LA REAL CABAÑA DE CARRETEROS DE GREDOS.
Durante miles de años, se han utilizado en todo el mundo animales para el transporte de cargas de todo tipo. Al principio, las cargas se transportarían a lomo o arrastradas con diversos artilugios, lo que dificultaba el transporte de grandes cargas y el recorrido de largas distancias. Desde la invención de la rueda, que sin duda fue uno de los hitos más importantes de la historia de la Humanidad, se comenzó a utilizar el carro en aquellas zonas en las que la orografía lo permitía. Para ello, tuvieron que comenzar a construirse caminos adecuados para salvar las montañas, utilizando las rutas que durante miles de años habían utilizado los herbívoros silvestres primero y los domésticos después para trasladarse por los pastizales y cruzar las grandes cordilleras.
Lógicamente, para el tiro de grandes carros, se requerían animales de gran tamaño y que tuviesen mucha fuerza, siendo a la vez dóciles y de paso seguro. Ningún animal se adaptaba a esto mejor que la vaca. Pero las hembras tenían que criar a sus terneros y durante una parte del año no podían ser por tanto utilizadas para que descansasen durante los últimos meses de preñez y para que tras el parto gastasen la energía en producir leche para el ternero y también para el ordeño. Los toros enteros o sin castrar, solían ser muy difíciles de manejar por lo que pronto el hombre aprendió que castrando a los terneros, se convertían en animales dóciles y además crecían más que los propios toros enteros por lo que tenían mucha más fuerza y velocidad. Frente a los "paticortos" toros, los bueyes tenían unas patas mucho más largas y fuertes, sobre todo si se castraban cuando aún eran muy jóvenes. Con todo, era preciso conocer el momento idóneo de la castración pues si se hacía demasiado pronto, los animales resultaban excesivamente "patilargos" y huesudos y no tenían bien desarrollada la musculatura y si por el contrario esta práctica se llevaba a cabo demasiado tarde, el resultado sería un animal fuerte pero pequeño. Pero cuando el hombre dominó la técnica de la castración y la fabricación de los aperos idóneos, logró un verdadero hito en la historia de la ganadería y del transporte.
Ya en la época romana, encontramos numerosos restos de poblamiento en la zona de El Barco. Sin duda alguna, para aquellos pobladores, la vaca fue un animal vital del que obtenían todo lo necesario para su subsistencia, complementando la ganadería con el cultivo de cereales y legumbres (lentejas, habas, garbanzos pero no las célebres judías del Barco que son de origen americano).
La población no debía ser muy numerosa y los valles altos del Tormes y del Alberche estarían prácticamente despoblados o serían ocupados solamente durante el breve periodo estival por ganaderos "trashumantes" que aprovecharían los pastos de las áreas despejadas. Estas zonas estaban cubiertas por densos pinares y el suelo era poco apto para la agricultura, salvo para el cultivo de centeno. El riguroso invierno, obligaba a los ganaderos a trasladarse con sus animales para que no pereciesen de hambre y de frío.
Sin embargo, poco a poco, algunos de aquellos ganaderos se atrevieron a permanecer en invierno en las zonas altas, construyendo rústicos albergues que fueron el germen que daría origen a los pueblos que actualmente conocemos. Construyeron casas para ellos y casillas para encerrar al ganado durante los temporales de lluvia y nieve.
Una antigua tradicional oral transmitida de generación en generación, dice que los pueblos más antiguos sería El Barco, Navacepeda y Hoyocasero, siendo los demás pequeñas aldeas. Durante siglos, Gredos se vio en "tierra de nadie" entre los reinos cristianos al norte y los musulmanes al sur, por lo que no era un lugar seguro para vivir y prosperar. Además de eso, la sierra y sus abundantes masas boscosas eran un refugio perfecto para osos, lobos, jabalíes y todo tipo de animales que dificultaban la vida de los ganaderos y agricultores.
Una vez reconquistadas estas tierras, fueron repobladas por el conde Raimundo de Borgoña y poco a poco la población se fue asentando y aumentando.
A finales del siglo XV, la población en la zona debía ser ya bastante numerosa y los pueblos comenzaban a construir sus magníficas iglesias para lo que eran vitales las vacas y bueyes que arrastraban piedra y madera, necesarias para erigir esas espectaculares edificaciones como la iglesia de Navacepeda de Tormes que, posiblemente, sea una de las más antiguas del Alto Tormes si exceptuamos la imponente iglesia de El Barco.
