domingo, 1 de octubre de 2023

CON RAÍCES CABRERAS

En muchos pueblos de España, especialmente en aquellos localizados en zonas de montaña, de la mitad sur peninsular o del archipiélago Canario, el ganado caprino ha tenido una importancia fundamental a lo largo de la historia, permitiendo la fijación de población en tales lugares.
Hoy en día, esto ha cambiado en gran medida gracias a la mejora de las comunicaciones y de las condiciones de vida, pero las familias que siguen viviendo en las zonas citadas, entre ellas la mía, podemos presumir al decir que tenemos RAÍCES CABRERAS.

El autor con un macho de raza Verata.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Contaré hoy mi relación con el mundo de las cabras pues, como los lectores habituales ya sabéis, la cabra es el animal que más veces protagoniza las entradas, artículos, reportajes, estudios...o como los queramos llamar, que se publican en este blog de EL CUADERNO DE SILVESTRE.
De hecho, la cabra aparece en el logotipo actual del blog.

Logotipo del blog.

Los lectores habituales de este blog, ya me conocéis pero, para quien no lo sepa, haré una breve presentación.
Mi nombre es Silvestre de la Calle García y soy de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) donde, salvo en algunos periodos en los que realizaba mis estudios superiores o trabajaba, he vivido toda mi vida. Realmente nací en Navalmoral de la Mata por estar allí el hospital más cercano, pero soy guijeño de pura cepa.

Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Estudié el ciclo formativo de grado superior Técnico en gestión y organización de los recursos naturales y paisajísticos, para abreviar Técnico Forestal.
Trabajé durante un tiempo como peón de jardinería en Madrigal de La Vera (Cáceres) y posteriormente, tras realizar el curso de Monitor de Ocio y tiempo libre infantil y juvenil, comencé a trabajar como Animador Sociocultural en el Ayuntamiento de mi pueblo, siendo además Sacristán y archivero de la Parroquia de Nuestra Señora del Socorro.
Por supuesto, siempre digo también que soy escritor e investigador, algo que saben perfectamente los lectores habituales de este blog, teniendo también dos libros publicados de los que hablaré más adelante.

Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Silvestre de la Calle García.

Llevo años, podría decirse que prácticamente dos décadas, investigando sobre aspectos relacionados con la ganadería y la cultura tradicional ocupando el estudio del ganado caprino y la cultura asociada al mismo, gran parte de mi tiempo debido, como quedará explicado en este artículo, a mis RAÍCES CABRERAS.

Este soy yo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando yo nací en 1988, mis padres Alonso de la Calle Hidalgo (n.1952) y Vicenta García de la Calle (n.1955) eran agricultores y ganaderos pero el ganado que tenían era especial y peculiar. Posiblemente, fuesen los ganaderos con mayor número de cabezas de ganado en aquel momento en mi pueblo, pero resulta que no era un ganado que se pudiese contar por cabezas sino que se contaba.... por colmenas.
Sí, mis padres eran apicultores además de dedicarse al cultivo de frambuesas, fruto cuya producción y comercialización daba trabajo en aquel momento a decenas de familias guijeñas.

Abeja melífera.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Después de eso, mi padre aprobó las oposiciones de magisterio y fue maestro de educación primaria hasta su jubilación en 2017 aunque durante un breve periodo de casi 5 años (2003-2008) fue ganadero, pues tuvo dos preciosas yeguas con el fin de mantener en buen estado los prados y fincas que habíamos heredado de mis abuelos.

Las yeguas de mi padre.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Mis abuelos, sin embargo, sí que eran auténticos ganaderos cuando yo vine al mundo, aunque con clara diferencia entre los paternos y los maternos en ese momento, pues anteriormente unos y otros habían sido importantes ganaderos.
Mis abuelos paternos Antonio Leandro de la Calle Jiménez (1924-2022) y Visitación Hidalgo (n.1929) tenían un burro para el trabajo en el campo, el cochino que engordaban para la matanza y unas cuantas gallinas para el gasto de casa.
No tenían más ganado porque mi abuelo era, desde 1950, el cartero rural de Guijo de Santa Bárbara, jubilándose al año siguiente de nacer yo.

