EL CAREO

Con el nombre de careo se conoce la acción carear, arrear o conducir al ganado por terrenos abiertos para que puedan alimentarse adecuadamente. La acción de carear implica que el ganado sale diariamente al amanecer desde un lugar determinado al que vuelve al atardecer para dormir.
Puede hacerlo sólo acompañado por el pastor como veremos a lo largo de estas líneas.

Cabrero con su piara de cabras Veratas.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Hoy en día, gran parte de las fincas dedicadas a la ganadería suelen estar cercadas por alambradas que impiden al ganado abandonarlas y que permiten en muchas ocasiones dejar al ganado suelto y acudir para revisarlo una o dos veces al día e incluso cada varios días si el ganado dispone de comida y agua y no necesita recibir alimentación complementaria.

Vacas Pasiegas en un prado cercado.
San Mamés de Meruelo (Cantabria).
(c) Sergio Canales García.

En épocas pasadas, la existencia de parcelas cercadas era poco frecuente y, en caso de existir, la presencia de depredadores, obligaba a vigilar a los animales para que no fuesen atacados.
Las cercas de piedra o vallas de madera eran muy eficaces para mantener controlado al ganado mayor pero el ganado menor podía escaparse con cierta facilidad.

Vacas pastando en un prado cercado por una valla de madera.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres). 1975.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Cuando el ganado pastaba en extensas superficies abiertas, debía ser controlado para que no se alejase excesivamente del lugar en el que pasaba la noche y al mismo tiempo protegerlo de los depredadores.
Esto era habitual en las dehesas del sur peninsular o en las zonas montañosas de toda España.

Teresa Callejo Fernández vigilando a sus vacas Tudancas.
(c) Miguel Alba Vegas.

En zonas donde se combinaban la ganadería y la agricultura, el ganado debía ser vigilado constantemente para que no invadiese los sembrados y estropease las cosechas de los agricultores.

Pastor con las ovejas.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En ocasiones, el propio ganadero se encargaba de vigilar durante todo el día a sus animales, especialmente cuando no se dedicaba a otra actividad.
Sin embargo, si el ganadero era además agricultor o si se dedicaba a otra cualquier actividad económica, muchas veces no podía hacerse cargo del careo de los animales para lo cual contrataba a una persona asalariada: el pastor.

El pastor.
Recreación documental.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El pastor podía ser contratado individualmente por un ganadero acomodado o bien entre varios ganaderos que tuviesen menos animales.
En numerosas regiones, si se tenían muy pocos animales se formaban rebaños comunales conocidos como "veceras" o "dulas" que eran pastoreados por un pastor asalariado o por turnos por los propietarios en función del ganado que tuviese cada uno.
Así, había veceras o dulas de cabras, ovejas, cerdos, vacas, bueyes, caballos, burros, mulos y hasta de pavos.

Manuel Sánchez y vecinas junto a la Fuente de tía Josefa con las cabras.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) 1960.
(c) Colección Familia Sánchez Jiménez.

El pastor tenía que ser un perfecto conocedor del ganado y del entorno para saber en cada momento cuál era el careo correcto para mantener a los animales en buen estado de salud, vigilando además que los animales no sufriesen el ataque de ningún depredador, que no consumiesen plantas venenosas, que no invadiesen los sembrados...
Además, debía tener conocimientos veterinarios para curar a cualquier animal que se accidentase o ayudar a las hembras durante el parto. 

Cabrero con cabritillos en las alforjas.
Recreación documental.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Los careos no eran por lo tanto los mismos días tras día sino que variaban en función de la temporada para aprovechar los diferentes recursos que la naturaleza brindaba en cada momento: hojas frescas, rebrotes de los arbustos, hierba tierna, bellotas y otros frutos...

Cabras Guisanderas comiendo bellotas.
Guisando (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Variaba el careo también en función de las condiciones meteorológicas con el fin de proteger al ganado de los agentes atmosféricos procurando que en invierno transitase por zonas protegidas de los vientos dominantes, que en épocas de lluvia no transitase por zonas encharcadas y que en verano dispusiese de agua y de lugares sombreados o frescos para "sestear" durante las horas centrales del día.

