LA CABRA GUISANDERA

La cabra Guisandera recibe su nombre del municipio abulense de Guisando, principal centro de cría de la raza durante siglos.
La mayoría de los autores que han escrito sobre ella, la denominan raza Guisandesa pero los cabreros y vecinos de esta localidad del sur de Ávila, la han conocido siempre como Guisandera, nombre que utilizaremos en este artículo.
Se trata de una cabra de tamaño medio a grande, perfil recto y capa colorada con degradaciones blancas en el hocico y las orejas (oriscanas).

Hembra joven con las características típicas de la raza.
(c) Silvestre de la Calle García.


CARACTERÍSTICAS.
Cabeza de tamaño medio y forma triangular, perfil recto con frente ligeramente abombada en la parte superior debido al nacimiento de los cuernos que son generalmente de en suave espiral (tipo prisca/falconeri) aunque algunos individuos, generalmente hembras, presentan cuernos en arco (tipo aegagrus), apareciendo también formas intermedias. Hay algunos animales acornes o mochos.
Arcadas orbitarias salientes y ojos expresivos.
Orejas de tamaño mediano, rectas o ligeramente caídas. 
El hocico es de regular anchura.
Los machos presentan barba y las hembras ocasionalmente presentan una reducida perilla.

Detalle de la cabeza de un macho.
(c) Silvestre de la Calle García.

Cuello con buena inserción. Corto y potente en los machos y más largo y fino en las hembras. La presencia de mamellas, zarcillos o "pelendengues" es casi generalizada, siendo de pequeño tamaño.

Cabeza y cuello de una hembra.
(c) Silvestre de la Calle García.

Tronco muy desarrollado, compacto y con la línea dorsolumbar recta, presentando la cruz poco destacada.
La grupa es amplia e inclinada y los costillares son arqueados. Vientre abultado. Cola de tamaño medio.

Vista lateral de una hembra.
(c) Silvestre de la Calle García.

La mama es de forma cónica y bien desarrollada, con pezones grandes y dirigidos hacia fuera y hacia adelante.

Detalle de la mama.
(c) Silvestre de la Calle García.

Las extremidades son fuertes y con buenos aplomos. Las pezuñas son pequeñas, duras y de tonalidad variable en función de la capa.

Detalle de las extremidades y las pezuñas.
(c) Silvestre de la Calle García.

Formato variable en función de la zona y sistema de explotación. Pueden considerarse pesos medios de 55 a 65 kilogramos para las hembras y de 70 a 80 kilogramos en el caso de los machos.
No obstante, este carácter varía enormemente de unas zonas a otras dependiendo del sistema de explotación y la época del año.
Así, se citan casos de explotaciones en zona de dehesa donde las cabras han alcanzado los 80 kilogramos y los machos han superado los 100.

Macho y hembra.
Obsérvese el mayor formato del macho.
(c) Fede Jiménez.

Las medidas zoométricas son las siguientes:

Machos:
- Alzada a la cruz: 80-85 cm.
- Diámetro longitudinal: 90-100 cm.
- Perímetro torácico: 85-95 cm.

Hembras:
- Alzada a la cruz: 74-77cm.
- Diámetro longitudinal: 83-88 cm.
- Perímetro torácico: 80-85 cm.

Macho y hembra.
(c) Fede Jiménez.

La coloración, capa o pelo es variable. Predomina la llamada capa colorada oriscana, de tonalidad rojiza variable entre el rubio y el retinto e incluso el caoba con degradaciones blancas en el hocico y las orejas.

Macho con la típica capa colorada oriscana.
(c) Silvestre de la Calle García.

Existe una fracción minoritaria de animales que presentan coloración negra oriscana.

Hembra negra oriscana.
Estos animales eran minoritarios y hoy son muy escasos.
(c) Silvestre de la Calle García.

La capa piñana o manchada, semejante a la de la raza Florida, era muy común en el pasado.
Se trata de una capa colorada salpicada de pequeñas manchas de color blanco. Puede aparecer también en negro con machas blancas.

Cabra piñana.
En otro tiempo, estos animales fueron muy numerosos.
(c) Silvestre de la Calle García.

La capa berrenda, conocida en el área de cría como galana, presenta grandes manchas blancas irregulares sobre capa colorada o negra. 

Macho galano colorado y oriscano.
(c) Silvestre de la Calle García.

