EL MACHO CABRÍO
El MACHO CABRÍO cumple una función fundamental en el rebaño pues la rentabilidad del mismo depende de que las cabras se queden preñadas y paran produciendo cabritos y leche para la venta.
Las cabras llaman poderosamente la atención a ganaderos, aficionados a los animales y aficionados a la cultura tradicional pues el ganado caprino forma parte de las raíces de muchos pueblos y familias pero el macho cabrío es aún más llamativo por ese "aire salvaje".
Os animo a leer este interesante artículo.
Macho de raza Verata.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alejandro Torralvo Gutiérrez.
DENOMINACIONES.
En castellano se suele denominar al macho adulto del ganado caprino como MACHO CABRÍO aunque pueden utilizarse otras muchas denominaciones dependiendo de la zona en la que nos encontremos pues, aunque desigualmente, las cabras se encuentran repartidas por toda la Península, Baleares y Canarias.
En muchos lugares se denomina a estos animales simplemente con la palabra MACHO sin utilizar una palabra completamente diferente al femenino como ocurre en la mayoría de los animales domésticos: Toro-vaca, Carnero-oveja, Caballo-yegua...
Relativamente frecuente fue siempre la denominación de CABRÓN, pero hoy en día se utiliza cada vez menos puesto que en el "mundo civilizado" es considerado un insulto, haciendo desaparecer el uso normal de esta palabra tan castiza y ganadera.
En el norte de España es muy común utilizar la palabra CASTRÓN para referirse a estos animales.
Técnicamente hablando, este término debería reservarse exclusivamente para los machos que han sido sometidos a castración.
No obstante, se utiliza el término citado para designar a los machos adultos estén o no enteros.
Muy extendido está el vocablo CHIVO que, si bien en lugares del centro e incluso del sur de la Península se utiliza para designar al cabrito lechal o al ejemplar joven de 4-6 meses, es aplicado al macho cabrío en zonas del norte peninsular como Cantabria.
En Euskera se utilizan términos como AKERRA para designar al macho cabrío que, como veremos más adelante, tienen una gran importancia en el folklore y tradiciones del pueblo vasco.
Otras denominaciones populares en el oriente de la península Ibérica son BUCO, BOQUE, BOC....
Podemos recordar aquí la palabra BUCARDO utilizada para denominar a las cabras monteses autóctonas de los Pirineos y tristemente extinguidas a principios de la presente centuria.
En Catalán, se utiliza la palabra BOC para designar al macho reproductor y CRESTÓ para designar al castrado. En Aragón se utilizan los términos BUCO y CHOTO para denominar a los citados animales.
DE CABRITILLO A MACHO CABRÍO.
Para que sea más fácil la lectura y comprensión, utilizaremos en el presente artículo el término macho cabrío, el cual debe pasar por un largo proceso desde que es un tierno cabritillo hasta que se convierte en el rey y señor del rebaño.
Cabra, macho cabrío y cabrito de raza Guisandera.
Guisando (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.
Todo comienza con el nacimiento del pequeño cabritillo.
Tras cinco meses de preñez o gestación, las cabras paren normalmente 1 ó 2 cabritos aunque no son raros los partos múltiples de 3 e incluso 4 cabritos, dependiendo de la raza, el sistema de manejo aplicado, la raza...
Durante los 2-3 primeros días, el cabrito o cabritos mamarán el calostro de su madre y pasado ese periodo, los hijos de cabras de elevada producción lechera serán criados utilizando máquinas nodrizas mientras que el resto mamarán directamente de la madre durante un periodo variable que oscila entre 30-45 días y 5-6 meses.
Cabra Guisandera amamantando a su cabrito.
Guisando (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.
Cabritos criados con nodriza.
Pascualcobo (Ávila)
(c) Esperanza de la Cruz Caselles.
Durante el periodo de lactancia, a veces incluso nada más nacer, el ganadero ya elegirá los cabritos que recriará como machos reproductores, dejando siempre alguno más de los necesarios por si surge cualquier eventualidad o por si alguno tiene que ser desechado por diversas causas antes de llegar a adulto. Si todos llegan a adultos, siempre se podrá vender a otros criadores o castrar los que sobren.
Esperanza con un cabrito de cabra del Guadarrama.
