LA TRASTERMINANCIA EN GUIJO DE SANTA BÁRBARA

Guijo de Santa Bárbara es un pueblo situado en el centro de la comarca de La Vera, al noreste de la provincia de Cáceres y por lo tanto al norte de la comunidad autónoma de Extremadura, en las estribaciones de la Sierra de Gredos.
La economía de sus habitantes ha girado siempre en torno a la ganadería y la agricultura teniendo la ganadería trasterminante una gran importancia.

Vacas en Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Antes de continuar, explicaremos lo que es la trasterminancia para que el lector poco familiarizado con los movimiento ganaderos comprenda el contenido del presente artículo.
La trasterminancia consiste en el movimiento estacional del ganado entre distintos términos municipales de una misma provincia. 
Si el ganado se desplaza entre términos municipales de diferentes provincias, hablamos de trashumancia mientras que si permanece todo el año en el mismo término municipal, aunque realice movimientos estacionales dentro del mismo, hablaremos de estancia o ganado estante.

Vacas cruzando el río Tiétar camino de Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

También podemos diferenciar los diversos tipos de movimientos ganaderos según la distancia recorrida entre los pastos de invierno y los de verano, considerándose que si el ganado recorre más de 100 kilómetros, realiza trashumancia.
En provincias de gran extensión como Cáceres, esto plantea un cierto problema pues desde los puntos más alejados de la provincia el ganado puede recorrer más de 100 kilómetros por lo que sin salir de los límites provinciales, estaría realizando "trashumancia".

Vacas cruzando la Garganta Jaranda por el Puente de la Máquina.
Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Veamos el caso concreto de Guijo de Santa Bárbara, analizando las dos especies ganaderas más importantes a lo largo de la historia, la cabra y la vaca, que se han explotado tradicionalmente y actualmente de manera totalmente opuesta.
Analizaremos también de forma más resumida el caso de otras especies ganaderas.

Juan Antonio Rodríguez Vidal con su piara de cabras Veratas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


1. LA CABRA.
Durante siglos, el ganado caprino ha sido absolutamente mayoritario con respecto a cualquier otro en Guijo de Santa Bárbara, superando al bovino en relación 10 a 1.
El censo ganadero más antiguo del que tenemos constancia, data de mediados del siglo XIX cuando había en Guijo 1000 cabras y 80 vacas.
No sabemos cuántos cabreros había en esa fecha aunque si tenemos en cuenta la estimación tradicional de 70-80 cabras por piara en épocas pasadas, podría haber 13 ó 14 cabreros.

Julián Leal con sus cabras en invierno.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El número de habitantes del pueblo fue en aumento en la segunda mitad del siglo XIX pasando de 340 a 840. Consecuentemente, aumentó el número de familias desde 80 a 300.
Esto trajo consigo un aumento considerable del número de cabreros que en 1872 superaba la treintena. 

Cabras descansando.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En esta fecha encontramos el primer dato escrito sobre la realización de movimientos estacionales con las cabras dentro del término municipal pues se señalaron 36 majales de cabras para los meses de primavera. Se localizaban en puntos situados por debajo de "la raya", línea imaginaria que delimitaba las zonas de pastoreo y que variaba de unos años a otros según la climatología.
Algunos de estos majales eran los siguientes:
Labrado de los Covachones, Toril de La Nava, Las Carboneras, Los Migueles, Toril de Tocino, Majal de Mingoyuste, Las Umbrías, Las Peñas, El Toril, Pedro Jerrero, Collao Redondo, Cerca del Chorrillo o la Cerca Jerrero.

El Toril de la Nava.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Estos majales eran ocupados por los cabreros sólo durante los meses de primavera por lo que en invierno, las cabras debían dormir en los corrales particulares de cada ganadero.

Corral típico de cabras.
Cabras de "Los Pivos" en Corral Viejo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Pasada la primavera, las cabras podían pastar en toda la sierra. Por tradición oral y porque se ha seguido practicando el mismo sistema de explotación hasta hace unas 3 décadas, los cabreros y sus familias se trasladaban en verano a zonas situadas por encima de "la raya", viviendo en las chozas.
Al terminar el verano, las familias regresaban al pueblo y las cabras podían ocupar los majales de primavera o ser recogidas ya en los corrales durante la noche.