Los productos conseguidos de la ganadería y de la modesta agricultura cerealista, permitían a estos serranos subsistir pero prosperar poco. Pronto comprendieron que la madera de los extensos pinares era la principal solución para poder prosperar adecuadamente. Las ciudades del reino estaban en pleno crecimiento y se precisaba madera para la construcción. Además, en esas obras podían necesitar también carreteros para llevar materiales desde las canteras, por lo que los ganaderos, una vez sembrado el centeno en otoño, cargaban sus carretas de madera y salían del pueblo rumbo a Ávila, Salamanca o Toledo, regresando al año siguiente poco antes de la siega del centeno y de los prados.
En 1490, carreteros y arrieros de toda Castilla participan en la Guerra de Granada y en el Cerco de Baza aparecen ya 800 carretas con sus bueyes pertenecientes a ganaderos del Sexmo de la Sierra, en el Valle del Alto Tormes y del Alto Alberche, integrado por los pueblos de Navarredonda y Barajas, Hoyos del Espino, San Martín del Pimpollar, Garganta del Villar y San Martín de la Vega del Alberche.
Antes de nada, aclararemos que 1 carreta estaba compuesta por 3 bueyes. 2 iban uncidos al yugo y tirando de la carreta y el otro se llevaba suelto para ir alternándose con los otros, recibiendo el nombre de buey de "revezo". De esa forma, siempre había un animal descansando. Por lo tanto, 800 carretas equivalen aproximadamente a 2400 bueyes.
Es una cifra realmente considerable aunque se queda corta al tener en cuenta que los pueblos carreteros de Burgos-Soria alcanzaban las 6000 carretas (18000 bueyes) y pueblos como Hontoria del Pinar o Molinos de Salduero, alcanzaban casi las 800 carretas.
En 1497, los Reyes Católicos, para reconocer la labor realizada por los carreteros del reino de Castilla en la contienda contra el Reino Nazarí de Granada transportando todo tipo de pertrechos y mantenimientos, crearon la REAL CABAÑA DE CARRETEROS, TRAJINEROS, CABAÑILES Y SUS DERRAMAS que tuvo vigencia hasta la abolición de todos los Privilegios Reales en 1836. El funcionamiento de esta organización, que también agrupaba a los carreteros de Burgos-Soria y de la serranía de Cuenca, era semejante al del HONRADO CONCEJO DE LA MESTA, creado por orden del Rey Alfonso X.
Los Reyes Católicos y los sucesivos monarcas, concederían numerosos privilegios a los carreteros puesto que servían a la Corona en momentos de necesidad. Para empezar, gozaban los carreteros de libertad de movimientos por todo el Reino y sus bueyes podían pastar y beber en los terrenos por los que pasaban siempre y cuando respetasen los prados de guadaña, las viñas, los panes (tierras de cereal), los huertos y olivares y las dehesas. También podían cortar madera para reparar las carretas y hacer fuego para calentarse y cocinar sin ser penados por ello. Los bueyes que llevasen sueltos para realizar los cambios con los otros de la carreta, quedaban exentos de pagar montazgo y portazgo siempre y cuando se llevase un sólo buey suelto por cada carreta. Estaban los jóvenes carreteros exentos de realizar servicios en la milicia puesto que su actividad era esencial para el abastecimiento de las tropas y de la Corona en caso de necesidad, por lo que ya prestaban suficientemente ducho servicio.
Los carreteros de Gredos, ya estaban plenamente organizados y durante los siglos XVI y XVII poco a poco irían cobrando importancia. No eran simples ganaderos que con una carreta se dedicaban a realizar modestos viajes, sino que se convirtieron en auténticos "empresarios del transporte". Así en 1708 encontramos que en Navarredonda y Barajas había 480 carretas y Hoyos del Espino 140. En total sumaban el 60% de las alrededor de 1000 carretas de todos los pueblos del Sexmo que se repartían entre un total de 350 carreteros. Los más poderosos eran los de Navarredonda y Barajas, donde figuraban censados 91 carreteros con una media de casi 5 carretas (15 bueyes) por carretero.
Unos años más tarde, en el Catastro de Ensenada, se dice que en Navarredonda-Barajas había 347 carretas tiradas por 984 bueyes y vacas. Los carreteros poseían desde media carreta el que menos (por lo tanto sólo tenía 1 buey) y 22 carretas el que más.
En 1787, la Corana demanda carretas para conducir 40.000 fanegas de trigo a Sevilla. Los carreteros de Gredos aportaron 600 carretas repartidas de la siguiente forma:
- Navarredonda-Barajas: 188 carretas.
- Hoyos del Espino: 123 carretas.
- San Martín del Pimpollar: 95 carretas.
- Garganta del Villar: 80 carretas..