El pelo es corto, tupido y brillante aunque puede ser más largo en ciertas regiones del cuerpo como el tercio posterior (calzón), el tercio anterior (pelliza) y la línea dorsolumbar (raspil).

Cabra de pelo largo en el espinazo y en la parte posterior del cuerpo.
(c) Silvestre de la Calle García.


ORIGEN E HISTORIA.
La cabra Guisandera es conocida en la zona desde tiempo inmemorial pero hasta finales del siglo XX no comienza a aparecer en la bibliografía.
Durante mucho tiempo, al igual que otras razas con las que está emparentada como la Verata o la Retinta, formó parte de la llamada "cabra del país", "cabra de las Mesetas", "cabra serrana"....
En 1949 gracias a los trabajos de Durban Alegre, la raza Verata quedó separada de este grupo y en 1973, gracias a los trabajos de Cruz Sagredo, J. fue segregada del mismo la raza Retinta.

Cabras Veratas.
(c) Silvestre de la Calle García.

En 1980, Esteban Muñoz, C. y Tejón Tejón, D. en el Catálogo de Razas Autóctonas Españolas I. Especies ovina y caprina, hablan sobre las razas Retinta y Verata pero no de la Guisandera, considerando al tratar la distribución de la raza Retinta que se pueden encontrar algunos efectivos en la comarca de Gredos en Ávila. Sin lugar a dudas, se estaban refiriendo a esta cabra.

Cabra y macho de raza Retinta.
(c) Silvestre de la Calle García.

A principios de los 90 Ojeda Sahagún, E. recoge el testimonio de Sánchez Belda, A. que dice que entiende como ecotipo de la raza Verata una cabra bastante corpulenta y de capa caoba para la que propuso el nombre de RAZA GUISANDESA.
Este fue el primer momento en el que aparece en la bibliografía científica la Guisandera como posible raza independiente.

Hembras Guisanderas.
(c) Silvestre de la Calle García.

En el año 2000, García, P. Vaquero, S. y García, L. publicaron en la Revista Feagas nº 18 un magnífico trabajo titulado RAZA CAPRINA GUISANDESA, primer trabajo exhaustivo sobre la raza en el que además de sus características, se habla de su origen, su importancia censal y sus cualidades productivas. El objetivo de dicho trabajo era precisamente el reconocimiento oficial de la raza por parte del Ministerio de Agricultura.

La capa colorada oriscana hace inconfundible a esta raza.
Cuanto mas puro sea el color blanco, mayor pureza racial.
(c) Silvestre de la Calle García.

Álvarez Sevilla, A. al trata las razas domésticas de Asturias en 2001, al hablar de la cabra Bermeya asturiana considera que está emparentada con las razas Bravía y Charnequeira de Portugal, la Retinta de Extremadura y la Guisandesa de Ávila.
Lo mismo opina Álvarez Bartolomé, en su trabajo sobre la Raza Caprina Catalana quien al mencionar la Cabra Rosellonesa, dice que forma parte del llamado tronco céltico junto con la Bermeya, la Gallega, la Retinta, la Guisandesa y la desaparecida Berciana.

Cabra Rosellonesa.
(c) Santiago Álvarez Bartolomé.

En 2008, Esteban Muñoz, C. en el libro Razas ganaderas españolas Caprinas, habla ampliamente de la raza. 
El estudio llevado a cabo por Esteban Muñoz es uno de los más completos hasta la fecha.

Cabras de capa caoba.
(c) Silvestre de la Calle García.

Fuera de esta bibliografía de tipo científico, en 2008 el Ayuntamiento de Guisando publicó un magnífico libro titulado GUISANDO: Itinerario pintoresco por el paisanaje y el tiempo.
En esta obra, en la que escriben varios autores del pueblo, Jesús Jara García escribe un capítulo dedicado a los ganaderos en el que habla de la raza Guisandera. 

Cabra Guisandera entre helechos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Pero todo esto no nos aclara el origen de la raza Guisandera. La teoría más aceptada es que se trata de un cruzamiento antiguo entre caprinos del tipo aegagrus y caprinos del tipo prisca/falconeri.
Dicha población mestizada fue criada en aislamiento y seleccionada hasta obtener una cabra de buen tamaño y coloración predominantemente colorada oriscana, signo de identidad de los cabreros del pueblo de Guisando.


