domingo, 12 de septiembre de 2021

A UN VIEJO VAQUERO

 El próximo 13 de septiembre de 2021, Antonio Leandro de la Calle Jiménez, natural de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), cumplirá 97 años.
En EL CUADERNO DE SILVESTRE no podemos pasar por alto este acontecimiento, pues este blog está dedicado a la ganadería y a la cultura tradicional, y ha sido tío Antonio vaquero durante muchos años.

Tío Antonio Leandro.
Agosto de 2021.
(c) Rosa María Rodríguez Leal.

Guijo de Santa Bárbara ha sido tradicionalmente un pueblo en el que la economía ha girado en torno a la agricultura y la ganadería. Al encontrarse en una zona de alta montaña, la principal especie ganadera fue en otros tiempos la cabra, aunque nunca escasearon las vacas que, a día de hoy, se han convertido en el ganado dominante.


Vacas trashumantes en Guijo de Santa Bárbara.
Actualmente, el ganado vacuno constituye uno de los pilares básicos de la economía guijeña.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Ya los antepasados de tío Antonio, conocido como "El Correo" por haber sido durante 39 años cartero rural, fueron ganaderos y se dedicaron principalmente a la cría de vacas.
En los magníficos archivos de la Parroquia de Nuestra Señora del Socorro se conservan interesantes documentos que demuestran que los antepasados de tío Antonio, criaban ya vacas en el pueblo hace más de 200 años.
Él mismo tiene una foto de 1925 en la que se ve a su abuelo Cipriano Jiménez Pérez con un toro en la antiquísima plaza de toros de la localidad.

Día del Toro. 9 de septiembre de 1925.
En la parte inferior vemos a tío Cipriano Jiménez (centro), abuelo de tío Antonio.
(c) Colección Familia de la Calle.

Aprovechando que don Antonio goza de buena salud y tiene una gran memoria, le pedimos que nos cuente su vida como vaquero:
" En mi familia siempre hemos tenido vacas. Mi padre fue cartero desde 1928 hasta 1950, pero tenía también vacas y alguna cabra. También ponía tierras como toda la gente entonces.

Antonio con sus padres Alonso y Marceliana y su hermano Marcelino.
(c) Colección Familia de la Calle.

Eran vacas "negras", las que se criaban aquí de toda la vida. Se tenían para criar chotos y venderlos y también se ordeñaban algunas para el gasto de casa. Antiguamente, las usaban también para trabajar pero yo ya no conocí yuntas en mi casa aunque me acuerdo de haber visto los yugos en casa de mi abuela.

Vaca Avileña semejante a las criadas por tío Antonio y sus antepasados.
(c) Miguel Alba.

Yo ayudaba a mi padre y a mis hermanos con las vacas y con las cosas del campo hasta que me fui a la Mili a Valladolid y cuando volví seguí con ellas.
Entonces se trabajaba mucho con las vacas porque había muchos lobos en la sierra y como no había piensos, había que segar heno para el invierno y cultivar todo lo que se pudiese para alimentarlas.

Tío Antonio segando con la guadaña.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En verano y en el otoño, se tenían las vacas en la sierra y había que subir todos los días a vigilar que estuvieran bien. Los chotos nacían en primavera y subían a la sierra con las vacas. Se los vendía en octubre o noviembre.
En invierno, se tenían en los prados y por la noche se las encerraba en los corrales o casillas y se las echaba el heno. Si nevaba mucho, se las dejaba cerradas también de día.
En primavera las llevábamos a la dehesa. Mi padre las tuvo varios años en El Gamonital, en el límite de Cáceres y Toledo.

Corral que perteneció al padre de tío Antonio.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando se murió mi padre en 1950 y yo empecé a ser cartero, seguí con las vacas. Mis dos hermanos, Benjamín y Marcelino, ya estaban casados y eran vaqueros también.
En el 51 me casé y mi suegro tenía vacas de leche así es que con el tiempo, las tuve yo también.

Tío Antonio con sus hermanos y sus familias. 1952
(c) Colección Familia de la Calle.

Aguanté con las vacas negras todavía bastantes años pero me daban mucho trabajo porque las tenía en la sierra sueltas o recogidas en unos prados y un corral que tenía a una hora andando desde el pueblo.
Había que subir todos los días a darlas una vuelta porque había algún lobo todavía. Además, por aquella zona había fincas de cultivo y podían meterse en alguna.
Así es que venía de Jarandilla con el correo, repartía y me subía a ver las vacas.

Corral y prados de tío Antonio.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No era sólo vaquero. Aquí en el pueblo nadie, a no ser algunos cabreros, se dedicaba sólo al ganado. Toda la gente tenía tierras y ponía patatas, tomates, pimientos, cebollas... en fin, un poco de todo para el gasto de casa. Además se tenían olivas para sacar aceite para casa, parras para tener vino de pitarra, castaños...
Muchos además, poníamos tabaco, que era un cultivo de daba mucho dinero. Como no había máquinas ni nada de eso, todos los trabajos había que hacerlos con bestias. Otros tenían mulos o yeguas, pero yo siempre tuve un burro.

Antonio y su hijo Alonso con el burro cargado de tabaco. 1960.
(c) Luis Martín Ramos.

Como era cartero, aquellos primeros años trabajaba muchísimo. Tenía que aviar las vacas de leche por la mañana y luego irme con el burro a Jarandilla para recoger el correo y subir al pueblo a repartirlo. Luego me iba a las vacas negras y por la tarde otra vez a aviar las lecheras.
Aunque compré el coche en el 66, no podía ir a las fincas en él porque no había carriles como ahora.

