LA RAZA CHAROLESA
La raza bovina Charolesa recibe su nombre de la región francesa de Charolais, de donde es originaria. En España estos bovinos llevan criándose de manera oficial desde 1962, estando plenamente adaptados a nuestros medios y sistemas ganaderos por lo que es considerada ya como Raza Integrada.
La Charolesa es una raza de gran tamaño, perfil cefálico rectilíneo y morfología alargada, presentando un buen sistema esquelético, amplias formas, destacada musculatura y coloración blanca.
Toro Charolés.
Prototipo de la raza.
(c) Miguel Alba Vegas.
La cabeza es relativamente pequeña y con perfil recto. La frente es ancha y plana y el morro ancho.
Presenta cuernos de sección circular y color blanco que en el caso de los toros son medianamente gruesos y rectos mientras que en las vacas adquieren la forma de gancho corto con dirección variable.
Existen variedades genéticamente acornes muy extendidas en América.
Orejas no muy grandes, ojos destacados y mandíbula poderosa.
Detalle de la cabeza de un toro Charolés.
(c) Miguel Alba Vegas.
Tronco con línea superior e inferior paralelas, largo, lleno y armónico. Línea superior horizontal y bien musculada.
Grupa amplia recta y musculada con sacro poco o nada saliente.
Cola con abundante borlón o mechón.
Pecho poderoso, musculado y extenso. Tórax amplísimo, profundo y con costillares arqueados. Vientre desarrollado.
Vista lateral de un toro Charolés.
(c) Puri Castañares Vidal.
Sistema mamario bien desarrollado y con volumen muy superior al de otras razas de carne, hasta el punto de que en algunas hembras adquiere morfología similar a la del ganado lechero.
Vaca Charolesa en la que se aprecia el sistema mamario.
(c) Ganadería Quintanar de El Espinar.
Espalda o paletilla potente con brazo largo y antebrazo corto y con destacada dotación muscular.
Muslo grande, extenso, lleno y nalga redondeada, convexa y descendida. Pierna corta, casi tapada por el descenso de la nalga.
Mención especial merece el conjunto del tren posterior visto desde atrás; la redondez de la nalga y su propia longitud, hacen que el canal de la culata quede situado más abajo que en otros bovinos de manera que estas masas musculares quedan llenas al máximo.
Vista posterior de un toro.
(c) Silvestre de la Calle García.
Para terminar con la descripción de las extremidades diremos que las rodillas y los corvejones son anchos y limpios mientras que los radios distales o parte inferior de las extremidades presentan huesos fuertes y destacados, terminando cada extremidad en pezuñas fuertes y de color claro.
Toro Charolés en el que se aprecian bien los radios distales y las pezuñas.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.
La piel es espesa, más en los machos que en las hembras. Presenta color rosado o amarillento-anaranjado.
Pelo de color blanco o cremoso, de longitud variable según el clima y la época del año. Los toros suelen presentar pelo más largo y rizado en la cabeza, que puede extenderse al cuello y otras regiones del cuerpo.
Las mucosas presentan aspecto sonrosado.
Detalle de las mucosas, la piel y el pelo.
(c) Ganadería Quintanar de El Espinar.
La capa blanca permite reconocer fácilmente a la raza Charolesa pues en España sólo contamos con una raza autóctona con la misma capa: la Blanca Cacereña. El censo de esta última raza es sumamente bajo, coincidiendo ambas razas sólo en algunos puntos de Extremadura y hasta para los no expertos, será fácil distinguirlas pese a su gran parecido.
Semental de tonalidad pajiza.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.
Pareja de raza Blanca Cacereña.
Las diferencias con la Charolesa son evidentes.
(c) David Bernaldo de Quirós Pablo.
En cuanto al formato, la raza Charolesa entra de lleno entre las hipermétricas o de gran tamaño.
Los machos pesan por término medio 700 kilogramos a los 2 años, 900 a los 3 años y 1.100 a los 4 años.
Las hembras, pesan por término medio 550 kilogramos, 650 y 750 con las edades antes citadas.
Sin embargo, las variantes positivas no son raras, especialmente en los animales de más edad pudiendo los machos superar los 1500 kilogramos mientras que las hembras que superan la tonelada no son infrecuentes.
La Charolesa es originaria de la región francesa de Charolais (Charolês en franco-provenzal) que rodea la ciudad de Charolles en el departamento francés de Saona y Loira.