Pimesaíllo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los cabreros abandonaban rara vez el término municipal con sus piaras aunque no era infrecuente que algunos pastasen en la Dehesa de Arriba de Jarandilla de la Vera por poseer fincas y corrales en zonas como Los Chorros, El Convento o La Serraílla.
Pese a que el desplazamiento era mínimo, estas cabras podían ser consideradas como "trasterminantes" siempre y cuando pastasen y durmiesen el término de Jarandilla.
Algunos cabreros sí que realizaron verdadera trasterminancia llevando sus cabras a las dehesas de La Vera y el Campo Arañuelo.
Fue el caso de Constantino Hidalgo del Monte (1896-1966) que llevaba sus cabras en invierno a las dehesas cercanas a Majadas.

Constantino Hidalgo del Monte.
(c) Colección Familia De la Calle.

Nos cuenta esto su hija Visitación Hidalgo Burcio (nacida en 1929):

"Mi padre era carnicero y cabrero. En verano estábamos con las cabras en el Guijo y en invierno nos íbamos con ellas a Majadas, donde mi abuelo tenía una casa porque él tenía vacas y las llevaba a dehesas que estaban por allí.
Hacíamos queso y lo vendíamos lo mismo aquí que allí y mi padre mataba las cabras y los cabritos y los vendía.
Entonces éramos los únicos cabreros que íbamos tan lejos con las cabras."

Visitación Hidalgo Burcio.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Más excepcional era el traslado de cabras desde Guijo de Santa Bárbara a otras poblaciones cercanas como Jerte y Tornavacas, aunque se dieron algunos casos.
Fue el caso por ejemplo de Vicenta García Díaz (1874-1955) que en 1936 llevó sus 714 cabras a las fincas de La Solisa y El Hornillo.

Fincas de El Hornillo y La Solisa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nos hablaba de esto Juan García García (1927-2012):

"Nosotros cambiábamos varias veces de sitio las cabras a lo largo del año. En invierno las teníamos en Los Chorros, en término de Jarandilla. Pastaban durante el invierno en Jarandilla en la zona de las Navas Altas y en primavera ya empezaban a entrar en el Guijo subiendo hasta Collao Redondo, El Erizo, el Hoyo El Esperón...
En primavera, las subíamos al Guijo a un corral que teníamos arrendado en La Cuerda y en verano subíamos con ellas a Los Avesales.
En otoño, como teníamos que coger muchas castañas, las teníamos en Santonuncio.
Algún año, al haber poca hierba y muchísimas cabras en el pueblo, nos fuimos de verano a La Solisa, en término de Jerte, y al Hornillo, en término de Tornavacas".

Juan García García.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Actualmente, las 3 piaras de cabras que hay en Guijo de Santa Bárbara llevan un régimen estante, si bien una de los cabreros suele separar en verano las cabras que no dan leche y las traslada a un majal diferente.

Juan Antonio Rodríguez Vidal.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


2. LA VACA.
Minoritaria con respecto a la cabra en tiempos pasados, hoy la vaca es la especie ganadera dominante y, a diferencia de la cabra, se ha explotado principalmente de de forma trasterminante al menos desde hace 150 años.
Las 80 vacas mencionadas en el censo anterior se las repartían media docena de vaqueros según los datos del Archivo Parroquial.

Cipriano Jiménez Pérez (centro) con su toro.
Plaza de Toros de Guijo de Santa Bárbara.
9 de septiembre de 1925.
(c) Colección Familia De la Calle.

Durante el verano, las vacas pastaban en la sierra ocupando los terrenos más descansados y los "regajos" o pastizales situados en las cercanías de los cursos de agua dejando las zonas más secas y abruptas para las cabras.

Vacas en Collao Alto junto a la Capilla-Refugio de Ntra. Sra. de las Nieves.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque las vacas no necesitaban grandes cuidados durante el verano al no tener que ordeñarse, la abundancia de lobos obligaba a los ganaderos a permanecer en la sierra durante la noche.
En ocasiones, contrataban criados o vaqueros para se encargasen de cuidar a las vacas o bien se asociaban varios ganaderos para cuidar a las vacas por turno.

