domingo, 16 de abril de 2023

LAS VACAS NODRIZAS

Actualmente se clasifica a las vacas españolas en dos grandes grupos según el destino de la leche que producen: LECHERAS y NODRIZAS.
Las primeras son aquellas que se someten a ordeño y las segundas amamantan a sus terneros.
Sin embargo, y como veremos a lo largo de este artículo, esto no es del todo correcto.

Vaca nodriza.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

La palabra NODRIZA, según el Diccionario de la Real Academia, hace referencia a la mujer que amamanta a una criatura ajena.
Esto nos puede parecer extraño actualmente ya que hoy si una mujer no puede o no quiere amantar a su hijo no tiene que recurrir a otra para que haga este trabajo pues se puede criar al bebé con biberón, pero en épocas pasadas era muy común, sobre todo en el caso de las mujeres nobles, la contratación de nodrizas para que criasen a sus hijos. En muchas zonas de España, esto constituyó una auténtica alternativa económica para las mujeres con pocos recursos aunque algunas realizaban esta tarea de manera totalmente altruista para ayudar a familiares y vecinas.

Vicenta García Díaz (1874-1955)
Nodriza de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Familia De la Calle.

Las más famosas de todas fueron las nodrizas pasiegas, oriundas de los valles pasiegos de Cantabria, que dieron sustento con su leche a los hijos de condes, marqueses, duques y reyes.
Curiosamente, en esta bella comarca cántabra tienen su origen las vacas de raza Pasiega, la única raza bovina autóctona de la península Ibérica especializada en la producción de leche y que, aunque actualmente aún es sometida a ordeño en algunas explotaciones, se dedica fundamentalmente a la crianza.

Vaca Pasiega.
(c) Ganadería Áurea y Juan Quintial.

Pero centrémonos en las vacas y dejemos a un lado las nodrizas humanas o de otras especies pues de esto hablaremos en otra ocasión.
La división más correcta de las vacas es la que hizo en el eminente etnólogo Antonio Sánchez Belda en su magna obra RAZAS BOVINAS ESPAÑOLAS (1984), todo un clásico de la literatura zootécnica española, quien al describir a la que por entonces se conocía como raza Parda Alpina (hoy dividida en las razas Parda y Parda de Montaña), realizó la siguiente diferenciación:

- Vacas lecheras: Sometidas a ordeño.
- Vacas lactantes: Aquellas que amamantan directamente a su propio ternero.
- Vacas nodrizas: Aquellas que amamantan a su ternero y a otro o más de otras vacas.

Vaca Parda Alpina. 
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Vemos pues que para Sánchez Belda y también haciendo extensible al mundo bovino la definición del diccionario, una vaca que lacta o amamanta a su ternero no es estrictamente una vaca nodriza aunque según la legislación vigente sea denominada así.
Esto se debe a que para quien no esté familiarizado con el mundo bovino las palabras LECHERA y LACTANTE pueden llevar a confusión.

Vaca Blanca Cacereña amamantando a su ternero.
(c) David Bernaldo de Quirós Pablo.

Hablemos de las auténticas vacas nodrizas, muy comunes en el pasado y que, tras unas décadas en las que se han empleado poco, están volviendo a hacerse populares debido al gran servicio que pueden prestar en las ganaderías de bovino de aptitud cárnica.

Vaca nodriza amamantando a tres terneros.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Tradicionalmente, cuando una vaca no podía amantar a su ternero por diferentes causas, se intentaba que otra vaca adoptase al ternero pero esto siempre era posible pues en la mayoría de los casos, las vacas no daban leche suficiente para amantar a dos terneros y se debía recurrir a la crianza artificial del ternero con leche de cabra.
Incluso en las zonas de España donde había vacas sometidas a ordeño de forma regular, como por ejemplo en los valles del sureste de Cantabria donde vivían las vacas Pasiegas, se recurría a la crianza de las terneras o jatas con leche de cabra, en concreto de la cabra del Asón, para de esa forma poder destinar toda la leche de las vacas a la elaboración de mantequilla y queso para la venta.

