EL CULTIVO DE CEREALES EN LA SIERRA DE GREDOS

El cultivo de cereales tuvo durante siglos una gran importancia en la Sierra de Gredos constituyendo una importante fuente de ingresos para los habitantes de la zona además de constituir un pilar fundamental de la dieta, al ser el pan un alimento básico.
Hoy en día, la situación ha cambiado mucho y ya sólo se siembran pequeñas parcelas de centeno en la vertiente norte y de maíz en la vertiente sur.

Gonzalo Vicente trillando cebada.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los cereales fueron las primeras plantas cultivadas por el hombre. En cada región del mundo, se cultivaba por lo menos una especie de cereal que era la base de la dieta, habiendo cambiado muy poco la situación hasta hoy en ciertas regiones.
En la Sierra de Gredos, los principales cereales cultivados fueron el trigo, la cebada y sobre todo el centeno, hasta que tras el descubrimiento de América se introdujo el maíz que se ha cultivado intensamente en la vertiente sur de la Sierra.

Sembrado de centeno.
San Martín de la Vega del Alberche (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Se sabe que los vettones, uno de los primeros pueblos sedentarios de la zona, ya cultivaban cereales y legumbres que, junto con el pan de bellota, constituían la base de su dieta que era complementada con los productos lácteos obtenidos de su ya numerosa ganadería, siendo el consumo de carne poco habitual entre ellos.
Posiblemente, como otros pueblos prerromanos peninsulares, elaborasen también bebidas alcohólicas semejantes a la cerveza actual.

Castro vettón del Collado del Freíllo.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Con la romanización y sobre todo tras las repoblaciones medievales efectuadas por Raimundo de Borgoña, la importancia del cultivo de cereales fue cada vez mayor.
Los terrenos más altos, pedregosos, secos y fríos, se dedicaban al cultivo de centeno mientras que a menores altitudes se cultivaba la cebada y en  las zonas más bajas y abrigadas, se cultivaba el trigo.

Juan Manuel Yuste con su yunta en una rastrojera de centeno.
Al fondo, la Sierra de Gredos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En zonas como las cabeceras de los ríos Tormes y Alberche, se cultivaba principalmente centeno.
Tomaremos este cereal como ejemplo para tratar todo el proceso de cultivo, cosecha, almacenaje y utilización de los cereales de secano pues realmente, difiere poco entre unos y otros.

Sembrado de centeno en San Martín de la Vega del Alberche (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

El centeno era el único cultivo importante a excepción de las cebollas y las berzas, por lo que tras la siembra, los hombres tenían poco que hacer y partían con sus carros tirados por yuntas de bueyes para vender madera de los pinares, llegando incluso hasta Sevilla en tales recorridos y volviendo a sus pueblos a finales de la primavera con los carros cargados de sal, aceite, vino y otros productos que no se producían en Gredos, naciendo así una floreciente actividad carretera que daría lugar en 1497 a la REAL CABAÑA DE CARRETEROS DE GREDOS, que existió como tal hasta 1836.

Carreteros transportando leña de encina.
Ramacastañas, Arenas de San Pedro (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Cuando llegaban a casa, el centeno estaba listo para la siega, trilla y almacenaje.
Normalmente, para segar el centeno acudían cuadrillas de segadores de lugares tan alejados como Galicia e incluso Portugal, así como de la comarca cacereña de Las Hurdes.
Esta era una ardua labor que requería un gran esfuerzo físico. Cuando se contrataban segadores, los dueños de la tierra o "amos" ajustaban con ellos las condiciones del contrato. Podían trabajar " a seco", es decir, sin comida y cobrando dinero o bien trabajar con comida incluida y recibiendo menos dinero.
El sistema de ajuste se llevaba a cabo por fanegas, terreno equivalente a unas 0,6 hectáreas.

Segando centeno.
San Martín de la Vega del Alberche (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Segado el centeno, se transportaba hasta la era para proceder a su trillado. Podían utilizarse carros tirados por vacas o caballerías cuando se trataba de sitios de difícil acceso.

Ignacio Veneros camino de la era.
San Martín de la Vega del Alberche (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Las eras para trillar eran grandes praderas llanas situadas en terrenos despejados y ventosos para facilitar la tarea de aventado.
En otras ocasiones, sobre todo en terrenos accidentados, se construían eras con suelo enlosado con piedras o incluso aprovechando los propios afloramientos rocosos.
Normalmente, las eras solían ser propiedad del concejo y podían ser utilizadas por todos los vecinos, realizándose a menudo sorteos para establecer el orden a la hora de trillar cuando había menos eras que vecinos, lo cual podía producir ciertas discusiones entre vecinos ante el miedo de que una tormenta o una granizada diesen al traste con el trabajo de todo un año.
En otras ocasiones, las familias construían eras en sus propios terrenos para evitar tales problemas.

