LOS CORRALES DE NAVALOSA
Navalosa es un precioso pueblo abulense situado junto al río Alberche. Se trata de un pueblo que ha sabido conservar de manera espectacular costumbres y tradiciones muy antiguas y que cuenta con maravillosos ejemplos de arquitectura tradicional tanto de viviendas como de edificaciones de uso ganadero, entre las que destacan LOS CORRALES.
Navalosa es una población que tradicionalmente ha basado su economía en la ganadería, complementada con la agricultura. Durante el frío invierno, el ganado tenía que ser protegido de las bajas temperaturas, las nevadas y del ataque de los depredadores, por lo que ya en épocas muy antiguas fueron construidos los corrales.
Los corrales cumplían también otras funciones aparte de servir de alojamiento al ganado. En ellos se almacenaba la paja y el heno para alimentar a los animales y también servían para poder fabricar y conservar el valiosísimo estiércol usado como abono.
La construcción de los primeros corrales es desconocida. Las primeras menciones escritas datan del siglo XVIII, concretamente del famoso Catastro del Marqués de la Ensenada en el que al hablar de las construcciones de Navalosa se mencionan los llamados "pajares" que no pueden ser otra cosa que lo que hoy conocemos como corrales.
Corral con cercado en la parte delanteta.
(c) Silvestre de la Calle García.
Ciertamente, al contemplar estas edificaciones tan singulares, nos vienen a la mente las construcciones tradicionales del norte de España y de toda Europa Occidental y que eran propios de culturas prerromanas como la celta, lo que ponen de manifiesto su gran antigüedad.
Posiblemente, fuesen los vettones, belicosos ganaderos que habitaron estos territorios en época prerromana, quienes construyesen los primeros corrales aunque también es posible que se remonten a la época medieval cuando el conde Raimundo de Borgoña (1070-1107), esposo de la reina Urraca I de León (1081-1126), repobló estos territorios abulenses con gentes del norte de la península que pudieron traer sus costumbres y sus tradiciones constructivas.
Los corrales presentan una planta rectangular o ligeramente ovalada. Constan de un muro de piedra de 1,5-2 metros de altura sobre el que se alza la pronunciada cubierta, formada por vigas de madera que se cubren con una densa capa de piorno.
La cubierta adquiere una gran pendiente con el fin de eliminar fácilmente la lluvia y la nieve y evitar así que se moje el interior.
La planta baja está destinada a alojamiento para el ganado. Tiene una única puerta en una de las fachadas más largas del muro. La puerta es estrecha y baja para impedir la entrada de frío y aislar mejor al ganado.
Normalmente, las puertas de los corrales, tanto de la planta baja como de la entrada que da acceso al pajar, suelen contar con una cerradura de madera denominada "trancón" que cuenta además con una llave de madera.
Detalle de la puerta de un corral con su cerradura de madera o "trancón"
(c) Silvestre de la Calle García.
Sección de un trancón.
En la parte superior, puede apreciarse la llave de madera.
(c) Silvestre de la Calle García.
El interior puede ser diáfano o estar dividido en varios departamentos para organizar mejor la estabulación del ganado.
Así, en los corrales más grandes suele haber distintos apartados, pudiendo llegar a convivir diversas especies de ganado.
La separación de cada recinto puede hacerse con tablas clavadas sobre pilares de madera, con entretejidos de varillas de madera e incluso con muros de piedra.
Junto a una de las paredes longitudinales se encuentran los pesebres que suelen estar formados por grandes troncos ahuecados. Para atar el ganado puede haber tarugos de madera empotrados en la pared o bien el tronco del pesebre puede tener huecos para pasar las cuerdas.
Vacas y caballerías permanecían atadas para tenerlas más controladas mientras que ovejas y cabras estaban sueltas.
Bajo la enorme cubierta, se localiza el pajar que presenta el piso de tablas, que a su vez es el techo de la planta inferior, y que puede ocupar o no toda la superficie del corral. A él se accede por una pequeña puerta situada en uno de los muros cortos.
En el pajar se almacenan la paja y el heno para alimentar al ganado, así como algunos aperos de labranza y otros utensilios.
Algunos corrales, son muy pequeños y cuentan únicamente con la planta baja y un pequeño desván bajo la cubierta al que se accede desde el interior del corral con una escalera de mano.
La dimensión de los corrales es muy variable. Existen pequeños corrales dentro del pueblo o en sus alrededores destinados al alojamiento de las gallinas, los cerdos para la matanza o alguna cabra para leche. Los grandes corrales tenían capacidad suficiente para alojar a pequeños rebaños de ovejas y cabras o para varias vacas y caballerías.
Corral de pequeñas dimensiones.
En ellos se alojaban cerdos, gallinas, cabras, burros ...
(c) Silvestre de la Calle García
Los grandes corrales eran para el ganado mayor.
(c) Silvestre de la Calle García.
El corral puede alzarse en solitario en medio del monte, pero normalmente cuenta con uno o varios cercados anexos a cielo abierto para que el ganado pueda permanecer libre y para almacenar el estiércol durante la época en la que no llueve excesivamente.
En dicho cercado se encuentran algunas edificaciones auxiliares como la choza y el guango.
La choza o chozo es una construcción rectangular de pequeñas dimensiones, normalmente 2 x 3 metros, construida enteramente de piedra, incluyendo la cubierta que es de losas de piedra.
