LA PARIDERA DE LAS OVEJAS

La paridera es la época en la que las ovejas paren y crían a sus corderos. 
Si durante todo el año el ganadero debe cuidar a sus animales, en esta época debe esmerarse aún más puesto que de una buena paridera depende la correcta marcha de la explotación puesto que aunque las ovejas proporcionen también leche y/o lana, la producción de carne de cordero tiene una gran importancia.

Oveja Castellana con su cordero.
Martiago (Salamanca).
(c) Deme González Calvo.

Las ovejas domésticas descienden de diversas especies de ovinos salvajes que aún habitan en las montañas de Asia Menor aunque existe una gran controversia entre los expertos sobre cuál es la especie original y cuáles fueron las que se cruzaron con ella para dar lugar a los ovinos domésticos.
Dichas ovejas salvajes entran en celo en el otoño y, tras 5 meses de gestación, dan a luz a su cría o crías a finales del invierno o principios de la primavera con el fin de disponer de suficientes pastos.
Este comportamiento reproductivo ha cambiado poco en aquellas razas más primitivas o en las que habitan en regiones con clima frío y lluvioso como Europa Central y del norte, así como en ovejas de manejo absolutamente extensivo.

Oveja Latxa.
Raza más primitiva de España.
Ruente (Cantabria).
(c) Miguel Alba Vegas.

A las ovejas que aún mantienen este comportamiento reproductivo, se las denomina "animales poliéstricos de días cortos" pues presentan su época de celo en desde el final del verano hasta el principio del invierno, cuando los días se acortan sensiblemente. Parirán de esa forma a finales del invierno y en la primavera.
A este comportamiento podemos denominarlo también "ley natural".
No debe achacarse este comportamiento únicamente a factores genéticos sino a factores medioambientales ya que conforme la latitud desciende y las horas de sol aumentan, el periodo de cubriciones se alarga ostensiblemente sin necesidad de que el hombre actúe para modificar este hecho.

Carnero y ovejas de raza Latxa.
(c) Antonio Uriarte.

Tras una rigurosa selección unida a una mejora de las condiciones de manejo, especialmente en lo referente a la alimentación, se ha conseguido modificar absolutamente ese comportamiento y en países como España, todas las ovejas pueden ser consideradas animales poliéstricos permanentes presentar celos durante todo el año, aunque la fertilidad es mucho más elevada en otoño que en primavera, llegando en el caso de algunas razas a presentarse un leve anoestro o periodo en el que no entran en celo de forma natural en invierno y primavera.

Ovejas con sus corderos.
Jarandilla de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tradicionalmente, las ovejas españolas realizaban un parto anual, variando la paridera o época de partos de todas las ovejas de la explotación en función de factores como el clima, el manejo o los propios intereses del ganadero.
Cuando las ovejas eran manejadas de forma extensiva sin recibir alimentación complementaria en la mayoría de los casos, el parto tenía lugar en los meses de febrero y marzo, por lo que las cubriciones se habían producido en el otoño.

Ovejas Castellana Negra con sus corderos.
Martiago (Salamanca)
(c) Deme González Calvo.

De esta forma, los corderos se criaban en una época en la que los pastos de las zonas bajas eran abundantes y las ovejas producían suficiente leche para criarlos, estando listos para la venta como lechales en fechas próximas a la Pascua, ya que en España la costumbre judía de consumir cordero en estas fechas, se conservó durante siglos, si bien los judíos consumían corderos pesados nacidos justamente un año antes.

Oveja con su cordero.
Jarandilla de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Tras la retirada del cordero hacia el mes de abril, se comenzaba en muchas zonas de España a ordeñar las ovejas durante un breve periodo, surgiendo así el popularísimo dicho pastoril:

El queso de abril pa mí, el de mayo pa mi amo y el de junio pa tol mundo.

Sin embargo, si la primavera era excesivamente seca y el pasto comenzaba a escasear, la última parte se cambiaba ya que en junio no se ordeñaba:

...y el de junio pa ninguno.


Queso artesano.
Guisando (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Sin embargo, se vio que mejorando el manejo y la alimentación de las ovejas, se podía alargar el periodo fértil y adelantar las cubriciones con el fin de obtener corderos que estuviesen listos para sacrificar en Navidad, fecha en la que había gran demanda de carne fresca.
Así por ejemplo, los famosos rebaños de ovejas Merinas trashumantes, realizaban la cubrición en junio al llegar a los fértiles pastos de la montaña, teniendo lugar la paridera en el otoño cuando las ovejas volvían a las dehesas de invernada.

