sábado, 6 de julio de 2024

LAS CUENTAS DEL GANADERO: DOS Y DOS NO SIEMPRE SON CUATRO.

 2+2=4
Algo totalmente cierto y que no puede discutirse ¿verdad?
En general, sí, pero en ganadería, y también en agricultura, es no siempre es así porque muchos factores influyen en el resultado final.
Es muy común escuchar a los ganaderos decir que "dos y dos no siempre son cuatro", algo que cualquier persona del medio rural entiende a la perfección pero que a la gente que vive alejada del campo, y no hablamos de distancia en kilómetros, les causa desconcierto y a veces, por desgracia, risa.
Intentaremos explicar esto fácilmente utilizando como ejemplo una explotación de ganado bovino extensivo trashumante de raza Avileña-Negra Ibérica.

Vaca Avileña-Negra Ibérica.
(c) Miguel Alba Vegas.

Pensemos en una ganadería de la provincia de Ávila integrada por unas 100 vacas adultas (mayores de 24 meses), a las que hay que sumar 15 añojas, 15 becerras (hembras de 6 a 12 meses) y 3 sementales, más los terneros de cebo y los terneros lactantes cuando los hay.
Se trata de una explotación típica manejada por el propietario sin necesidad de contratar personal asalariado y contando con la ayuda de familiares y amigos en momentos puntuales.

Vacas de raza Avileña-Negra Ibérica.
(c) Miguel Alba Vegas.

Expliquemos antes de nada el motivo por el que el ganadero mantiene ese número de animales tomando con base las 100 vacas adultas.
Lo más fácil, es explicar la presencia de 3 sementales. La principal aptitud de la raza Avileña es la producción de carne, siendo el principal tipo comercial el ternero de 6 meses que tras el destete es sacrificado o finalizado en cebadero.
Normalmente, se tiene un toro por cada 30-40 vacas, teniendo un toro de raza Avileña, para cubrir a las mejores vacas y garantizar la obtención de las hembras de reposición, y dos sementales de raza especializada en la producción cárnica como puede ser por ejemplo la Charolesa destinados al cruzamiento con el resto de hembras para obtener terneros de mayor valor comercial.

Vaca y toro de raza Avileña-Negra Ibérica.
(c) Miguel Alba Vegas.

En el caso del toro Avileño, no se trata nunca de un ejemplar nacido en la propia ganadería, sino que para evitar problemas de consanguinidad se adquiere un ejemplar en alguna ganadería selecta, lo cual tiene un coste considerable pero que todo ganadero tiene que asumir si quiere mantener buenas vacas.
El toro comenzará a cubrir hacia los 2 años de vida y lo hará durante un mínimo de 2-3 temporadas aunque si es un animal sobresaliente, se dejará tantos años como aguante salvo que se tengan muchas hijas de él y para evitar que las cubra, tenga que ser vendido. Naturalmente, cuando se venda, valdrá mucho menos que cuando se compró.

Toro Avileño.
(c) Miguel Alba Vegas.

Los toros para cruzamiento, sin importar la raza a la que pertenezcan, deberán comprarse fuera de la explotación y, aunque no sean extraordinarios, deberán ser lo suficientemente buenos como para engendrar buenos terneros cruzados cuyo valor supera al de los terneros puros debido a su mejor conformación, mayor velocidad de crecimiento, etc...
Es por ello preciso comprar toros en buenas ganaderías y desembolsar el dinero que sea necesario.
Al no dejarse como reproductoras hijas suyas, estos toros podrían cubrir durante muchos años pero a menudo tienen que ser retirados pronto por su elevado peso.

Toro de raza Charolesa.
(c) Miguel Alba Vegas.