En ella, dormía el pastor cuando era necesario. Al ser de piedra, podía encender fuego con total seguridad sin miedo a quemar la cubierta.
En el muro de la choza sólo había un vano correspondiente a la puerta de entrada.
Pero los chozos o chozas, no se construían exclusivamente al lado de los corrales sino que pueden encontrarse en cualquier prado o huerto alejados del pueblo, sirviendo de refugio al ganadero o al labrador y para guardar herramientas.
El guango era un cobertizo con pilares de piedra o madera y que se apoyaba sobre el muro del cercado circundante. Presentaba una cubierta generalmente a un agua.
En él se guardaban el carro, la leña o algunos aperos de labranza, pudiendo contar con pesebres para alimentar al ganado cuando todos los animales no podían estar dentro del corral o cuando el tiempo lo permitía.
Si los corrales estaban muy alejados del pueblo, podían contar también con un potro para herrar a las vacas de trabajo cuando fuese necesario.
La presencia de guangos y potros para herrar junto a determinados corrales, es señal inequívoca de que en ellos se encerraba ganado vacuno domado.
Yunta de vacas tirando del carro. Al fondo, un corral.
(c) Silvestre de la Calle García.
Cuando los corrales se encontraban en plena sierra y a gran distancia del pueblo, a menudo en terrenos muy difíciles, solían estar destinados a albergue de ovejas y/o cabras.
Los pequeños rebaños cabras fueron muy comunes en Navalosa.
Cabras cruzando el puente del río Alberche.
(c) Silvestre de la Calle García.
Aunque los corrales se alzaban a veces exentos en pleno monte y alejados de tierras cultivo o de prados, lo habitual era que se encontrasen en estos últimos lugares. Recordemos que, como ya hemos dicho antes, los corrales se utilizaban también para almacenar el heno segado en los prados para alimentar al ganado en invierno y para hacer y guardar el estiércol destinado al abonado.
A veces, encontramos por ello cerca de los corrales dos elementales "construcciones" muy vinculadas con la explotación agropecuaria: las "almealeras" y las eras.
En primer plano la era para trillar. Al fondo, un "almeal".
(c) Silvestre de la Calle García.
Actualmente, muchos corrales están abandonados y en un gravísimo estado de deterioro. Su mantenimiento es muy costoso al tener que renovar las cubiertas de vez en cuando para evitar la entrada de agua debido a los temporales de lluvia y nieve.
Además, el manejo del ganado es muy complicado, sobre todo teniendo en cuenta que el tamaño de las explotaciones es muchísimo mayor al de antaño.
No obstante, algunos corrales han sido reconstruidos.
Corral muy deteriorado.
(c) Silvestre de la Calle García.
Corral bien conservado.
(c) Silvestre de la Calle García.
Muchos corrales evolucionaron hasta convertirse en casillas techadas con teja, lo que facilitaba grandemente su conservación manteniendo la utilidad original.
Aún hoy, muchas casillas siguen siendo utilizadas para encerrar el ganado y para guardar el heno en sus desvanes.
Casilla con chozo y guango
(c) Silvestre de la Calle García.
(c) Silvestre de la Calle García.
Los corrales de Navalosa son testigos mudos de otra época. Tiempos en los que el ganado era un bien muy preciado y que debía ser protegido y cuidado con gran esmero pues de él dependía en buena parte la supervivencia familiar.
Las distintas administraciones deberían preocuparse por la protección, conservación y reconstrucción de los corrales puesto que son monumentos que merecen ser disfrutados por las generaciones venideras.
Corral y al fondo el pueblo de Navalosa.
(c) Silvestre de la Calle García.
Navalosa es un pueblo que tiene mucho que ver además de los corrales. Ejemplos de arquitectura tradicional, idílicos paisajes, tradiciones ancestrales...
Un claro ejemplo de la conservación de antiguas tradiciones en Navalosa.
(c) Silvestre de la Calle García.
Quizás lo más espectacular sea la celebración del Carnaval. El Domingo de Carnaval tiene lugar uno de las celebraciones de carnaval más espectaculares de toda Castilla y León: LOS CUCURRUMACHOS.
No se puede describir con palabras. Os recomiendo visitar Navalosa ese día.
Los cucurrumachos de Navalosa
(c) Silvestre de la Calle García.
En verano o en invierno es fácil contemplar esta estampa en Navalosa.
Tía Juana con sus cabras.
(c) Silvestre de la Calle García.
Pero especialmente se lo quiero dedicar a aquellas personas que desde que comencé a ir a Navalosa ya hace más de 10 años, me acogieron como uno más de la familia invitándome a comer en la cocina al calor de la lumbre.
En la Sierra de Gredos, es costumbre cuando se invita a comer a alguien ajeno al núcleo familiar, disponer la comida en la sala, pero con la gente "de casa", se come en la cocina, junto al fuego que día y noche alumbra a la familia y calienta el hogar.
A ellos especialmente, va dedicado este artículo.
Bibliografía y fuentes consultadas:
- Grande, Julio (2009). Los corrales de Navalosa. Fundación Asocio de Ávila.
- Menéndez, Carmen-Olivia (2008). Teitos. Cubiertas vegetales de Europa Occidental. Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos del Principado de Asturias.
- Navarro Barba, José Antonio (2004). Arquitectura popular en la provincia de Ávila. Institución Gran Duque de Alba.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.
Precioso reportaje. Enhorabuena
ResponderEliminarZorro Corredero
Enora buena portu reportaje me a gustado mucho sigue así
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