lunes, 27 de septiembre de 2021

EL CABALLO EN LA SIERRA DE GREDOS

El caballo ha sido posiblemente uno de los animales más importantes a lo largo de la Historia de la Humanidad, no sólo como animal doméstico sino como pieza de caza durante miles de años.
En este artículo nos centraremos en analizar la influencia que ha tenido este animal en la Sierra de Gredos, tanto en la provincia de Ávila como en la de Cáceres.

Caballos en la vertiente sur de la Sierra de Gredos.
Al fondo, el Pico Almanzor.
(c) Jesús Carreras.

El caballo fue domesticado por primera vez posiblemente en las estepas euroasiáticas hacia el año 6500 antes de Cristo, es decir, varios milenios después que otras especies ganaderas.
No debió ser tarea fácil controlar primero y domar después a estos ariscos y veloces animales cuya principal utilidad desde que fueron domesticados ha sido la de animales de montura aunque han sido empleados para diversos usos desde el trabajo a la producción de carne y leche.

Domesticar al caballo, no fue tarea fácil.
Doma de yeguas en Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hasta ese momento, el caballo había sido una pieza de caza fundamental para el hombre del Paleolítico y primeros tiempos del Neolítico.
Encontramos muchísimas representaciones pictóricas en el arte rupestre en el norte de España y el sur de Francia donde el caballo salvaje fue muy numeroso hasta que los cambios climáticos que ocasionaron el crecimiento de bosques en las zonas ocupadas antes por grandes praderas, obligaron al caballo a retirarse a zonas más norteñas y despejadas.

Como sus ancestros salvajes, los caballos prefieren los terrenos abiertos.
(c) Miguel Alba.

Posiblemente, en pequeñas áreas montañosas del norte de España, subsistiesen poblaciones relictas que darían lugar a las pequeñas razas caballares de estas regiones, aunque en esto no hay acuerdo entre los expertos.

Los caballos están adaptados a espacios abiertos.
Caballos en la montaña de Cantabria.
(c) Miguel Alba.

Los primeros pobladores sedentarios de la Sierra de Gredos fueron los vettones, pueblo guerrero y ganadero para el que el caballo tenía una importancia fundamental, al ser utilizado como montura en sus desplazamientos y en sus escaramuzas guerreras con otros pueblos primero y con la poderosa Roma después.
Bien pudo recorrer Viriato estás serranías mientras los romanos trataban de vencerle, cosa que no consiguieron sin utilizar el chantaje con los hombres de confianza de este valeroso capitán.

Monumento a Viriato en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
Según la tradición oral, este pastor lusitano vino al mundo en estas montañas.
Mientras nadie pueda asegurar lo contario, así será.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, no disponemos de muchos datos de esas lejanas épocas por lo que nos centraremos en la situación del caballo en nuestra Sierra en los últimos siglos.
El caballo ha sido utilizado en Gredos fundamentalmente como animal de montura, carga y trabajo en este orden de importancia.
Sus grandes valedores fueron siempre los ganaderos trashumantes para quienes el caballo era vital a la hora de realizar sus desplazamientos tanto cuando trasladaban el ganado por cañadas, cordeles y veredas entre los diferentes pastaderos como para realizar sus desplazamientos diarios en sierras y dehesas.

Vaquero trashumante en el Puerto del Pico.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los ganaderos trashumantes, propietarios de vacas u ovejas, solían tener unas cuantas yeguas, algunas de ellas domadas y conocidas popularmente como yeguas "hateras" o "jateras" por ser las encargadas de transportar en los serones el "hato" o "jato" de los pastores, compuestos por su ropa, comida para los días de cordel y los escasos útiles y enseres necesarios para la vida del pastor en la dehesa o la sierra.

Yegua con su potro acompañando a una vacada trashumante.
(c) Silvestre de la Calle García.

Las yeguas tenían la ventaja respecto a los caballos, de proporcionar una cría al año pudiendo ser utilizadas para carga y montura aunque estuviesen preñadas o criando.
Además,  las yeguas solían parir a comienzos de la primavera por lo que había poco trabajo que hacer en el campo y si se trataba de yeguas trashumantes, estaban en las dehesas y podían criar plácidamente a sus potros sin gran trabajo.

Potrillo mamando.
(c) Jesús Carreras.

Podían los ganaderos disponer de semental propio si tenían bastantes yeguas, pero lo más habitual era recurrir a las paradas de sementales, establecimientos públicos o privados donde se mantenían sementales de diferentes razas para que el ganadero eligiese el más conveniente para sus intereses.

Caballo semental en Navacepeda de Tormes (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

En las paradas había caballos pero también burros ya que, como todos sabemos, del cruce de la yegua y el burro viene al mundo el mulo, animal de gran estima en el medio rural y que en el pasado alcanzaba precios muy elevados.

Mulo en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

El nacimiento de un potro o un muleto (mulo pequeño), constituía un gran acontecimiento familiar. Su venta constituía una importante fuente de ingresos para las familias, sobre todo para aquellas que solían tenían 1 ó 2 yeguas.

Yegua con su potro.
(c) Jesús Carreras.

Hemos dicho más arriba, que los caballos y yeguas también se utilizaban para el trabajo pero en la Sierra de Gredos esto era minoritario. 
Se les utilizaba como animales de carga, para arar o para trillar y muy rara vez para tirar de los carros.

Juan García García con su yegua cargada de tabaco.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En la vertiente norte se prefirieron siempre las yuntas de vacas y en menor medida de bueyes, aunque en tiempos antiguos los bueyes fueron intensamente utilizados para la carretería.
También los burros eran muy utilizados por la gente mayor o por los labradores más humildes.



