Sin duda alguna, dentro del rico panorama ganadero español, la raza bovina Avileña-Negra Ibérica ocupa un puesto destacado.
Veremos en este artículo las principales características morfológicas y productivas de esta raza y hablaremos de sus diferentes variedades.
Avileña-Negra Ibérica.
(c) Silvestre de la Calle García.
Comenzaremos describiendo la raza. Estamos ante un bovino de tamaño medio, en el que cada día son más numerosas las variantes positivas dado el mejor manejo.
Las vacas pesan por término medio entre 500 y 600 kilogramos mientras que los toros superan los 800 y pueden llegar a la tonelada.
La alzada a la cruz oscila entre los 140 y 150 cm para vacas y toros respectivamente.
Toro y vaca joven.
(c) Miguel Alba Vegas.
El perfil cefálico oscila entre en el ligeramente cóncavo y el recto. Las encornaduras adquieren la forma de gancho corto en los toros y de gancho abierto en las hembras, dirigiéndose primero hacia los lados y posteriormente hacia adelante, acodándose para dirigirse hacia arriba. Presentan un tono blanquecino con oscurecimiento en la punta, pudiendo en ocasiones ser enteramente pizarrosos.
El cuello es corto y potente en el macho y más fino y largo en la vaca, presentando leve papada sin llegar al aspecto "badanudo" del primitivo bovino castellano.
Tronco ancho y lomo ligeramente cóncavo que poco a poco y gracias a la selección rigurosa va siendo recto. Escroto negro en los machos y sistema mamario en la vaca propio de razas de cría extensiva, aunque con individualidades que apuntan buen desarrollo. Extremidades finas pero fuertes, terminadas en duras pezuñas del color de la capa.
Cola larga y con mechón bien poblado.
Excelente vaca de raza Avileña-Negra Ibérica.
(C) Miguel Alba Vegas.
La raza Avileña-Negra Ibérica centra su actividad productiva en la producción de carne de calidad. Los terneros son criados con leche materna hasta los 5-7 meses, momento en el que son destetados y se destinan directamente al sacrificio o a su engorde en cebadero para su posterior sacrificio como añojos e incluso como novillos, llegando a castrarse algunos ejemplares para producir cebones y bueyes. En cualquier caso, la carne es de excelente calidad, pudiendo decir que se trata de una de las mejores del mundo. Goza del amparo de la IGP Carne de Ávila y cuenta con el logotipo de Raza Autóctona 100%.
Aunque esta carne admite multitud de preparaciones dependiendo de la pieza utilizada, no hay nada más exquisito que un buen chuletón asado a la brasa, muy poco hecho, y con sal gorda. Es un auténtico manjar digno de los paladares más exquisitos.
Chuletón de Avileño.
(c) Isabel López Arrabé.
Las terneras, generalmente se destinan a la recría para reposición en la propia explotación o para venta a otras explotaciones dado el carácter expansivo de la raza.
Hembra joven.
(c) Miguel Alba Vegas.
Se practica también el cruzamiento industrial con razas especializadas como la Blonda de Aquitania, la Limusina y principalmente con la Charolesa. También se cruza con sementales de raza nacionales muy mejoradas ya como la Asturiana de los Valles o la Rubia Gallega.
Lo deseable es incidir en la mejora de la raza para la reproducción en pureza.
Toro Charolés y vaca Avileña.
(c) Miguel Alba Vegas.
En épocas pasadas fue común el llamado cruzamiento "a doble vía", en el que las vacas Avileñas eran cruzadas con toros lecheros, principalmente Frisones, y dar lugar a las llamadas "vacas mixtas" que se cruzaban con toros de carne. Sin embargo, este tipo de cruzamientos están prácticamente olvidados pues requieren una organización bastante compleja.
Vaca Avileña-Negra Ibérica con su ternerillo cruzado. Estas vacas son unas madres extraordinarias por su buena producción lechera y su gran capacidad para proteger a las crías de los depredadores.
(C) Miguel Alba Vegas.
El sistema de explotación más habitual es el extensivo, practicando numerosas ganaderías la trashumancia a pie o en camiones para aprovechar más adecuadamente los recursos naturales. El ganado pasa el invierno y la primavera en las dehesas de Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía y Castilla y León y el verano en los altos pastizales de montaña del norte de Cáceres o de Ávila. En otoño, la vacas pastan en las zonas bajas de la sierra o en los prados particulares. Cuando es necesario, la alimentación de los animales se complementa con piensos naturales, paja y heno segado durante el verano. La mayoría de los ganaderos no disponen de pastos propios, por lo que tienen que arrendarlos.
