viernes, 13 de mayo de 2022

EL GANADO VACUNO DE LABOR

Durante miles de años, el ganado vacuno ha sido utilizado para la producción de carne, de leche y como animal de trabajo, además de utilizarse para espectáculos taurinos diversos.
Sin embargo, hasta tiempos relativamente recientes, su principal utilidad ha sido como animal de trabajo, fundamentalmente de tiro.

Yunta de vacas Avileñas bociblancas .
Barajas de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Ya en el arte del Antiguo Egipto, tanto en pinturas, relieves y esculturas, podemos ver bovinos siendo utilizados para el trabajo y lo mismo ocurría en Grecia y Roma. 
También en La Biblia, encontramos numerosas referencias al ganado vacuno como animal de trabajo.

El buey es conocido y utilizado desde la más remota antigüedad.
(c) Miguel Alba Vegas.

Los bovinos se utilizan para realizar tareas muy diversas: arar la tierra, trillar el cereal, tirar de carretas o carros, arrastrar grandes pesos como madera o piedra....
Su constitución, al contrario que la los equinos, no es apta para el transporte de cargas a lomo ni para su uso como animales de montura, utilizándose sólo de manera anecdótica para tales fines.

Yunta de vacas arando con arado romano.
Barajas de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Tanto las hembras (vacas) como los machos (toros y bueyes), pueden ser utilizados para el trabajo una vez domados. Sin embargo, los toros pueden ser bastante agresivos a veces y difíciles de domar, por lo que cuando se trabaja mucho con ellos, se los castra para hacerlos más dóciles, apareciendo así los bueyes.

Toro Castellano de la Axarquía (Pajuno).
Estos animales suelen utilizarse para trabajar sin castrarlos.
(c) Francisco Porras.

Las vacas no pueden trabajar intensamente durante todo el año,  pues cuando están preñadas y la gestación se encuentra ya avanzada, el trabajo puede ser perjudicial para el feto.
Una vez paridas, no deben trabajar mucho durante unas semanas para poder producir leche y amamantar adecuadamente a las crías.

Vaca Negra Serrana amamantando a su ternero.
(c) Iván Ureta.

El hecho de no poder utilizar a las vacas durante el tiempo que estaban amamantando a las crías, motivaba que el destete se realizase cuando los terneros contaban solamente con 2  ó 3 meses de vida.
Los machos eran recriados para castrarlos a los 12-14 meses y domarlos para utilizarlos como bueyes, salvo aquellos de mejores características que se reservaban como sementales.
Las hembras que no iban a destinarse a la reproducción de vacas viejas, eran sacrificadas. Surge así la producción de la llamada ternera "blanca", no por el color de la piel sino por el color rosa pálido de la carne. La carne de ternera blanca o lechal era la más estimada del mercado español.

Vaca Pirenaica con su ternero.
(c) Leire Amundarain Ganadutegia.

Al ser de menor tamaño que los toros, las vacas tienen menos fuerza, por lo que aunque pueden realizar el mismo tipo de tareas, no pueden arrastrar tanto peso como los machos de la especie.
Sin embargo, las vacas presentaban la ventaja de proporcionar una cría todos los años que podía venderse o destinarse al sacrificio para el consumo familiar. Además, durante el periodo en el que estaban amamantando a los terneros, las vacas podían ordeñarse y emplear su leche para el consumo directo o para la elaboración de quesos y mantequilla.

La Casina o Asturiana de la Montaña es un ejemplo de raza bovina de triple aptitud trabajo-carne-leche.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Cuando hay que trabajar mucho durante todo el año y se requieren animales de gran fortaleza, se emplean los toros enteros o castrados (bueyes).
Los toros enteros, son utilizados por ejemplo en ciertas regiones del sur de España o en las Islas Canarias. Mientras no hayan cubierto nunca vacas, son relativamente fáciles de manejar.

Toro Castellano de la Axarquía (Pajuno) junto a una carreta.
(c) Francisco Porras.

Para solventar el problema del temperamento de los toros enteros, se procedía a su castración, haciendo así que fuesen mucho más dóciles. Estos toros castrados reciben el nombre de bueyes.
Es preciso distinguir entre cabestro y buey pues, aunque son machos bovinos castrados, no son lo mismo.
El cabestro es un bovino macho castrado antes de la pubertad y que se doma para ser utilizado en el manejo de vacunos de lidia o de manejo extensivo, mientras que el buey, es un bovino macho castrado después de la pubertad  y que es utilizado para el trabajo.

Yunta de bueyes con un carro de paja.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Morfológicamente, cabestros y bueyes, presentan un aspecto diferente. Los cabestros son animales "afeminados" que presentan alargamiento de las extremidades, la cabeza y los cuernos mientras que los bueyes, presentan un aspecto más masculino, semejantes a un toro aunque de mayor tamaño.