Mi abuelo subiendo de Jarandilla con el burro y el correo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hasta 1985, mis abuelos Antonio y Visita fueron vaqueros. Cuando se casaron tuvieron vacas negras (Avieñas) durante alrededor de 20 años, aunque pronto compraron suizas (Frisonas) y también tuvieron algunas alpinas (Pardas).
Aunque tuvieron bastante Avileñas, posteriormente, al quedarse sólo con las vacas de leche, no tuvieron muchas. A lo sumo 4-5 para el gasto de casa y vender algo de leche y los terneros.
En 1985, operaron a mi abuelo de la rodilla y por miedo a no quedar bien, decidió vender las vacas, cosa que le costó mucho.

Las vacas de mis abuelos Antonio y Visita. 1985.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Respecto a mis abuelos maternos Juan García García (1927-2012) y Marcelina de la Calle Vicente (1930-2009), sí que eran ganaderos absolutamente profesionales cuando yo nací, complementando esta actividad con la agricultura.
Tenían por aquel entonces vacas lecheras de raza suiza (Frisona) aunque justo un año antes de nacer yo, mi abuelo se acogió a la prima de abandono que recibían todos aquellos ganaderos que tuviesen vacas lecheras pero quisieran dejar sus explotaciones en el plazo de 5 años o bien cambiarlas hacia la producción cárnica y esto último fue lo que hizo mi abuelo al comenzar a cruzar sus vacas con toros de aptitud cárnica.

Mi abuelo y su vaca Parda.
(c) José García de la Calle.

Además, mis abuelos tenían una yegua para trabajar en el campo y gallinas para el gasto de casa.
Siempre hicieron matanza, pero mi abuela ya estaba delicada de salud cuando yo nací y por eso ya no engordaban cochino ni mataban.
En su juventud, mis abuelos habían tenido un magnífico rebaño, o piara como decimos aquí, de ovejas o borregas entrefinas que rondaba las 200 cabezas.

Mi abuelo con su yegua cargada de tabaco.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Vacas negras, suizas y pardas, yeguas, burros, cerdos o cochinos, gallinas y hasta abejas pero....¿Dónde están las cabras? ¿Cómo se pueden tener raíces cabras sin tener cabras?
Tranquilos porque ahora hablaremos de cabras ya que todos mis bisabuelos fueron cabreros y por lo tanto, mis abuelos estuvieron vinculados a las cabras durante su niñez y adolescencia.

Mi abuelo Antonio con las cabras de Fidel Rodríguez Pérez.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Alonso de la Calle Jiménez (1892-1950) y Marcelina Jiménez Esteban (1893-1985) eran los padres de mi abuelo Antonio Leandro.
El abuelo Alonso fue durante muchos años cartero rural al igual que luego lo fue mi abuelo, pero fue toda su vida ganadero y agricultor.
Era propietario de una magnífica ganadería de vacas negras trashumantes dedicadas a la producción de terneros que eran vendidos al destete para sacrificio o para vida siendo también dueño de una yegua mulatera, algo muy común en la época pues sólo con el dinero obtenido de la venta de un buen muleto de 6 meses, una familia podía vivir un año entero.

Vacas Avileñas en Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque estas vacas podían ordeñarse, y de hecho mis bisabuelos lo hacían, no daban leche todo el año sino solamente cuando tenían el ternero y no se las podía ordeñar toda la leche si se quería criar un buen ternero. Bien alimentadas, llegaban a dar hasta 10 ó 12 litros diarios de leche durante los primeros meses posteriores al parto, ordeñando la mitad de la leche para el consumo familiar en fresco y para la elaboración de queso.
Sin embargo, durante el resto del año, los ganaderos se quedaban sin leche fresca y para eso, mis bisabuelos tenían una cabra que daba leche durante todo el año. Precisamente, era mi abuelo Antonio por ser el más pequeño de los hermanos, el encargado de ordeñar y aviar la cabra.

Cabra Verata.
(c) Silvestre de la Calle García.

Tanto el abuelo Alonso como la abuela Marceliana, eran hijos, nietos y bisnietos de importantes ganaderos dedicados a la cría de ganado vacuno aunque siempre tuvieron alguna que otra cabra para el abastecimiento de leche fresca durante todo el año.
Sin embargo, es preciso destacar la figura de D. Antonio Jiménez García (1810-1898) conocido popularmente como "El Agüelo Viejo" y que era bisabuelo de Marceliana. Este importante ganadero y agricultor que fue además escribiente, secretario municipal, alcalde, diputado provincial, caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III y fundador de diversas instituciones benéficas, fue, además de vaquero, pastor de ovejas y cabrero en su juventud.

Antonio Jiménez García.
"El Agüelo Viejo".
(c) Retrato pintado por Francisco Martín Rivera. 1900.