Arriba: Yunta de vacas en Barajas de Gredos (Ávila)
Abajo: Yunta de burras en Navacepeda de Tormes (Ávila).

En la vertiente sur, las vacas también fueron utilizadas aunque en menor medida que en el norte pues el abrupto relieve no es tan adecuado para las vacas.
Se preferían los burros y mulos para realizar los trabajos agrícolas. Aunque los burros tienen menos fuerza que los caballos son muy fáciles de mantener.
Los mulos, por su parte tienen tanta o más fuerza que los caballos y son sobrios como los burros pero tienen la desventaja de que las mulas no se reproducen.

Ángel de la Calle Vicente trabajando con un mulo en Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, en una u otra vertiente, algunos ganaderos empleaban caballos para trabajar, prefiriendo siempre la yegua al caballo por el motivo de proporcionar anualmente una cría.
Muchas veces, se trabajaba con un caballo solo pero otras veces, las labores se realizaban con yuntas, especialmente si se utilizaban "jacas", caballos de pequeñas dimensiones que no debemos confundir con los ponis.

Caballos Pottoka en la sierra de Piornal (Cáceres)
Si bien las jacas que predominaban en Gredos eran las gallegas, estos pequeños caballos oriundos del País Vasco, son muy similares.
(c) Ana Belén Bermejo Pérez.

En ocasiones, el ganadero o labrador humilde sólo disponía de una jaca y para realizar ciertas labores, se trabajaba con el sistema de "a día vuelto", que consistía en asociarse dos propietarios que tenían una sola jaca cada uno, se asociaban para poder disponer así de una yunta, trabajando un día uno de los dos y al siguiente el otro.

José Miguel Jiménez Díaz trabajando con un caballo en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En la Sierra de Gredos, los caballos no se criaron nunca para la producción de carne o leche.
Sólo en casos excepcionales era consumida la carne si se accidentaba algún animal y tenía que ser sacrificado. En tal caso, se despiezaba adecuadamente al animal y se vendía la carne a los vecinos, reservando una parte para el consumo familiar.
Martina de la Calle Vicente, de 97 años, nos cuenta que en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) era frecuente que la carne de los potros que se accidentaban en la sierra o que eran atacados por los lobos, se empleaba para hacer filetes que se conservaban en tinajas de barro con aceite de oliva durante muchos meses para ir consumiéndolos poco a poco.

Martina de la Calle Vicente, ganadera de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).


Actualmente, la situación de la ganadería caballar en la Sierra de Gredos es muy distinta.
La mecanización agrícola y la motorización del transporte, hacen que los caballos no sean estrictamente necesarios.
No obstante, su uso sigue siendo fundamental para los ganaderos que aún trashuman a pie e incluso para aquellos que mantienen las vacas en las zonas más altas de la sierra y a las que no puede llegarse en coche, lo cual es especialmente notorio en la abrupta vertiente sur de la Sierra.

Miguel Jiménez de la Calle a lomos de su caballo y al frente de su ganadería trashumante.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Olga de la Calle Santos.

También se utilizan los caballos con finalidad turística, existiendo en toda la Sierra de Gredos numerosas empresas destinadas al turismo ecuestre. Esta actividad cobra cada día mayor importancia y permite recorrer con comodidad nuestra bella Sierra disfrutando de sus espectaculares paisajes y pintorescos pueblos.

Ruta ecuestre por la calzada romana del Puerto del Pico.
(c) Silvestre de la Calle García.

En muchos pueblos de la Sierra de Gredos, particularmente en la vertiente norte de la Sierra, los caballos han sido seleccionados en las últimas décadas para la producción de carne.
Para ello, se recurrió al cruzamiento con sementales de razas especializadas, fundamentalmente la raza Hispano-Bretona con el fin de ir mejorando poco a poco las yeguas locales aunque muchos ganaderos han optado por adquirir directamente yeguas de pura raza.
Los potros, vendidos tradicionalmente en ferias como la de Navarredonda o la del Barco a tratantes venidos de otros puntos del país e incluso del extranjero, son comercializados ya en la mayoría de los casos directamente en la propia explotación.

Yeguas de aptitud cárnica con sus potros.
Navarredonda de Gredos (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Quedan muchas personas en los pueblos de Gredos que mantienen un reducido número de caballos o yeguas.
Se trata por lo general de ganaderos dedicados a la cría de otras especies o de simples aficionados dedicados a otras actividades laborales que mantienen sus animales por tradición familiar o por capricho.

Yegua con su potro en la sierra.
(c) Jesús Carreras.

Dada su rusticidad y facilidad de manejo, muchos ganaderos mantienen a los caballos en régimen de libertad casi completa en la sierra durante todo o gran parte del año, acudiendo periódicamente para suplementar su alimentación y así mantenerlos controlados.

Yeguas en la sierra de Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En otras ocasiones, muchas personas tienen solamente 1 ó 2 caballos y los mantienen en fincas y prados donde cumplen una importante labor desbrozadora manteniendo el terreno limpio y evitando así al propietario costes de limpieza.

Caballos realizando labores de desbroce y limpieza.
(c) Jesús Carreras.

Como vemos el noble caballo, que lleva miles de años a nuestro lado, consigue "reinventarse" poco a poco para no desaparecer y permanecer en nuestra Sierra pastando junto a vacas, ovejas, cabras y especies salvajes como la cabra montés o el ciervo en perfecta armonía y sin problemas o al menos así ha sido hasta ahora.
No sabemos lo que pasará en unos años con esos animales que "parecen perros" y que recorren ya nuestras sierras......

El perro que no es un perro y que causará más de un "escaliento" a los caballos de Gredos.
(c) Javier Bernal.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.



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