Pascualcobo (Ávila)
(c) Esperanza de la Cruz Caselles.
A la hora de seleccionar un cabrito como reproductor, el ganadero tendrá en cuenta diversos factores, analizando en primer lugar el árbol genealógico del animal para conocer las producciones de la madre, las abuelas, las bisabuelas...
Especialmente valorados son los cabritos de las cabras más viejas pues eso asegura un buen historial productivo.
La "Piñorra" con 17 años y criando un cabrito macho.
Navacepeda de Tormes (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.
También se valora si el cabrito ha nacido en un parto simple o múltiple y si sus padres también son mellizos pues eso garantiza la futura prolificidad tanto de las cabras que se cubran del macho como la de sus hijas.
Sobre este hecho ha habido grandes discrepancias entre los ganaderos a lo largo del tiempo pues muchos rechazan los partos múltiples por las posibles dificultades y el aumento de trabajo mientras que otros estiman mucho estos partos por aumentar ostensiblemente los beneficios de la explotación.
Cabra Verata con sus dos cabritos recién nacidos.
Robledillo de la Vera (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
En el caso de los cabritos pertenecientes a razas seleccionadas o de aquellas en peligro de extinción que se pretende conservar, se valora mucho, además de sus orígenes, la morfología del animal.
Se escogen cabritos que cumplan a la perfección el prototipo racial.
Cabra del Asón con sus dos cabritillos recién nacidos.
Ramales de la Victoria (Cantabria)
(c) Gaspar Guas Fernández.
Otras veces y, aun teniendo en cuenta todo lo anterior, los cabreros seleccionan cabritos por su pelaje especialmente llamativo. Esto suele hacerse generalmente en pequeños rebaños o en aquellas explotaciones que mantienen cabras cruzadas.
Los cabritos pueden permanecer junto a las cabras adultas y las cabritas sin problema alguno durante las primeras semanas de vida pues no alcanzan la madurez hasta los 5 meses aproximadamente aunque en ocasiones se producen excepciones que pueden ocasionar partos fuera de temporada en el caso de las cabras y partos excesivamente prematuros en el caso de las cabritas, por lo que, siempre que se disponga de espacio, será conveniente separar a los cabritos de las hembras a los 2 ó 3 meses.
Cabrito (izquierda) y cabritas de raza Malagueña.
Portillo de Toledo (Toledo)
(c) Ana García.
Aunque los cabritos son capaces de fecundar a las cabras ya a los 5 meses de edad, no conviene que lo hagan puesto que el mayor desarrollo anatómico y testicular del animal se produce entre los 5 y los 7 meses por lo que es conveniente esperar hasta ese momento e incluso hasta que el animal haya cumplido el año de vida.
Chivo joven.
Talayuela (Cáceres)
(c) Isidro Pérez Jiménez.
Alcanzada la madurez sexual, el joven macho cabrío podrá convivir con los machos adultos siendo ideal que dispongan de un lugar amplio, ya que son animales bastante territoriales y temperamentales que al principio, con el marcar la jerarquía, no dudarán en pegar a los machos más jóvenes.
Al año de vida, ya se considera que el macho cabrío es adulto aunque seguirá creciendo hasta los 4-5 años siempre y cuando sea sometido a un adecuado manejo con buena alimentación y temporadas de descanso entre temporadas de cubrición.
De esta forma llegará a convertirse en el rey y señor del rebaño.
EL MANEJO REPRODUCTIVO.
Las cabras domésticas eran inicialmente "animales poliéstricos de días cortos", lo que significa que entraban en celo en otoño cuando los días comenzaban a acortarse sensiblemente para que de esa forma los partos tuviesen lugar en primavera. Este comportamiento, idéntico a los animales salvajes, aún lo mantienen en buena medida las cabras de climas fríos.
Chivo y cabras de raza Azpigorri.
Zaratamo (Bizkaia)
(c) Ibai Menoyo Aguirre.
Sin embargo, en climas cálidos o templados, las cabras se comportan como "animales poliéstricos permanentes" entrando en gestación en cualquier época del año siempre y cuando estén sometidas a un buen manejo especialmente en lo relativo a la alimentación.
