lunes, 6 de febrero de 2023

LA CAZA

La caza es una actividad de gran importancia en el medio rural tanto desde un punto de vista económico como medioambiental.
No explicaremos la evolución de la caza puesto que es algo tan antiguo como el propio ser humano y nos costaría mucho tiempo y espacio hablar de ello, sino que daremos unas breves pinceladas de lo que fue la caza en el pasado y lo que es actualmente.
 
La caza.

Durante miles de años los homininos, primates bípedos a los pertenecieron las distintas especies del género Homo, que hoy se reduce únicamente a nuestra especie que es Homo sapiens, fueron cazadores y recolectores, primero en las llanuras africanas y posteriormente en todo el mundo.
La caza era para estas “sociedades” una actividad básica de subsistencia.
 
Machos montes.
Óleo sobre lienzo de José Luis Hidalgo Burcio.
(c) Fotografía: Alonso de la Calle Hidalgo.

Con el paso de los milenios, el hombre pasó de ser cazador-recolector y nómada a ser ganadero-agricultor sedentario, por lo que la caza pasó a ser una actividad secundaria aunque sin perder su importancia.
Se trataba ya de un complemento e incluso de un modo de expresar el estatus social cuando se abatían piezas destacadas o animales que suponían un peligro para los intereses económicos de las nuevas sociedades.

Por ser un animal "dañino" y fiero, los cazadores de osos eran estimados y admirados.
(c) Silvestre de la Calle García.

Con el tiempo, la gente se fue centrando en las diferentes actividades económicas y la caza pasó a ser en gran medida una diversión o pasatiempo, especialmente para la nobleza mientras que los campesinos pobres, tenían en la caza no sólo un pasatiempo sino también un modo de complementar la dieta familiar e incluso de obtener unos ingresos extra.
 
La caza del jablí.
Óleo sobre lienzo de José Luis Hidalgo Burcio.
(c) Fotografía: Alonso de la Calle Hidalgo.

Hoy en día, la caza es una diversión para unos pero un auténtico medio de vida para otros pues en determinadas regiones donde otros aprovechamientos como la agricultura o la ganadería son complicados, la caza es a menudo una fuente de ingresos importante tanto para la Administración Pública como para los propietarios de los terrenos.
 
Macho montés en una zona abrupta.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La caza es una actividad rigurosamente gestionada y controlada. Una persona cualquiera no puede salir a cazar al monte como en tiempos prehistóricos, sino que necesita una licencia de caza, un permiso de armas y lógicamente un arma, una serie de seguros, permiso de la Administración y del propietario del terreno…
Todo esto supone una serie de requisitos burocráticos que exigen el pago de una serie de tasas o impuestos que repercuten en la Administración pública así como una serie de pagos que han de hacerse a los propietarios de los terrenos donde habiten las piezas de caza.
 
Cazador con un jabalí.
(c) Óscar Nunes Pérez.

Las diversas especies de caza están sometidas a vedas rigurosas para no cazar en época de cría y permitir así que las hembras críen con tranquilidad a sus crías hasta que estas puedan valerse por sí mismas, motivo por el cual la temporada de caza se extiende desde octubre a febrero, época en la que los animales jóvenes ya han terminado la lactancia o son independientes y los adultos se encuentran inmersos en el celo.
También se cazan determinadas especies de caza menor en fechas anteriores, lo que se conoce como media veda que comienza en verano.
Durante todo el año, se cazan ciertas especies que ocasionan daños en la agricultura, la ganadería u otras actividades humanas y para controlar sus poblaciones.
 
Cabras monteses en época de celo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Por supuesto, hay una serie de especies catalogadas como en peligro de extinción cuya caza está absolutamente prohibida en cualquier época del año, así como especies de no se cazan por falta de interés.

Gato montés, especie protegida que antaño se cazaba.
(c) Miguel Alba Vegas.

