ENTRE GALLOS Y BURROS: LOS QUINTOS.

En numerosos pueblos de España, la celebración del Día de los Quintos, era uno de los momentos más esperados del año, especialmente por los jóvenes quintos y sus familias.
La fecha en la que se celebra este evento, varía grandemente de unos pueblos a otros pero en muchos se celebraba tradicionalmente el martes de carnaval, último día de "libertad" antes de la rigurosa Cuaresma.
Este es (o era) el caso de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).

Entre gallos y burros.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero antes de explicar la celebración de Los Quintos, expliquemos el título de este artículo. ¿Qué tienen que ver los gallos y los burros con Los Quintos?
Guijo de Santa Bárbara es un pueblo ganadero por excelencia y la importancia de la ganadería se refleja en no pocos aspectos de la vida de sus habitantes.
El gallo era el plato estrella de cualquier comida o cena festiva, desde la comida del bautizo de un niño a la cena de Nochebuena. Los Quintos, el día de su fiesta, cenaban gallo en salsa como explicaremos más adelante.

Los pobres gallos eran los que peor parados salían este día.
(c) Silvestre de la Calle García.

Uno de los productos básicos generados por la ganadería guijeña era el queso fresco de cabra. Cada día, los cabreros bajaban desde los corrales con sus burros cargados con las cántaras de leche para que las mujeres elaborasen el queso en las bodegas de las casas del pueblo.
Durante el verano, el queso se elaboraba en la sierra y se bajaba una vez por semana al pueblo para venderlo cargado en los burros.
Además de eso, la ganadería se complementaba con la agricultura y el burro era un animal imprescindible para arar la tierra y servir como bestia para el transporte de todo tipo de cargas, incluyendo la preciada carga que en su día grande debían portar Los Quintos.

El burro no podía faltar.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Explicado esto, comencemos hablando de LOS QUINTOS y explicando quiénes son.
Durante siglos, en España la realización del Servicio Militar, la popular "Mili", fue algo obligatorio con el fin de que todos los hombres estuviesen preparados para combatir en caso de guerra. 
Durante mucho tiempo, la Mili duraba nada más y nada menos que 3 años, tiempo durante el cual, los jóvenes podían volver al pueblo sólo en algunas ocasiones cuando tenían un breve permiso aunque en ocasiones, si eran enviados a lugares como África o Canarias, volvían pocas veces en ese tiempo.

A tío Juan García García "El Peseta", le tocó ir a Melilla.
(c) Colección Familia De la Calle.

Por ese motivo, antes de marchar, celebraban una gran fiesta. Independientemente de este hecho, el ser Quinto, significaba pasar de la adolescencia a la vida adulta.
Ya no era niños o zagales. Ahora ya eran hombres.
Desde que comenzaban a ser útiles para trabajar con 6 ó 7 años, los niños dejaban de estar bajo la protección materna y pasaban a estar sujetos a la autoridad de su padre que era quien decidía lo que debía hacer: ir a la escuela, ir a la sierra con las cabras, ir al campo....
Hasta los 14 años, eran considerados niños, pero a partir de entonces eran ya zagales que podían trabajar igual que un adulto aunque no serían hombres hasta que "entrasen en quinta".

Los zagales menores de edad, estaban a órdenes de su padre.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando los jóvenes llegaban a la mayoría de edad y eran quintos, pasaban a ser hombres con todos los derechos, empezando por poder entrar en la taberna y por poder fumar en público y delante de su padre. No obstante, hasta que no terminasen la Mili y se casasen, el padre conservaba su autoridad sobre ellos.

Pablo y Marcos Rodríguez de la Calle, Quintos 2022.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

A lo largo de la historia, el momento de la mayoría de edad y de la entrada en quinta, ha ido variando desde los 25 años en el siglo XIX hasta los 18 cumplidos de los últimos jóvenes que a finales del pasado siglo tuvieron que realizar de manera obligatoria la Mili, puesto que esta fue abolida por Real Decreto de 9 de marzo de 2001.
Pero lo primero para poder ser quinto, era la operación del talleo, realizada en el Ayuntamiento. Si los mozos no tenían una altura determinada o sufrían alguna tara física, no podían realizar el Servicio Militar porque no serían buenos soldados.
De este hecho viene la popular expresión "no dar la talla" cuando no se puede realizar alguna tarea.