También las cabras de climas fríos pueden comportarse del mismo modo cuando son sometidas a tratamientos hormonales.
Macho y cabra de raza Guisandera.
(c) Fede Jiménez.
Si el macho o machos cabríos permanecen todo el año junto a las cabras, sistema que recibe el nombre de MONTA CONTINUA, el ganadero tendrá que preocuparse de poco pues cuando las cabras salgan en celo, serán cubiertas y parirán 5 meses después.
De esta forma, los partos se producirán durante todo el año aunque tenderán a concentrarse a finales del invierno o principios de la primavera.
Machos y cabras.
Navacepeda de Tormes (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.
Cabra con dos cabritos.
Entrambasaguas (Cantabria)
(c) José Ortiz Pérez.
El sistema citado, fue común en épocas pasadas y en el caso de rebaños muy pequeños destinados a menudo a la producción de leche y cabritos para el consumo familiar. Hoy en día, aún quedan algunos rebaños de este tipo en manos de personas jubiladas o de ganaderos no profesionales, pero tienden a desaparecer.
Pequeño rebaño de cabras.
Navacepeda de Tormes (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.
En la mayoría de las explotaciones de ganado caprino de España, se lleva a cabo actualmente el sistema conocido como MONTA CONTROLADA O DIRIGIDA consistente en mantener a los machos separados de las cabras y juntarlos con ellas en determinadas épocas del año con el fin de conseguir que la paridera o parideras se produzcan en el momento más interesante para el ganadero tanto desde el punto de vista económico coincidiendo con el aumento de demanda en el mercado o con el fin de aprovechar los recursos naturales (pastoreo estante, trasterminancia, trashumancia...)
Machos y cabras en pastoreo.
Casas de Millán (Cáceres)
(c) Dionisio Prieto Cuarto.
El ganadero "echa la cuenta" para saber en qué momento debe juntar a los machos con las cabras.
En función de la producción principal de las cabras (leche o cabritos), el ganadero deberá valorar el momento de mayor demanda y precio del producto, teniendo en cuenta que, salvo las cabras de gran rendimiento que no amamantan sus cabritos y pueden ordeñarse a los 2-3 días de parir, una cabra necesita entre 30 y 45 días para criar y destetar a su cabrito más los 5 meses de gestación o preñez, que también hay que contar en el caso de las lecheras de gran rendimiento.
Por ello, se deberán calcular entre 5 y 6,5 meses para soltar a los machos con las cabras antes del momento de "plena producción" deseado por el ganadero, siendo adecuado sumar 2-3 semanas más para favorecer el "encelamiento" de los machos.
Cabra y chivo.
Entrambasaguas (Cantabria)
(c) José Ortiz Pérez.
Durante los días previos a la temporada de cubrición, el ganadero alimentará convenientemente a los machos para que estén fuertes aunque no excesivamente gordos ya que podrían causar lesiones a las cabras más jóvenes.
Sin embargo, es importante que estén bien alimentados y en buena forma física porque durante la temporada de cubrición, los machos apenas comen.
Machos de raza Florida alimentándose.
Perales del Puerto (Cáceres)
(c) Pablo Alba Gálvez.
Una vez que el macho o machos estén con las cabras, el ganadero no tendrá que hacer mucho más pues conforme las cabras salgan en celo, los machos se encargarán del resto.
Los machos cabríos son animales con gran ardor genésico, quizás más que los sementales del resto de especies ganaderas y dejan pocas hembras "vacías".
Una característica singular durante el periodo de celo, es el penetrable e inconfundible olor que desprenden los machos.
Macho y cabras de raza Payoya.
Gaucín (Málaga).
(c) Juan José Calvente Cózar.
Durante la temporada de cubrición, los machos pasarán el día olisqueando el ambiente y la orina de las cabras, y cuando sientan que una cabra va a salir pronto a celo, no se separarán de ella y si la cabra se aleja o corre, ellos harán lo mismo.
Akerra persiguiendo a una cabra de raza Azpigorri.
Zaratamo (Bizkaia)
(c) Ibai Menoyo Aguirre.
Cuando la cabra empiece a estar verdaderamente receptiva, se quedará quieta y el macho sacará una y otra vez la lengua, dando golpecitos a la cabra que, si no está del todo receptiva, huirá nuevamente del macho continuando las carreras de ambos.
