sábado, 16 de octubre de 2021

LA CABRA VERATA

Dentro del rico patrimonio ganadero español, sobresalen las razas caprinas. Algunas de ellas tienen fama mundial y tienen un gran peso dentro de la economía española, mientras que otras se encuentran en peligro de extinción como la raza de la que hablaremos hoy: LA CABRA VERATA.

Cabras Veratas en pastoreo.
Al fondo, el pico Almanzor.
(c) Silvestre de la Calle Hidalgo.

Recibe su nombre de la comarca cacereña de La Vera, situada al noreste de Extremadura y en la vertiente sur de la Sierra de Gredos. Esta comarca es el centro del área de cría de la raza, que puebla también todo el oeste de la provincia de Cáceres, llegando incluso al norte de Badajoz, así como las comarcas orientales de Toledo y por supuesto el sur de la provincia de Ávila, especialmente en la comarca del Valle del Tiétar y concretamente el municipio de Candeleda que siempre ha destacado en la explotación de esta raza.

Cabras Veratas.
(c)Silvestre de la Calle García.

Se trata de una raza de gran dimorfismo sexual, con perfil cefálico recto o subcóncavo, eumétricos y de proporciones medias con tendencia al acortamiento.
Raza bastante homogénea en cuanto a medidas y proporciones, con capas o coloraciones variables aunque predominan las oscuras con degradaciones diversas en diferentes zonas del cuerpo.
Cuernos muy desarrollados en forma espirílea (tipo prisca o falconeri). La presencia de cuernos en forma de arco (tipo aegagrus) es menos frecuente y se limita generalmente a hembras. Existen ejemplares acornes o mochos.

Piara de grandes dimensiones.
Obsérvese la uniformidad de los animales.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los machos son más grandes y fuertes que las hembras, presentando una poblada barba. 
Presentan testículos de buen tamaño, simétricos y bien conformados.

Grupo de machos adultos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Las hembras presentan una morfología más fina y grácil que el macho, sin barba o con una pequeña perilla.
La mama está bien desarrollada e implantada, presentando pezones de gran tamaño si bien se tiende a seleccionar a las cabras para disminuir el tamaño de los pezones con el fin de que amamanten mejor a los cabritos y puedan ser ordeñadas de forma mecánica con mayor facilidad.

Hembras adultas.
(c) Silvestre de la Calle García.

El pelo es fino, corto y tupido, algo más largo y basto en el macho. Algunos animales, aunque cada vez son más raros, presentan pelo largo en determinadas zonas del cuerpo. Las mucosas son de color oscuro.
La capa o coloración es muy variable existiendo cuatro capas básicas:

- Negra.
Totalmente negras. Pueden presentar algún reflejo rojizo o castaño.
Tradicionalmente, eran denominadas "moruchas".
La capa negra, con diversas particularidades, es la más numerosa.



- Revolada.
Color rojizo de intensidad variable con degradaciones oscuras en la cara, espinazo y parte baja de las extremidades. Es la segunda capa en importancia.



- Cárdena.
Semejante a la anterior pero presentando una mezcla de pelos blancos y negros por todo el cuerpo que dan aspecto grisáceo o azulado al animal. Aunque suelen aparecer ejemplares con esta capa en casi todos los rebaños, es difícil encontrar rebaños completos de esta variedad cromática.




- Herrera.
Cabras con la parte anterior del cuerpo de color rojizo y la posterior de color oscuro. Al igual que las cárdenas y las revoladas, presentan degradaciones negras en la cabeza y las patas.
Esta capa es conocida también como "hornera" por presentar un aspecto similar a los panes cuando salían de los antiguos hornos de leña: dorados por una parte y oscuros por otra.


Las principales degradaciones, que afectan a gran parte de la población son el oriscano y la carrillera.

