LA CESTERÍA DE MIMBRE
La cestería es una actividad artesanal ampliamente extendida que tuvo gran importancia en el medio rural.
En el pasado, las cestas y otros artículos fabricados con mimbre era utilizados para la recolección y transporte de todo tipo de productos.
Generalmente, la fabricación de cestas era realizaba por artesanos especializados conocidos como cesteros.
Nos servirá como ejemplo, el pueblo de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) donde el cultivo y aprovechamiento de las mimbreras, tenía una gran importancia tanto para la venta de mimbres como para su uso local en la fabricación de diferentes tipos de cestas y otros artículos.
Las mimbreras son pequeños árboles del género Salix que crecen junto a cursos de agua.
Tradicionalmente, se plantaban junto a los arroyos y en el borde de parcelas excesivamente húmedas para el cultivo y que se destinaban a pastos para el ganado. De esta forma, las mimbreras servían también como seto.
El proceso para obtener las mimbres, comenzaba con el corte de las ramas más tiernas de las mimbreras, actividad realizada en el verano. No servían todas las ramas, sino únicamente las crecidas a lo largo de la última primavera puesto que si eran de años anteriores, presentaban ya ramillas laterales o "garranchos" que dificultaban el trabajo del cestero y daban como resultado un mal aspecto al producto final.
Una vez cortadas las mimbres, se llevaban a algún lugar seco y cómodo para proceder al pelado.
Si se trataba de pequeñas cantidades, se trasportaban en haces pequeños sobre el hombro pero cuando se trataba de grandes cantidades se utilizaban las caballerías, procurando en este caso cargar con cuidado las mimbres para que no se rompiesen durante el trayecto.
Antonio Leandro de la Calle Jiménez transportando mimbres para pelarlas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Cuando se trataba de pequeñas cantidades, el pelado se realizaba en la propia finca.
Esta actividad consistía en retirar la corteza o "correa" de las ramillas para evitar que una vez secas fuesen atacadas fácilmente por insectos xilófagos que se alimentaban de la madera.
Si por el contrario se trataba de grandes cantidades de mimbre, a veces la carga de varias caballerías, la tarea del pelado se realizaba en el pueblo, reuniéndose numerosas mujeres en la calle o en los huertos de las casas para realizar la tarea entre todas mientras, como era habitual, comentaban los sucesos acaecidos en el pueblo en los últimos días.
Como muchas familias se dedicaban al cultivo de mimbres y el pelado debía realizarse cuando las mimbres estaban absolutamente frescas, las familias se ayudaban unas a otras para terminar lo antes posible.
Una vez peladas las mimbres, se agrupaban en haces para su almacenamiento en un lugar fresco y seco hasta el momento de la venta o de su utilización para la fabricación de las cestas puesto que cada familia reservaba la cantidad necesaria para fabricar los artículos que estimaba oportunos destinados a su uso en la casa.
Antonio Leandro de la Calle Jiménez haciendo los haces de mimbres peladas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Las cortezas o "correas" de las mimbres, servían como cuerdas vegetales para colgar el tabaco negro, uno de los principales cultivos del pueblo, en los secaderos tradicionales.
Para ello, llegado el momento de cortar y colgar el tabaco a finales del verano, las correas se metían en agua para flexibilizarlas y con ellas se ataba cada tabaquera por la base para colgarla en las púas clavadas en los cuartones del secadero, permaneciendo en esa posición hasta que estuviese totalmente seca la planta para proceder al deshojado. Para descolgar la planta seca, simplemente había que tirar ligeramente de ella y la correa se rompía al estar ya seca.
Arriba: Atando una tabaquera con la "correa".
Abajo: Colgando el tabaco en el secadero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Cuando las mimbres reservadas para el uso familiar estaban totalmente secas, se avisaba al cestero para que hiciese los objetos que fuesen necesarios a juicio del labrador.
Si el cestero se dedicaba a otra actividad, hacía las cestas cuando su trabajo se lo permitía aunque había cesteros que se dedicaban al oficio de manera exclusiva.
Antes de comenzar, había que mojar un poco las mimbres para su flexibilidad y pudieran trenzarse.
