EL CARTERO RURAL

Hoy en día tenemos muchas facilidades para comunicarnos con nuestros seres queridos, pero durante mucho tiempo, las cartas fueron el principal modo de comunicarse.
Durante mucho tiempo, sobre todo en las zonas rurales más aisladas, el cartero rural era el responsable de hacer llegar las cartas al pueblo. Cartas de novios que estaban en "la Mili", de familiares que vivían lejos, cartas con noticias alegres, cartas con noticias tristes...
Siempre fue el cartero rural una persona muy respetada.



Viajaremos en el tiempo hasta el año 1928 y nos situaremos en Guijo de Santa Bárbara, un pequeño pueblecito del norte de Extremadura donde sus habitantes vivían dedicados a la ganadería y a la agricultura. No era ni mucho menos un pueblo atrasado pues de 1878 tenía una escuela y una biblioteca pública que podían ser la envidia de muchos pueblos y desde 1886 contaba además con una buena carretera para la fluida comunicación con el mundo exterior.

Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La carretera permitía salir y entrar fácilmente del pueblo sin necesidad de utilizar los penosos caminos de herradura por los que sólo podían desplazarse las personas a pie o a lomo de caballerías pues los carros sólo podían llegar al Guijo por el Camino Real y éste tenía algunos tramos verdaderamente penosos para pasar en épocas de lluvias, y lo digo con pleno conocimiento de causa porque me ha tocado recorrer muchas veces dicho camino con las vacas lecheras de mis abuelos Juan y Marcelina o con el burro de mis abuelos Antonio Leandro y Visitación para ir a las fincas familiares de El Risco la Guija, a donde a día de hoy se va cómodamente en coche por un magnífico carril asfaltado.

Vacas por un antiguo camino de herradura.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No nos desviemos sin embargo del objetivo central de esta historia. ¿Cómo podían los guijeños comunicarse con sus familiares de lugares lejanos en 1928? No había teléfono en el pueblo así es el que único medio eran las cartas.

En esa fecha se hizo cargo del oficio de cartero rural Alonso de la Calle Jiménez (6 de abril de 1892 - 26 de junio de 1950). Ganadero y labrador de profesión, estaba casado con Marceliana Jiménez Esteban (2 de junio de 1893 - 20 de febrero de 1985) con quien tenía 3 hijos:
- Benjamín (12 de septiembre de 1918- 7 de septiembre de 2003) 
- Marcelino (9 de septiembre de 1922 - 26 de agosto de 1996)
- Antonio Leandro (nacido el 13 de septiembre de 1924)

A estos tres varones, se les sumaría posteriormente, aunque lamentablemente durante muy poco tiempo, Eva (18 de febrero de 1932 - 20 de octubre de 1933).


Arriba: Alonso de la Calle Jiménez en 1914, realizando el servicio militar en África.
Abajo: Alonso con su esposa Marceliana y sus hijos Antonio Leandro y Marcelino.
(C)Colección Familia de la Calle.

Alonso de la Calle Jiménez era un hombre muy educado que trataba a los demás vecinos con gran cariño. Todo el mundo hablaba bien de él y los que lo conocieron, alaban su exquisita educación.
Cada noche, los vecinos que lo deseaban, iban a casa de Alonso en la Calle del Portal y le daban las cartas que querían enviar. Mucha gente mayor no sabía escribir y si en la familia tampoco sabía hacerlo nadie, le pedían a Alonso que les hiciese el favor de escribirles la carta, cosa que él hacía con sumo gusto.
Además, la gente le hacía encargos para no tener que bajar a Jarandilla, siendo frecuente que le llevasen recetas para que fuese a la botica a buscarlas.

Plaza de la Fuente.
Guijo de Santa Bárbara.

A la mañana siguiente, Alonso madrugaba. Mucho antes de amanecer, ya estaba en su casilla del Lavadero aviando a las vacas que allí tuviese y la cabra que abastecía de leche a la familia. Después, aparejaba su caballo y se iba a Jarandilla llevando las cartas que le habían entregado los vecinos y recogiendo en Correos las que hubiesen llegado con destino al Guijo. 
Bajaba y subía por el Camino Real, ya que era más rápido que ir por la carretera.
Cuando volvía al pueblo, las herraduras de su caballo resonaban por la Calle del Tejar, que era por donde comenzaba a hacer el reparto de las cartas. La gente que esperaba alguna carta de sus familiares, salía a las puertas nada más oír al caballo. Si Alonso les daba alguna carta, la recibían con gran ilusión y los que no sabían leer, le decían que si podía hacer el favor de leérsela, cosa que él hacía.



