miércoles, 24 de abril de 2024

LOS COCHINILLOS DE MARCOS

Todos sabemos la importancia que ha tenido siempre el ganado porcino en el medio rural español donde siempre existió la costumbre de que cada familia cebase 1 ó 2 cerdos para la matanza o que tuviese 1 ó más cerdas dedicadas a la crianza de cochinillos para vendérselos a otros criadores y comerse alguno que otro con motivo de alguna celebración especial.
En Guijo de Santa Bárbara, vive el pequeño Marcos, hijo de Óscar y Prado, quien a sus 2 años está viviendo una experiencia inolvidable con la cochina de sus padres, la cual tuvo a sus cochinillos hace tan sólo unos días.

Marcos con la cochina y los cochinillos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Todo comenzó el año pasado cuando a Óscar le regalaron una bonita cochinilla piñana a la que el propio Marcos puso el nombre de Pepa.
En el local que Prado tenía en la finca de La Serraílla, la familia preparó una confortable cuadra para Pepa, aunque gran parte del tiempo lo pasaba fuera del local vigilada siempre por Óscar puesto que, como es bien sabido, los cochinos pueden llegar a ser animales bastante destructivos al hozar el terreno en busca de alimento.

Pepa.
(c) Óscar Nunes Pérez.

Alimentada con hierba segada o directamente pastada, pienso, pan duro y sobras de la comida, Pepa fue creciendo y engordando. Con gran alegría, Marcos iba con sus padres a echar de comer a la cochina. 
Todo el pueblo sabía perfectamente que en La Serraílla había una cochina llamada Pepa porque no habrá guijeño al que Marcos no se lo haya dicho más de una vez.

Pepa buscando comida.
(c) Óscar Nunes Pérez.

Poco a poco Pepa se convirtiendo en una más de la familia y ya estaba alcanzando un peso elevado por lo que, si pretendían hacer con ella una buena matanza, había que castrarla porque las cochinas enteras o "cojúas" engordan menos y tienen peor carne que las castradas o capadas.
Pero daba pena hacerla chorizos y morcillas teniendo en cuenta que Marcos tenía tanto cariño al animal y que Óscar, siendo cazador, podía conseguir carne de jabalí, de ciervo, de corzo...para el consumo familiar.
Así es que Óscar decidió, llegado el otoño, buscar novio a Pepa. Tras ver posibles candidatos de las razas Pietrain (similares a Pepa) y Duroc, el elegido fue un joven verraco Duroc.

El novio de Pepa.
(c) Óscar Nunes Pérez.

Al principio, los animales se prestaban escasa atención pero al final, la Naturaleza se impuso y el milagro de la vida comenzó su curso al quedar Pepa preñada, momento en el que el verraco fue devuelto a su dueño.
Ahora tocaba esperar pacientemente los 3 meses, 3 semanas y 3 días que dura la gestación de las cochinas, periodo breve para un animal tan grande y prolífico.

Pepa y su novio.
(c) Óscar Nunes Pérez.

Marcos iba con su padre todos los días que podía para ver si Pepa había parido ya, pero al llegar al local comprobaba que no había ningún cochinillo y preguntaba extrañado que por qué no había parido Pepa. 
Y es que 3 meses, 3 semanas y 3 días pueden parecer poco tiempo para cualquiera de nosotros pero para un niño son una eternidad.

Marcos con su padre y Pepa.
(c) Prado Rodríguez Vergara.

Muchas tardes, mientras Pepa se tumbaba fuera de la cuadra del local, Marcos empezando a tocarla la barriga para ver si salían los cochinillos y tiraba de las tetas de la cochina para ver si la podía ordeñar. 
Sin embargo, allí no había cochinillos ni la cochina daba leche.

Marcos y Pepa.
(c) Oscar Nunes Pérez.

Cuando se acercaba la fecha estimada del parto, Óscar veía que la cochina estaba cada día más incómoda y pesada. Aunque la sacaba al campo todos los días, tardaba poco tiempo en volverse a la cuadra o en tumbarse sobre la hierba. Sin duda alguna, el momento del parto estaba cerca.

Pepa poco antes de parir.
(c) Óscar Nunes Pérez.

Por fin, el día 27 de marzo se produjo el acontecimiento y Pepa trajo al mundo 9 cochinillos que Óscar colocó en una caja con paja para que estuviesen calientes y protegidos.
Cuando la noticia se supo en el pueblo fue todo un acontecimiento pues, aunque a escasos metros del local de Prado y Óscar otro ganadero tiene también cochinas de cría, la gente esperaba que Marcos fuese por todo el pueblo anunciando la noticia.

Cochinillos recién nacidos.
(c) Óscar Nunes Pérez.

Vinieron al mundo 9 cochinillos: 2 hembras y 7 machos. Sin embargo, una de las hembras nació muy débil y murió a las pocas horas.
Por caprichos de la genética, las hembras nacieron con un pelaje blanco con manchas negras y los machos con un pelaje rubio con alguna manchita blanca o negra.