Arriba: cabra Pirenaica, representante del tipo aegagrus.
Abajo: cabras Blancas Celtibéricas, representantes del tipo prisca/falconeri.
(c) Santiago Álvarez Bartolomé.

Dado el intenso movimiento trashumante de los rebaños merinos durante siglos entre las dehesas o invernaderos de Extremadura y los pastos de verano o agostaderos del Sistema Central y la Cordillera Cantábrica, hubo un flujo constante de cabras que acompañaban a las ovejas en sus desplazamientos.
Precisamente en dichas zonas, encontramos hoy las poblaciones de cabras rojas ibéricas (exceptuando a la Rosellonesa).
Es muy probable que durante siglos, las cabras rojas no se diferenciasen mucho unas de otras.

Cabras Bermeyas.
Los rebaños ovinos merinos del sur peninsular compartían pastos en verano con estas cabras en la Cordillera Cantábrica.
(c) Santiago Álvarez Bartolomé.

Algunos autores sugieren que las primitivas cabras de la Sierra de Gredos eran coloradas y que posteriormente fueron influenciadas por razas como la Verata en busca de mayor rendimiento lechero, si bien esta hipótesis tiene escaso fundamento.

Cabra Verata.
(c) Silvestre de la Calle García.

También algunos autores indican que el origen de la raza estaría en caprinos traídos del sur peninsular e incluso del norte de África por pastores bereberes durante la dominación musulmana, pero esto no tiene gran sentido.
Quienes apoyan esto, querrían expresar el parecido entre la Guisandera y la Malagueña.

Cabra Malagueña.
(c) Silvestre de la Calle García.

IMPORTANCIA Y EXTENSIÓN.
Durante siglos, la raza Guisandera se extendió por buena parte del suroeste de Ávila, siendo Guisando el pueblo donde fue más numerosa aunque se extendía también por los pueblos vecinos y era muy común en los valles del Tormes y del Corneja, áreas tradicionales de trashumancia estival.

Cabras pastando al sur de la Sierra de Gredos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Actualmente, quedan muy pocos ejemplares. La piara más numerosa, integrada por unas 200 reproductoras se encuentra en el municipio de Guisando y es propiedad de Fidel García Blázquez, quien la heredó de su padre Fidel García Tiemblo (1935-2009) quien la heredó a su vez de su padre Sotero García Fraile "El Grillo".

Fidel García Blázquez con sus cabras.
(c) Silvestre de la Calle García.

Existen también otras pequeñas ganaderías en pueblos vecinos y ejemplares mestizos de mayor o menor pureza, pero al no existir un censo oficial es imposible saber cuántas cabras Guisanderas quedan realmente.

Cabra Guisandera en la que se nota poco el oriscano.
Los viejos cabreros juzgaban esto como menor signo de pureza.
(c) Silvestre de la Calle García.

Respecto a su extensión en épocas pasadas, debemos consignar un curioso hecho. Se cuenta que estando el rey Felipe IV de cacería en los montes de Guisando, le sorprendió una gran nevada que le obligó a permanecer en el municipio varios días.
El rey, viendo lo despoblado que estaba el terreno por estar dedicado al pastoreo de cabras, ordenó que se repoblase el monte con pinos, lo cual se realizó en parte, obligando a muchos cabreros a emigrar con sus cabras al acotarse el monte.

Gran parte del término de Guisando está poblado por bosques de pino resinero.
En ellos, las cabras no encuentran apenas sustento.
(c) Silvestre de la Calle García.

Sin embargo, sería en el siglo XIX y sobre todo en el XX cuando se realizarían las grandes plantaciones de pinos resineros, obligando a la inmensa mayoría de los cabreros a marcharse del pueblo pues sólo quedaron libres las zonas altas del término municipal, donde un reducido número de piaras podía pastar en verano.

Las zonas altas de Guisando, quedaron libres de pinos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Muchos cabreros, se asentaron en las dehesas de invernada del sur de Ávila del norte de Toledo mientras que otros emigraron a Arenas de San Pedro y Candeleda. Al oeste del extenso término municipal de Candeleda, cerca ya del límite con la provincia de Cáceres, había una gran zona de pastizales en la que vivían muy pocos cabreros, estableciéndose en ella numerosas familias guisanderas con sus cabras, fundando con el paso del tiempo el pueblo de El Raso, anejo de Candeleda.

