jueves, 26 de enero de 2023

LOBOS, GANADEROS Y MASTINES

El lobo es uno de las especies más emblemáticas de la fauna ibérica, europea e incluso mundial. Pocas animales están rodeados de ese halo de misterio debido a la multitud de mitos, leyendas, historias... generadas por su convivencia con el ser humano durante miles de años al haber sido ambos, competidores por el hábitat y la comida.
En el medio urbano se tiene sobre el lobo una visión muy distinta a la que se tiene de él en el medio rural puesto que, mientras en el primero se ha perdido la milenaria relación entre las dos especies, en el segundo se sigue conviviendo estrechamente con él y entre ese binomio lobo-hombre o mejor dicho lobo-ganadero, aparece un tercer elemento clave para dar lugar a un triángulo inseparable: lobo-ganadero-mastín.

Lobos, ganaderos y mastines.

El lobo (Canis lupus) es un mamífero perteneciente al orden de los carnívoros y a la familia de los cánidos. 
De tamaño medio, mide entre 100 y 150 cm de longitud más 30-50 cm de la cola y pudiendo superar los 60 kilogramos de peso en el caso de los grandes machos, habitaba en un amplísimo territorio que comprendía toda Europa, gran parte de Asia y América del Norte, área que a lo largo de los últimos siglos se ha reducido considerablemente debido a diversos factores como la alteración de su hábitat, la disminución de presas naturales y la caza abusiva.

Lobo
(c) Leticia Pato Martín.

En la Península Ibérica contamos con una subespecie propia, el Canis lupus signatus, denominado así por presentar un pelaje pardo grisáceo con unas líneas negras características en la parte anterior de las patas. 
Habitaba prácticamente en todo el territorio peninsular hasta principios del siglo XX, evitando las áreas densamente pobladas y aquellas que no reunían las condiciones idóneas para habitar aunque se trata de una especie muy adaptable.

Lobo Ibérico.
(c) Leticia Pato Martín.

Poco a poco, su área de distribución fue disminuyendo debido a diversos factores y, a finales del siglo XX, ocupaba solamente el cuadrante noroccidental de la Península: norte de Portugal, Galicia, Asturias, Cantabria y norte de Castilla y León, con algunas poblaciones muy reducidas al sur del río Duero. La máxima densidad poblacional se alcanzaba en la zamorana Sierra de la Culebra.

La Cordillera Cantábrica es refugio de lobos y osos.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

Precisamente el gran río citado dividía al las poblaciones loberas en dos categorías muy diferentes. Hacia el sur, estaba totalmente protegido dado que sus poblaciones formaban núcleos semiagotados que corrían el peligro de desaparecer, mientras que hacia el norte, el lobo era considerado especie cinegética ya que era necesario controlar sus poblaciones por tratarse de una región en la que la ganadería extensiva tenía, y tiene actualmente, una gran importancia económica, por lo que para controlar la población de lobos y tratar de evitar los ataques al ganado, se realizaba una caza selectiva y controlada.

Río Duero a su paso por Zamora.
(c) Silvestre de la Calle García.

Paulatinamente, el lobo se fue extendiendo al sur del río Duero. Al principio se trataba de individuos aislados pero poco a poco se fueron formando núcleos estables lo que se ha intensificado en los últimos años cuando el lobo ha pasado a ser especie protegida en toda España. El exceso población del área de distribución citada anteriormente, está generando la expansión continua del lobo hacia el Sur y el Este, al buscar los individuos que no encuentran sitio para vivir, nuevos territorios en los que establecerse y prosperar, lo que está creando graves conflictos con los habitantes del medio rural.

Huella de lobo en Ávila.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

El lobo es un carnívoro estricto que se alimenta de todo tipo de presas desde micromamíferos como ratones y topillos a grandes mamíferos que, en el caso de la península Ibérica son los corzos, gamos, ciervos, jabalíes, cabras monteses, rebecos...
No desprecia la carroña e incluso llega a alimentarse de insectos y frutos cuando no encuentra otra cosa.
Puede cazar pequeñas presas en solitario pero para abatir grandes presas tiene que hacerlo en manadas formadas generalmente por una pareja dominante y varios individuos subadultos. El número de miembros de la manada dependerá de la riqueza de presas del territorio habitado.