- Oriscano:
Presencia de pelos blancos en el hocico y las orejas, pudiendo aparecer también en la base de la cola. Pueden presentarlo los animales de cualquier capa pero es más notorio en los animales oscuros.
Macho oriscano.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

- Carrillera:
Coloración rojiza que abarca toda la mejilla del animal. Es una de las grandes particularidades de la raza Verata, hasta el punto de hacerla única entre todas las ibéricas.
La carrillera en otras razas se limita a una pequeña línea entre la comisura de la boca y la base de los cuernos, pero en la Verata adquiere una gran extensión.
Salvo en las cabras totalmente negras (moruchas) aparece en todos los individuos, aunque en las cabras de capa rojiza queda disimulada.
Con gran frecuencia, aparece asociada al oriscano, denominándose los ejemplares con ambas particularidades como carrilleros oriscanos.

Macho Carrillero.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

Junto a las capas básicas citadas, han existido siempre una gran variedad de capas que cada vez son menos frecuentes.
En otros tiempos abundaban las cabras "galanas", las cuales presentaban manchas blancas de diferente extensión sobre una capa de otro color.
Estas capas pintas o berrendas, son muy frecuentes en las cabras del tronco o grupo Pirenaico.

Dos cabras de capa galana con diferente coloración.
Piara de tío Paulino Gargantilla Serrano.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una capa curiosa, producida por dilución pigmentaria del color rojo en la cabra revolada, es la llamada capa ruya o rubia, que hoy es muy escasa pero que en el pasado fue muy numerosa.

Cabra rubia o ruya.
Piara de tío Paulino Gargantilla Serrano.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Otra capa curiosa y que sí que aparece con relativa frecuencia, es la rabisca o rebisca. Se trata de cabras negras e incluso cárdenas que presentan degradaciones de color rubio en la cara, bajo vientre y extremidades.
Esta capa recuerda a la de las cabras "oritas" (raza Moncaína), "jardascas" (raza del Guadarrama) e incluso a la de las cabras "corzas" del norte Peninsular y a la Azpi Gorri del País Vasco.

Cabra rabisca o rebisca y oriscana.
Piara de tío Paulino Gargantilla Serrano.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En piaras de origen antiguo que jamás recibieron influencias extrañas, como la de Paulino Gargantilla Serrano, en la localidad cacereña de Jerte, podíamos encontrar una asombrosa variedad de capas.
Nos contaba tío Paulino hace años lo siguiente:

Ahora dicen que muchas cabras no son Veratas por el pelo que tienen, pero siempre las ha habido de muchos colores. Todas las que tengo yo son Veratas y ahí puede verse todos los pelos que hay.
Antiguamente, a cada cabrero le gustaba tener las cabras con un pelo o como mucho dos o tres para diferenciarlas de las de otros. 

Tío Paulino Gargantilla Serrano (1929-2014)
Personaje clave a la hora de entender la ganadería caprina en el noreste extremeño.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las medidas zoométicas de la raza según un estudio de Rodríguez Medina son las siguientes:

Machos:
- Alzada a la cruz (cm): 76 cm.
- Diámetro longitudinal (cm): 73 cm.
- Perímetro torácico (cm): 96 cm.

Hembras: 
- Alzada a la cruz (cm): 68 cm.
- Diámetro longitudinal (cm): 66 cm.
- Perímetro torácico (cm): 89 cm.

El peso oscila entre los 45-55 kilogramos de las hembras y los 70-80 kilogramos de los machos.

Todas estas medidas son muy variables en función de la zona de explotación (sierra o dehesa), del sistema de manejo aplicado (extensivo o semiextensivo) y de la época del año.
Las cabras de sierra tienden a ser más pequeñas que las que habitan en zonas bajas, si bien con la administración de alimentación complementaria, estas diferencias se van mitigando poco a poco.

Las cabras de zonas de sierra, son más pequeñas.
Cabras Veratas en la Sierra de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Silvestre de la Calle García.

El origen de la raza es sumamente difícil de determinar.
Los tratadistas tradicionales consideran que desciende de un antiguo cruzamiento entre los tipos aegagrus y prisca que habrían dado lugar a la cabra de las mesetas.
En 1949 Durban Alegre realizó un trabajo sobre la raza que sirvió para su reconocimiento como raza independiente pues hasta esto momento, era conocida como "Cabra del Centro de España, "Raza de las Mesetas", "Raza Serrana" o "Cabra del País". 