Al oeste del término municipal de Candeleda, se establecieron muchos guisanderos.
Cabrero con los Hermanitos de Tejea al fondo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Otros cabreros emigraron a pueblos veratos como Madrigal o Villanueva e incluso a zonas más alejadas de la provincia de Cáceres como Los Ibores o el Valle del Jerte.
A todas estas zonas, se fueron con sus cabras Guisanderas, que se cruzaron con las cabras autóctonas de cada zona dando lugar a cabras mestizas conocidas como "serranas".

Cabras en el Valle del Jerte.
Hasta esta zona llegaron los cabreros de Guisando.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

CUALIDADES Y APTITUDES.
La Guisandera es una raza muy rústica y sobria, perfectamente adaptada a la vida en la sierra y en la dehesa, pudiendo pastar en terrenos donde otros animales no podrían hacerlo y donde otras razas caprinas no consiguen adaptarse.

La Guisandera es una cabra muy rústica.
(c) Silvestre de la Calle García.

REPRODUCCIÓN.
La cabra Guisandera es una raza poliéstrica permanente, es decir, que puede entrar en gestación en cualquier época del año, aunque cuando es manejada en sistemas netamente extensivos, los mayores índices de fertilidad se alcanzan en el otoño, siguiendo la llamada ley natural.

Macho, cabra y cabritos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Tradicionalmente, se controla la reproducción para obtener dos parideras diferentes: 

- Temprana: Octubre-Noviembre. El objetivo es comercializar los cabritos en fechas próximas a Navidad, momento en el que alcanzan una mayor cotización.

- Tardía: Marzo-Abril. El objetivo de esta paridera es que realicen su primer parto las hembras jóvenes y las viejas que quedaron preñadas en la temporada anterior de cubrición.
Aunque los cabritos de esta paridera valían siempre menos, las cabras que parían en estas fechas aseguraban a los cabreros la producción de leche durante el verano.

Cabra amantando a su cabrito.
(c) Silvestre de la Calle García.

La precocidad de las hembras es elevada, cubriéndose por primera vez a los 8 ó 10 meses, por lo que el primer parto tiene lugar a los 13-15 meses. 
En ocasiones, con el objetivo de conseguir un mayor desarrollo de la hembra, se retrasa la primera cubrición hasta los 12 meses.
El intervalo entre partos era tradicionalmente de un año, pero actualmente se trata de reducirlo a 8-10 meses con el objetivo de conseguir tres partos en dos años.

Cabra joven con su cabrito.
(c) Silvestre de la Calle García.

La prolificidad se sitúa en torno a los 140-150 cabritos por cada 100 partos. Sin embargo, con un esmerado manejo alimentario puede aumentarse hasta los 170 cabritos por cada 100 partos.

Cabritos guisanderos.
(c) Silvestre de la Calle García.

PRODUCCIONES.
La Guisandera es una raza de aptitud mixta carne-leche. Tradicionalmente, los ganaderos trashumantes que permanecían en invierno en las dehesas y en verano en los pastizales de alta montaña, valoraban más la producción cárnica que la de leche pues no podían llevar la leche con facilidad hasta los puntos donde podía recogerlas la industria quesera.

La raza Guisandera tiene muy buena morfología carnicera.
(c) Silvestre de la Calle García.

Ciertamente, la raza Guisandera es una de las cabras ibéricas mejor dotadas para la producción de carne debido a su buen tamaño, al rápido crecimiento de los cabritos y al elevado rendimiento en matadero.

Cabra amamantando a su cabrito.
(c) Silvestre de la Calle García.

Los principales tipos comerciales son el cabrito lechal y el caprino mayor.
El cabrito lechal es sacrificado a los 35-40 días con un peso vivo de 9 a 12 kilos. Con un buen manejo alimentario de las madres durante la lactación, los 9 kilos pueden ser alcanzados a los 20-25 días y si se dejan los cabritos hasta los 45 días pueden alcanzar fácilmente los 14 kilos.
Los cabritos son criados exclusivamente con leche materna desde el nacimiento al sacrificio.

