sábado, 23 de enero de 2021

EL "AGÜELO" VIEJO. Un cabrero en la corte.

El 23 de enero de 1898, año fatídico para España, falleció en Guijo de Santa Bárbara don Antonio Jiménez García, conocido popularmente como "el Agüelo Viejo" a los 88 años de edad.

Hijo de Alonso Jiménez y de Francisca García, nació en 1810 en lo que por entonces era Guijo de Jarandilla, barrio de la Villa de Jarandila. Con tan sólo 6 años, conoció la independencia del pueblo respecto a la citada villa, momento en el que adquirió el nombre de Guijo de Santa Bárbara en honor a la patrona del lugar.

Retrato de Antonio Jiménez García, realizado por el gran pintor Francisco Martín Rivera.

En 1821, quedó huérfano de padre. La familia era muy humilde y vivía de lo que obtenían de la piara de cabras. Antonio tuvo que hacerse cargo de su madre y de sus hermanos pequeños puesto que su abuela materna Francisca Ovejero, era viuda y no podía ayudarles económicamente.

Tenía Antonio gran interés por aprender a leer, a escribir y a "echar cuentas" como entonces se decía pero al tener que estar todo el día en el campo con las cabras, era algo muy difícil. No obstante, fray Pedro Merchán Vidal, religioso franciscano del Convento de Santo Domingo de Guzmán de Jarandilla y encargado de la parroquia del pueblo, al ver el interés del niño, se comprometió a darle clases por las noches.

Recreación de la vida de Antonio Jiménez García. 
Silvestre de la Calle con las cabras de Jacinto Torralvo en los terrenos que formaron parte de la antigua finca de Los Guatechos. 

(c) Alonso de la Calle Hidalgo

Con tan sólo 19 años, Antonio contrajo matrimonio con Josefa Lorencia Santos García, 2 años menor que él. Como sabía leer y escribir a la perfección, fue nombrado escribiente del ayuntamiento y posteriormente secretario municipal, ya que contaba con todos los conocimientos necesarios para desempeñar dicho puesto.

A los 23 años, fue elegido alcalde. Era complicado desempeñar tal cargo y compatibilizarlo con su oficio de ganadero y agricultor y más teniendo en cuenta que cada día su patrimonio iba aumentando más gracias a que los beneficios que iba obteniendo cada año, los invertía en la compra de más ganado y más fincas.

En 1831, falleció su abuela María Ovejero, quien le dejó por herencia la maravillosa finca de La Viruela, situada cerca del pueblo y que estaba poblada de olivos, parras e higueras. Esta finca se encontraba donde hoy se encuentran la casa de Cultura, el Parque y los aparcamientos contiguos. 

En 1841, en el solar que antaño había ocupado la casa y horno de pan de sus abuelos, comenzó la construcción de un edificio destinado al Ayuntamiento, puesto que hasta ese momento los trámites municipales se realizaban en casa del alcalde. El edificio contaba con dos plantas. En la inferior estaban la cárcel y el matadero municipal y en la superior las dependencias municipales y una sencilla vivienda para el secretario o para ceder a alguna familia pobre del pueblo. 

Años más tarde, con motivo de la Desamortización de los bienes eclesiásticos de Mendizábal, adquirió diversas propiedades como el Convento Franciscano de Jarandilla y la llamada "Huerta del Monge" en Guijo de Santa Bárbara situada en los terrenos donde hoy se encuentran el ayuntamiento, el centro de día y el colegio público así como las viviendas y huertos de varios de sus descendientes.

Fuera del municipio adquirió también parte de la dehesa de El Centenillo (Talayuela) y una pequeña parte de la dehesa de Torreseca (Cuacos) así como un terreno de regadío en la Vega de la Barca (Valverde). Compró también el molino harinero del Pozo del Rey, lo que fue sin duda uno de los mejores negocios de su vida puesto que con la harina obtenida de cobrar la maquila (pago en especie) de todos los que iban a moler cereal al molino, dispuso de un suministro fijo de harina que le permitió abrir una panadería en Guijo frente a la fuente del Monge (hoy fuente de Tía Josefa).

Como miembro de la corporación municipal, se preocupó de solucionar el mayor problema del pueblo que era el acuerdo de aguas y pastos entre Guijo y Jarandilla. Este asunto ocasionaba auténticas guerras entre ambas poblaciones, no siendo raro que reluciese el acero de las navajas. Antonio redactó un documento que presentó a ambas corporaciones que en 1844 firmaron el armisticio sin volver a producirse problema alguno entre ambos municipios.

Pero sin duda alguna, la gesta más importante y por la que será permanentemente recordado "el Agüelo Viejo" fue la compra al Estado en 1859 de la finca denominada "Baldío de Jaranda" que había pertenecido al antiguo Sexmo de Plasencia. Se trataba de una extensa finca de casi 1000 hectáreas que ocupaba la parte más alta del pueblo y que era vital durante el verano para que el ganado guijeño pudiese pastar. Antonio adquirió la finca por 45100 reales y la dividió en 45 acciones, reservándose 4 de ellas y cediendo las 41 restantes a 22 vecinos del pueblo. De esta forma, hizo posible que los vecinos pudiesen ser propietarios de una finca que de otra forma jamás hubiesen podido adquirir. Ahora, los vecinos podían aprovechar los finos pastos del Baldío durante la época estival.

