LOS CORRALES DE GUIJO DE SANTA BÁRBARA

Guijo de Santa Bárbara es un pequeño municipio situado en el centro de la comarca de La Vera, al noreste de la provincia de Cáceres y en la vertiente sur de la Sierra de Gredos. La economía de sus habitantes ha girado siempre en torno a la ganadería y a la agricultura teniendo gran importancia la ganadería caprina y bovina, dando lugar a la construcción de unas edificaciones tradicionales imprescindibles para la explotación de estos animales: LOS CORRALES.

Corral de cabras.
Corral Viejo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El diccionario de la RAE define corral como "recinto cerrado y generalmente descubierto, junto a las casas rurales, que sirve para guardar el ganado doméstico.
Sin embargo, en Guijo de Santa Bárbara la palabra corral tiene un significado mucho más amplio y se utiliza para referirse a cualquier edificio destinado a encerrar el ganado y que contará siempre con cubierta pues si está descubierto recibe el nombre de majal.

Corrales de vacas.
Cerrocolmillo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cabras y vacas, las principales especies ganaderas guijeñas, tienen unas características y necesidades muy diferentes por lo que los corrales empleados para ambas especies eran totalmente diferentes. Describiremos pormenorizadamente cada tipo de corral.

Conjunto de corrales y prados.
Los Tejeros-El Cuesto.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


CORRALES DE CABRAS.
La cabra es un animal muy rústico, sobrio y resistente capaz de sobrevivir y prosperar donde otros animales no pueden hacerlo, alimentándose de todo tipo de plantas. Resisten bien las temperaturas extremas pero soportan mal la lluvia por lo que necesitan un lugar seco y confortable que les sirva de refugio durante la época de lluvias.

Cabras junto a un corral.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los corrales de cabras son edificaciones sencillas de planta rectangular y que cuentan únicamente con piso bajo. 
Los muros, de bastante anchura, se construyen con piedra de granito escasamente trabajada y a menudo colocada en seco, es decir, sin utilizar argamasa de ningún tipo.

Muro de un corral.
Corral Viejo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La cubierta está formada por un entramado de vigas de madera y viguetas o cuartones. Normalmente, cuando los corrales son estrechos (3-4 metros de anchura) sólo tienen un par de vigas sobre cada una de las paredes longitudinales en las que se apoyan los cuartones.
Si la anchura es mayor, se añade una viga central para soportar mejor el peso añadiendo vigas en sentido perpendicular a los muros longitudinales para que apoye la viga central.

Estructura de la cubierta de un corral de cabras de bastante anchura.
Corral de El Reventón o La Vejiga.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sobre las viguetas o cuartones, se colocan las tejas. Entre cuartón y cuartón se coloca una fila de tejas con la parte cóncava hacia abajo para formar las canales y que escurra así el agua. Sobre dos filas de estas tejas se coloca una fila en posición contraria para cubrirlas en parte e impedir que se resbalen y muevan con el viento.
Si el corral es ancho y el tejado tiene mucha pendiente, se colocan piedras al final de las canales para evitar que las tejas se resbalen.
Los corrales de cabras, por regla general, tienen una sola vertiente.
Estas cubiertas, en las que las tejas quedan a la vista desde el interior de la edificación, se conocen como "cubiertas a tejavana".

Vista del tejado.
Corral de Peñacaballera.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En épocas remotas, la cubierta debió estar formada por escobas o piornos colocados sobre el entramado de madera, motivo por el que aún se siguen denominando a los corrales como "enramadas".

Corral en Navalosa (Ávila)
Posiblemente, los primeros corrales guijeños fueron similares a este.
(c) Silvestre de la Calle García.

En el interior de los corrales de cabras, salvo que sean muy grandes, no suele haber divisiones con tabiques de piedra. Únicamente se construye en alguno de los rincones del corral un apartado con rústicos tabiques de palos y tablas denominado "chivero" que se utiliza para separar a los cabritos o chivos de las madres.

Restos de un chivero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Delante del corral, había siempre un cercado descubierto con muros de 1,5-2 metros de altura que es conocido como majal.
En la pared del corral se hacen uno o más vanos conocidos como "bujeros" para permitir el libre movimiento de las cabras.