Macho joven y cabras de capa negra o morucha carrillera
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, existen nuevas hipótesis para explicar el origen de esta singular raza caprina que presenta ciertas características que la hacen única dentro del panorama caprino español.
Recientemente, el Ingeniero Agrónomo italiano Vincenzo Sauro ha publicado un magnífico trabajo sobre la Cabra Serrana de Calabria, que ha sido traducido al español por el Ingeniero Agrónomo Santiago Álvarez Bartolomé.
Sorprendentemente, dentro de esta raza caprina del sur de Italia encontramos ejemplares conocidos como "gnazza" por su coloración que son idénticos a las veratas carrilleras lo que podría explicar la existencia de un ancestro común.
También en ciertas zonas del Mediterráneo oriental, encontramos cabras semejantes.

Cabras Serranas de Calabria de capa gnazza, idénticas a las veratas carrilleras.
(c) Vincenzo Sauro.

Posiblemente, la Verata sea un reducto de una primitivísima población caprina de tipo prisca, falconeri como preferimos nosotros decir, que en épocas pasadas estuviese extendido por todo el Mediterráneo pero que paulatinamente fuese absorbido por otras etnias.
Se trataría de un caprino de capa oscura, con degradaciones rojizas en los carrillos (carrillera) que hoy podríamos encontrar en elevado grado de pureza en las razas Verata (España) y Serrana de Calabria (Italia), además de alguna que otra raza del Mediterráneo oriental.
Sobre aquella población ejercerían su influencia tipos como el alpino, pirenaico y céltico entre otros dando lugar a la actual raza Verata que se encontraría por lo tanto emparentada con multitud de razas ibéricas.

Macho Verato carrillero oriscano.
Fiel representante de lo que debió ser el tipo falconeri oscuro, llegado a la Península en épocas remotísimas.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

El área de distribución de la raza abarca la confluencia de las provincias de Cáceres, Ávila y Toledo, destacando la comarca de La Vera (Cáceres) y el municipio abulense de Candeleda.
Sin embargo, encontramos ejemplares en otras provincias españolas.

Piara de cabras Veratas en Candeleda (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

La importancia de la raza es muy elevada en su zona de origen puesto que es la especie ganadera que mejor se adapta a las condiciones climáticas y orográficas de la zona.
Se trata de una zona con elevada pluviometría (más de 1000 mm anuales) con veranos cortos y frescos e inviernos suaves.
La topografía varía desde zonas montañosas con abrupto relieve a vegas y dehesas más llanas en las zonas más bajas.
Además de su importancia económica, la cabra Verata tiene una gran importancia medioambiental al controlar el crecimiento del matorral en las zonas donde pasta, reduciendo así el riesgo de incendios forestales.

Cabras alimentándose en una zona de densos matorrales.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

La Verata es una raza rústica, sobria y resistente que es capaz de sobrevivir y producir en zonas montañosas donde ningún otro ganado puede aprovechar las pastos pobres y escasos, pero también se adapta a la vida en zonas bajas y también a sistemas más intensivos de explotación.

Cabras pastando en la sierra de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

En cuanto a la reproducción, es una raza con excelentes cualidades. Es bastante precoz, presentando las hembras su primer celo entre los 8 y los 10 meses, por lo que el primer parto tiene lugar entre los 13 y los 15 meses si bien cuando las chivas están sometidas a un buen manejo, no son raros los partos de algunas hembras antes de cumplir los 12 meses
No obstante, la mayoría de los ganaderos prefieren retrasar la primera cubrición hasta los 12 meses con el objetivo de favorecer el desarrollo del animal.
El intervalo entre partos tradicionalmente era de 12 meses, pero actualmente tiende a acortarse hasta los 8-10 meses con la intención de obtener 3 partos en 2 años, especialmente cuando la producción lechera es menor.

Cabra parida.
(c) Silvestre de la Calle García.

Las cubriciones tienen lugar en otoño y primavera, lo que da lugar a dos parideras: temprana en otoño y tardía a finales del invierno.
Tradicionalmente, la mayor parte de las cabras se cubrían en otoño pero actualmente se prefiere la paridera temprana pues permite comercializar los cabritos en fechas previas a la navidad y a la vez permite ordeñar a las cabras durante las épocas con mayor abundancia de pastos.