Cabra del Asón.
(c) Sergio Arriola.

En caso de criar al ternero con leche de cabra, se ordeñaba a una o más cabras y se echaba la leche en un recipiente adecuado para que el ternero la bebiese. Sin embargo, cuando los terneros eran muy pequeños no sabían beber y había que enseñarles metiéndoles los dedos en la boca para que comenzasen a chuparlos como si se tratase el pezón de una vaca y meter poco a poco el hocico del animalito en la leche hasta que empezase a beber, retirando la mano suavemente.

Alimentando al ternero con un cubo.
(c) Javier Bernal Corral.

Sin embargo, muchas razas bovinas españolas, principalmente autóctonas del norte peninsular pero también de otras zonas, eran explotadas por su triple aptitud trabajo-leche-carne compaginando la lactancia con el ordeño de la leche sobrante que se destinaba tanto al consumo de forma directa o transformada en queso y mantequilla como a la venta. Si en una de estas explotaciones un ternero no podía ser criado por su madre, se prefería perder parte de la leche antes que ver morir al ternero por lo que se le arrimaba a una vaca para que lo criase.
Algunas aceptaban de buen grado, pero otras eran reacias.

Vaca Tudanca.
Una raza de triple aptitud en el pasado.
(c) Carlos Fidel Vejo.

En ocasiones, se daba la circunstancia de que un ternero no podía ser alimentado por la madre y a la vez había en la explotación otra vaca que había perdido a su ternero, lo cual era una situación verdaderamente ideal para que el ternero fuese adoptado.
Si el ternero de la vaca acababa de morir y ésta se negaba a aceptar al nuevo, se recurría a un ingenioso truco consistente en desollar al ternero muerto y colocar la piel a modo de "abrigo" sobre el ternero que se iba a dar en adopción. De esa forma, la vaca no extrañaba el olor de la nueva cría y la aceptaba sin problema, retirando la piel una vez que hubiese aceptado al ternero.

Vaca Avileña amamantando a un ternero.
(c) Miguel Alba Vegas.

Era necesario vigilar mucho a estas vacas, pues si no aceptaban en un primer momento al ternero podían cornearlo o darle una patada. Cuando la vaca era un poco temperamental, lo mejor era atarla en una cuadra e incluso inmovilizarla las patas traseras con una cuerda o un hierro especial que colocado entre la mama y el ijar imposibilitaba el movimiento de las patas, para que el ternero comenzase a mamar. Poco a poco la vaca terminaba por aceptarlo.

Vaca Tudanca atada en una cuadra.
(c) Miguel Alba Vegas.

Todo cambió con la introducción de las vacas lecheras especializadas a mediados del siglo XIX y que poco a poco, aunque tardarían alrededor de un siglo, se extendieron por toda España.
Estas vacas producían gran cantidad de leche, parte de la cual era destinada a la crianza de sus propios terneros aunque estos nunca mamaban sino que se les daba la leche en cubos. La leche de una sola vaca podía servir para criar a varios terneros pero esto no las convertía en vacas nodrizas.

Vaca Frisona.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Sin embargo, era frecuente que en muchas explotaciones dedicadas al vacuno de carne, se tuviesen 1 ó 2 vacas lecheras para el abastecimiento familiar y si daban bastante leche, se permitía que amamantasen a su ternero y que adoptasen a otro si era necesario.
Estas vacas, por su gran docilidad, aceptaban sin problema alguno a los terneros ajenos.

Vaca Parda de Montaña con un ternero.
(c) José Sánchez Erice.

Ya a mediados del siglo XX se empezó a popularizar el uso de la leche en polvo para alimentar a los terneros tanto en las explotaciones lecheras como en las de carne si algún ternero no podía ser alimentado por su madre.
La leche en polvo se compraba en sacos y se disolvía en cubos con agua templada para dársela a los terneros. En las grandes explotaciones lecheras, se utiliza aún este sistema cuando se recría a los terneros, que son mantenidos en pequeños corrales individuales hasta que pueden comer pienso.