Lobo ibérico.
(c) Javier Bernal Corral.

En otoño pastaban en las zonas medias y bajas de la sierra así como en los prados particulares que poseía cada ganadero, aprovechando el rebrote de la hierba tras la siega realizada en verano.

Vacas pastando en otoño en un prado.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En invierno, las vacas podían permanecer en los mismos prados o en los llamados "matones" y "cercas", terrenos cercados con paredes de piedra que impedían que se escapasen y que podían estaban poblados de robles o no.
También podían encerrarse en corrales y casillas.
Aunque podían pastar en las zonas bajas de la sierra, se complementaba su alimentación con el heno segado y recogido en verano que era almacenado en los corrales o en ameales en los propios prados.
Se procuraba que las vacas pariesen en invierno para poder atenderlas mejor y aprovechar para ordeñarlas durante los primeros meses tras el parto.

Interior de un corral de vacas tradicional.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En primavera, las vacas pastaban en la sierra en las mismas zonas que las cabras. Al haber poco ganado, había comida suficiente.
Sin embargo, ante el creciente aumento del número de vaqueros y del censo de vacas, en 1877 se toma la decisión de prohibir el pastoreo de las vacas "cerriles" en la sierra desde San Marcos (25 de abril) a San Juan (24 de abril), pudiendo pastar únicamente las yuntas (vacas de labor).

Yunta de vacas.
(c) Silvestre de la Calle García.

Con esta decisión, se pretendía reservar esos pastos para el creciente número de cabras que no podían alejarse mucho del pueblo por tener que ser ordeñadas a diario y también para el ganado de labor, tantos vacas como bestias dedicado al trabajo en el campo.

Burro cargado de leña.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Este hecho obligada a los ganaderos a mantener sus vacas en prados y fincas particulares, lo que suponía un gran problema porque no se podían reservar los prados para segarlos en verano.
Por ello, todos los ganaderos se vieron obligados a trasladar el ganado a las dehesas durante la primavera, salvo que tuviesen un reducidísimo número de vacas.

Vacas en la dehesa.
(c) Olga de la Calle Santos.

No obstante, aunque no haya documentación escrita al respecto, sabemos por tradición oral que ya en la primera mitad del siglo XIX algunos vaqueros trasladaban sus vacas en primavera a dehesas como El Centenillo (Talayuela). Este era el caso de D. Antonio Jiménez García (1810-1898) conocido popularmente como El Abuelo Viejo.

Antonio Jiménez García.
Propietario desde 1844 de la dehesa de El Centenillo.
(c) Retrato pintado por Francisco Martín Rivera.

En aquella época, los vaqueros no tenían gran número de vacas puesto que al trasladarse a la dehesa sólo durante la primavera, tenían que alimentar a las vacas con el heno que pudiesen almacenar. 
Ya hemos dicho que en 1845 sólo había 80 vacas y 6 vaqueros, por lo que como media tendrían unas 13 vacas cada uno.

Haciendo un ameal.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando el heno se terminaba, lo cual solía ocurrir ya en febrero o marzo, los vaqueros se iban a las dehesas de primavera situadas en la zona baja de La Vera o en el Campo Arañuelo en pueblos como Talayuela, Navalmoral de la Mata, Majadas, Casatejada y especialmente Toril, donde se encontraban las mejores dehesas como Macarra o la Dehesa de Los Calle.

Vacas camino de la dehesa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Este sistema siguió vigente durante todo el siglo XIX y gran parte del XX si bien ya en aquella época, algunos ganaderos alquilaban las dehesas "de por año" de forma que estaban en el Guijo durante el verano y parte del otoño y el resto del año en las dehesas.
Este fue el caso de Juan Burcio García  (1873-1948) quien al alquilar "de por año" la famosa Dehesa de Los Calle puedo llegar a tener un gran número de vacas, superando las 40 reproductoras cuando ningún otro ganadero guijeño superaba las 20 y muchos eran los que no llegaban ni a 10 vacas.
El sistema llevado a cabo por Juan Burcio, tardaría sin embargo en generalizarse puesto que pagar todo el año una dehesa para pastar sólo unos meses, suponía un importante desembolso económico que a veces no puede realizarse aún hoy en día.

