LA VILLA DE LOS CABREROS
Guijo de Santa Bárbara es un municipio situado en la comarca cacereña de La Vera, al noreste de Extremadura y en la vertiente sur de la Sierra de Gredos.
Desde tiempo inmemorial, sus habitantes han vivido dedicados a la ganadería y a la agricultura, teniendo la ganadería caprina una gran importancia hasta el punto de que podíamos llamar a este pueblo, LA VILLA DE LOS CABREROS.
La abrupta topografía del término municipal de Guijo de Santa Bárbara, así como las condiciones climáticas y botánicas, hacen que la cabra sea el animal que mejor se adapta a estos terrenos siendo capaz de prosperar y producir donde otros animales ni siquiera conseguirían sobrevivir.
Las cabras de Los Pivos en la Sierra del Guijo.
Animales ágiles y adaptados a la vida en la sierra.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Las cabras han proporcionado siempre a los guijeños carne, leche, pieles y estiércol, siendo la leche un elemento indispensable en la dieta guijeña y la materia prima base para la elaboración del exquisito queso fresco que tanta fama dio a este pueblo en épocas pasadas y que se convirtió en uno de los principales productos de exportación del municipio.
Sin embargo, no fue siempre El Guijo una villa independiente con su rollo o picota y su horca, sino que durante gran parte de su historia fue un lugar o barrio dependiente de la Villa de Jarandilla que goza de tal título desde 1369.
Fue en 1468 cuando los ganaderos del Guijo, cabreros con total seguridad aunque el documento no lo diga, pidieron al Señor de Jarandilla don Fernando Álvarez de Toledo y Zúñiga que les señalase un coto de pastos para sus ganados independiente del de los vecinos de Jarandilla.
Dicho coto coincidiría aproximadamente con el actual término municipal de Guijo.
La sierra del Guijo pertenecía casi en su totalidad a la jurisdicción de Jarandilla, a excepción de la zona más alta que era conocida como Baldío de Jaranda y pertenecía a la Comunidad de Pueblos de Plasencia, quien sería su propietaria hasta bien entrado del siglo XIX.
Sin embargo, el tener un coto de pastos independiente no significaba gran cosa, pues los guijeños dependían civil, judicial y religiosamente de la Villa de Jarandilla.
Al carecer de iglesia o ermita y de cementerio, los guijeños pertenecían a la Parroquia de Santa María de la Torre de Jarandilla y tenían que ir hasta ella para bautizar a los niños, casarse y dar sepultura a sus difuntos.
En 1560 construyeron una ermita dedicada a Santa Bárbara y en 1674 dicha ermita fue erigida en parroquia, por lo que aunque en lo civil perteneciesen a Jarandilla, en lo religioso ya eran independientes aunque no tuvieron cura propio hasta 1695 por oposición de Jarandilla, no pudiendo el cura tomar posesión efectiva y real hasta 1698.
Pila bautismal colocada en la por entonces Parroquia de Santa Bárbara.
(c) Silvestre de la Calle García.
Todo esto sirvió para que el 27 de junio de 1708, los guijeños pudiesen recibir su ansiada independencia, adquiriendo el nombre de Guijo de la Vera en lugar de Guijo de Jarandilla como hasta ese momento.
Para poder ser independientes, los 52 vecinos o familias que componían la población, debían pagar la cantidad de 390.000 maravedíes.
Pagaron la mitad de esa cantidad, comprometiéndose a pagar el resto en dos plazos. Sin embargo, fueron incapaces de conseguirlo y al año siguiente, se les retiró el título de Villa y volvieron a ser un barrio de Jarandilla.
En 1812, con la Constitución promulgada por las Cortes de Cádiz, El Guijo disfrutó fugazmente de independencia pero no sería hasta el 27 DE AGOSTO DE 1816 cuando se convirtiese de manera definitiva en villa independiente, título que aún mantiene hoy.
Esta vez, en honor a su patrona, decidieron denominar al pueblo GUIJO DE SANTA BÁRBARA.