Terneros Frisones.
(c) Silvestre de la Calle García.

Aunque en explotaciones de carne se siguió también este sistema, con el paso del tiempo se vio que no era plenamente eficaz y que la carne de los terneros destinados al consumo, no tenía la misma calidad que la de aquellos criados con leche natural.
En los años 70 y 80 del siglo XX fue muy popular la explotación de las llamadas vacas mixtas, que eran hijas de vacas autóctonas y toros de aptitud lechera. Estas vacas que producían bastante leche, podían ser ordeñadas o bien destinarse a la crianza de su propio ternero y otro adoptado.

Vaca Mixta hija de toro Tudanco y vaca Parda de Montaña.
(c) José Sánchez Erice.

Era frecuente que en las zonas donde había muchas explotaciones de vacuno lechero que se vendiesen en las ferias y mercados ganaderos terneros, generalmente machos y más rara vez hembras, con pocos días de vida a precios realmente bajos.
Mercados como los de Torrelavega (Santander), Talavera de la Reina (Toledo) o Ávila, fueron famosos por la venta de este tipo de terneros.

Terneros Frisones en el mercado de Torrelavega (Santander)
(c) Oscar Prudencio González Real.

Los terneros eran amamantados por vacas nodrizas hasta que poco a poco comenzaban a comer pienso y forrajes, momento en el que eran destetados y vendidos a mataderos o a cebaderos para ser engordados y venderse como añojos.
El proceso comenzaba cuando la vaca nodriza paría un ternero, momento en el que se le "ahijaba" o "arrimaba" uno comprado para que lo adoptase. La vaca podía amamantar a los terneros hasta que tenían 5 ó 6 meses y una vez destetados, ordeñarla hasta que dejase de dar leche o bien hacer que adoptase a otra pareja de terneros, ambos comprados.
De esta forma, una sola vaca podía sacar adelante 4 terneros anuales, cuya venta suponía una fuente importantísima de ingresos en explotaciones que, generalmente contaban con un reducido número de vacas.

Terneros Frisones listos para la venta.
(c) Silvestre de la Calle García.

Actualmente, estos sistemas de crianza de los terneros son cada vez menos frecuentes utilizándose las nodrizas no con una finalidad "comercial" sino para criar terneros nacidos en la propia explotación y que por diversas causas, que veremos a continuación, no pueden ser alimentados por sus madres.

1. MUERTE DE LA MADRE.
Aunque la medicina veterinaria, igual que la humana, ha mejorado muchísimo y los problemas de parto no suelen ocasionar la muerte de la vaca, en ocasiones esto ocurre y el ternero queda huérfano siendo necesaria inmediatamente la alimentación primero con calostro natural o artificial (casero o adquirido en el mercado) para que luego sea amamantado por una nodriza.
También puede ocurrir que la vaca muera por cualquier otra causa durante la lactancia cuando el ternero aún no esté preparado para alimentarse de pienso.

Vaca Parda de Montaña recién parida.
(c) Ganadería Almirante.

2. MUERTE DEL TERNERO.
Puede ocurrir justamente lo contrario a lo explicado en el caso anterior, es decir, que el ternero de una vaca muera en el parto, cuando aún es pequeño y la vaca produce abundante leche e incluso antes del nacimiento produciéndose un aborto pero que si se produce en la recta final de la gestación puede dar lugar a la bajada de la leche en el caso de vacas muy lecheras o que ya hayan ubrado.

Vaca Avileña.
(c) Miguel Alba Vegas.

Tradicionalmente, cuando ocurría esto, se compraba un ternero de vaca lechera que, como ya dijimos, se adquirían en el mercado por precios muy bajos para que la vaca lo criase y de esa forma obtener ingresos de esa vaca en el año en curso como si hubiese parido.
Hoy en día, esto se sigue realizando con cierta frecuencia allí donde hay vacas lecheras aunque por desgracia, esto es cada vez más difícil dada la dramática situación del sector bovino lechero.
Muchos ganaderos ya no se toman estas molestias porque las vacas criadas de forma totalmente extensiva son muy difíciles de utilizar como nodrizas de terneros huérfanos.