Ovejas en primavera.
Nava del Barco (Ávila)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Este sistema, complicado de llevar a cabo con los rebaños estantes (aquellos que no trashuman), se fue generalizando poco a poco pero fue necesario mejorar el sistema de manejo en gran medida ya que en ocasiones las ovejas pasaban el verano alimentándose en las rastrojeras de cereal, lo que hacía que estuviesen en mal estado de carne y no saliesen en celo.
En tales casos, era fundamental alimentarlas bien para que pudiesen cubrirse a finales de la primavera y parir así en otoño.

Ovejas en una rastrojera.
Hijosa de Boedo (Palencia).
(c) Miguel Alba Vegas.

No obstante, como ya dijimos antes, la fertilidad de las ovejas es mayor en otoño que en otras épocas del año, por lo que la mayoría de las explotaciones realizaban dos parideras:

- Temprana: Otoño.
- Tardía: Finales de Invierno y principios de Primavera.

De esta forma, se aseguraba que todas o casi todas las ovejas del rebaño pariesen por lo menos una vez al año e incluso las ovejas que seguían un esmerado manejo, eran capaces de parir dos veces en menos de 12 meses.

Corderos de paridera temprana.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Aún así, era necesario controlar la reproducción para que no naciesen corderos en épocas inconvenientes: durante la trashumancia, en la época del esquileo, en pleno verano....
Para ello, era preciso mantener a los carneros separados de las ovejas, lo que en muchas ocasiones no era tarea fácil al no disponer de instalaciones adecuadas o de fincas para llevar a los carneros. Si tenían que permanecer obligatoriamente con las ovejas, se les colocaba un mandil de tela, esparto o cuero que impedía que cubriesen a las ovejas.

Carnero enmandilado.
(c) Víctor Manuel Carretero.

En pequeños rebaños en los que los carneros no se separaban de las ovejas ni se les colocaba mandiles, los partos tenían lugar en cualquier época del año pero las ovejas seguían siendo más o menos fieles a la ley natural y los partos se concentraban en los meses de diciembre a marzo.

Carnero con las ovejas y los corderos en un pequeño rebaño.
Lagartera (Toledo)
(c) Javier Bernal Corral.

Hoy en día, las prácticas anteriores son poco frecuentes y se mantiene a los carneros en cercados separados de las ovejas donde semanas antes de la cubrición, se complementa su alimentación para que estén fuertes a la hora de realizar su cometido ya que durante el periodo de cubrición, los carneros prácticamente no comen.
Esta práctica favorece además el denominado efecto macho por el que las ovejas al entrar en contacto con los carneros salen en celo rápidamente y en pocos días todo el lote queda cubierto lo que permite concentrar la paridera en un brevísimo periodo.

Carneros separados de las ovejas.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Jesús Carreras Delgado.

Actualmente, no se presenta problemas de fertilidad en ninguna época del año y en el caso de las ovejas manejadas en sistemas extensivos y de forma estante, a menudo se recurre a sencillos tratamientos hormonales que permiten obtener corderos en cualquier época del año.
En las explotaciones con manejo más esmerado, especialmente en aquellas dedicadas a la producción lechera, se organizan varias parideras al año con el fin de poder disponer de una cantidad estable de leche para entregar a la industria quesera o para la producción de quesos artesanos en la propia explotación.

Ovejas Castellanas lecheras.
Zamora.
(c) Silvestre de la Calle García.

Con la organización de dos o más parideras en la explotación se consigue mejorar por un lado la rentabilidad y por otro reducir el intervalo entre partos siendo frecuente que las ovejas realicen tres partos en dos años, lo que supone un intervalo entre partos de unos 8 meses, llegando en el caso de ovejas con un esmerado manejo a realizar partos con un intervalo de 6 meses aunque esto no es lo más conveniente.
Sin embargo, ante el elevado precio del cordero lechal, muchas veces las ovejas son cubiertas hacia el tercer mes tras el parto que coincide justamente con el máximo de producción de leche. De esa forma, la oveja dejará de ser ordeñada a las 150 días tras el parto y dispondrá de unos 90 días de descanso hasta el nuevo parto.