Hasta finales del siglo XVIII fue esencialmente una raza de trabajo, cebándose los bueyes al final de su vida productiva.
Poco a poco comenzó a tomar importancia como raza de carne, comenzando su proceso de selección y mejora. Algunos autores hablan de la influencia que ejerció sobre la población autóctona ganado de raza Shorthorn o Durham importado de Inglaterra pero otros autores consideran que fue mínima.
En España, la raza comienza a criarse de manera oficial en 1962 con el objetivo de mejorar la producción de carne de nuestros bovinos autóctonos.
Se importaron primero sementales y viendo su buen resultado, posteriormente se importaron también novillas para crear núcleos de ganado puro y no depender de la importación.
Semental Charolés.
(c) Silvestre de la Calle García.
Se trataba en todos los casos de ejemplares inscritos en el Libro Genealógico y por tanto de garantizada pureza.
Procedían de las 52 ganaderías francesas, algunas de ellas las más destacadas de la raza y se importaron también dosis seminales de los mejores sementales.
A la iniciativa oficial le siguió con gran entusiasmo la iniciativa privada.
Ya en 1967 se creó la Asociación Nacional de Criadores de Charolés de España (ANCHE).
La gran capacidad de adaptación de la raza y el entusiasmo de los criadores consiguieron que en pocos años, la Charolesa fuese una más entre las razas españolas.
La raza Charolesa se encuentra ampliamente distribuida por España. Se encuentran núcleos en pureza desde los pastizales pirenaicos a las zonas marismeñas del suroeste peninsular, pasando por la Meseta Central y las dehesas del cuadrante suroccidental.
A menudo, pequeños núcleos en pureza aparecen en explotaciones de razas autóctonas para obtener sementales destinados al cruzamiento.
Su importancia principal radica en el empleo de los toros en el cruzamiento industrial con razas autóctonas de cría extensiva así como con vacas de aptitud lechera de bajos rendimientos o en explotaciones que no practican la recría.
EXPLOTACIÓN Y MANEJO
En su área de origen, la Charolesa es una "raza de hierba" que es explotada en pastoreo sobre praderas, complementando su alimentación cuando es necesario.
Veamos el esquema tradicional seguido por los ganaderos franceses:
- Nacimiento a finales de invierno o principios de primavera.
- Pastoreo en pradera de los terneros con sus madres desde abril a noviembre-diciembre.
- Primera invernada: destete de terneros y posible castración.
- Segunda fase de pastoreo semejante a la anterior.
- Segunda invernada, complementando la alimentación con heno.
- Tercera fase de pastoreo con cubrición de las novillas para que el parto tenga lugar en torno a los 3 años.
Semental en una pradera.
(c) Puri Castañares Vidal.
En España, los sistemas son muy variables dada la gran diversidad de nuestros medios ganaderos.
Así, encontramos ganaderías en el norte peninsular que siguen sistemas muy parecidos a los del área de origen de la raza con la particularidad de que las fases de pastoreo tienen lugar en los meses veraniegos en los pastos o puertos de montaña.
Toro Charolés junto a vaca Tudanca.
(c) Miguel Alba Vegas.
Vacas en la Meseta.
(c) Ganadería Quintanar de El Espinar.
En las dehesas del suroeste peninsular, sigue sistemas análogos a las razas autóctonas, aprovechando los pastos mientras están disponibles. Cuando es necesario, se complementa su alimentación, existiendo explotaciones trashumantes de corto recorrido a pie o en camión cuando se trata de recorridos más largos.
Semental en la dehesa.
(c) Puri Castañares Vidal.
La reproducción no registra grandes particularidades. Se realiza generalmente monta natural en libertad, permaneciendo el toro con las vacas en los pastaderos en la época que el ganadero considera oportuno según sus intereses a la hora de fijar la paridera y posterior venta de los terneros teniendo en cuenta las condiciones climáticas de cada zona y el sistema de manejo aplicado.
El resto del año, los toros permanecen separados de las vacas.
Sólo se modifica este sistema si los toros tienen excesivo peso para controlar de esa forma que no cubran a las novillas más jóvenes. La inseminación artificial sólo se realiza en el caso de toros sobresalientes.
Toro en época de descanso junto a dos burros.
(c) David Bernaldo de Quirós Pablo.
El índice de fertilidad es alto cuando el ganado recibe un manejo adecuado.