Vacas Avileñas trashumantes subiendo el Puerto de Tornavacas.
(c) Silvestre de la Calle García.
La capacidad andadora de estos animales es realmente proverbial tanto para buscar el sustento diario en sierras y dehesas, como para realizar sin fatigas los largos recorridos trashumantes entre las dehesas de invierno y los pastizales serranos de verano, que pueden estar separados por 200 ó 300 kilómetros que estás vacas recorren sin problemas en 15 ó 20 jornadas de marcha.
Vacas trashumantes subiendo por la calzada romana en el Puerto del Pico.
(c) Silvestre de la Calle García.
Podemos destacar ganaderías trashumantes como la de los Hermanos Torres, la de Juan Manuel Yuste Apausa o la de D. Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo, propietario de un excelente ganado prototipo del antiguo ganado Avileño.
Las vacas de D. Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo camino de los pastizales de verano.
(C) Silvestre de la Calle García.
La Avileña es una raza rústica, sobria y resistente. Es capaz de vivir y prosperar en lugares donde difícilmente se adaptan otros bovinos y proporcionar un ternero por vaca y año. Soportan las temperaturas gélidas y las nevadas de las serranías abulenses igual de bien que los tórridos y secos veranos extremeños.
Vacas Avileñas pastando entre la nieve.
(c) Miguel Alba Vegas.
El haber sido empleada durante siglos para el trabajo e incluso la producción lechera como ahora veremos, hace de ella una vaca de temperamento dócil y tranquilo, especialmente cuando es sometida a un adecuado manejo.
Isabel López nos muestra la gran docilidad de una de sus excelentes vacas bociblancas.
(C) Juan Manuel Yuste Apausa.
Como decíamos anteriormente, durante siglos las vacas Avileñas han sido empleadas como animales de trabajo. Los enormes bueyes eran utilizados para la carretería como ya vimos en otro artículo, así como para las tareas más pesadas como la labranza de grandes extensiones de terreno o el arrastre de madera. Las vacas solían emplearse para tareas más sencillas como la labranza de pequeñas extensiones de tierra, el tiro de carretas en cortos recorridos o las labores de trilla. Unos animales de semejante tamaño, debían ser absolutamente dóciles y manejables por lo que ante la más mínima expresión de bravura o "reciedumbre", los ganaderos desechaban al animal.
Yunta de bueyes.
(c) Silvestre de la Calle García.
Además de eso, muchas vacas eran sometidas a ordeño para cubrir las necesidades familiares de leche y derivados lácteos. Generalmente, eran los niños y las mujeres los que se encargaban del ordeño y para ello, los animales debían ser fácilmente manejables.
No quiere decir todo esto, que se seleccionasen animales débiles o asustadizos. Las vacas debían ser dóciles con el hombre pero ser lo suficientemente "avispadas" como para defender a sus crías del ataque de los depredadores en los pastaderos.
Todo ese proceso de selección, ha dado lugar a la actual raza Avileña.
Una muestra más de la docilidad de las vacas Avileñas que pacientemente siguen a Isabel mientras su esposo Juanma maneja el arado.
(C) Silvestre de la Calle García.
Pasamos ahora a hablar de las capas de la raza. Aquí analizaremos el asunto desde dos perspectivas. No es mi finalidad molestar a nadie sino recoger y reflejar toda la información posible, tanto de técnicos como de ganaderos y en particular de ganaderos antiguos.
Oficialmente, y como su propio nombre indica, la capa de la raza es negra, admitiéndose degradaciones rojizas en el tronco. Pueden aparecer también pequeñas manchas blancas en la zona de la ubre y en el bajo vientre, así como pelos en el borlón de la cola, siendo deseable la eliminación de estas manchas blancas o al menos su reducción a la mínima expresión.
Vaca de capa totalmente negra.
(C) Juan Manuel Yuste Apausa.
Se reconoce también la variedad bociblanca, considerada como en peligro de extinción. En este caso, el morro o bozo (en terminología antigua bezo y por lo tanto sería beciblanca) aparece contorneado total o parcialmente por una orla de color blanco o pardo rojizo. el ganado bociblanco presenta degraciones rojizas en el tronco, principalmente en el espinazo (listón) llegando en ocasiones a capas mulatas, lombardas e incluso a coloraciones francamente acastañadas, sobre todo en las hembras, siendo los machos mucho más oscuros. Los terneros nacen de color rojizo y paulatinamente van tomando la coloración de los adultos.