- San Martín de la Vega del Alberche: 115 carretas.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, España atravesaba una gran crisis económica y social que se agravaría con la Guerra de la Independencia. Los carreteros, que a la vez eran ganaderos y agricultores, consiguieron ir subsistiendo con la venta directa de lo que producían. Un cultivo al que durante varios siglos no se había dado gran importancia, fue la verdadera solución: la patata. Los pueblos de Gredos, eran idóneos para su cultivo. Los carreteros dedicaban ahora parte de la tierra al cultivo de patatas y al cosecharlas, partían con los carros camino de las ciudades para venderlas. Había poco que comer y las patatas comenzaron a ser muy demandadas. Contaba tío Julio Chamorro que había oído decir a sus abuelos, que a comienzos del siglo XIX, mucha gente se vio obligada a alimentarse incluso de hierbas y de raíces y que hasta la implantación definitiva del cultivo de la patata, mucha gente pasó verdadera hambre.
En 1836, la Real Cabaña de Carreteros desapareció al abolirse sus privilegios. Sin los privilegios y ante la crisis económica de la nación, la actividad carretera era imposible realizarse como hasta ese momento.
Pero los carreteros eran expertos ganaderos. Si no podían dedicarse al transporte, se dedicarían a la crianza de ganado. En las tierras cerealistas de las Mesetas, seguían necesitando yuntas de bueyes para la labranza por lo que todo ternero nacido, salvo los mejores que se reservaban como futuros sementales, se destinaban a la venta como novillos ya castrados y a medio domar para ser empleados como bueyes. Las terneras, a excepción de las destinadas a sustituir a las vacas viejas, se vendían muy pronto para carne, proporcionando la denominada TERNERA BLANCA DE CASTILLA que era la categoría comercial cárnica más afamada del mercado español y que con el paso del tiempo daría lugar a la CARNE DE ÁVILA, primera IGP de carne fresca de Europa.
Pero ¿Desaparecieron los bueyes de Gredos? Era poco rentable para el pequeño ganadero y labrador mantener animales de 1 tonelada de peso y que no daban rendimiento productivo apenas. Además comían muchísimo por lo que poco a poco fueron desapareciendo y se sustituyeron por vacas que, casi hasta nuestros días, han sido utilizadas de manera habitual para trabajar en la Sierra de Gredos.
He tenido la oportunidad de conversar con algunos viejos ganaderos de Gredos que me han contado numerosas historias propias y de sus antepasados sobre el mundo carretero. Hablo a continuación de algunos de ellos y cuento historias que me contaron.
Tío Julio Chamorro González (1904 - 2010), natural de Hoyos del Espino, se encargó de subir con su padre materiales para la construcción de los refugios de la Sierra. Él y su padre empedraron el camino de las Escaleruelas desde la Plataforma para poder subir con el carro hasta el Refugio del Rey y posteriormente, ya en la posguerra, él se encargó de subir los materiales para construir el Refugio del Club Alpino. También me contaba que en plena Guerra Civil Española, fue a Talavera a llevar carros de patatas con su yunta.
Tío Julio recordaba como a comienzos del siglo XX no había carreteras en Gredos y el transporte de mercancías tenía que hacerse necesariamente con caballerías y carros. Él mismo llevó durante años el correo desde Hoyos del Espino a Navacepeda de Tormes a pie porque no había carretera. Recordaba también ir hasta El Barco con el carro cargado de patatas y regresar con todo lo que en el pueblo no se podía producir.
Me contaba tío Julio lo siguiente:
Aunque antiguamente hubo más yuntas y carros en Navarredonda y Barajas, en el siglo XIX y principios del XX, ya había más aquí. Por eso dice el refrán: Navarredonda la rica, Barajas la bien nombrada y en Hoyos del Espino de carreteros la fama.
Maxi Rollán, natural de San Martín de la Vega del Alberche o "La Vega" como se dice en estas serranías, es conocido y querido en toda la Sierra. Es un hombre alegre y dicharachero al que le encanta contar historias de sus años como trashumante. Miembro del selecto grupo de "Los Vaqueros de la R", que servían en la mítica ganadería del Tío Regino Hernández del pueblo de La Herguijuela, propietario de las mejores vacas Avileñas de la historia. Mucho sabe de trashumancias, cordeles y carros. En "La Vega", su yunta fue una de las últimas que hubo. Maxi me ha contado lo siguiente:
Las yuntas eran necesarias para todo tipo de trabajos. Aún cuando ya existían maquinarias modernas, no siempre había dinero para comprarlas y teníamos que utilizar las vacas y los carros. Para arar los huertos, los teníamos que arar también con las vacas. Al final, ya manteníamos las yuntas ya por capricho y porque nos gustaba tenerlas y acordarnos de lo que habíamos hecho siempre. Las últimas vacas que yo tuve domadas eran una negra y otra bardina. Siempre hubo vacas bardinas en estas sierras. Yo las recuerdo de siempre.