Detalle del majal y el corral.
Corral de Peñacaballera.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La puerta de acceso a todo el conjunto, se encuentra en la pared lateral del majal aunque también puede encontrarse en la pared del corral.
En ocasiones, puede haber dos puertas, especialmente cuando el corral se encuentra asociado a una finca de cultivo, en cuyo caso una de las puertas da directamente a la sierra y otra a la finca.
La puerta, construida con tablas de madera, suele contar con dos hojas.

Corral, majal y puerta de acceso.
Corral de Peñacaballera.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Junto a algunos corrales, puede encontrarse una pequeña casilla utilizada como almacén y refugio para el cabrero e incluso en algunos casos como vivienda temporal de la familia cuando el corral se encontraba a una distancia considerable del pueblo.
Se trata de pequeñas edificaciones adosadas a uno de los muros exteriores del corral o separada del mismo pero siempre a corta distancia.

Casilla junto al corral de La Morata.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

CORRALES DE VACAS.
Las vacas soportan mejor que las cabras la lluvia pero tienen unas necesidades alimentarias mucho mayores por lo que durante el invierno no pueden permanecer continuamente en la sierra sino que deben ser trasladadas a zonas más bajas o encerrarse en los corrales para complementar su alimentación.

Vacas junto a un corral en El Toril.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los corrales de vacas son edificaciones complejas, sobre todo si los comparamos con los corrales de cabras descritos anteriormente.
Se trata de edificios rectangulares, de dos plantas y cubierta generalmente a dos agua.
Los muros son de piedra y de bastante anchura, al tener que soportar gran peso, trabajando cuidadosamente las piedras empleadas en las esquinas y los vanos.

Corral de vacas en Los Tejeros.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La planta baja del corral está destinada al alojamiento del ganado mientras que la superior o desván se utiliza para guardar el heno que sirve de alimento a las vacas cuando el pasto fresco escasea.
Veamos el interior de la planta baja.
Junto a una de las paredes longitudinales, en ocasiones junto a ambas e incluso junto a las laterales si eran corrales de grandes dimensiones, se encuentran los pesebres para echar de comer a las vacas, consistentes en un pequeño muro de piedra de escasa altura y anchura (menos de 1 metro) sobre el que se coloca una viga o palo para impedir que se caiga la comida.

Pesebres en el interior de un corral.
Corral de Pielguijo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando se echa el heno a las vacas en estos pesebres, se colocan encima piedras o palos para que no lo tiren al suelo pero aún así es frecuente que desperdicien parte del heno por lo que se coloca sobre el pesebre una estructura denominada "peine" consistente en un entramado de palos verticales clavados a dos palos horizontales y que se cuelga en posición ligeramente inclinada para que presente cierta amplitud por arriba de forma que se pueda echar el heno con facilidad.
El peine se ata fuertemente a los postes que hay en los pesebres y que sirven de apoyo a los cuartones.

Peine sobre el pesebre.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sobre los pesebres, en el techo, se práctica un orificio denominado "boquera" que sirve para echar el heno desde el piso superior para distribuirlo en los pesebres.

Detalle de la boquera.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El techo de esta planta está formado por un entramado de vigas y cuartones sobre el que se clavan las tablas de madera que sirven de piso en la planta superior.
Al tener que soportar bastante peso y especialmente cuando se trata de corrales gran longitud, las vigas se colocan de forma transversal y se poyan en postes de madera clavados junto a las paredes.
Sobre las vigas, se colocan en sentido opuesto los cuartones para clavar las tablas.

Interior de un corral de vacas.
Se pueden apreciar el pesebre, la cubierta y los postes de apoyo de las vigas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En ocasiones, si la anchura lo requiere, se colocan postes centrales para apuntalar las vigas y distribuir mejor el peso.
Como los postes de madera se pudrirían rápido al estar en contacto con el suelo húmedo por la acción del estiércol y la orina de las vacas, se apoyan sobre basas de piedra.

Corral con postes centrales de madera sobre basas de piedra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En muchas ocasiones, los postes de madera son sustituidos por columnas de mampostería o construidas con grandes piedras. Esto se hace cuando se trata de corrales de gran anchura, pudiendo combinarse con postes de madera.