Era sobre roca granítica.
Navalosa (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Una vez llevado el cereal hasta la era, se extendía en la misma y se pisoteaba con la ayuda de bueyes, vacas o caballerías para que se desprendiese el grano de la paja.
Para que todo el grano se desprendiese correctamente de la paja, se iba volteando y echando la paja de los lados hacia el centro de la era hasta que se consideraba que todo el cereal se había separado de la paja.

Caballos pisando la paja.
San Martín de la Vega del Alberche.
(c) Silvestre de la Calle García.

Una vez hecho esto y para terminar la tarea empezada por los animales, se volteaba la paja varias veces con horcas de madera y se barrían los laterales de la era con el fin de concentran toda la paja y el grano dentro de la misma.

Volteando la paja.
San Martín de la Vega del Alberche (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Después, se trillaba la "parva" utilizando un trillo, artefacto compuesto por tablas unidas por dos travesaños y ligeramente curvado en su parte anterior y que contaba con pequeños trozos de piedra de cuarzo (pedernal) o cuchillas de hierro para picar la paja.

Trillos.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

El trillo era arrastrado por un animal o por una yunta. Sobre el trillo se subía una persona para ir guiando a a los animales ya que estos tendían a salirse de la parva al aburrirse de dar vueltas. En el trillo se llevaba algún tipo de recipiente por si los animales hacían sus necesidades, momento en el que había que parar inmediatamente para recogerlas y que el trillo no pasase por encima.

Trillando con yunta de burros
San Martín de la Vega del Alberche (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Por ser una tarea repetitiva y monótona, se solía aprovechar para domar a los animales jóvenes unciéndolos junto a un animal adulto y experimentado e incluso atándolo junto a los dos animales de la yunta. De esa forma, el joven animal no podía escapar y acaba aprendiendo a trabajar tras varias jornadas seguidas de trilla.

Domando bueyes jóvenes en San Martín de la Vega del Alberche (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Cuando la paja estaba ya picada y el grano separado al aventado y cribado. Para ello, se lanzaban paladas al aire, cayendo el grano en el centro de la era y volando la paja a los laterales de la era.
Con el grano ya prácticamente limpio, se procedía a cribarlo con cribas circulares de madera con la parte inferior de piel o alambre, separando así cualquier trozo de paja e impureza.

Criba con aro de madera y base de piel.
San Martín de la Vega del Alberche (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Con el paso del tiempo, aparecieron las aventadoras o limpiadoras, máquinas que aceleraban muchísimo el trabajo. 
Las primeras trilladoras fueron máquinas de manivela para ser posteriormente sustituidas por máquinas de motor.
Sin embargo, el uso de estas máquinas requería eras grandes y de fácil acceso por lo que no podían ser utilizadas en muchos sitios. Además, su precio impedía que pequeños labradores pudiesen adquirirlas a no ser que lo hiciesen entre varios de ellos.

Aventadora o limpiadora.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle Hidalgo.

De esa forma, el cereal quedaba limpio para ser almacenado en sacos o costales que se trasladaban a casa, siendo almacenados en una dependencia de los sobrados o desvanes denominada "troje", donde solía haber grandes arcones de madera para mantener el cereal absolutamente protegido de los roedores y la humedad hasta el momento de su molienda o su venta.

Costales cargados en el carro.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Con el grano ya recogido, la paja se amontonaba junto a la era. Si se trillaba en grandes praderas y había gran cantidad de paja, esta operación se realizaba con una yunta de bueyes o vacas, conociéndose como "encañizar" o "acañizar" puesto que se utilizaba el cañizo o palo que previamente había unido el yugo y el trillo.
El cañizo se colocaba perpendicularmente en suelo detrás de los bueyes y se ataba al yugo. Dos o más personas pisaban el cañizo para que no se levantase y arrastrase toda la paja.

Amontonando la parva con yunta de bueyes.
San Martín de la Vega del Alberche.
(c) Silvestre de la Calle García.

La paja, se cargaba en carros y se almacenaba en los desvanes o payos de corrales y casillas para servir de alimento al ganado durante los meses invernales.
Como la paja pesa muy poco, se aumentaba la capacidad del carro colocando un armazón de madera y red.