Juan Burcio García.
(c) Colección Familia De la Calle.

En el segundo cuarto del siglo XX nos encontramos con el caso de Gregorio Pobre García (1896-1974), ganadero que llevó sus vacas hasta Herrera del Duque, población de la provincia de Badajoz.
Por salir de la provincia de Cáceres, "Tío Goro", como era conocido en Guijo, fue el ÚNICO GANADERO TRASHUMANTE de la historia de este municipio.
Descendiente tanto de importantísimas familias ganaderas, tío Goro poseía una ganadería de vacas Avileñas consideradas como las mejores de la época.

Gregorio Pobre García.
(c) Colección Familia Pobre.

Del traslado de vacas, nos habla el que actualmente es el vaquero "trashumante" vivo más viejo de Guijo de Santa Bárbara. Nos referimos a Antonio Leandro de la Calle Jiménez, nacido en 1924:

"Nosotros siempre tuvimos vacas negras. Mis padres, los abuelos y todos los antiguos de la familia las han tenido desde siempre. Yo no sé desde cuando pero por lo menos el bisabuelo de mi madre ya las tenía.
En verano las teníamos en la sierra en El Campanario y El Cuchillar y en otoño en Los Poyales y Recuero hasta que se ponía el tiempo peor y las bajábamos a los prados del Toril.
Se comían los prados y se las cerraba en el corral por las noches hasta que se acababan el heno.

Corral del Toril, propiedad de la familia De la Calle.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Luego ya las bajábamos a la dehesa. Nosotros estuvimos muchos años en "El Gamonital" en la linde de las tres provincias (Cáceres, Ávila y Toledo) y luego estuvimos en Castejada en el Palacio de las Cabezas.
Volvíamos siempre el día de San Juan.
Cuando murió mi padre en el año 50, ya partimos las vacas entre los hermanos. Teníamos 33 así es que como éramos 3, nos tocaron 11 a cada uno.
Como yo era cartero, ya no las llevaba a la dehesa y las tenía todo el año aquí hasta el año 72 en que las vendí y me quedé sólo con las vacas de leche".

Antonio Leandro de la Calle Jiménez.
(c) Rosa María Rodríguez Leal.

Del relato de Antonio Leandro de la Calle Jiménez, tenemos que extraer y explicar un dato: el de las vacas de "leche".
En 1933 se introducen en Guijo de Santa Bárbara las primeras vacas de raza Frisona, conocidas aquí como vacas Suizas.
Estas vacas destinadas a la producción de leche, no podían realizar largos desplazamientos por lo que permanecían todo el año en los prados del pueblo y en las zonas bajas de la sierra.
En los años 50 y 60, al crecer el censo de estas vacas, se permite que pasten en la sierra durante la primavera.

Ángel de la Calle Vicente ordeñando una vaca suiza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Con el paso del tiempo, estas vacas desaparecieron y sustituyéndose por vacas de carne.
En la segunda mitad del siglo XX se produce un gran aumento del censo de vacas aumentando consiguientemente el número de vacas por ganadero.
Se ha pasado de vacadas que difícilmente superan las 20-30 cabezas a más de 60 vacas por ganadero, superando en ocasiones el centenar de cabezas.

Vacas cruzando el Puente de La Estaca.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hoy en día, aunque no hay prohibición específica sobre el pastoreo de vacas en primavera, es habitual que no queden muchos ejemplares pues la mayoría de los ganaderos trasladan todas sus vacas a la dehesa, dejando en el pueblo un reducido número de vacas.

Vacas a comienzos de la primavera.
(c) Silvestre de la Calle García.

Actualmente, los ganaderos guijeños siguen trasladando sus vacas durante la primavera y en muchos casos durante todo o parte del invierno e incluso a últimos de otoño, a las dehesas del Campo Arañuelo con excepción de una ganadería que permanece en Jaraicejo.
Las vacas regresan al Guijo a comienzos del mes de Julio.

Vacas cruzando el río Tiétar.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Llevar las vacas en verano a otros pueblos no ha sido frecuente pero siempre ha habido casos de ganaderos que han trasladado sus vacas a diversas fincas de Tornavacas y que aún hoy lo siguen haciendo.

