miércoles, 19 de mayo de 2021

SONIDOS Y OLORES DEL PUEBLO

Nos encontramos hoy en un pueblo imaginario al que llamaremos Villa de Praocartas,  situado en un lugar de.... Bueno, donde cada lector quiera imaginárselo.
Es más, cada lector puede imaginarse un pueblo que le guste o su propio pueblo, porque lo que a continuación se describirá poco varía de un pueblo a otro.

Posiblemente el sonido que más asociemos con cualquier pueblo sea el canto del gallo.
(c) Silvestre de la Calle García.

 Se trata de un pueblo de unos 500 habitantes más menos cuya economía gira en torno a la ganadería complementada con la agricultura, aunque cada vez va cobrando más importancia el turismo y se están abriendo algunos establecimientos para que los visitantes puedan alojarse y comer.
En verano, con la llegada de los veraneantes, el pueblo duplica su población.
Veamos como transcurre un día normal en este pueblecito.

Un pueblo cualquiera que bien podría ser la Villa de Praocartas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Amanece en la Villa de Praocartas. El sol aún no da en el pueblo pero ya hay suficiente claridad para andar por la calle. Los gallos cantan contestándose entre los diversos gallineros, situados algunos en pleno centro del pueblo, en los huertos que hay junto a las casas.
Además, hay quien tiene junto con las gallinas otras aves como pavos, gallinas de Guinea, patos, ocas e incluso los espectaculares pavos reales.
Todas estas aves forman auténticos conciertos.

Gallo enano.
Estos animales, bellísimos pero muy agresivos, tienen un canto muy peculiar.
(c) Silvestre de la Calle García.

Gallo, pavo y gallinas en sus nidales.
(c) Mariano Martín Ayuso.

Ya muchos han sido los que se han levantado y se han marchado al campo para comenzar a "aviar" a los animales antes de sacarlos a la sierra o a los prados. Quedan aún varios rebaños de cabras, algunas piarillas de vacas lecheras y algún hatajo de ovejas, aunque la principal especie ganadera es el vacuno de carne.
Al lado de cuadras y corrales, se acumula el estiércol que, en su debido momento, servirá para abonar las tierras dedicadas al cultivo de tabaco, patatas, frambuesas....

Piara de vacas de carne, base de la economía de nuestro pueblo imaginario.
(c) Olga de la Calle Santos.

Cuando el ganado está aviado, los ganaderos lo sacan de los corrales y majadas y el aire se llena con el sonido de los cencerros que resuenan en el pueblo porque algunos corrales están muy cerca e incluso algunos animales tienen que atravesar el pueblo para ir a sus lugares de pastoreo.
No lleva el ganado cencerros por capricho o gusto del ganadero sino para que en caso de pérdida, el animal pueda ser localizado puesto que los cencerros de cada ganadería tienen su propio sonido, lo que permite además que si un animal no lleva cencerro y se pierde, pueda oír los cencerros de su rebaño y regresar a él.

Piara de cabras.
(c) Cristofer Flores Ovejero.

Rebaño de ovejas.
(c) Pedro Gilarte Fuente.

Pero como ya se ha dicho, en la Villa de Praocartas muchos vecinos viven del ganado vacuno de aptitud cárnica que pasa gran parte del año en las dehesas de otros pueblos, acudiendo en verano en busca de los frescos pastos de las montañas del pueblo. Para los vecinos del pueblo es una gran alegría salir a ver el paso de las diferentes ganaderías e incluso hacen la "Fiesta de los trashumantes" para celebrar tan esperado acontecimiento.


Vacas camino de la montaña.
(c) Miguel Alba.

El reloj situado en la torre del viejo Ayuntamiento, acaba de dar las nueve. Los vecinos más mayores, que ya no tienen grandes piaras de ganado, van a los pequeños huertos situados en las cercanías del pueblo y en los que cultivan algunas verduras, hortalizas y frutales para el consumo familiar.
Además, muchos de estos mayores, que ya no pueden conducir y cuyas piernas debilitadas por décadas de duro trabajo no les permiten alejarse mucho del pueblo, tienen en estos huertos sus gallinas, alguna cabra, el cochino para la matanza y algún animalillo más para entretenerse.