Vaca bociblanca con su ternero.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.
Muchos autores, consideran que esta es la verdadera pinta, capa o coloración de la raza a juzgar por los testimonios de los ganaderos antiguos de la Sierra de Gredos, cuna de la raza. El uro, bovino salvaje hoy extinto, de gran tamaño e imponente estampa y del que derivan las actuales razas bovinas, debió ser muy semejante a estas vacas bociblancas de Gredos.
Vaca bociblanca o "beciblanca" como se han llamado siempre en Gredos. Esta coloración es para muchos la auténtica y genuina de la vaca Avileña.
(C) Juan Manuel Yuste Apausa.
Popularmente, e incluso por algunos expertos, estos animales fueron considerados una raza independiente denominada RAZA BARQUEÑA por estar distribuida fundamentalmente por el antiguo partido judicial de El Barco de Ávila.
Vaca Avileña Bociblanca domada.
(c) Silvestre de la Calle García.
Existen sin embargo otras dos variedades que oficialmente no están reconocidas y que paso a explicar. Insisto nuevamente, en que yo no soy experto ni persona acreditada por lo que estoy abierto a escuchar y respetar profundamente todas vuestras opiniones aunque como digo y en base a mis conversaciones con ganaderos antiguos, describo estas variedades.
- Variedad galana.
Se trata de vacunos de capa berrenda en negra pero con una distribución particular. El negro afecta a la cabeza, al los laterales del tronco y a la parte inferior de las patas. Por lo tanto, el blanco aparece en el espinazo y el vientre sin superar nunca el esternón por delante ni la mitad de la panza por los laterales. La cola también es blanca. Conocida desde la antigüedad, en zonas de la vertiente sur de Gredos se las denomina también como vacas "jardas". El origen de esta capa es muy discutido. Puede ser el resultado de la aclaración pigmentaria de bovinos de la variedad bociblanca o bien deberse a antiquísimos cruzamientos con ganado Blanco Cacereño que darían lugar a un gen de pigmentación que de forma recesiva quedó presente en el caudal genético de la raza que nos ocupa.
Yunta Galana en Barajas de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.
Hay que tener cuidado porque no cualquier vaca con esta capa es Avileña galana. Esta coloración aparece también en la raza Berrenda en Negro aunque con mayor predominio de las zonas blancas, debido en la mayoría de los casos al mestizaje con la Berrenda en Colorado. También es frecuente que aparezca en animales cruzados dando lugar a berrendos de múltiples coloraciones en las que el blanco aparece junto a una gran gama de colores, lo que complica aún más la diferenciación.
Vieja vaca de capa Galana fotografiada en San Martín de la Vega del Alberche, donde este tipo de vacas siempre fue muy abundante, llegando a existir vacas enteras con este pelo.
(C)Silvestre de la Calle García.
- Variedad bardina.
Se trata de un espectacular bovino de capa chorreada o "atigrada" para que el lector inexperto comprenda mejor. Sobre una coloración rojiza que varía desde tonos rubios a retintos, aparecen franjas de color oscuro. Siempre son bociblancos.
En otro tiempo, eran denominados también "gallardos" y llegaron a ser muy numerosos en la Sierra de Gredos, sobre todo en la zona de Barco de Ávila y también en la comarca cacereña de la Vera.
Bueyes bardinos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Su origen es igualmente muy complejo de explicar. Si al hablar de las galanas mencionábamos el posible cruzamiento con bovinos blancos, en este caso podríamos hablar de algún antiquísimo cruzamiento con ganado rubio o rojo pero desde luego, dicho cruzamiento ocurriría en épocas antiquísimas, cuando el concepto de "raza" tal y como lo conocemos hoy era desconocido. Posteriormente, cuando ya estaban reconquistadas las tierras del sur y establecidas las rutas carreteriles y trashumantes, bovinos rojos del sur, pudieron influir también sobre el bovino "gredense" pero recalcamos que esto tuvo lugar en época muy antigua y no en los últimos tiempos.
Magnífico lote de bovinos bardinos.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.