Julián Leal con sus cabras Veratas en invierno.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres). 1975.
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

El ciclo productivo y vital del ganado condicionaba también el careo. Así, variaba si las hembras estaban "vacías", preñadas o criando y si iban acompañadas de crías o no.
Varían también los careos para el ganado de carne, de leche e incluso de lana. El ganado de aptitud cárnica puede realizar careos largos y por zonas difíciles mientras que el ganado de leche debe pastar en zonas fértiles y no alejarse mucho del sitio donde se realiza el ordeño para que no gasten energía en andar y produzcan menos leche.
El ganado de lana debe pastar en zonas despejadas de matorral para que no se le enrede y arranca la lana en los matorrales.

Yeguas Hispano-Bretonas con sus potros.
(c) Raquel Cayón Campuzano.

Como vemos, era una actividad compleja. Solía oírse en los pueblos la frase "quien no sirva para estudiar, que sea pastor" pero la de pastor era una profesión muy compleja y, aunque un tanto denigrada en épocas pasadas, hoy en día es afortunadamente muy valorada por muchos, aunque queda mucho por hacer.
Para ello se hacen hoy en día las escuelas de pastores donde se aprenden conocimientos relacionados con el milenario arte del careo.

Alejandro Torralvo Gutiérrez con un macho Verato.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Para realizar el careo, el pastor contaba con un aliado indispensable: EL CAREA. 
Se trata de perros de tamaño pequeño o mediano de los cuales existen infinidad de razas que tienen su origen en las islas europeas del Atlántico norte desde donde pasaron a la Europa Continental.
Comienzan a extenderse estos perros cuando grandes superficies de bosques y pastizales fueron roturadas para su puesta en cultivo.
Era necesario entonces controlar mucho al ganado para que no invadiese las zonas cultivadas y para ello se necesitaban perros pequeños y veloces en lugar de los enormes y lentos mastines utilizados hasta entonces para defender al ganado de los depredadores.
Ejemplo de ello es en España el Carea Castellano-Manchego.

Careas Castellano-Manchegos.
(c) Javier Bernal Corral.

A la hora de manejar un conjunto de ganado era necesario tener en cuenta una norma básica y es que cada especie ganadera tiene sus propias costumbres y necesidades por lo que mezclar animales de diversas especies en un mismo rebaño, no es algo sencillo aunque, paradójicamente en ocasiones podía ser aprovechado ingeniosamente por el ganadero consiguiendo así hacer un mejor careo.

Ovejas y cabras.
(c) Silvestre de la Calle García.

Ocurre esto con dos especies aparentemente muy similares pero totalmente opuestas: la cabra y la oveja.
La cabra es un animal más dado a ramonear y a alimentarse en zonas abruptas que a pastar en zonas de hierba corta. Siempre se ha dicho que la cabra tira al monte y esto es una gran verdad.
Las cabras tienen hábitos más erráticos, siendo menos gregarias y pacíficas que las ovejas y tendiendo a moverse continuamente mientras comen.

Cabras Guisanderas en una zona de matorral.
Guisando (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

Por el contrario, la oveja es un animal al que le gusta más pastar en terrenos despejados y de hierba corta, libres de matorral.
Son mucho más gregarias y pacíficas que las cabras, teniendo a permanecer siempre en grupo. También es común el dicho que "las ovejas son <<bobas>> porque donde va una van todas" debido a su gran instinto gregario.

Rebaño de ovejas.
Jarandilla de la Vera (Cáceres).
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

Estas características pueden sin embargo combinarse sabiamente como bien han sabido hacer los ganaderos de ciertas zonas de España durante miles de años.
En los rebaños de ovejas, es frecuente introducir un reducido número de cabras que por su paso más rápido y por su gran inteligencia, se convierten en excelentes guías del rebaño.
Colocaban los pastores cencerros a las cabras y a los machos cabríos castrados que portando grandes cencerros o zumbas guiaban con su sonido a las ovejas y que acudían prestos a las llamadas del pastor pasando sin miedo por cualquier zona complicada "tirando" así de las ovejas.

Cabra con cencerro en un rebaño de ovejas.
(c) Miguel Alba Vegas.

No era obligatorio introducir algunas cabras para utilizarlas como guía en los rebaños de ovejas pues también podían utilizarse carneros castrados y debidamente adiestrados, los llamados mansos, que con paso firme y seguro y portando grandes cencerros, guiaban al resto del rebaño.
Aún hoy es posible verlos en muchas ganaderías españolas donde están siempre atentos a las llamadas del pastor para dirigir al rebaño donde él ordene.