Ternero Frisón.
(c) Ana Belén Bermejo Pérez.

Por desgracia, hoy en día asistimos de nuevo a un grave problema de pérdida de terneros debido al ataque de depredadores como lobos, perros asilvestrados, buitres e incluso zorros y meloncillos, comprometiendo la rentabilidad de las explotaciones.
Algunas vacas que sufren estas pérdidas, se quedan sin leche debido al estrés generado cuando intentaron defender al ternero.
Pero si la producción de leche no cesa, se corre el riesgo de que la vaca sufra una mastitis por retención de la leche siendo necesario tomar una decisión: o secarla o utilizarla como nodriza.

Vaca amantando a un ternero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

3. RECHAZO O FALTA DE LECHE.
Algunas vacas, generalmente novillas de primer parto, rechazan al ternero o no pueden criarlo adecuadamente por producir una cantidad insuficiente de leche.
Si ocurre lo primero, lo mejor es intentar que acepte al ternero para lo cual se requiere mucha paciencia. En ocasiones es necesario atar a la vaca e inmovilizarle las patas traseras para que no de patadas al ternero. La mayoría terminan por aceptarlo pero otras no lo hacen.
Vendría a ser algo similar, salvando las distancias, a una depresión postparto como se da en ocasiones en nuestra propia especie.
También puede ocurrir que la vaca, aún aceptando al ternero, no pueda criarlo debido a la baja producción lechera, siendo necesario en tal caso alimentarla con pienso para tratar de solventar el problema.
Si estas dos situaciones citadas persisten, lo mejor será retirar al ternero para que lo críe una nodriza.

Novilla Limusina con su ternero.
(c) Sergio Sánchez García.

4. PARTOS MÚLTIPLES.
Es la causa más frecuente por la que debe recurrirse a la ayuda de vacas nodrizas.
El parto múltiple, generalmente doble y muy rara vez triple y casi nunca cuádruple, es poco frecuente en los bovinos. Ocurre entre el 1 y 3% de los casos como normal general para la especie siendo superior en algunas razas como la Charolesa o cuando se llevan a cabo técnicas artificiales de reproducción como la inseminación artificial.

Vaca Charolesa con sus terneros.
(c) David Mahíllo González.

Muchas veces, las vacas logran criar a los terneros sin problema alguno pues durante la gestación el propio organismo del animal se prepara para producir mayor cantidad de leche. No es raro ver vacas que crían dos terneros tan grandes como si estuviesen criando uno solo siempre y cuando dispongan de suficientes recursos alimentarios.

Vaca Avileña con sus dos terneros ya criados.
(c) David Bernaldo de Quirós Pablo.

En vacas criadas de forma extensiva, si hay poca disponibilidad de pasto, es conveniente dar pienso o forrajes a aquellas vacas que paren mellizos para garantizar así la supervivencia y el buen estado de salud tanto de la madre como de las crías.
La mayoría de las razas bovinas españolas son capaces de criar sin problemas a terneros mellizos si reciben un poco de ayuda.

Vaca Avileña con sus dos terneros.
(c) David Bernaldo de Quirós Pablo.

Sin embargo, si no se quiere forzar mucho a la vaca o si el ganadero sabe que tendrá dificultades para criar a ambos terneros, puede retirarse uno para que sea criado por una nodriza.
Normalmente los terneros mellizos nacen más pequeños y débiles que los de parto simple ocurriendo a veces que uno es mucho más grande y vigoroso que el otro. En tal caso, se retira al más pequeño para que una nodriza lo críe con mayor seguridad.

Vaca Avileña con sus dos terneros.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

El parto múltiple es poco deseado por la mayoría de los ganaderos de vacuno debido en primer lugar al tamaño de los terneros pues, como acabamos de decir, suelen ser más pequeños y tardan más en alcanzar el peso necesario para el destete.
No es raro oír a un vaquero cuando una vaca pare dos terneros frases como "yo no quiero ratones".