Es de sobra conocido, que la Sierra de Gredos y toda la provincia de Ávila fue repoblada por el conde Raimundo de Borgoña (1070-1107), esposo de la reina Urraca I de León (1080-1126). La repoblación se llevó a cabo con gentes del norte (Galicia, León, Asturias...) que posiblemente vendrían acompañados de sus animales de tipo rubio (antepasados de la Rubia Gallega actual) o castaño cantábrico (antepasados de las actuales razas Carreñana, Casina y "Morenas del Noroeste") y que se cruzarían con el ganado local influyendo en su posterior desarrollo y dando lugar a características que quedarían grabadas en el caudal genético de la raza.
Sea como fuere, y al igual que lo dicho en el caso de las galanas, las bardinas son conocidas en Gredos desde hace mucho tiempo.
Preciosa estampa de un semental, una vaca y un ternero de capa bardina. La presencia de bovinos con esta capa en Gredos en antiquísima.
(C) Juan Manuel Yuste Apausa.
* Ganado "Barroso Cacereño".
No podemos terminar de describir las variedades de la raza Avileña sin hablar de un curioso y singular bovino, hoy totalmente desparecido, pero sobre el que muchos autores han escrito largo y tendido: el ganado "Barroso Cacereño". El primer nombre, ya idea de su color, un tono marrón terroso semejante al barro seco, y a su procedencia en el nordeste de la zona de Cáceres, encontrándose también en el sur de Ávila y el noroeste de Toledo. Podríamos decir que su área de distribución coincidiría con la de oveja Talaverana para que si el lector interesado consulta algún mapa, se haga fácilmente una idea.
Buey de capa barrosa.
Este ejemplar es muy similar al ganado barroso cacereño.
(c) Miguel Alba Vegas.
Este bovino era el resultado del cruzamiento secular y descontrolado entre el ganado Avileño y el Blanco Cacereño, produciéndose una codominancia de los genes responsables de la coloración del pelaje de forma que no eran ni negros ni blancos sino marrones o pardos, oscilando desde el jabonero al barroso. Realmente, no puede considerarse como una variedad de ninguna de las dos razas citadas sino el fruto del cruzamiento en tiempos recientes de estos dos tipos bovinos.
Vaca Blanca Cacereña.
(c) David Bernaldo de Quirós Pablo.
Presumiblemente, los ganaderos buscaban un animal de gran tamaño como la Avileña pero con las extraordinarias aptitudes para el trabajo de la Blanca Cacereña, lo cual realmente consiguieron. Hasta mediados del siglo XX estos bovinos fueron relativamente abundantes en la zona de Arenas de San Pedro, Candeleda y la Vera Cacereña donde algunos viejos ganaderos los designaban como "Vaca Verata".
Vacas Avileñas y Blancas Cacereñas.
(c) David Bernaldo de Quirós Pablo.
¡Ojo! No confundir este bovino barroso con la raça Barrõsa de Portugal, espectacular animal de tipo castaño cantábrico con influencias podólicas y que es un animal bellísimo que puebla las montañas norteñas del país vecino.
Raça Barrõsa
(c) Mario Nogueira.
Durante siglos, los bovinos de Gredos eran esencialmente animales de trabajo y tenían una morfología distinta a la de los que vemos actualmente. Eran animales "ambientales", es decir, que su aspecto recordaba al de los herbívoros silvestres como ciervos o cabras monteses. Al ganadero y agricultor serrano, no le interesaban animales con grandes masas musculares y piezas nobles como se buscan hoy. Lo deseado eran animales con potente esqueleto, predomino del tercio anterior del cuerpo, cabeza grande y cuernos bien desarrollados para poder uncir fácilmente los yugos de tipo cornal que son los que se han utilizado siempre en el Sistema Central.
Durante mucho tiempo, los ganaderos buscaban vacas con "buena cabeza".
(c) Miguel Alba Vegas.
El ganadero no se preocupaba tampoco de seleccionar capas o coloraciones, por lo que se encontraban con frecuencia bovinos de las cuatro capas citadas aunque los negros totales, eran raros. El ganadero solía ser además labrador y muchas veces el número de vacas se reducía tan sólo a la yunta y poco más. Por ello, muchas veces el color de los animales importaba poco aunque tener una yunta "apelada", es decir, en la que las dos vacas fueran del mismo color, era motivo de orgullo para muchos ganaderos y era más fácil conseguir esto con el color negro.
Semental del ganadero de Guijo de Santa Bárbara Cipriano Jiménez Pérez (1863-1927)
Fiel imagen del antiguo ganado criado en la sierra de Gredos.
La fotografía fue tomada en 1920 en Guijo de Santa Bárbara, pueblo con una importante cabaña bovina desde hace siglos.
