EL MULO

El mulo es el resultado del cruzamiento entre el burro y la yegua. Se suele decir que del cruce entre un caballo y una burra nace también un mulo pero esto sólo es cierto “a medias”. 
Al animal que nace de este segundo cruce se le conoce técnicamente como burdégano. Sin embargo, en los medios ganaderos es común referirse a ambos como mulos, añadiendo para diferenciarlos las palabras yeguato o burreño según la especie materna. En este artículo, utilizaremos también estas designaciones.

Mulo en un prado.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Silvestre de la Calle García.

El mulo es un animal con características intermedias entre asnos/burros y caballos. De los primeros hereda la inteligencia, la sobriedad y el paso firme y seguro mientras que de los segundos hereda la fortaleza.
Tanto el mulo yeguato como el burreño se parecen externamente al padre mientras que el sistema esquelético es más parecido al de la madre, por lo que, generalmente, los primeros son más grandes y de formas más estilizadas que los segundos que suelen ser pequeños y de formas recogidas, motivo por el que también son llamados “mulos romos”.
El temperamento de los mulos varía también según el tipo. Los mulos yeguatos son más dóciles y manejables que los burreños, especialmente en el caso de las hembras.
 
Mulo en El Gasco, Nuñomoral (Cáceres).
(c) Silvestre de la Calle García.

Salvo en determinadas regiones secas donde la cría de yeguas presenta más dificultades, los mulos yeguatos son más abundantes que los burreños por varias razones.
En primer lugar, es más fácil que los burros, dado su gran ardor genésico cubran a las yeguas, siendo la gestación de unos 11 meses.
Los caballos muestran más reparos al cubrir a las burras y la gestación de éstas dura algo más de un año.
Como ya se dijo, los mulos yeguatos son más grandes, fuertes y fáciles de domar que los burreños aunque estos son extremadamente sobrios y resistentes.
 
Los Burros no muestran reparos en cubrir a las yeguas.
A diferencia de los caballos, no necesitan "ser enseñados" a montar yeguas.
(c) Isidro Pérez.

No obstante, y pese a todas las diferencias descritas, los mulos de uno u otro tipo son excelentes animales de trabajo, carga y montura.
Son particularmente resistentes al calor y a la sequía, pero se adaptan igualmente a climas fríos y lluviosos.
Se alimentan con forrajes groseros, son muy resistentes a las enfermedades y son extraordinariamente ágiles e inteligentes.

Mulo pastando entre la nieve.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

Los mulos son animales estériles por su naturaleza híbrida. Mientras que los caballos tienen 62 cromosomas y los burros 64, los mulos tienen 63 por lo que al no ser cromosomas pares, no se puede realizar la división correctamente. Sin embargo, existen excepciones. Mientras que los mulos machos son siempre estériles, las hembras pueden llegar a producir óvulos que, en la mayoría de los casos son inviables pero que, en rarísimos casos, pueden ser fértiles. Si durante uno de esos celos en los que se ha generado un óvulo fértil la mula es cubierta, puede quedar preñada. La gestación no suele llegar a término y si termina con éxito, la cría será débil y enfermiza por lo general aunque en ocasiones estos “trihíbridos” logran sobrevivir. 
Es más fácil que esto ocurra cuando la mula es cubierta por la especie a la que pertenezca su padre. Como decimos esto es sumamente raro.
 
Yegua con una muleta.
(c) Isidro Pérez.

Al ser un animal híbrido, no podemos hablar de razas de mulos. Sí podemos hablar de "tipos" en función de su formato, peso y capacidad de tiro, clasificándolos en ligeros, semiligeros, semipesados y pesados.
Ya hemos dicho que tanto en el caso del yeguato como del burreño, el aspecto exterior recuerda al del padre pero el esqueleto es de la madre.
Si se quieren obtener animales grandes y adecuados para el trabajo, tanto el padre como la madre deberán ser de buen tamaño.

Por ejemplo, en España, un buen mulo yeguato será el obtenido a partir de una yegua Hispano-Bretona y otras razas derivadas de la Bretona y un garañón de nuestras razas asnales de gran alzada como la Catalana, la Zamorano-Leonesa, la Andaluza o la Balear.