Oveja con su cordero recién nacido.
Jarandilla de la Vera (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Las ovejas lecheras de elevada producción, siguen realizando a menudo un parto anual con el fin de que tengan el suficiente descanso entre lactación y lactación.
Normalmente la lactación de las ovejas dura 150 días, pudiendo amamantar al cordero durante los 30 primeros días y ser ordeñada posteriormente aunque si la producción es elevada, se deja al cordero mamar el calostro durante 2 ó 3 días y después se ordeña a la oveja con normalidad.
Con el fin de evitar la bajada de la producción de leche debido a la preñez, estas ovejas de alto rendimiento no son cubiertas hasta que dejan de ordeñarse.

Ovejas Castellanas con sus corderos.
Zamora.
(c) Silvestre de la Calle García.

No sólo en las ovejas de aptitud lechera se realiza esta intensifica la reproducción reduciendo el intervalo entre partos a 8 meses, sino que en muchas explotaciones extensivas dedicadas exclusivamente a la producción de carne, se lleva a cabo también este proceso con el fin de obtener mayor número de corderos por oveja y año.

Oveja con sus dos corderos.
Montehermoso (Cáceres).
(c) Alexis Ávila Pulido.

Respecto a la madurez sexual, tradicionalmente las ovejas que seguían un sistema de explotación netamente extensivo con una alimentación basada casi exclusivamente en el pasto, realizaban su primer parto entre los 18 y los 24 meses de vida. 
Sin embargo, si se complementaba su alimentación y alcanzaban suficiente desarrollo, podrían realizar el primer parto entre los 12 y los 15 meses de vida.

Oveja de primer parto.
Casar de Cáceres.
(c) David Mahíllo González.

Actualmente, en muchas explotaciones extensivas sigue ocurriendo algo parecido y el primer parto tiene lugar entre los 12 y lo 18 meses.
Las corderas nacidas en la paridera temprana o de otoño pueden parir fácilmente con 12 meses mientras que las de la paridera tardía, si no se han desarrollado lo suficiente, no parirán en ocasiones hasta la paridera temprana del año siguiente al de su nacimiento, es decir, cuando cuenten con alrededor de 18 meses.

Castellana Negra con cordero recién nacido.
Villatoro (Ávila).
(c) Cristina Martín Peral/ Javier Gañán.

En explotaciones con un esmerado manejo, no es infrecuente que las corderas entren en gestación por primera vez con tan sólo 5 meses de vida, produciéndose el parto a los 10 meses sin que tengan problemas ni la madre ni la cría.
No obstante, para que esto sea posible, las corderas tienen que estar suficientemente desarrolladas pues no es recomendable que se cubran antes de haber alcanzado por lo menos el 60% del peso estimado que deberán tener cuando sean adultas ya que durante la gestación, especialmente al final de la misma, el crecimiento de la cordera se ralentiza.

Ovejas Talaveranas de primer parto.
Lagartera (Toledo)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Una vez comenzada la vida reproductiva y con los intervalos entre partos ya citados, las ovejas pueden reproducirse hasta los 10 años o incluso más. 
Todo dependerá del estado físico, el desgaste dentario en las ovejas de cría extensiva y cualquier otro tipo de problema reproductivo o mamario.

Oveja con su cordero recién nacido.
Montehermoso (Cáceres).
(c) Alexis Ávila Pulido.

Los corderos son sexualmente maduros a los 6 ó 7 meses pero dado que el mayor desarrollo testicular se produce entre los 7 y los 12 meses, no conviene que comiencen a cubrir o al menos con asiduidad hasta que cumplan el año de edad.
Comenzada su vida reproductiva, podrán utilizarse también durante varios años aunque en los rebaños más pequeños es frecuente retirarlos antes para evitar que puedan cubrir a sus hijas y nietas y aparecer así problemas de consanguinidad.

Semental de raza Castellana Negra.
Villatoro (Ávila)
(c) Cristina Martín Peral y Javier Gañán.

La prolificidad o número de corderos nacidos por parto es, en líneas generales, inferior en las ovejas que en las cabras.
Se expresa en % de corderos nacidos por cada 100 partos. Por ejemplo, una tasa de prolificidad del 150% significa que cada oveja ha tenido 1,5 corderos por parto lo que significa que más de la mitad de los partos han sido dobles o múltiples.

Oveja Castellana Negra con dos corderos.
Martiago (Salamanca).
(c) Deme González Calvo.