Tío Manuel Yuste, natural de Barajas, también me contó muchísimas historias de su padre y sobre todo de su abuelo Felipe, que fue uno de los últimos carreteros de largo recorrido de la Sierra de Gredos que bajaron con sus carros por la calzada romana del Puerto del Pico. Él mismo bajó con carros, pero ya por la actual carretera camino de la zona de Candeleda e incluso hasta Villanueva de la Vera para vender patatas y subir aceite. En el corral su casa de Barajas, maravilloso ejemplo de la arquitectura serrana, pasé muy buenos ratos escuchando sus explicaciones. Era sin duda un gran sabio, uno de esos viejos de antes que sabían contar muy bien sus vivencias y que disfrutaban haciéndolo. Hombre de educación exquisita y de gran religiosidad, fue uno de los primeros en felicitarme cuando publiqué mi primer libro, que leyó con gran interés.
Me contaba tío Manolo:
Antes había yuntas en todas las casas. Para todos los trabajos se usaban las vacas. Yo ya no he conocido los bueyes. Se tenían vacas porque además de trabajar criaban. Mi abuelo fue de los últimos en bajar el Puerto con la yunta. Mi padre y yo ya bajábamos por la carretera que hay hoy. Yo bajé muchos carros con patatas a toda esta parte de Candeleda y de La Vera. Y para recoger el heno, pues también con los carros y las vacas. Antes no era como ahora. Hoy se recoge el heno sin tocarlo ni siquiera con tantas maquinarias como hay, pero entonces todo a mano. Segar con la guadaña, mover el heno con el calor para que se secase bien, recogerlo en el carro y traerlo a casa para guardarlo en los doblaos de las casillas para echárselo a las vacas cuando no había nada para comer fuera. Y no era como hoy que se dejan las vacas en los prados y se las echa allí. Se las ataba en las casillas y se las echaba el heno a pesebre y claro, había que sacarlas para que bebieran y limpiar las casillas. Un trabajo enorme pero no conocíamos otra manera de hacerlo. Así lo hizo mi abuelo y luego mi padre, y así lo hice yo desde pequeño. Ahora ya no tiene nada que ver. Mi hijo ya lo hace todo con máquinas y es la vida más cómoda y eso me gusta. Da pena a veces que se pierda lo de antes, pero en un sentido hay que avanzar en la vida.
Llegaron algunas yuntas a trabajar en pleno siglo XXI. En 2007 conocimos mi padre y yo a Jesús Marina Jiménez y a su hermana Felicitación, de Navecepeda de Tormes. Vaqueros y cabreros, seguían trabajando con su yunta de vacas pese a tener tractor. Algunas fincas eran inaccesibles para la maquinaria moderna y no quedaba más remedio que hacer los trabajos con la yunta. Lamentablemente, y por motivos sanitarios que tanto han afectado a las ganaderías de Gredos en los últimos años, tuvieron que vender la yunta, pero a día de hoy continúan trabajando la tierra con una yunta de burras. Con Jesús y Feli, mi familia y yo tenemos más que una simple amistad pues nos consideramos realmente como de familia.
¿Las vacas y los bueyes de trabajo han desaparecido ya de Gredos? ¿Ya no resuenan las voces del carretero ni se hierran los bueyes en los potros que hay en todos los pueblos? Pues afortunadamente, AQUÍ SIGUEN.
Repartidos por diversos pueblos de la geografía abulense y especialmente en Navarredonda y Barajas, aún quedan jóvenes y entusiastas ganaderos y ganaderas que se esfuerzan por mantener viva esta tradición y que no desaparezca. La Asociación Real Cabaña de Carreteros de Gredos, lleva casi una década organizando y participando en numerosas fiestas y manifestaciones folklóricas para dar a conocer esta forma de vida que merece ser recordada a todo el mundo. Mantienen excelentes yuntas de bueyes y vacas que realizan todo tipo de trabajos y que cuando van a algún pueblo congregan a grandes multitudes de curiosos.
Actividades como la recogida del heno con el carro bajo la atenta supervisión de tío Manolo Yuste, la trilla en los distintos pueblos de Gredos, la subida anual del Puerto del Pico desde la localidad de Villarejo del Valle hasta Barajas, el traslado desde el pinar de Navarredonda del "mayo", la ruta carreteril de Santa Teresa desde Ávila a Alba de Tormes, que congregó a numerosos curiosos, el recorrido en carro por Ávila con motivo de la bendición de los animales el día de San Antón, la participación en diversas festividades y romerías a lo largo y ancho de Castilla, la demostración de arrastre de madera en la Feria de Candeleda, y un sinfín más de actividades.