Cabritillos mamando.
(c) Silvestre de la Calle García.


La fertilidad, supera en años buenos y sobre todo en las cubriciones de otoño, el 95%.
La prolificidad media se sitúa en torno a los 155 cabritos por cada 100 partos, si bien con un manejo esmerado, esta cifra puede incrementarse ostensiblemente, alcanzando en ocasiones los 170 cabritos por cada 100 partos.
En algunas explotaciones, el parto simple se reduce a las cabras de primer parto, siendo el parto doble muy habitual en las cabras de segundo y sucesivos partos.
Los partos triples no son raros mientras que los cuádruples son muy raros.

María Isabel Sánchez Vadillo con una cabra de parto cuádruple.
Candeleda (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

La raza Verata está considerada como de doble aptitud leche-carne, siendo la producción lechera la más importante para la mayoría de las ganaderías.
Dada la ausencia de selección, la cantidad de leche es muy variable tanto entre explotaciones como entre individuos de la misma explotación. Así, frente a cabras que apenas producen un litro en 24 horas, existen ejemplares capaces de producir hasta 4 litros. 
Se estable como producción mínima 115 litros en 150 días de lactación para que las cabras puedan ser inscritas en el Libro Genealógico de la raza.

Tío Paulino ordeñando a mano.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No obstante, según un estudio realizado por Rodríguez Medina sobre un total de 184 animales, arrojó las siguientes producciones en 210 días de lactación:

- Cabras de primer parto:     
298,60 kilogramos. (1,42 kg/día).

- Cabras de segundo parto: 
363, 11 kilogramos. (1,72 kg/día).

- Cabras de tercer parto: 
427, 44 kilogramos. (2,03 kg/día).

- Cabras de sucesivos partos:
373, 34 kilogramos. (1,78 kg/día).

Estas producciones pueden incrementarse con un esmerado manejo, conociéndose ejemplares que superan los 500 litros en lactación completa.


Cabras en periodo de lactación.
(c) Silvestre de la Calle García.

La curva de lactación en esta raza está representada por un ligero aumento durante el primer mes hasta alcanzar el pico de lactación hacia la 4ª semana para mantenerse más o menos constante hasta la 9ª semana, momento en el que comienza a decrecer paulatinamente hasta el final del 7º mes en el cual se da por finalizada la lactación.
La producción disminuye entre un 50 y un 60% entre la 4ª y la 30ª semana.

 Cabra al final del periodo de lactación.
(c) Silvestre de la Calle García.

El ordeño se realizaba tradicionalmente a mano 1 ó 2 veces al día dependiendo de la época del año y de la producción de las cabras.
Actualmente, un gran número de explotaciones dispone de sala de ordeño mecánico y tanques de refrigeración para la leche, siendo cada vez menor el número de ganaderos que realiza el ordeño de manera manual.

Ordeño mecánico.
(c) Silvestre de la Calle García.

La leche presenta los siguientes parámetros:
- Grasa: 5,42%.
- Proteína: 3,74%.
- Extracto seco: 13,66%

Esto significa que es excelente para la elaboración de queso, que ha sido lo habitual a lo largo de la historia.
Tradicionalmente, el queso era elaborado por los propios cabreros siguiendo técnicas artesanales tanto en los pueblos como en la sierra, vendiéndolo cuando aún estaba fresco.

Tío Paulino elaborando artesanalmente el queso en su choza de El Melocotón.
Sierra de Tornavacas (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Actualmente, los quesos se elaboran en modernas queserías, muy numerosas en todo el área de cría de la raza que elaboran quesos de gran calidad con leche de cabra Verata o mezclándola con la de otras razas.
La raza Verata cuenta con el logotipo RAZA AUTÓCTONA 100% para la comercialización de su leche, quesos y derivados lácteos.

Queso de cabra Verata.
(c) Silvestre de la Calle García.