Macho joven.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.
La cría se realiza "a pezón" o "bajo vientre" siendo la Charolesa una raza modélica en este aspecto. Los terneros permanecen con la madre hasta los 4-5 meses, aunque ya antes del destete pueden recibir alimentación complementaria.
El crecimiento de los terneros durante la fase lactante, es muy rápido debido a la buena producción lechera tanto en cantidad como en calidad de las vacas de esta raza.
Es cierto que existen diversas estirpes que son más lecheras que otras. Las más antiguas, producen por regla general una mayor cantidad de leche, herencia de su pasado lejano como vacas de triple aptitud puntual, es decir, sometidas a ordeño ocasional.
La Charolesa es una raza especializada en la producción de carne. Hay que destacar la gran velocidad de crecimiento de los terneros tanto durante la lactación como durante el periodo de cebo, llegando en este último a superar ganancias diarias medias superiores a los 2 kilogramos.
Terneros Charoleses.
(c) Silvestre de la Calle García.
En cuanto a los tipos comerciales, en Francia existen una gran variedad:
- Terneros lechales. 2,5 a 4 meses y 130-200 kilogramos de peso vivo.
- Becerros precoces. 10-15 meses y 300-550 kilogramos de peso vivo.
- Novillos castrados. 24 meses y 650 kilogramos de peso vivo.
- Novillas ligeras (jóvenes). 24 meses y 550-600 kilogramos de peso vivo.
- Bueyes. 30-36 meses y 750 a 850 kilogramos de peso vivo.
- Novillas grandes 30-46 meses y 700-800 kilogramos de peso vivo.
- Vacas de desecho. Edad variable y 750-850 kilogramos de peso vivo.
Terneros lechales Charoleses.
(c) Ganadería Quintanar de El Espinar.
El becerro precoz de los franceses es un añojo joven que tras el destete es cebado a base de maíz y que alcanza ganancias diarias de 1500 gramos hasta los 13-14 meses. Pesa unos 520 kilogramos en vivo y proporciona una canal limpia de 220 kilogramos.
En España se produce un tipo muy semejante. Hace unos años se sacrificaba con 15-16 meses pero actualmente se tiende al sacrificio de animales más jóvenes con edades de unos 11 ó 12 meses.
Añojo Charolés.
(c) Silvestre de la Calle García.
El ganado adulto proporciona canales pesadas de carne roja de gran calidad, motivo por el que no se suele agotar la edad reproductiva de estos animales hasta el desvieje, salvo en el caso de las hembras sobresalientes.
Los sementales, son también desechados pronto debido a su elevado peso al llegar a la edad adulta, siendo su carne de buena calidad.
Igualmente los bueyes y machorras tienen una carne de gran calidad que es muy apreciada.
Vaca Adulta.
(c) Silvestre de la Calle García.
La carne de la raza Charolesa, tanto de los tipos juveniles como de los adultos, es de gran calidad y en España, la carne procedente de los ejemplares puros o de sus cruzados entra a formar parte de IGP (Identificación Geográfica Protegida) como la Carne de Ávila, Carne de la Sierra de Guadarrama, Carne de Salamanca, Ternera de los Pirineos Catalanes, Ternera de Navarra, Ternera de Extremadura....
En el primer caso, se trata de machos de 14 a 18 meses e incluso 2 años, listos ya para comenzar a cubrir.
Las hembras suelen venderse con 1 ó 2 años, rara vez como novillas ya preñadas para realizar el primer parto.
La Charolesa es una raza con gran capacidad de adaptación. Pese a ser originaria de una región de clima lluvioso y con temperaturas suaves, se adapta magnífica a entornos secos y calurosos, a zonas frías e incluso a climas tropicales.
En España la encontramos como ya se dijo, en todo tipo de ambientes, motivo por el cual los sementales son sumamente valorados al poder cruzarse con hembras de diversas razas tanto autóctonas de cría extensiva como otras de cría intesiva.
Semental Charolés en la nieve.
(c) Silvestre de la Calle García.
Como antigua raza de trabajo, conserva la buena dotación para la marcha que le permite recorrer los pastaderos en busca de la ración diaria o el acceso a los abrevaderos.
Esta característica permite además a los toros seguir a las vacas durante la época de celo con lo cual se garantiza la cubrición de las vacas.
