jueves, 15 de diciembre de 2022

EL BUEY Y LA MULA

Se acerca la Navidad y es el momento de decorar nuestros hogares con el Árbol de Navidad y el Portal de Belén, tradiciones cristianas muy antiguas. Naturalmente, al ser este un blog ganadero, nos centraremos en el segundo de ellos y hablaremos de ganado, concretamente de dos especies que no pueden faltar en ningún Belén ya sea el formado por pequeñas figuritas en nuestra casa o en los magníficos Belenes vivientes. 
Nos referimos, como no podía ser de otra manera, al BUEY y a la MULA.
Pero.....¿realmente estaban presentes estos animales en Belén hace 2022 años? 
Lo veremos en este artículo.

Buey y mulo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Si leemos los 4 Evangelios, no encontraremos por ningún sitio al buey y a la mula, pero antes de nada pongamos en situación al lector poco versado en materia religiosa.
La Biblia es el libro sagrado de los cristianos y se compone de dos partes: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento.
En la segunda parte encontramos, entre otros muchos libros, los 4 Evangelios escritos por San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.
Los Evangelios nos narran la vida pública de Jesús, coincidiendo en los aspectos principales pero narrando la historia de forma diferente.
Son Mateo y Lucas los dos Evangelistas que abordan el nacimiento de Jesús, mientras que Marcos y Juan, no lo hacen.


La Anunciación o Encarnación.
Esta escena es narrada con suma belleza por San Lucas.
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Socorro.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Fotografía: Alonso de la Calle Hidalgo.

Mateo cuenta que el niño nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes y que unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén para saber dónde había nacido el Rey de los Judíos. Una estrella les había guiado hasta Belén y pensaron que había nacido en un palacio pero al comprobar que no era así, Herodes les mandó que investigaran. La estrella les guio hasta una casa donde encontraron al niño con María, su madre. Adoraron al niño y le entregaron como regalos oro, incienso y mirra, marchando a su tierra después de esto.
Herodes quería encontrar al niño y matarlo a toda costa pero un ángel se apareció en sueños a San José y le dijo que huyese con su familia a Egipto hasta que pasase el peligro.
Como vemos, en el relato de Mateo no hay ni portal, ni buey, ni mula ni se dice cuántos eran los magos que adoraron al niño.

La adoración de los Magos.
Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Socorro.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Fotografía: Alonso de la Calle Hidalgo.

Por su parte, Lucas narra magníficamente el relato del nacimiento y la infancia de Jesús. La pluma de este evangelista se convierte en un auténtico pincel a la hora de describir las escenas.
Cuenta cómo María dio a luz a su hijo, envolviéndolo en pañales y recostándolo en un pesebre por no haber sitio para ellos en la posada ya que Belén se encontraba lleno de gente que había ido por mandato del César para censarse en su ciudad de origen.
Después de esto, un ángel se apareció a unos pastores que estaban en aquella misma región que pasaban la noche al aire libre velando sus rebaños por turno. El ángel les anunció lo que había ocurrido y los pastores, para comprobar que era cierto, fueron corriendo y encontraron a José, a María y al niño acostado en el pesebre. 
En este relato, aparece un pesebre que como todos sabemos, es un lugar o recipiente donde comen los animales, y aparecen también pastores por lo que es previsible que hubiese animales por allí pero siguen sin aparecer el buey y la mula.

Los pastores fueron los primeros en acudir a Belén.
Pastor con cordero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Entonces ¿de dónde salen estos dos animales junto al pesebre? Tenemos que abrir en este caso un libro del Antiguo Testamento, esa primera parte en la que se divide fundamentalmente La Biblia. El profeta Isaías nos habla de un buey y un animal diferente a la mula pero emparentado paternalmente con ella: el asno.
Transcribimos las palabras del profeta Isaías:

"El buey conoce a su amo y el asno el pesebre de su dueño".

Con ello, Isaías hace referencia a que el buey conoce a Jesús y el asno el pesebre, que no es otro en el que María recostó a Jesús.


