MANU: LEGADO CABRERO
Juan Manuel Rodríguez Sánchez, conocido por todos como Manu, nació el 2 de noviembre de 1999 en la localidad cacereña de Navalmoral de la Mata, donde reside actualmente, es un joven cabrero propietario de una magnífica explotación de caprino de raza Verata en la Dehesa Boyal de Jaraíz de la Vera (Cáceres). Apasionado defensor de la raza Verata, para Manu el oficio de cabrero es algo más que un medio de vida puesto que representa un legado familiar.
La raza caprina Verata agrupa animales de perfil cefálico recto o ligeramente cóncavo, tamaño medio y proporciones medias con tendencia al acortamiento, con cuernos en forma de espiral alargada y gran desarrollo en ambos sexos, existiendo algunos ejemplares, fundamentalmente hembras, con cuernos en forma de arco. De capa variada, predominan las oscuras con diversas degradaciones y particularidades.
Criada en sistemas extensivos y semiextensivos, es una raza de aptitud mixta leche-carne.
Estamos ante una ganadería con una gran trayectoria y antigüedad pues fue fundada ya por el bisabuelo de Manu.
Describimos a continuación la historia de la ganadería incluyendo algunas fotografías. Tenga en cuenta el lector, que los medios gráficos hace tan sólo unas décadas no eran los mismos con los que contamos hoy por lo que lo importante es el significado que tienen estas fotografías, no exentas de belleza, más allá de la calidad de las mismas.
Todo comenzó con Florentino Sánchez Sánchez. nacido en 1912 en la localidad de Hervás (Cáceres) y que fue cabrero trashumante durante gran parte de su vida.
Ya antes de la Guerra Civil, era ganadero pero al marcharse a combatir a la citada contienda en la zona de Bilbao, dejó las cabras a un hermano suyo para que las cuidase y al volver tres años más tarde, apenas habían sobrevivido 60 cabezas con las que tuvo que rehacer la ganadería con gran esfuerzo.
Durante el invierno, Florentino trashumaba con sus cabras a la zona de Monfragüe a fincas como Las Corchuelas o Valero aunque también trashumó durante muchos años a San Vicente de Alcántara a la finca La Galana donde residía en un chozo en el que él y su mujer criaron a sus 8 hijos.
En verano, subía con las cabras al agostadero de Las Costeras, en la Sierra de Hervás. Durante algún tiempo, estas serranías del norte extremeño llegaron a concentrar en verano más de 22.000 cabras.
A finales de la década de 1950, Florentino y su familia trashumaron con las cabras a la zona de Guadalupe donde hacia 1957 se asentaron en la finca El Cubero.
Al ser una zona idónea para la explotación del ganado caprino, decidieron fijar su residencia y abandonar la trashumancia de largo recorrido, actividad demasiado dura.
Durante el verano, trasladaban las cabras inicialmente a la Sierra de Las Péndolas, en pleno corazón de Las Villuercas-Ibores, pasando también largas temporadas en las fincas de El Común en la zona de Guadalupe y en La Covacha, de Fresnedoso de Ibor donde Florentino llegó a tener un rebaño de 500 cabras, siendo el más grande de la zona.
Durante muchos veranos, Florentino tuvo sus cabras en la Sierra de la Dehesa de Navalvillar de Ibor en el puesto denominado como Toribajo llegando a ser uno de los ganaderos más conocidos y queridos de la zona.
Es preciso destacar que Florentino siempre tuvo cabras de raza Verata, las cuales eran totalmente desconocidas en Las Villuercas-Ibores antes de su llegada pues siempre se habían criado las denominadas cabras serranas o del país. Cabras de aptitud mixta, se destinaban principalmente a la producción de chivos, los cuales se vendían con pesos de 25-30 kilos y más de 6 meses de edad produciendo las cabras muy poca leche.
Piara de cabras en las proximidades de Guadalupe.
(c) Familia Sánchez.
Cuando Florentino llegó con las pequeñas cabras Veratas, los cabreros locales se reían de él diciendo que esas cabrillas de 500 pesetas no valían para nada pero pronto se dieron cuenta que Florentino con la mitad de cabras sacaba el doble de leche que ellos por lo que pronto empezaron a cruzar las cabras del país con las Veratas. Por lo tanto podemos considerar a Florentino Sánchez Sánchez como el mejorador de la población caprina de Villuercas-Ibores donde el ganado caprino tiene hoy grandísima importancia y fama.
A finales de los años 70, Florentino Sánchez Sánchez se jubiló en la localidad de Guadalupe (Cáceres) y la ganadería pasó íntegramente a manos de su hijo Florentino Sánchez Parra, nacido en Hervás el 13 de marzo de 1950 que fue un dignísimo sucesor de su padre.