Cabras y gallinas en un huerto.
(c) Silvestre de la Calle García.

Burra con bucha, vaca y pequeño rebaño de cabras en un pueblecito cualquiera.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los abuelos mantienen en el huerto situado junto a la casa del pueblo, algunas cabras, gallinas y cerdos. ¡Cómo les gusta a los nietos ver los animales cuando vienen! ¡Qué ricos los huevos, el queso y los chorizos!
(c) Silvestre de la Calle García.

Pero algunas de estas personas mayores aún están muy bien de salud y de hecho es el propio ganado y el trabajo en el huerto los que le mantiene en ese buen estado. Una de ellas, es la tía Juana, que pese a pasar ya de los 80 años, sale cada día con sus cabras por los alrededores del pueblo, manteniendo las callejas y caminos que van a las fincas limpios de hierbas y zarzas, motivo que agrada a muchos vecinos, sobre todo a los que no están en el pueblo y tienen que pagar para que alguien les limpie las fincas.
También hay en el pueblo algún rebañito de ovejas que cumple la misma función, lo que alegra mucho a los vecinos porque hasta las calles del pueblo están limpias de hierba.

La tía Juana con su hatajillo de cabras cerca del pueblo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Pequeño de ovejas en un pueblo cualquiera.
(c) Cristina Martín Peral.

Pronto se hacen las 10 y media y como es domingo, el sacristán da el primer toque a las campanas de la iglesia para que la gente se prepare para ir a Misa. Unos minutos más tarde, cuando el señor cura ya está en la iglesia, vuelven a sonar las campanas para anunciar que ya va a comenzar la Santa Misa. Volverá a sonar la campana, esta vez el viejo esquilín, en la Consagración para avisar a los fieles que están en sus casas y que no han podido ir a Misa que en ese momento, Cristo se hace presente.
A lo largo de la semana, la campana sonará a las 12 para anunciar el momento del Ángelus y si alguien fallece, el sacristán "doblará" para que la gente se entere: 8 toques si fallece una mujer, 9 si fallece un hombre y la campanita chica si el fallecido es un niño, cosa que ya no suele ocurrir afortunadamente.

Iglesia de un pueblecito cualquiera en el que vivieron los antepasados del autor de este artículo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Está muy buen día y como es primavera, suena el ganado que hay en los prados que rodean la Villa de Praocartas. Rebuznos, relinchos, mugidos, balidos.... el sonido de pequeños campanillos colocados en este caso como adorno más que por una necesidad verdadera, resuenan por doquier. 
En la primavera, burros y caballos tienen su época de celo y en ocasiones preparar un auténtico "concierto" contestándose de unos prados a otros.
Son particularmente "ruidosos" los enomoradizos borricos que ante el olor que emiten las burras y sobre todo las yeguas, las llaman con insistencia tratando de conseguir su atención y....sus amores. 
También hay terneras, llamadas chotas en este pueblo, que pastan en los prados cercanos al pueblo para tenerlas mejor atendidas y mantenerlas alejadas de los toros y evitar que se cubran.

Yegua con potrillo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Llegado el final del invierno, los burros comienzan a encelarse.
Su rebuzno o "cantar" resuena a varios kilómetros de distancia.
(c) Silvestre de la Calle García.

Chotas cerca del pueblo.
(c) Olga de la Calle Santos.

Por la tarde, se repite nuevamente el concierto de cencerros o campanillos cuando el ganado regresa a los corrales y majadas. Algunos animales tienen que atravesar las calles del pueblo para llegar a su cuadra o corral pero es algo común y que siempre ha sido así.

Piara de cabras.
(c) José María Hidalgo Pérez.