El corzo es una presa habitual del lobo.
(c) Miguel Alba Vegas.

Allí donde abundan estos animales salvajes, constituyen la base de su dieta. Esto puede suponer ya un problema con el hombre cuando se trata de zonas en las que la caza constituye una fuente de ingresos importante como ocurre en numerosas reservas de caza y cotos de la mitad septentrional de la Península donde rebecos, ciervos, gamos, corzos, jabalíes o cabras monteses constituyen codiciados trofeos valorados en ocasiones en varios miles de euros como ocurre con los grandes machos de cabra montés que constituyen uno de los trofeos más apreciados del mundo.

Macho montés.
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, el mayor problema son los ataques del lobo al ganado doméstico.
El lobo es un cazador oportunista que aprovecha siempre para cazar aquellas presas que opongan menor resistencia y el ganado doméstico es más fácil de cazar y proporciona más carne que los animales salvajes.
Esto ocasiona graves conflictos pues los ganaderos ven peligrar su medio de vida y el sustento de sus familias.

Raquel Cayón Campuzano.
Ganadera de Ruente (Cantabria).

Ciertas razas de ganado doméstico, especialmente las más primitivas o menos seleccionadas por el hombre y que se crían de forma extensiva viviendo libres durante la mayor parte del año, conservan aún comportamientos propios de los herbívoros salvajes y consiguen defenderse, plantar cara e incluso perseguir y ahuyentar al lobo, pero en ocasiones el carnívoro gana la batalla.

Vacas Tudancas.
(c) Miguel Alba Vegas.

Otras razas más seleccionadas y mejoradas para aumentar su productividad, explotadas generalmente en régimen intensivo o semiextensivo, carecen de defensa ante el lobo y pueden convertirse en presas fáciles como ocurre por ejemplo con las vacas Frisonas.

Vacas Frisona.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Este conflicto entre lobos y ganaderos, es tan antiguo como la propia ganadería. Podríamos decir incluso que los conflictos entre lobos y hombres comenzaron varios miles de años atrás cuando al salir los primeros humanos de África comenzaron a compartir el hábitat y las presas con los lobos.
Miles de años después, algunos de esos lobos fueron domesticados y se convirtieron en los ancestros de todos nuestros perros. 
Utilizados inicialmente como auxiliares en las cacerías, posteriormente pasaron a defender a los animales domésticos del ataque de los depredadores, entre los que se encontraban los mismos lobos.

Lobero cántabro.
Los primeros perros domésticos serían muy similares a estos.
(c) Ganadería Aúrea y Juan Quintial.

Tuvieron los ganaderos que dar un paso más y seleccionar perros de gran tamaño que fueran capaces de defender al ganado de cualquier amenazada, ahuyentar a los depredadores y, si llegaba el caso, enfrentarse a ellos.
Entre estos perros estarían los denominados Molosos que dieron lugar a los actuales Mastines y razas similares.
No vamos a entrar ahora la descripción detallada del Mastín Español, su evolución histórica y su uso a lo largo del tiempo, puesto que ya lo hicimos en una entrada de este mismo blog (ver enlace al final).

Mastín español.
(c) Miguel Alba Vegas.

Nos centraremos en analizar la relación actual entre el lobo y el hombre en el medio rural, hablando también del papel que juega el mastín en esta relación.
Actualmente la ganadería tiene una gran importancia en toda España pero especialmente en la zona norte, en las áreas de montaña y en aquellos terrenos que no son aptos para la agricultura.

Caballos Hispano-Bretones.
(c) Raquel Cayón Campuzano.

En el área de distribución del lobo citada al comienzo de este escrito, el lobo ha estado siempre presente y los ataques al ganado han sido constantes.
Pese a disponer de presas naturales como ciervos, corzos o jabalíes, el lobo atacaba con gran frecuencia al ganado que pastaba en los montes aunque los pastores solían permanecer permanentemente con el ganado y contaban con la ayuda de los mastines.

Mastín y rebaño de ovejas en León.
(c) Jaime González Llamazares.

