LA TRASHUMANCIA EN EL PUERTO TORNAVACAS

    La ganadería bovina trashumante tiene una gran importancia en la provincia de Ávila. Ya hemos hablado varias veces de esto en EL CUADERNO DE SILVESTRE.
Sin duda alguna una de las imágenes más conocidas de la trashumancia, es la de las vacas Avileñas subiendo por la calzada romana del Puerto del Pico.
Pero hoy, nos centraremos en otro paso ganadero de gran importancia: EL PUERTO DE TORNAVACAS.
También hablaremos brevemente en este reportaje de la ganadería estante (no trashumante) y haremos una mención a las industrias derivadas de la ganadería en la zona que nos ocupa.

Vista del Valle del Jerte desde el Puerto de Tornavacas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
    
    El Puerto de Tornavacas se encuentra en el límite entre las provincias de Cáceres y Ávila. A sus pies, mirando hacia el sur, se extiende el Valle del Jerte, comarca cacereña famosa por sus cerezas. Por el fondo del Valle discurre una vía pecuaria conocida como Cordel del Valle que comunica los pastos serranos con las dehesas extremeñas.
Tradicionalmente, esta vía era utilizada en sus desplazamientos por el ganado trashumante de los pueblos cercanos a la villa de El Barco de Ávila así como por el ganado trasterminante del propio Valle del Jerte, compuesto fundamentalmente por piaras de cabras.

Vacas recorriendo el Cordel.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
    
    Los cordeles son vías pecuarias que, según la legislación medieval y actual, deben tener una anchura mínima de 45 varas castellanas (unos 37 metros) con el fin de permitir el paso fluido del ganado.
Sin embargo, muchas veces, los cordeles se ven invadidos por cultivos, construcciones diversas, embalses, carreteras.... que reducen la anchura a unos pocos metros, obligando al ganado a ir en fila y tardando mucho más en realizar el recorrido.
Esto es especialmente notorio en el Valle del Jerte. Hasta que no se pasa el pueblo de Tornavacas, en la cabecera del Valle, el cordel no vuelve a recuperar su anchura original.
Estos inconvenientes, hacen que la mayor parte de los ganaderos opten por realizar el trayecto en camiones, aunque existen aún célebres ganaderías como la de los descendientes del tío Ezequiel, que aún siguen realizando el recorrido a pie.
Esta familia, conocida en el ámbito ganadero como "Los Ezequieles", son propietarios de una excelente ganadería de raza Avileña-Negra Ibérica de gran calidad.

En su último tramo, el cordel es muy ancho aunque está en parte invadido por el matorral.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo

    Los matorrales que crecen en el cordel, sirven de refugio a la fauna salvaje desde pequeñas aves a mamíferos de mediano porte como el esquivo corzo, que pasta en los claros del cordel para huir velozmente en cuanto escucha los cencerros y mugidos de las vacas, emitiendo un sonoro "ladrido" para alertar de la amenaza a sus congéneres.
También las cigüeñas visitan el cordel en busca de insectos y otros animalillos que les sirvan de alimento a ellas y a sus polluelos.

Corza pastando en el cordel.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La elegante cigüeña.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

    Las vacas comienzan a subir pacientemente el último tramo del Puerto. La gran pendiente, les obliga a hacerlo despacio para no cansarse. Abren la marcha las vacas más viejas, perfectas conocedoras del camino, así como aquellas que no llevan terneros y pueden caminar más ligeras.

Vacas subiendo el Puerto.
Al fondo, la villa de Tornavacas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

    Continúan las vacas con los terneros e incluso algún novillo o toro joven. Los toros de gran peso, no pueden realizar el camino a pie, especialmente los de razas de gran formato, por lo que son trasladados en remolques o camiones.

Vacas acompañadas por sus terneros.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

    Cierran la marcha los vaqueros, a lomos de sus caballos. Van atentos para que ningún ternero ni ninguna de las vacas más débiles se queden rezagados. 

Los vaqueros subiendo ya el último repecho del Puerto.
(c) Silvestre de la Calle García.

    Al llegar al Puerto, el ganado puede parar en el amplio descansadero para recuperar las fuerzas tras la subida y continuar luego la marcha. Desde aquí, el ganado puede dirigirse directamente a la sierra por coladas y veredas para llegar pronto a los pastos de altura. Otras vacas, permanecerán incluso en grandes praderas cerca del Puerto.

Vacas junto al Puerto de Tornavacas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
    
    Sin embargo, muchas vacas continúan el recorrido por el Cordel, entre ellas las de la ganadería de "Los Amadeos" que llegarán hasta el pueblo de Puerto Castilla para atravesarlo por su calle principal, que es también el cordel que llevan siglos recorriendo las vacadas y los rebaños de ovejas.

Las vacas entran en Puerto Castilla.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

    Las vacas cruzan tranquilas el pueblo sin peligro alguno puesto que aunque sea la calle principal del pueblo y también la Carretera Nacional 110, lo primero que se trazó por aquí fue el Cordel y por lo tanto las vacas tienen preferencia, teniendo los coches que parar obligatoriamente.

Vacas cruzando Puerto Castilla.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

    Igual que en la subida al Puerto, los vaqueros cierran la marcha para evitar que algún animal despistado se quede rezagado.

Vaqueros a caballo cerrando la marcha.
(c) Silvestre de la Calle García.

    A partir de aquí, las vacas seguirán hasta los pastos de altura donde pasarán el verano hasta que el frío y la nieve obliguen a los ganaderos a regresar con ellas a Extremadura.