Tuvo sus cabras Veratas puras en la finca La Dehesilla trasladándolas durante el verano a la Sierra de Navalconejo, en Las Villuercas. Así crio a sus hijos igual que su padre le había criado a él y a sus hermanos, viviendo dignamente de las cabras.
Con el tiempo, los dueños de La Dehesilla vendieron la finca y Florentino tuvo que trasladarse con sus cabras y su familia a una dehesa situada cerca del puente romano de Almaraz. Allí en la finca conocida como El Gato, Florentino se estableció de manera definitiva y abandonó por completo la vida trashumante cuando corría el año 1994, momento en el que la familia fijó su residencia de manera permanente en Navalmoral de la Mata.
La finca de El Gato era una excelente dehesa para el ganado caprino. Son muchos los que guiándose por el viejo dicho de que la cabra tira al monte piensan que las cabras no se adaptan a vivir en las dehesas pero lo cierto es que si los cabreros se asentaban en zonas montañosas y hostiles era porque otros ganados no lograban adaptarse a tales ambientes y ocupaban las zonas bajas pero lo cierto es que cuando cabras como la Verata habitan en buenas dehesas y son manejadas como lo hacía Florentino, es cuando desarrollan verdaderamente todo su potencial.
Estando en la finca de El Gato, los hijos de Florentino empezaron a trabajar con él y entre todos consiguieron manejar una piara de unas 1000 cabras Veratas ya que comenzaron a pastar también en la vecina finca de El Cuarto.
Fueron años duros, de arduo trabajo, para manejar una piara de cabras de tales dimensiones, seleccionando siempre los mejores ejemplares para obtener un tipo de cabra que fuese a la vez productiva y rústica sin perder en ningún momento esa elegancia intrínseca que tiene la cabra Verata en general y la cabra criada por la familia Sánchez en particular.
Parte importante del manejo del ganado caprino extensivo, fue siempre la colocación de cencerros o campanillos de muy diversos tipos en función de su tamaño y que se colocaban al ganado en función de las características de cada animal constituyendo todo un arte para conseguir una piara con buen alambre o sonido.
Florentino tenía sus cabras en estas fincas cuando el 2 de noviembre de 1999 nació su nieto Juan Manuel Rodríguez Sánchez, Manu, el gran protagonista de este artículo y quien creció a la sombra de su abuelo.
8 ó 10 años más tarde, al dedicar los dueños de las fincas que ocupaban al aprovechamiento cinegético, algo usual en Extremadura en las últimas décadas, Florentino trasladó sus cabras a la localidad de Saucedilla donde permaneció hasta su jubilación en 2014 cuando vendió la mayor parte de las cabras salvo 60 ejemplares que dejó para que cuando Manu terminase de estudiar en el instituto, continuase con el oficio familiar ya que era evidente que le gustaba.
En 2016, Manu dejó el instituto para dedicarse profesionalmente a la ganadería, comenzando su actividad con las cabras heredadas de su abuelo. Al año siguiente, Manu se estableció en la Dehesa Boyal de Jaraíz de la Vera donde sus cabras siguen pastando actualmente.
Manu con sus cabras.
(c) Familia Sánchez.
Actualmente, en 2025, Juan Manuel Rodríguez Sánchez, Manu, es el titular y propietario de esta ganadería. Dejaremos que sea él mismo quien nos hable de sus explotación por lo que a continuación transcribimos íntegramente sus palabras.
" Esta explotación cuenta actualmente con unas 250 cabras aproximadamente entre ganado de vientre y la recría. Es una explotación que se basa en el sistema tradicional pues seguimos conservando el modo de antaño a pesar de los grandes cambios sufridos en el sector caprino porque nos gusta seguir conservando ese sistema porque es una pieza clave en nuestra raza que es una raza ancestral. Seguimos conservando así el manejo extensivo de esta zona.
Nuestro trabajo diario empieza con el ordeño contando actualmente con una sala de ordeño mecánico, aunque esto es relativamente moderno en nuestra explotación ya que hasta hace escasamente un par de años ordeñábamos a mano igual que se hizo toda la vida.
Al finalizar el ordeño, echamos el pienso a las cabras en las comederas para que lo coman tranquilamente y lo rumien.
A eso de las 10:30 - 10:45 iniciamos el pastoreo que se hace como se hizo toda la vida con el morral y la garrota al frente de nuestro ganado. El pastoreo se basa en acompañar al ganado, en dirigirle, en marcarle sus careos cada día por un lado dependiendo de la época del año.
Por las tardes regresan alrededor de las 19:30 - 20:00 y se las echa nuevamente de comer pienso y una postura de alfalfa para que tengan por la noche un suplemento alimenticio.