Columnas de piedra.
Corral del Coronito.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Es frecuente que en el interior del corral haya uno o varios apartados para separar a los terneros o a alguna vaca que requiera cuidados especiales e incluso para mantener separada a alguna bestia (equino) y evitar que dé alguna patada a los terneros. Pueden ser similares a los chiveros o bien construirse con muros de piedra con su correspondiente puerta, accediendo a ellos desde el propio corral.

Puerta de acceso a un apartado dentro del corral.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuentan los corrales de vacas con majal delantero al que las vacas salen desde el corral por los "bujeros" descritos al hablar de los corrales de cabras.

Vista del majal desde el interior del corral.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El majal puede estar total o parcialmente cubierto mediante la prolongación del alero del tejado.
En tal caso el majal, aunque cubierto, queda a "tejavana" ya que la planta superior no se prolonga hasta la pared frontal.
Algunos corrales con majal cubierto, podían disponer de un segundo majal descubierto.

Corral con majal cubierto.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La puerta de acceso puede estar en uno de los laterales del corral o en el majal si está cubierto.
Como en los corrales de cabras, se trata de puertas de tablas de dos hojas bastante anchas para facilitar el acceso a las vacas.
A diferencia de los corrales de cabras, los de vacas siempre están asociados a prados y fincas por lo que pueden tener dos o más puertas para dar acceso a las vacas a diversas parcelas.

Corral de El Toril.
Detalle de la puerta lateral en el majal cubierto.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Rara vez la puerta se encuentra protegida por un pequeño portal para evitar que la lluvia embarre el suelo y pudra la puerta.

Corral con portalillo.
Las Suentes.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las puertas suelen contar con cerradura para poder cerrar con llave durante la noche y evitar así el robo del ganado.
Cuentan también con grandes cerrojos de hierro a menudo artísticamente trabajados.

Cerrojo
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La planta superior del corral o desván, está destinada como ya dijimos a almacenar el heno segado en los prados cercanos al corral.
Si la estructura de la planta inferior de un corral de vacas es bastante compleja, la del desván o planta superior es aún más compleja.
El piso, que recordamos es el techo de la planta inferior, está formado por tablas clavadas sobre las vigas y viguetas o cuartones de las planta inferior.

Detalle del suelo de tablas y cuartones.
La Cerquilla.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los muros del desván son de piedra, aunque se trata de piedras de menor dimensión para evitar el peso. Uno de los muros longitudinales y los dos muros laterales, son siempre de piedra para que las vigas y cuartones tengan buenos apoyos, pero el muro frontal a menudo es inexistente, apoyándose la viga frontal sobre postes de madera que apoyan a su vez sobre la pared de la planta inferior.

Desván abierto por su parte frontal.
Corral de La Vega.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Este tipo de desvanes, abiertos presentan la ventaja de ejercer menor peso sobre los muros inferiores pero presentan algunas desventajas. En primer lugar, está el peligro de caer accidentalmente a la planta inferior y en segundo lugar, si el corral está en en un lugar desprotegido del viento el heno puede mojarse cuando llueve y hace viento (aguaviento).
Para ello, la solución habitual es clavar tablas en los postes de sujeción. De esta manera, el desván queda cerrado pero bien ventilado.

Detalle del frontal del desván cerrado con tablas.
Corral de Majaseca.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En ocasiones, la colocación de tablas no impide la entrada de agua cuando llueve mucho por lo que se entretejen ramas de escoba entre las tablas para proteger el interior de la humedad.

Desván con ramas de escoba entretejidas entre las tablas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La cubierta, es similar a la descrita al hablar de los corrales de cabras aunque al ser casi siempre a dos aguas, su estructura es más compleja contando con dos fuertes vigas laterales y una central.
La posterior apoya sobre la pared mientras que la central y la anterior en el caso de los corrales de desván abierto, apoyan sobre postes de madera que reparten el peso.
Sobre las vigas se colocan los cuartones y sobre éstos las tejas siguiendo el sistema descrito más arriba.

Estructura básica de un desván.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Normalmente, para distribuir mejor el empuje, se coloca una pieza trapezoidal sobre el poste de madera denominada zapata.