Mis bisabuelos Constantino Hidalgo del Monte (1896-1966) y Benigna Burcio de la Calle (1904-1992) fueron cabreros totalmente profesionales.
Al principio, vivieron en Navalmoral por ser mi bisabuelo de allí y tuvieron una carnicería. Mi bisabuelo compraba cabras y ovejas a los ganaderos y después las mataba y vendía en la carnicería.
Ante la convulsa situación vivida durante la Guerra Civil, mis bisabuelos decidieron trasladarse en 1937 a Guijo de Santa Bárbara y seguir con la carnicería pero esta vez teniendo cabras propias aunque tuviesen que seguir comprando algunas a los cabreros del pueblo.

Piara de cabras.
Al fondo, Guijo de Santa Bárbara.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como mi bisabuelo tenía que hacerse cargo de la carnicería, no podía estar pendiente de las cabras motivo por el cual contrataba algún criado o cabrero para que las cuidase o bien optaba por el sistema de tener las cabras "a medias" con otro cabrero, algo muy popular en la época. 
Algunas primaveras, mis bisabuelos arrendaban dehesas en la comarca del Campo Arañuelo donde se trasladaban con las cabras entre Marzo y San Juan, para luego regresar al pueblo.

Las cabras en la dehesa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Posteriormente, al hacerse mayor, mi bisabuelo decidió vender las cabras y dedicarse a las vacas suizas, tal y como estaban haciendo muchos ganaderos en el pueblo por ser un ganado que daba trabajo pero no era tan esclavo como las cabras.

Novilla suiza (Frisona)
(c) Silvestre de la Calle García.

Mi bisabuelo Constantino era natural de Navalmoral de la Mata y su familia siempre había estado vinculada al sector carnicero y a la cría y compraventa de ganado menor, mientras que mi bisabuela Benigna era guijeña y perteneciente a algunas de las familias más antiguas y nobles de la villa, dedicadas fundamentalmente a la cría de vacas. De hecho, mi tatarabuelo Juan Burcio y García de Aguilar (1874-1948) fue uno de los principales vaqueros de la primera mitad del siglo XX con una piara que rondaba las 50 vacas cuando el resto de ganaderos rara vez alcanzaban las 20 cabezas.
Sin embargo, durante varios años, mis bisabuelos Constantino y Benigna figuraron en la noble lista de los cabreros guijeños.

Juan Burcio García de Aguilar.
(c) Familia De la Calle.

Pasemos ahora a hablar de los abuelos de mi madre, que eran auténticos cabreros profesionales y estuvieron entre los principales del pueblo.

Anastasio García García (1896-1974) y Josefa García Gonçalves (1904-1938) eran los padres de mi abuelo Juan. 
Fueron cabreros desde que nacieron y mi bisabuela lo fue hasta su temprana muerte unos meses antes de cumplir 34 años. Desde que se casaron en 1922, tuvieron las cabras "a medias" con el padre de mi bisabuela, Esteban García Castañares (1873-1952). La piara rondaba las 80 cabezas pertenecientes a la llamada "raza del país" (Verata) de inmejorable calidad, caracterizadas por presentar casi todas capa revolada oriscana.

Cabra Verata revolada oriscana.
(c) Silvestre de la Calle García.

Posteriormente, mi bisabuelo Anastasio se fue a vivir a casa de su madre, Vicenta García Díaz (1874-1955) que, junto a su marido Juan García Hernández (1864-1927), tuvo cabras durante muchísimos años pero debido a una enfermedad de éste, tuvieron que venderlas y dejar solamente algunas para casa. Al quedarse viuda, la abuela Vicenta decidió volver a comprar cabras, lo que hizo en 1929. Tuvo al principio unas 100 cabras adultas pero poco a poco fue aumentando hasta llegar a tener 714 cabras adultas más las chivas y los machos.

Piara de cabras en Guijo de Santa Bárbara.
(c) Juan Antonio Rodríguez Vidal.

Mucho le tocó a mi abuelo Juan trabajar con las cabras de su padre pues ya con 7 u 8 años tenía que acompañar diariamente al cabrero durante el careo.
Con 9 años y junto a su prima Nicolasa, de 14 años, y a un cabrero de 19 años, se hicieron cargo los tres de toda la piara durante un verano en La Solisa, en la sierra de Jerte.