Como puede verse es una explotación extensiva pues lo que nos interesa es que el ganado paste en el monte, haciéndolo principalmente en la Dehesa y luego en verano y otoño lo hacen en zonas de regadío en las Vegas y en la garganta de Pedro Chate en los meses de julio a octubre, en una época del año en la que las cabras cambian de pasto porque está todo seco y allí hay frescura y más verde y luego aprovechamos el rastrojo del tabaco y del pimiento aquí en Jaraíz.
El sistema productivo es de aptitud mixta leche-carne, enfocándonos en la leche ya que es el producto principal de nuestra explotación y del que comemos durante todo el año. La carne es puntual cuando tenemos cabritos.
Concentramos principalmente la paridera temprana en el mes de octubre para quitar los cabritos a finales de noviembre o principios de diciembre por el puente de La Pura cuando empezamos a sacar las cabeceras: cabrito lechal de aproximadamente 8-10 kilos que es el cabrito idóneo. Son cabras que paren 2 cabritos que cogen su peso óptimo para el mercado en 35-40 días.
En el tema de la leche, que es el principal sostén económico nuestro, la cabra produce durante 9 meses de lactación, descansando otros 3 meses en los que están preñadas. Durante esos meses de producción al ser cabras extensivas tienen variaciones de producción dependiendo de la época del año, de la comida y de otros factores, producen una media de 2 litros diarios."
Juan Manuel Rodríguez Sánchez, Manu, es un joven cabrero que ha sabido continuar con el importante legado de sus antepasados adaptándose a los tiempos modernos.
Mucho ha cambiado todo desde que su bisabuelo salió de Hervás para asentarse en las Villuercas-Ibores siguiendo luego su abuelo ese épico viaje hacia las dehesas del Campo Arañuelo donde Manu dio sus primeros pasos como cabrero para luego trasladarse a La Vera, comarca que dio nombre a la famosa cabra Verata criada durante generaciones por esta familia.
Cabra Verata.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Sin embargo, la sangre de las cabras de esta ganadería, sigue siendo la misma pues Manu sigue criando las mismas cabras que criaron su abuelo y su bisabuelo. Antiguamente, había en la piara una mayor variedad de capas o pelos pero Manu está tendiendo a la homogeneización en base a las llamadas cabras carrilleras oriscanas que presentan tonalidad general oscura en todo el cuerpo con degradaciones blancas en el hocico y las orejas y una característica mancha rojiza en los carrillos.
Cabra Carrillera oriscana.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Cabra cardena carrillera.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Aunque ya no es necesario dado el uso de crotales identificativos y el bajo número de piaras, Manu mantiene la costumbre de señalar a todas sus cabras con la señal de la ganadería, consistente en dos muescas por detrás en ambas orejas.
Chiva joven.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
De sus antepasados, heredó Manu el gusto por los cencerros o campanillos, llevándolos ahora todos sus animales. Su abuelo y su bisabuelo fueron grandes afinadores de cencerros, algo verdaderamente importante en el pasado pues cada cencerro debía tener su sonido característica y al mismo tiempo cada piara debía de tener un sonido diferente al de las demás para diferenciar fácilmente a distancia, en los días de niebla o cuando el ganado transitaba por zonas de matorral, dónde estaban los animales en cada momento.
Cencerro o campanillo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
En definitiva Manu ha heredado un importantísimo LEGADO CABRERO que con gran orgullo se encargará de conservar e intentar transmitir a futuras generaciones. Sin duda alguna, estamos ante un auténtico ejemplo a seguir.
Como no podía ser de otra manera, quiero agradecer a Juan Manuel Rodríguez Sánchez, su inestimable colaboración a la hora de realizar este artículo sobre su ganadería.
Realizando la entrevista para el artículo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Cuando el 10 de septiembre visité la explotación de Manu en la localidad de Jaraíz de la Vera, este joven ganadero con el que ya había hablado previamente por teléfono en alguna ocasión, me atendió con gran amabilidad.
Manu y el autor con una cabra Verata.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
"A Manu le tienes que hacer un artículo. Esa piara es de lo mejor que yo he visto en la vida y ese muchacho entiende de cabras desde que era chico. Ya se lo dije yo a su abuelo cuando tenía 8 ó 10 años. Le dije aquí vamos a sacar un buen cabrero y mira tú si ha sido verdad. Cabras igualaditas y buenas. Pocas hay en esa piara que tengan algún fallo porque las selecciona mucho".
Por ello, doy también las gracias a Alejandro e Isidro por animarme a escribir este artículo.
Y por supuesto, tengo que agradecer también la siempre inestimable y fundamental colaboración de Alonso de la Calle Hidalgo, mi padre, que se encarga magistralmente de la parte fotográfica que es acaso más importante que el propio texto.
El día que visitamos la explotación de Manu, mi padre me hizo una foto con una preciosa cabra. Dicha foto, que aparece a continuación, decora ya el despacho desde el que se escribe EL CUADERNO DE SILVESTRE.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.
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