Arriba: Eva de la Calle Jiménez, retratada por el gran pintor Francisco Martín Rivera.
Abajo: Benjamín de la Calle Jiménez, quien se encargaba del ganado familiar cuando su padre estaba repartiendo el correo. 
(C) Colección Familia de la Calle

Entre escribir cartas para unos y leer las de otros, Alonso podía haber estado al tanto de los chismes de todo el pueblo, pero jamás contaba nada a nadie. El secreto profesional era para él como el secreto de confesión para un sacerdote.
Al terminar el reparto, Alonso iba a sus fincas a trabajar o a atender el ganado que tenía en El Toril o en la sierra. Aunque sus hijos le ayudaban, sobre todo Benjamín por ser el mayor, tenía que estar pendiente de las distintas tareas que había que realizar.
Alonso desempeñó el oficio de cartero hasta el día 26 de junio de 1950, cuando falleció de manera repentina a los 58 años. Su muerte fue muy llorada en el pueblo pues se iba un gran hombre al que todo el mundo quería.
Su hijo Antonio Leandro, que aún estaba soltero y vivía con sus padres y su abuela Josefa Jiménez Esteban (15 de mayo de 1869 - 24 de noviembre de 1951), continuó con la profesión de su padre.


Antonio Leandro de la Calle Jiménez y su esposa Visitación Hidalgo Burcio cuando aún eran novios. Pareja de cine, dicen muchos al ver esta foto, pero a ambos les tocaba trabajar mucho en el campo y con el ganado.
(C) Colección Familia de la Calle.

El 12 de abril de 1951, a las 5 de la mañana por estar de luto por la muerte de su padre, se casó con Visitación Hidalgo Burcio (nacida el 14 de diciembre de 1929) con quien tuvo 4 hijos:
- Alonso (n. 17 de julio de 1952)
- Inmaculada (n. 8 de julio de 1954)
- María Antonia (n. 30 de marzo de 1956).
- Raquel (n. 1 de octubre de 1966).

Al igual que su padre, Antonio Leandro era ganadero y agricultor. Bajaba a recorrer el correo con su burro todos los días, salvo que lloviese o nevase mucho, en cuyo caso hacía el camino andando.
Antes de bajar a recoger el correo, tenía que aviar al ganado que tuviese. Después, aparejaba el burro y se iba a Jarandilla. Al volver, realizaba el reparto y por la tarde de nuevo, tenía que hacerse cargo del ganado. Por aquella época, tenía vacas "negras" en El Toril, finca a la que se tardaba en ir una hora desde el pueblo.

Antonio Leandro subía de Jarandilla montado en su burro y leyendo el periódico. El burro sabía perfectamente el camino.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.


Sus suegros, Constantino Hidalgo del Monte y Benigna Burcio de la Calle, tenían vacas "suizas", con las cuales se quedaría él luego.
Durante algunos años Antonio Leandro tuvo vacas "negras", vacas "suizas", sembraba tabaco, cebada y "panizos" (maíz), vergel (patatas y verduras para casa) y además de eso seguía siendo el cartero rural y haciendo el desplazamiento con el burro. 

Antonio Leandro y su hijo Alonso con el burro cargado de tabaco. 
Con el burro que aparece en esta fotografía, Antonio Leandro bajaba a recoger el correo pero cuando las tareas del campo o del ganado se lo impedían, su hijo Alonso era el encargado de ir a buscar el correo.
(C) Luis Martín Ramos

Por si fuera poco, Antonio Leandro tenía una enorme afición por la pesca de truchas. Además de un deporte, la pesca de truchas era un medio para complementar la dieta familiar. Para poder pescar con mayor facilidad mientras se encargaba del ganado, pobló de truchas la gargantilla de El Toril. Pescaba las truchas en la Garganta y las llevaba en cántaros, cambiando periódicamente el agua para que los animales tuviese suficiente oxígeno. Además, hizo lo mismo en otras gargantillas de la Sierra. 

Antonio Leandro pescando en la garganta con la antigua caña tradicional y con el canasto de mimbre para guardar las truchas.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1966, sin que por ello dejase de tener el burro que era totalmente necesario para trabajar en el campo, decidió sacarse el carné y comprar un coche. Fue el primer coche particular que hubo en el pueblo.
Años después, en 1972, tuvo que tomar varias decisiones para facilitar su vida. Tener vacas suizas, vacas negras, fincas muy alejadas unas de otras y el oficio de cartero, era algo realmente insostenible pues exigía prácticamente 24 horas de trabajo.
Por ello, vendió las vacas negras y su finca de El Toril que, como antes decíamos, estaba a 1 hora de camino del pueblo.