Akerra cortejando.
Zaratamo (Bizkaia).
(c) Ibai Menoyo Aguirre.
Finalmente, la cabra terminará por estar totalmente receptiva y se producirá el apareamiento o monta que, en los caprinos y otros herbívoros, es muy rápido. Esta acción se repetirá varias veces durante el breve periodo en el que la cabra esté receptiva, menos de 24 horas, olvidándose luego el macho de ella y pasando a cortejar a otra cabra.
El apareamiento o monta.
Zaratamo (Bizkaia)
(c) Ibai Menoyo Aguirre.
Estas escenas se repetirán hasta que el macho o machos hayan cubierto a todas las cabras del rebaño que hayan salido en celo puesto que siempre hay un pequeño porcentaje que, por diversas razones no salen en celo.
La ratio de cabras por macho oscila entre 20 y 50 aunque lo ideal es mantener al menos un macho para 25-30 cabras.
Rebaño de cabras de raza Azpigorri.
Orozko (Bizkaia)
(c) Joritz Arbaiza Amundarain.
Cuando se trate de rebaños de cabras manejados de forma extensiva, se soltarán con las cabras tantos machos como sea necesario, siendo conveniente en estos casos reducir la ratio de cabras por macho para asegurar buenos resultados ya que estos animales tienden a pelearse mucho entre sí, "desatendiendo" a las cabras que siempre podrán ser cubiertas por otro macho que no esté implicado en la pelea y aproveche la ocasión.
Machos de raza Malagueña peleando.
Portillo de Toledo (Toledo).
(c) Ana García.
Conviene que el ganadero esté atento a estas peleas por si algún macho sufre alguna herida o accidente y tiene que ser curado en el momento o separado temporalmente para que se recupere, pues si se debilita en exceso no podrá seguir cubriendo a las cabras y puede seguir siendo víctima del ataque de otros machos.
Machos y cabras en el campo.
Portillo de Toledo (Toledo).
(c) Ana García.
Machos acornes o "mochos" de raza Florida.
Casas de Millán (Cáceres)
(c) Dionisio Prieto Cuarto.
Realmente, los machos sin cuernos pelean igual que los cornudos, pero su manejo es más seguro.
En muchos casos, el descornado obedece más al gusto personal del ganadero que a una finalidad meramente práctica habiendo ganaderos a los que les gustan los machos mochos mientras que a otros les recuerdan a borregos y prefieren los cornudos...
En los rebaños de pequeña dimensión, en aquellos manejados de forma intensiva o cuando se trata de razas en las que se quieren llevar a cabo un control exhaustivo de la paternidad de las crías, las cabras son mantenidas en recintos o praderas a los que sólo tiene acceso un único semental realizándose diversos lotes de 20-50 cabras con las que el macho permanecerá durante la temporada.
Al no haber más machos, el riesgo de peleas es absolutamente nulo.
Cabras Azpigorri con un solo macho.
Zaratamo (Bizkaia)
(c) Ibai Menoyo Aguirre.
La temporada de cubrición deberá prolongarse al menos durante 2 meses debido a que las cabras no preñadas y bien alimentadas salen en celo cada 21 días por lo que en dos meses se producirán al menos dos ciclos estrales completos aumentando las posibilidades de que la cabra quede preñada en uno de los dos.
Macho cubriendo una cabra.
(c) Víctor Manuel Carretero.
Macho de raza Payoya.
Almargen (Málaga)
(c) Francisco Racero López.
Cuando no es posible separar al macho de las cabras debido al pequeño tamaño del rebaño, a la falta de instalaciones adecuadas o a otros factores, ha sido común colocar a los machos un mandil de tela, cuero, esparto, lona...atado fuertemente al lomo del animal de forma que, aunque las cabras estén en celo y el macho las monte, no pueda "cogerlas".
A esta arcaica técnica, se le conoce como "enmandilar a los machos".
Macho enmandilado.
Navalosa (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.
Esta técnica presenta ciertos riesgos y desventajas ya que el mandil puede moverse o caerse si no está bien atado y se coloca demasiado apretado y cubriendo toda la barriga del animal, se mojará con la orina y el semen y al echarse sobre él el animal, se le mojará el pelo de la tripa pudiendo sufrir graves infecciones.