Vaca Avileña con dos terneros.
(c) Roberto García Carreño.

Pero el mayor problema de las partos múltiples es el Síndrome de Freemartin que ocasiona esterilidad al 92% de las hembras que nacen en un mismo parto junto a un macho.
Este síndrome hace que durante la fase embrionaria se produzcan ciertos problemas hormonales que ocasionan que el aparato reproductor de la ternera no se desarrolle adecuadamente, presentando al llegar a la edad adulta un infantilismo genital y un aspecto masculinizado semejante al de los machos castrados a edad temprana con alargamiento excesivo de las partes distales del organismo (patas y cuernos).

Vaca melliza de macho de 4 años de edad.
(c) Carlos Fidel Vejo.

Estas hembras, conocidas popularmente como "machorras", engordan mucho y proporcionan una carne realmente deliciosa, semejante a la del buey, pero necesitan como mínimo 4 años para que su carne puede ser considerada como carne de vaca y que algunos restaurantes especializados la oferten en su carta como carne de vaca machorra.
Mantener estos animales es un gasto que muchos ganaderos no pueden permitirse por lo que son sacrificadas cuando aún son jóvenes y su carne se vende simplemente como ternera corriente.

Canal de la vaca de la imagen anterior.
(c) Carlos Fidel Vejo.

El 8% de las hembras mellizas, son fértiles y pueden ser cubiertas por un toro o inseminadas sin ningún problema al llegar a la edad adulta.
Es realmente complicado cuando nace una ternera melliza de macho, saber si es o no machorra, aunque a veces es más que evidente. A partir de los 3 meses basta con una simple inspección visual para comprobar que es machorra aunque en ocasiones es necesario esperar para que se desarrolle completamente y realizar un examen interno mediante ecografías o palpación directa. Esto se debe hacer en cualquier caso antes que la hembra sea montada por un toro pues si no tiene desarrollado el aparato reproductor, al penetrarla en toro puede ocasionar lesiones graves que ocasionen la muerte al animal.

Vaca Avileña melliza de macho con su ternera.
(c) Roberto García Carreño.

Pero volvamos al asunto que nos atañe.
Cuando se produce un parto doble como el que hemos descrito y se tienen en la explotación vacas que puedan utilizarse como nodrizas, lo habitual es dejar al ternero macho con la madre y que la ternera sea criada por una nodriza para así poder venderla cuanto antes aunque algunos ganaderos son pacientes y prefieren esperar.

Vaca amamantando a dos terneros adoptados.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

UN CASO SINGULAR.

Pilar Domínguez Castellano es una ganadera de la localidad cacereña de Brozas (Cáceres) dedicada a la cría de vacas Limusinas y ovejas Ile de France. 
En su explotación mantiene desde hace varios años vacas Frisonas y mestizas que son utilizadas como nodrizas, contando actualmente con tres ejemplares con nombre propio: SOFÍA, MORENA Y MORA.

Pilar Domínguez Castellano y su vaca Sofía.

Brozas es una población que cuenta actualmente con unos 1800 habitantes teniendo la ganadería una gran importancia económica. En el pasado, hubo más de 40 familias dedicadas a la explotación de vacas lecheras de raza Frisona pero actualmente no queda ninguna explotación comercial dedicada a la venta de leche, dedicándose todos los ganaderos a la producción de carne.

Terneras Limusinas.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Hace años, cuando Pilar necesitaba leche para alimentar a algún ternero que no podía ser amamantado por la madre acudía a una ganadería de vacas Frisonas para llevarse un poco de leche.
Cuando el último ganadero del pueblo iba a cerrar la explotación, Pilar le compró una vieja vaca Frisona de 8 años que por producir ya poca leche, iba a ser enviada al matadero. Al tener ya prevista su venta, el ganadero no la había inseminado por lo que no estaba preñada.
Esta vaca, a la que Pilar bautizó como Sofía, lleva 5 años ininterrumpidos produciendo leche y criando 2 ó 3 terneros hasta que están listos para la venta.