La producción de carne siempre ha tenido una gran importancia. La raza Verata podría clasificarse como "especializada" en esta producción dado el rápido crecimiento de los cabritos y a su elevado rendimiento en matadero.
Además, por su morfología brevilínea, predominan en la canal las piezas más nobles, que son la pierna y la paletilla.

Cabritos descansando.
(c) Silvestre de la Calle García.

El antedicho Rodríguez Medina recogió los siguientes datos sobre los cabritos veratos.
El peso medio al nacer oscila entre los 3,570 kg en los machos y 3,114 kg en las hembras, alcanzando a los 45 días de vida un peso de 11,290 kg los machos y 9,503 las hembras.
El rendimiento en canal es de 50% en ambos sexos.
Durante el periodo de crianza, los cabritos se alimentan exclusivamente de leche materna.

Cabra con sus cabritillos.
(c) Silvestre de la Calle García.

La carne de cabrito Verato es muy apreciada tanto en el área de cría como en mercados como Madrid.
El logotipo RAZA AUTÓCTONA 100% antes mencionado, ampara también la carne y derivados cárnicos procedentes de ejemplares de pura raza Verata.
En los restaurantes del área de cría es común servirla asada al horno (pierna y paletilla) o a la brasa (chuletillas) en el caso de los cabritos más pequeños y en caldereta en el caso de los cabritos de mayor peso.

Cabritos veratos.
(c) Silvestre de la Calle García.

La carne de los ejemplares adultos es muy apreciada en la zona, tanto para su consumo en fresco en cocidos y calderetas como para la elaboración de embutidos y tasajo (carne adobada y seca).
Para consumir en fresco, se prefería la carne de las cabras viejas mientras que la de los machos enteros (sin castrar) sólo podía emplearse para la elaboración de tasajos por su fuerte sabor.
No obstante, era habitual castrar a los machos a los 4 años de edad y mantenerlos durante 2 años más para que engordasen y perdiesen su recio sabor.
Mención especial merecen las cabras "machorras", que son aquellas que por distintos motivos nunca han parido y cuya carne es un auténtico manjar.

Macho castrado.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

La raza Verata ha sido explotada tradicionalmente de forma extensiva y trasterminante, realizando cortos movimientos altitudinales en función de la época del año.
Durante el invierno, las cabras permanecían en las dehesas y vegas para ascender en verano a la sierra y aprovechar los escasos pero finos pastos estivales.
Las familias cabreras se trasladaban con el ganado, viviendo durante el verano en las chozas o chozos, construcciones con muro circular de piedra seca y techumbre cónica de vigas de madera cubiertas con una gruesa capa de escoba o piorno.

Sistema tradicional de explotación.
Cabras de tío Paulino en El Melocotón. Tornavacas (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Actualmente, dado que muchas explotaciones realizan el ordeño mecánico, este sistema prácticamente se ha abandonado.
Las cabras son explotadas de forma estante, complementándose su alimentación cuando es necesario con forrajes y pienso elaborado con cereales y leguminosas.

Cabras en Guijo de Santa Bárbara.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

Los rebaños o piaras estantes, salen a pastar a diario en dehesas, montes y sierras acompañados por el pastor, que suele ser el propietario del ganado, y por perros careas para el manejo y mastines para la defensa ante el lobo y otros depredadores.

Juan Antonio Rodríguez Vidal al frente de su piara.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).

Pero las nuevas tecnologías también están llegando al mundo del pastoreo y ya hay ganaderos que controlan sus animales con tecnología GPS como es el caso de Alejandro Torralvo Gutiérrez, de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), quien colocando collares GPS a algunas de sus cabras, puede controlar la piara a distancia con su teléfono móvil.

Cabra con collar GPS.
Aprovechamos para indicar que este ejemplar cumple a la perfección el prototipo racial de la Cabra Verata.
(c) Alejandro Torralvo Gutiérrez.