Con el fin de controlar la población de lobos para tratar de mitigar los ataques, se realizaba una caza selectiva y controlada de la especie que generaba además beneficios para la población local. 
Incluso la presencia del lobo atraía a turistas que intentaban verlo en libertad, suponiendo una fuente de ingresos para los establecimientos turísticos de la zona.
La Administración, consciente de que la muerte de cabezas de ganado constituía una grave pérdida para los ganaderos, pagaba indemnizaciones adecuadas y en un plazo razonable.
Con este sistema, todas las partes salían ganando.

Lobo salvaje.
(c) Javier Bernal Corral.

La declaración del lobo como especie protegida, provocó un rápido crecimiento de la población. Una loba reproductora puede traer al mundo entre 5 y 7 crías que permanecerán durante varios meses o algunos años junto a sus padres pero que, al alcanzar la madurez sexual, buscarán nuevos territorios en los que asentarse.
Al carecer prácticamente de enemigos naturales, la población va aumentando poco a poco pero al no disponer de presas naturales, el número de ataques al ganado aumenta también.
Con ello aumenta también el número de solicitudes de indemnización pero ante la grave crisis económica, los pagos se realizan cada vez más tarde lo que pone a los ganaderos en serias dificultades económicas que hacen peligrar la subsistencia de las propias explotaciones.

Vacas Casinas.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Desde Galicia a Cantabria, los ataques del lobo al ganado son cada vez más frecuentes.
Terneros, potros, ovejas, cabras, vacas e incluso mastines que tratan de defender al ganado, son víctimas del ataque del lobo.
Son los animales jóvenes y el ganado menor, las principales víctimas del lobo puesto que tienen menores probabilidades de defenderse, especialmente en el caso de los potros o terneros que cometen el error de alejarse de sus madres pues si estas están cerca, les defenderán.

A la izquierda, restos de un potro atacado por los lobos.
A la derecha, el mismo potro cuando estaba vivo.
(c) Raquel Cayón Campuzano.

También los animales adultos son presa del lobo, en contra de lo que mucha gente cree. Una manada de lobos puede conseguir separar de sus congéneres a una vaca o una yegua debilitadas por cualquier motivo y acosarla hasta terminar con su vida.
En ocasiones, las propias reses corren sin control presas del pánico y terminan sufriendo una caída fatal que da ventaja a los lobos e incluso a veces llegan a despeñarse cundo pastan en zonas abruptas y los lobos no tienen más que aprovechar la circunstancia.

Vaca Tudanca parcialmente devorada por los lobos.
(c) Hermanos Macho Balbás.

Procuran los lobos comer rápidamente y la mayor cantidad de carne posible, pero en ocasiones, los perros les ahuyentan y dejan el animal a medio devorar aunque a veces prácticamente se lo comen entero, lo que dificulta grandemente valorar la causa de la muerte a la hora de indemnizar al ganadero.
En muchas ocasiones, aún admitiendo que los lobos se han alimentado del animal en cuestión, es difícil según los expertos averiguar si ha sido cazado por ellos o se han limitado a alimentarse de un animal muerto por otras causas.

Restos del festín de los lobos.
(c) Hermanos Macho Balbás.

En ocasiones, especialmente cuando el ganado se encuentra recluido en algún pequeño recinto o en una parcela cercada, los lobos matan más animales de los que pueden comer.
Estas famosas lobadas, muy comunes en épocas pasadas, son frecuentes en el caso de los rebaños de ovejas que son, posiblemente, el ganado que menos defensa tiene ante el ataque del lobo.

Rebaño de ovejas.
(c) Miguel Alba Vegas.

Los animales jóvenes como terneros y potros o de pequeño tamaño como las ovejas y cabras, suelen morir cuando son atacados por el lobo aunque en algunos casos logran sobrevivir con grandes heridas que a veces obligan a su sacrificio.
Las vacas y yeguas, muchas veces logran escapar del ataque pero con heridas de consideración y sufriendo un estado de estrés que en muchas ocasiones les lleva a sufrir abortos.
Tras un encuentro con el lobo, el ganado vive en tal estado de alerta, que le impide alimentarse y descansar adecuadamente durante semanas, lo que supone grandes pérdidas para el ganadero.

Vaca Tudanca en estado de alerta.
(c) Miguel Alba Vegas.