Sofía con dos terneros ya crecidos.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Cuando los terneros son destetados, Pilar deja a otros 2 ó 3 junto a Sofía, la cual los acepta automáticamente como si fuesen sus propios hijos, repitiendo una y otra vez este proceso.

Sofía con "sus" hijos.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Algo parecido ocurrió con Mora, ternera mestiza hija de vaca Frisona. Su destino era el matadero pues ese es ya el fin de gran parte de las terneras que no son de raza pura.
Pilar compró a  Mora que al crecer y parir comenzó a ser utilizada como nodriza pese a no producir tanta leche como Sofía.

Mora con un ternero.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Sofía y Mora llevan ya varios años en casa de Pilar cumpliendo magníficamente su trabajo como nodrizas.
Sin su ayuda, su dueña tendría que comprar leche en polvo para terneros en el mercado, lo cual supondría un coste añadido cuando la explotación del ganado vacuno de carne en particular y la ganadería en general atraviesan uno de los momentos más críticos de su historia.
Además, tendría que preparar la leche dos veces al día y alimentar uno por uno a los terneros que lo necesiten con cubos o biberones.

Mora y Sofía.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Pero los años no pasan en balde y Pilar es perfectamente consciente de que a Sofía pronto le llegará el momento de retirarse. De hecho, hace unos meses estuvo bastante delicada de salud pero actualmente está totalmente restablecida y goza de buena salud para cumplir con su cometido.
Aún así, y para estar preparada, Pilar ha comprado recientemente una vaca Frisona en Casar de Cáceres, población cacereña que es uno de los últimos reductos de esta raza que, en un pasado cercano, estuvo presente en la mayor parte de los pueblos extremeños.
La nueva vaca, era conocida en su explotación como La Negra, pero su nueva dueña ha decidido bautizarla como Morena.

Morena.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Morena es una vaca ya mayor que su ganadero vendió porque en un análisis de su leche, se vio que tenía un contenido de células somáticas que no permitía su comercialización para el consumo humano, aunque la leche puede ser consumida sin ningún riesgo por los terneros.
Al igual que Sofía, Morena llegó hace unas semanas a casa de Pilar produciendo leche pero con una gran diferencia pues está preñada de un toro de su misma raza desde el día 5 de enero por lo que en el mes de octubre parirá un ternero, o una ternera como desea su dueña.
A su llegada, había varios terneros esperando en la explotación para ser adoptados por una nodriza. Y eso fue lo que hizo esta vaca desde el primer momento.

Morena con tres terneros.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Como vemos, Pilar Domínguez Castellano se ha convertido en una auténtica salvadora de vacas que, de otro modo, habrían terminado ya en el matadero sin haber podido desarrollar su extraordinario potencial.
Las tres viven apaciblemente en la explotación sueltas en el campo con las demás vacas, recibiendo una ración de pienso debido a la gran sequía que sufre el campo extremeño.

Sofía con sus terneros y otras vacas de la ganadería.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

A MODO DE EPÍLOGO.
Esperamos que el presente artículo haya servido a los lectores, vaqueros o no, a diferenciar perfectamente entre vacas lecheras, lactantes y NODRIZAS.
El uso de estas vacas, supone un gran ahorro de tiempo para los ganaderos y también de dinero al no tener que comprar leche en polvo para terneros en unos tiempos en los que cualquier gasto extra puede comprometer la rentabilidad de una explotación.

Vaca nodriza con tres terneros.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Para los terneros huérfanos, este sistema de cría supone un gran beneficio al poder relacionarse con otros terneros y recibir también el cariño materno en lugar de criarse en una cuadra aislado del mundo lo que puede ocasionar a la larga severos problemas de conducta.
Si se usa como nodriza una vaca que ha perdido a su ternero, esta práctica será beneficiosa tanto para la vaca como para el ternero adoptado.

