo hasta su jubilación en 1989, por lo que fue conocido como "Antonio el Correo".
El 12 de abril de 1951, antes del amanecer por estar de luto, Antonio y Visita se dieron el sí quiero en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Socorro de Guijo de Santa Bárbara, comenzando una nueva etapa llena de felicidad que ha durado más de 7 décadas.
Un año después, el 17 de julio de 1952, nació su primer hijo, al que siguiendo la costumbre de la época, pusieron por nombre Alonso como su difunto abuelo.
A Alonso le siguieron Inmaculada (1954), María Antonia (1956) y Raquel (1966).

Antonio con sus hermanos Benjamín y Marcelino y sus familias. 1952.
(c) Colección Familia de la Calle.

Antonio, al igual que su padre, compaginó el oficio de cartero con el de ganadero y agricultor, además de con su gran afición: la pesca.
Al principio, continuó con las vacas negras de su padre pero reduciendo un poco la cabaña para no verse obligado a llevarlas a las dehesas y poder así tenerlas todo el año en la sierra, prados y corrales del pueblo.

Las vacas "negras" necesitan pocos cuidados.
(c) Silvestre de la Calle García.

Cada mañana, Antonio atendía las vacas antes del amanecer y después montaba en su burro blanco para bajar a Jarandilla y recoger el correo. Daba igual el tiempo que hiciese: lluvia, sol, frío, calor.... había que bajar sí o sí a recoger la correspondencia para los vecinos.
Sólo si había grandes nevadas, "nevazos" como entonces se decía, Antonio dejaba el burro en casa y bajaba y subía a pie.
En caso contrario, bajaba montado en el burro y tras atarlo en la reja de su prima Florencia, recogía el correo y subía nuevamente al pueblo.
Como el burro conocía perfectamente el camino, Antonio subía montado en él leyendo tranquilamente el periódico.

Subiendo de Jarandilla con el correo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al llegar al pueblo, clasificaba las cartas y paquetes por calles y comenzaba el reparto, siendo muchas veces esperado por los vecinos con gran ilusión o incertidumbre. Muchas veces las cartas traían noticias alegres de familiares que vivían lejos o de los hijos y novios que estaban con el ganado en las dehesas o haciendo la mili. 
Otras veces, las cartas traían noticias tristes de esos mismos familiares, pero aún así, la gente recibía a Antonio con gran alegría y siempre fue un hombre querido por sus vecinos.
Al bajar todos los días a Jarandilla, la gente le hacía encargos y él los cumplía encantado y sin cobrar nada por ello.

Antonio repartiendo el correo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Terminado el reparto, Antonio se iba a los prados a atender al ganado a los prados o a la sierra, dependiendo donde estuviesen.
Al ser vacas "negras" dedicadas exclusivamente a la producción de terneros y a la recría, no necesitaban grandes atenciones salvo en la época invernal en la que estaban encerradas en los corrales y había que echarlas el heno dos veces al día y echar hojas de roble en el suelo para que las vacas pudiesen dormir en una cama seca.
Antonio tenía un magnífico corral de vacas en la finca de El Toril, que había heredado de su madre.

Interior de un corral de vacas tradicional.
(c) Silvestre de la Calle García.

Con el paso del tiempo, Antonio compró vacas lecheras y fue dejando de criar terneras "negras" hasta que definitivamente vendió las últimas vacas negras allá por 1972, quedándose únicamente con las lecheras de raza "Suiza" (Frisona) y "Alpina" (Parda).
Antonio vendió la finca de El Toril y dejó las vacas permanentemente en un nuevo corral que había construido en una finca de Visita denominada El Risco de la Guija.

Corral del Risco la Guija.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Además de con la ganadería, Antonio compaginaba el oficio de cartero con la agricultura. Seguía teniendo burro para realizar las labores del campo, puesto que hasta la finca no se podía llegar con el coche. 
Antonio sembraba de todo un poco para el consumo familiar: patatas, tomates, pimientos, cebollas, lechugas....además de maíz y cebada para los animales.
También tenía diversos árboles frutales, olivos, castaños y por supuesto parras para poder coger uva y hacer una excelente pitarra todos los años.