El talleo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Para muchos, era una auténtica desgracia no dar la talla y no poder ir a la Mili. Sin embargo, no todos los jóvenes tenían que hacer el Servicio Militar pues había una serie de circunstancias que permitían al joven librarse.
Por ejemplo, el ser hijo de viuda y no tener más hermanos que pudiesen hacerse cargo de la madre.
Lo mismo ocurría si un joven era hijo de un hombre de más de 65 años, cosa bastante frecuente en otros tiempos cuando muchos hombres eran padres a los 40, 50 e incluso 60 años si se llevaban muchos años con sus esposas, en cuyo caso, tendrían más de 65 años cuando su hijo fuese quinto.
También podía librarse un joven si su padre pagaba una determinada cantidad de dinero al Ministerio de la Guerra. Es lo que se conocía como "remisión de la suerte de soldado".

Antonio Modesto Jiménez Santos.
Habría sido quinto en 1850, pero por estar estudiando en Cáceres, su padre Antonio Jiménez García, pagó para que no fuese a la Mili.
Retrato pintado por Francisco Martín Rivera.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Además de eso, algunos años había en España tal cantidad de jóvenes que superaban el número de plazas disponibles en los cuarteles, en cuyo caso se decía que había "excedente de cupo" y algunos jóvenes se libraban de ir a la Mili.

Hasta los años 60 y 70, las quintas eran muy numerosas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El martes de Carnaval, los quintos se vestían con sus mejores galas: pantalón negro, camisa blanca de lienzo, chaleco de paño negro y sombrero del mismo material.
El sombrero se adornaba con un cigarro puro forrado primorosamente con cintas deshiladas. Este puro, lo solía realizar la novia del quinto y era un recuerdo para toda la vida. Si el quinto no tenía novia, lo hacía alguna mujer de la familia.

Adrián Pérez Fraile con el puro en el sombrero realizado por Vicenta García de la Calle.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

También se adornaba la parte superior trasera del chaleco con un pañuelo blanco colocado en forma triangular con el vértice hacia abajo que tenía magníficos bordados y pasaba de padres a hijos.

Pañuelo bordado.
El pañuelo de la fotografía fue bordado por Visitación Hidalgo Burcio en 1951.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los quintos así ataviados, recorrían las calles del pueblo pidiendo chorizos y huevos a los vecinos.
Cada uno aportaba lo que podía, siendo los familiares de los quintos un poco más colaborativos. 
Cada quinto llevaba una cesta grande de mimbre para ir guardando todo lo recogido que serviría para hacer una cena para todos por la noche.

Iván Blázquez Rodríguez, Silvestre de la Calle García y Jesús Santos García.
Quintos en 2007.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cada persona aportaba lo que podía. Un chorizo, 5 ó 6 huevos o ambas cosas. La gente que tenía que "cumplir" con los quintos por ser familia o tener más relación con alguno de ellos, daba más cantidad. A lo mejor un chorizo y una docena de huevos, lo cual era un gran regalo.
Tengamos en cuenta que en otros tiempos el chorizo era un alimento básico y los huevos no se comían en abundancia puesto que se destinaban a la venta.

Visitación Hidalgo Burcio dando huevos a Silvestre de la Calle García.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, con el paso de los años, cada vez había menos quintos debido a la emigración y al descenso de la natalidad provocado precisamente por la muerte de muchos varones jóvenes en la Guerra Civil Española.
De las quintas de los años 40 (es decir, aquellos mozos nacidos en los años 20) formadas por 15 ó 20 mozos, se pasó a quintas de 8 ó 10 mozos e incluso menos a finales del siglo XX cuando no eran más de 2 ó 3 o ni siquiera los había.

Quintos en los años 80.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Por ello, entró en escena el burro.
Los quintos no podían transportar toda la carga en las cestas, por lo que tuvieron que optar por "recavarse" un burro para tal fin. Si alguno de los quintos era ganadero y en casa tenían burro, no había problema y si no, había que pedírsele a algún ganadero o "cogerle prestado"...
El burro, debidamente aparejado y con sus aguaderas, era utilizado para cargar los huevos y los chorizos.

Tía Mariqui dando chorizos y huevos a Silvestre de la Calle García.
En la foto, la burra de Andrés Jiménez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Al pasar por la casa de algún quinto, la familia obsequiaba a todos los quintos con unas perrunillas u otros dulces y una copita de gloria, licor típico de Guijo de Santa Bárbara.