Tío Antonio "El Correo".
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando quité las vacas negras, fue un descanso. Luego ya sólo tuve suizas (frisonas) y pardas.
Además, vendí una finca que tenía en la sierra que se llama El Toril. Me dio mucha pena pero no podía abarcar tanto.

El Toril.
Los dos abuelos de tío Antonio tenían aquí sus vacas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Me quedé con las fincas de aquí abajo y así podía atender todo mejor.
Como digo, compré el coche en el año 66 y fue el primero que hubo en el pueblo y durante muchos años, el único. Como todos los días bajaba a Jarandilla, la gente me hacía encargos, que eso ya lo hacían desde que empecé a ser cartero pero ahora, además, tenía que bajar a gente a Jarandilla o llevarlos a otros pueblos. Hasta entre la noche me he tenido que levantar para llevar a mujeres al hospital a tener los críos.
Yo cobraba mi sueldo de cartero y por todos estos favores que hacía a la gente, nunca cobré nada.

Tío Antonio preparado para salir a repartir el correo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Y encima, en el año 74 me nombraron alcalde del pueblo. Entre fincas, vacas, correo y demás, no tenía tiempo para nada. Aunque no quería ser alcalde, tuve que aceptar. 
Unos años muy difíciles porque tuve que hacer todas las gestiones para hacer la carretera nueva que va del Guijo a Aldeanueva aunque fueron dos proyectos que se realizaron ya cuando no era yo alcalde pero las gestiones estaban ya hechas.

Antiguo ayuntamiento de Guijo de Santa Bárbara.
Fotografía realizada desde la puerta de la antigua casa de tío Antonio.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero con todo y con eso, yo sacaba tiempo para mi afición de toda la vida que era la pesca de la trucha en nuestras gargantas.
Muchos días, repartía el correo y me iba a pescar. Llenaba el canasto de truchas y me volvía para ir a las vacas.
También cogía muchas truchas chicas, alevines que decimos aquí, y los metía en cántaros con agua que iba cambiando por el camino para repoblar otras gargantas y gargantillas.

Tío Antonio pescando en la garganta Jaranda.
(c) Alonso de la Calle García.

Tuve las vacas hasta el año 85, cuando me operaron del menisco. No sabía si iba a quedar bien o no y como ya me quedaban pocos años para jubilarme y los hijos estaban trabajando o estudiando y no iban a seguir con ellas, las vendí.
Ya por entonces, la gente estaba empezando a dejar las vacas de leche y a criar vacas de carne pero no como las de antes. Ya se empezaron a traer toros de otras razas que daban chotos que ponían más kilos que los negros aunque como la carne de los chotos negros, no la hay.

Las últimas vacas de tío Antonio, una parda y una suiza (frisona)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque dejé las vacas, tenía un burro y sembraba cosas en la finca así es que seguí bajando. Cuando me jubilé, seguí igual y tuve el burro hasta 1999 cuando le tuve que quitar porque se puso malo.
Hasta los 90 años, ponía el huerto allí pero como está un poco lejos lo empecé a poner aquí en el pueblo.
Ahora ya no pongo casi nada y me dedico a pasear, a leer y a descansar.

Tío Antonio y tía Visita.
Agosto de 2021.
(c) Rosa María Rodríguez Leal.

Ahora ya pues lo que toca es vivir tranquilamente con mi mujer. Llevamos 70 años casados y 6 de novios así es que 76 años juntos. Toda una vida juntos.
Tenemos 4 hijos, 8 nietos y un bisnieto y vivimos muy felices. Ninguno ha seguido ni con el correo ni con las vacas, pero bueno. Están todos bien colocados o estudiando en la universidad y yo estoy feliz de verlos así."


Tío Antonio. Vaquero, cartero y labrador.

Desde EL CUADERNO DE SILVESTRE, queremos desear un feliz cumpleaños a tío Antonio, viejo vaquero y defensor de la cultura tradicional.
Los viejos como él son auténticas bibliotecas del saber popular y merecen nuestro reconocimiento y respeto.
¡FELICES 97, TÍO ANTONIO!

Tío Antonio y el autor de este artículo en la Fuente de Tía Josefa.
11 de septiembre de 2021.

* Nota final: 
Por si a algún lector le interesa, el protagonista de este artículo es mi abuelo paterno.
He tenido la inmensa suerte de poder compartir mi vida con él, escuchando sus vivencias y anécdotas que, en gran parte, sirven hoy para escribir los artículos de EL CUADERNO DE SILVESTRE.
Por eso, con motivo de su 97º cumpleaños el próximo lunes, quiero dedicarle estas líneas a modo de sencillo pero sincero homenaje.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS, ABUELO!


Fdo: Silvestre de la Calle García.


3 comentarios:

  1. Me parece maravilloso que honrres así a tu abuelo, es signo de que sus genes corren por tus venas. Yo me siento orgulloso de esos abuelos y de esos jóvenes que no se hacen notar mucho pero que Dan esperanza a este país lleno de vagos y zafiros. Un saludo y ánimo con tu trabajo, y cuida al abuelo que eso sí es un buen patrimonio

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  2. Que suerte tienes de tener a tu abuelo con 97 años tan bien llevados!!Es un lujo.Felicidades tío Antonio y cuidese mucho para seguir contando historias. le deseo mucha salud

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