No obstante, ganaderos experimentados que conocen a la perfección esta técnica, siguen llevándola a cabo.
Se utilizaban en el pasado también técnicas como colocar una anilla o una caña hueca en el pene del macho pero tales prácticas han caído en desuso.
Rebaño de cabras con macho enmandilado.
Casas del Puerto (Ávila)
(c) Alexis Hernández Llorente.
Machos de raza Verata separados de las cabras.
Candeleda (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle Hidalgo.
El recinto para los machos debe ser amplio para que puedan hacer ejercicio y mantenerse sanos y al mismo tiempo no se peguen entre ellos.
A ser posible, es conveniente que dispongan de una zona techada para protegerse de la lluvia y de un corral o patio en el que tomar el sol y ejercitarse.
Los muros del recinto deben ser sólidos y de bastante altura ya que estos ágiles animales podrían escapar fácilmente e introducirse en el recinto de las cabras con nefastos resultados.
Machos de raza Florida en su recinto de descanso.
Perales del Puerto (Cáceres)
(c) Pablo Alba Gálvez.
Si se dispone de parcelas debidamente cercadas o alguna persona puede encargarse de ellos, los machos pueden ser sacados a pastar. Esto les vendrá muy bien para mantener el tono muscular y al mismo tiempo permitirá ahorrar mucho dinero ya que, si están estabulados, los machos comen bastante pienso y forrajes que si no son producidos en la explotación, costarán mucho dinero.
Machos al aire libre.
Talayuela (Cáceres)
(c) Isidro Pérez Jiménez.
Si se trata de explotaciones muy pequeñas en las que sólo se tiene un macho, se le puede llevar a pastar a algún prado cercano y mantenerlo atado con una larga cuerda o cadena vigilando siempre que no se enrede con ella y colocándole un collar u otro dispositivo adecuado para que no sufra accidente.
En grandes explotaciones con un gran número de machos y en las que se organicen a lo largo del año varias parideras y consecuentemente haya varias temporadas de cubrición, conviene que los machos se vayan alternando para que pueden recuperarse adecuadamente pues, como dijimos anteriormente, durante la temporada de cubrición apenas comen.
Lo ideal que es si cubren durante dos meses descansen al menos de 4 a 6 meses antes de volver a cubrir nuevamente.
Machos de cabra del Guadarrama descansando.
Muñogalindo (Ávila)
(c) Jonatan Rodríguez Seara.
Los machos debidamente manejados, podrán cubrir sin problemas a las cabras durante varias temporadas controlando siempre que no cubran a sus hijas por lo que tradicionalmente era común retirarlos a los 3-4 años para evitar la consanguinidad del rebaño. En caso de que no hubiese más remedio y un macho cubriese durante alguna temporada a hijas suyas, se compraba algún macho de otra ganadería para "refrescar" o "renovar" la sangre.
Es preciso aclarar antes de concluir este apartado, que una de las razones para separar a los machos de las cabras es dar descanso a éstas pues conviene que el intervalo entre partos oscile entre los 8 y los 12 meses y si las cabras están bien alimentadas y permanecen con el macho, pueden cubrirse a los 21-42 días del parto reduciendo el intervalo entre partos a unos 6 meses lo que supone un gran desgaste para la cabra.
Cabra con dos cabritos. Mayo de 2024.
Esta misma cabra parió 2 cabritos en Noviembre de 2023.
Valderredible (Cantabria)
(c) Adrián López Navarro.
SISTEMAS DE CRÍA.
Como en todas las especies domésticas, en el caso del caprino existen dos sistemas fundamentales de cría: cría en pureza y cruzamiento.
Cría pureza.
El macho cabrío y la cabra pertenecen a la misma raza.
Es el único sistema en el que, muy rara vez en el caso de la especie que nos ocupa, se realiza la inseminación artificial.
- Razas de aptitud cárnica.
Se trata de razas dedicadas principalmente a la producción de cabritos lechales (30-45 días de vida) y menor medida chivos (4-5 meses) e incluso caprinos adultos como machos castrados, machorras y animales de desvieje.