En cuanto a la alimentación, la Charolesa es conocida por muchos como una raza "voraz" que es capaz de consumir todo tipo de pastos, llegando a alimentarse de forrajes desdeñados por las propias razas autóctonas.
La fecundidad de la raza (vacas preñadas por cada 100 cubiertas) es muy elevada, superando el 90% cuando el ganado está bien cuidado.
Vaca con ternero.
(c) Gamadería Quintanar de El Espinar.
La tasa de gemelaridad es también muy destacable situándose de media por encima del 3% y llegando en algunos casos al 16%.
El intervalo entre partos es de unos 11 meses en ganado bien manejado lo que asegura la producción de un ternero al año.
La facilidad de parto, muy discutida en otras épocas, es también elevada tras años de selección. Más del 90% de los partos tienen lugar sin ayuda o con ayuda mínima, siendo necesaria la realización de cesáreas en pocas ocasiones.
Vaca con ternero recién nacido.
(c) Ganadería Quintanar de El Espinar.
La habilidad maternal de la raza Charolesa es proverbial. Su aptitud para atender, cuidar y sacar adelante a los terneros es extraordinaria a lo que une una excelente producción lechera que asegura el rápido crecimiento de los terneros.
Ya hemos hablado anteriormente de su buena producción lechera. Anotaremos simplemente que la lactación o periodo de producción de leche es largo, permitiendo su restricción la alimentación del ternero o terneros hasta edades avanzadas y pesos elevados.
Vaca amantando a su ternero.
(c) Ganadería Quintanar de El Espinar.
No obstante, las vacas destacadas se dejan hasta edades avanzadas.
Los toros son retirados pronto debido a que en ocasiones alcanzan tal peso que pueden suponer un peligro para las vacas si se realiza monta natural, especialmente si tienen que cubrir vacas de poco porte o novillas puesto que si cubren a vacas adultas de su raza, no hay grandes problemas dado el tamaño de éstas.
Semental Charolés.
(c) Miguel Alba Vegas.
En cuanto a su temperamento, es una raza dócil tanto en el caso de las hembras como de los sementales lo que facilita su manejo en regímenes extensivos.
Los toros Charoleses tienen capacidad probada para transmitir las cualidades de la raza, especialmente la velocidad de crecimiento y el desarrollo muscular.
Han sido intensamente utilizados en monta natural y en inseminación artificial sobre todo tipo de razas, particularmente sobre razas de aptitud cárnica y cría extensiva como la Avileña, la Morucha o la Retinta, así como con razas lecheras en el caso de hembras de baja producción o en aquellas explotaciones que no realizan la recría.
Vaca Avileña y toro Charolés con su ternero.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.
Se estima que el cruzamiento con toros Charoleses sobre razas autóctonas, mejora la producción global de la explotación en un 20% en igualdad de condiciones de explotación, obteniéndose terneros de mayor peso al destete y mayor precio en el mercado.
Los terneros Charoleses puros y cruzados tienen un excelente comportamiento en cebadero, por lo que son muy valorados por los compradores.
Además, la raza Charolesa es "marcadora", al nacer los terneros coloraciones que oscilan entre el blanco o cenizoso y el pajizo o pardo, que garantizan su origen y calidad.
Esto favorece incluso a los terneros de razas autóctonas puras que conviven con ellos pues los compradores, al llevarse una partida de terneros cruzados de Charolés, no discriminan llevarse a los puros por el mismo precio siempre que predominen los cruzados.
Vaca Avileña con terneros cruzados.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.
Normalmente, se realiza cruzamiento industrial, destinando todas las crías al sacrificio aunque ocasionalmente las hembras F1 o cruzadas de primera generación se dejan como reproductoras pues mantienen la rusticidad de la madre y las cualidades carniceras del padre.
Esto supone en cierta medida un riesgo para la conservación de razas autóctonas si se siguen dejando hembras mestizas de futuras generaciones lo que en algunos lugares ha ocasionado la práctica desaparición de las hembras autóctonas.
Excelente vaca cruzada F1.
(c) Silvestre de la Calle García.
1. Cruzamiento de toro Charolés y vaca autóctona (Avileña, Retinta, Morucha...):
Este sistema permite obtener terneros con una carne de gran calidad a bajo coste dado que el mantenimiento de las madres es barato al ser razas rústicas de cría extensiva.
Tanto machos como hembras pueden ser cebados y sacrificados a edades variables dependiendo de los precios de mercado o de los intereses del ganadero.