Al pasar por casa de tío Antonio y tía Visita, éstos ofrecen dulces y gloria a los vecinos que acompañan a su nieto Luis por ser quinto.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Terminada la recogida, en tiempos muy muy antiguos, tenía lugar otro ritual que es el que hacía que el Día de los Quintos, se conociese entonces como Día de Los Gallos, nombre que aún utilizan muchas personas para designar este día.
Se trataba de "Correr los gallos".
En una de las calles más anchas y llanas del pueblo o bien en algún lugar despejado, se colgaba una soga entre dos balcones o entre dos postes. En el centro de la soga, se colgaba boca abajo y fuertemente atado por las patas, un gallo vivo.
Cada quinto, montado sobre un caballo, un mulo o un burro, corría velozmente desde gran distancia y al pasar por debajo de la soga se levantaba de la caballería y con la mano arrancaba la cabeza del gallo.
Esto se repetía tantas veces como quintos hubiese puesto que los gallos eran criados por la familia de cada quinto durante el año precedente.
Este rito tan bárbaro, según los estándares actuales, posiblemente tenga su origen en cultos iniciáticos prerromanos mediante los cuales el joven pasaba a formar parte de los adultos del pueblo o tribu.

Aunque hoy se pudiese hacer, es casi imposible encontrar gallos en el Guijo.
Parece ser que son animales muy molestos.....
(c) Silvestre de la Calle García.

En alguna ocasión, al igual que en otros pueblos donde dejaron de celebrarse las carreras de los gallos, se celebraron carreras de cintas, consistentes en que cada mozo debía coger una cinta que se encontraba colgada en la soga y que tenía una argolla en la parte inferior por la que se metía un palo para llevarse la cinta al tirar.
Esto requiere más pericia aún que lo del gallo. Sin embargo, también quedó en el olvido.

Carrera de las cintas en Barajas de Gredos (Ávila).
Del mismo modo se hacía en Guijo de Santa Bárbara.
(c) Silvestre de la Calle García.

Pese a todo, hasta hace unas décadas, las familias de los quintos criaban el gallo que era sacrificado de manera incruenta para servir de cena a todos los quintos.
A la Cena de Los Gallos, acudían sólo los quintos y algunos invitados que cada uno llevaba en función del número de quintos que hubiese.
De hacer la cena se encargaban las madres o alguna de las guisanderas profesionales que había en el pueblo.
La cena consistía en unas tortillas con los huevos y los chorizos recogidos y en gallo en salsa con los gallos que se habían utilizado para la carrera o que se habían sacrificado para tal fin.


Tía Benigna Burcio de la Calle, una de las célebres guisanderas guijeñas.
Tía Benigna lo mismo hacía flores para los mayordomos de Santa Bárbara que guisaba unos gallos en salsa para los quintos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero todo el rato hemos hablado de mozos. ¿Y las mozas?
Lógicamente, si el objetivo de esta festividad era celebrar que los jóvenes varones estaban listos para ir al Servicio Militar, era una fiesta plenamente masculina.
Las mozas acompañaban a menudo a sus hermanos o novios si eran quintos y a la Cena de Los Gallos, sólo asistían las hermanas de los quintos. 

Las mozas acompañaban a los quintos a menudo ataviadas con los tradicionales pañuelos y mantones.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

LOS QUINTOS EN LA ACTUALIDAD.

Actualmente, aunque no se realiza el Servicio Militar, se sigue celebrando la Fiesta de los Quintos o de Los Gallos con gran entusiasmo aunque se han realizado algunos cambios.
El primer gran cambio, es la participación de las mozas que son quintas al igual que los mozos. Esto tuvo su origen en años a finales del siglo XX en los que no hubo quintos varones y para no perder la tradición, las mozas se encargaron de hacerlo.

Rocío de la Calle García, quinta en 2009.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La cena de los Gallos, ya no es sólo para invitados de los quintos sino que se realiza para todo el pueblo en la Casa de Cultura.
Además de eso, se ha rebajado la edad 1 año para que los jóvenes estén aún en el pueblo y no se hayan ido a estudiar fuera y también se ha cambiado el día al Domingo Gordo para que pueda estar la gente que trabaja.

Alberto Jiménez García y Pedro Bermejo Castañares.
Quintos 2005.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Carlos Castañares García, Samuel Pérez Castañares, Javier Castañares García, Inés Cano Jiménez y David Rodríguez Vergara.
Quintos 2006.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Iván Blázquez Rodríguez, Silvestre de la Calle García, Jesús Santos García, Esther Rodríguez Jiménez, Noelia Jiménez de la Calle y Oriente Pérez Pobre.
Quintos 2007.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Íñigo de la Calle Jiménez, Bárbara Torralvo Sacristán, Luis de la Calle Rodríguez y Francisco Santos Pobre.
Quintos en 2017.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero pese a estos pequeños cambios, año tras año, los quintos y ahora también las quintas, siguen celebrando la fiesta en el Guijo. 
Acompañados por sus familias, vecinos, amigos y la tradicional ronda con guitarras y otros instrumentos, recorren el pueblo con el burro para pedir el chorizo y los huevos que serán la base de la cena para todo el pueblo.
Luchemos para que estas tradiciones no se pierdan nunca.