Existen razas que baten récords como la Finesa de Finlandia con partos de 3 ó 4 corderos y la Romanov de Rusia raza en la que se conocen partos de hasta 9 corderos.
En España, las razas más prolíficas son la Gallega, la Menorquina y la Salz, esta última creada a partir del cruzamiento de la raza Romanov ya citada y la Rasa Aragonesa. En estas tres razas, el parto doble es el más normal siendo los triples habituales y los cuádruples frecuentes mientras que los partos de un solo cordero suelen corresponder a algunas hembras de primer parto.
No obstante, cualquier raza autóctona española con un manejo adecuado puede tener partos de dos o más corderos con cierta frecuencia siendo las tasas de prolificidad de 150-170% relativamente frecuentes ascendiendo a 185% para la Gallega y a 194% para la Menorquina. En el caso de la Salz, puede superar el 200%.

Oveja Castellana con sus tres corderos.
Martiago (Salamanca).
(c) Deme González Calvo.

Teniendo en cuenta las elevadas tasas de prolificidad de algunas ovejas autóctonas españolas y el intervalo entre partos, es frecuente que en muchas explotaciones, especialmente en aquellas dedicadas a la producción de leche, se consigan destetar 2 o más corderos por oveja y año, lo que supone una fuente importantísima de ingresos para la explotación.
Para conseguir esto, es fundamental programar correctamente las parideras y atender adecuadamente al ganado reproductor, tanto ovejas como sementales.

Oveja Castellana Negra con dos corderos.
Martiago (Salamanca).
Deme González Calvo.

La prolificidad en las ovejas es un carácter hereditario y fácilmente seleccionable. De esta forma, las ovejas y carneros nacidos en partos gemelares o múltiples, tienen mucha posibilidad de tener partos múltiples en el caso de las hembras o que las ovejas que cubren tengan partos múltiples en el caso de las machos.
Curiosamente, con una de nuestras razas más emblemáticas, la Merina, se ejerció durante siglos una selección negativa de la prolificidad. No se dejaban nunca animales, sobre todo machos, procedentes de partos dobles puesto que las ovejas Merinas producían poca leche y al depender exclusivamente del pasto, en ocasiones eran incapaces de criar ni siquiera a un cordero, recurriendo los ganaderos a la práctica del "doblado" que consistía en sacrificar a la mitad de los corderos nada más nacer para que los corderos supervivientes fuesen amamantados por dos ovejas.

Ovejas Merinas Negras.
Trujillo (Cáceres)
(c) Silvestre de la Calle García.

La mayoría de las razas ovinas autóctonas españolas presentan sin embargo un problema relacionado con la producción cárnica.
Pese a proporcionar carne de gran calidad, la conformación de la canal de los corderos es deficiente en la mayoría de los casos y su crecimiento es relativamente lento por lo que se recurre al cruzamiento industrial buscando razas que presenten canales mejor conformadas, rápido crecimiento y que a la vez sean bastante prolíficas.

Cordero Ojalado.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Razas como la Berrichon du Cher, la Charmoise, la Fleischschaf, la Ile de France, la Landaschaf o el Merino precoz, todas ellas derivadas en mayor o menor medida de nuestra raza Merina autóctona, han sido intensamente utilizadas durante las últimas décadas para cruzarlas con nuestras razas autóctonas eligiendo una u otra según los intereses del ganadero.
Además, existen núcleos de cría en pureza para producir sementales de cruzamiento y explotaciones convencionales de estas razas para la producción de corderos pesados.

Carnero Ile de France.
Brozas (Cáceres)
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Actualmente, se están incorporando también nuevas razas como la Suffolk caracterizada por su gran tamaño (100 kilos las ovejas y 140 los carneros), pelaje negro y lana blanca, excelente conformación de la canal, rápido crecimiento de los corderos y una prolificidad media de las ovejas de 1,71 corderos por parto.

Oveja Suffolk con su cordero.
Brozas (Cáceres)
(c) Pilar Domínguez Castellano.

En el caso de las ovejas lecheras autóctonas como la Churra o la Castellana, ha sido frecuente realizar cruzamientos con razas lecheras extranjeras como la Assaf o la Lacaune.
Tradicionalmente, la producción lechera de las ovejas autóctonas era relativamente baja debido al deficiente manejo alimentación y a la ausencia de selección, pero al mejorarse el sistema de manejo y llevarse a cabo una rigurosa selección, esto ha cambiado bastante por lo que el cruzamiento con razas extranjeras es cada vez menos común.

Ovejas de raza Assaf.
Candeleda (Ávila)
(c) Silvestre de la Calle García.