(C) Colección Familia de la Calle García.
Fue a comienzos del siglo XX cuando ante la introducción de bovinos de aptitud lechera y mixta en el área de cría de la Avileña, cuando algunos ganaderos, especialmente los que poseían más reses, se niegan a cruzar sus animales y deciden mejorar las producciones de carne en vista de que el ganado de trabajo era cada vez menos demandado en las áreas cerealistas y que el transporte en carros era cada vez menos necesario.
Durante siglos la Avileña fue esencialmente una raza de labor.
Manuel Yuste García, gran ganadero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Frente a ganaderos que defendieron férreamente la cría en pureza, defendiendo especialmente la llamada "Raza Barqueña" (la bociblanca de hoy en día), algunos ganaderos importaron toros negros de Andalucía de la llamada entonces Raza Negra Campiñesa (actual Negra Andaluza). Se trataba de bovinos originados a partir de vacunos avileños llevados siglos antes a las dehesas del sur peninsular pero que se habían seleccionado cuidadosamente para que fuesen más grandes, con morfología más acorde al tipo carnicero y enteramente negros.
Vaca bociblanca. Genuino representante del antiguo bovino de la Sierra de Gredos.
(C) Miguel Alba.
El resultado de este cruzamiento fue un animal semejante a la raza antigua aunque con ciertos defectos corregidos. La capa era totalmente negra o con leves degradaciones rojizas y el carácter bociblanco fue desapareciendo, si bien se conservó en la mítica ganadería de REGINO HERNÁNDEZ, del pueblo de La Herguijuela. Aunque muchos ganaderos se centraron en criar el "tipo mejorado", siguieron comprando regularmente ganado a tío Regino para que no se perdiese la rusticidad y sobriedad de la antigua raza. A día de hoy, casi todas las ganaderías de Avileño han contado a lo largo del tiempo, directa o indirectamente, con ejemplares de tío Regino, portadores de los genes responsables de la aparición de las 4 capas citadas.
Yunta descendiente de las vacas de tío Regino.
(c) Mámixo Rellán Hernández.
Así, en vacadas que llevan ya un siglo seleccionando rigurosamente la capa negra, los ganaderos no se sorprenden cuando nacen terneros galanos, bardinos o bociblancos. Muchos son los que desechan estos animales puesto que sólo los bociblancos junto con los negros son oficialmente reconocidos como Avileños puros.
Galanos y bardinos son defendidos por muchos ganaderos
(c) Silvestre de la Calle García.
Sin embargo, un grupo de entusiastas ganaderos de Ávila y otras provincias, se ha propuesto luchar por el reconocimiento oficial de estas razas criadas ya por sus padres y abuelos hace más de un siglo. A este grupo, nos unimos fotógrafos, aficionados a la ganadería, defensores de la cultura tradicional y escritores que, como yo, queremos aportar nuestro granito de arena y modesta colaboración en este gran proyecto para que la importante biodiversidad ganadera de nuestro país, no desaparezca en el olvido.
Bibliografía y fuentes consultadas:
Sánchez Belda, A. (1984) Razas Bovinas Españolas.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Para mi msta raza la más bonita!! Muchísimas gracias silver!!
ResponderEliminarBien, Silve.
ResponderEliminarA mí también son las que siempre me han gustado más, las negras avileñas.
soy trasumante de avileñas una gozada....
ResponderEliminarpara mi la negra-avileña junto con el toro de lidia los màs bonitos..
ResponderEliminarHola Silvestre. Te sigo en el blog y en facebook pero nunca antes había comentado. Como naturalista me gustan tanto las razas de ganado y perros de pastor como los animales salvajes de todo tipo y tu blog es una fuente inmensa de información. Te lo agradezco. Y en el mío, de vez en cuando, también intento informar a otros naturalistas, que son mis seguidores, sobre este mundo.
ResponderEliminarEn especial, en esta entrada, me ha encantado ver información sobre las galanas y las bardinas, pues veo ejemplares con esas capas en mis paseos del entorno de mi casa, en el sur de la Sierra de Guadarrma. Las desconocía y me ha encantado saber de ellas. Aquí hay ganaderos curiosos, que mantienen algunos ejemplares de razas que no son se aquí, como moruchas, tudancas y hasta cachenas. Supongo que no se pueden resistir a su belleza.
¡Vaya! me ha salido un comentario algo largo para de saludo. Saludos.