CAN MALACOSTA: JÓVENES GANADEROS Y AGRICULTORES DE IBIZA.
Ibiza es para muchos un destino turístico de gran importancia pero esta pequeña isla mediterránea es mucho más que eso.
Desde tiempo inmemorial, sus habitantes han vivido dedicados a la agricultura y la ganadería y aún hoy en día hay familias pagesas dedicadas a la cría de ganado y al cultivo de la tierra.
Este es el caso de la familia Ferrer Subirana, destacando la labor de los hermanos Marc y Eva que compaginan la ganadería y la agricultura con una importante labor educativa y divulgativa en la propia finca.
Eva y Marc Ferrer Subirana conn dos cabritos.
(c) Can Malacosta.
Can Malacosta es una casa pagesa familiar que se encuentra en la localidad de San Carlos de Peralta, perteneciente al municipio de Santa Eulalia del Río en la isla de Ibiza. El propietaria de la casa y finca que rodea a la misma es Mariano Ferrer Marín quien la gestiona sus hijos Marc (20 de octubre de 1992) y Eva (4 de junio de 1996).
Mariano heredó la finca de su madre quien la heredó a su vez de su padre que la recibió en herencia de su madre, la cual falleció cuando él tenía tan sólo 2 años.
El abuelo de Mariano vivió toda la vida en la finca, al principio con su padre, su madrastra y los hijos de este matrimonio y posteriormente con su propia familia ya que al haber pertenecido la finca a su madre, que por fallecer muy joven no tuvo más hijos, pasó enteramente a su propiedad.
Tenía un pequeño rebaño compuesto por unas 8-10 ovejas y 1 ó 2 cabras, a lo sumo 3, pero en ocasiones una sola. No quería tener más cabras porque de niño había pasado muchas penalidades cuidando un gran rebaño de cabras y recorriendo los campos descalzo hasta los 14 años por falta de recursos económicos.
Cabras Eivissencas.
(c) Can Malacosta.
Además de eso, tenía 1 caballería para trabajar, que normalmente era una mula, 1 ó 2 cerdos para la matanza, 12 ó 14 gallinas y un par de jaulas de conejos. Todos estos animales, a los que se sumaban un par de perros para cazar conejos de campo y perdices así poder variar ocasionalmente la dieta familiar, se destinaban al autoconsumo de la propia finca vendiendo únicamente los corderos, algunos quesos y huevos para obtener algo de dinero y adquirir aquello que no podía producirse en la finca.
Oveja con corderos recién nacidos.
(c) Can Malacosta.
En la finca se sembraba cereales y legumbres, además de haber en ella olivos milenarios cuyas aceitunas se destinaban tanto a la elaboración de aceite para el consumo familiar como para ser conservadas en salmuera. También se recogían y secaban muchos higos, almendras y algarrobas para vender.
Los cereales se destinaban tanto al consumo humano en forma de harina para la elaboración de pan como a la alimentación de los animales.
Este pagès vivió toda su vida en la finca dedicándose exclusivamente a la actividad agropecuaria hasta que ya no pudo trabajar en el campo. Cuando su hija tenía 18 años, contrajo matrimonio y se marchó de la finca pero ayudó a su padre hasta que dejó de trabajar en el campo, momento en el que Mariano sustituyó a su abuelo en la finca.
Mariano Ferrer Marín comenzó su actividad con un pequeño rebaño de ovejas y criando algunos cerdos para la venta, además de continuar con el cultivo de la finca como había venido haciendo su abuelo.
Sus padres, que trabajaban en un hotel desde el boom turístico que afectó a la isla de Ibiza, ayudaban a su hijo siempre que podían.
Inicialmente, Mariano compaginó la actividad agropecuaria con otras ocupaciones pero finalmente se dedicó exclusivamente a la finca.
Como otros muchos jóvenes hijos de agricultores y ganaderos, Marc Ferrer Subirana vivió y creció en la finca familiar junto a sus padres y abuelos.
Desde niño es un gran apasionado de los animales y en particular de las cabras. En Can Malacosta no se criaban cabras en aquel momento, pero cerca de allí vivía una señora mayor, a la que Marc quería como una abuela, que tenía un gran rebaño compuesto por unas 25-30 cabras y otras tantas ovejas, pastoreando dicho rebaño todos los días cerca de la casa de los abuelos de Marc que siempre pedía que le llevasen a ver a esa mujer y cuando pasaba al lado de la carretera pedía que parasen el coche para ver a las cabras.
Tan obsesionado estaba Marc con tener una cabra que su abuela decidió regalarle una cuando tan sólo tenía 3 años ayudándole a cuidarla.