Antonio arando con el burro.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como hemos dicho, fue un gran aficionado a la pesca de la trucha en las gargantas guijeñas, realizando además una importantísima labor de repoblación y conservación de las poblaciones trucheras puesto que periódicamente capturaba alevines (truchas pequeñas) vivos y los llevaba en cántaros a otras zonas de la garganta, cambiando el agua a lo largo del trayecto para que los animalitos tuviesen oxígeno.

Antonio pescando en la garganta.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En la década de los 70, Antonio fue elegido alcalde a petición del anterior alcalde D. Rafael Blanco Martín. Durante sus años de mandato (1974-1978), se realizaron en el bienio 1975-76 y dentro del Plan provincial de abastecimiento de agua y red de distribución y saneamiento, las obras de conducción de aguas desde la garganta hasta el pueblo, con un presupuesto de 5.050.000 pesetas, recibiendo dos subvenciones de 2.530.000 y 600.000 pesetas.
Las obras se concluyeron en 1977, dotando de esta manera al Guijo de agua corriente pues hasta ese momento, los vecinos se abastecían directamente de las numerosas fuentes del pueblo.
Para conseguir esto, Antonio tuvo que realizar numerosas gestiones y hablar en repetidas ocasiones con los ministros Antonio Garro Martínez, Rodolfo Martín Villa y Manuel Fraga Iribarne, con el que Antonio mantuvo una relación de amistad y con el que que compartió algunas jornadas de pesca en la Garganta Jaranda.

Visita Hidalgo cogiendo agua en la Fuente de Tía Josefa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Antonio gozó siempre de una salud de hierro hasta que a mediados de la década de los 80, tuvo que ser operado del menisco de una de sus rodillas. Al no saber si iba a recuperarse bien de la operación y como sus hijos ya eran independientes, decidió vender las vacas y quedarse con el burro.
Esta decisión le pesó el resto de su vida pues se recuperó magníficamente de la operación y estuvo trabajando como cartero hasta el 13 de septiembre de 1989.

Una de las últimas vacas de Antonio.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al jubilarse, siguió trabajando en el campo y haciéndose cargo de la pequeña ganadería familiar formada por el burro, el cochino para la matanza y las gallinas.
Por supuesto, era también el momento de disfrutar de una agradable vejez con su querida Visita, sus hijos y sus nietos Jara, Álvaro y Silvestre que eran los que había nacido cuando su jubiló y a los que rápidamente siguieron Rocío y Alejandro, tardando alrededor de una década en llegar su tres últimos nietos Luis, Pablo y Marcos.

Antonio rodeado de toda su familia.

Pese a estar jubilado, Antonio mantenía una gran actividad física y mental. Además a del huerto y a los animales, iba a pescar cuando era el tiempo de ello, se daba largos paseos por la sierra y pasaba largos ratos dedicado a la lectura, sin olvidarse tampoco de ir por las tardes al bar a echar la partida.

Sacando patatas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una de las grandes aficiones de Antonio fue la elaboración artesanal del vino de pitarra y los licores. En la vieja bodega de su casa, construida por su tatarabuelo a finales del siglo XIX, Antonio conservaba las viejas tinajas de sus antepasados donde tras ser pisada la uva en el "camellón", el mosto fermentaban para convertirse en vino y llegado el momento apropiado, "correr la canilla" para embotellarlo.

Corriendo la canilla.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Naturalmente, el vino no se hace para guardarlo y olvidarse de él, sino que se hace para beber un poquito todos los días. Antonio se bebía su vasito de vino en las comidas y de vez en cuando, para recordar viejos tiempos en los que los vasos escaseaban, llenaba un porrón para echar un trago.

Bebiendo del porrón.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Durante sus últimos años de vida, Antonio y Visita se convirtieron en auténticos "actores" recreando los más diversos oficios antiguos para que su hijo Alonso los inmortalizase en una extraordinaria colección de vídeos y fotografías que quedarán para la posteridad y servirán para que sus hijos, nietos y biznieto así como toda la familia y vecinos del Guijo, puedan conocer la milenaria sabiduría popular conservada por Antonio.

