LA PARIDERA DE LAS YEGUAS
La paridera es la época en la que las hembras de los mamíferos paren a sus crías aunque se suele reservar este término para las hembras de mamíferos domésticos.
Por el contrario, la época de cubrición o apareamiento es aquella en la que los machos fecundan a las hembras, teniendo lugar unas semanas después de la paridera.
Sin embargo, en el caso de las yeguas, ambas épocas coinciden en el tiempo debido al largo periodo de gestación o preñez.
La reproducción del ganado equino caballar es sin lugar a dudas la más estudiada de todos los animales debido a que los caballos han tenido un gran valor histórico, social y comercial a lo largo de los siglos, estando generalmente en manos de reyes, nobles y grandes ganaderos.
De hecho, los precursores de los actuales veterinarios, fueron los albéitares, que eran herradores de caballos especializados en curar también sus dolencias y en atender a las yeguas.
Las yeguas alcanzan la madurez sexual hacia los 2 años de edad, si bien el momento exacto varía en función de la raza y del sistema de manejo, produciéndose antes en las hembras pequeñas o de tipo ligero (18 meses) que en aquellas de tipo pesado (30 meses).
No obstante, teniendo en cuenta que el desarrollo definitivo en los equinos no se alcanza hasta los 4 años aproximadamente, no conviene que las yeguas realicen el primer parto antes de esa edad.
Los caballos reproductores, conocidos como sementales, alcanzan la madurez a edades parecidas pero ocurre lo mismo que con las yeguas. El desarrollo testicular en los caballos es bastante tardío, por lo que no conviene que cubran muchas yeguas antes de cumplir los 4 años.
Las yeguas domésticas son animales poliéstricos de días largos, lo que significa que entran en celo varias veces mientras los días tengan muchas horas de luz, variando la duración de todo el periodo en función de la latitud, el clima y el manejo, llegando a producirse celos prácticamente durante todo el año en las regiones más cálidas o cuando las yeguas son mantenidas en estabulación.
Una yegua no preñada, saldrá en celo cada 21 días, generalmente entre los meses de febrero-marzo y julio-agosto.
La reproducción puede realizarse por diversos sistemas desde la monta natural hasta la inseminación artificial o la fecundación in vitro y transferencia de embriones en el caso de ejemplares sobresalientes.
Si el ganadero dispone de semental propio, basta con dejarlo con las yeguas y él se encargará de todo. Algunos ganaderos mantienen al semental permanente con las yeguas mientras que otros prefieren mantenerlo separado y juntarlos cuando lo estiman oportuno.
Otra posibilidad, para llevar un control más riguroso de los nacimientos, es mantener al semental en estabulación y llevar a las yeguas cuando salen en celo para que se cubran, pero esto requiere la revisión diaria de los animales y puede que el proceso tenga que ser repetido varias veces si la yegua no se encuentra en el momento óptimo del celo.
Si no se dispone de semental propio, cosa muy frecuente en el pasado, se puede recurrir al uso de sementales de ganaderos vecinos o de centros de reproducción equina conocidos tradicionalmente como paradas y que aún existen en algunos lugares.
Las paradas de sementales eran locales de propiedad particular o pública (municipal o estatal) en los que se mantenían sementales y garañones (burros reproductores) para cubrir a las yeguas y burras del pueblo y/o la comarca en la que se encontraban.
A menudo, los sementales y garañones con los que contaban estos establecimientos, eran cedidos por el Ejército, procedentes de las diversas yeguadas militares repartidas por toda España.
Hoy en día, cuando no se dispone de semental propio, es más común y sencillo recurrir a la inseminación artificial que debe ser realizada por un veterinario.
La inseminación artificial presenta grandes ventajas pues permite conservar la variabilidad genética de las razas y mejorar sus características y/o producciones o bien realizar cruzamientos entre razas para obtener animales con las características deseadas por el ganadero.
Otras técnicas de reproducción asistida más novedosas, no se emplean generalmente en las yeguas comerciales, sino que se llevan a cabo en casos de animales de cualidades excepcionales debido a su alto coste.
Una vez preñadas, la gestación o preñez de la yegua se prolonga durante alrededor de 11 meses.
Durante las primeras semanas, la yegua debe tener tranquilidad para que el embrión comience a desarrollarse adecuadamente.
Es muy común realizar controles de gestación mediante ecografías para comprobar que las yeguas han quedado preñadas tras la cubrición o la inseminación, pues en caso contrario, habrá que repetir el proceso para que el animal quede en estado de gestación.
También es importante realizar ecografías para comprobar que la yegua tiene un único feto pues en caso de tener dos o más, algo muy raro, convendrá eliminarlos y dejar sólo uno para aumentar las posibilidades de supervivencia.