El Hornillo, Tornavacas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

3. OTRAS ESPECIES.
El resto de especies ganaderas, tuvieron menos importancia económica en el pueblo.
Las ovejas, llamadas aquí borregas, eran poco numerosas. En el siglo XIX era habitual que ganaderos de Cuacos y Jarandilla pastasen con sus ovejas durante los meses de primavera y verano siempre y cuando hubiese suficiente pasto para el ganado local.

Piara de ovejas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1872 tenemos documentada la piara de ovejas de D. Antonio Jiménez García, citado ya al hablar de las vacas, que contaba con unas 100 ovejas reproductoras que pastaban durante gran parte del año en la sierra y que en primavera pastaban en sus fincas de La Viruela (Guijo) y El Convento (Jarandilla), así como en la Dehesa de Arriba de Jarandilla de La Vera.

Antonio Jiménez García y su esposa Josefa Santos García.
Guijo de Santa Bárbara. 1870.
(c) Colección familia De la Calle.

En los años 40 y 50 del siglo XX hubo algunas piaras de ovejas de vecinos del pueblo que llevaban un manejo similar, pastando durante todo el año en el término del Guijo y bajando excepcionalmente a pastar o dormir en fincas particulares de Jarandilla para su abonado.
Para abonar el terreno, las ovejas eran encerradas durante la noche en corrales de red o rediles que se iban cambiando de sitio cada noche. Al lado de la red, se colocaba la mampara, caseta portátil de madera donde dormía el borreguero.

Mampara utilizada por los borregueros para dormir.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El ganado equino (caballos, burros y mulos) se explotaba de forma variable. Si se trataba de animales de trabajo, permanecían siempre cerca del pueblo, pastando en prados particulares y zonas bajas de la sierra.
Durante el día, las bestias trabajaban y por la noche se soltaban en las zonas bajas de la sierra debidamente trabadas o maneadas para evitar que se escapasen y poder recogerlas a la mañana siguiente.

Las caballerías de labor no podían estar lejos del pueblo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los cabreros, solían tener burros para el transporte de la leche durante el invierno y del queso durante el verano.
Así, en invierno permanecían pastando en las zonas bajas cerca de los corrales de las cabras y en verano en los alrededores de las chozas.

Teodoro Pérez y su hijo Agustín cargando el queso en el burro.
(c) Colección Martina Pérez.

Los vaqueros solían tener yeguas para criar y para utilizarlas como montura. También podían tener caballos o mulos. Cuando las vacas iban a las dehesas, las bestias de los vaqueros se iban también con ellas, siempre y cuando no se necesitasen para trabajar en el pueblo.
Era todo un orgullo para los vaqueros tener buenos caballos para lucirlos el día de San Juan cuando las vacas subían de las dehesas y atravesaban el pueblo camino de la sierra.

Emilio de la Calle subiendo de la dehesa en el caballo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

LA SIERRA DE JARANDA.
Se ha hablado en el presente artículo de "rayas" de pastoreo, de majales de primavera, de prohibiciones de pastar en ciertas épocas....
Pero ¿A qué se debía todo esto?
Hasta mediados del siglo XIX, la sierra de Guijo de Santa Bárbara estaba dividida en dos grandes parcelas:
- Baldío de Jaranda, perteneciente al antiguo Sexmo de Plasencia.
- Dehesa de Propios, perteneciente al Ayuntamiento de Guijo.

Portilla de Jaranda.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Estas dos propiedades, había sido utilizadas desde tiempo inmemorial por los ganaderos de Guijo, existiendo un documento de 1468 que designaba tales terrenos como lugar de pastoreo exclusivo para los vecinos de Guijo.
Sin embargo con la Desamortización de Madoz, estos terrenos pasaron a formar parte del Estado hasta que tres vecinos del Guijo compraron los terrenos citados en 1859, fecha en la que Antonio Jiménez García adquiere el Baldío de Jaranda, y en 1862, cuando la Dehesa de Propios es dividida en 5 fincas más pequeñas que fueron comprados por José García de Aguilar y Domínguez (Los Guatechos, Las Umbrías y la Lanchuela) y por Antonio Modesto Jiménez Santos (Las Arguijuelas y El Cuchillar).