Cabritos Guisanderos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Ojeda Sahagún, E. recoge en su libro El Cabrito lechal datos de un Concurso de Canales organizado por la Consejería de Agricultura de Castilla y León a mediados de los años 90, en el que se presentaron cabritos de las razas Pirenaica, Saanen, "Serrana", Murciana-Granadina, Agrupación de las Mesetas, Del Guadarrama, Verata y Guisandera además de diversos cruces.
El rendimiento en canal de los cabritos osciló entre el 52,7% y el 57,7% correspondiendo los valores más elevados a los cabritos de raza Guisandera, que además destacaron por la magnífica conformación de sus canales, siendo el rendimiento de los machos ligeramente mayor al de las hembras.

Los cabritos Guisanderos tienen una excelente conformación.
(c) Silvestre de la Calle García.

Estos cabritos proporcionan una carne de gran calidad que es muy estimada en la zona, consumiéndose en ocasiones festivas. También son enviados a mercados de otras provincias.
Su carne puede consumirse asada o guisada. Los cabritos más pequeños son ideales para el asado mientras que cuando tienen más peso, son más aptos para la preparación de la exquisita caldereta.

Cabritos.
(c) Silvestre de la Calle García.

La carne de los individuos adultos, principalmente cabras de desecho y desvieje, era muy estimada en otros tiempos siendo la carne fresca que más se consumía en la zona. 
Actualmente, su consumo es cada vez más limitado por lo que tiene escaso valor comercial.
Tradicionalmente se consumía en el cocido o se utilizaba para preparar embutidos mezclándola con la carne de cerdo en las matanzas domiciliarias así como para elaborar los populares tasajos, carne adobada y seca.

Cabra vieja.
(c) Silvestre de la Calle García.

PRODUCCIÓN DE LECHE.
En épocas pasadas, era sin lugar a dudas la producción principal de la raza. Los cabreros realizaban el ordeño tanto en la sierra como en las dehesas de invierno de forma manual y una o dos veces al día dependiendo de la producción.

Fidel García ordeñando.
(c) Silvestre de la Calle García.

La mayor parte de la leche se destinaba a la elaboración de queso fresco en la propia explotación que era vendido directamente por los cabreros a los consumidores o a los queseros que se dedicaban a su compraventa.
Se trataba de un queso de leche cruda y pasta blanda. La leche era cuajada con cuajo natural obtenido de la maceración del cuajar seco de los cabritos. Una vez obtenida la cuajada, se daba forma a los quesos con cinchos de madera o de esparto y se los sazonaba con sal gorda.

Benigna Blázquez haciendo el queso.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Posteriormente, al prohibirse la comercialización directa de queso fresco sin pasteurizar, los cabreros se vieron obligados a tener que entregar diariamente la leche a las industrias queseras, teniendo que recorrer largas distancias a menudo en caballerías para llegar desde las áreas de pastoreo hasta los lugares de recogida.
Actualmente, con la mejora de las comunicaciones, el traslado de la leche se realiza en coche desde las propias explotaciones a las queserías.

Fidel García (padre) con su burro.
Los burros eran imprescindibles para transportar la leche y el queso en otros tiempos.
(c) Fede Jiménez.

La producción media se estima en unos 200 litros por cabra y lactación de 210 días. Sin embargo, existen individuos que superan los 500 litros en el periodo citado.
Cuando las cabras están sometidas a un manejo sumamente extensivo, la lactación se reduce a 150 días.

Fidel García ordeñando en la sierra.
(c) Silvestre de la Calle García.

La leche tiene la siguiente composición:
- Grasa: 5,2%.
- Proteína: 3,6%.
- Extracto seco: 13,4%.

Esto significa que es una leche excelente para la elaboración de queso de gran calidad.

Quesos de cabra Guisandera.
(c) Silvestre de la Calle García.


OTRAS PRODUCCIONES.
Al asentarse cerca de zonas con una gran importancia agrícola, el estiércol de estas cabras era muy estimado para el abonado de huertos, cultivos industriales (tabaco, pimentón, algodón) y frutales (olivos, cerezos, higueras...).
A menudo los agricultores que no tenían ganado, acudían a las majadas en busca del valioso estiércol.
Otras veces, si los cabreros disponían de tiempo, recogían el estiércol en sacos y se lo llevaban con sus caballerías a los agricultores, cobrando un pequeño importe por tal trabajo.
Actualmente, con el uso de abonos químicos, el estiércol ha perdido importancia.