Vaca Avileña con ternero cruzado.
(c) Miguel Alba Vegas.
Este tipo de hembras son muy comunes en regiones como la Sierra de Gredos (Ávila) donde llegan a utilizarse como vacas de trabajo con unos resultados excelentes. No olvidemos que en el pasado, la propia Charolesa fue una raza de trabajo y que mantiene una buena capacidad de marcha que combinada con la que poseen las razas autóctonas, da lugar a excelentes animales de labor.
Jesús Marina Jiménez arando con su yunta de vacas cruzadas de Avileña y Charolés.
Navacepeda de Tormes (Ávila). Año 2008.
(c) Silvestre de la Calle García.
2. Cruzamiento de toro Charolés y vaca lechera (Frisona, Parda, Fleckvieh lechera):
Este cruzamiento tuvo especial importancia en el pasado y todavía hoy se realiza en explotaciones de pequeña dimensión que no practican la recría o cuando se trata de vacas de baja producción lechera buscando de esa forma una mejora de la rentabilidad con la venta de terneros cruzados.
Los terneros resultantes tienen mejores cualidades carniceras y carne de mayor calidad que la de los terneros de raza lechera pura.
Ternero de toro Charolés y vaca Parda.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres). 1980.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
En ocasiones, se dejan las vacas F1 o de primera generación como reproductoras para cubrirlas nuevamente con toros charoleses y obtener unos terneros extraordinarios.
Estas vacas son muy buenas criadoras dado que producen una cantidad de leche nada despreciable que permite la cría de su ternero e incluso de otro adoptado, práctica muy común hace unas décadas en las zonas con gran censo de vacas lecheras donde los ganaderos vendían terneros lecheros de poca edad (1-3 semanas) a bajo precio.
También pueden ser ordeñadas con excelente resultado para el abastecimiento familiar.
Vaca cruzada de Frisona y Charolés.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres). 1992.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
3. Cruzamiento a doble vía: (Raza autóctona x lechera) x Charolés.
Consiste este sistema en cruzar razas autóctonas (Avileña, Morucha, Retinta, Tudanca ....) con toros de razas lecheras (Frisona, Parda, Fleckvieh, Normanda...). Las hembras nacidas de estos cruces eran conocidas popularmente como "vacas mixtas".
Conservaban la rusticidad de la madre y las cualidades lecheras de la raza paterna por lo que necesitaban pocos cuidados y presentaban una elevada producción lechera.
Estas hembras eran cubiertas por toros Charoleses dando lugar a terneros de gran calidad.
Este sistema es cada vez más raro.
Vaca Mixta.
Puerto de El Pico, Villarejo del Valle (Ávila). 2012.
(c) Silvestre de la Calle García.
SELECCIÓN, MEJORA Y PROMOCIÓN.
La Charolesa sigue estando sometida a una rigurosa selección con el fin de mejorar y potenciar sus cualidades, incidiendo a la hora de la selección en los siguientes parámetros:
- Cualidades de cría: facilidad de parto, capacidad lechera y fertilidad.
- Aptitudes cárnicas: potencialidad de crecimiento, eficiencia alimentaria y rendimiento a la canal.
- Desarrollo esquelético: longitud corporal, profundidad y anchura.
- Desarrollo muscular: cantidad de carne y calidad de carne.
- Caracterización étnica: aplomos y locomoción y cabeza.
Semental Charolés.
(c) Miguel Alba Vegas.
La Asociación de Criadores cuenta con varios instrumentos para realizar el programa selectivo:
- Libro Genealógico de riguroso funcionamiento y contraste con filiación compatible.
- Controles de crecimiento en finca.
- Estación de testaje.
- Concurso morfológico.
- Valoración por el método de puntos.
La valoración de los machos es fundamental.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.
La promoción de la raza se lleva a cabo mediante publicaciones, simposiums, jornadas, congresos...) así como mediante la asistencia a certámenes ganaderos como raza de exposición, llamando siempre la atención del público general por su magnífico aspecto y cuidados.
SITUACIÓN ACTUAL Y PERSPECTIVAS FUTURAS.
La raza Charolesa sigue teniendo gran importancia dentro del panorama bovino español.
Es criada tanto en pureza para la producción de carne y de reproductores selectos, así como para la producción de sementales destinados al cruzamiento industrial o de primera generación.