Tío Manolo Yuste con el carro cargado de paja.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

El centeno se utilizaba tanto para la alimentación humana como para la alimentación animal. 
El centeno en grano almacenado en casa, se cargaba nuevamente en un costal y a lomos de un burro se llevaba hasta el molino harinero más cercano, situado junto a la corriente de algún río o arroyo.

El molino de tío Alberto.
Villafranca de la Sierra (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

La harina de centeno producía un pan denso y oscuro que tardaba más tiempo en ponerse duro que el pan de trigo pero en ocasiones se mezclaban ambas harinas para obtener un pan más jugoso y con más miga.
Para ello, se acostumbraba a vender o cambiar harina de centeno por harina de trigo.

Cociendo el pan.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La paja de centeno se utilizaba también para la confección de sombreros y de las tradicionales gorras, pieza imprescindible del traje regional femenino abulense.
También se utilizaba para rellenar albardas para las caballerías y para el relleno de colchones o "jergones".
Para estos usos, la paja debía conservarse en toda su longitud, por lo que no se trillaba sino que se desprendía únicamente el grano de la misma.

Serrana con traje regional y la tradicional gorra de paja de centeno.
El Barco de Ávila (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Tras todas estas labores, no terminaba el trabajo de los labradores pues había que preparar pronto la tierra para la siembra de la siguiente cosecha.
Los rastrojos o terrenos segados, eran aprovechados por las ovejas que dormían también en ellos encerradas en corrales de red o rediles que posteriormente serían corrales de cancillas de madera o metálicas.
El corral se movía cada noche de sitio, abonando así las ovejas el terreno.

Ovejas en un corral sobre un rastrojo.
Santiago de Aravalle (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, al sembrarse a menudo en zonas muy pobres, la tierra debía descansar y se dejaba al menos un año sin ararse ni sembrarse. Es lo que se conoce como barbecho.
Los barbechos eran aprovechados como pastizal por el ganado y de esa forma iba abonándose paulatinamente con las deyecciones de los animales aunque unos meses antes de la siembra, se realizaba el redileo con las ovejas o se extendía una buena capa de estiércol antes de arar la tierra.

Ovejas pastando en un barbecho.
El Barco de Ávila (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

En ocasiones, todo el término municipal o concejo, se dividía en zonas u "hojas" para concentrar los sembrados de cereal en dichas zonas impidiendo que fuesen arrasados por el ganado. Normalmente, dependiendo de la fertilidad y extensión del terreno, se fijaban 2 ó 3 hojas. Este sistema estaba regulado en las ordenanzas concejiles y quien cultivase cereal fuera de la hoja que correspondiese ese año, se exponía a recibir una pena o multa.

Puerta del Ahorcado.
El Barco de Ávila (Ávila).
En las ordenanzas de esta Villa quedaba perfectamente organizado el cultivo de cereales.
(c) Silvestre de la Calle García.

Con la tierra bien abonada, se procedía al arado en torno al mes de octubre. La tierra se araba principalmente con yuntas de vacas y en menor medida de bueyes, burros, caballos o mulas.
Hecho esto, se sembraba el grano que brotaría poco después e iría creciendo durante el invierno y la primavera.

Jesús Marina arando con yunta de burras.
Navacepeda de Tormes (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

También se cultivaba en los terrenos cercanos a los pueblos e incluso dentro de los propios pueblos el denominado "herrén".
Se trataba de cereal, generalmente centeno, sembrado en el otoño para ser pastado directamente por el ganado durante el invierno. Los terrenos dedicados a este cultivo, eran conocidos como "cortinas" y fueron muy abundantes dentro del propio casco urbano de El Barco de Ávila durante el siglo XVIII.
Este sistema permitía alimentar al ganado en invierno y a la vez abonar el terreno para sembrarlo de patatas o judías al final de la primavera.

Isabel López y Juan Manuel Yuste arando con la yunta.
Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

En las zonas más bajas y abrigadas de Gredos, ya en el curso medio-bajo de los Valles del Tormes y del Alberche, se cultivaban otros cereales como la cebada o el trigo si bien este último, requería bastante temperatura para que el grano madurase correctamente por lo que a menudo no se sembraba y prefería importarse de otras zonas de la provincia, motivo por el cual el pan puro de trigo era considerado alimento de "ricos".