No significa que sean malas lecheras puesto que en que este grupo se incluyen razas con una aptitud lechera realmente interesante.
Sin embargo, por razones como la complicada orografía, la ausencia de instalaciones y la mano de obra, no se someten a ordeño.
Los machos reproductores de estas razas deben ser rústicos, resistentes, capaces de seguir a las cabras durante el pastoreo diurno y con una adecuada conformación carnicera, algo esto último complicado de conseguir en los caprinos.
Se trata de razas seleccionadas fundamentalmente para la producción de leche, aunque como es bien sabido, las cabras tienen que quedarse preñadas y parir para poder dar leche, siendo el cabrito un producto secundario.
Cabra Malagueña con su cabrito.
Portillo de Toledo (Toledo).
(c) Ana García.
En este caso, no se busca tanto la rusticidad de los machos sino que se atiende más a sus orígenes, valorando especialmente la producción lechera de su madre, pues será un carácter que el semental transmita a sus hijas.
Cabras Malagueñas en pastoreo.
Portillo de Toledo (Toledo)
(c) Ana García.
- Raza de aptitud mixta.
Pertenecen a este grupo la mayoría de las razas caprinas españolas, compaginándose simultáneamente las producciones de leche y cabritos aunque los intereses particulares de cada ganadero pueden hacer que se dedique con más énfasis a una u otra producción, seleccionando los machos que más le convengan según su criterio.
Cruzamiento.
El macho y la cabra pertenecen a razas diferentes recibiendo la raza del macho el nombre de raza paternal y la de la cabra el de raza maternal, aunque en la mayoría de los casos, las cabras pertenecen a una abigarrada masa mestiza conocida como conjunto mestizo.
Rebaño de cabras mestizas.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
El objetivo principal de este sistema es mejorar la producción de carne (cruzamiento simple) o de leche (cruzamiento doble y de absorción) de la raza maternal, por lo que la raza paternal recibe también el nombre de raza mejorante.
Macho Malagueño.
Portillo de Toledo (Toledo)
(c) Ana García.
- Cruzamiento para la mejora de la producción de carne.
Sobre cabras de razas lecheras, mixtas o cruzadas sometidas a ordeño e incluso en razas de aptitud cárnica no especializadas, se utilizan machos cabríos de razas de buena aptitud cárnica destinando toda la descendencia obtenida (machos y hembras) al sacrificio.
Actualmente se están realizando ensayos muy satisfactorios en España con la raza Boer, originaria de Sudáfrica, sobre cabras Murciano-Granadinas y de otras razas.
Sin embargo, contamos en España con razas de aptitud cárnica verdaderamente espectaculares como la Blanca Celtibérica, la Blanca Andaluza y la extraordinaria Negra Serrana, que es la que debería emplearse para este tipo de cruzamientos.
- Cruzamiento para la mejora de la producción de leche.
Se realiza sobre cabras de cualquier raza o mestizas sometidas a ordeño pero cuyas producciones son bajas, recurriéndose al uso de machos pertenecientes a razas lecheras especializadas.
Los cabritos nacidos de este cruce son destinados al sacrificio mientras que las cabritas son dejadas para vida.
Machos de raza Florida.
Perales del Puerto (Cáceres)
(c) Pablo Alba Gálvez.
Cabras mestizas.
(c) Dionisio Prieto Cuarto.
Para estos cruzamientos, al principio se empleaban machos de razas autóctonas como la Murciano-Granadina de gran producción lechera y la Malagueña que combina la producción lechera con una mayor rusticidad.
Machos Malagueños.
Portillo de Toledo (Toledo)
(c) Ana García.
Macho cabrío Alpino.
Losar de la Vera (Cáceres)
(c) María del Carmen Incera.
Hoy en día, los machos más utilizados en toda España para el cruzamiento son los de raza Florida, autóctona de Andalucía. Esta raza de gran tamaño combina su gran producción de leche, buena morfología carnicera y gran prolificidad con una extraordinaria rusticidad que se trasmite a las hembras cruzadas dando un magnífico resultado.
EL FINAL DE LA VIDA DEL MACHO.
Un macho cabrío puede cubrir a las cabras hasta los 6-7 años sin problema siempre y cuando haya recibido los cuidados adecuados.