El propietario de un terreno habitado por ciertas especies cinegéticas, no puede disponer de ellas a su antojo sino que el terreno en cuestión deberá tener legalmente la categoría de coto o reserva de caza pudiendo ser de titularidad privada o pública.
Las acciones cinegéticas que se realicen en el mismo, deberán ser comunicadas previamente a la Administración correspondiente para recibir la preceptiva autorización.
A la hora de “comercializar” la caza, el propietario del terreno sí que dispone de plena libertad para hacerlo por el precio que estime oportuno, realizando subastas públicas, venta directa o arriendos. Puede alquilar el terreno a un cazador determinado o a una sociedad de cazadores o bien vender la caza directamente.

Folleto informativo para un subasta de caza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En el caso de la caza mayor donde los machos de ciervo, gamo, corzo, muflón, arruí, cabra montés rebeco, sarrio y jabalí, además de las hembras de rebeco y sarrio, constituyen trofeos con un baremo de puntos para la concesión de medallas de oro, plata y bronce, a menudo son vendidos animales determinados según la puntuación estimada que tendrán una vez cazados y homologados, realizándose esto mediante venta directa en algunos casos y en otros mediante subastas para obtener mayor beneficio.
 
Corzo.
(c) Óscar Nunes Pérez.

La carne de las especies cinegéticas es sumamente apreciada tanto por los propios cazadores como por la industria.
En uno u otro caso, la carne debe ser revisada por veterinarios titulados para asegurarse que está libre de parásitos y que es apta para el consumo.
Cuando es aprovechada por los propios cazadores, estos se encargan de preparar las piezas para su cocinado o para su transformación en embutidos, cecina, tasajo o diversas conservas tradicionales.
Si la carne es comprada por la industria, suelen hacerlo mataderos especializados que adquieren la carne de los animales abatidos a los propietarios de las fincas cinegéticas para, tras prepararla debidamente o transformarla en embutidos y conservas envasadas, comercializarla en el mercado.
 
Matanza en casa de un cazador.
(c) Óscar Nunes Pérez.

Además del beneficio económico directo para propietarios de terrenos cinegéticos y para la industria transformadora, amén de la Administración al cobrar las tasas e impuestos pertinentes, la caza genera más beneficios económicos tanto directos para aquellas personas que trabajan en las fincas o durante las acciones cinegéticas (guardas, empleados de finca, perreros o rehaleros, muleros o arrieros para sacar la caza allí donde no entran los vehículos….) como beneficios indirectos a las tiendas de armas, munición y ropa especial y a los diversos establecimientos hoteleros y restaurantes de las zonas de caza.
 
Centro de Interpretación de la Reserva de Caza "La Sierra".
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El continuo abandono del medio rural dando lugar a la malísimamente llamada “España vaciada” y el abandono de actividades tradicionales como la agricultura y la ganadería en las zonas montañosas o más desfavorecidas, ha provocado que grandes extensiones de nuestros montes, se dediquen hoy en día casi de manera exclusiva a la caza, generando a los Ayuntamientos, propietarios de terrenos y vecinos una serie de beneficios económicos que contribuyen a fijar población en el medio rural y evitar una absoluta catástrofe económica.
 
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
Para este pequeño pueblo, la caza es una actividad de gran importancia.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tanto en los terrenos públicos como privados, guardas de caza realizan censos poblacionales de las distintas especies para saber cuántos animales pueden ser abatidos durante la temporada sin que suponga un descenso poblacional que no pueda ser cubierto mediante la reproducción natural de la especie.
Además, los guardas controlan el estado de los animales y, en el caso de que se trate de especies de caza mayor, vigilan los trofeos que según la categoría serán abatidos por los cazadores y controlando también a aquellos animales que por presentar alguna enfermedad o dolencia física, deberán abatirse lo antes posible para mantener el buen estado sanitario de la especie y evitar el propio sufrimiento del animal.
 
Manada de machos monteses en la nieve.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Esto nos permite comprobar que la caza tiene una clara importancia medioambiental pues si no se realizase un control poblacional de diversas especies, acabarían por sufrir enfermedades infecciosas transmisibles al ganado doméstico e incluso al ser humano de generar distintos problemas para la sociedad humana desde los daños en ciertas actividades del sector primario como ya hemos dicho a problemas que llegan a ocasionar numerosas muertes debido a los accidentes de tráfico ocasionados por la colisión de vehículos con especies salvajes.
A parte de esto, al no tener suficiente espacio para establecerse, ciertos animales invaden pueblos y ciudades en busca de alimento, lo que aumenta los riesgos de accidentes, daños en parques, jardines y mobiliario urbano y la propagación de enfermedades.
 