Los toros de aptitud cárnica, tanto los Avileños como los de otras razas, comen bastante pero, estrictamente hablando, no generan ingresos puesto que estos son generados por las vacas aunque su ayuda es fundamental para ello por lo que el ganadero debe tener en cuenta el coste de alimentación de los toros y restarlo de los ingresos obtenidos de las vacas.
Aunque fáciles de manejar y relativamente dóciles pero en ocasiones entablan espectaculares peleas que pueden terminar de la peor manera posible, por lo que no es mala idea mantener en la explotación algún novillo o toro demás para evitar posibles contratiempos.
Como vemos, con el tema de los toros, el ganadero ya tiene que echar muchas cuentas que no siempre salen perfectas...

Toro Charolés.
(c) Miguel Alba Vegas.

Vemos que, en la ganadería del ejemplo, se mantienen 30 hembras mayores de 6 meses y menores de 24 meses, divididas en terneras, becerras, chotas...(6-12 meses) y añojas (12-24 meses). Se trata de las hembras de reposición antes mencionadas.
Desde que nacen y hasta aproximadamente los 6 meses de vida, las terneras son amamantadas por su madre, complementando su dieta láctea con el pasto.
A los 6 meses, o algo más tarde si el campo lo permite, las terneras son destetadas y durante un año o un año y medio se prepararán adecuadamente hasta que llegue el momento de la primera cubrición.
Durante este tiempo, deben ser cuidadas y alimentadas con gran esmero pero, al igual que ocurre con los toros, no generan ingreso alguno y su manutención "corre a cargo" de las vacas adultas, algo que debe tener en cuenta el ganadero.

Ternera alimentándose.
(c) Miguel Alba Vegas.

Las vacas Avileñas realizan su primer parto, comenzando así su vida reproductiva, hacia los 30 meses de edad y tras unos 9 meses de gestación.
A lo largo de su vida reproductiva, realizarán una media de 10-12 partos con un intervalo entre partos de 365 a 410 días lo que supone que se mantendrán en la ganadería hasta los 13-15 años, aunque algunas pueden superar ampliamente estas edades. También hay que añadir que no todas las vacas llegan a los 13-15 años como luego veremos.
Estas hembras, salvo las de primer parto que durante unos meses siguen siendo "improductivas", son las que verdaderamente mantienen la ganadería y deben ser cuidadas y atendidas convenientemente.

Vaca adulta.
(c) Miguel Alba Vegas.

Pero es muy difícil, por no decir prácticamente imposible, que el 100% de las vacas queden preñadas, paran y críen y desteten un ternero todos los años. Lógicamente sería lo deseable pero como dijimos, en ganadería dos más dos no siempre son cuatro.
En un buen año, el 90% de las vacas saldrán en celo y quedarán preñadas pudiendo elevarse este porcentaje hasta el 95% en años muy buenos. Sin embargo, si el año es malo, puede que sólo el 80-85% de las vacas salgan en celo y se cubran.
Todas estas cuentas, las tiene que echar el ganadero y tener siempre presentes los valores más bajos en vez de los altos para así evitar posibles pérdidas al invertir dinero en la explotación.

Toro dispuesto a cubrir una vaca durante la noche.
(c) Miguel Alba Vegas.

Las vacas que se queden preñadas no necesariamente parirán y criarán a su ternero pues pueden abortar, perder al ternero durante el parto, por el clima adverso durante la paridera y el periodo de lactancia por diversas enfermedades, accidentes o por el ataque de depredadores como los lobos, los buitres, los perros asilvestrados...
En años buenos, casi el 100% de los terneros sobreviven pero en años malos puede morir un porcentaje significativo.
Las vacas Avileñas son excelentes criadoras por su buena producción lechera y el celo con el que protegen a los terneros pero aún así, las pérdidas de terneros deben figurar en las cuentas del ganadero.

Vaca Avileña con su ternerillo cruzado.
(c) Miguel Alba Vegas.

Para que una ganadería mantenga su censo de reproductoras o vacas adultas más o menos estable deberán criarse cada año al menos un 8-10% de las terneras de pura raza y naturalmente con buenas características morfológicas.
Si en la ganadería del ejemplo se mantienen 100 vacas, es fácil deducir que el ganadero deberá criar entre 8 y 10 terneras anuales pero vemos que cría 15, es decir, casi el doble de las necesarias. ¿Cómo puede explicarse esto?