La Solisa.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Posteriormente, la abuela Vicenta decidió vender las cabras y comprar ovejas, borregas como se las llama en Guijo de Santa Bárbara. Mi bisabuelo se quedó algunas cabras para tener leche para casa pero vendió las últimas en 1948.
Junto a su madre y su sobrina Nicolasa, continuó con las ovejas hasta que la abuela Vicenta falleció en 1955. Al año siguiente, Nicolasa vendió las ovejas pero mi bisabuelo y mi abuelo siguieron con las suyas hasta 1960, cuando las vendieron para comprar vacas suizas.

Vaca Suiza.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El abuelo Anastasio y la abuela Josefa, especialmente ella, eran hijos, nietos, bisnietos...de cabreros.
Gran parte de los antepasados de mi bisabuelo eran de otros pueblos de la comarca o de la provincia de Ávila pero siempre habían estado vinculados al sector ganadero y en especial a la cría de cabras aunque también de ovejas.
Respecto a la familia de mi bisabuela, aunque por su apellido materno es evidente que tenía raíces portuguesas, fueron cabreros de toda la vida y según aseguraba mi tatarabuelo Esteban, todos sus antepasados habían sido cabreros en Guijo y Tornavacas aunque algunos habían llegado a tener alguna vaca.
Pero como hemos podido ver, la principal antepasada cabrera de mi abuelo fue sin lugar a dudas su abuela Vicenta (1874-1955), mujer emprendedora y luchadora como pocas.

Vicenta García Díaz. 1950.
(c) Familia De la Calle.

Ángel de la Calle Jiménez (1896-1975) y Justina Vicente Burcio (1902-1971) eran los padres de mi abuela Marcelina de la Calle Vicente, la cual fue la quinta de 13 hermanos de los que sobrevivieron 10 hasta alcanzar la edad adulta.
Estos bisabuelos míos fueron sin duda alguna los más inquietos y emprendedores puesto que fueron ganaderos, agricultores y "grandes" empresarios hosteleros al ser propietarios de un bar, una sala de café, un salón de baile, un cine y una fábrica de gaseosas.

Mis bisabuelos en 1942 con 9 de sus hijos.
(c) Familia De la Calle.

Desde que se casaron en 1922, mis bisabuelos tuvieron una piara de cabras de "raza del país" formada por unas 60-70 cabezas adultas más el correspondiente recrío y los machos. Eran las cabras que más leche daban de todo el pueblo debido a la rigurosa selección que realizaba mi bisabuelo y a que, al contrario que la inmensa mayoría de los ganaderos, las echaba en el corral algo de pienso (maíz y cebada), además de paja, heno y otros subproductos agrícolas.

Cabras Veratas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En 1933 mis bisabuelos compraron la primera pareja de vacas suizas (Frisonas) que hubo en Guijo de Santa Bárbara lo que les supuso que les tratasen de locos por decir que esos animales no se iban a adaptar al entorno pero resultó que sí se adaptaron y a lo largo del siglo XX muchas familias tuvieron estas vacas como principal medio de vida.
Sin embargo, pese a tener las vacas, mis bisabuelos no vendieron las cabras. Como tenían mucho trabajo con sus negocios, tenían siempre contratado un "criado" o cabrero para cuidar las cabras, siendo ayudado por alguno de los hijos de mis bisabuelos.

Corral de El Toril, donde mis bisabuelos tenían las cabras.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando se fue haciendo viejo, mi bisabuelo decidió dejar las cabras pero en lugar de venderlas, entregaría las cabras y el corral como herencia al primer hijo o hija que se casase.
La primera en contraer matrimonio fue precisamente mi abuela Marcelina el 27 de marzo de 1952 pero ya meses antes de la boda, dijo a mi bisabuelo que no podía quedarse con las cabras porque su futuro marido ya tenía ovejas.
Por ello, mi bisabuelo tomó otra decisión y vendió las cabras en diciembre de 1951 reservando 12 chivas para la comida de la boda de mi abuela. El dinero obtenido de la venta de las cabras, sirvió para la hijuela de la boda.

Mis bisabuelos Justina y Ángel.
(c) Familia De la Calle.

Desde ese momento y hasta el mismo día de su muerte, mi bisabuelo siguió con las vacas suizas, pues eran un ganado más tranquilo y fácil de manejar aunque daban también bastante trabajo.

Mi bisabuelo con sus vacas.
(c) Familia De la Calle.

Tanto el abuelo Ángel como la abuela Justina, que estaban estrechamente emparentados por varias vías, descendían de importantes familias de ganaderos guijeños dedicados a la cría de vacas negras aunque en la familia de mi bisabuela Justina siempre había habido cabreros. De hecho, Crisantos Sánchez Vicente (1908-2010), conocido como "Tío Zorrita" y primo hermano de la abuela Justina, fue uno de los principales cabreros guijeños del siglo XX.