Antonio Modesto Jiménez Santos.
(c) Retrato pintado por Francisco Martín Rivera.

El Baldío de Jaranda fue dividido en 45 acciones que fueron compradas por 22 vecinos del pueblo.
Las 5 fincas que componían la Dehesa de Propios, se unificaron en 1867 para crear la Sierra de Jaranda que fue dividida en 222 acciones que compraron numerosos vecinos del pueblo.
En 1896, El Baldío y la Sierra quedaron fusionados en una única finca que sigue siendo conocida como Dehesa Sierra de Jaranda y que es una Sociedad Limitada perteneciente a más de 170 socios.

Placa de la banda del guarda.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La Dehesa Sierra de Jaranda es administrada por una directiva. En materia ganadera, es destacable la figura de los llamados CONTADORES, que se encargan de contabilizar todo el ganado.
Tradicionalmente, había 4 contadores. 2 contaban las cabras y otros 2 las vacas.
Actualmente sólo hay 2, encargándose de contabilizar el ganado al comienzo de cada estación:

- Invierno.
- Primavera.
- Agostadero. (Verano+otoño).

Los contadores rellenan la "papeleta de pastoreo", contrato en el que figuran las cabezas que tiene cada ganadero, la especie y el precio a pagar por animal.

Papeleta de pastoreo.
(c) Silvestre de la Calle García.

El precio para cada estación se fija para las cabras (y ovejas si las hubiese). Las vacas, caballos y mulos pagan 3 veces más que una cabra si tienen más de 1 año y 6 veces más de 2 años en adelante.
Los burros, pagan la mitad que una vaca, caballo o mulo.

Las cabras sirven de base para fijar los precios.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque actualmente con las cartillas y guías ganaderas no es necesario contar el ganado, se sigue realizando esta actividad por tradición.
Se cuenta el ganado al comienzo de cada estación. Las cabras son contadas en los corrales, colocándose uno de los contadores y el ganadero en una puerta estrecha para que las cabras vayan pasando de una en una, contándose en tandas de 50 para evitar cualquier equivoco.
Las vacas se cuentan en invierno y primavera en los prados pero en agostadero se cuentan en el pueblo cuando suben de la dehesa, contando un contador las vacas adultas y otro las añojas.

Alejandro Torralvo (cabrero) y Silvestre de la Calle (contador).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

CONCLUSIÓN FINAL.
Como vemos, la ganadería trasterminante ha tenido una gran importancia en el pasado y la sigue teniendo actualmente.
Hoy en día son varias las familias dedicadas a la cría de ganado vacuno en régimen trasterminante que tienen en esta actividad su principal fuente de ingresos y en ocasiones la única.
Hoy hay en Guijo de Santa Bárbara unas 17 familias de vaqueros que suman en total más de un millar de animales, lo que convierte a este pequeño pueblecito de 400 habitantes en uno de los que más vacas tienen en relación a su población humana.

El Guijo es hoy un pueblo vaquero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Es preciso reseñar, que una parte importante de los ganaderos actuales tiene menos de 50 años y varios no llegan a los 30, por lo que la continuidad de esta actividad está plenamente garantizada en las próximas décadas pese a la difícil situación que atraviesa la ganadería en general y la bovina en particular debido al bajo precio de los terneros, el elevado precio de los piensos y las trabas burocráticas y sanitarias que dificultan grandemente el movimiento del ganado.

Vaqueros de Guijo de Santa Bárbara en 2017.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Respecto al ganado caprino, es una pena que se haya pasado de las 40 piaras de los años 30 a las 3 actuales. Este cambio se ha debido al más complicado manejo del caprino lechero, a la prohibición de elaborar y comercializar queso en la propia explotación de manera artesanal, al bajo precio de la leche y los cabritos y al alto precio del pienso, así como a las trabas sanitarias y burocráticas referidas ya al hablar del ganado vacuno.

Florín, Alejandro y tío Pivo en 2017.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Desde EL CUADERNO DE SILVESTRE queremos hacer un pequeño homenaje a todos los ganaderos guijeños tanto trasterminantes (la mayoría) como estantes.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.







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