Normalmente, todos los corderos nacidos de estos cruces, son destinados a sacrificio pero en ocasiones, las hembras cruzadas de primera generación son recriadas para utilizarlas como reproductoras ya que combinan la extraordinaria rusticidad de las razas autóctonas con las cualidades productivas de la raza paternal.
Estas ovejas cruzadas, son cubiertas por carneros especializados en la producción cárnica para obtener unos rendimientos realmente difíciles de superar tanto por los ovinos autóctonos como por los ovinos extranjeros que para que sean productivos han de explotarse de forma menos intensiva en nuestros medios ganaderos.

Oveja con su cordero.
Acehúche (Cáceres)
(c)Gonzalo Lorenzo Gómez.

Normalmente, las ovejas realizan el parto como cualquier mamífero sin dificultad alguna y de manera totalmente natural. En ocasiones, especialmente cuando se trata de ovejas de cría extensiva, lo realizan en el campo como si de animales salvajes se tratase aunque conviene que el ganadero esté pendiente para llevar a los corderillos hasta el aprisco ya que no pueden caminar largas distancias cuando sólo cuentan con unas horas de vida.

Oveja con su cordero recién nacido en el campo.
(c) Jaime González Llamazares.

Muchos ganaderos prefieren estabular a las ovejas durante la paridera por si es necesario ayudar a alguna en los partos. Esto es relativamente frecuente en el caso de ovejas que realizan partos múltiples o cuando se realizan cruzamientos con los sementales de las razas citadas anteriormente que suelen ser de gran tamaño, siendo en ocasiones necesaria la ayuda del ganadero si alguno de los corderos viene mal colocado.

Gonzalo Lorenzo Gómez ayudando a parir a una oveja.
Acehúche (Cáceres)
(c) Gonzalo Lorenzo Gómez.

Puede mantenerse a las ovejas estabuladas en amplias naves y aislarlas en pequeños corrales justo antes del parto, dejándolas allí durante algunos días para que los corderillos se fortalezcan y para que las madres los acepten y nos los rechacen, cosa que pasa en ocasiones.

Oveja con sus corderos en un corral individual.
Casar de Cáceres (Cáceres).
(c) David Mahíllo González.

Tras el nacimiento, salvo en el caso de las razas lecheras de gran producción, las ovejas amamantarán a sus corderos durante un periodo mínimo de 30-45 días habiendo ganaderos que estabulan a ovejas y corderos durante este periodo mientras que otros sacan a las ovejas al campo durante el día y las juntan con los corderos por la noche para que estos puedan mamar.

Corderos con las madres en la nave para pasar la noche.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Jesús Carreras Delgado.

También hay ganaderos que dejan los corderos con las ovejas al aire libre en praderas debidamente cercadas. Esto no presenta ningún problema si el clima no es excesivamente riguroso y si no hay depredadores como carnívoros o grandes rapaces.
También pueden permanecer así durante el día y encerrarse por la noche en naves.

Ovejas con sus corderos en una pradera.
Casar de Cáceres (Cáceres).
(c) David Mahíllo González.

Durante todo este periodo, el ganadero debe vigilar en todo momento el estado de las ovejas y de los corderos, procurando que las ovejas coman abundantemente para producir la leche necesaria para las crías y asegurándose que éstas maman la cantidad adecuada pues si consumen poca leche no se desarrollarán y si consumen demasiada pueden sufrir trastornos intestinales.

Oveja amamantando a su cordero.
Acehúche (Cáceres)
(c) Gonzalo Lorenzo Gómez.

Finalmente, cumplidos los 30-45 días los corderos serán generalmente destetados para ser sacrificados como lechales o para cebarse y sacrificarse a partir de los 70-90 días como corderos pascuales.
Tradicionalmente, era corriente que los corderos permaneciesen hasta los 4-5 meses con las madres e incluso más, pero esto no se realiza actualmente en casi ninguna explotación para poder reducir el intervalo entre partos como ya dijimos.

Corderos en periodo de cebo.
Brozas (Cáceres).
(c) Pilar Domínguez Castellano.

Naturalmente, no todos los corderos, y muy especialmente las corderas, se destinan al sacrificio para la producción de carne sino que un porcentaje variable que oscila entre el 20 y el 30% dependiendo de las necesidades del ganadero, son recriados para reposición o renuevo de los ejemplares adultos que mueren, son vendidos por diversas causas o simplemente terminan su vida reproductiva.
Se eligen para ello los animales de mejores características morfológicas, los hijos de las ovejas más productivas y, en ocasiones, también algunos ejemplares que por su particular coloración son criados por simple capricho.

Preciosa oveja de capa manchada.
Acehúche (Cáceres)
(c) Gonzalo Lorenzo Gómez.