Castillo de Valdecorneja.
El Barco de Ávila (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Durante siglos, los cereales habían sido el cultivo principal junto con el lino en las zonas más húmedas y fértiles.
Tras el descubrimiento de América aparecen en escena nuevos cultivos adquiriendo en Gredos gran importancia la patata y la judía (alubia). 
Al principio, estos cultivos restaron superficie al cereal pero a partir del siglo XVIII y XIX comienza a conocerse en España el sistema de rotación de cultivos:
- Primer año: cereal.
- Segundo año: patata.
- Tercer año: judía.
- Cuarto año: cereal.
De esta forma, se obtenían mayores rendimientos a la misma parcela.

Patatas
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Con el paso del tiempo, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, el cultivo de patatas y de judías se intensificó al ser su almacenaje más sencillo y al reportar su venta grandes beneficios.
Comenzó a elaborarse el pan en panaderías y a dejar de hacerlo en casa, pues esta actividad suponía una ardua tarea.
Además, el aumento exponencial del censo ganadero, motivo que muchos terrenos se dedicasen a prados en lugar de a la siembra de cereales.

Vacas Avileñas.
Al fondo los Picos de Gredos.
(c) Silvestre de la Calle García.

En la vertiente sur de la Sierra, se sembraban los mismos cereales pero tras el 
descubrimiento de América comenzó a cultivarse un cereal venido de América: el maíz.
El maíz necesita mayores cuidados que los demás cereales. Para empezar, deben hacerse surcos para sembrar la semilla y poder regar la planta muy a menudo.

Miguel Jiménez "cortando" la tierra para sembrar maíz.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando la planta crece, se debe cortar la parte superior o "cogolla" para favorecer el desarrollo de las mazorcas y se deben quitar parte de las hojas para que el sol haga madurar el grano. Las hojas y la cogolla son un valioso alimento para el ganado durante el verano.
Cuando las mazorcas están secas, se recolectan y se almacenan en lugares secos y cálidos para proceder a su desgranado cuando sea necesario utilizarlo.
El maíz era utilizado en los terrenos del sur de Gredos para la alimentación animal, salvo el maíz de grano pequeño o maíz de palomitas que sí se destinaba al consumo humano.

Antonio de la Calle y Visita Hidalgo desgranando maíz.
Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


LA FIESTAS DE LA TRILLA.

Pese a ser una labor ardua y pesada en la que todos los miembros de la familia debían colaborar durante días o semanas soportando el calor veraniego durante todo el día e incluso durante la noche, los más mayores recuerdan con nostalgia aquellos tiempos y quieren que sus hijos y nietos puedan conocer lo que ellos vivieron en su niñez.
Por este motivo, en muchos pueblos de la vertiente norte de Gredos, se organiza en verano LA FIESTA DE LA TRILLA.

Fiesta de la Trilla en Barajas de Gredos (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

EL CULTIVO DE CEREAL EN GUIJO DE SANTA BÁRBARA.

Guijo de Santa Bárbara es un pequeño pueblecito cacereño situado en la comarca de La Vera, en las estribaciones occidentales de la Sierra de Gredos.
El cultivo de cereales tuvo una gran importancia en el pasado siendo el centeno el cereal más cultivado, seguido de la cebada y del trigo. En los terrenos de regadío, se cultivaba también el maíz.
En antiguos inventarios de fincas vemos descritas como "tierras centeneras" numerosos parajes hoy abandonados y situados a menudo a gran altitud donde los guijeños sembraban centeno y patatas.

La Cerca de Los Paraeros, antigua "tierra centenera".
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hasta los años 70, el cultivo de cereales de secano tuvo gran importancia. Las fincas más altas, secas y pobres se destinaban al cultivo del centeno mientras que las más bajas se dedicaban al cultivo de cebada en rotación con otros cultivos e incluso asociadas al olivar.
En los terrenos más abrigados, se cultivaba trigo.

Vacas pastando en lo que fuera el llamado "trigal de La Huerta".
Hoy en día es un prado propiedad de Vicenta García de la Calle.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Testigo de esta importante actividad cerealista son las innumerables eras de trillar repartidas por todo el término municipal tanto en terrenos de propiedad pública como privada, conservándose una magnífica era en la parte alta del casco urbano conocida como LA ERA DE ABAJO DEL LLANO.
Dentro del casco urbano guijeño existieron más eras como por ejemplo las eras de arriba del Llano (donde se encuentra hoy el polideportivo) y las eras del Legío (cerca del Monumento a Viriato).