Precioso lote de hembras jóvenes.
(c) Miguel Alba Vegas.

Ya hemos dicho que, durante el periodo de lactancia, los terneros son vulnerables pero también lo son las becerras, las añojas e incluso las propias vacas.
Se pueden producir multitud de bajas por accidentes, peleas, enfermedades infecciosas o epizoóticas, muerte durante el parto....
Por todo ello, siempre se dejan algunas terneras más de las que verdaderamente se necesitan y, si todas sobreviven y llegan a adultas, se aprovecha ese excedente para retirar las vacas "menos buenas" aunque no hayan alcanzado edades avanzadas, seleccionando así la ganadería.
Pensarán muchos que esto es ponerse en lo peor pero cualquier ganadero sabe que todo esto es muy habitual y que hay años especialmente negativos y hay que estar prevenidos.

Hembras jóvenes.
(c) Miguel Alba Vegas.

Naturalmente, las terneras que se dejan como futuras reproductoras son únicamente las de pura raza nacidas, en el caso de la ganadería que nos ocupa, de esas 30-40 vacas nacidas de las mejores vacas y del toro Avileño.
Ya hemos dicho que si el año es bueno, parirán casi todas y, en teoría, la mitad de las crías serán machos y la mitad hembras, pero a lo mejor ocurre que nacen 25-35 animales y sólo 5 ó 6 son hembras. Por ello, el ganadero debe dejar siempre que pueda, más hembras de las necesarias un año por si al siguiente no puede hacerlo.

Hembras jóvenes.
(c) Miguel Alba Vegas.

Respecto a las terneras cruzadas, al igual que los terneros cruzados y puros, se destinarán a la venta para carne. También se venderán para carne las terneras puras que no sean dejadas como reposición aunque en ocasiones, se criarán para vendérselas a otras explotaciones como futuras reproductoras y de esa forma tratar de ganar algo más de dinero y compensar las "pérdidas" derivadas de la cría de esas 8-10 ó 15 hembras que no se venden y que, como dijimos, habrá que mantener durante bastante tiempo sin que produzcan.

Vaca con terneros mellizos cruzados.
(c) Miguel Alba Vegas.

Hemos aclarado ya el motivo por el que se mantiene un número determinado de animales y al mismo tiempo hemos abordado el manejo reproductivo y productivo con las cuentas que debe echar el ganadero y ahora nos centraremos en el sistema de explotación que, como dijimos, en la explotación que nos sirve de ejemplo es extensivo y trashumante entre Ávila y Extremadura.
Con esto se pretende aprovechar al máximo los recursos naturales sin necesidad de suplementar la alimentación del ganado con productos adquiridos fuera de la explotación ya que el ganadero únicamente posee prados de siega para poder almacenar heno.

Vaca en la dehesa.
(c) Miguel Alba Vegas.

En Ávila el ganado de la explotación del ejemplo pasta durante el verano en amplios pastizales o agostaderos de propiedad municipal, pagando una cantidad determinada y previamente establecida por el Ayuntamiento por cada animal en función de su edad.
No le preocupa excesivamente esto al ganadero porque el precio es similar todos los años lo que permite calcular el importe total. 
Llegado el otoño, el ganadero mantendrá a las vacas en sus propios prados donde las alimentará con el heno segado en verano, administrando también si es necesario paja y pienso a los animales más necesitados.
Posiblemente, a finales del otoño, la nieve hará ya acto de presencia y esto sí que puede complicar la vida al ganadero que tendrá que echar nuevas cuentas.

Vacas alimentándose en la nieve.
(c) Miguel Alba Vegas.