El estiércol de las majadas era muy estimado.
(c) Silvestre de la Calle García.

La producción de pieles tuvo una importancia enorme en el pasado. Las pieles de los cabritos que se sacrificaban para el consumo familiar, de las cabras que morían o eran sacrificadas, se salaban para conservarlas hasta que los pieleros ambulantes llegasen periódicamente para comprarlas, suponiendo su venta un ingreso extra para los ganaderos.
En tiempos muy antiguos, los propios cabreros fabricaban ropas con las pieles de cabritos y cabras.
También era muy apreciada la piel para tapas y parches de instrumentos musicales tradicionales como rabeles y tamboriles.

La piel de cabras y cabritos era muy estimada para diversos usos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Las pieles de las cabras y de los grandes machos, eran muy apreciadas para la fabricación de pellejos para almacenar y transportar líquidos. Tras un complejo proceso que comenzaban con el desollado "a zurrón" del animal para poder extraer la piel entera, ésta era sometida a un proceso de curtido y después empegada si el pellejo iba a ser utilizado para el transporte de vino mientras que si iba a contener otros líquidos, no se realizaba el empegado.

Las pieles de los machos eran apreciadísimas para fabricar pellejos, corambres o zaques.
(c) Silvestre de la Calle García.

SISTEMAS DE EXPLOTACIÓN.
Hay que distinguir el sistema actual del tradicional. 
Durante siglos, los cabreros guisanderos pasaban el invierno en la zona baja del término municipal o en dehesas de Arenas de San Pedro (Ávila) o de municipios toledanos como Navalcán o Parrillas. Estos cabreros, se trasladaban en verano con sus piaras a la sierra de Guisando donde vivían en chozos, elaborando el queso artesano que era su principal sustento.

En la sierra, los cabreros vivían en los tradicionales chozos.
(c) Silvestre de la Calle García.

Algunos cabreros, pasaban el verano en los agostaderos de la vertiente norte de la Sierra. Subían en torno al 24 de junio, festividad de la Natividad de San Juan Bautista, permaneciendo en los agostaderos de Navarredonda de Gredos, Hoyos del Espino y Navacepeda de Tormes hasta finales de agosto, para luego trasladarse a zonas más bajas y abrigadas de los valles del Tormes y del Corneja donde permanecían hasta finales del otoño para regresar luego a las dehesas de invierno de la vertiente sur.

Los pastizales de la cara norte de Gredos eran ocupados en verano por los cabreros guisanderos.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

También había cabreros con piaras muy pequeñas que permanecían todo el año en los alrededores del pueblo de Guisando e incluso algunos ganaderos tenían sólo 1 ó 2 cabras que eran denominadas "burniegas". Con todas las burniegas se formaba una piara que era llevada al campo por un pastor, regresando al atardecer al pueblo.

Piara de cabras en Guisando.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El constante movimiento de las cabras "colorás", como son aún recordadas en el Valle del Tormes, hizo que en las áreas de trashumancia de invernada y agostada, los cabreros locales o estantes, que a menudo sólo tenían 1 ó 2 cabras, comprasen en ocasiones chivas a los trashumantes pues estas grandes cabras coloradas eran muy estimadas ya que con un manejo esmerado, llegaban a producir una increíble cantidad de leche.

Aún se nota la influencia de la cabra Guisandera en los caprinos del valle del Tormes.
(c) Silvestre de la Calle García.

Actualmente, los pocos rebaños que quedan, llevan un régimen estante. Permanecen todo el año en la misma zona y cuando el pasto escasea, se complementa su alimentación con piensos y paja.
Hasta hace muy pocos años, Fidel García Blázquez pasaba el verano con sus cabras en la sierra de Guisando, en el paraje de La Lancha, bajando en invierno a la zona de Las Herrezuelas, en el término municipal de Guisando. Hoy ya permanece todo el año abajo.

Fidel García con sus cabras junto a la Ermita-Escuela de Las Herrezuelas.
(c) Silvestre de la Calle García.

SITUACIÓN ACTUAL Y PERSPECTIVAS FUTURAS.
Como ya se ha dicho, la raza Guisandera no está oficialmente reconocida como raza autóctona española por lo que no recibe ayudas oficiales.
No obstante, se están realizando trabajos y estudios para dar a conocer la raza y su situación con el fin de que sea reconocida por el Ministerio de Agricultura.
Si la raza no obtiene pronto este reconocimiento tan necesario para su conservación, puede que en pocos años tengamos que lamentar su total extinción.

