LAS CABRAS DE TÍA JUANA
Navalosa es una localidad abulense situada a orillas del río Alberche y en la vertiente norte de las estribaciones orientales de la Sierra de Gredos.
Esta población es famosa por sus impresionantes ejemplos de arquitectura vernácula y por la fiesta de Los Cucurrumachos. Sobre ambos temas, podrá el lector encontrar toda la información que desee consultando los enlaces que aparecen al final de este artículo en el que nos centraremos en hablar de LAS CABRAS DE TÍA JUANA.
Tía Juana con sus cabras.
(c) Silvestre de la Calle García.
Juana González Jiménez nació el 27 de mayo de 1932 y ha sido ganadera toda su vida, siendo actualmente propietaria de un pequeño rebaño de cabras que pastorea en las cercanías de la localidad de Navalosa (Ávila).
Recuerdo perfectamente el día en el que mi padre y yo conocimos, hace más de una década a tía Juana. Íbamos a fotografiar la fiesta de Los Cucurrumachos sobre la que habíamos leído algo en un libro pero sin saber muy bien cómo se organizaba, nos fuimos a la aventura, con la inmensa suerte de conocer a Carlos González y su familia que son ya "nuestra familia" de Navalosa.
En las cercanías del pueblo nos detuvimos al ver a una mujer mayor con un pequeño rebaño de cabras. Le preguntamos su nombre y si podíamos hacer fotos a las cabras y nos dijo que se llamaba tía Juana y que podíamos hacer fotos sin ningún problema.
Las cabras de tía Juana.
(c) Silvestre de la Calle García.
Esta práctica consiste en colocar un mandil de tela, cuero o lona al macho y atárselo al lomo de forma que no pueda cubrir a las cabras cuando al ganadero no le interesa que lo haga.
Tía Juana con sus cabras y el macho "enmandilado".
(c) Silvestre de la Calle García.
Aunque haya cabras en celo y el macho las huela, si tiene puesto el mandil, podrá montarlas pero no dejarlas preñadas lo que permite al ganadero llevar un control riguroso de la reproducción y las parideras.
Puede parecer un método primitivo, pero es muy efectivo y ganaderos como tía Juana saben realizarlo a la perfección y, si llevan toda la vida haciéndolo, es porque funciona.
Tía Juana viendo cómo el macho enmandilado huele a una cabra.
(c) Silvestre de la Calle García.
Al preguntarle por su edad, lejos de enfadarse, tía Juana ser rió dijo que tenía muchos años. Sin duda rondaba ya los 80, pero no nos lo quiso decir.
Nos despedimos de ella hasta otra ocasión.
Tía Juana con sus cabras.
(c) Silvestre de la Calle García.
Le llevamos unas fotos de las que habíamos hecho en el invierno y la buena mujer nos dio las gracias y nos dijo que se acordaba perfectamente de nosotros.
El macho seguía con las cabras, pero esta vez sin mandil para que dejase preñadas a las cabras si no lo estaban y pariesen en el momento deseado por tía Juana para poder tener cabritos y leche para el consumo.
Tía Juana con su rebaño.
(c) Silvestre de la Calle García.
Muchos pueden pensar que las cabras de tía Juana podrían pastar solas, pero lo hacen en las cercanías del pueblo donde hay numerosos huertos donde los vecinos cultivan verduras y hortalizas para su sustento, árboles frutales y donde hay algunos prados de siega para el ganado vacuno. Las cabras son animales que respetan poco las paredes y las alambradas, lo que obliga a los cabreros a vigilarlas constantemente.
Además, suelen permanecer las cabras de tía Juana junto a la carretera, por lo que podrían cruzarla y provocar algún accidente.
Tía Juana con las cabras junto a la carretera.
(c) Silvestre de la Calle García.
Así es que, tía Juana permanece en todo momento junto a su pequeño rebaño, sin apartar la vista de los animales y colocándose junto al quitamiedos de la carretera para poder controlar así todos los movimientos de las cabras.
No siempre pastorea junto a la carretera sino que otras veces se la puede ver por el campo caminando por los caminos que separan y conducen a los huertos y prados.
Tía Juana vigilando las cabras.
(c) Silvestre de la Calle García.
Sin embargo, hace algunas décadas era común que las familias rurales mantuviesen un reducido número de cabras, entre 1 y 5, para abastecerse de leche y cabritos y aprovechar su estiércol para abonar los huertos. Estos pequeños lotes de cabras, se unían a los de otros vecinos y eran pastoreados en un rebaño comunal bien por un sistema de turnos o vecería o contratando un pastor asalariado.
Sin embargo, como esta costumbre va desapareciendo, muchos ganaderos se ven obligados a pastorear sus pequeños rebaños en soledad como hace tía Juana.
Día tras día, llueva o nieve, haga frío o calor, tía Juana sale con sus cabras al campo siendo un ejemplo de lucha y constancia para los jóvenes del medio rural y un ejemplo para la gente mayor al mantenerse tan sumamente activa con su avanzada edad.
También es un ejemplo para la propia Administración del bien que hacen estos pequeños rebaños manteniendo limpios de maleza los alrededores de los pueblos contribuyendo así al mantenimiento de la biodiversidad de la zona.
Tía Juana junto a los corrales.
(c) Silvestre de la Calle García.
Últimamente voy a Navalosa menos de lo que me gustaría pero hablo mucho con gente de allí que son fieles lectores del blog o auténtica familia como antes decía y siempre les pregunto:
- ¿Y tía Juana?
La respuesta es siempre la misma:
- AHÍ SIGUE.
Difícil será que tía Juana pueda ver este artículo por lo que pido a las personas de Navalosa que lo leerá, que sé que serán muchas sin duda alguna, que envíen este artículo a la familia de tía Juana.
Aprovecho para animar a las autoridades locales a que hagan algún homenaje o reconocimiento a tía Juana y a todos los mayores de Navalosa por haber mantenido y mantener viva la cultura rural.
Quiero que este artículo, escrito con gran respeto y cariño por el nieto de dos ganaderas, sea un sencillo pero sincero homenaje para todos los mayores de Navalosa pero especialmente para TÍA JUANA.
Técnico Forestal.
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