Sin embargo, en Ávila hay un factor que preocupa especialmente al ganadero y que cada año va en aumento: el lobo.
Aunque el ganadero apenas lleva terneros a los pastizales serranos durante el verano, siempre hay alguna vaca tardía o las que están criando terneras para reposición que suben a la sierra acompañadas de la cría. También suben las añojas y las vacas preñadas para el primer parto.
Todas las reses jóvenes son víctimas posibles del lobo. Las vacas adultas suelen defenderse bien aunque siempre alguna termina siendo atacada o se despeña al correr durante la noche.

Vaca joven.
(c) Miguel Alba Vegas.

Ciertamente, el ganadero recibe una indemnización cuando un animal es matado por el lobo, siempre y cuando se encuentren los restos y las autoridades competentes puedan asegurar que ha sido atacado por un lobo pero aquí vienen las cuentas. A veces el lobo mata una añoja o una vaca joven en la que el ganadero había depositado todas sus esperanzas, recibiendo como indemnización el valor del animal en el momento de la muerte aunque eso no compensa el dinero invertido en la crianza ni mucho menos la producción futura que habría tenido ese animal.
Muchos se atreven a decir que esto es mala suerte o que el animal no ha sido cuidado adecuadamente por el ganadero, tema que no vamos a tratar aquí...

Hembra joven.
(c) Miguel Alba Vegas.

Al llegar el invierno, el ganado será trasladado a la dehesa situada en Extremadura. Es lo que se conoce como trashumancia y que puede realizarse a pie o en camión.
Para las grandes ganaderías que cuentan con suficiente personal, es más fácil y económico realizar la trashumancia a pie pero para una ganadería como la de nuestro ejemplo, es más fácil hacerlo en camión pues de esa forma se realiza el traslado en un sólo día y el ganado no tiene que recorrer a pie los más de 200 kilómetros que separan los pastizales de verano de los de invierno, algo que supondría 10 jornadas de camino.
Sin embargo, la trashumancia en camión es más cara y no está exenta de riesgos a la hora de embarcar y desembarcar el ganado y de transitar por carretera.
El coste de este transporte, no es fijo sino que dependerá de los precios de los carburantes y de otros factores. Algunos ganaderos disponen de camión propio lo que no supone necesariamente una reducción de los gastos y una facilidad puesto que esto requiere una documentación especial.

Camiones para el transporte de ganado.

Si la trashumancia a pie entraña peligros, la trashumancia en camión tampoco está exenta de peligros que van desde posibles lesiones de los animales a la hora de subir y bajar del camión hasta accidentes durante el traslado. No olvidemos que estamos hablando de camiones de gran tonelaje que parte del recorrido deben hacerlo por estrechas carreteras de montaña llenas de curvas.

Vaca bajando de un camión.

El alquiler o arriendo de la dehesa, siempre de propiedad privada, sí que preocupa más al ganadero.
Las fincas, en la mayoría de los casos, deben alquilarse enteras y por periodos de 6 meses (invierno y primavera) o por año completo en cuyo caso, el ganadero deberá pagar por un periodo en el que no está en la dehesa aunque le da el derecho a trasladar el ganado cuando estime oportuno y al mismo tiempo le garantiza tener reservada la dehesa. Estos arriendos suelen pagarse por adelantado.
Si el ganadero arrienda la dehesa por 6 meses, se expone a que el propietario pueda alquilarla durante el otoño a propietarios locales de cerdos para que consuman la bellota de las encinas, lo que reduce los recursos para las vacas.

Vaca en primavera.
(c) Miguel Alba Vegas.

El ganadero debe buscar una finca que se ajuste a sus intereses, es decir, que sea lo suficientemente grande para mantener a todos los animales, que tenga agua de forma permanente, que tenga buenos accesos... Si no encuentra una finca lo bastante grande como para tener todo el ganado, deberá buscar otra lo más cerca posible o dejar parte del ganado en Ávila.
El ganado que quede en Ávila, no podrá pastar en los terrenos municipales debido a que estos se acotan para reservar los pastos para el verano por lo que deberá ser mantenido en prados privados, corrales o cuadras y ser alimentado con heno, paja y pienso.