Pimesaíllo, antiguo poblado de chozas de cabreros situado en pleno Baldío de Jaranda.

(c)Alonso de la Calle Hidalgo.

Aconsejó a su consuegro don José García de Aguilar y Domínguez para que hiciese lo mismo con otras tres propiedades que habían salido a subasta y que había pertenecido antaño a los bienes de propios del municipio: Los Guatechos, Las Umbrías y La Lanchuela.

El mismo consejo dio a su hijo Antonio Modesto Jiménez Santos, que compró las fincas de Las Arguijuelas y el Cuchillar.

Don José, que era suegro de Antonio Modesto, acordó unificar las fincas con las de su yerno y dividirlas en acciones para cedérselas a los vecinos del pueblo. Sin embargo, cuando estaban redactando los documentos de cesión, falleció repentinamente, por lo que doña Juana García de Aguilar y Martín, esposa de Antonio Modesto, fue la encargada de firmar la cesión junto a su esposo.

Mientras todo esto ocurría en el Guijo, Antonio Jiménez García fue elegido diputado provincial por el Partido Judicial de Jarandilla. En sus intervenciones en sesiones de la diputación, manifestó su gran interés por la educación y en particular por la educación de las niñas del medio rural. Se preocupó también por la mejora de las comunicaciones del Partido de Jarandilla, al que sólo se podía llegar por penosos caminos y por estrechos caminos de herradura que a menudo hacían imposible el uso de carros. Manifestó su gran preocupación por el paso de la vía férrea por La Vera o al menos lo más cerca posible para dar salida a la importante producción agropecuaria de la comarca.

Todo esto llegó a oídos de la reina Isabel II de España, quien otorgó a Antonio Jiménez García el título de Caballero de la Real y distinguida Orden de Carlos III.

Retirado ya de la vida política, se centró en sus actividades agropecuarias en el pueblo, cuidando de su ganado y en especial de su preciado rebaño de ovejas. Dedicó gran esfuerzo a la mejora de la parroquia de Nuestra Señora del Socorro, arreglando la maltrecha sacristía y construyendo sobre ella un desván que sirviese de pósito de grano para que en años de escasez, los labradores pudiesen conseguir grano para la siembra a precio sumamente exiguo y para que los pobres pudiesen alimentarse.

Se preocupó de refundar la Cofradía del Santísimo Sacramento y Pasión que había sido fundada en 1674. 

Arregló los retablos y viendo las necesidades económicas que siempre acuciaban a la parroquia, cedió sus 4 acciones del Baldío de Jaranda para que nunca faltasen recursos al párroco para emplearlos en lo que fuera menester pero especialmente para que nunca faltase aceite para la lámpara del Santísimo.

Compró también una imagen de Nuestra Señora de las Angustias, destinada en principio a su oratorio privado, pero ante la gran devoción que el pueblo manifestó ante tan santa imagen, construyó una pequeña capilla junto al cementerio que luego sería ampliada.

El Papa León XIII tuvo noticia de todo esto y otorgó en 1894 una indulgencia plenaria perpetua para el perdón de sus pecados a don Antonio Jiménez García y a sus descendientes hasta la 4 generación. 

Durante estos años, se preocupó además de la educación de los niños guijeños. Había maestros en el pueblo pero daban clase en casas alquiladas. Enteramente a sus expensas, decidió construir en terrenos de su propiedad un magnífico edificio que sirviese de escuela, biblioteca pública y vivienda para los maestros. Para ello, cedió al ayuntamiento un terreno de su propiedad.

También realizó las gestiones para que la carretera llegase al Guijo desde Jarandilla cediendo los terrenos de su amada finca de "La Viruela" para que pasase dicha carretera. La obra partió la finca en dos, lo que dificultaba grandemente su gestión, pero para Antonio ese era un problema absolutamente menor.

Con motivo de la construcción de la carretera, Emilio Castelar visitó el municipio y fue recibido por Antonio a la entrada del pueblo quien se quitó el sombrero e hizo una reverencia al señor Castelar, quien le dijo:

- Don Antonio, soy yo quien tiene que hacerle una reverencia a usted.

El "Agüelo Viejo" pasó sus últimos días en su casa, rodeado de sus hijos, nietos y bisnietos a los que contaba todas sus historias. La muerte de su esposa en 1896 supuso un duro golpe para él, del cual no se recuperaría. 

El 23 de enero de 1898, acompañado de sus dos bisnietos Emilio de la Calle Esteban y Marceliana Jiménez Esteban, falleció en su alcoba. Todos los niños de la escuela fueron al entierro, por lo cual recibieron una gratificación tal y como había dispuesto en su testamento el "Agüelo Viejo".

El Pueblo, para reconocer su gran labor, puso su nombre a una plaza y su recuerdo aún sigue vivo entre todos los guijeños.


Antonio Jiménez García junto a su esposa Josefa Lorencia Santos García en 1890
(c) Colección Familia de la Calle García.

Si queréis conocer más sobre la vida de este personaje, os animo a leer el libro: 

ANTONIO JIMÉNEZ GARCÍA. EL ABUELO VIEJO. (2016) Silvestre de la Calle García, Alonso de la Calle Hidalgo y Raquel de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.

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