Viga sobre la zapata y el poste.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Esta estructura puede ser sumamente compleja en los corrales grandes donde a veces se juntan dos vigas sobre el mismo poste y para aligerar el empuje del tejado se forma una estructura que distribuyese el peso de manera más eficaz.

Compleja estructura de un tejado.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al desván se accede por puertas situadas al nivel del suelo o un poco más altas para evitar que puedan entrar las vacas.
Para ello, se construye el corral aprovechando el desnivel de una ladera de forma que la planta baja queda semienterrada.
Si esto no es posible, se construyen rampas para facilitar el acceso con las cargas de heno.

Puerta de acceso al corral.
El Toril.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como hemos dicho ya repetidas veces, el desván se utiliza para almacenar el heno además de herramientas y aperos de labranza. El heno se lleva a cuestas o arrastrándolo con caballerías y se va depositando en el interior del desván compactándolo o pisándolo para que entre la mayor cantidad posible ya que el heno tiene mucho volumen pero poco peso. Cada vez es más frecuente el almacenamiento en forma de pacas o paquetes (alpacas) que facilita su manejo.

Heno almacenado en un desván.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Adosada al corral o cerca del mismo, se encontraba la casilla utilizada como almacén, refugio e incluso vivienda temporal en la época de la siega o de la recolección de diversos productos cuando el corral está asociado a prados y fincas.

Corral con casilla adosada.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


EVOLUCIÓN DE LOS CORRALES.
Los corrales descritos aquí, han sido utilizados durante siglos por los ganaderos guijeños para encerrar sus cabras y vacas durante la noche, especialmente en invierno y también para otros tipos de ganado aunque con menor frecuencia ya que sólo las ovejas llegaron a formar piaras de cierta importancia en algunos momentos, encerrándose en corrales de cabras o de vacas indistintamente.

Vacas junto a un corral.
Corral de Las Suentes.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hasta mediados del siglo XX, todos los corrales que se construían en Guijo de Santa Bárbara eran como los descritos hasta ahora aunque en ocasiones, antiguos corrales de cabras habían sido modificados ya añadiendo el desván.
La construcción de estos corrales era muy compleja. No los edificaban los propios ganaderos sino que contrataban a albañiles y carpinteros especializados para que el resultado final fuese perfecto.
Sí que era vital la ayuda de familiares y vecinos que con sus caballerías colaboraban llevando piedras, madera, tejas...con sus bestias.

Ángel de la Calle Vicente arrastrando vigas con el mulo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fue precisamente en la primera mitad del siglo XX cuando se construyeron los corrales más grandes.
Ejemplo de ello es el corral de Santonuncio, que en la actualidad es propiedad de la familia Torralvo, y que fue construido a comienzos de la década de 1950 por orden de Vicenta García Díaz (1874-1955) propietaria de la finca citada.
Se trata de un enorme edificio de 30 metros de longitud y 9 de anchura que consta de planta baja con majal totalmente cubierto y planta superior o desván.
Por su tipología, sería un corral de vacas aunque originalmente se destinó a guardar ovejas.

Cabras junto al corral de Santonuncio.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El motivo de construir estos enormes corrales, en una época en la que las ganaderías tanto de cabras o vacas eran de tamaño pequeño o medio, se debió a que el cultivo del tabaco comenzó a cobrar auge y se precisaban locales adecuados para su secado. Mientras el ganado se encerraba en las plantas bajas de los corrales, los desvanes eran utilizados como secaderos de tabaco.

Ángel de la Calle Vicente colgando tabaco en el desván de un corral.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El tabaco se convirtió en un cultivo fundamental y la ganadería pasó en muchos casos a convertirse en una actividad complementaria. Se tenían unas cuantas vacas o cabras para complementar los ingresos obtenidos de la venta de tabaco y para producir el estiércol necesario para ser utilizado como abono.
Se comienzan entonces a construir los denominados secaderos o locales cuya principal finalidad era el secado del tabaco durante el otoño pero que durante el resto del año podían utilizarse como corrales.
Eran edificios de bloques de hormigón o ladrillos con numerosos huecos de ventilación y muchas ventanas.