Tío Crisantos el día que cumplió 100 años.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Como puede verse, no nací ni me crie entre cabras pero sí entre antiguos cabreros y desde niño me gustó escuchar con atención las historias que mis cuatro abuelos contaban de su infancia y juventud como cabreros y de lo que les habían contado sus antepasados. En gran parte, a ellos debo lo que sé de cabras además de los estudios que he realizado en el transcurso de los años.
Quizás, al que más escuchase hablar de las cabras, fuese a mi abuelo Juan porque de niño pasé muchísimas horas con él cuidando las vacas en los prados y para entretenernos, aprovechaba para contarme muchas historias que, aunque guardadas en mi memoria, poco a poco voy plasmando en este blog titulado EL CUADERNO DE SILVESTRE.

Mi abuelo Juan y yo en la Plaza de Toros para embarcar los chotos. 1999.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

También mis abuelos Marcelina y Antonio me hablaron bastante de su vida con las cabras. 
A mi abuela Marce le tocó muchas veces ir al Toril con las burras para bajar la leche al pueblo y desde los 6 años hacía el queso para el gasto de casa y también para la venta, siendo un queso realmente exquisito y extraordinario ya que mi abuela tenía manos de cabrera, o lo que es lo mismo, pequeñas y frías.
Recordaba cuando el cabrero que trabajaba en casa de sus padres bajaba de la sierra cada noche con un gancho lleno de lagartos, toda una exquisitez en aquella época.

Mi abuela Marce.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Mi abuelo Antonio Leandro, fallecido hace apenas un año cuando le faltaban unos días para cumplir los 98 años, recordaba mucho la cabra casera de sus padres. La tenían en una casilla en El Lavadero y cada mañana mi abuelo la ordeñaba y la llevaba hasta El Llano para que cuando pasase el cabero de las cabras caseras, que entonces eran "Tío Confite", se la llevase con las demás a pastar al Coto del Ayuntamiento. Por la tarde, tenía que recoger la cabra y llevarla a la casilla para ordeñarla y echarla de comer.
Esto lo hacía durante gran parte del año, pero en verano la cabra estaba en la sierra o en los prados de El Toril con las vacas hasta que una vaca de tío Modesto, corneó y mató a la cabra. Tal fue la "calda" que se agarraron mis bisabuelos, que no pudieron volver a tener más cabras porque fue como si se hubiese muerto una hija.

Mi abuelo Antonio Leandro.
(c) Rosa María Rodríguez Leal.

Mi abuela Visitación que está a punto de cumplir los 94 años y goza de una salud física y mental inmejorables.
Recuerda mi abuela su infancia como cabrera, contando muchas historias de aquellos años:

Mi abuela y su hermano Pepe. 1937.
(c) Familia De la Calle.

"Aquí en el pueblo mi padre tenía de cabrero a tío Miguelato que se encargaba de guardar las cabras y se preocupaba mucho por ellas y de que comieran bien. A veces se metían en las fincas y el guarda ponía multas a mi padre que le decía al cabrero que tuviese cuidado con ellas.
También las tuvo algún tiempo a medias con tío Cipriano "El Pispís". Como mi padre era carnicero, no podía ir con las cabras. Cuando mataba las cabras para la carnicería, íbamos tía Eduarda la mujer de tío Pispís y yo a lavar los vientres al cauce y luego mi madre y ella hacían las morcillas frescas que gustaban mucho a la gente.
Algunos años, nos fuimos en primavera a la dehesa con las cabras. Un año fuimos al Fondón, cerca de Navalmoral y desde allí iba mi padre todos los días con las caballerías a vender la leche a Navalmoral.
Otro año estuvimos en la dehesa de Majadas, donde vivía mi abuelo. Aquel fue un año muy bueno porque las cabras dieron mucha leche y se hacía mucho queso que se vendía muy bien.
Cuando íbamos a la dehesa, teníamos que cruzar el río Tiétar y como íbamos en Marzo y bajaba con mucha agua, había que cruzar a las cabras en la barca.
Luego ya mi padre vendió las cabras y compró vacas suizas."


Con mi abuela Visitación.
26 de septiembre de 2023.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Además de mis abuelos, tengo que mencionar a mi tía Nicolasa Sánchez García (1922-2012), prima hermana de mi abuelo Juan pero que, para él era como una hermana, ya que al haberse quedado ambos sin madre siendo niños, se criaron juntos con su abuela Vicenta García Díaz.
Mi tía Nicolasa me enseñó a amar las cabras y a sentirme orgulloso de mis raíces cabreras.