Vacas Avileñas en la nieve.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

    Sin embargo, no todo el ganado trashuma a Extremadura sino que muchos son los que mantienen su ganado todo el año en estos pueblos cercanos a la noble villa del Barco de Ávila.
Tradicionalmente, en los pueblos más ganaderos, todos los hombres marchaban con el ganado a Extremadura, quedando en el pueblo las mujeres, ancianos y niños para encargarse de los huertos y del ganado que no trashumaba: la yunta de labor, alguna caballería, pequeños rebaños de ovejas y cabras...

Cabras y gallinas en Navalonguilla
(c) Silvestre de la Calle García.

    En los pueblos en los que la agricultura tenía mayor importancia que la ganadería, los agricultores mantenían pequeñas ganaderías, costumbre que aún subsiste hoy entre agricultores o entre personas que se dedican a otras actividades.
En una villa como El Barco, donde el turismo y la industria tienen una gran importancia, existen muchos pequeños ganaderos de este tipo.
Es el caso de Óscar Martín Martín y su esposa Magdalena Vegazo Mayoral quienes mantienen un pequeño pero precioso rebaño de cabras en unos prados cerca de El Barco.

Las cabras de Óscar y Magdalena.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una muestra de la docilidad de las cabras de Óscar y Magdalena.
El autor de este artículo, al que estas cabras no habían visto nunca.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Óscar, que es carpintero de profesión, dedica el tiempo libre a sus cabras. Puesto que el rebaño es pequeño, Óscar y Magdalena realizan el ordeño de forma manual pero no a la antigua usanza sino en una maravillosa sala de ordeño construida enteramente de madera por Óscar que facilita grandemente la tarea del ordeño siendo más cómo tanto para las cabras como para sus propietarios.




Detalles de la sala de ordeño de Óscar y Magdalena.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
    
    El Barco de Ávila es una villa con una gran historia. Su término municipal es bastante pequeño por lo que, tradicionalmente, la agricultura ha tenido mayor importancia que la ganadería, destacando el cultivo de las famosas judías del Barco.
Sin embargo, desde la Edad Media, Barco ha sido el centro de la vida de los pequeños pueblos serranos.
Todos los lunes se celebra el tradicional mercado al que acuden los habitantes de todos los pueblos cercanos, antaño para vender sus productos y hoy, dadas las rigurosas normas sanitarias, sólo para comprar.
También se celebran desde la Edad Media importantes ferias de ganado, a las que acudían tratantes de toda España buscando fundamentalmente las vacas autóctonas de estas serranías, si bien en dichas ferias se comercializaba todo tipo de ganado.
Especialmente famosa era la Feria de Octubre, que aún se celebra aunque sin la gran trascendencia de épocas pasadas.




Diversas imágenes de la Feria de Octubre de El Barco de Ávila.
(c) Silvestre de la Calle García.

    
    Es lógico que con la gran riqueza agrícola y ganadera de la zona, debida en gran parte a la ganadería trashumante, hayan surgido empresas dedicadas a dar salida a estas producciones mediante la venta del ganado, la exportación de productos agrícolas como la judía y la exportación de productos elaborados a partir de la ganadería como por ejemplo los embutidos y jamones que, al estar en una zona de clima frío, son sencillamente sublimes.

Es el caso de EMBUTIDOS Y JAMONES CHOPO, empresa famosa por la elaboración de productos chacineros de una gran calidad.

(c) Carlos Sánchez Burdiel.

    Uniendo tradición y modernidad, la familia Sánchez Burdiel produce unos embutidos y jamones de una calidad insuperable: jamones y paletas de cerdo, cañas de lomo, longanizas, chorizos... de cerdos Ibéricos y Blancos pero en cualquier caso excelentes.
En su tienda, el cliente puede adquirir embutidos y jamones elaborados artesanalmente, miel de cosecha propia, quesos, legumbres de la comarca...

(c) Carlos Sánchez Burdiel.
   
    El Barco de Ávila es una población que merece una tranquila visita pues tiene mucho que ver: la Iglesia Mayor de la Asunción de Nuestra Señora, el Castillo de Valdecorneja, el Puente Viejo, la Puerta del Ahorcado....
Pero la visita no estará completa sin pasar por la tienda de EMBUTIDOS Y JAMONES CHOPO para comprar productos tradicionales de la zona.

(c) Carlos Sánchez Burdiel.

    Además de ser copropietario de esta empresa, Carlos Sánchez Burdiel es uno de esos pequeños ganaderos tradicionales de los que antes hablábamos. En sus ratos libres, se dedica a la cría de gallinas y conejos de razas autóctonas, luchando para que estos animales tan tradicionales en los corrales castellanos durante siglos, no desaparezcan.
En su huerto encontramos gallinas Castellanas Negras, conejos de raza Antiguo Pardo Español o conejos Gigantes de España. 

Lógicamente, gallinas y conejos no podía ser animales trashumantes pero su crianza era una actividad fundamental para las familias ganaderas pues permitía complementar la dieta y vender los excedentes, contribuyendo así a mejorar la economía familiar.

(c) Carlos Sánchez Burdiel

    Sirva este artículo de homenaje a todos los ganaderos de la zona de El Barco de Ávila así como los empresarios que se dedican a transformar y comercializar los productos agropecuarios generados en la zona para que todos podamos disfrutarlos.
Que nunca dejen las vacas Avileñas de subir el Puerto de Tornavacas, que sigan alegrando las cabras los alrededores de El Barco con sus cencerros, que sigan cantando los gallos Castellanos Negros y que se sigan elaborando los ricos embutidos siguiendo la tradición familiar.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.























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