Recuerda Marc con gran cariño a aquella vieja pagesa que tenía en su rebaño unas magníficas cabras negras, algunas de las cuales terminaron con el tiempo formando parte del rebaño de Can Malacosta.
Marc estudió magisterio pero al terminar sus estudios en lugar de ejercer como maestro, prefirió incorporarse al sector agropecuario y trabajar en la finca comenzando con un rebaño de ovejas y un pequeño rebaño de cabras que había ido formando poco a poco desde que le regalaron su primera cabra aproximadamente dos décadas antes.
Actualmente, en Can Malacosta sus propietarios mantienen un rebaño de unas 100 ovejas, 35 cabras de raza Eivissenca, 5 equinos entre los que se encuentra una mula, 4 cerdas de cría y un macho reproductor, alrededor de 60 ó 70 gallinas de raza Eivissenca y ponedoras, un centenar de pollos y pollas, 4-5 madres y 1-2 machos de conejo autóctono ibicenco y un gran número de aves como palomas, pavos reales, pavos, patos....
Además de eso, en la finca se cultiva cereal (avena, cebada y trigo), forraje (avena veza) y alfalfa de regadío junto con productos hortofrutícolas como patata, melón, sandía... además de contar con gran variedad de frutales entre los que destaca un campo de naranjos.
Aunque en Ibiza existe una raza autóctona de oveja conocida como Ovella Eivissenca de la que sólo quedan 287 ejemplares en 24 pequeñas explotaciones, las ovejas de Can Malacosta son cruzadas. La gran mayoría presentan un alto porcentaje de sangre de raza Lacaune, autóctona de Francia y que cuenta con una línea de aptitud lechera (con cuya leche se elabora en Francia el célebre queso Roquefort) y una línea de aptitud más cárnica.
Las ovejas de Can Malacosta se destinan a la producción cárnica siendo manejadas de forma extensiva durante la mayor parte del año complementando su alimentación en épocas de escasez o de mayores requerimientos nutricionales (gestación y lactación) con cereal, paja de cereal, forraje, algarrobas y alfalfa.
Los corderos permanecen junto a sus madres desde el nacimiento hasta el momento de la venta. Al estar sometidas a un buen manejo, los partos gemelares y múltiples no son raros en estas ovejas, las cuales paren en ocasiones a pleno campo durante el pastoreo diario.
En ocasiones, son encerradas para que realicen el parto con mayor comodidad y seguridad tanto para la madre como para las crías, siendo incorporadas madre y crías tras un días al rebaño.
Los corderos son comercializados cuando alcanzan un peso estimado de 10-12 kg/canal equivalentes a unos 20-24 kg de peso vivo. La crianza totalmente extensiva y natural de estos corderos que se alimentan exclusivamente de leche materna complementada con pastos naturales asegura una calidad inmejorable de la carne con un sabor realmente delicioso. Son vendidos directamente a restaurantes de la Isla.
Las cabras de raza Eivissenca son uno de los grandes tesoros de Can Malacosta y para Marc tienen un significado especial y un valor que trasciende el meramente económico desde que, como dijimos anteriormente, su abuela le regaló la que fue su primera cabra.
Marc lleva años recorriendo todas las casas de Ibiza y Formentera en las que viven personas mayores que tienen pequeños rebaños de cabras autóctonas que, en ocasiones se reducen, a 3 ó 4 ejemplares.
Pasa mucho tiempo con estas personas empapándose de su gran sabiduría y cuando llega el momento en el que no pueden hacerse cargo de sus cabras, Marc se hace cargo de ellas convirtiéndose así en un auténtico salvador de la cabra Eivissenca y de la cultura tradicional asociada con dicha raza.
Todo esto constituye una gran satisfacción para las personas mayores que saben que mientras Marc siga ahí, la cabra Evissenca tiene el futuro asegurado.
285 reproductores en 31 explotaciones repartidas por las islas de Formentera, Mallorca y sobre todo Ibiza, es lo que arroja el último censo de la raza caprina Eivissenca, lo que la convierte en una de las razas más amenazadas de España y del mundo, siendo el rebaño de Can Malacosta, con unos 35 ejemplares, el de mayor dimensión.
Estas cabras han sido criadas desde tiempo inmemorial por su aptitud mixta leche-carne, destinándose hoy la primera producción principalmente al consumo familiar tanto en fresco como en forma de quesos y postres propios de la gastronomía ibicenca como la llet apressa, los macarrons de Sant Joan o el Flaó.
En Can Malacosta las cabras siguen un manejo muy similar al descrito para las ovejas, saliendo a pastar siempre que es posible y acompañadas en todo momento por Marc que tiene que vigilarlas constantemente debido a la presencia de perros sueltos y asilvestrados que constituyen una grave amenaza para los rebaños.
Marc cuidando el rebaño.