Camino de la garganta para lavar la ropa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Deshaciendo el hoyo de las patatas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Enristrando pimientos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Haciendo jabón.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cortando el jabón.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pelando los calvotes (castañas asadas).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pesando patatas con la romana.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Recogiendo aceitunas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hasta los 90 años, Antonio estuvo "poniendo el vergel" en el Risco de la Guija y yendo a pescar a la garganta. Poco a poco fueron apareciendo los achaques propios de la edad aunque realmente hasta poco antes de su muerte, tuvo una salud aceptable celebrando algunos momentos muy emotivos como el nacimiento de su biznieto Héctor el 14 de diciembre de 2020 o los 70 de años de matrimonio con Visita el 12 de abril de 2021, cuando fueron entrevistados por los periódicos y la televisión.

Visita y Antonio.
12 de abril de 2021.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Antonio fue toda su vida un hombre muy religioso y que se llevó muy bien con todos los curas que han pasado por el Guijo desde que lo bautizase don Gregorio María Cruz Aparicio en 1924 hasta que lo han enterrado don Francisco Torres Ruiz. Con este último sacerdote, que se encargó además de administrarle los últimos sacramentos, Antonio y Visita pasaron muy buenos ratos.

Visita y Antonio con Don "Paco".
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El 7 de septiembre de 2022, nos dejaba Antonio Leandro de la Calle Jiménez poco antes de cumplir 98 años.
Ha sido una "feliz" coincidencia que muriese el mismo día que su querido hermano Benjamín, que falleció el 7 de septiembre de 2004, una fecha muy señalada para los guijeños por ser la víspera de la Natividad de la Virgen María y el comienzo de las fiestas de Nuestra Señora de las Angustias, de la que esta familia es devotísima por haber construido su ermita "El Abuelo Viejo" antes mencionado.

Antonio y Benjamín
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, en el recuerdo de sus familiares, amigos y de todos los vecinos del pueblo, quedará siempre esa visión de un hombre bueno, cariñoso, amable y un gran sabio.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez "El Correo".
(c) Rosa María Rodríguez Leal.

Nota final del autor.
Como se dijo al principio, Antonio Leandro de la Calle Jiménez, fue un gran colaborador de este blog.
Y es que se trataba de mi abuelo paterno, con el que tuve la suerte de compartir muchísimos ratos y de aprender mucho de él.
Mis primeros recuerdos son las tardes de invierno que pasábamos mi hermana, mi prima Jara y yo con mi abuelo en la cocina de lumbre de su casa asando chofes (embutido típico guijeño) y cortezas (piel adobada del cerdo), así como tantos y tantos ratos pasados con él viendo el viejo álbum en el que con gran esmero conservaba todas las fotos familiares y que le servían para contarnos la historia familiar.
No puedo terminar este artículo sin poner mis dos fotos favoritas del álbum y lo que explicaba mi abuelo sobre ellas.

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"Esta foto es de 1925. Es el día 9 de septiembre que era el día del toro. El de la blusilla y el sombrero que está en el medio, era mi abuelo Cipriano que era vaquero de vacas negras de toda la vida y mi padre, al casarse con mi madre, siguió con ellas y luego las tuve yo muchos años porque nosotros siempre fuimos una familia de vaqueros".

Esta es del año 60. Tu padre y yo con el burro cargado de tabaco porque aunque yo era el cartero del pueblo, tenía las vacas y además ponía tabaco y de todo. Entonces no tenía coche y bajaba a por el correo en el burro. Luego ya compré el coche que fue el primero que hubo en el pueblo, pero he seguido con los burros toda la vida.

Realmente, se agolpan tantos recuerdos hoy en mi memoria que no podía ponerlos todos por escrito porque podría escribir un libro sobre la vida de mi abuelo, cosa que no descarto hacer con el tiempo.
Sólo me queda decir una cosa.


TE QUIERO ABUELO

Con mis abuelos Antonio y Visita.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.

3 comentarios:

  1. Mi más sentido pésame Silvestre, trasladado a la abuela y a tu padre un fuerte abrazo

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  2. Extraordinario artículo de un buen hombre y muy querido para mí. Dios le tenga en su Gloria.

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  3. Tu abuelo estará muy orgulloso de ti por el artículo que le has dedicado. Has sido muy afortunado por poder disfrutar de él todos estos años.Te acompaño en el sentimiento ,a los abuelos se les quiere especialmente. Me ha encantado el artículo
    Carmen Lorenzo.

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