Sin embargo, a partir de los 5 años comienza su declive frente a los machos jóvenes que pelearán mucho con él por lo que el ganadero deberá decidir qué hacer con el viejo macho.
Macho Verato de 7 años.
Candeleda (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.
Estos animales tienen muy poca demanda en el mercado ya que su carne tiene un sabor y un olor verdaderamente fuertes para consumirla fresca o transformada en embutidos aunque es extraordinaria para la preparación de cecina por ser sumamente magra.
No obstante, para mejorar su sabor y facilitar el engorde, es común castrar a los machos y mantenerlos en el rebaño durante 2-3 años pudiendo vivir permanentemente y tranquilo junto a otras cabras.
Macho cabrío castrado con las cabras.
Candeleda (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Al ser animales que han acompañado a las cabras varias temporadas seguidas durante el pastoreo o careo diario en el caso de los rebaños extensivos, estos machos castrados conocen perfectamente los recorridos, lugares de descanso, fuentes...por lo que se les suele colocar un gran cencerro y utilizarlos como guías del rebaño hasta que llegue el momento de su venta.
Macho cabrío castrado portando una zumba.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.
Antiguamente, existía la creencia de que los machos a partir de los 4 años daban lugar a crías más pequeñas y débiles pero hoy en día, la mayoría de los ganaderos opinan que a esa edad es cuando realmente se empiezan a ver los resultados del macho y que el animal no alcanzará su plenitud hasta los 7 u 8 años, pudiendo cubrir durante varios años más siempre y cuando reciba los cuidados adecuados. En tales casos, la castración es una opción que no se baraja, dejando que los machos mueran de viejos.
EL MACHO EN LA CULTURA POPULAR.
España fue un país eminentemente cabrero donde en los años 40 del pasado siglo había más de 6 millones de cabras repartidas desigualmente por todo el territorio peninsular, Baleares y Canarias, motivo por el cual formaba parte fundamental de la cultura del medio rural.
"Los Pivos", familia cabrera en 1970.
Pimesaíllo, Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Familia Torralvo.
La cabra fue, tras el perro, el primer animal en ser domesticado hacia el año 10.000 antes de Cristo en las montañas de Oriente Próximo desde donde se extendió al resto del Viejo Mundo, llegando a la península Ibérica hacia el V Milenio antes de Cristo.
Cabras del Guadarrama en pastoreo.
Pascualcobo (Ávila)
(c) Esperanza de la Cruz Caselles.
Al acompañarnos durante 6 ó 7.000 años, es normal que las cabras formen parte de nuestra cultura y de la mitología casi perdida de los pueblos que a lo largo de los últimos milenios han habitado en la península Ibérica aunque con la influencia del Cristianismo primero y del alejamiento total de la religión y la cultura de la sociedad moderna debido al ¿progreso?...estos mitos van cayendo en el más absoluto olvido aunque algunos pueblos como el pueblo vasco, conservan gran número de mitos asociados a la cabra y en particular al macho cabrío.
Akerra.
Zaratamo (Bizkaia)
(c) Ibai Menoyo Aguirre.
En la mitología vasca nos encontramos con AKERBELTZ (macho cabrío negro) que se suele asociar con alguna antigua deidad o espíritu beneficioso protector de los animales y del ganado.
Los machos negros eran mantenidos en muchos caseríos para proteger al ganado, tanto a las cabras como a otros animales, de las enfermedades.
Akerra.
Orozko (Bizkaia)
(c) Leire Amundarain Ganadutegia.
Sin embargo, con la llegada del Cristianismo, estos animales se comenzaron a asociar al demonio asegurándose que en los akelarres o reuniones de brujas se rendía culto a los machos cabríos o incluso que Akerbeltz era un demonio real con cuerpo de macho cabrío y cara humana, recordando así al "Macho Lanúu", ser mitológico de la comarca cacereña de Las Hurdes.
Macho cabrío.
El Gasco (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.
Y es que en La Biblia encontramos numerosos pasajes en los que las cabras salen "mal paradas" respecto a las dóciles ovejas desde el Evangelio del Buen Pastor donde el Señor separará a las ovejas de las cabras y mientras unas representarán a los que por sus buenas acciones serán llevados al Cielo, las otras representarán todo lo contrario.