La raza se agrupaba tradicionalmente en rebaños (conocidos como piaras en la zona de explotación) de unas 100-150 reproductoras pero actualmente el tamaño de las explotaciones se ha visto incrementado ostensiblemente, sobre todo en zonas de dehesa, donde no son raras las explotaciones que se acercan al millar de cabezas.
El mayor número de cabreros y el tener que realizar el ordeño de forma manual, condicionaban el tamaño de la explotación. Actualmente, al haber cada vez menos rebaños y disponer de ordeñadoras, los rebaños pueden ser mucho mayores. 

Explotación de grandes dimensiones en Candeleda (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Mención especial merece una famosísima explotación cuyas cabras pastaban en los términos municipales cacereños de Jerte y Tornavacas, propiedad del matrimonio formado por Paulino Gargantilla y Julia Cuesta, quienes en las década de 1980, tenían unas 1000 cabras.
Sus cabras, eran famosas en todo el norte de Extremadura.

Las últimas cabras de tío Paulino.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

No podemos dejar de mencionar unas curiosísimas explotaciones ya desaparecidas que, si bien fueron comunes en toda España, tenían gran importancia en el área de cría de esta raza.
Se trataba de "miniexplotaciones" que contaban únicamente con 1 ó 2 cabras destinadas a producir leche y cabritos para el consumo familiar.
En todos los pueblos se organizaban rebaños comunales pastoreados por turno por los propietarios o por un cabrero asalariado.
Cada mañana, las cabras salían del pueblo y pasaban el día en el monte, regresando por la noche al pueblo.

Cabras en las calles de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Actualmente, la cabra Verata está catalogada como raza en Peligro de Extinción al no superar las 10 000 cabezas frente a las decenas de miles que hubo hace unas décadas.
La raza Verata se vio seriamente afectada por una seria de circunstancias que provocaron la disminución de su censo:
El éxodo rural en los años 50 y 60, el cruzamiento y sustitución con razas más productivas (Murciano-Granadina, Malagueña, Saanen, Alpina y Florida), la prohibición de la elaboración y venta de queso en la propia explotación y la continua bajada de los precios de la leche y del cabrito, obligaron a muchos cabreros a abandonar la actividad al quedarse sin relevo generacional.

Vieja cabra Verata.
(c) Silvestre de la Calle García.

Quizás el caso más dramático sea el de Candeleda (Ávila). Las comarcas de La Vera (Cáceres) y del Valle del Tiétar (Ávila) son en realidad una única comarca tanto desde el punto de vista natural como desde una perspectiva social, económica, cultural....
Candeleda contaba en el pasado con decenas de rebaños o piaras de cabras, en su inmensa mayoría de raza Verata. 
Varios miles de cabezas pastaban en su extenso término municipal pero actualmente quedan muy pocas piaras y los ejemplares de raza pura rondan las 1500 cabezas, pues aunque se trata de uno de los pueblos españoles con mayor censo caprino, son más abundantes otras razas como la Murciana-Granadina.

María Isabel Sánchez Vadillo, de El Raso, Candeleda.
Una de las últimas criadoras de cabra Verata de Candeleda.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Afortunadamente, aún quedan algunos ganaderos jóvenes en todo el área de distribución de la raza e incluso en otras provincias, que apuestan por la raza Verata y luchan por su defensa como Alejandro Torralvo Gutiérrez (23 años) y Juan Antonio Rodríguez Vidal (37 años), ambos de la localidad cacereña de Guijo de Santa Bárbara.
En este pueblecito cacereño, hubo en otros tiempos más de 4000 cabras de raza Verata frente a las poco más de 400 que quedan hoy en día.

Alejandro Torralvo Gutiérrez.


Juan Antonio Rodríguez Vidal.

ACRIVER, la Asociación Nacional de Criadores de Raza Verata, trabaja por la selección, mejora y difusión de la raza Verata, fomentando la participación de la raza en ferias y concursos de toda España con el fin de que la raza sea conocida.

Presencia de socios de ACRIVER en la Feria de Trujillo
(c) Silvestre de la Calle García

También es destacable y muy reconocida por cabreros y personas cercanas al mundo de la cabra Verata, la labor que desde hace décadas está desarrollando el maestro y fotógrafo Alonso de la Calle Hidalgo, quien ha realizado numerosos trabajos audiovisuales para dar a conocer las tradiciones y la vida de los cabreros. La Asociación UNIPROCA reconoció su labor otorgándole un premio en 2013.