Puede que en poco tiempo, la Guisandera desaparezca.
(c) Silvestre de la Calle García.

ENTREVISTA A BENIGNA BLÁZQUEZ GARRO (1935-2021)

El año pasado nos dejaba doña Benigna Blázquez Garro (1935-2020), una de las últimas cabreras que han criado esta raza y de la que era una gran conocedora.
Tuve la inmensa satisfacción de conocerla personalmente y de hablar con ella sobre la cabra Guisandera en numerosas ocasiones.

Benigna Blázquez haciendo el queso.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Yo he sido cabrera desde que me casé. De soltera estuve sirviendo en casa del médico pero cuando me casé, mi suegro tenía cabras y mi marido Fidel y yo seguimos con ellas y ahora mi hijo que se llama también Fidel, sigue con ellas.

Fidel García con sus cabras en El Ayuso.
(c) Fede Jiménez.

En invierno las teníamos en la dehesa del Ayuso y en verano las llevábamos primero a Navarredonda de Gredos y luego a Zapardiel de la Ribera.

Las cabras de la familia García Blázquez en Zapardiel de la Ribera.
(c) Colección Fidel García.

Siempre tuvimos la cabra Guisandera, que eran las que tenía mi suegro, que se llamaba tío Sotero "El Grillo". Estas cabras, son coloradas oriscanas, grandes, buenas para estar en la sierra y buenas para carne y para leche.
Con la leche se hacía el queso que luego recogían los queseros fresco y lo llevaban a vender a otros sitios aunque nosotros también lo vendíamos.
Ahora ya la leche se vende aunque se haga algo de queso.

Las cabras Guisanderas en El Ayuso.
(c) Fede Jiménez.

Nosotros tuvimos las cabras hasta que se jubiló mi marido y luego ya se quedó mi hijo con ellas pero nosotros seguimos con él. Mi marido en el 2009. Estábamos en la sierra con las cabras y se murió estando de careo con ellas.

Fidel García y su burro.
(c) Fede Jiménez.

Mi hijo Fidel es ahora el dueño de las cabras y mi hijo Carlos y yo seguimos estando con él para ayudarle. Yo seguiré con las cabras mientras pueda. No puedo vivir sin ellas.

Carlos García Blázquez.
(c) Silvestre de la Calle García.

Y así fue. Tía Benigna estuvo con las cabras hasta que en sus últimos años una enfermedad la obligó a retirarse.
Era una mujer alegre, luchadora y que siempre tenía una sonrisa y una muestra de cariño para todos los que la visitaban en La Lancha, en Las Herrezuelas o en su casa de Guisando en la Calle de Las Majadillas. 
A ella va dedicado este artículo sobre LA CABRA GUISANDERA.

Benigna Blázquez y su hijo Fidel en La Lancha (Guisando).
Pasado y presente de la raza Guisandera.



Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

- Enlaces de interés.
En los siguientes enlaces, el lector que lo desee podrá acceder a contenido extra sobre la raza Guisandera:

ENTRE VERATAS Y GUISANDERAS.

LA ÚLTIMA CABRERA.

Bibliografía y Fuentes Consultadas:

- Álvarez Bartolomé, S. (2010). La raza caprina Catalana. Revista Feagas nº 36.
- Álvarez Sevilla, A. (2001). Les races autóctones del Principáu d´Asturies. Fundación Belenos.
- Esteban Muñoz, C. y Tejón Tejón D. (1980) Catálogo de razas autóctonas españolas. I. Especies ovina y caprina. Ministerio de Agricultura.
- Esteban Muñoz, C. (2008) Razas ganaderas españolas caprinas. Colección FEAGAS.
- García, P., Vaquero, S. y Sánchez, L. (2000) Raza caprina Guisandesa. Revista Feagas nº 18.
- Jara García, J. (2008) Los Ganaderos. Guisando. Itinerario pintoresco por el paisanaje y el tiempo. Ayuntamiento de Guisando.
- Yanes García J. E. (2002). Catálogo de razas autóctonas de Castilla y León (España) -Región Norte de Portugal. Fundación Rei Alfonso Enriques. 


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