Pero la independencia no fue gratuita, teniendo que abonar entre todos los vecinos la cantidad de 56.207 reales.
Santa Bárbara virgen y mártir.
Patrona del pueblo que lleva su nombre.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
El rey Fernando VII concedió la independencia al Guijo por la gran colaboración prestada al ejército nacional durante la Guerra de la Independencia aportando numerosas cabezas de ganado de cerda, vacuno y caballerías para abastecimiento del ejército.
También quiso ayudarles por la gran pérdida que el ejército enemigo causó en la cabaña ganadera local.
Entre unas cosas y otras, el Guijo pasó de tener 3003 cabezas entre cerdos, vacas y caballerías a 963, salvándose según parece las cabras que no debieron interesar a los soldados de uno y otro bando o que fueron escondidas por los cabreros en la sierra.
Los 63 vecinos, 11 viudas y 4 menores con los que contaba la población (unos 300 habitantes en total) tuvieron que hacer un enorme sacrificio para pagar la compensación exigida por Jarandilla.
Al ser villa independiente, los guijeños tenía que colocar rollo o picota y horca como símbolos jurisdiccional y de justicia respectivamente por lo que decidieron colocar el primero junto a la casa-horno de la viuda de Francisco Jiménez, doña María Gómez, situada junto a la Fuente (actual plaza de la Fuente), mientras que la horca fue colocada en el Huerto de la Olivilla, propiedad de la Cofradía del Santísimo y situado junto al Camino Real en lo que entonces era la entrada del pueblo (actual Fuente del Pueblo).
Plaza de La Fuente. 1970.
En 1816, la plaza no existía sino que formaba parte de la Calle de La Mata.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
El pueblo se dividía en 7 calles:
- Calle del Rincón.
- Calle del Rollo.
- Calle de la Fuente.
- Calle de la Mata.
- Calle de la Iglesia.
- Calle del Monje.
- Calle del Lavadero.
Las más pobladas eran las de La Mata y El Monje, siendo la del Rincón la menos poblada pero según la tradición oral es la más antigua de todas, pues la leyenda dice que en una casa de esta calle nació Viriato en el siglo II a.C., motivo por el cual desde finales del siglo XIX, esta calle es conocida como Calle Viriato.
El pueblo estaba conformado por casas pequeñas con planta baja de piedra y planta superior o superiores de entramado de madera y adobes.
Sólo se conserva, aunque muy reformada, una casa que con total seguridad ya existía en esa época pues en su dintel vemos cuidadosamente cincelada la fecha 1807. Dicha casa se encuentra en lo que por entonces era la Calle del Lavadero y que hoy en día es la Plazuela de Santa Bárbara o "La Plazolilla".
Aunque conocemos se conserva una lista con todos los vecinos del pueblo, no la incluiremos aquí para no alargarnos en exceso.
No obstante, sí que pondremos el nombre de los primeros representantes de la nueva Villa.
Alcaldes: Felipe Ovejero y Melchor Castañares.
Regidores: Pedro Martín y Lorenzo Jiménez.
Procurador Síndico General: Santiago de la Calle.
Alcaldes de la Hermandad: Valentín Martín y Bernardo Sánchez.
Alguacil: Evaristo Sánchez.
Secretario: Felipe Sánchez Yañez.
¿A qué se dedicaban los guijeños en esa época? Lamentablemente no disponemos de datos concretos de 1816 salvo el censo de ganado antes expresado.
Podemos retroceder hasta 1791, cuando el geógrafo Tomás López realiza su famoso Interrogatorio, dirigiendo cartas a los curas de cada población para que contesten a una serie de preguntas entre las que figuraba cuáles eran los principales frutos o productos del lugar.
En el caso del por entonces Guijo de Jarandilla, el cura párroco Don Pedro Rosado, se encargó de hacer tal tarea diciendo:
Se cogerán como 200 arrobas de cerezas y como 800 arrobas de manzanas de todas las especies, de centeno como 1000 fanegas, de patatas como 1500 arrobas, de granos o judías 150 fanegas , de queso de cabra como 300 fanegas.