Vaca en la cuadra.
(c) Miguel Alba Vegas.

El precio del arriendo de las dehesas de invierno es mucho más variable que el de los pastos de verano y, al pagarlo por adelantado, el ganadero desembolsa un dinero que no sabe si recuperará pues si el año es malo y seco, puede perder dinero.
Por el contrario, en años buenos o muy buenos, puede suceder exactamente lo contrario y que al regresar el ganado a Ávila, queda mucha hierba sobrante que el ganadero no podrá aprovechar, convirtiéndose en pasto seco que aumente el riesgo de incendios que pueden suponer que el ganadero se quede sin dehesa al año siguiente.

Vaca en la dehesa.
(c) Miguel Alba Vegas.

La estancia en la dehesa tiene gran importancia para el ganadero de nuestro ejemplo pues durante estos 6 meses (enero-junio) tiene lugar el ciclo productivo: paridera, lactancia y cubrición.
La disponibilidad de pastos es importante para que el ganado esté sano y, como ya dijimos, se cubra el mayor número posible de vacas y al mismo tiempo críen a sus terneros que nacerán al llegar a la dehesa y serán vendidos o trasladados al cebadero del propio ganadero antes de regresar a Ávila.
Si el año es seco y no hay pasto, el ganadero deberá alimentar al ganado con pienso y forrajes desecados. El precio de los piensos y forrajes fluctúa enormemente de unos años a otros debido a las sequías o temporales que afectan al campo y a factores externos de diversa índole por lo que el ganadero no sabe nunca cuánto pienso o paja va a necesitar ni a qué precio lo conseguirá.

Hembras jóvenes comiendo pienso.
(c) Miguel Alba Vegas

A esto hay que añadir que si el ganadero tiene que echar de comer al ganado deberá recorrer todos los días los 200 km de ida y los 200 de vuelta que separan su pueblo abulense de la dehesa con el consiguiente gasto de combustible.
Otra opción es vivir en alguna antigua casa o caseta en la dehesa, si la hay, o alquilar una casa o piso en un pueblo cercano lo que supone un gasto importante.
En caso de hacer esto, se plantea otro serio problema pues el ganadero deberá vivir alejado de la familia o trasladarse todos a la dehesa lo que, en tiempos modernos, genera un gran desequilibrio para los más pequeños de la casa.

Vaca en una dehesa reseca.
(c) Miguel Alba Vegas.

El lobo parece no haber llegado hasta las dehesas aunque no se sabe por cuánto tiempo, pero los perros asilvestrados, los zorros y los buitres pueden causar bajas en los terneros e incluso las vacas.
Sin embargo, lo que más preocupa aquí al ganadero es la fauna salvaje que entra en contacto con el ganado, algo que también ocurre en Ávila: ciervos, gamos, corzos, muflones, jabalíes, tejones, meloncillos...
Todos estos animales pueden ser transmisores de enfermedades y causar verdaderos problemas al ganadero.

Ciervo.
(c) Miguel Alba Vegas.

Y es que los problemas sanitarios son siempre preocupantes pero más aún en la dehesa.
Durante la primavera deben realizarse las campañas obligatorias de saneamiento ganadera y si en un saneamiento salen animales positivos, es decir, contagiados de una enfermedad, deben ser retirados y la ganadería completa será inmovilizada hasta que se repita un nuevo saneamiento y no salga ningún animal positivo.
Esto preocupa especialmente a los trashumantes a finales de la primavera puesto que si han tenido algún animal positivo en el último saneamiento previo a la fecha de regreso a Ávila, no podrán obtener la guía necesaria para el traslado a pie o en camión, lo que supone unas terribles pérdidas económicas.
Volvemos a decir que el ganadero del ejemplo hace bien en dejar 15 terneras en lugar de 8.