Pero sin duda la visión más negativa de la cabra la encontramos en el libro de Levítico, capítulo 16, versículos del 5 al 10, donde Dios explica a Moisés que el pueblo judío deberá escoger dos machos cabríos y echar a suertes para sacrificar a uno de ellos y enviar al otro al desierto como ofrenda para Azazel, uno de los demonios que aparecen en la Biblia.
Dos machos cabríos.
El Gasco (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García
Aún así, en muchas zonas rurales hasta bien entrado el siglo XX e incluso en la actualidad, machos cabríos son paseados debidamente engalanados en diversas fiestas por los quintos del pueblo siendo considerados un símbolo de virilidad asociando a los que hasta entonces eran simples zagales con mozos hechos y derechos preparados para ir al Servicio Militar y entrar ya a formar parte del "selecto" grupo de los mozos del pueblo.
Alejandro Torralvo con un macho Verato.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Hoy en día, posiblemente ante su creciente escasez dada la disminución de los rebaños de cabras, los machos llaman poderosamente la atención cuando son exhibidos en ferias o cuando se realizan concursos de razas autóctonas.
Joritz Arbaiza Amudarain exhibiendo un chivo de raza Azpigorri.
V EUSKADIKO AZPIGORRI TXAPELKETA.
Mañaria (Bizkaia)
22 de mayo de 2022.
(c) Leire Amundarain Ganadutegia.
Y es que las cabras, que antes eran vistas por los niños de los pueblos o por aquellos de ciudad que veraneaban en el pueblo iban de excursión a granjas escuela y parajes rurales, son cada vez más raras y a menudo muchos niños y no tan niños sólo ven cabras y machos cabríos en...¡los zoológicos!
MACHOS DOMÉSTICOS Y MACHOS SALVAJES.
Hemos dicho que, los machos cabríos tienen un "aire salvaje" por su aspecto, agilidad, rapidez de movimientos y su temperamento que, en ciertas ocasiones pasa de ser juguetón con los humanos a un auténtico peligro si no se toman las debidas precauciones.
Jesús Marina Jiménez con su macho "Barrufaki"
Navacepeda de Tormes (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.
Pero en la península Ibérica existen machos verdaderamente salvajes pertenecientes a la especie denominada Capra pyrenaica o CABRA MONTÉS IBÉRICA frente a la Capra aegagrus hircus o CABRA DOMÉSTICA, de la que existen algunas poblaciones semisalvajes o cimarronas como el boc balear en la Serra de Tramuntana de Mallorca, las cabras de la Sierra de Guara (Huesca) o las cabras Majoreras Costeñas de Fuerteventura.
Macho de cabra montés ibérica.
(c) Silvestre de la Calle García.
La cabra montés ibérica es un mamífero perteneciente a la familia de los bóvidos y a la subfamilia de los caprinos que habitaba en otro tiempo en gran parte de las montañas ibéricas e incluso en la vertiente norte de los Pirineos, donde se extinguió en el siglo XVIII.
A mediados del siglo XIX aún era relativamente abundante en las montañas del norte de Portugal, la Cordillera Cantábrica, los Pirineos, el Sistema Ibérico, el Sistema Central, los Montes de Toledo, Sierra Morena y todas las sierras del sur peninsular pero la caza indiscriminada provocó su rápida extinción desapareciendo de gran parte de su área de distribución teniendo posteriormente que ser reintroducida en muchas regiones.
Cabra montés Ibérica.
(c) Silvestre de la Calle García.
AGRADECIMIENTOS.
Para realizar este exhaustivo y extenso artículo sobre EL MACHO CABRÍO ha sido necesaria la colaboración de muchísimas personas que han aportado sus fotografías y grandes conocimientos sobre el ganado caprino.
Sería muy largo mencionarlos a todos pero les doy públicamente las gracias de todo corazón.
Ibai y Enara Menoyo Aguirre exhibiendo sus machos cabríos.
V EUSKADIKO AZPIGORRI TXAPELKETA.
Mañaria (Bizkaia)
22 de mayo de 2022.
(c) Familia Menoyo Aguirre.
Técnico Forestal.
Cronista oficial de Guijo de Santa Bárbara
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