Son muchos también los que tienen otro trabajo principal tanto en el pueblo como fuera de él pero que además tienen algunos animales en los huertos cercanos al pueblo: el panadero, el carpintero, albañiles, trabajadores del sector servicios...
Trabajan por la mañana y por la tarde aprovechan para atender a los animales que son un complemento económico o una distracción. Algunos tienen trabajos de tarde o noche, pero aún así aprovechan los ratos de descanso para aviar a sus animales aunque tengan que sacrificar algunas horas de sueño.
Han heredado de sus abuelos el gusto por los animales y no se desharán de sus pequeños rebañitos de cabras u ovejas, de los cerdos, las gallinas, los conejos o el viejo burro de los abuelos que ya no se usa para labrar pero al que toda la familia quiere como si fuera uno más de la familia.


Cabras, gallinas, cerdos, ternero y burro, animales que pueden verse en los huertos cercanos a pueblos como la Villa de Praocartas.
(c) Javier Bernal.

Muchas veces queda poco tiempo para atender a los animales después del trabajo, pero unas gallinas y unos conejos, se avían pronto. Sirven de entretenimiento y además aportan huevos y carne para el consumo familiar.
(c) Carlos Sánchez Burdiel.

El ganado, esté lejos o cerca del pueblo hace ruidos y genera olores que a los habitantes del pueblo, no les causan molestias de ningún tipo. Todo el mundo está acostumbrado al canto de los gallos y al olor de los cerdos. Además, hay en el pueblo gente que no tiene animales pero que compra leche, queso, cabritos o huevos a esos pequeños ganaderos sabiendo que son productos de calidad. Incluso la gente que vive fuera del pueblo compra esos productos cuando viene.
Así se ha hecho de toda la vida y nadie se ha quejado jamás.

Pequeño rebaño de cabras en época de celo, temporada en la que los machos son ruidosos y huelen....a macho.
(c) Ibai Menoyo.

¿A quién le importa el olor de los cerdos con lo rico que está el lechón o tostón asado en el horno de leña del huerto de la abuela o lo riquísimos que están los hornazos que hace la abuela con los productos de la matanza?
(c) Antonio Acosta Gómez.

Cae la noche y se hace el silencio aunque se oye en los tejados el canto lúgubre de los búhos y, si es época de celo, sonarán durante la noche los maullidos estridentes de los gatos.
El ganado que permanecerá en los prados cercanos al pueblo, permanece echado y rumiando y sus cencerros suenan plácidamente durante toda la noche.
Algún gallo cantará en plena madrugada quizás alterado porque el zorro ronda el gallinero y tampoco será raro que algún mastín rompa la quietud de la noche con su ronco ladrido al barruntar que algún animal, ¿acaso un lobo?, ronda la majada donde dormitan las cabras.

El mastín dormita cuando puede, pero siempre está atento al más mínimo ruido sospechoso.
(c) Silvestre de la Calle García.

ASÍ ES LA VIDA EN UN PUEBLO CUALQUIERA.
Señoras y señores, nos agrada muchísimo que nuestros bellos pueblos sean de su agrado y les recomendamos que vengan a visitarnos, a conocer nuestros monumentos y nuestras ancestrales costumbres, a disfrutar de nuestra gastronomía.... pero nosotros nos dedicamos a la ganadería y a la agricultura y esas actividades generan unos sonidos y olores inevitables y que para nosotros no son molestos sino que son SONIDOS Y OLORES DE VIDA. 

SONIDOS Y OLORES DE VIDA
Magnífico vídeo grabado por Javier Bernal.

Fdo: Silvestre de la Calle García.

Habitante de un pueblo donde cantan los gallos, suenan las campanas y las cabras llevan campanillos.


1 comentario:

  1. cuento maravilloso Silvestre, pero que desgraciadamente no se corresponde en estos tiempos en nuestro querido pueblo...pregunta a los que viven cerca de la plaza de toros...

    ResponderEliminar

FESTIVAL DEL PIORNO EN FLOR 2024

El día 17 de mayo de 2024 se inaugurado en localidad de Navalosa el FESTIVAL DEL PIORNO EN FLOR. Durante algo más de un mes, hasta el próxim...