En el caso de los corderos machos, muchos ganaderos no los recrían, especialmente en las ganaderías más pequeñas, para evitar problemas de consanguinidad como apuntamos anteriormente.
Se recurre en tales casos a la compra de corderos o sementales ya adultos procedentes de otras explotaciones, pero procurando siempre conocer las características de los padres del animal.

Cordero de raza Fleischschaf.
Montehermoso (Cáceres).
(c) Alexis Ávila Pulido.

Como podemos ver, la paridera de las ovejas exige una serie de conocimientos milenarios transmitidos de generación en generación que, unidos a los conocimientos técnico-científicos actuales permiten mejorar la reproducción del ganado ovino aumentando así la rentabilidad de las explotaciones.

Ovejas con sus corderos.
Casar de Cáceres (Cáceres)
(c) David Mahíllo González.

A MODO DE EPÍLOGO.
España ha sido siempre un país ovejero hasta el punto de ser las ovejas Merinas, protegidas por el Honrado Concejo de La Mesta (1273-1836), productoras de finísima lana, la mayor riqueza del país durante siglos, permitiendo que España fuese la primera potencia mundial.
Todo eso se debió al buen hacer de los ganaderos que eran los encargados de mantener la raza Merina y producir la lana fina que después, gracias a los carreteros con sus yuntas de bueyes, sería llevada a los puertos del Cantábrico para ser exportada a Flandes desde donde se reimportaban maravillosos tejidos, si bien con el tiempo floreció en España una importante industria textil.

Ovejas Merinas trashumantes.
Madrid.
(c) Silvestre de la Calle García.

Hoy en día, aunque la lana no tiene tanta importancia como en épocas pretéritas, España sigue siendo un país ovejero donde la carne y la leche de oveja son dos productos importantísimos dentro del sector primario nacional contando la carne de cordero y los quesos que numerosas Indicaciones Protegidas y Denominaciones de Origen.

Ovejas Castellanas.
Martiago (Salamanca)
(c) Deme González Calvo.

Además de esto, las ovejas se crían a menudo en regiones que por el clima, la orografía o las condiciones del suelo, son poco aptas para realizar aprovechamientos agrícolas o para la cría de otro tipo de ganado en extensivo por lo que la cría de ovejas permite la fijación de población en el medio rural, permitiendo a muchos jóvenes ganaderos quedarse en sus pueblos y evitando así la despoblación total de esa famosa y mal llamada por muchos "España vaciada".

Rebaño de ovejas.
Tabuyo del Monte (León)
(c) Fred Río.

El pastoreo de ovejas genera grandes beneficios medioambientales. Las ovejas trasportan gran cantidad de semillas y con sus excrementos abonan los pastizales generando suelos fértiles. Al mismo tiempo, mantienen libres de maleza y bosque extensas superficies de nuestros montes reduciendo el riesgo de los temibles incendios forestales que todos los años calcinan una gran número de hectáreas en zonas donde precisamente la presencia de ganado es escasa ya que donde hay ganado, aunque se produzcan incendios, estos serán de poca magnitud y fáciles de extinguir.

Rebaño de ovejas a los pies del Almanzor.
El Raso, Candeleda (Ávila).
(c) Jesús Carreras Delgado.

Valoremos en su justa medida a nuestros ganaderos de ovino como Demetrio González Calvo, José Antonio Uriarte, Javier Gañán Almohalla, Jesús Carreras Delgado, Jaime González Llamazares, Fred Río, Pilar Domínguez Castellano, Gonzalo Lorenzo Gómez, David Mahíllo González, Alexis Ávila Pulido...  para que niños como David Ávila Pulido pueda cumplir su sueño de ser ganadero como su hermano Alexis y manejar adecuadamente su ganado para que las ovejas tengan una buena paridera.

David y Alexis con las ovejas.
(c) Alexis Ávila Pulido.

Agradecimientos:
A todos los ganaderos y fotógrafos que han colaborado desinteresadamente para realizar este artículo.

Bibliografía y fuentes consultadas:
- Esteban Muñoz, C. (2003) Razas ganaderas españolas ovinas. Colección FEAGAS.
- Ministerio de Agricultura (2019) Razas de ganado del catálogo oficial de España.
- Rodríguez Pascual, Manuel (2004) La trashumancia. Cultura, cañadas y viajes. Ed. Edilesa.
- Sañudo Astiz, C. (2011) Atlas mundial de etnología zootécnica. Ed. Servet.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

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