Aunque extendida por gran parte del país, tiene gran importancia en zonas de la Meseta y del Suroeste peninsular, donde existen excelentes ganaderías.
Semental Charolés con vacas cruzadas.
(c) Silvestre de la Calle García.
Actualmente, son muchas las razas extranjeras que se emplean en España para la producción de carne en pureza o para criar sementales destinados al cruzamiento industrial.
La elección de la raza dependerá de muchos factores pero fundamentalmente del gusto del ganadero.
Son muchos los que se mantienen fieles a la raza Charolesa cuyas cualidades tanto en pureza como en cruzamiento han sido plenamente demostradas.
Semental Charolés.
(c) Miguel Alba Vegas.
Terminamos este artículo dedicado a la raza Charolesa con una entrevista a un ganadero que fue experto conocedor de la misma. Nos referimos a Juan García García (1927-2012), de Guijo de Santa Bárbara (Cáceres):
Juan García García, vaquero.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Yo fui vaquero durante 40 años. Tenía vacas "Suizas" (Frisonas) y siempre dejaba un choto para cubrirlas y luego le vendía con año y medio o dos años. Desde el año 1960 hasta el año 1987 estuve haciendo esto, pero luego ya maté el último choto suizo para la boda de una hija mía.
Desde entonces empecé a cruzar con toro Charolés. Eran los que había entonces. Algún suizo, alguno negro (Avileño) y charoleses. Iban apareciendo ya los limusines pero a mí no me gustaban. Yo siempre he dicho que elegir un toro depende del gusto del ganadero y de como sean las vacas. Las mías eran grandes así es que se podían cruzar bien con toros charoleses.
Yo empecé a cruzar porque ya me quedaban pocos años para jubilarme y no iba a criar más suizas puras pero como tampoco tenía pensado dejar las vacas, pues quise ir haciéndolas de carne.
La vaca Frisona, conocida en muchos sitios como "Suiza".
Durante 25 años, Juan García fue criador de esta raza.
(c) Silvestre de la Calle García.
Los primeros chotos cruzados nacieron en el invierno del 87 al 88. Nacieron dos chotas muy buenas y las dejé. A una la llamé Careta porque salió con el pelo de las suizas pero blanca y parda. La otra se llamaba Parda y fue una vaca buenísima.
La Careta la tuve que vender en el 95 y la Parda la vendí en el 97. Las ordeñaba a las dos y hacía queso para el gasto de casa. Parían unos chotos buenísimos.
Juan García junto a su vaca Parda.
(c) José García de la Calle.
Las echaba siempre a toros charoleses y dejé chotas de ese cruce. De una novilla cruzada de suiza y charolés que se llamaba Blanca, dejé una chota en 1992 que se llamaba Blanca. La mejor vaca que he tenido en mi vida. Hizo 6 partos en casa y tres fueron dobles.
Blanca en 1996 con sus dos terneros.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Se hizo una vaca grandísima. En el 5º parto, que parió dos terneros, pasaba bien de los 1000 kilos. Casi no entraba por la puerta de la cuadra.
Recuerdo que en el año 97, esta vaca parió en marzo y se cubrió otra vez en abril. Como ya se habían llevado los vaqueros los toros a las dehesas, la tuve que echar de un choto cruzado que tenían unos vaqueros del pueblo para cubrir las vacas que no había llevado a la dehesa. Tenía sangre de Limusín y aunque no me gustaba, el resultado fue extraordinario.
Blanca en 1999 en su 5º parto junto a su ternero.
Agarra al ternero el autor de este artículo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Ya estaba jubilado y las tenía para sacar leche para el gasto de casa y para entretenerme.
Las tuve que vender en el año 2000 porque ya no podía hacerme cargo de ellas por enfermedad.
De izquierda a derecha Golondrina, Blanca y Paloma a la que sujeta el autor de este artículo.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Quiero dedicar este artículo a la memoria de Juan García García (1927-2012), conocido como "Tío Peseta" y que era mi abuelo materno.
Mi abuelo Juan y yo con una ternera cruzada, hija de Paloma y nieta de Parda.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.
Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.
Bibliografía:
- Sánchez Belda, A. (1984). Razas Bovinas Españolas. Ministerio de Agricultura.
- Sánchez Belda, A. (2002). Razas Ganaderas Españolas Bovinas. Colección FEAGAS.
otra gozada de lectura, mil gracias Silvestre
ResponderEliminarUn artículo precioso
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