El mayor número de ataques, se produce en estas zonas durante la época estival, cuando el ganado pasta en los puertos o pastizales de montaña sin más vigilancia nocturna que la de los perros.
Aunque el ganadero permanezca en el pueblo, no estará tranquilo y tendrá una gran incertidumbre por lo que pueda encontrar en su siguiente subida al monte.

El mastín alimentándose junto a las vacas.
(c) Ganadería Almirante.

Sin embargo, durante el resto del año, también se producen ataques cuando el ganado pasta en las zonas bajas e incluso a escasos metros de los núcleos de población cuando el ganado pasta en prados cercados.
Se han dado casos de ataques a ganado que estaba encerrado en naves abiertas como las ovejas en época de paridera.


Potro matado por los lobos.
Al fondo, el pueblo de Requejo (Cantabria)
(c) Hermanos Macho Balbás.

Es preciso añadir que en el norte de España hay una gran diversidad de razas ganaderas de todas las especies, la mayoría de las cuales están en grave peligro de extinción. Muchas de ellas ven peligrar su supervivencia debido a que no pueden competir con las razas más selectas explotadas en sistemas más intensivos, lo que hace que cada vez más ganaderos las sustituyan por otras razas mientras que los que se resisten a conservarlas, ven cómo sus ganaderías menguan continuamente por el ataque de los lobos.

Cabra del Asón parcialmente devorada por los lobos.
(c) Adrián Manteca.

En su expansión hacia el este y sur peninsular, los problemas siguen siendo los mismos aunque quizás se agudicen por la menor disponibilidad de presas salvajes, lo que obliga al lobo a alimentarse casi exclusivamente de ganado doméstico.
Además de eso, como durante décadas no ha habido lobos y los mastines son costosos de mantener, los ganaderos han optado por utilizar otros tipos de perros como el Carea Castellano-Manchego que no sirven para defender al ganado del ataque de lobos por no estar seleccionados para tal fin.

Careas Castellano-Manchegos.
(c) Javier Bernal Corral.

El lobo está causando ya estragos en las tierras cerealistas situadas al sur del Duero donde los rebaños de ovejas son sus víctimas más habituales, así como en las dehesas salmantinas donde ni siquiera los cerdos se libran del ataque del lobo.
También en las serranías del Sistema Central cuenta ya con una gran población estable de lobos.
En la vertiente norte de la Sierra de Guadarrama, el lobo mata terneros con gran frecuencia.

Ternero atacado por los lobos en Segovia.
(c) Roberto García Carreño.

Lo mismo ocurre en la provincia de Ávila, donde los lobos llevan ya muchos años causando graves daños tanto a la cabaña ganadera como a las especies cinegéticas. Al igual que en Segovia, los terneros son las principales víctimas de los ataques del lobo.

Ternero atacado por los lobos en Ávila.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

Se tiene constancia ya de la presencia del lobo al sur del Sistema Central en el norte de la provincia de Cáceres, el sur de Ávila, la Comunidad de Madrid y el norte de Castilla-La Mancha.
Hace pocos años, algunos expertos aseguraban que era imposible que el lobo llegase a Extremadura pero parece ser que estaba equivocados.

La vertiente sur de Gredos es ya hábitat del lobo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pese a todo lo dicho anteriormente, en el medio urbano se ven las cosas de manera totalmente diferente, al considerar al lobo como un animal mítico que debe ser conservado a toda costa, proponiéndose todo tipo de medidas aunque sin contemplar en ningún momento la opción de la caza controlada por ser una medida impopular.

Lobo en el zoo de Madrid.
(c) Silvestre de la Calle García.

Una de las medidas aconsejadas, es el mantenimiento de mastines con el ganado en todo momento para facilitar su protección. Ciertamente, es una buena medida pero también tiene sus inconvenientes como ahora veremos.
Los mastines son perros costosos de mantener y no todos los ganaderos pueden permitirse tener un número adecuado para defender eficazmente al rebaño.
Los antiguos pastores consideraban que en zonas con alta densidad lobera, se debía mantener al menos un mastín por cada 150 ó 200 ovejas, siendo preferibles las perras a los perros para evitar el vagabundeo de estos últimos. 
Por lo tanto un rebaño de 600-800 ovejas, deberá contar como mínimo con 3 ó 4 mastines que deben ser vacunados y desparasitados regularmente y alimentados todos los días. Son perros de gran tamaño y por lo tanto, comen bastante.