Ambas asociaciones luchan para que no se pierdan estas tradiciones y sean conocidas por todo el mundo y a la vez se preocupan de conservar las razas bovinas autóctonas de sus respectivas zonas para que los bueyes de antaño puedan seguir viéndose hoy.
Los Carreteros de Gredos siempre están dispuestos a investigar e idear nuevas actividades y por descabellado que parezca algo, con su gran tesón y con sus maravillosos animales, logran conseguirlo sea como sea. Su máxima es la de los antiguos carreteros: "Donde la yunta pone las manos, el carro sube". Si las vacas o los bueyes consiguen apoyar las patas delanteras o manos en un punto, sacarán la fuerza suficiente para subir el carro, a veces, a lugares que parecen imposibles.
Hace unos años mi padre y yo comentamos con los ganaderos y carreteros Juan Manuel Yuste Apausa y su esposa Isabel López Arrabé que había que grabar y fotografiar a una yunta de vacas bociblancas arando, para inmortalizar así una milenaria imagen de nuestra sierra. Aunque tenían una preciosa yunta de estas vacas, no estaban muy bien domadas, pero un día nos llamaron y nos dijeron: Venid para arriba, que ya está la yunta lista. Y una bonita tarde de primavera, después de comer unos magníficos platos cocinados por Isabel en la magnífica casona familiar de los Yuste y de hacer una visita obligada a su gallinero para admirar sus gallinas y gallos, grabamos y fotografiamos a la yunta arando en una huerta del pueblo. Ese mismo día por la mañana, habíamos grabado a Jesús Marina Jiménez, arando con su yunta de burras zamoranas en Navacepeda de Tormes.
Las tradiciones en Gredos, nunca mueren. Hay gente mayor que se ha preocupado de mantenerlas hasta el último momento. Ahora, jóvenes y entusiastas ganaderos, trabajan por seguir con ese proyecto y cada año, algún ganadero más se anima a domar una yunta, tarea que requiere numerosas horas de trabajo pero que hacen con gran alegría e ilusión.
Quiero dedicar estas líneas de hoy a todos los miembros de la REAL CABAÑA DE CARRETEROS DE GREDOS por la gran labor que están realizando. Son ganaderos trashumantes y sacrifican parte de su escasísimo tiempo libre en domar y mantener estos bueyes y vacas para que todos podamos disfrutar de estas maravillosas y milenarias tradiciones de nuestra sierra. Mención especial merecen Juan Manuel Yuste, Diego Torres y Santiago JIménez, propietarios de los bueyes y vacas utilizados en todas las actividades Mantener estos animales no es precisamente barato. Un buey puede superar la tonelada de peso y un animal así come mucho.
Y a todos esos miembros que, aunque no se les vea muchas veces, están ahí siempre dispuestos a trabajar para que todas las actividades puedan realizarse satisfactoriamente.
Quiero agradecer a Juanma Yuste y a Isabel López, ganaderos y carreteros de Barajas, su gran colaboración a la hora de facilitarme fotografías, datos e ideas para mis artículos, tanto ahora en EL CUADERNO DE SILVESTRE como anteriormente en los artículos de Facebook. Desde que comencé con este proyecto de dar a conocer nuestras tradiciones, Isabel y Juanma han sido dos de las personas que más se han implicado en ayudarme y les estoy profundamente agradecido.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.
* NOTA.
Como bibliografía consultada para este artículo, os citaré el libro ARRIEROS Y CARRETEROS POR LOS VIEJOS CAMINOS DE CASTILLA Y LEÓN. Javier Palomar y Marisa Merino. Ediciones La Horaca.
Si sois aficionados a la cultura tradicional, no os puede faltar esta maravilla de libro. Os lo recomiendo.
Pasada de reportaje. Interesantísima.
ResponderEliminarInteresantísimo. Tengo que volver a releerlo. Soy hijo de Mariano Arribas Moreno natural de Barajas de la Sierra.
ResponderEliminarResido en Madrid pero tengo que visitar esas tierras que en cuatro ocasiones lo visité pero con otra mirada a como ahora lo veré.
Super interesante. No sabía de su existencia. Solo conocía la de Soria. Esto debería darse a conocer mucho más,algo tan bonito no se puede perder. Muy bien contado!! . Carmen Lorenzo desde Madrid y forastera asidua de la Vera.
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