viernes, 20 de octubre de 2023

LOS POTROS DE HERRAR.

El ganado bovino ha sido utilizado durante siglos como motor animal para el transporte y la realización de las distintas tareas agrarias. Para ello, sus pezuñas debían estar en perfecto estado y para protegerlas del desgaste excesivo y darles mayor capacidad de agarre, era fundamental la colocación de herraduras especiales. La operación de herrar a los bovinos, bastante más compleja que en el caso de los equinos se realizaba en elementales construcciones especiales conocidas como potros.


El ganado bovino doméstico desciende del uro (Bos taurus) animal que se extendía por gran parte de Europa, Asia y el norte de África.
Fue domesticado por primera vez en África Noroccidental hacia el año 9.000 antes de Cristo, existiendo otros episodios de domesticación posteriores en el Creciente Fértil y la península Índica.
Los últimos uros salvajes vivieron los bosques de Polonia, donde el último ejemplar murió en 1627.
Se trataba de animales de gran tamaño, enormes encornaduras, pelaje castaño, más oscuro en los machos, con una orla blanca en el morro y temperamento arisco.

Vaca similar al Uro.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los uros vivían en manadas en grandes praderas donde eran cazados por nuestros ancestros y otras especies humanas. Basaban su defensa en la veloz carrera por lo que tenían unas pezuñas fuertes y duras que fueron heredadas por sus descendientes domésticos.
Los bovinos domésticos, como hicieron los uros en su día, desgastan las pezuñas con el caminar diario por el campo pero aquellos animales que permanecen estabulados o que viven en suelos blandos, pueden tener problemas por un excesivo crecimiento de las pezuñas que deberán ser recortadas periódicamente.

Vaca en una zona montañosa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El ganado vacuno de labor, cuando es sometido a continuas jornadas de trabajo a menudo sobre suelos duros y pedregosos, desgasta excesivamente las pezuñas, por lo que es necesario protegerlas con herraduras especiales para evitar que un desgaste excesivo ocasione cojeras y otras patologías.

Andrés González con su yunta de vacas y el carro.
Navalosa (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los equinos (caballos, mulas y asnos) poseen un casco que recubre su único dedo en cada pata por lo que sólo se coloca una herradura semicircular y ligeramente alargada que protege el perímetro delantero del casco, pero los bovinos presentan cuatro dedos recubiertos por pezuñas independientes de los cuales sólo dos se apoya en el suelo. Por ello, se les colocan dos herraduras, que reciben el nombre de "callo", en cada pata para proteger la pezuña.

Detalle de la pata, las pezuñas y los callos de una vaca.
Navalosa (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las herraduras o "callos" eran fabricadas en los propios pueblos por herreros profesionales que, en muchos casos, eran también herradores. 
Eran fabricadas en las fraguas con hierro procedente de las ferrerías del País Vasco que era acarreado por carreteros con sus parejas de bueyes Pirenaicos hasta los mercados del interior de la Meseta, desde donde se redistribuía a todos los lugares del país.

Interior de la fragua.
Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En las fraguas además de las herraduras, se fabricaban y arreglaban todo tipo de aperos y útiles agrícolas como las rejas de los arados.
El trabajo de los herreros era muy duro pero era muy valorado en los pueblos al ser de vital importancia para conseguir los aperos necesarios para la explotación agropecuaria.
Los herreros cobraban por su trabajo en dinero o en especie, cosa muy habitual en el pasado, generalmente con medidas de grano.

Trabajando en la fragua.
Navarredonda de Gredos. (Ávila)

Normalmente, la fragua solía encontrarse en un pequeño edificio situado a las afueras del pueblo. En aquellos lugares donde había tradición de utilizar bovinos como animales de labor, junto a la fragua se encontraba el potro de herrar.
Podían ser edificios de propiedad particular o concejil (municipal) en cuyo caso su aprovechamiento debía salir a subasta pública entre los herreros interesados.

Fragua y potro.
Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

EL POTRO DE HERRAR.
Los potros son sencillísimas pero eficaces estructuras que permiten inmovilizar al bovino que se va a herrar con la finalidad de manejarlo mejor y de trabajar con facilidad y seguridad.
Aunque existen varios tipos, esencialmente se tratan de una estructura compuesta por cuatro postes o pilares verticales, estando unidos los dos delanteros entre sí por un yugo de madera para sujetar la cabeza del animal que se va a herrar.
Los postes o pilares anteriores se unen a su vez con los posteriores mediante dos gruesos maderos provistos de ganchos para sujetar al animal y poder elevar las patas para colocar los "callos" en las pezuñas. En ocasiones, para dar mayor solidez al conjunto, se colocan hierros de sujeción entre los pilares.
Se colocan también apoyos laterales de piedra o madera para poder apoyar la pata del animal y trabajar mejor.