Nicolasa Sánchez García.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aunque mi tía Nicolasa pasó la mayor parte de su vida en Francia, a donde emigró con su esposo y sus hijos en 1956, fue ganadera y agricultora en Guijo de Santa Bárbara durante bastante tiempo.
Tuvo ovejas y vacas y cultivó tabaco pero cuando vivía en casa de su abuela Vicenta fue cabrera.
Cada verano, mi tía venía al pueblo y yo tuve la inmensa suerte de pasar muchos ratos con ella. Siempre me decía:

"Hijo, nosotros somos lo que somos y estamos aquí, gracias a las cabras. Es verdad que son un ganado muy esclavo y trabajoso pero nosotros vivíamos bien gracias a ellas con lo que se sacaba de vender el queso y los chivos. Mi abuela siempre decía que ella había pasado de ser una de las más pobres del pueblo a ser de las más ricas gracias a las cabras pues con lo que sacaba de ellas compró casas y fincas y tuvo mucho dinero.
Fuimos muy felices con las cabras aunque también pasamos penas pero nunca olvidaré aquellos años y quiero que tú tengas en cuenta y que recuerdes siempre de dónde vienes. Vienes de una familia cabrera. Nunca lo olvides hijo mío".

Mi tía Nicolasa y yo. 2011.
(c) Modesta de la Calle Sánchez.

Como podéis ver, puedo decir con total veracidad y gran orgullo que tengo RAÍCES CABRERAS.
Muchos de mis antepasados no eran guijeños sino que llegaron a mi pueblo procedentes de localidades como Braga (Portugal), O Rosal (Pontevedra), Casares de Arbás (León), Cabrejas del Pinar (Soria), Vallejera de Riofrío (Salamanca), Casas del Puerto, El Barco de Ávila, Palacios de Becedas, Santiago de Aravalle, Tormellas, Nava del Barco (Ávila), Acebo, Oliva de Plasencia, Tornavacas, Cuacos de Yuste, Aldeanueva de la Vera, Jarandilla de la Vera, Losar de la Vera, Navalmoral de la Mata, Casas de Millán (Cáceres) y todos ellos acabaron estableciéndose en Guijo de Santa Bárbara y siendo la mayoría de ellos CABREROS.

Castillo de Valdecorneja.
El Barco de Ávila (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Como dije al comienzo de este artículo, desde que terminé mis estudios de Grado Superior de Técnico Forestal, me he dedicado a investigar sobre cabras y cabreros.
En estos años he publicado dos libros relacionados en gran medida con la cultura cabrera:
- "Antonio Jiménez García. El Abuelo Viejo" (2016) junto a Raquel y Alonso de la Calle Hidalgo.
- "La dehesa Sierra de Jaranda" (2018) junto a Alonso de la Calle Hidalgo.

Mis dos libros.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tengo además muchísimos amigos cabreros que no enumero por ser imposible. Mis investigaciones sobre cabras me llevaron a publicar en 2022 un artículo en este blog titulado LA CABRA DEL ASÓN que sirvió para dar a conocer una raza caprina autóctona de Cantabria y aún no reconocida, habiendo sido nombrado este año socio de honor de ASCCASÓN (Asociación de Criadores de Cabra del Asón) como reconocimiento a mi labor investigadora.

Diploma de agradecimiento por participar en el I ENCUENTRO DE RAZAS.
Meruelo (Cantabria)
(c) Silvestre de Calle García.

No puedo terminar este artículo sobre mi vinculación con el mundo cabrero sin mencionar uno de los artículos más importantes de la historia de este blog y que está dedicado a TÍO PAULINO: EL ÚLTIMO CABRERO DE GREDOS y que está dedicado a la vida de Paulino Gargantilla Serrano (1929-2014), uno de los cabreros más famosos de las serranías del norte extremeño.
Sobre él realicé el día 7 de agosto de este año una interesante conferencia en la localidad de Tornavacas que marcó un antes y un después en mi trayectoria como escritor e investigador. Pero de esto, hablaremos otro día....

Tío Paulino ordeñando.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En EL CUADERNO DE SILVESTRE se seguirá hablando mucho de las cabras, esas amadas cabras a las que debo mis RAÍCES CABRERAS.

Con raíces cabreras...
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal, escritor e investigador.

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