miércoles, 14 de julio de 2021

LAS GALLINAS DE LA ABUELA

La gallina ha sido un animal criado en nuestros pueblos desde tiempos inmemoriales. 
Solemos pensar en vacas, ovejas o cabras cuando hablamos de ganadería, pero las gallinas ocupaban un lugar fundamental en lo que podríamos llamar "ganadería casera", estando generalmente al cuidado de las mujeres de la familia y especialmente de las abuelas que, eran expertas en su crianza.

Pareja de gallinas de raza Pintarazada, variedad Piñana.
(c) Javier Bernal.

Posiblemente, muchos de los que lean esto, recordarán las gallinas de sus abuelas. Unos, las recordarán sueltas por aquellas calles empedradas de nuestros pueblos cuando aún no había coches, mientras que otros las recordarán en el amplio corral de la casa, donde la abuela esparcía el maíz o la cebada mientras las gallinas correteaban para comerlo.
¡Qué bonito era dormir en casa de la abuela y oír al gallo cantar por las mañanas! Y aquella imagen de la gallina con sus pequeños pollitos....

Gallo y gallinas en las calles de un pueblecito castellano.
(c) Alexis Hernández Llorente.

La principal "misión" de las gallinas era abastecer de huevos a la familia, tanto para el consumo como para su venta si sobraban. Muchas familias, tenían más gallinas de las que realmente necesitaban precisamente para disponer de huevos con destino a la venta, lo cual constituía un importante complemento para la economía familiar.

Cesta de huevos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Cada año, se criaban nuevas gallinas en la propia casa para sustituir a las viejas. En primavera, cuando alguna gallina "encluecaba" se la preparaba un nidal confortable en algún rincón o cajón donde no fuese molestada por las demás, y se colocaban 10 ó 12 huevos para que los incubase. 
Al cabo de 21 días nacían los pollitos. Se les solía mantener separados unos días junto con su madre del resto de gallinas para que no les picasen.

Gallina con pollitos pintarazados.
(c) Javier Bernal.

Lógicamente, no podía saberse el sexo de los pollitos hasta que nacían o hasta que crecían un poco. Las hembras serían futuras gallinas pero los pollos se engordarían para el consumo, salvo uno que sustituiría al viejo gallo puesto que para criar pollitos era imprescindible tener gallo.

Gallo Castellano. Rey y señor del corral.
(c) Alexis Hernández Llorente.

El pollo o gallo de corral, era una carne exquisita que se consumía sólo en grandes ocasiones. Cebar un pollo era lento y caro porque los animales eran alimentados con productos naturales y sin medicamentos de ningún tipo.
El plato estrella de la cena de Nochebuena era el gallo en salsa y los días de fiesta, la abuela mataba algún pollo y hacía su riquísimo arroz con pollo.

Magnífico gallo Pintarazado. Variedad Zalaría.
(c) Javier Bernal.

Las gallinas antiguas, de razas autóctonas, comenzaban a poner por primera vez en torno a los 6 meses y lo seguían haciendo durante 3 ó 4 años como mínimo aunque en invierno ponían muy poco o dejaban de hacerlo.
Ponían entre 100 y 150 huevos al año, que con un esmerado manejo, podían superar incluso los 200 aunque esto terminaba por restar años de vida al ave.
Las modernas gallinas, comienzan a poner antes y son capaces de poner hasta 300 huevos al año, pero no aguantan en la mayoría de los casos más ciclos de puesta.

Huevos de gallina Pintarazada.
(c) Javier Bernal.

¿Quién no recuerda llegar a casa de la abuela por sorpresa y oír esta frase?
Hijo, ¿Has comido? ¿Te frío unos huevos y unas patatas fritas?
Y con una rapidez que ni el mejor de los chefs de alta cocina, la abuela prepara un plato con dos huevos fritos de sus propias gallinas y utilizando el aceite de oliva virgen extra también producido con las aceitunas de casa. Acompañan a los huevos unas patatas fritas que han sido cultivadas por el abuelo en el huerto.
Por si acaso, la abuela fríe también unos trozos de chorizo o un trozo de tocino.
Y ya para que todo sea perfecto, saca la abuela esa pan de pueblo con copiosa miga para mojarla en la anaranjada yema de los huevos de corral.
Te pegarás la "tupa" pero la abuela, dudando que te hayas quedado satisfecho dirá:
¿Te has quedado bien?

Sin comentarios.
(c) Silvestre de la Calle García.

No sé si os habrá pasado esto que cuento, pero a mí me pasó mil veces con mi abuela Marce y gracias a Dios a día de hoy, me sigue pasando con mi abuela Visita.
Ya se sabe. El que tiene una abuela, tiene un valioso tesoro y, el que tuvo la suerte de crecer con sus dos abuelas, tiene el mayor de los tesoros.
En mi caso, debo en gran medida todo lo que soy a mis abuelas y mucho de lo que puedo escribir en este CUADERNO DE SILVESTRE, es gracias a los conocimientos que me han transmitido ellas.