Vaca nodriza con sus terneros en el campo.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Aunque cualquier raza puede convertirse en nodriza, es la Frisona la campeona en este aspecto por combinar su gran producción de leche, que puede superar los 25000 litros por lactación, con su extrema docilidad y mansedumbre que las hace fácilmente manejables y, pese a que se las achaca un reducido instinto maternal esto no es más que un fruto de la retirada temprana de sus terneros tras el parto.
Generalmente, no se usan vacas de alta producción sino aquellas precisamente por su menor producción o por ser ya viejas, no son rentables para ser explotadas como lecheras.

Vaca Frisona.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Igualmente pueden emplearse otras razas lecheras especializadas como la Parda, la Fleckvieh lechera o la Jersey así como las razas derivadas de la Parda como son la Parda de Montaña y la Bruna de los Pirineos aunque estas últimas razas producen menos leche que la Parda lechera debido a la selección a la que están siendo sometidas todas ellas.

Vaca Parda de Montaña.
(c) José Sánchez Erice.

Pero si queremos recurrir a la raza autóctona y con un pasado lechero glorioso, nada mejor que optar por la célebre vaca PASIEGA. Esta raza, que está en grave peligro de extinción al quedar menos de 500 reproductoras, es utilizada mayoritariamente hoy en día para la crianza de terneros aunque hay 8 explotaciones en las que aún se realiza el ordeño con producciones verdaderamente interesantes. En algunas ganaderías con manejo extensivo y ecológico como la de Áurea y Juan Quintial, se obtienen producciones medias de 8000 litros por lactación mientras que si la raza se somete a un manejo convencional alcanza los 10 ó 12000 litros.

Vaca Pasiega.
(c) Áurea y Juan Quintial.

Semejantes vacas pueden utilizarse perfectamente como nodrizas de terneros ajenos lo que, dada la difícil situación que atraviese el sector lechero, sería una alternativa para las vacas menos productivas dentro del seno de esta antiquísima raza y que podían criar sin problema alguno 2 ó 3 terneros.

Vaca Pasiega amamantando dos terneros.
(c) Sergio Canales García.

Las vacas autóctonas o introducidas pertenecientes a razas lactantes, es decir, que no se ordeñan, pueden utilizarse como nodrizas cuando han perdido a su ternero y otra vaca de la explotación necesita ser ayudada. Es complejo como vimos ya utilizar a estas vacas, pero de esa forma no se perderían una serie de conocimientos transmitidos oralmente por nuestros antepasados.
Multitud de razas se incluyen en este grupo desde aquellas especializadas en la producción cárnica como la Charolesa o la Limusina a nuestras más antiguas razas autóctonas como la Tudanca, la Casina, la Asturiana de los Valles, la Pirenaica, la Avileña....

Vaca Avileña amamantando dos terneros.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

Por supuesto, siempre queda la opción intermedia entre todas ellas: las vacas mixtas.
Como ya dijimos son el fruto del cruzamiento entre razas lecheras y cárnicas siendo mejor que la madre sea de raza cárnica y el padre lechero para que la ternera se críe con la madre y al llegar a la edad adulta sea más rústica.
Recurriendo a la monta natural, cosa rara dada la escasez de toros lecheros, o a la inseminación artificial, pueden obtenerse excelentes vacas mixtas siendo un buen ejemplo las hijas de Avileña y Frisón.

Vaca mixta Avileña x Frisón.
(c) Sergio Fernández García.

Cada ganadero podrá elegir la vaca que mejor se adapte a su explotación, desde la Frisona que es capaz de criar sin problemas 3 o 4 terneros a la vez hasta las mixtas que tal vez sólo puedan criar a 1 junto al propio.
Es cuestión de estudiar la situación y poner en práctica los conocimientos adquiridos a lo largo del tiempo y los conocimientos de nuestros viejos vaqueros.

Vaca nodriza de raza Frisona con terneros Limusines.
(c) Pilar Domínguez Castellano.

* Dedicado a todos los ganaderos que han colaborado en la publicación de este artículo y especialmente a Pilar Domínguez Castellano.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

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