El Toril.
Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Compró además un nuevo coche, un Renault 6 blanco que muchos guijeños han conocido pues lo tuvo hasta los años 90.
Aunque quitó las vacas negras, se quedó con las suizas, teniendo además alguna parda alpina. Las tenía todo el año en su finca de El Risco la Guija, donde tenía un buen corral, grandes prados y buenas tierras de cultivo para producir lo necesario para la alimentación familiar y la de las vacas.
Por las mañanas, antes de ir a Jarandilla, ordeñaba las vacas y luego se iba a recoger el correo. 

Vacas de Antonio Leandro de la Calle Jiménez en su finca del Risco La Guija.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Además, al ser el único coche que había, mucha gente acudía a Antonio Leandro para pedir que les bajase a Jarandilla a realizar algún recado aunque muchas veces, se limitaban a hacerle el encargo para que él lo realizase. Fundamentalmente tenía que bajar a la botica a por medicinas.
Al volver al pueblo, realizaba el reparto y por la tarde nuevamente iba a las vacas y a las fincas.



Arriba: Antonio L. llega a casa y clasifica los paquetes y las cartas para hacer el reparto.
Centro: Antonio L. va a entregar un paquete y diversas cartas a los vecinos.
Abajo: Antonio L. entrega una carta a tía Agripina Torollo Antero.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Por si tenía poco trabajo entre cartas y vacas, no se le ocurrió otra cosa al Gobernador Civil de Cáceres que nombrarle alcalde por considerar, como ciertamente era, que no había persona más apta para el cargo. Pese a considerar que era mucho trabajo, su gestión en la alcaldía fue plenamente eficiente.
Desempeñó el cargo de alcalde hasta las elecciones generales de 1977 a las que no se presentó para no salir elegido.
Continuó con su oficio de cartero rural y de vaquero y labrador hasta que en 1985 tuvo que ser operado de una rodilla, viéndose obligado a vender las vacas.
Finalmente, el día 13 de septiembre de 1989, al cumplir los 65 años, se jubiló tras 39 largos años como cartero rural de Guijo de Santa Bárbara. Aunque en la familia siempre habían sido conocidos como "LOS CABILLOS" por ser cabos cuando realizaban el servicio militar, a Antonio Leandro dejaron de conocerle por este nombre y fue conocido como "EL CORREO".

Antonio Leandro realizando el reparto del correo en la Calle Viriato.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pese a jubilarse como cartero, siguió trabajando en el campo en su huerto y con su burro y yendo en primavera a pescar a la garganta hasta los 90 años.
También con 90 años y con motivo del 50 aniversario de la primera fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, subió hasta la Capilla-Refugio de Nuestra Señora de las Nieves. Muy especial es para él esta capilla porque fue el principal ayudante del párroco don Ascensio Gorostidi Altuna para realizar todas las gestiones pertinentes para poder construirla.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez en la Capilla-Refugio de Nuestra Señora de las Nieves.
5 de agosto de 2014.

Actualmente, a sus 96 años y con buen estado de salud, aún sale diariamente a pasear por el pueblo y a tomarse su copita en los diversos bares del pueblo, donde todos los taberneros le reciben siempre con gran cariño y sin necesidad de que lo pida, ya le sirven su copita de diversos licores.
Goza de una prodigiosa memoria, y le encanta recordar y contar historias de su época como cartero y ganadero.

Manuela García Jara y Antonio Leandro de la Calle Jiménez. 
Ella, natural de Madrigal de la Vera, fue cartera durante 27 años en Oropesa (Toledo) y él 39 años en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sirvan estas líneas de homenaje para estos dos carteros guijeños: Alonso "El cabillo" y Antonio Leandro "El Correo".
Durante más de medio siglo, ellos se encargaron de traer y llevar las cartas con buenas y no tan buenas noticias. 
La profesión del cartero rural era muy respetada en aquella época. Ahora sólo recibimos cartas de bancos y pagos, cada vez menos con el uso de Internet y los paquetes son traídos por empresas de mensajería, pero antaño los carteros realizaban este cometido con gran entrega e ilusión aunque estuviese mal tiempo o cayesen grandes "nevazos".

Antonio Leandro nos cuenta resume así su vida como cartero:
Empecé cuando se murió mi padre. Andando unas veces y otras en burro. Si llovía o nevaba había que bajar también a por el correo. El 10 de febrero de 1951, por ejemplo, cayó 1 metro de nieve en el pueblo y aún así bajé a Jarandilla.

