VISITACIÓN HIDALGO: MEMORIAS DE UNA CABRERA TRASHUMANTE.
Visitación Hidalgo Burcio nació en Navalmoral de la Mata (Cáceres) el 14 de diciembre de 1929, aunque en 1937 tras el bombardeo sufrido en esta población durante la Guerra Civil, se trasladó junto a sus padres y a su hermano a vivir a Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), pueblo natal de su madre y en el que ha reside actualmente.
Ganadera durante buena parte de su vida, durante su infancia y adolescencia fue cabrera y concretamente cabrera trashumante.
En Guijo de Santa Bárbara, un pequeño pueblo situado en la comarca cacereña de La Vera y en las estribaciones occidentales de la vertiente sur de la Sierra de Gredos la ganadería, especialmente la caprina, ha tenido una gran importancia hasta el punto de ser durante muchos siglos el pilar fundamental de la economía local.
El ganado caprino en Guijo de Santa Bárbara era explotado por su doble aptitud carne-leche, teniendo especial importancia la segunda producción por destinarse a la elaboración de exquisitos quesos muy demandados.
Los rebaños o piaras de cabras eran explotados de forma extensiva y estante, permaneciendo todo el año en el término municipal y realizando únicamente desplazamientos altitudinales temporales para aprovechar mejor los recursos siendo anecdóticos a lo largo de la historia los rebaños que realizaron trashumancia, palabra que, por otra parte, era totalmente desconocida en Guijo donde a dicho movimiento se le llamaba subida y bajada de o a la dehesa.
Por ello, el caso de la familia de Visitación Hidalgo Burcio, hija de Constantino Hidalgo del Monte (1896-1966) y de Benigna Burcio de la Calle (1904-1992), es verdaderamente singular y desde EL CUADERNO DE SILVESTRE le realizamos una entrevista el 10 de diciembre de 2024, pocos días antes de cumplir los 95 años. Transcribimos a continuación dicha entrevista.
Realizando la entrevista a Visitación Hidalgo.
10 de diciembre de 2024.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
"En 1937 nos vinimos de Navalmoral porque como habían tirado bombas, a mis padres les daba miedo que siguiéramos viviendo allí. Mi padre, que se llamaba Constantino Hidalgo del Monte, era de Navalmoral pero mi madre, que se llamaba Benigna Burcio de la Calle, era de aquí del Guijo y por eso nos vinimos aquí porque teníamos casa y tierras para poder vivir bien.
En Navalmoral, mi padre había sido carnicero pero cuando nos vinimos aquí compró cabras porque en aquellos años era lo que más dinero daba.
Teníamos una buena piara de las cabras que había aquí de toda la vida y no como las que veo ahora que tiene un cabrero cuando voy de paseo por las mañanas y que antes no las había aquí.
Al principio mi padre tuvo un cabrero que le llamaban Chavarre pero estuvo poco tiempo y luego estuvo tío Cipriano el Pispís.
Por aquellos años, mi padre puso una carnicería. Tío Pispís cuidaba las cabras y mi padre estaba en la carnicería donde mataba las cabras y los cabritos para venderlos.
Cabrero con las cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Con la sangre de las cabras, se hacían morcillas frescas y mi madre las hacía tan buenas que la gente se las rifaba como se dice aquí.
Tía Eduarda la mujer de tío Pispís y yo íbamos a lavar los vientres de las cabras y luego mi madre hacía las morcillas.
Luego ya estuvo de cabrero tío Miguelato que era muy buen cabrero y se preocupaba mucho de que las cabras comieran bien pero mi padre le tenía que reñir porque a veces se metían con las cabras en las fincas o en sitios donde no debía el guarda ponía multas a mi padre.
Ya después de la Guerra, fuimos a la dehesa dos primaveras porque como aquello es más caliente había mejor hierba para las cabras.
El primer año fuimos a Majadas y vivíamos en una casa enfrente de la fragua que tenía un hermano de mi tío Rafael que era de allí.
En Majadas vivía también mi abuelo, el padre de mi madre, porque tenía vacas y arrendaba siempre dehesas allí. Vivía en la misma calle que nosotros pero no en la misma casa.
Cabras en la dehesa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Para ir a la dehesa, había que cruzar el río Tiétar y teníamos que hacerlo en una barca porque el río llevaba mucha agua y ni las cabras ni nosotros podíamos cruzar nadando.
La barca era como un cajón grande algo más hondo en el medio y se metían en ella unas cuantas cabras. El barquero movía la barca con un palo largo y nosotros teníamos que ir en la barca para que las cabras estuviesen tranquilas y no se movieran porque si no, se volcaba la barca. Había que hacer varios viajes para pasar a todas las cabras y a mí me daba mucho miedo.
Cabras camino de la dehesa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Allí en Majadas las cabras estuvieron muy bien. Daban mucha leche y mi madre hacía quesos que se vendían muy bien. Como entonces se pasaba mucha hambre, se vendía también el suero y la gente hacía cola todos los días para comprarlo y hacer con él sopas y puches.
Al terminar la primavera, nos vinimos otra vez al pueblo pero yo me vine unos días antes que mis padres. Me trajo en el caballo tío Felipe, que estaba sirviendo de vaquero con mi abuelo en la finca de La Ribera, y que era muy famoso en estos pueblos porque arreglaba los huesos a la gente que se rompía algo.