Era de Abajo del Llano.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hasta los años 70, esta La Era de Abajo del Llano fue utilizada para trillar trigo y sobre todo cebada, puesto que el centeno, que en épocas pasadas fue el cultivo más importante del Guijo, nunca se trillaba con el fin de poder conservar la paja entera para el relleno de albardas y jergas. Para ello, se machaba la paja utilizando la "zorriaga", utensilio formado por dos palos de diferente longitud que servía para golpear la paja y desprender así el grano.

Gonzalo Vicente trillando cebada en la Era de Abajo del Llano.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El escaso trigo cultivado, se destinaba fundamentalmente a la elaboración de harina para el consumo humano. Existieron tres molinos harineros en el término municipal de Guijo de Santa Bárbara:
- Molino de Buenos Ajos.
- Molino del Malagón.
- La Prensa de Abajo (Prensa de aceite, molino de harina, molino de piensos, panadería y "fábrica de la luz").

A la izquierda de la fotografía, Don Quintín Moreno Poblador y doña Felipa Jiménez Santos, propietarios de La Prensa de Abajo. 1885.
(c) Colección Modesta Sánchez Moreno.

Con la harina de trigo, se elabora un exquisito pan que tenía y tiene gran fama. Existían diversas panaderías públicas, pero mucho gente elaboraba el pan en su propia casa y lo llevaba a cocer a los hornos de las panaderías públicas o bien lo cocía en su propio horno de leña situado en el huerto o en el desván de la casa.
Actualmente, existe una panadería que elabora un pan de leña de gran calidad y exquisitos dulces artesanales.

Mariqui Rodríguez cociendo el pan en su horno.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La cebada y el centeno se destinaban fundamentalmente a la alimentación animal, aunque en la antigüedad, la harina de centeno fue utilizada para hacer pan, mezclándola a menudo con harina de trigo.
La cebada se daba directamente a los animales o bien en forma de harina por considerarse que el ganado la aprovechaba mejor.
El centeno se solía destinar a la alimentación de los cerdos para lo cual se cocía junto con patatas constituyendo el denominado brebajo.

Cerda con sus cochinillos junto al camellón para echar la comida.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Lamentablemente, el cultivo de cereales de secano desapareció en Guijo de Santa Bárbara en la segunda mitad del siglo XX, cultivándose únicamente centeno para ser aprovechado como pasto por el ganado durante el invierno así como el cultivo de alguna pequeña parcela de maíz destinado a la alimentación animal.
En la memoria de muchos guijeños quedan los días de trilla y quienes tienen eras en sus fincas, las siguen conservando como recuerdo de épocas pasadas.

Juan Pérez y Teodora Castañares en la Era de Abajo del Llano.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sería bonito recuperar esta tradición y realizar todos los años una trilla para que los más jóvenes y los que visitan Guijo de Santa Bárbara durante la época estival, puedan conocer esta actividad y saber para lo que se utilizaba la famosa ERA DEL LLANO.
Termino este artículo con una foto muy especial de la ERA DEL RISCO DE LA GUIJA, propiedad de los Herederos de Benigna Burcio de la Calle (1904-1992), mi bisabuela en la que hasta los años 70, mis abuelos Antonio y Visitación trillaban cada año la cebada.

Era del Risco de la Guija.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.


Nota final del autor.
No puedo terminar este artículo sin hacer una mención especial a Manuel Yuste, de Barajas de Gredos, con el que pude compartir en 2014 una bonita jornada de trilla.

Tío Manolo Yuste, uno de los grandes sabios de Gredos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Recordad también a los hermanos Maxi y Quico Rollán, de San Martín de la Vega del Alberche, con los que compartí buenas jornadas de trilla en "La Vega" en 2012 y también en Barajas de Gredos en 2014, así como una jornada de siega de centeno en "La Vega".

Maxi y Quico en San Martín de la Vega del Alberche.
(c) Silvestre de la Calle García.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.







Comentarios

  1. Magnífico artículo, muy didáctico y enriquecedor

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  2. Nuestro pasado nos enriquece. Gacias

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  3. Precioso y documentado artículo. ¡Enhorabuena!

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  4. Bonito reportaje que trae recuerdos gratos de mi niñez.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  6. Que interesante Silvestre UD borra los mensajes públicos que le interesa cuando le dicen verdades entonces que vende Ud humo a sus lectores porque lo que eyo escribí aquí ayer no era ninguna mentira .que interesante esto que borre Ud lo que no le conviene se sepa

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    1. Me parece que usted se está pasando un poquito de la raya,un poco de respeto hacia él no la vendría mal.

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