La ronda con los quintos y con el burro en 2017.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Este año 2022 con motivo de no haberse podido realizar la fiesta en 2021, se han juntado los quintos de 2 años para poder continuar con esta tradición:

- Pablo Rodríguez de la Calle.
- Marcos Rodríguez de la Calle.
- Miguel Jiménez de la Calle.
- Adrián Pérez Fraile.
- Bárbara Jiménez Pérez.
- Clara Sánchez Pobre.
- Carmen de la Calle Jiménez.
- Claudia Sánchez Pato.
- Chavela Jiménez Zabala.
- Amalia Borreguero Calle.

Quintos 2022 y Silvestre de la Calle García con la burra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Miguel Jiménez de la Calle y Clara Sánchez Pobre.
Quintos y algo más.
(c) Reyes Jiménez del Río.

Marcos y Pablo Rodríguez de la Calle con sus abuelos Antonio y Visitación y su primo Silvestre.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La tradición de los quintos en Guijo de Santa Bárbara sigue afortunadamente muy vigente. Los quintos viven su fiesta con gran ilusión, al igual que sus familias, que se vuelcan en la organización del evento para que todo salga perfecto y pueda disfrutar todo el pueblo del gran día.

Alicia Fraile de Arriba ha vivido con gran ilusión el día de los quintos de su hijo Adrián en 2022.

Realmente no sabemos si en 2022 han disfrutado más de la fiesta de los Quintos Olga de la Calle Santos (madre de Miguel) y Alicia Fraile de Arriba (madre de Adrián) o sus hijos.

Los jóvenes "echan sus cuentas" del año en el que los tocará ser quintos y esperan ese momento con gran ilusión al igual que sus familias pues aunque ya no se vaya a la Mili, es todo un orgullo poder ser quinto porque a nivel social, aún hoy en día es el momento en el que se pasa de niño o joven a adulto.

Silvestre de la Calle García con la burra de los quintos.
Y al lado, Álex, Juanito, Víctor y Mario, que serán quintos dentro de unos años.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Siguen las madres y las abuelas confeccionando los puros y pañuelos para los quintos pues ya pocas novias se dedican a bordar...
Esos puros que llamaron poderosamente la atención de José Antonio Labordeta cuando mientras realizaba el famoso programa de "Un país en la mochila" visitó Guijo de Santa Bárbara en plenos carnavales y Alonso de la Calle Hidalgo le regaló un puro bordado para que lo conservase como recuerdo.

José Antonio Labordeta y Alonso de la Calle Hidalgo. 1992.
(c) Colección Familia De la Calle.

El problema principal ahora es que antes había una gran cantidad de burros en el Guijo pero ya quedan sólo dos.
Atrás quedan aquellos tiempos en los que siempre estaban disponibles para los quintos el burro de tío Antonio "El Correo", la burra de tío Gonzalo Vergara, la burra de Andrés Jiménez, el burro de "Caniche"....

Caniche y Silvestre con el burro de Caniche.
(c) Olga de la Calle Santos.

En 2022 la burra Margarita se ha lucido bien el "Día de los Quintos o de los Gallos? pero ya se la han vendido.
¿Habrá burro para los quintos en 2023?

Carlos "El Chicha" abraza a su burra Margarita.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nota final del autor.
Desde hace muchísimos años, he colaborado con la celebración de los quintos. Normalmente, ayudo a los quintos llevando el burro con mi blusón, mi boina y mi berrendo y algunos años en los que no ha habido quintos, yo he pedido el chorizo con el fin de que la tradición no se perdiese.

Martes de Carnaval de 2008.
Ese año había 3 quintas pero no estaban en el pueblo.
¡Se acabaron los quintos!
¡No! Yo pido el chorizo. 
Y allá que presenté en casa de Andrés y Martina a por la burra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pero este año ha sido especial porque eran quintos mis primos hermanos Marcos y Pablo Rodríguez de la Calle, mis primos segundos Miguel Jiménez de la Calle y Carmen de la Calle Jiménez y mi "sobrino" Adrián que es hijo de mi "hermana" Alicia.
A todos los quintos del 2022, a los QUINTOS DE HOGAÑO como siempre se decía, dedico este artículo esperando que les guste y lo guarden como recuerdo, pero especialmente a mis citados primos y "sobrino" y por encima de todo a mi "hermana" Alicia Fraile de Arriba.

Con mi hermana Alicia.
Los papeles digan lo que quieran.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García. 


Comentarios

  1. Es todo en sííí súper interesante y muy muy divertido, Silver...

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