Mastines junto al rebaño.
(c) Fred Río.

Si el ganado pasta en parcelas cercadas, el mastín permanecerá dentro de la finca sin apartarse del ganado.
Estos perros nobles, dóciles y sumamente inteligentes, son conscientes de su enorme poder y fortaleza por lo que primero avisan con su potente ladrido al posible agresor, sea animal o persona, sin atacar directamente salvo que consideren que el ganado está en peligro.

Mastín con cabras en una finca cercada.
(c) Óscar Martín.

El problema viene cuando el mastín cuida al ganado en terrenos cruzados por caminos públicos utilizados por senderistas y ciclistas.
En los terrenos abiertos, el ganadero suele estar con el ganado y las personas que pasen por allí, deberán obedecer en todo momento sus instrucciones pues el mastín puede consideran a los extraños como una amenaza, siendo especialmente peligroso acercarse a los rebaños acompañado de perros sueltos.

Mastines con las ovejas.
Al fondo, Tabuyo del Monte (León)
(c) Fred Río.

En otras ocasiones, el ganado pasta en montes de utilidad pública, a menudo debidamente cercados, donde el ganado permanece suelto sin más vigilancia que la de los mastines.
En estos terrenos se suelen colocar paneles informativos para que las personas que transiten por los caminos, sepan lo que deben hacer ante la presencia de mastines, como por ejemplo no acercarse al ganado, no acariciar a los mastines ni darles de comer, permanecer tranquilos si el perro se acerca ladrando, evitar llevar perros y si se llevan mantenerlos atados y controlados, no correr ni dar voces....
A veces estas recomendaciones son consideradas un "abuso" por parte de gente ajena al medio rural y surgen graves incidentes. 

Mastín con rebaño de cabras en una pista forestal.
(c) Silvestre de la Calle García.

Debemos tener en cuenta que los mastines son perros ganaderos y no perros de compañía o mascotas, debiendo estar sueltos junto al ganado para poder defenderlo de los lobos o de cualquier otra amenaza.
Si el pastor los llevase atados como pretenden algunas personas, no servirían para nada.
En el mismo estado permanecen durante la noche en las cercanías de las naves, majadas o lugares donde duerme el ganado.
La ausencia del ganadero, no significa que el perro esté abandonado.

Mastín al anochecer.
(c) Óscar Martín.

Muchos proponen que el ganadero debe permanecer cerca del ganado pero es imposible en el caso del ganado extensivo, especialmente si pasta en zonas abiertas y lejos de las poblaciones humanas, que el ganadero permanezca las 24 horas allí.
En una sociedad en la que se habla tanto de la conciliación laboral y familiar, esto requiere poca explicación.
No podemos pretender que los ganaderos de hoy vivan como hace 100 años y pasen la noche en chozos o chozuelos alejados de la civilización. Aunque sea en modernas tiendas de campaña, esto no es vida.

Chozuelo o mampara.
Refugio utilizado por los pastores para dormir junto al rebaño.
(c) Silvestre de la Calle García.

Finalmente, se propone la reclusión nocturna del ganado en naves debidamente cerradas en las que el ganado esté totalmente a salvo del ataque del lobo.
Esto, en la mayoría de los casos no es posible tanto por resultar muy costosa la construcción de una nave como por permanecer el ganado a veces en lugares situados a gran distancia de las naves, lo que hace imposible un desplazamiento tan largo que sería sumamente fatigoso y contraproducente para el ganado.

Vaca Pirenaica en la montaña.
(c) Leire Amundarain Ganadutegia.

Posiblemente, la solución más sencilla y satisfactoria para todos sea recurrir a una moderna tendencia conocida como "rewilding" que traducido al castellano vendría a significar "reasalvajamiento". 
Consiste esta medida en señalar grandes áreas en las que la intervención humana ha sido o es mínima y devolverles el aspecto que debieron tener en épocas pasadas pues querámoslo o no, nuestra especie rompió en muchos casos el equilibro natural entre el lobo y sus presas y precisamente de ahí surgieron los problemas.