Yeguas Hispano-Bretonas entre las que se puede ver una muleta.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Para obtener un buen mulo burreño, deberemos buscar una burra de gran alzada como las de las grandes razas españolas y un caballo de buena alzada y fortaleza aunque difícilmente podremos usar un semental Hispano-Bretón por ser normalmente muy grandes.

Burra de tipo Andaluz.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Jesús Leal Santos.

No obstante, los mulos se pueden obtener cruzando cualquier raza de caballo y burro que sean de tamaños parecidos.
Excelentes y apreciados fueron siempre los pequeños mulos yeguatos producidos en Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco y Navarra a partir de las yeguas autóctonas elipométricas (de pequeño tamaño) y burros también de escasa alzada y lo mismo ocurría con los mulos burreños, particularmente con los hijos de caballo Losino y burra.

Cualquier yegua o burra, sea pequeña o grande, puede producir un buen mulo si se elige un semental adecuado.

Preciosa burra con su cría.
Hoyos (Cáceres)
(c) Víctor Manuel Carretero.

Pero ¿cómo y cuándo surgió el mulo?
En estado natural, nunca pudieron encontrarse mulos porque los asnos salvajes o asnos verdaderos habitan en estado salvaje en el norte de África y los caballos salvajes (hoy prácticamente extintos) lo hacían en Europa y Asia.
Los primeros mulos fueron producidos posiblemente en Mesopotamia en el II Milenio antes de Cristo. Recientes investigaciones demuestran que hacia el año 2500 a.C. se producía en esta región un animal híbrido entre los burros domésticos y los asnos salvajes asiáticos, también conocidos como onagros o hemiones, que recibía el nombre de “Kunga”
Posiblemente pocos siglos después, y con la idea de obtener animales de mayor tamaño, se comenzaron a cruzar caballos y burros.
 
Burro de pequeño tamaño similar a los salvajes.
Barajas de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Los mulos ya fueron intensamente utilizados por los judíos (los reyes David y Salomón ya tenían mulos hacia el año 1000 a.C.), griegos, romanos y todos los antiguos pueblos del Mediterráneo. Aristóteles, Plinio el Viejo o el gaditano Columela, hablaron en sus obras de las cualidades y grandes utilidades del mulo.
También los musulmanes apreciaron mucho al mulo.

Mulas y yeguas en la Feria de Santiago.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Durante la Edad Media, los mulos proliferaron mucho en España donde eran muy estimados como animales de tiro, carga y montura. Eran especialmente buscados por jinetes no “profesionales” como mujeres, frailes, médicos…
Los monarcas castellanos, temiendo que la producción de mulos pusiese en peligro la cría de caballos para la guerra, comenzaron a dictar leyes en contra de la producción mulatera ya en tiempos de Alfonso X, prohibiciones que continuarían durante los reinados de Enrique III, Enrique IV y los Reyes Católicos. 
No podían ser cubiertas por el garañón  (burro padre) todas aquellas yeguas que estuviesen al sur del río Tajo y se prohibía montar en mula salvo a mujeres y frailes.                                            
Hasta bien entrado el siglo XIX, no se permitiría la libre producción de mulas pese a ser fundamentales para el desarrollo de la actividad agropecuaria y arriera del país.
 
Tratante de ganados inspeccionando dos mulas en la Feria de Santiago.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Se da el caso paradójico de que España exportaba asnos de las razas Zamorano-Leonesa, Balear y Catalana a numerosos países para que mejorasen sus poblaciones asnales para producir mulas de gran formato que luego eran importadas por los ganaderos españoles a precios desorbitados, como ocurría con las celebérrimas mulas poitevinas, obtenidas en la región francesa del Poitou a partir del cruzamiento de las yeguas de raza Poitevin Mulassier y los burros Baudet du Poitou que habían sido mejorados con los burros importados de España.