Alonso de la Calle lleva desde la década de 1970 recorriendo la Sierra de Gredos fotografiando la vida de los cabreros, labor que sigue realizando hoy en día.
Es por ello, uno de los principales colaboradores de EL CUADERNO DE SILVESTRE.

Alonso de la Calle Hidalgo graba y fotografía una cabra de Maribel Sánchez Vadillo con un parto cuádruple, caso poco común.
(c) Silvestre de la Calle García.

La cabra Verata merece ser conservada en primer lugar por ser una raza autóctona de nuestro país y por lo tanto ser una reserva genética. Como hemos dicho al tratar sus orígenes, podemos estar ante una raza única en España.
Además, es una raza muy rústica que puede subsistir y producir en zonas montañosas donde otras especies no pueden vivir, garantizando así la fijación de población en el medio rural.
En las zonas donde lleva siglos criándose, tiene además un importante valor social, cultural, histórico y sentimental al haber sido la ganadería caprina el principal medio de vida de numerosas familias.

Piara de cabras Veratas en el paraje de El Biezo.
Sierra de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

Para terminar este artículo, pondremos un breve extracto de una entrevista realizada a Nicolasa Sánchez García (1922-2012), cabrera de Guijo de Santa Bárbara:

"Antiguamente había muchas cabras en todos los pueblos. No se hablaba de cabras Veratas como dicen ahora. Decíamos cabras del país, porque eran las que se llevaban criando aquí de toda la vida pero eran iguales que las que hoy llaman Veratas.
Eran cabras pequeñas, que parían 1 chivo al año y daban un cuartillo (medio litro) diario de leche. Raras eran las cabras que parían dos o tres y las que daban el litro de leche.
Las había de muchos pelos: negras o moruchas, revolás, cardenas, galanas..
Luego ya fueron trayendo otras razas que daban más leche pero que no estaban tan acostumbradas a la sierra.

Cabras Veratas en Guijo de Santa Bárbara
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

Aquí en el Guijo pasaban de 4000. Mi abuela Vicenta García Díaz tenía 714 cabras pero la mayoría de las piaras eran de 80 ó 100 cabras grandes.
Estas cabras las había en todos los pueblos de estas sierras, tanto por el lado de abajo como por el lado de arriba.  Por aquí abajo había muchas cabras en Losar, Valverde, Villanueva, Madrigal, Candeleda....
Por el lado de arriba de la sierra también las había. Mi abuelo Juan García Hernández era de la Nava del Barco y contaba que las cabras de allí eran como las de aquí. Había también muchas en Navalonguilla, Bohoyo, las Casas del Puerto de Tornavacas....

Entrevistando a tía Nicolasa Sánchez García.


Espero queridos lectores de EL CUADERNO DE SILVESTRE, que este artículo sea de vuestro agrado pues yo lo he escrito con un especial cariño ya que soy descendiente de cabreros que criaron este tipo de cabra durante siglos.
Muchos ya lo sabéis, pero Alonso de la Calle Hidalgo, el fotógrafo que se menciona en este artículo es mi padre y tía Nicolasa Sánchez García, era mi tía y una de las principales responsables de que hoy se escriban los artículos de este Blog.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

El autor de este artículo con una cabra Verata.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Bibliografía y Fuentes Consultadas:
- Esteban Muñoz, C. (2008) Razas Ganaderas Españolas Caprinas. Colección Feagas.
- Sauro, V. (2021) La Cabra Serrana de Calabria.

Agradecimientos.:
- Alejandro Torralvo Gutiérrez.
- Juan Antonio Rodríguez Vidal.
- María Isabel Sánchez Vadillo.
- José Montero.
- Paulino Gargantilla Serrano y familia.
- Santiago Álvarez Bartolomé.
- Vincenzo Sauro.
- Alonso de la Calle Hidalgo.













1 comentario:

  1. un extais de articulo caro Silvestre, gracias una vez más y en especial este articulo al hablar de mi raza favorita LA CABRA VERATA

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