Potro.
Navalperal de Tormes (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

TIPO 1. POTRO DE MADERA.
Están construidos enteramente con madera, siendo muy populares en aquellas zonas en las que abunda este material como por ejemplo en la Comarca de Pinares de Soria y Burgos de gran tradición maderera y carretera, donde a mediados del siglo XVIII había censados 1.500 carreteros que poseían en total 6.000 carretas y 17.520 bueyes.
Dado que la madera se deteriora con facilidad, era habitual que estos potros estuviesen en el interior de algún cobertizo.

Buey en un potro de madera.
Quintanar de la Sierra (Burgos)
(c) Zacarías Izcara.

Según cita Albert Klemm en su obra La cultura popular de Ávila los potros de madera eran también comunes en la zona de El Barco de Ávila, si bien hoy todos los ejemplares de la comarca responden al tipo que veremos a continuación.

Castillo de Valdecorneja.
El Barco de Ávila (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

TIPO 2. POTRO DE PIEDRA Y MADERA.
En su construcción se combinan la piedra granítica y la madera constando de cuatro pilares monolíticos de granito y con el resto de componentes de madera.
Ocasionalmente, los apoyos laterales para las patas anteriores del animal se suelen construir con un pequeño bloque de piedra que tiene tallada en su centro la forma para que la pata apoye con mayor facilidad.
Para sujetar los postes entre sí, suelen colocarse barras de hierro en la parte superior.

Potro.
Navarredonda de Gredos (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque la piedra no se deteriora, la madera de estos potros se deteriora con facilidad por lo que debía ser reparada cada cierto tiempo, aunque en ocasiones se optaba por construir el potro en una tinada o cobertizo en incluso haciendo sobre el propio potro una cubierta de madera y piorno.

Potro con cubierta de piorno.
Barajas (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Este tipo de potros era muy común en el centro de la península ibérica donde abunda el granito para fabricar sólidas columnas. Encontramos excelentes ejemplares en diferente estado en conservación en los pueblos del entorno de la sierra de Gredos y en todo el centro y suroeste de Ávila (Comarca de Barco-Piedrahíta-Gredos).

Potro en Navadijos (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

EL HERRADO O HERRAJE DE LOS BOVINOS.
Los bovinos son animales muy pesados y relativamente torpes, siendo incapaces de levantar una pata del suelo y de sostenerse en esa posición. Por ello, sería imposible herrarlos del mismo modo que a un equino.

Buey frente a la fragua.
Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Describiremos en primer lugar el proceso de herrado de un buey, macho bovino castrado, en un potro de piedra y madera, concretamente el de la localidad de Barajas (Ávila), población que junto con Navarredonda, contaba en el siglo XVIII con 120 carreteros propietarios de 347 carretas y 984 bueyes y vacas de labor, reducidos hoy a 6 bueyes y una vaca.

Manuel Yuste García, de Barajas (Ávila), con una yunta de vacas.
(c) Silvestre de la Calle García.

Pese a ser animales dóciles y fácilmente manejables, los bueyes son animales enormes y muy pesados y para inmovilizarlos en el potro y poder herrarlos es necesaria la colaboración de varias personas, lo cual puede poner nerviosos a los animales y obliga a actuar con calma y serenidad.
Primeramente, se ata al animal con una cuerda pasada alrededor de los cuernos para poder conducirlo al potro.

Buey atado.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una vez en el potro, se amarra al animal al yugo del mismo modo que se hace cuando se unce para trabajar. De esta forma el animal no puede moverse, pero para mayor seguridad, se coloca una cadena de hierro por delante para que en caso de que trate de escapar, sea imposible.

Buey amarrado al yugo del potro.
Barajas (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Acto seguido, se colocan unas correas bajo el animal que se sujetan a los ganchos de los maderos que unen los pilares delanteros con los traseros.
Uno de los dos maderos es fijo mientras que el otro gira para poder tensar poco a poco las correas y elevar al animal. 
Una vez que el animal está inmovilizado, puede permanecer solo en el potro porque no puede escapar de ninguna forma.

Colocando las correas para elevar al buey.
Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Después se amarra una de las patas delanteras con una soga y se eleva para sujetarla en el apoyo lateral y proceder a la retirada de los "callos" viejos y para colocar los nuevos, arreglando previamente la pezuña.