Burro junto a un pesebre.
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, esto puede aceptarse sin reserva alguna si se conoce a la perfección o al menos bastante bien La Biblia pero puede plantear dudas a algunos.
Hay que recurrir a un texto que sí que cita textualmente al buey y al asno junto al pesebre pero no se trata de una Evangelio canónico incluido en La Biblia sino un evangelio apócrifo o no aceptado oficialmente que es conocido como el Pseudo Mateo. Su autor, recurriendo sin duda alguna a lo que dijo el Profeta antes mencionado escribió lo siguiente:

“Tres días después de nacer el señor, salió María de la gruta y se aposentó en un establo. Allí reclinó al niño en un pesebre y el buey y el asno le adoraron. Entonces se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “El buey conoció a su amo y el asno el pesebre de su señor”. Y hasta los mismos animales entre los que se encontraba le adoraban sin cesar. En lo cual tuvo cumplimiento lo que había predicho el profeta: “Te darás a conocer en medio de dos animales”. En este mismo lugar permanecieron José y María con el niño durante tres días".

La adoración de los pastores.
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Socorro.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

De aquí surgiría la tradición de esa imagen tan icónica de San José, la Virgen y el Niño Jesús acompañados del buey y la "mula" acompañados por los pastores del Evangelio de Lucas y por los Magos de Oriente del Evangelio de Mateo.
Nos queda sin embargo por resolver quién fue el "inventor" del Belén como lo conocemos hoy.
Corría el año 1223 cuando el religioso Francisco de Asís, recreó en las cercanías de la ciudad italiana de Greccio la escena de la natividad utilizando una gruta, heno y animales vivos para proclamar allí uno de sus famosos sermones.

San Francisco de Asís.
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Socorro.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Fotografía: Silvestre de la Calle García.

De aquella recreación llevada a cabo por el Santo de Asís, nacería la costumbre de recrear en las casas esto mismo pero sin personas ni animales vivos, sino a pequeña escala con figuritas de barro, madera u otros materiales o realizando magníficas pinturas siendo posiblemente una de las escenas más representadas por los pintores de todos los tiempos.

La adoración de los pastores. 1650.
Bartolomé Esteban Murillo.
Museo del Prado.

Llega el momento de analizar la presencia de estos dos animales junto al pesebre en el que fue recostado el Niño pues no es casualidad que se eligiesen un buey y un asno (veremos después el tema de la mula) y no otros animales domésticos que podrían haber sido más productivos en aquel momento para la Sagrada familia con una cabra que diese leche o una gallina que pusiese huevos.

Una cabra hubiese sido muy valiosa en el Portal de Belén.
(c) Silvestre de la Calle García.

EL BUEY.
Un buey, resumiendo mucho, es un toro castrado. Realmente, si queremos ser técnicos, se trataría de un macho bovino castrado después de alcanzar la pubertad y destinado al trabajo en el campo pues si la castración se efectúa cuando el animal no era sexualmente maduro, se obtiene un cabestro que puede ser utilizado para los mismos fines que un buey o como guía de otros bovinos.

Cabestro. 
(c) Baldesca Samper Díaz.

Desde tiempos inmemoriales, los bovinos han sido estimados como animales de trabajo. Después del elefante, utilizado sólo en determinadas zonas de Asia, los bovinos son los animales domésticos más fuertes.
Tanto machos como hembras pueden utilizarse para trabajar aunque por su mayor tamaño, son preferidos los primeros si bien cuando se trata de machos enteros o sin castrar pueden ser complicados de manejar. Las vacas, aunque más dóciles y presentando también la ventaja de poder parir y dar leche, tienen menos fuerza.
Por todo esto, los bueyes eran preferidos para trabajar con respecto a toros y vacas.

Buey Avileño bardino.
(c) Miguel Alba Vegas.

Los bueyes son sin embargo animales bastante exigentes en cuanto a la comida pues necesitan abundantes pastos frescos y cuando éstos escasean, requieren grandes cantidades de forrajes conservados como heno y paja además de pienso para mantenerse fuertes.
En una región pobre como Belén, la tenencia de estos animales en la época de Jesucristo sería un símbolo de status social que indicaría que su propietario era un labrador acomodado.
Normalmente, los bueyes se utilizan para trabajar en pareja o yunta junto a otro animal de su misma especie (vaca o buey) o bien con otros animales como mulas o burros, siempre y cuando sean de tamaño parecido.