(c) Can Malacosta.
Al igual que las ovejas, las cabras complementan su alimentación a base de pastos naturales con cereal, paja de cereal, forraje, algarrobas, alfalfa...si bien reciben raciones de cereal un poco más generosas que las ovejas y durante periodos más largos del año con el fin de favorecer su producción lechera.
Como se trata de un rebaño de pequeñas dimensiones, el ordeño es realizado por Marc y Eva de forma manual dos veces al día. La cabra Eivissenca ha sido seleccionada durante siglos para que su ordeño pueda ser realizado fácilmente y actualmente, en contra de lo que ocurre en otras razas caprinas españolas de aptitud lechera, se valoran más las cabras con ubres de tipo antiguo o descendidas por facilitar el ordeño manual.
Los cabritos, al igual que los corderos, permanecen siempre junto a las madres lo que hace que su carne sea también de una calidad excepcional. El destete y comercialización de los mismos, se realiza cuando son lechales y alcanzan un peso/canal de 6-8 kg equivalente a unos 12-16 kg en vivo.
Son comercializados también directamente a restaurantes de la Isla.
Los cerdos criados en Can Malacosta son cerdos híbridos de capa blanca. En la Isla existe también un cerdo autóctono, no reconocido aún oficialmente como raza autóctona, similar al Porc Negre de la isla de Mallorca, cuya canal contiene un contenido graso elevado que no agrada a todos los consumidores, quienes demandan más el cerdo blanco.
Las 4-5 cerdas y el macho reproductor son criados en estabulación en cómodas y espaciosas pocilgas donde las cerdas dan a luz y crían a sus cochinillos con total seguridad.
Pasadas unas semanas, los cerditos comienzan el periodo de cebo, cebándose anualmente alrededor de 40 ejemplares, siendo todos vendidos a particulares de la Isla que, queriendo hacer una matanza tradicional para el consumo familiar, no quieren o no pueden cebar por falta de espacio un cerdo.
Por ello, en Can Malacosta ceban los cerdos hasta que alcanzan el peso deseado por los clientes, siendo comercializados en ese momento.
Durante el periodo de cebo son alimentados fundamentalmente con harina de cebada, harina de guisantes, maíz y el suero sobrante de la elaboración artesanal del queso de cabra y que constituye uno de los mejores alimentos existentes para el engorde del ganado porcino. Aunque se intenta que la mayor parte del alimento consumido por los cerdos sea producido dentro de la explotación, la producción es insuficiente y es necesario adquirir fuera de la finca parte del alimento.
Las gallinas pertenecen como se dijo anteriormente a la raza Eivissenca, autóctona de la isla y caracterizada por su tamaño medio con un peso de 3,5 kg en los gallos y de 2,5 kg en las gallinas, existiendo las variedades negra plateada, negra barrada y trigueña plateada.
Estas gallinas, criadas desde siempre en las casas pagèsas de Ibiza, abastecían a las familias de huevos y pollos, vendiendo ocasionalmente los excedentes. Se trata de animales rústicos, resistentes y sumamente fáciles de mantener.
Además, en Can Malacosta se mantienen gallinas ponedoras corrientes cuya puesta de huevos es más elevada que la de las gallinas autóctonas. Unas y otras se mantienen en corrales donde son alimentadas con cereal, soltándolas durante algunas horas para que picoteen libremente.
Los huevos y pollos se destinan al consumo familiar, siendo de una calidad excepcional al proceder de gallinas criadas en libertad y alimentadas con productos naturales.
Los conejos, pertenecientes a la raza autóctona conocida como conil pagès, no reconocida oficialmente, han sido unos animales muy populares en las casas ibicencas. Se caracterizan por su tamaño medio a pequeño y de color negro, gris o marrón con manchas blancas.
El mantenimiento de estos animales es sumamente sencillo pues se alojan en sencillas jaulas que ocupan poco espacio y se alimentan básicamente de hierba, pudiendo consumir incluso malas hierbas, complementando su alimentación con algo de cereal.
La carne de conejo, una de las más sanas que existen por su bajo contenido en grasa y colesterol, se destina al consumo familiar. Es verdaderamente increíble la cantidad de kilogramos de carne que puede llegar a producir una sola coneja dada la gran prolificidad y el rápido ritmo de crecimiento de estos animales.
Respecto a los equinos presentes en Can Malacosta, son mantenidos fundamentalmente por afición, ya que Marc es un gran aficionado a estos animales, aunque también se emplean en la realización de labores agrícolas y de otras tareas que veremos más adelante.
La finca tiene una importante superficie dedicada al cultivo como ya se anotó anteriormente.
La siembra de cereal de secano, tiene gran importancia pues tanto el grano como la paja se destinan a la alimentación de los animales.