Carnero manso utilizado como guía del rebaño.
(c) Fred Río.

Sin embargo, realizar esto al contrario, es decir, mezclando unas cuantas ovejas con un rebaño de cabras, era muy complicado.
Al caminar más deprisa, las cabras dejaban atrás a las ovejas que, además, tienen por costumbre tumbarse durante las horas centrales del día para sestear o "acarrar".
En zonas llanas, esto no planteaba grandes problemas pero en áreas montañosas y en determinadas épocas del año en las que las cabras estaban más fuertes y corrían más deprisa en busca de alguna planta o fruto determinado (flor o vainilla del piorno, bellotas, ramas tiernas...) las ovejas se quedaban atrás y muchas veces el pastor tenía que volver sobre sus pasos para buscarlas.

Fidel García Tiemblo con su rebaño.
Cabras Guisanderas con algunas ovejas.
(c) Fede Jiménez.

Pero a veces las ovejas, podían ser ventajosas en rebaños de cabras pues si el pastor las acostumbraba a recibir algún "pienso" o alimento a una hora determinada, comenzaban a llamarle con sus roncos "berridos" y las cabras, que son sumamente "golosas" por naturaleza, acudían también busca del alimento.

Oveja entre las cabras Guisanderas custodiadas por Carlos García Blázquez.
(c) Silvestre de la Calle García.

El careo no era algo exclusivo de las cabras y ovejas sino que todos los animales eran en épocas pasadas careados por los pastores para aprovechar de una manera más eficiente los recursos naturales.
Vacas, caballos, burros y mulos, cerdos e incluso aves como los pavos o las ocas, eran pastoreados en manadas, piaras y bandadas por el campo, saliendo al amanecer de sus lugares de pernoctación y regresando al atardecer.


Bandada de ocas custodiadas por un mastín.
Villafranca de la Sierra (Ávila).
(c) Silvestre de la Calle García.

De todo esto se desprende que el careo no era simplemente soltar a los animales en el campo, sino que requería la presencia del ganadero o del pastor que debía tener amplios conocimientos de la actividad.


Isabel López Arrabé con sus vacas Avileñas.
(c) Juan Manuel Yuste Apausa.

Con la generalización del uso de alambradas para cercar los terrenos de pasto y la paulatina desaparición de los depredadores como osos y lobos en los terrenos abiertos, el careo dejó de ser realizado por los pastores dejando muchas veces al ganado con plena libertad de movimientos si no había fincas que pudiesen invadir.
Conociendo el recorrido, el ganado desarrolla sus propias "querencias" y el ganadero puede estar tranquilo sabiendo que los animales regresarán a casa al atardecer sin ningún problema.

Cabras pastando sueltas en la sierra.
Guijo de Santa Bárbara (Cáceres)
(c) Alonso de la Calle Hidalgo.

En caso de que existan depredadores o para evitar posibles robos, el ganado se deja bajo la atenta vigilancia de los perros, especialmente de mastines que son capaces de ahuyentar a los osos y enfrentarse a los lobos.
Los perros se encargan de acompañar al ganado y de conducirlo sin necesidad de que el ganadero esté presente.

Mastines cuidando vacas Pardas de Montaña.
(c) Ganadería Almirante.

Sin embargo, quedan todavía ganaderos que realizan un manejo tradicional extensivo en áreas abiertas y que siguen realizando el careo de sus animales como les enseñaron sus padres y abuelos.
Con el aumento de la población de osos, lobos y demás depredadores, el oficio del pastor y la realización del careo van a ser actividades cada vez más frecuentes.
Que este artículo sirva para que todos tengamos en cuenta la dura labor del pastor y que valoremos su trabajo como se merecen pagando por los productos ganaderos el precio debido.


Juan Antonio Rodríguez Vidal.
Cabrero de Guijo de Santa Bárbara que ha tenido muy buenos maestros.

Fdo: Silvestre de la Calle García.
Técnico Forestal.

Comentarios

  1. Bien Silvestre por el reportaje que nos recuerda la vida que llevaron nuestros padres .🙅🙅🙅👏👏👏

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