Pata del buey apoyada para trabajar.
Obsérvese la sujeción por debajo de la panza del animal.
Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los "callos" deben ser colocados siempre por un herrador especializado y con sumo cuidado para no herir ni dañar la pezuña del animal pues un clavo mal dirigido podría llegar a causar cojera temporal o permanente, inutilizando al animal.

Herrando un buey
Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El proceso se repite con la otra pata delantera o "mano" y posteriormente, se realiza en las traseras, que se apoyan también unos maderos colocados al efecto.

Herrando la pata trasera del buey.
Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Respecto a las vacas, su herrado se realizaba de manera similar o prácticamente idéntica a la ya descrita.
Nos servirá como ejemplo el caso de la localidad abulense de Navalosa, situada a orillas del río Alberche.
Este municipio es famoso por varios aspectos, destacando su arquitectura tradicional cuyo ejemplo más sobresaliente son los corrales, construcciones con muros de piedra seca y cubierta de madera y piorno destinados al alojamiento nocturno del ganado.

Corral de Navalosa (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Además, entre las costumbres de Navalosa hay que mencionar su característico carnaval donde los cucurrumachos son la figura central de la fiesta, figurando sin lugar a dudas entre uno de los carnavales más espectaculares de España.

Los cucurrumachos de Navalosa.
(c) Silvestre de la Calle García.

A diferencia de Navarredonda y Barajas, Navalosa no figuraba entre los pueblos de la Real Cabaña de Carreteros entre los siglos XV y XIX aunque siempre hubo yuntas para trabajar en el campo.
Actualmente, Andrés González mantiene una yunta para realizar algunos trabajos y para poder transitar por los pedregosos caminos de la localidad, es imprescindible que las vacas estén bien herradas.

Andrés González con su yunta de vacas y el carro de heno.
Navalosa (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

En Navalosa hay varios potros de herrar pero sin lugar a dudas uno de los mejor conservados es el que construyó hace décadas Pablo Pato de la Fuente que es precisamente en el que Andrés hierra a sus vacas.

Potro construido por Pablo Pato de la Fuente.
Navalosa (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El proceso para realizar el herrado de una vaca es el mismo que para un buey, siendo necesario inmovilizar primero al animal. Por su menor tamaño y peso, las vacas se inmovilizan con mayor facilidad siendo necesario prestar especial atención a la hora de colocar las correas para que no opriman la panza del animal en caso de que esté preñada y que tampoco causen posibles lesiones en la ubre.

Vaca en el potro.
Navalosa (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Se comienza herrando las patas delanteras y se finaliza con las traseras. Los "callos" deben ser de menor tamaño pero se colocan del mismo modo.

Herrando la pata trasera de una vaca.
Navalosa (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En los potros hechos enteramente de madera, el proceso es el mismo.
Tomamos como ejemplo el caso de Zacarías Izcara que hierra a sus bueyes en un potro de madera de Quintanar de la Sierra, localidad burgalesa donde en 1752 había censados 80 carreteros que poseían 287 carretas y 861 bueyes.

Yunta de bueyes con carro de leña.
(c) Zacarías Izcara.

Como siempre, se comienza inmovilizando al animal cuya cabeza se coloca en el yugo del potro atando fuertemente al animal por los cuernos tal y como se hace cuando se va a trabajar con él.

Atando al buey en el potro.
(c) Zacarías Izcara.

Seguidamente, se inmoviliza al animal con las correas pasadas por debajo de la panza para que no pueda moverse y se comienza el herrado empezando por las patas delanteras o "manos".

Herrando la "mano" del buey.
(c) Zacarías Izcara.

Para terminar, se hierran las patas traseras. Una vez terminado el proceso, se retiran las correas y se desata al animal que queda listo para continuar trabajando durante varias semanas.

Herrando la pata trasera de un buey
Quintanar de la Sierra (Burgos)
(c) Zacarías Izcara.

EVOLUCIÓN DEL USO DE LOS POTROS.
Durante siglos, los bueyes y vacas fueron muy utilizados como animales de labor en la península Ibérica. De hecho, hasta el siglo XVI no comenzará a generalizarse el uso de las mulas en las zonas más secas como animales de trabajo y en zonas agrestes como animales de carga, pero en las zonas montañosas con abundantes pastos así como para el transporte carretero, fueron preferidas las yuntas de vacas y sobre todo de bueyes.
Mención especial merece la Real Cabaña de Carreteros, creada por privilegio de los Reyes Católicos en 1497, cuyos bueyes eran el motor animal de la Corona de Castilla.

José Andrés Torres subiendo con una yunta de bueyes el Puerto del Pico (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Inicialmente, los bueyes se herraban tumbándolos en el suelo de forma que quedasen inmovilizados pero con las patas ligeramente abiertas para los lados.
Albert Klemm en la obra antes citada, asegura que así se herraba a los animales en pueblos abulenses con Casas del Puerto de Tornavacas (hoy Puerto Castilla) hasta finales del siglo XIX o principios del XX.