Las gestaciones dobles o múltiples no son deseadas en el caso de las yeguas porque una o todas las crías pueden nacer débiles y enfermizas y es difícil que sobrevivan hasta la edad adulta. Muchas veces, la gestación ni siquiera llega a término.
No obstante, también se conocen casos de yeguas que han realizado partos dobles sin ningún problema y han logrado criar a los potros.
Durante la gestación, la yegua necesita una serie de cuidados pero que no son muy distintos de los de cualquier hembra de ganado doméstico.
Conviene que, si está domada como animal de montura o trabajo, no realice esfuerzos excesivos, suprimiendo cualquier tipo de trabajo durante las últimas semanas de gestación.
La sobrealimentación de la yegua y la falta de ejercicio son totalmente contraproducentes, pues si engorda en exceso se pueden presentar problemas a la hora del parto.
Cuando se acerca el momento del parto, conviene dejar a la yegua en una cuadra tranquila o en un prado donde se la pueda tener vigilada.
Normalmente, el parto es rápido y sencillo pero conviene estar pendientes del proceso por si necesitan ayuda del ganadero o la intervención de un veterinario en el caso de que el potro esté mal colocado y la yegua sea incapaz de parirlo sola.
Los potros nacen en un estado de desarrollo muy avanzado, como ocurre en otros grandes mamíferos. A los pocos minutos de nacer, son capaces de ponerse en pie aunque sus temblorosas patas les hacen caerse varias veces hasta que finalmente consiguen sostenerse y comenzar a mamar el nutritivo calostro, secreción de las glándulas mamarias muy necesaria para el desarrollo digestivo e inmunológico del recién nacido.
Pasados unos días, la yegua dejará de producir calostro y producirá leche, que será el único alimento del potro durante las primeras semanas de vida.
Las yeguas, en contra de lo que pueda pensarse, producen una gran cantidad de leche pero el reducido tamaño de la ubre les impide acumular mucha cantidad, lo que obliga al potrillo a mamar muchas veces a lo largo del día aunque en pequeñas cantidades cada vez.
Se conocen yeguas que, por extraño que nos parezca en España, son sometidas a ordeño llegando a producir 4000 litros de leche en 240 días de lactación.
La larga gestación de las yeguas, obliga a que el descanso sea nulo. A los 7-9 días tras el parto, siempre y cuando gocen de buena salud, las yeguas salen nuevamente en celo.
Lo habitual es aprovechar ya este primer celo para que sean cubiertas por el caballo o inseminadas. Si no quedan preñadas a la primera, volverán a salir en celo 21 días después como ya dijimos.
El proceso reproductivo vuelve a repetirse. Puede ser por monta natural, monta dirigida, inseminación artificial...
La mayoría de las veces, basta con que el semental esté con las yeguas cuando estas comienzan a parir y el propio instinto de los animales hará el resto.
Conviene vigilar a las yeguas paridas porque algunas ven al semental como una amenaza al acercarse a los potrillos y pueden mostrarse reacias a la monta.
Una vez que han parido por primera vez, las yeguas pueden hacerlo durante muchos años, no siendo raro las que paren con más de 20 años aunque esto depende grandemente de los cuidados que se les dispensen y de su estado de salud.
Tradicionalmente, las yeguas explotadas de manera totalmente extensivas o las de aquellos ganaderos que no prestaban excesiva importancia a la reproducción, no parían todos los años, sino que lo hacían años alternos. Este sistema era conocido como "año y vez" o "año en blanco" y tenía como objetivo permitir la total recuperación de la yegua y darle descanso.
Además, permitía utilizar a la yegua para trabajar sin ningún tipo de reservas al no estar preñada.
Hoy en día, con la mejora de los sistemas de explotación, especialmente en lo referente a la alimentación, las yeguas se encuentran en perfecto estado para parir todos los años, lo cual es muy importante en aquellas explotaciones dedicadas a la venta de potros tanto para carne como para vida.
No obstante, si la yegua se queda nuevamente preñada tras el parto, podrá comenzar a trabajar a las pocas semanas aunque sin hacer muchos esfuerzos para poder así mantener la producción de leche y seguir alimentando al potro.
Para facilitar la lactancia a los potros que sean hijos de yeguas de montura o trabajo, lo mejor es llevarlos con la madre para que puedan verse en todo momento y la yegua pueda dar de mamar al potro en los momentos de descanso.
Si se deja el potro sólo en una cuadra, no parará de relinchar y si la yegua lo escucha mientras está trabajando, tratará de escaparse en busca de la cría.