Ciervo en una zona de matorral.
(c) Miguel Alba Vegas.

Debemos tener en cuenta que esto sólo puede llevarse a cabo en zonas muy concretas y sin actividad humana puesto que no podemos eliminar después de miles de años al ganado doméstico que es la base de miles de familias en nuestro país y está claro que si en un terreno conviven lobos y reses domésticas, aunque haya presas salvajes, siempre habrá ataques al ganado y esto se ve muy bien en los parques nacionales y reservas de caza del norte de España.

La vaca Casina lleva siglos viviendo entre lobos.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Hay que elegir por lo tanto zonas en las que no haya ganado, que cuenten con condiciones adecuadas para que viva el lobo y en las que haya presas suficientes que, de no ser así, puedan ser reintroducidas desde especies que aún habitan en nuestro suelo como los corzos, los ciervos, jabalíes, gamos....a otras ya desaparecidas y/o "reconstruidas" como los bisontes europeos, "neouros" (reconstrucción de un bovino primitivo) o caballos salvajes.
En estos terrenos, los lobos podrían vivir en paz sin ser perseguidos por el hombre, limitándose para ello toda intervención humana que pudiera incidir negativamente en la vida del animal.

Bisontes europeos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Uno de esos espacios podría ser el Parque Nacional de Doñana que con sus 54.251 hectáreas más las 68.236 hectáreas del Parque Natural de Doñana, conforman un espacio de 122.487 hectáreas con una inmensa riqueza natural y que sería un hábitat idóneo para el lobo ibérico al contar con terrenos prácticamente vírgenes y con gran riqueza en presas naturales.
 
Parque Nacional de Doñana (Huelva).
(c) Silvestre de la Calle García.

Esta medida, daría sin embargo lugar a varias preguntas: ¿y los lobos que no vivan en esas áreas protegidas? ¿serían exterminados?
La respuesta es un rotundo, no.
La clave está en recuperar el sistema llevado a cabo durante décadas en el noroeste peninsular donde lobos, ganaderos y mastines llevaron una convivencia más o menos pacífica. Ya hemos descrito este sistema anteriormente por lo que no es necesario volver a hablar de ello sino simplemente decir que en lugar de realizarlo en el área descrita, se llevase a cabo en todos aquellos lugares donde paulatinamente el lobo se vaya estableciendo.

Lobo ibérico.
(c) Javier Bernal Corral.

A MODO DE EPÍLOGO.
No queremos que el lector piense que desde EL CUADERNO DE SILVESTRE se pretende acabar con el lobo. Nada más lejos de la realidad.
Con esta entrada o artículo, lo que pretendemos es dar a conocer al lector, especialmente al que no está familiarizado con el tema, la relación real que hay en el medio rural entre el hombre y la fauna salvaje.
Todos los animales deben ser respetados pero se debe conjugar su supervivencia con la de los habitantes del medio rural pues la agricultura y la ganadería son la base de todo sistema productivo.

Vacas en un prado en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Es cierto que la Naturaleza cuenta, o mejor dicho contaba, con mecanismos para regular las poblaciones de todas las especies vivientes de forma que existiese un equilibro pero, por desgracia, esos mecanismos fueron alterados cuando nuestra especie pasó de ser un mono que habitaba en las sabanas africanas donde tenía que preocuparse de encontrar comida y de no ser devorado por leones y leopardos, a convertirse en la especie dominante del Planeta.
Rompimos el equilibro y ya no vale lamentarse sino que hay que aprender a gestionar adecuadamente los recursos que tenemos y a controlar la población de ciertas especies entre las que se encuentra el lobo además de otros animales como el jabalí, el corzo, el zorro o las mismísimas palomas que llenan nuestros pueblos y ciudades.

Lobo.
(c) Javier Bernal Corral.

Nota final del autor.
Recomendamos a los lectores leer la entrada de este mismo blog dedicada al mastín español, donde además de hablar de las características de esta emblemática raza canina, se describen su origen e historia y su utilidad, incluyendo además testimonios de viejos ganaderos que, durante décadas convivieron con el lobo.
Puede accederse a toda esta información pinchando en el siguiente enlace:


Fdo: Silvestre de la Calle García.

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