El burro del Poitou se parece mucho a nuestro burro Zamorano.
Navacepeda de Tormes (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Los mulos han sido intensamente utilizados en España para todo tipo de tareas tanto para el tiro de aperos agrícolas y carruajes como para el transporte de personas y mercancías. 
Famosos eran los arrieros maragatos que partían con sus recuas de mulas desde la zona de Astorga hacia los puertos gallegos para comprar pescado seco y abastecer a toda Castilla y posteriormente también a Madrid. Con el tiempo, todo tipo de productos fueron objeto de comercio para los Maragatos: cacao, azúcar, aceite, jamones....y hasta dinero de la Casa Real.
Las recuas fueron sustituidas por los carromatos tirados por mulas que hasta bien entrado el siglo XIX recorriendo el cuadrante noroccidental de España.
Pero también destacaron arrieros de otras zonas de España que utilizaban principalmente a los mulos como bestia de carga. Es el caso de los arrieros salmantinos de la Sierra de Francia o de La Armuña y los arrieros del Valle del Tiétar abulense.


Arriero cruzando la Garganta Jaranda.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En el campo, los mulos eran preferidos por muchos agricultores ya que son más resistentes que los burros y más sobrios que los caballos. 
Aunque no tienen la tremenda fuerza de tracción que los bueyes, trabajaban mucho más deprisa. Para el tiro de carretas pesadas, no podían sustituir a los bueyes pero sí para el tiro de carruajes destinados al transporte de viajeros.

Ángel de la Calle Vicente trabajando con su mulo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En zonas boscosas de difícil acceso, los mulos fueron siempre muy apreciados para arrastrar los troncos hasta los lugares de carga o los aserraderos.
En las regiones montañosas, eran preferidos a los caballos por su paso firme y cómodo y eran preferidos a los burros por poder cargar el doble de peso. Un buen mulo puede cargar hasta 150 kilos por angostos y empinados caminos de montaña. Fueron por este motivo muy utilizados en campañas bélicas por lo que los ejércitos contaban siempre con mulos en sus secciones de caballería.

Emilio Jiménez García y Ángel de la Calle Vicente cargando tabaco en un caballo y en un mulo respectivamente.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Actualmente, los mulos se utilizan cada vez menos para el trabajo en el campo y al ser animales “improductivos” al no poder reproducirse, su cría ha caído en picado. 
No obstante, el mulo puede “reinventarse” y ser utilizado como animal de montura tanto en instalaciones ecuestres como para la realización de rutas turísticas, especialmente en entornos montañosos.
Pueden ser utilizados también en carreras y en deportes como el arrastre.
En zonas de difícil acceso destinadas a aprovechamientos forestales, los mulos siguen jugando un papel muy importante para el arrastre de madera, la saca del corcho o la carga de piezas de caza mayor.
 
Ángel de la Calle Vicente arrastrando madera con su mulo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

Para los aficionados a la ganadería que quieran mantener un equino para montar de vez en cuando, realizar algún pequeño trabajo y mantener las fincas limpias de maleza, el mulo será sin lugar a dudas uno de los mejores animales.

Raúl Jiménez Jiménez a lomos de su mulo en el Camino Real de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Por lo que han colaborado con nosotros durante milenios y por lo que pueden seguir haciendo por nosotros, los mulos se merecen nuestro respeto y reconocimiento.

Monumento a los arrieros en Villarejo del Valle (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

Bibliografía y fuentes consultadas:

- Aparicio Sánchez G. (1960) Zoteccnia especial. Etnología compendiada.
- Janimi Janimi R. El Ganado mular y sus padres. Ministerio de Agricultura.
- Palomar, J. y Merino, M. (2010) Arrieros y carreteros por los viejos caminos de Castilla y León. Ediciones La Horaca.
- Salazar, Z. (1948). Mulos Castellanos y Romos. Ministerio de Agricultura.
- Sánchez Belda, A. (2015) Razas Ganaderas Españolas Equinas. Colección Feagas.
- Yanes García J.E. Razas Asnales Españolas. Ministerio de Agricultura.
- Yanes García J. E. La hibridación asnal. Revista Feagas nº 32.


Comentarios

  1. Ya sabes lo que me encantan estos animales, me ha parecido muy muy interesante. Gracias por la gran labor siempre.

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  2. Maravilloso artículo y excelentísimo trabajo, millones de gracias Silvestre

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