El proceso de fabricación de cualquier tipo de cesta o cesto de mimbre comenzaba con la confección de la base o "culo" , tarea que requería especial pericia.
Si la base no quedaba bien, el resultado final podía presentar mal aspecto e incluso romperse la cesta al echar peso en ella.
Formada la base, el artesano iba trenzando las mimbres, para la lo cual las iba humedeciendo constantemente con agua.
La altura dependía del tipo de artículo que se quisiese hacer, desde cestas o cestos de pequeño tamaño utilizados para guardar cosas de escaso peso hasta enormes cestos utilizados para el transporte de grandes cargas.
Finalmente, el artesano remataba el trabajo y añadía el o las asas dependiendo de si se trazaba de una cesta que llevaba únicamente un asa semicircular de lado a lado o dos asas pequeñas laterales cuando se trataba de un cesto.
En Guijo de Santa Bárbara se elaboraban diferentes tipos de cestas, cestos y otros artículos que tenían utilidad específica.
- Cestas pequeñas.
Fabricadas con las mimbres más delgadas puesto que se trataba de cestas de pequeño tamaño utilizadas para recoger y conservar hasta su uso o venta productos como los huevos.
- Cestas medianas.
Mayores que las anteriores, solían denominarse cestas de media arroba (5,75 kilogramos) puesto que era el peso de patatas, producto básico del campo, que podía echarse dentro.
Eran las más utilizadas por su facilidad de manejo. Cuando se estaba recogiendo gran cantidad de algún producto, se utilizaba estas cestas y luego se iban vaciando en un saco para cargarlo luego en las caballerías.
Esto se hacía por ejemplo con las castañas, las patatas o las aceitunas.
Pero se utilizaban para recoger todo tipo de verduras, hortalizas, frutas...siendo especialmente adecuados para recoger cerezas, higos, uvas, frambuesas o aceitunas "para agua" (verdeo).
Estas cestas medianas, eran muy utilizadas también para llevar el almuerzo (comida que se hacía a las 10 de la mañana) o la "merienda" (comida de las 12 ó la 1) al campo. Dentro de la cesta, se colocaba una servilleta y se metían los diferentes para la comida como un puchero de sopas, chacina, queso, pan...
Finalmente, se tapaba la cesta con una servilleta.
Normalmente no se lo llevaba el labrador cuando se iba por la mañana sino que eran la mujer o los muchachos, si no había criada en la casa, los encargados de llevar la comida al padre, pidiendo incluso permiso en la escuela para tal fin, que se daba sin problema a los niños y niñas desde los 6 ó 7 años.
Llevando al campo la "merienda" en la cesta y el vino en la calabaza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
- Cestas grandes.
Conocidas popularmente como cestas de arroba por tener esa capacidad de patatas (11,5 kilos).
Era menos utilizadas para los fines expuestos aunque podían utilizarse para ello.
Normalmente se utilizaban en el campo para recoger productos de mucho volumen y poco peso como los pimientos o las nueces.
En casa, estas grandes cestas eran utilizadas para subir desde la bodega a la cocina la cantidad de patatas necesarias para todo el día puesto que a menudo se comían patatas para el desayuno, la comida y la cena.
De esa forma, no era necesario bajar continuamente a la bodega.
También se utilizaban estas cestas para la compra y venta de patatas, pesándolas previamente en la romana para asegurarse de la capacidad cuando la cesta era nueva.
Antonio Leandro de la Calle y Visitación Hidalgo pesando las patatas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Cestos pequeños.
Los cestos pequeños, sin asa como ya dijimos y de forma elíptica y no circular como las cestas, eran utilizados para guardar los artículos de costura o para llevar al lavadero pequeñas cantidades de ropa.
Era habitual ver a las mujeres camino del lavadero con los cestos pequeños sobre la cabeza, colocándose previamente la "rodilla" o paño circular para apoyar mejor el cesto y que no se cayese.
Cestos medianos.
Similares a los anteriores pero de mayor tamaño y utilizados también para llevar la ropa al lavadero o a la garganta.
Al ser más grandes, no se colocaban sobre la cabeza, sino que se llevaban apoyados en el "cuadril" (cadera).