Aquellos años primeros tenía vacas negras y luego también suizas sin haber vendido todavía las negras. Las negras las tenía en El Toril y sueltas en la sierra y las suizas en El Risco la Guija donde hice un corral  en la parte que nos tocó cuando mi suegro partió la finca. Era buen sitio para las vacas porque había prados bastante descansados y no faltaba el agua.

Así estuve varios años hasta que compré el primer coche. 
No repartía sólo el correo. También me hacían encargos y tenía que hacérselos a la gente, pero eso, sin cobrar nunca ni un céntimo por eso. No estaba obligado a hacerlo, lo hacía porque quería y por ayudar a la gente. Cuando me compré el coche, como en el pueblo no había más, me tocaba subir y bajar a gente de Jarandilla y a veces llevarlos a otros pueblos a médicos y demás.
Por las mañanas temprano a ordeñar las vacas, luego a recoger el correo y a repartirlo.
Y por las tardes a aviar las vacas negras al Toril o a la sierra, donde estuvieran. Y sacaba tiempo para pescar.

Encima según la época del año, tocaba hacer las cosas del campo. Coger aceitunas, segar y trillar la cebada, segar y recoger el heno, cortar y colgar el tabaco para deshojarlo cuando ya estaba seco, hacer todas las cosas del huerto, vendimiar y hacer el vino, la matanza...

Pero aquello era demasiado trabajo así es que vendí las vacas negras y El Toril y me quedé sólo con las suizas

Vacaciones ni pensarlo en aquellos tiempos porque cuando tenías tiempo libre, tenías que aprovechar para hacer las cosas en el campo. Y mientras vivía mi suegro y mi hijo estuvo aquí bien, pero cuando se fue a estudiar a Zamora, no podía ayudarme nadie.

Encima me pusieron de alcalde unos años por si no tenía yo bastante con el correo, las vacas y las fincas. Mi mujer bastante trabajo tenía con la casa, con mi madre y con mi suegra. Entonces no había comodidades en las casas las mujeres trabajaban mucho.

Ya los últimos años, nos íbamos mi mujer y yo alguna vez de vacaciones con unos amigos de Jarandilla, pero no se iba uno tranquilo dejando aquí a las vacas y a las abuelas.

Unos años de jubilarme me operaron del menisco y como entonces tardaba uno más en recuperarse que ahora de las operaciones, tuve que quitar las dos vacas que tenía. 

Me jubilé en el 89, después de 39 años de trabajo. Me jubilé de cartero porque en el campo he seguido trabajando. Tenía un burro y ponía el huerto y demás. Luego se murió el burro pero estuve varios años ayudando a mi hijo con unas yeguas que tenía y encima iba todavía a pescar.

Ahora ya está uno hecho un vago. Tengo 96 años para 97 en septiembre y pongo dos huertecillos aquí en el pueblo y poco más. 4 tomates y 4 pimientos para casa.

Alonso de la Calle Jiménez y su esposa Marceliana Jiménez Esteban.
(C) Colección Familia de la Calle.

Antonio Leandro de la Calle Jiménez y su esposa Visitación Hidalgo Burcio.
(C) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nota. Supongo que os habréis dado cuenta, pero escribo con gran cariño sobre este tema. Para los que no lo sepáis, Alonso de la Calle Jiménez era mi bisabuelo y Antonio Leandro de la Calle Jiménez, es mi abuelo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).

Comentarios

  1. Muy bueno Silvestre ....me gusta mucho tu manera de comunicar.Tienes un gran sentido del mundo rural y siendo tan joven es digno de valorar tu amor por las cosas del pueblo.

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  2. Qué bonito, qué emocionante. Gracias.

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  3. Ese Renault 6... El burro... ¡Qué recuerdos! Gracias, Sil.

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  4. Mi tío abuelo, fuer cartero también.

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  5. enhorabuena Silvestre...buenos recuerdos de tio Antonio....

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  6. Muy bueno....has tenido muy buenos maestros en tu vida y eso refleja..tu gran sentido de responsabilidad a pesar de lo joven que eres

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  7. Maravilla de historia , soy hijo de cartero (ya fallecido) y me emociona, pues ellos eran asi. Un ña generacion de hierro, que no tenian egoismo y eran todo ayuda a sus pueblos y convecinos. En Instagram soy @cosesito y tengo muchas historias de carteros en #storiesofpostmen Mil gracias por compartirlo. Saludos

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