Ángel de la Calle Vicente ordeñando una vaca en el piso bajo de un secadero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Posteriormente, el cultivo del tabaco fue siendo sustituido por otros como la frambuesa y los locales dejaron de utilizarse para su fin original y se convirtieron plenamente en corrales, permaneciendo muchos de ellos en uso actualmente.

Vacas junto a un antiguo secadero de tabaco.
La Huerta.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Posteriormente, a la hora de construir nuevas edificaciones para el ganado, se comenzó a usar exclusivamente ladrillo y las cubiertas comenzaron a hacerse con chapas metálicas sobre pilares metálicos. Esto reduce los costes pero se aleja de la imagen tradicional.
Aunque estos modernos corrales no tienen el aspecto de los tradicionales, el manejo del ganado en ellos es mucho más sencillo sobre todo a la hora de la limpieza al poder acceder al interior con tractores y también a la hora de alimentar al ganado al utilizar tolvas y bebederos adecuados.

Cebadero de terneros construido de forma moderna.
(c) Silvestre de la Calle García.

SITUACIÓN ACTUAL DE LOS CORRALES TRADICIONALES.
Muchos corrales tradicionales de vacas, situados junto a excelentes prados, siguen siendo utilizados sin realizar ningún cambio en ellos o sólo algunas pequeñas reformas.
Guijo de Santa Bárbara cuenta con una numerosa cabaña bovina por lo que el uso de estos corrales sigue siendo necesario.

Vacas junto a un corral tradicional en El Toril.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No ocurre lo mismo con los corrales de cabras, situados a menudo en zonas alejadas. Además, sólo quedan 3 piaras de cierta importancia en el pueblo por lo que muchos corrales están abandonados y la mayoría de ellos muy deteriorados o en ruinas.

Ruinas del corral de Los Helechares.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No obstante, cabreros como Alejandro Torralvo Gutiérrez (nacido en 1998) aún tienen sus cabras en corrales tradicionales como el de Santonuncio ya citado que fue adquirido por su abuelo Primitivo Torralvo García (1927-2020). Aunque su padre Florián Torralvo Sánchez y su tío Ángel Torralvo Sánchez construyeron nuevos corrales junto al corral primitivo, mantuvieron éste con su aspecto original.

Alejandro Torralvo Gutiérrez en el corral viejo de Santonuncio.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Algunos guijeños, hijos o nietos de ganaderos pero que ya no se dedican a esta actividad, han rehabilitado los corrales para utilizarlos como almacenes de herramientas o vivienda temporal. En muchos casos, han mantenido plenamente el aspecto original de forma.

Corral rehabilitado.
El Risco La Guija.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

LA VIDA EN LOS CORRALES
Para hablarnos de corrales y de su vida en ellos, nadie mejor que Alonso de la Calle Hidalgo (nacido en 1952), maestro, fotógrafo e investigador de la cultura tradicional de Guijo de Santa Bárbara y de la Sierra de Gredos.
Como hijo de ganaderos, conoce a la perfección el mundo de la ganadería pues se crió entre vacas que eran mantenidas en corrales tradicionales.

Alonso de la Calle Hidalgo.

Alonso de la Calle Hidalgo lleva más de 50 años realizando un exhaustivo trabajo de investigación sobre los corrales ganaderos y las chozas del término municipal de Guijo de Santa Bárbara, habiendo recorrido palmo a palmo la sierra hablando con expertos ganaderos como Tito "El Borrega"  (cabrero) o Maximín "El Calducho" (vaquero).
Ha fotografiado cada corral y cada choza, conociendo quién los utilizaba. 

Conjunto de corrales en invierno.
Los Tejeros-El Cuesto.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sus investigaciones no se limitan a Guijo de Santa Bárbara sino que ha recorrido la Sierra de Gredos tanto por su vertiente norte como por su vertiente sur realizando un inventario de las chozas existentes y fotografiando todas las que aún se conservan en buen estado, habiendo incluso fotografiado y grabado en vídeo a muchos de los últimos cabreros que han vivido en estas serranías a la manera tradicional como Paulino Gargantillla (Jerte) o Benigna Blázquez (Guisando).

Tío Paulino haciendo el queso en su choza de El Melocotón.
Tornavacas (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


El trabajo de Alonso de la Calle Hidalgo ha sido reconocido con premios con el otorgado en 2013 por UNIPROCA (Unión de productores de caprino).