Siempre que exista la posibilidad, es mejor tener varias con sus potros juntas. Por un lado, esto servirá para que los potros, mediante sus carreras, saltos y juegos desarrollen vínculos afectivos con otros potros que les serán muy útiles durante el periodo de destete y crecimiento.
Potrillos.
Ruente (Cantabria)
(c) Raquel Cayón Campuzano.
Por otro lado, en aquellas zonas en las que abundan los depredadores como osos, zorros y especialmente lobos, las yeguas podrán proteger mejor a los potrillos utilizando una técnica verdaderamente asombrosa heredada de sus antepasados salvajes.
Cuando las yeguas detectan un depredador, forman un círculo defensivo encerrando a los potros en el centro. Las yeguas, con la parte posterior del cuerpo hacia fuera del círculo, propinarán coces a los depredadores mientras que los sementales u otros machos, correrán tras ellos para intentar ahuyentarlos.
Aún así, son muchísimos los potros que sucumben al ataque del lobo, lo cual constituye un auténtico problema en zonas del norte de España con una gran población de lobos y donde la ganadería equina de aptitud cárnica tiene una gran importancia.
El problema está empezando a ser también evidente en las montañas del centro peninsular, donde la ganadería equina de aptitud cárnica se está comenzando a desarrollar aunque está viéndose negativamente influenciada por la creciente población de lobos.
Ya hemos dicho que la alimentación del potrillo se basa exclusivamente en la leche materna durante las primeras semanas de vida, mamando infinidad de veces a lo largo del día para poco a poco ir complementando su alimentación con el pasto.
Sin embargo, para que un potro se desarrolle adecuadamente, deberá mamar como mínimo hasta los 6 meses.
Tradicionalmente, el destete se llevaba a cabo de forma brusca separando a los potros de las yeguas en un lugar donde no pudieran verse ni oírse, pero cada día es más frecuente el destete progresivo lo que beneficia tanto al potro para que se adapte a su nueva alimentación como a la yegua para que deje de dar leche.
Una vez destetados, los potros serán vendidos o recriados hasta el momento en el que tanto los machos como las hembras estén listos para comenzar su vida reproductiva, repitiéndose así el ciclo de la vida de los caballos.
Para evitar partos indeseados en yeguas demasiado jóvenes, lo ideal es mantener a los potros de ambos sexos separados hasta que alcancen el desarrollo adecuado.
LA HIBRIDACIÓN CON OTRAS ESPECIES.
Un capítulo importante en la reproducción de los caballos, es la hibridación con otras especies de la familia de los équidos.
Los caballos pertenecen al orden de los artiodáctilos (mamíferos de dedos impares) y a la familia de los équidos (mamíferos con un sólo dedo cubierto por un casco).
Dentro de esta familia existe siete especies, pertenecientes todas al género Equus:
- Equus ferus (Caballo).
- Equus africanus (Asno).
- Equus hemionus (Hemión).
- Equus kiang (Kiang).
- Equus quagga (Cebra común).
- Equus zebra (Cebra de montaña).
- Equus grevyi (Cebra de Grevy).
Al pertenecer al mismo género, todas las especies de équidos están filogenéticamente muy emparentadas entre sí, lo que permite su cruzamiento o hibridación dando lugar a crías viables pero estériles.
Los machos híbridos son absolutamente estériles pero las hembras pueden ser fértiles y gestar crías viables aunque en un porcentaje absolutamente mínimo.
El híbrido entre équidos más frecuente y conocido es sin lugar a dudas el mulo, fruto del apareamiento entre una yegua y un burro, seguido por el burdégano que es justamente el híbrido inverso, es decir, hijo de burra y caballo.
Sin embargo, aunque son conocidos desde al menos el I Milenio a.C., no son los híbridos más antiguos creados por el hombre, ya que este honor le corresponde al kunga, híbrido entre una burra y un hemión, estando ya documentados estos animales en torno al año 2400 a.C.
Pero a nosotros, nos interesan aquí los híbridos caballares que son, como ya se ha dicho el mulo, el burdégano y los cebrallos, animales estos últimos procedentes del cruce de una yegua y un macho de cebra, aunque pueden obtenerse también a la inversa.
No vamos a explicar aquí pormenorizadamente la producción de híbridos caballares puesto que el lector que lo desee puede consultar un artículo específico sobre el tema publicado en este mismo blog. (Ver enlace al final).
A MODO DE EPÍLOGO.
Esperamos que este artículo haya servido al lector para conocer un poco más sobre la reproducción de los caballos.
Podemos resumir todo el proceso de la siguiente manera:
- Madurez sexual: 2 años.
- Primera cubrición: 3 años.
- Primer parto: 4 años.
- Gestación: 11 meses.
- Número de crías por parto: 1.
- Lactación: 6 meses.
- EL MULO.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.
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