El jabalí es un animal que ocasiona grandes daños.
(c) Silvestre de la Calle García.

En condiciones naturales, las poblaciones de animales salvajes se verían controladas por la acción de los depredadores y las inclemencias meteorológicas pero como los humanos de épocas pasadas eliminaron a ciertos depredadores que ocasionaban daños en la actividad humana, hoy la población de ciertas especies crece exponencialmente siendo nuestro deber realizar un control.
Son muchos los que piensan que sería mejor restaurar las condiciones primigenias con la reintroducción de depredadores en la naturaleza pero en muchas zonas, la caza y la ganadería son actividades plenamente compatibles y la presencia de depredadores comprometería ambas actividades.

Lobo.
Un gran depredador.
(c) Leticia Pato Martín.

La caza indiscriminada, común en épocas pasadas, contribuyó a la disminución e incluso a la práctica extinción en algunas zonas de ciertas especies cinegéticas por lo que desde antiguo existen las llamadas granjas cinegéticas que tienen el doble propósito de proporcionar carne para el consumo y liberar un poco de la presión a las especies cinegéticas, sirviendo también como criaderos para liberar animales en el medio natural y favorecer su recuperación poblacional.

Perdiz roja.
Estas aves son criadas a menudo en cautividad para su posterior liberación.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

La caza mantiene también la biodiversidad pues al tener que mantener el hábitat necesario para las especies cinegéticas, se favorece también la población de otras especies en el mismo territorio desde peces y anfibios en las charcas y regatos donde beben los animales a mamíferos y aves en peligro de extinción como el lince ibérico, el águila imperial ibérica o el buitre negro.
 
El poderoso buitre negro.
(c) Miguel Alba Vegas.

También supone un beneficio para la biodiversidad doméstica, concepto poco familiar pero muy importante.
Para la realización de las diversas modalidades cinegéticas desde la caza al salto de conejos, liebres y perdices, hasta la montería para abatir piezas de caza mayor como el ciervo o el jabalí, es fundamental de la ayuda de un poderoso auxiliar: EL PERRO.
Contamos en España con una inmensidad de razas caninas dedicadas a la actividad cinegética: Alano español, Galgo español, Pachón Navarro, Perdiguero de Burgos, Podenco Andaluz, Podenco Canario, Sabueso Español, Valdueza…
 
Alano español.
Perro de caza, ganado y guarda.
(c) Diego Torres.

Como podemos ver, la caza no es hoy en día un simple deporte o diversión, sino que es una actividad de la que dependen directa o indirectamente para sobrevivir a menudo en zonas desfavorecidas y fijando así población en el medio rural, además de tener una serie de beneficios medioambientales o ecológicos de primer orden.
Valoremos esta ancestral actividad como se merece pues gracias a la caza, el hombre es lo que es.
 
Macho montés.
El rey de la caza española.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Nota final del autor.
Quien escribe estas líneas, sabe un poco de caza al ser Técnico en Gestión y Organización de los Recursos Naturales y Paisajísticos y precisamente la caza es eso, un RECURSO NATURAL absolutamente renovable si su aprovechamiento se realiza de manera sostenible y que permite subsistir a no pocas familias españolas directa o indirectamente.
Además de mi formación reglada, he tenido la suerte de pasar muy buenos ratos con grandes expertos en el mundo de la caza destacando sin duda al gran Julio Chamorro González (1904-2009) quien, sin lugar a dudas era el mayor experto de toda España en asuntos cinegéticos al haber sido durante décadas Guía de Caza en la Sierra de Gredos:

"Los viejos conservamos en su día la caza para que ahora la podáis disfrutar los jóvenes pero os toca también conservarla para que no desaparezca y puedan disfrutarla los que vengan detrás".

El autor y Julio Chamorro. 2008
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico forestal.

1 comentario:

  1. Una cosa es la caza y otra los exterminadores que abundan por estas tierras. Todo eso que cuentas está muy bien sobre el papel otra la realidad que vemos.

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