Abuela Marce.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Terminada su vida útil, las gallinas se destinaban al consumo. Su carne dura y seca daba un sabor magnífico al caldo del cocido.
Hacía la abuela el cocido con los garbanzos, la carne de cabra, el tocino, los rellenos...y por supuesto un buen trozo de gallina para dar sabor a aquel riquísimo caldo con el que luego haría sopas de pan o de fideos con un huevo cocido picado.
La carne de gallina que sobraba, la empleaba la abuela para hacer riquísimas croquetas. Nadie hacía las croquetas de gallina como la abuela, aunque usase su receta.

Sopa de caldo de gallina
(c) Silvestre de la Calle García.

Croquetas de cocido con carne de gallina hechas por mi madre.
Según algunos, las mejores que existen.
(c) Silvestre de la Calle García.

Esto ocurría en casi todos los pueblos de España y gracias a Dios, sigue siendo así en muchos de ellos.
Cada mañana, se oye en nuestros pueblos el canto de los gallos anunciando el nuevo día y las gallinas cacarean cuando ponen sus huevos. 
Son atendidas solícitamente por sus propietarios con gran cariño que día tras día las sacan del gallinero, las echan de comer, recogen los huevos y por las noches las encierran para que no sean atacadas por el zorro u otros animales.


Gallinas Castellanas negras.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

Se siguen criando muchas veces los pollitos, ya sea con gallinas y/o pavas cluecas o con incubadoras artificiales.
Los pollitos que no pueden criarse para vida, se engordan y se consumen en casa.
Y al final de su vida útil, pues las gallinas rinden un último tributo a sus dueños con su carne para dar sabor al caldo del cocido y preparar luego con esa carne exquisitas croquetas y otras recetas.

El ya famoso y magnífico vídeo de Javier Bernal. SONIDOS DEL PUEBLO.

Queridos lectores. Esto, es la vida misma. Por criar gallinas para obtener huevos y carne para el consumo familiar, en los pueblos no somos unos monstruos sin sentimientos como quieren algunos que se nos vea.
Hacemos lo que se lleva haciendo en nuestras familias toda la vida. 
Os pongo el caso de mis abuelos Antonio y Visitación, de 97 y 91 años respectivamente, quienes han tenido gallinas hasta hace apenas unos meses y se han alimentado siempre de los huevos y de la carne de sus gallinas y han llegado a dichas edades sanos y lozanos. 

Las últimas gallinas de mis abuelos.
Verano de 2020.
(c) Silvestre de la Calle García.

Mi abuela Visita, nos cuenta lo siguiente:

"Nos gusta mucho el cocido con un buen cacho de gallina porque da muy bien sabor y echo también tocino, que luego, "estripaíto" en el pan está muy rico.
Los domingos nos gusta comer huevos fritos con patatas fritas y detrás un torrezno de tocino.
Y luego pues muchos días entre semana no sabe una qué hacer para comer o cenar así es que frío unos huevos o un torrezno y con un poco de pan y queso y una fruta y "en paz Perico".(*)
No tenemos colesterol ni cosas de esas. Aquí estamos con más de 90 años y más sanos que muchos que son 20 años más jóvenes.
Siempre hemos tenido gallinas, pero hace unos meses me caí en el gallinero y dije, se acabó. 
Pero buena gana, como los huevos y la carne de gallina de casa, no lo hay.
Yo estoy muy orgullosa porque estar con gallinas hasta los 90 años, no lo hace cualquiera".

Abuela Visita y abuelo Antonio.
91 y 97 años.
Fotografía del 12 de abril de 2021, día en el que cumplieron ¡70 AÑOS DE MATRIMONO!
(c) Silvestre de la Calle Garía.


Ya sabéis queridos amigos. Si tenéis un huertito o un terreno donde podáis tener unas gallinas, no perdáis la oportunidad de hacerlo.
Y a los señores políticos, aunque sé que no leerán esto, me encantaría decirles que no pongan tantas trabas al pequeño ganadero de pueblo que quiera tener para su consumo unas cuantas gallinas, unos conejos, un cerdo y una cabra para obtener huevos, carne y leche para el consumo familiar.

Cabras y gallinas en un huerto en la localidad abulense de Navalonguilla.
(c) Silvestre de la Calle García.

Fdo: Silvestre de la Calle García.

Nota:
(*) En paz Perico. Expresión que utiliza mi abuela para decir que algo se puede solucionar rápidamente.

2 comentarios:

  1. maravilloso Silvestre...y me encanta tu última reflexion

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  2. Tal cual...yo he empezado este año a mis 53 años en un pequeño pueblo de Castilla León...Huerta y mis 17 gallinas y 5 pollitoa a dia de hoy....no hay nada más saludable

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