Vacada trashumante atravesando Puerto Castilla.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los bovinos que trabajaban intensamente, tenían que ser herrados cada tres semanas para mantener sus pezuñas en perfecto estado y que no sufrieran lesiones de ningún tipo.
Para ello, los labradores acudían con sus vacas y bueyes a las fraguas locales y los carreteros de largo recorrido se aseguraban de acudir también para herrar a sus bueyes y si el viaje iba a durar más de 21 días, cosa muy habitual, se aseguraban de contar en el recorrido con lugares adecuados para herrar a los animales.

Yunta de vacas.
Barajas (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Con la abolición de los privilegios de la Real Cabaña de Carreteros en 1836, la expansión del transporte ferroviario, la mecanización agrícola y del transporte y el éxodo rural, los bueyes y vacas de labor fueron poco a poco desapareciendo aunque en algunos lugares aislados lograron subsistir más por motivos folklóricos o culturales que plenamente laborales, trabajando a menudo los animales sin ser herrados debido a la escasa intensidad del trabajo realizado.

Recogida de heno con carro y yunta de vacas.
Navacepeda de Tormes (Ávila). 2007.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los potros de herrar perdieron su función y muchos acabaron derrumbándose o siendo derribados deliberadamente porque "estorbaban"...
Sin embargo, muchos siguen en pie aunque en mal estado de conservación.

Potro en Navalosa (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, el creciente interés por la cultura tradicional ha motivado que muchos colectivos como Ayuntamientos, Asociaciones Culturales e incluso personas individuales hayan reconstruido viejos potros de herrar por considerarlos monumentos y símbolos de una vida ya pasada, trasladándolos en ocasiones de su ubicación original a puntos más visibles de los pueblos.

Potro restaurado.
Hoyos del Espino.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

EL POTRO DE BARAJAS. UN GRAN EJEMPLO DE CONSERVACIÓN.
El potro de herrar de Barajas (Ávila) situado junto a la antigua fragua, es un ejemplo magnífico de reconstrucción y utilización de un antiguo potro.
Hace unos años, su aspecto aunque bueno no era como el de tiempos pasados por lo que se decidió arreglarlo.

Potro de Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La Real Cabaña de Carreteros de Gredos decidió poner este potro en uso y herrar en él una de las yuntas de bueyes perteneciente Juan Manuel Yuste, uno de los miembros de este colectivo que lucha por recuperar y preservar antiguas tradiciones de la Sierra de Gredos relacionadas con el uso de bovinos de raza Avileña-Negra Ibérica.

Juan Manuel Yuste Apausa con uno de sus bueyes.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Con el empeño de Juan Manuel Yuste y Diego Torres, se realizó el herrado o herraje de los bueyes en el verano de 2015.
Muchos años hacía que no se herraba una yunta de vacas o de bueyes en el pueblo por lo que numerosos curiosos acudieron a verlo aunque entre ellos estaba el mayor experto en ganado bovino de labor de la localidad abulense: Don Manuel Yuste García, uno de los grandes ganaderos de la historia de la Sierra de Gredos.

Herrando el buey ante la atenta mirada de "tío Manolo".
Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Gracias al trabajo de Diego Torres y Juan Manuel Yuste se recuperó una de las tradiciones perdidas más antiguas e importantes de Barajas y Navarredonda, dos pueblos unidos por numerosos lazos y con un glorioso pasado carretero.

Diego Torres y Juan Manuel Yuste con un buey en el potro.
Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A MODO DE EPÍLOGO.
Con este artículo queremos dar a conocer el uso de los potros de herrar y animamos a la gente a visitar zonas como el suroeste de la provincia de Ávila donde en la mayoría de los pueblos encontramos maravillosos ejemplares de potros de herrar.

Potro, fragua y buey.
Barajas (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Bibliografía y fuentes consultadas.
- Klemm, A. (2008) La cultura popular de Ávila. Edición de Pedro Tomé. Institución Gran Duque de Alba.
- Palomar, M y Merino, M. (2010) Arrieros y carreteros por los viejos caminos de Castilla y León. Ediciones La Horaca.

ENLACES DE INTERÉS:

- LA REAL CABAÑA DE CARRETEROS DE GREDOS.


- EL GANADO VACUNO DE LABOR.


- LA  SERRANA NEGRA.


ENLACES EXTERNOS.
"Huellas Ganaderas"
Mapa de los potros de la provincia de Ávila.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

10 comentarios:

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