Yunta de bueyes Avileños bardinos tirando de un carro.
(c) Miguel Alba Vegas.

Tenemos que tener en cuenta también que, para muchos pueblos paganos primitivos, el buey era un animal venerado como si fuese un Dios. Incluso los propios judíos los ofrecían en sacrificio a Dios.
Conocida es por ejemplo la costumbre romana de sacrificar bovinos blancos, sobre todo terneras, al dios Júpiter, de donde según muchos habría surgido la Blanca Cacereña, una de las razas bovinas más antiguas del mundo.

Vaca Blanca Cacereña.
(c) David Bernaldo de Quirós Pablos.

Esto da al buey del Belén un significado especial, pues un animal propio de los ricos y símbolo de los pueblos paganos, inclina la cabeza ante el pesebre para adorar al único y verdadero señor de todos.
Un animal de porte altivo como era el indómito uro, bovino salvaje famoso por su bravura, se convierte con el paso del tiempo en un animal sometido al hombre y a Dios.

Agachó el buey la cabeza ante el pesebre.
(c) Miguel Alba Vegas.

EL ASNO.
Tanto la profecía de Isaías como el Evangelio de San Lucas, así como el apócrifo evangelio del Pseudo Mateo, hablan de un asno, aunque la piedad popular quiso que fuese una mula como veremos más adelante.
El asno, también conocido como burro, es un animal perteneciente a la familia de los équidos al igual que el caballo, la cebra y los "asnos asiáticos".
En los desiertos y estepas del norte de África vivían los asnos salvajes que fueron domesticados hace miles de años dando lugar al burro doméstico.
La alteración de su hábitat y la caza abusiva han colocado a los asnos salvajes al borde de la extinción aunque quedan algunos en el noreste de África.

Asno o burro similar a los salvajes.
(c) Silvestre de la Calle García.

El asno ha sido utilizado desde tiempo inmemorial como animal de trabajo, carga y montura además de producir carne y sobre todo leche en muchas zonas del mundo y particularmente en épocas de escasez.
Son animales rústicos, sobrios y muy resistentes que, por ser originarios de los desiertos africanos desde los que se extendieron al resto del mundo, eran ideales para vivir en zonas secas y de pasto pobre como los alrededores de Belén y Jerusalén.
Ideal para los labradores y gente más humilde, el burro sería abundantísimo en época de Jesucristo, apareciendo en la Sagrada Escritura desde la época de los Patriarcas y siendo considerado como símbolo de riqueza por el pueblo judío frente al arrogante buey que les recordaba a los tiranos egipcios, algo paradójico en cierta medida cuando el burro era también estimadísimo en Egipto donde el caballo tardó en ser conocido.

Arando con una yunta de burros.
(c) Silvestre de la Calle García.

Pese a ser considerado por muchos como un auténtico símbolo de la ignorancia, el burro es uno de los animales más inteligentes que existen aunque en los textos bíblicos se les pone como ejemplo para simbolizar que mientras un animal aparentemente estúpido era capaz de reconocer a Dios, el pueblo judío no era capaz de darse cuenta que había nacido el Salvador que anunciaron los profetas durante siglos.

En Belén el borrico demostró su inteligencia.
(c) Silvestre de la Calle García.


Asno, burro, borrico, jumento, pollino... todos estos nombres sirven para designar a este animal en la vida ordinaria y también en La Biblia pudiendo utilizarse indistintamente.
Pero bien sabemos en los pueblos, especialmente en España, que un burro y una mula no son lo mismo aunque están estrechamente emparentados y de hecho, sin la presencia del primero, jamás existiría el segundo.
Así pues, ¿QUÉ ES UN MULO?
Un mulo, cuya hembra es una mula, es el resultado del cruzamiento entre una yegua y un burro.
¿Y entre un caballo y una burra? Técnicamente no, puesto que lo que sale de ahí es un burdégano aunque por tradición popular en España se llama mulos a ambos animales, distinguiendo entre mulo yeguato al nacido de una yegua y un burro y mulo burreño al nacido de una burra y un caballo.