Premio otorgado a Alonso de la Calle Hidalgo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Pero antes de todo eso, Alonso pasó muchas horas en los corrales con las vacas de su padre Antonio Leandro de la Calle Jiménez (1924-2022). 
Antonio Leandro había heredado de su madre Marceliana Jiménez Esteban (1893-1985) la mitad del corral de El Toril, que había sido construido por el padre de ésta Cipriano Jiménez Pérez (1863-1927).

Corral del Toril
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Alonso nos habla así del corral del Toril.
Teníamos vacas suizas y pardas. En verano las llevábamos al corral del Toril. La mitad que mira a saliente era nuestra y la otra de tío Antonio, un hermano de mi abuela Marceliana.
Había que ordeñar las vacas todos los días así es que había que subir desde el pueblo con el burro, ordeñar y echar la leche en los cántaros para cargarlos en el burro y bajarlos al pueblo. Para ajustar bien las tapaderas de corcha de los cántaros, se ponían hojas de roble en la boca de los cántaros para que no se saliese la leche cuando iban los cántaros en los burros.

Corral de El Toril.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al lado del corral había una casilla donde nos quedábamos a dormir en el tiempo de la siega.
En la casilla se hacía también la lumbre para que hacer el cocido para comer. Se ponía por la mañana y mientras estábamos recogiendo el heno, nos mandaban de vez en cuando a mover el puchero o a echarle agua.
En las casillas siempre solía haber algún ratón por lo que las culebras se metían a buscarlos. Una vez mi madre vio una culebra y dijo que no volvía a entrar.
La verdad es que en El Toril había muchas culebras. Una vez, un primo de mi padre mató una que medía más de 2 metros.

Corral y casilla del Toril.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En invierno, las vacas estaban en un corral cerca del pueblo, en la finca del Risco La Guija. Yo era chico cuando se hizo y me acuerdo de ver a tío Maena y a tío Calceta que fueron los que le hicieron.
Era más pequeño que el corral del Toril pero como teníamos sólo 4 ó 5 vacas era suficiente. El del Toril era tan grande porque mi bisabuelo tuvo muchísimas vacas negras.

Corral del Risco La Guija.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En este corral teníamos las vacas, recogíamos el heno de los prados y colgábamos el tabaco.
Delante tenía un majalillo y había varios prados alrededor que mi padre tenía separados con vallas de madera.

Corral, prados y vacas.
El Risco La Guija.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Mi padre tuvo vacas hasta el año 85 pero luego las tuvo que vender y arrendó los prados a algunos vaqueros. 
Cuando partió lo que tenía, nos dijo que si queríamos elegir algo en particular cada uno y yo dije que me hacía ilusión tener el corral. Lo rehabilité en 2001 pero dejando el aspecto exterior que tenía.
Ahora lo utilizamos para pasar allí las tardes de verano y dormir alguna noche.

Corral del Risco la Guija rehabilitado. 2006.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A mí siempre me ha interesado mucho la cultura tradicional y como me gustaba la fotografía, desde hace 50 años hago fotos de todo lo relacionado con nuestras tradiciones y los corrales de ganado son sin lugar a dudas una parte fundamental de la cultura guijeña que debe ser recordada.

Diapositiva de un corral tradicional. 1970.
Veguilla Pescuezo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

CONCLUSIONES FINALES.
Los corrales ganaderos son una parte muy importante del patrimonio arquitectónico de Guijo de Santa Bárbara, pasando a menudo desapercibidos tanto por los visitantes como por los propios guijeños.
Se trata de una parte fundamental de nuestro pasado como pueblo ganadero que merece ser conservada tal y como nos la transmitieron nuestros abuelos para que las generaciones futuras puedan saber de dónde vienen y conocer la historia de sus antepasados.

Corral de vacas en Majaseca.
Posiblemente uno de los corrales más emblemáticos del Guijo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nota final del autor.
Quiero agradecer a Alonso de la Calle Hidalgo su inestimable colaboración para la realización de este artículo. Considero que la labor que está realizando merece ser reconocida y alabada por todos los guijeños.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico forestal.

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