Cuando se castran siendo ya maduros, los bueyes se asemejan a grandes toros.
Barajas de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Los bovinos presentan una fuerza extraordinaria. A igualdad de peso, son mucho más fuertes que un caballo o una mula.
Además, las vacas presentan las ventajas ya mencionadas anteriormente y tanto éstas como los toros y bueyes, al final de su vida útil proporcionan carne de gran calidad.

Yunta de vacas con un carro de heno.
Navacepeda de Tormes (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tradicionalmente, en España, las vacas se empleaban para pequeñas labores y para el transporte carretero de corto recorrido mientras que los bueyes eran utilizados para la labranza de grandes extensiones y para el transporte carretero de largo recorrido que durante siglos tuvo una gran importancia en España.
Por ejemplo, durante el siglo XVIII, la mayor parte del transporte interior de mercancías se realizaba con carros tirados por bueyes, salvo en las zonas más abruptas donde se empleaban las recuas de mulas.

Yuntas de bueyes junto a las murallas de Ávila.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A lo largo del tiempo, la importancia de los bueyes y vacas como animales de labor ha sido cambiante.
Hasta el siglo XVI, en España fueron utilizados de manera casi generalizada pero al comenzar a realizarse roturaciones de pastizales y dehesas de zonas llanas para transformarlos en tierras agrícolas, fueron sustituidos por las mulas que eran más fáciles de mantener.

Yunta de vacas con arado romano.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, en las zonas montañosas y en las áreas boscosas, así como en el norte peninsular, se siguieron criando y utilizando vacas y bueyes. De hecho, los bueyes criados en las regiones montañosas, eran exportados a las zonas llanas donde las vacas de cría habían ido desapareciendo.
Esto supuso un activo comercio durante varios siglos.

Vaca Tudanca con su ternero.
Durante siglos, los bueyes Tudancos fueron exportados a las tierras cerealistas de Castilla.
(c) Miguel Alba Vegas.

Con las desamortizaciones llevadas a cabo en el siglo XIX, muchos pastaderos que se habían librado de las roturaciones y que pertenecían a la Iglesia o que eran de propiedad municipal o comunal, pasaron a manos privadas y los vecinos de los pueblos ya no podían pastar en ellos con sus vacas y bueyes, viéndose obligados a sustituirlos por equinos de más fácil manutención.

Vacas en antiguos pastaderos comunales.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Desde el reinado de Enrique IV  de Castilla, la cría de mulas había estado restringida por considerar que era perjudicial para la cría de caballos necesarios para la guerra.
Sólo podían criarse mulas al norte del Tajo, donde no había yeguas de calidad por lo que los labradores tenían que importarlas de Francia.
En el siglo XIX, queda abolida tal prohibición, lo que supuso un duro golpe a la cría bovina.

Arrastrando madera con un mulo.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Silvestre de la Calle García.

La invención y expansión del ferrocarril a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, terminó prácticamente con el transporte carretero de largo recorrido, desapareciendo paulatinamente los bueyes que sólo eran utilizados ya en los grandes latifundios.
En el norte peninsular y en las zonas montañosas, se siguieron utilizando las vacas para realizar pequeñas faenas agrícolas hasta que fueron sustituidas por la maquinaria moderna.

Yunta de vacas tudancas con carro de hierba.
(c) Miguel Alba Vegas.

Pero......
¿Ha desaparecido entonces el ganado vacuno de labor en España?
Afortunadamente no.
Todavía se siguen utilizando vacas, bueyes y toros para el trabajo en diversas zonas de España aunque a menudo más bien con motivos folklóricos que realmente funcionales.
Veamos los distintos usos:

1. Tiro de carretas.
Muy común en las romerías del sur peninsular, siendo la onubense de El Rocío, la más famosa de todas ellas. Bueyes, y ocasionalmente toros, de razas como la Berrenda en Colorado, la Berrenda en Negro, la Castellana de la Axarquía o la Pajuna entre otras, son empleados para este fin.

Yunta de bueyes Berrendos en Negro tirando de una carreta.
(c) ANABE.

En otras zonas de España, es habitual el uso de bueyes o vacas para la celebración de todo tipo de festividades populares, incluso para la recreación de antiguas tradiciones como las bodas del norte peninsular, donde los novios eran obsequiados con un carro cargado con todo tipo de bienes y que era tirado por una yunta de vacas o de bueyes según las posibilidades económicas de la familia.

Recreación de una boda tradicional en Euskadi.
(c) José Antonio Uriarte.

Recreaciones también del transporte carretero llevadas a cabo por asociaciones como la Real Cabaña de Carreteros de Burgos-Soria o la Real Cabaña de Carreteros de Gredos, son muy frecuentes.
Las razas Negra Serrana o la Avileña-Negra Ibérica, son las razas utilizadas para tales menesteres.