Mulo.
(c) Silvestre de la Calle García.

Pero si un asno y un mulo son especies totalmente diferentes y en los antiguos textos bíblicos y apócrifos aparece mencionado siempre el asno, ¿por qué ponemos una mula en el Belén?
Pues hay hipótesis para todos los gustos, aceptando muchos que es un simple error a la hora de traducir los textos hebreos originales. Realmente, desde un punto de vista religioso, no tiene mayor transcendencia que el animal fuese un asno una mula porque son animales muy similares y no cambian para nada el sentido verdadero del asunto.

Precioso burro blanco.
(c) Silvestre de la Calle García.

Pero este es un blog ganadero y debemos analizar este asunto. Posiblemente, en el hecho de que el mulo sea un animal híbrido, este el motivo para colocarlo en el Belén.
En época de Jesucristo había en la zona cinco animales básicos de trabajo: el buey, el asno, el caballo, la mula y el camello árabe o dromedario.
Colocar todos estos animales en el Belén es complicado pero algún gran sabio o acaso un sencillo pastor, fue capaz de solucionar esto fácilmente.
Dejando al buey tranquilamente tumbado a un lado del pesebre, se buscó primero un lugar para el camello que, como era utilizado por los mercaderes que recorrían largas distancias, sería ideal para que los magos hubiesen llegado hasta Belén.

Tumbado tranquilamente, el buey ve llegar a los camellos junto al portal.
(c) Miguel Alba Vegas.

Ahora toca colocar a los equinos pero el pequeño portalillo sólo tiene sitio para un animal por lo que hay ver de qué forma se pueden meter tres equinos en el espacio de uno.
El arrogante caballo, poco utilizado por los judíos y sobre todo por los más humildes, era un animal propio de egipcios y romanos, pueblos opresores, por lo que su presencia en el portal no quedaría bien mientras que el fiel jumento que había permanecido siempre junto al Pueblo Elegido desde que Abraham empezó a peregrinar por los desiertos, además de estar en la profecía de Isaías, tampoco podía abandonar la escena.
Pero para no herir sensibilidades de unos y otros y expresar que Jesús vino a salvar a todo el mundo, lo mejor era que ambas especies se uniesen y el fruto de esa unión, la mula, se tumbase al lado del pesebre.

Yegua con mula recién nacida.
(c) Isidro Pérez Jiménez.

Pero puede haber también una razón aún más profunda y simbólica. Buey, caballo y asno, eran tres animales que podía representar a todo el mundo conocido en época de Jesús.
El buey representaría a Europa donde muchos pueblos rendían culto al toro de diversas formas.
El caballo, representaría a Asia, en cuyas inmensas estepas es un animal fundamental para la supervivencia de los humanos, habiendo sido quizás uno de los animales más trascendentales para el mundo Antiguo.
El asno, por su parte, representaría al continente africano, de donde era originario y donde también se le rendía culto en el Antiguo Egipto.
De esta forma, junto al pesebre de Belén confluían todos los pueblos paganos del mundo para adorar al Dios único y verdadero: Europa representada por el buey y África y Asia por el mulo, feliz unión del asno y del caballo.
De esta forma, no se cambiaba en gran medida lo que decía la Escritura pero se podía dar un sentido catequético al mensaje central.

El mulo, animal cada vez más difícil de ver fuera del Belén.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

CONCLUSIONES FINALES.
Analizando todo esto, llegamos a la conclusión de que aunque no aparezcan un buey y una mula/asno en los Evangelios, sí que lo hacen en la profecía de Isaías, lo cual sirvió de base al autor del evangelio apócrifo de Pseudo Mateo para que sí apareciesen y para que San Francisco los colocara en aquella primera recreación de la escena de la Natividad de Jesús en 1223 que sirvió de base para la "invención" de nuestros Belenes.
Por lo tanto, queridos lectores, en estas fechas navideñas debemos poner en nuestras casas el Belén y en él no deben faltar junto a la Sagrada Familia....

EL BUEY Y LA MULA

Detalle del Belén.
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Socorro.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c)Fotografía: Silvestre de la Calle García

Fdo: Silvestre de la Calle García.


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