Camino de la garganta para lavar la ropa.
Visita Hidalgo con el cesto al "cuadril" y Antonio Leandro de la Calle con la cesta de la "merienda".
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Cestos grandes o "Covanillos".
Recuerda este nombre tradicional de los cestos de gran tamaño al "cuévano" pasiego, si bien se trata de un objeto diferente.
Estos grandes cestos, se utilizaban fundamentalmente para la recolección de la uva.
En cortos trayectos, los covanillos podían ser llevados al hombro, especialmente en fincas muy abruptas o de mal acceso para las caballerías.
Antonio Leandro de la Calle Jiménez con el covanillo al hombro.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Lo normal sin embargo, era cargar los covanillos en las caballerías. Para ello, una vez llenos los covanillos de uva, se tapaban con un saco o "anejo" (arpillera) fuertemente atado y se cargaban sobre el aparejo o albarda de la caballería, uno a cada lado para que la carga fuese compensada, atándolos fuertemente con una soga de gran longitud conocida como "reata".
De esta forma, la uva que es un fruto muy delicado y que no podía transportarse en sacos como las castañas o las aceitunas, era llevada desde las viñas hasta las bodegas con total segurida.
Además de para transportar la uva, también se utilizaban los covanillos para transportar animales que no podían realizar largos trayectos por su juventud o características particulares como por ejemplo cabritos, corderos, cochinillos o gallinas criados en los corrales lejos del pueblo. Para ello, se cargaban los covanillos en las caballerías, se metían los animales dentro y se colocaban sacos fuertemente atados sobre los mismos.
Antonio Leandro de la Calle Jiménez con la burra cargada con los covanillos llenos de....
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Canastos para la pesca.
Fabricados con mimbres finas y provistos de una tapa que tenía un pequeño orificio, los canastos eran utilizados por los pescadores para ir echando las truchas que pescaban.
El canasto no tenía asas sino que se le incorporaba una correa de cuero para llevarlo colgado a modo de morral y que el pescador tuviese las manos libres para lanzar la caña y recoger las truchas.
Forro de damajuanas.
La damajuana es una garrafa de forma esférica con cuello alto y estrecho utilizada para conservar el vino una vez que se ha sacado de la tinaja.
Dada su fragilidad y dificultad para moverla una vez llena, las damajuanas se forraban siempre con mimbre, haciendo dos asas laterales para facilitar su transporte.
El proceso comenzaba igual que el de una cesta, haciendo la base con el mismo diámetro que la damajuana y colocando esta encima para ir forrándola hasta arriba.
Sacando de la tinaja el vino (corriendo la canilla) y echándolo en la damajuana.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Serones de mimbre.
Aunque este tipo particular de objeto de cestería no se ha utilizado en Guijo de Santa Bárbara, nos ha parecido oportuno incluirlo por ser muy utilizado en los pueblos del norte de la Sierra de Gredos.
Se trata de dos grandes cestos unidos entre sí para colocarlos sobre la albarda de las caballerías y transportar diversos productos: estiércol, patatas, remolachas....
Los hemos visto en Navacepeda de Tormes, Navalosa y otros pueblos de la provincia así como en fotografías antiguas.
En Guijo, los serones más antiguos que se conocen eran de esparto y posteriormente de lona.
Las cestas y cestos se iban deteriorando con el tiempo y por el uso constante por lo que todos los años había que hacer alguno nuevo, por lo que las mimbreras se mantenían en buen estado con el fin de poder aprovechar las mimbres.
Sin embargo, la aparición de los cubos metálicos primero y de plástico después así como de las cajas de plástico, bolsas y demás, terminaron arrinconando a la cestería se ha convertido más bien en una actividad dedicada a la fabricación de objetos de adornos aunque las cestas siguen siendo utilizadas e indispensables para ciertas actividades como la recolección de setas por ejemplo.
Esperemos que el oficio de los cesteros se conserve para que no desaparezca esta antigua tradición y el uso de un recurso natural renovable y sostenible como son las mimbres.
Cesta de mimbre.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Dedicado a la memoria de Antonio Hernández Martín "El Cestero", último cestero de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.
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