Los cochinillos con una semana de vida.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una semana después del alumbramiento, Marcos nos enseñaba los cochinillos y nos explicaba todo sobre ellos: donde come Pepa, qué comen los cochinillos...
Sin miedo ninguno, Marcos se acerca a la cochina y coge a los cochinillos aunque vigilado siempre por sus padres ya que, aunque las cochinas son mansas, defienden ferozmente a sus crías si detectan una amenaza.

Marcos con Pepa y los cochinillos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Marcos no ha puesto nombre a los cochinillos porque son todos muy parecidos y no consigue diferenciarlos pero la cochinilla piñana es diferente a sus hermanos y por eso es fácilmente reconocible y tiene nombre: LOLITA.

"Esta es Lolita"
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque desde que tienen una semana, los cochinillos ya comen pienso, su alimentación se basa en la leche de su madre.
Los cochinillos intentan mamar cuando su madre está de pie pero esto sumamente complicado para ellos porque no alcanzan bien y la leche no baja correctamente.

Cochinillos intentado mamar.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Debe por lo tanto tumbarse la cochina para que los pequeños puedan mamar, teniendo cada uno su propio pezón y luchando con los hermanos desde el mismo momento del nacimiento para que no se lo quiten.
Pocas escenas hay en el medio rural tan entrañables como esta pero en el caso de Pepa es algo difícil de ver ya que al ver gente se levanta para ver si le dan algo de comer.



Cochinillos de Pepa mamando.
(c) Óscar Nunes Pérez.

Los primeros días, Pepa y sus cochinillos permanecieron en la cuadra con el fin de evitar que éstos se perdieran al salir al exterior, que sufriesen las inclemencias meteorológicas o el posible ataque de algún depredador.
A los 15 días, ya comenzaron a salir y, mientras Pepa hozaba en busca de alimento, los cochinillos corretean de un lado para otro.

Pepa con sus cochinillos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Y si los cochinillos corren, tras ellos va Marcos intentando cogerlos y jugar con ello aunque estos animalitos, pese a su pequeño tamaño son muy veloces y sumamente escandalosos si se intenta cogerlos, avisando a su madre con agudos chillidos si no pueden escapar del peligro.

Marcos corriendo tras los cochinillos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los cochinos son animales a los que les gusta hozar, bañarse y revolcarse en el barro o en la tierra, algo que hacen desde cochinillos y, si los cochinillos se tiran por el suelo...¡allá va Marcos con ellos!

Los cochinillos hozando y Marcos revolcándose por el suelo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El problema de todo esto que los cochinillos son muy bonitos pero....crecen. A base de la leche de su madre, del pienso molido que ya comen del mismo camellón que su madre y de lo que encuentran en el prado, ya están poniéndose rollizos y pronto habrá que empezar a tomar decisiones sobre su futuro....

Cochinillos hozando.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Lolita podría quedarse en la finca como su madre aunque tener dos cochinas de cría ya exige unas instalaciones y organización adecuada para cuando se junten 15 ó 20 cochinillos a la vez en la finca, debiendo tomar entonces la decisión clara de dedicarse a la venta de cochinillos para carne o engorde a otros criadores.

Lolita.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero los hijos machos de Pepa, esos rollizos cerditos de pelaje dorado, tendrán que ser pronto vendidos o destinados al consumo familiar. Con 15-21 días, los cochinillos son auténtico manjar del que es buena muestra el famoso Cochinillo Segoviano. Si son más grandes, podrán ser engordados y sacrificados pronto para su consumo en fresco aunque si se van a cebar para la matanza deberán ser castrados previamente para favorecer el engorde.

Cochinillos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Mientras Óscar y Prado toman una decisión, los cochinillos corretean de allá para acá siguiendo a su madre y seguidos todos ellos por Marcos que, lleno de alegría, está pasando unos días muy felices.

Marcos con Pepa y los cochinillos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al preguntar a Marcos que qué va a hacer con tantos cochinillos, se queda pensativo y mira extrañado sin saber muy bien qué contestar. 
¿Por qué no puede tener una cochina, una cochinilla y siete cochinillos si por delante de su casa pasan a diario vaqueros con buenas piaras de vacas?

Marcos pensativo con sus cochinillos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A MODO DE EPÍLOGO.
Puede parecerle al lector que esto es una novela o una historia inventada, pero no lo es.
Es una auténtica crónica que hace décadas no tendría trascendencia alguna en Guijo de Santa Bárbara donde muchos niños veían en sus casas y fincas las escenas que está viviendo Marcos. Pero, en esta primavera de 2024, Marcos es el único guijeño que está disfrutando de algo de lo que disfrutaron muchos niños en otro tiempo.
Desde EL CUADERNO DE SILVESTRE aplaudimos la iniciativa de Óscar y Prado al recuperar una tradición guijeña como es la cría de cochinos y sobre todo por educar a su hijo transmitiéndole los valores tradicionales.

Marcos con su padre, Pepa y los cochinillos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Cronista Oficial de la Villa de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).

LOS COCHINILLOS DE MARCOS

Todos sabemos la importancia que ha tenido siempre el ganado porcino en el medio rural español donde siempre existió la costumbre de que cad...