Aquí en el pueblo no subíamos a la sierra en verano como otros cabreros. Vivíamos todo el año en el pueblo y las cabras estaban por aquí abajo. Por eso había que tener cuidado para que no se metieran en las fincas porque entonces se ponía todo y si entraban en alguna finca hacían muchos aliños.
Vivíamos todo el año en la misma casa. Al principio vivimos en la Calle del Tejar en una habitación de una casa de mi tía Isabel, hermana de mi abuela Visitación, y luego ya cuando mi abuelo partió las cosas nos fuimos a vivir a la Plaza del Ayuntamiento Viejo pero mi madre no se hacía allí y cambió la casa por una en la Calle del Tejar a tía Herminia y en ella vivimos ya siempre.
Al año siguiente, volvimos a la dehesa pero en vez de a Majadas fuimos al Fondón, cerca de Navalmoral de la Mata.
Había dos chozas grandes para vivir y también una choza chiquitilla para las gallinas porque nos las llevamos desde el pueblo cargadas en el caballo.
Las chozas eran redondas. Se hacía la lumbre en el medio y alrededor estaban las camas. En una choza vivíamos mi padre, mi madre, mi hermano y yo y en la otro vivía tío Miguelato.
Aquel año no hizo mi madre queso porque mi padre iba todas las mañanas a Navalmoral a vender la leche con el caballo.
Las cabras se ordeñaban por la tarde y por la mañana. La leche de por la tarde se dejaba en los cántaros para que estuviera fresca y luego ya se llevaba con la de la mañana siguiente a venderla.
Entonces se pasaba mucha hambre y había poco pan.
Estaba todo racionado y en las tiendas te daban sólo lo que te pertenecía y muchas veces era poco. Mi padre aprovechaba cuando iba a Navalmoral a vender la leche para pasar por la fábrica de harinas de Los Rodillas y como le conocían, le daban 4 ó 5 kilos a escondidas pero no se podía decir.
Con la harina que llevaba mi padre a la dehesa, mi madre hacía en la choza huesillos. Son un dulce que se hace con harina, huevos, leche, aceite y azúcar y se fríe luego en aceite. Mi madre los guardaba en un puchero de barro y por la mañana o por la tarde, nos comíamos uno porque pan había poco
Huesillos.
(c) Silvestre de la Calle García.
Mi padre era cazador y cazaba muchas perdices y buscaba los nidos para coger los huevos. Gracias a eso, a los huesecillos, a la leche, al queso y demás, no nos faltaba la comida.
Perdiz roja.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Después de esos años, todavía tuvimos las cabras algunos años pero aquí en el pueblo. Sólo nos íbamos alguna temporada en primavera a La Serraílla, que es una finca de Jarandilla pero está muy cerca de aquí.
Luego ya, como nos había ido bien con las cabras, mi padre las vendió y compró vacas suizas porque, aunque teníamos tierras, a él no le gustaba trabajar en el campo y siempre tenía medieros que se encargaban de la finca del Risco La Guija que era la más grande que teníamos. Estuvieron de medieros muchos años tío Camilo y tía Leandra y luego un par de años tío Claudio y tía Juana hasta que ya mi hermano aprendió a trabajar en el campo y se hizo cargo de las fincas.
Las suizas las tuvo mi padre muchos años. Me acuerdo de una muy buena que era blanca y colorada y que daba mucha leche pero la llevó al Toril y se fastidió una pata y hubo que matarla.
En el año 1951 me casé y desde entonces fui vaquera. Primero tuvimos vacas negras y luego ya suizas además de trabajar en el campo porque poníamos tabaco, el vergel, teníamos castaños, olivas, higueras...y luego pues tenía que cuidar a los muchachos, a mi suegra, después a mi madre...toda la vida trabajando.
Visitación cogiendo aceitunas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Desde EL CUADERNO DE SILVESTRE queremos felicitar a Visitación Hidalgo Burcio por haber sido una mujer tan trabajadora y por disfrutar de una salud y una memoria envidiables, además de felicitarla porque el próximo 14 de diciembre cumplirá 95 años.
Personas como ella son la fuente de inspiración y la base para escribir gran parte de los artículos de este blog puesto que guardan una sabiduría popular que no se encuentra en los libros.
Nota final del autor: La publicación del presente artículo me hace especial ilusión tanto como Cronista Oficial de la Villa de Guijo de Santa Bárbara como por ser nieto de Visitación Hidalgo Burcio, una cabrera trashumante.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Cronista Oficial de la Villa de Guijo de Santa Bárbara.
Olé y olé 👏👏
ResponderEliminarMuchísimas gracias.
EliminarMuchas felicidades para tu abuela que pase un feliz día.un abrazo fuerte para ti
ResponderEliminarMuchísimas gracias
EliminarSilver...un artículo increíble, felicidades a tu abuela el próximo sábado, que sigas disfrutando de ella
ResponderEliminarMuchísimas gracias.
EliminarExcelente reportaje Silvestre, felicitaciones 👏
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Popi.
EliminarFelicidades para tu Abuela!!
ResponderEliminarBuen articulo
Muchísimas gracias
Eliminar