Recreación de la subida al Puerto del Pico por la calzada romana.
(c) Silvestre de la Calle García.

2. Trabajos agrícolas.
Aún hoy, muchos ganaderos y agricultores realizan todo tipo de labores como arar, sembrar, trillar, tirar de carros de hierba, heno o estiércol...,con yuntas de vacas o bueyes.
En la mayoría de los casos, realizan tales actividades no por necesidad sino por mantener vivas las tradiciones que heredaron de sus antepasados.

Arando con la yunta de vacas Castellanas de la Axarquía.
Francisco Porras mantiene vacas y toros de esta raza en peligro de extinción.
Su objetivo es conservar la raza y recordar y conservar los trabajos tradicionales.
(c) Francisco Porras.

Sin embargo, en zonas de montaña donde es difícil acceder a muchas fincas con vehículos a motor, ciertas tareas se realizan por necesidad al no quedar otro remedio.

Arando con la yunta de vacas.
No se trata de una recreación.
En 2008, Jesús Marina Jiménez, de Navacepeda de Tormes (Ávila), aún utilizaba yuntas para trabajar en fincas a las que no podía entrar con el tractor.
(c) Silvestre de la Calle García.


Esto es muy frecuente en el norte peninsular donde hay una gran diversidad de razas bovinas autóctonas de trabajo como la Rubia Gallega, la Limiá, la Caldelá, la Frieiresa, la Vianesa, la Cachena, la Asturiana de los Valles o Carreñana, la Asturiana de la Montaña o Casina, la Tudanca, la Terreña, la Pirenaica...o las zamoranas Alistana-Sanabresa y Sayaguesa por citar algunas.

Raza Tudanca.
Posiblemente, una de las razas de labor más famosas.
(c) Miguel Alba Vegas.


3. Recreaciones de oficios tradicionales.
Cada vez es más común realizar en los pueblos jornadas dedicadas a revivir oficios tradicionales ya perdidos que sirven para que los más mayores recuerden su infancia y juventud y para que los jóvenes y visitantes conozcan la cultura tradicional de los pueblos.
Fiestas dedicadas a la colocación del pino, el chopo o el mayo en la plaza del pueblo por los jóvenes o quintos, fiestas de la siega y trilla del cereal, fiestas dedicadas a los trabajos forestales.... se celebran cada año en los pueblos coincidiendo a menudo con puentes, fines de semana o épocas de vacaciones.

Fiesta de la trilla.
Barajas de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.


4. Deportes tradicionales.
Muy arraigados en regiones del norte peninsular como Cantabria o el País Vasco.
El arrastre de piedra es un auténtico espectáculo para el que los bueyes o vacas tienen que recibir unos esmerados cuidados y un riguroso entrenamiento.
Los animales no son maltratados ni sufren realizando estas pruebas, puesto que simplemente hacen algo que hace en su día a día como bovinos de labor.
Todas las razas citadas en el punto 2, son susceptibles de ser empleadas para este fin.

Arrastre de piedra en Cantabria.
(c) Miguel Alba Vegas.

EPÍLOGO.
Como vemos, aunque hoy al pensar en vacas nos viene a la cabeza la producción de leche y carne, durante mucho tiempo, los bovinos fueron básicos para el trabajo.
Nos puede parecer algo de tiempos pasados pero tal y como se están poniendo las cosas, haríamos muy bien en aprender de esos viejos ganaderos que aún quedan en nuestros pueblos y que saben perfectamente lo que es el ganado vacuno de labor.

Don Manuel Yuste García, ganadero y carretero.
(c) Silvestre de la Calle García.

NOTA FINAL DEL AUTOR:
Hablar del ganado vacuno de labor, es hablar de Ávila y vacas Avileñas. A su vez, eso supone hablar de grandes vaqueros y carreteros.
Hoy quiero dedicar este artículo a la memoria de Don Manuel Yuste García, gran ganadero y carretero con el que tuve la inmensa suerte de compartir muchos y buenos ratos en el corral de su casa de Barajas de Gredos y junto a las yuntas de bueyes y vacas de su hijo Juan Manuel Yuste Apausa.
Tío Manolo era uno de esos viejos sabios de campo que eran auténticas bibliotecas vivientes y de los que tanto debemos aprender nosotros.

Don Manuel Yuste García junto a sus viejos carros.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

Bibliografía y fuentes consultadas:
- Sánchez  Belda, A. (1983). La raza bovina Avileña-Negra Ibérica.
- Sánchez Belda, A. (1984). Razas bovinas españolas.
- Sánchez Belda A. (2002). Razas ganaderas españolas bovinas.


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