No debía de haber cambiado mucho la situación en 1816.
Como vemos, la ganadería caprina tenía una gran importancia. Debemos tener en cuenta que para elaborar 300 fanegas de queso fresco de cabra (alrededor de 13800 kilogramos) se necesitaban unos 69000 litros de leche y hay que tener en cuenta, que en el pasado las cabras daban muchísima menos leche que hoy en día con cifras que podían oscilar entre 30 y 75 litros anuales dependiendo de las condiciones del año, lo que supondría un censo que oscilaría entre las 2300 y las 920 cabras.
Posiblemente la cifra se acercase más a esta última cifra, que aún así, era destacada.
Aunque se conserva una detallada lista de los vecinos del pueblo según la calle en la que vivían, no se especifica a qué se dedicaban aunque en documentos posteriores se dice que eran todos jornaleros y pequeños propietarios.
Sí que tenemos la certeza de que Alonso Jiménez Ovejero (1788-1821), que vivía en la casa construida en 1807 que citamos anteriormente, era cabrero puesto que su hijo Antonio Jiménez García (1810-1898) contaba a sus descendientes cómo con tan sólo 6 años, precisamente cuando el Guijo consiguió su independencia, ya ayudaba a su padre con las cabras y sacaba a los chivos y cabras viejas cerca del corral y como unos años más tarde ya iba con toda la piara de cabras a la sierra hasta que en 1821, al morir Alonso, tuvo que hacerse cargo permanentemente de ellas.
Antonio Jiménez García (1810-1898)
Hijo de Alonso Jiménez y Francisca García.
(c) Colección Familia de la Calle.
Antonio Jiménez García, fue posteriormente escribiente, secretario municipal, alcalde y diputado provincial aunque profesionalmente se dedicó toda la vida a la ganadería siendo vaquero a mediados del siglo XIX y también borreguero al menos hasta 1872.
Antes de morir en 1898, mandó a sus hijos que pusiesen en su lápida que FUE ALGÚN TIEMPO PASTOR.
Detalle de la lápida de Antonio Jiménez García.
(El cantero cometió un error al poner el apellido)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
La cabra ayudó al hombre a establecerse y prosperar en estas sierras. Aquella pequeña aldea cuyos ganaderos ya solicitaron en 1468 un coto de pastos para sus ganados, creció gracias a las cabras.
Desde que Guijo se convirtió en pueblo independiente, la principal fuente de ingresos de sus habitantes fueron la venta de cabritos y quesos.
En 1850, había censadas 1000 cabras en Guijo de Santa Bárbara, desconociendo el número de piaras o hatajos que es como aquí se conoce a los rebaños.
En 1872, había en el pueblo 36 piaras de cabras que sumaban más de 2000 cabras aumentando hasta las 40 piaras en 1931 y superando ya las 3000 cabezas que años más tarde llegarían a superar las 4000.
En 1957, cuando ya había comenzado el éxodo rural, aún había 3777 cabras pero su número empezó a disminuir paulatinamente aunque en 1980 todavía quedaban más de 2000 que se redujeron a 1300 repartidas en 17 piaras en 1998.
Desde este momento, las cabras descendieron rápidamente censándose en 2006 tan sólo 267 cabezas repartidas entre 3 ganaderos.
Actualmente, hay unas 400 cabezas repartidas en 4 ganaderías.
Aunque hoy el censo de cabras sea tan reducido y sólo 4 familias vivan directamente de ellas, la ganadería caprina ha tenido una grandísima importancia histórica en Guijo de Santa Bárbara que fue clave para permitir que los antiguos pobladores del lugar consiguiesen mantenerse durante siglos hasta conseguir su ansiada independencia aquel 27 de agosto de 1816.
Por ello podemos decir que Guijo de Santa Bárbara, fue, es y seguirá siendo LA VILLA DE LOS CABREROS.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
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