También los cultivos forrajeros como la avena veza y la alfalfa, esta última cultivada en regadío, tienen gran importancia para la suplementación de las ovejas y cabras, especialmente durante los meses estivales en los que el campo está prácticamente seco y no hay nada que comer.
Desde el punto de vista comercial, el cultivo que adquiere mayor importancia es la patata y precisamente para ciertas labores relacionadas con este cultivo, la mula presente en Can Malacosta es fundamental.
Las patatas, cultivadas en regadío, son comercializadas directamente a restaurantes igual que se hace con los corderos y cabritos, constituyendo una importante fuente de ingresos para la explotación.
También se comercializan durante el verano sandías, melones, verduras y hortalizas y durante el resto del año frutas como la naranja que es comercializada tanto a restaurantes como en la pequeña tienda de alimentación regentada por la madre de Marc.
Como vemos, desde el punto de vista agropecuario, la principal fuente de ingresos de Can Malacosta está en la comercialización de corderos, cabritos, cerdos, patatas y naranjas, pero aún nos queda por hablar de la actividad más interesante realizada en esta finca ibicenca.
Hace unos años, Marc tuvo una idea para tratar por un lado de aumentar la rentabilidad de la finca y por otra de ejercer de algún modo su profesión como maestro. Se le ocurrió que se pudiesen realizar visitas a la explotación y organizar en ella diversos talleres así como campamentos de verano.
El visitante puede conocer de primera mano la vida en una casa pagèsa tradicional y las actividades de la finca, además de disfrutar de la presencia de tantas y variadas especies animales desde las cabras de raza Eivissenca a los pavos reales que llaman poderosamente la atención de los niños.
La idea de Marc fue todo un éxito por lo que dos años más tarde, su hermana Eva se unió al proyecto y entre los dos la llevan a cabo actualmente ofreciendo a los colegios de la Isla la posibilidad de pasar una jornada en la finca conociendo las actividades que se realizan día a día en la misma, dando un paseo en carro de caballos o realizando talleres. También organizan actividades durante los meses de verano y celebraciones como cumpleaños.
De esta forma, Mariano y sus hijos Marc y Eva viven directamente de la finca con los ingresos generados por la actividad agropecuaria y con los ingresos procedentes del proyecto ideado por Marc.
Dadas las condiciones particulares de la isla de Ibiza con escasa superficie de suelo agrícola y con explotaciones relativamente pequeñas, es prácticamente imposible vivir directamente del campo pero con la ingeniosa gestión llevada a cabo por la familia Ferrer Subirana, queda demostrado que puede conseguirse.
Si el bisabuelo de Marc pudiera ver en lo que se ha convertido la finca en la que tanto trabajo y la eficiente gestión de la misma llevada a cabo por su nieto y sus bisnietos, se sentiría profundamente orgulloso de ellos.
Hubiera sido muy fácil para Mariano dedicarse a otra actividad y alquilar o vender la finca de sus antepasados y Marc y Eva no habrían tenido problema alguno para estudiar y trabajar en la Isla o fuera de ella, pero conocedores del espíritu luchador de su antepasado, quisieron seguir apegados a la tierra por la que tanto luchó y no sólo mantener la finca sino mejorarla todo lo posible convirtiendo Can Malacosta en un ejemplo a seguir para otros agricultores y ganaderos no sólo de Ibiza ni de las Islas Baleares, sino de toda España y especialmente para aquellos jóvenes que duden si quedarse en sus pueblos o marchar en busca de una vida...¿mejor?
Nota final del autor.
El autor de este artículo es un escritor y técnico forestal especializado en ganadería extensiva y razas autóctonas que jamás ha pisado la isla de Ibiza y que no ha tenido por tanto la inmensa suerte de visitar Can Malacosta ni de conocer a la familia Ferrer Subirana.
Sin embargo, Marc y yo mantenemos una gran amistad desde hace tiempo cuando él me escribió para felicitarme por un artículo que publiqué sobre LA CABRA GALANA, nombre que damos en mi tierra a las cabras, vacas y ovejas con capa compuesta por manchas blancas y negras, conocidas en Ibiza como pintades, feixades o pigardes.
Desde aquel momento, Marc y yo hemos mantenido una gran amistad hablando de cabras. Gracias a él publiqué en julio de 2024 un artículo titulado LA CABRA EIVISSENCA que gustó mucho a todos los lectores de EL CUADERNO DE SILVESTRE.
Ya en aquel momento, la historia de Marc y de Can Malacosta, quedó grabada en mi memoria y prometí escribirla antes o después.
Y eso he hecho en este sencillo artículo que quiero que sea un pequeño pero sincero homenaje a Marc Ferrer Subirana por la gran labor que está realizando.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.
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