El temido saneamiento.

La venta de los terneros, realizada en mayo o junio si se venden como pastencos de 4-6 meses, es el momento más crucial del año para el ganadero y cuando hay que echar más cuentas. Se deben consultar las lonjas, negociar con los tratantes en busca del mejor precio...
En ocasiones, se venden solamente las hembras y los terneros son retenidos para cebarlos en la propia explotación o en cebaderos comunitarios. Cebar terneros en la explotación parece una buena opción pero en los 5-6 meses que como mínimo pasará el animal en el cebadero, pueden pasar muchas cosas que el ganadero debe tener en cuenta.
Los terneros machos cruzados valen más que las terneras cruzadas y los Avileños puros y bastante más que las terneras Avileñas puras debido a que se compran al peso en la mayoría de los casos, motivo que justifica la tenencia de toros para cruzar como antes explicamos.

Terneros cruzados.
(c) Miguel Alba Vegas.

La fecha de regreso a Ávila sí que está condicionada por las costumbres locales pues la mayoría de los agostaderos o pastos de verano "no se abren" hasta fechas próximas a la festividad de la Natividad de San Juan Bautista (24 de junio).
Realizado el viaje de vuelta y establecido el ganado en los agostaderos, comenzará un nuevo ciclo como el que ya hemos descrito.

Vacas en el agostadero.
(c) Miguel Alba Vegas.

A MODO DE EPÍLOGO.
Aunque de manera una tanto abigarrada pero simplificada, puesto que si lo desarrollásemos verdaderamente no acabaríamos nunca, hemos visto bien como esas cuentas del ganadero son difíciles de hacer y en las que dos y dos no siempre son cuatro.
Pensarán muchos lectores que con 100 vacas puede vivir holgadamente una familia pero esto da para que vivan un ganadero, su mujer y una o dos criaturas con dignidad pero sin grandes lujos, no viniendo mal tener otra fuente de ingresos en casa por si el año viene malo como hemos dicho o por si se suceden varios años malos debiendo tener en cuenta que un año bueno o muy bueno no arregla lo que se ha sufrido el año anterior si ha sido malo o muy malo.

Vaca Avileña.
(c) Miguel Alba Vegas.

CONCLUSIÓN FINAL.
Se ha elegido aleatoriamente una raza autóctona española para poner un ejemplo de las cuentas que tiene que hacer todo ganadero. Podríamos haber elegido otra raza bovina como la Tudanca, la Casina, la Blanca Cacereña...o razas incorporadas al patrimonio ganadero español como la Charolesa o la Limusina.
También podríamos haber elegido otra especie como la oveja, la cabra, el cerdo...e incluso haber hablado de una explotación intensiva.
Las cosas serían bastante similares.
Hemos elegido la raza Avileña como homenaje a los muchos criadores de la misma que colaboran con EL CUADERNO DE SILVESTRE.

Vaca Avileña Bociblanca.
(c) Miguel Alba Vegas.

NOTA FINAL DEL AUTOR.
Para realizar este artículo, se ha combinado y sintetizado la información de numerosas explotaciones por lo que la del ejemplo es una explotación media típica de la raza Avileña-Negra Ibérica pero que no es real.
Las fotografías incluidas en este artículo pertenecen en su gran mayoría a MIGUEL ALBA VEGAS, ganadero y fotógrafo quien, desde los comienzos del blog, es uno de los principales colaboradores, habiendo aportado de manera totalmente desinteresada todas sus fotografías, de sobra conocidas por los ganaderos de toda España, para que formen parte del archivo fotográfico de EL CUADERNO DE SILVESTRE y puedan ser utilizadas siempre que sea necesario.

Vaca Avileña.
(c) Miguel Alba Vegas.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

2 comentarios:

  1. Muy bien por este tema y muy bien hecho esto deberían de entenderlo las autoridades competentes, y valorar que estamos combatiendo incendios y cuidado de la naturaleza un saludo

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